Mia
-Per favore dammi due moka bianca. – le pido mi bebida favorita a la chica de Starbucks, mientras espero a mi mejor amiga, solo queda una semana del verano, y volver a clases. – Grazie- le digo a la chica que me da las bebidas.
Salgo del local y veo que mi mejor amiga se acerca, mi peli roja favorita, mi confidente.
-Perdóname que haya llegado hasta ahorita, pero es que no encontraba mi celular- dice riéndose- no te imaginas ese hombre.
-Tú si no cambias Bella- llevamos 3 semanas en Sicilia, disfrutando de sus paisajes, aprovechando las vacaciones, y mi amiga sí que los está aprovechando, en cada fiesta encuentra un italiano encantador.
-Llevamos tres semanas en Italia y con cuantos has estado- le entrego su bebida mientras caminamos por las hermosas calles de Sicilia.
-Eso es lo de menos, Mía tienes que divertirte, te vas en la mejor parte de la fiesta, así nunca vas a olvidar al baboso de Felipe.
Haber un poquito de contexto de mi fabulosa vida, nótese el sarcasmo, aparte de disfrutar el verano, decidí venir a Italia porque el desgraciado de mi novio me fue infiel con mi hermana, si mi querida hermana, una relación de 5 años que se terminó, aparte de eso mis padres se están separando por culpa de una mujer que aún no sé quién es, soy la menor de 3 hermanos, Salvador, Sofía y yo, mi familia, los Montenegro, los dueños del bufete de abogados, línea que por obligación se debía seguir.
-Deberíamos vivir aquí, es una ciudad hermosa y tiene unos hombres espectaculares- Bella y sus ocurrencias me sacan de mis pensamientos. – Mía solo nos queda una semana aquí, anda disfruta, ya casi nos tenemos que regresar a Madrid y tienes que enfrentar todo lo que se nos avecina por salir corriendo de allá, has rechazado cualquier tipo de comunicación con tu familia, así que disfruta esta semana como se debe y olvídate de mi hermano.
Porque sí, Bella es la hermana de Felipe, nos conocemos desde niños nuestros padres son socios en el bufete, desde que viajamos no me he comunicado con mi familia, saben que estoy en Italia, mi madre ha respetado mi espacio, pero mi papá está histérico porque no sabe de mí, y todo eso lo sé por Bella, ya que desde que viajamos no he encendido mi teléfono.
-Qué planes tienes para hoy- le digo con intriga- a ver si disfruto esta última semana como dices.
- Eso es amiga, a ver para hoy hay una fiesta en la playa, va a ver música en vivo y buen vino como te gusta.
- Está bien, hoy vamos a disfrutar de la hermosa playa de Sicilia, lo único que te pido es que no me dejes sola- salto como una niña pequeña que le dan su dulce preferido.
Pasamos todo el día de compras, disfrutando de la ciudad y su comida, porque si algo amo yo de Italia es su gastronomía y sí que la extrañaré cuando regrese a España.
Mía Montenegro
Bella Pedraza
MÍA
Abro el grifo de la ducha y siento como el agua caliente recorre todo mi cuerpo, me llena de energía.
Peino mi pelo después de una ducha reconfortante y lo seco con el secador, y me pongo un vestido corto negro sin mangas, con unas sandalias para no sentirme incómoda en la arena, salgo del baño y me encuentro a mi amiga con un vestido rojo que combina con su cabello.
-Estás divina- sonríe al decírmelo- hoy los italianos estarán rendidos a tus pies y no te vienes de esa fiesta sin haberla disfrutado.
-Eso no significa que me voy a acostar con el primero que me sonría- le digo en tono de advertencia- prometo disfrutarla.
Salimos del cuarto del hotel y nos dirigimos a la playa que para suerte mía era al frente de este, así si me aburro puedo irme al hotel sin ningún inconveniente.
La fiesta se veía muy bien, había una fogata, varias personas bailando, una barra con bebidas, un moreno se acercó a nosotros y nos saludó de doble beso.
-Bellas, están divinas- una sonrisa de oreja a oreja se asomó en su rostro. - Te molesta si me llevo a tu amiga.
-Tranquilo, ve y disfruta- Bella me da un beso en la mejilla, pero antes de irse me dice- disfruta, tienes de donde escoger- y se marchó con él.
La fiesta se veía chévere, pero no conocía a nadie y no me sentía cómoda, decidí irme a sentar en un lugar lejano del ruido, a mirar el mar.
-Pensé que era el único que prefería la soledad- casi me da un infarto al escuchar esa voz, miro hacia un lado y veo un hombre en toda la extensión de la palabra, con la oscuridad no se detallaba bien su físico, pero lo que se veía deslumbraba- ¿hablas español?
- Si perdón, mucho gusto Mía- le extiendo mi mano para saludarlo y él la estrecha con delicadeza.
-Manolo, es un placer Mía, ¿española?
-Sí, señor- No podía dejar de mirarlo, tenía unos ojos cautivadores.
-Sé que soy el más viejo que puede haber aquí, pero tampoco para que me digas, señor.
Yo solo podía reírme de su ocurrencia
-Tampoco creo que seas tan viejo como dices.
-Treinta años siempre se ven diferente.
Esos treinta años lo hacían ver todavía más interesante- Treinta años, todavía es ser joven, yo tengo veinticinco, espero eso no te espante- le digo sonriendo.
-La edad son solo números, lo importante es que cada número se viva y deje un bonito recuerdo, treinta años con muchas cosas bonitas y otras no tanto.
-En eso concuerdo contigo, perdón mi imprudencia, pero tú eres español también cierto.
-Así es, pero vivo en Italia hace muchos años y jamás pensé encontrar en este lugar una mujer tan bonita, que me hiciera olvidar mis problemas.
-Entonces ya somos dos, porque yo también vine para olvidar, el problema es que no lo he conseguido todavía.
-Espero poder ayudarte en eso- Se asoma una sonrisa en sus labios, en esos labios carnosos que tiene.
No sé si era la brisa o los tragos que ya me había tomado, pero esos me dieron el valor de acercarme un poco a él, su respiración la sentía cerca a mis labios.
-Me encantaría, pero no quiero que sea por copas.
- ¿Eres casado? - Lo miré a los ojos y luego a los labios.
-Cien por ciento soltero- su aliento olía menta.
-Eso es todo para mí.
Me llené de valor y por primera vez no me di las consecuencias, no pensé en nadie más, sino en mí, sus manos pasaron de mi cuello a recorrer mi espalda, mientras sus labios recorren mi cuello, en menos de un minuto me deshago de su camisa y con mis manos recorro su pecho.
Poco a poco nuestras prendas terminan en la arena mientras nuestros cuerpos se mueven al compás del agua, mi respiración se agita, nunca había estado con un hombre que me hiciera sentir lo que estaba sintiendo, empiezo a moverme más rápido haciendo círculos con mi cintura.
Oírlo Gemir es como música en mis oídos, nadie me había hecho disfrutar tanto como él, como dicen, la experiencia no se improvisa.
Esa última semana fue maravillosa y más junto a Manolo, como la buena Bella dice el sexo te hace olvidar de todo, no me acordé ni de mi familia, ni Felipe, de nadie, solo disfrute y me divertí, aunque haya sido solo una semana la viví como nunca.
-Si en algún momento vuelves a tener algún problema y quieres escaparte de ellos, recuerda que en Sicilia todo se puede olvidar.
-Con gusto vendré, fue un placer conocerte Manolo.
Ese fue el fin de unas vacaciones y la hora de enfrentar la realidad había llegado, Bella y yo estábamos en el avión unas cuantas horas nos separaban de nuestro destino.
-Lo que paso en Sicilia, se queda en Sicilia- las palabras de Bella me sacaron de mis pensamientos- y lo bueno que la pasaste- su sonrisa burlona no se hacía esperar.
-Lo que paso en Sicilia se queda en Sicilia.
Las vacaciones terminaron y en dos días empezaba nuestro último semestre para graduarnos como abogadas.
Manolo Cortes
El viaje había sido acogedor, aunque la mayoría del tiempo la había pasado durmiendo, ya que no había descansado nada la noche anterior por hacerle caso a Bella que debíamos despedirnos de Sicilia como nos merecíamos y eso era con fiesta.
-Llegamos a nuestra realidad, estás lista para enfrentarlo.
-Si- lo digo con un suspiro, nadie sabía que regresábamos hoy, así que todo era una sorpresa.
El avión aterrizó sin contratiempos, Bella y yo procedemos a bajarnos de el, después de un mes enciendo mi teléfono y no hace más que sonar, cien llamadas perdidas de mi madre, unas de mi padre y demás personas, lo único que se me ocurrió fue borrar todo.
-Bueno amiga, nos vemos mañana en la universidad, recuerda que siempre voy a estar para ti, cualquier cosa ya sabes donde estoy- mi peli roja se despide de mí de dos besos en la mejilla y toma un taxi.
Yo detengo un taxi también y me dirijo a mi casa, reviso mi celular y veo un mensaje de Manolo “Italia será un bonito recuerdo, buen viaje y pronto regreso”
Ese hombre se había vuelto como el chocolate, una dulce tentación, “Mi dulce tentación, espero que en algún momento nos volvamos a ver, un gusto conocerte, ciao”
La hora se acercaba y la casa de mis padres se veía más cerca, el taxi se detiene, le cancelo al taxista y las personas que trabajan en la casa me ayudan a bajar las maletas y a entrarlas a ella.
Lo primero que me recibe es mi Papá, un hombre de cincuenta años muy bien conservado, llevaba su típico traje, un hombre que nunca veías mal vestido.
-Qué bonito, por fin se digna en aparecer la princesa- su voz era seria y llena de reproche.
-Hola papá, yo también te extrañé, como estás.
-Se puede saber donde estabas- su voz cada vez era más alta.
-Y mi madre donde está, porque si me vas a regañar espero que lo hagan al tiempo, así no recibo dos regaños a la vez.
En ese momento mi hermano venía bajando las escaleras que llevan al segundo piso de la casa, me saluda de dos besos en la mejilla.
-Pues hermanita tendrá que recibirlos, porque mi madre no vive aquí en la casa- sonaba triste.
-Como que no vive aquí, ¿Qué paso? – En un mes las cosas cambian drásticamente por lo que veo en esta familia.
-Dile papá porque se fue mamá- le reprocha mi hermano, pero mi papá no responde- Una amante, la causa de la separación y te estaban esperando para firmar el divorcio.
-Y donde esta mamá- pregunto a mi hermano.
-Se está quedando donde los abuelos, si quieres ir vamos, yo voy saliendo para allá, esta casa sin ella es una casa de locos.
-Tú no vas a ningún lado, tú y yo tenemos que hablar- me dice mi padre.
-Claro que vamos a hablar, pero después, ahorita, prefiero estar con mi madre que contigo, qué decepción papá, que se le podía pedir a Sofía si tú eres igual- solo sentía reproches por el hombre que en algún momento admire.
Salí con mi hermano y nos fuimos en su auto para la casa de los abuelos, donde sabía que me esperaba otro sermón y un poco más grande.
BELLA
Viajar con Mía siempre es un gusto, pero me siento agotada y mañana tenemos universidad, me dedicaré a dormir todo el día, eso es lo bueno de vivir sola que nadie va a molestarme, reviso mi celular y veo un mensaje de Mía “Mis padres están separados, mamá está viviendo con los abuelos” “Amiga que eso no te afecte, me avisas cualquier cosa, si me necesitas sabes dónde encontrarme”
Mía siempre ha sido muy sentimental y ha permitido que los problemas de su familia la afecten, pero bueno yo ya estoy en mi piso, voy a darme un buen baño y a descansar porque mañana me espera un largo día.
Mía
Llegamos a casa de mis abuelos, mi madre antes de regañarme me abraza como si llevara años sin verme, dicen que tengo rasgos muy parecidos a ella, mamá dedico su vida a nosotros, sacrifico su carrera para que a nosotros no nos faltará su cariño y siempre se lo voy a agradecer.
-Mía Montenegro, tú no me vuelvas a hacer esto- saluda de beso a mi hermano mientras me regaña.
-Mami, ya estoy aquí, sé que debí escribirles donde estaba, pero necesitaba alejarme de todo y mira que me sirvió.
-Sí, pero por lo menos debiste escribirme, pero bueno, ya estás aquí y hermosa como siempre.
-Que mi nieta volvió, donde está mi pequeña Mía- me acerco a abrazar a mi abuelo y luego a mi abuela.
-Me alegra verlos-les digo con una sonrisa.
-Nosotros a ti mi amor, pero vamos a la sala que tenemos cosas que hablar.
Ese tenemos que hablar, nunca es bueno en esta familia, siempre viene de la mano de alguna noticia no muy agradable. Pasamos a la sala y empieza a hablar mi abuelo.
-Necesitamos que llegaras Mía porque antes que nada tu mamá quería reunirlos a los tres para hablar de su separación- la voz de mi abuelo siempre era dura cuando de mi papá se tratara.
-Pero falta Sofía- digo sin expresión.
-Ya estoy aquí- ver a Sofía ya no me genera rabia como ese día que decidí irme para Italia, una semana distinta siempre ayuda.
Su expresión era distinta a la Sofía que yo conocía, su mirada estaba perdida, se veía un poco pálida.
-Estás bien, hija- mi madre se acerca a ella, pero Sofía se desmaya.
Salvador la levanta y la acomoda en el sofá, mientras yo voy por agua, Sofía no se veía bien, ella siempre estaba radiante, luciendo su cuerpo de modelo y su cabello rubio suelto, hoy lo traía en una coleta y estaba sin maquillaje, le entrego el vaso de agua.
-Voy a llamar al doctor para que venga a revisarla, esto no es normal- dice mi abuelo.
-No es necesario abuelo, yo sé que tengo. – dice mientras se incorpora bien en el sofá.
- ¿Qué tienes mi amor?, te ves muy pálida.
El celular de mi hermano suena, ahora la pálida no era solo Sofía sino también salvador.
- ¿Malas noticias? - le pregunto por su expresión.
- ¿Estás embarazada?
El silencio se sentía incómodo, el hecho no era que ella estuviera embarazada, el hecho era el padre del bebe.
-Felipe es el papá cierto- traté de que no sonara como reproche, pero me fue imposible.
-Te juro que yo no lo busque, una cosa era acostarme con él, pero otra muy distinta era quedar embarazada.
- ¡Y QUÉ DIABLOS QUERÍAS! - la ira me estaba ganando.
-Mía ya, yo sé que esto es incómodo para todos, pero podemos hablar sin gritar.
-Era mi prometido mamá, cinco años de relación, en los cuales tres de ellos Sofía era su amante y ahora resulta que está embarazada, a ti te parece que yo grito por gritar, tú más que nadie me debes entender- no podía pensar con claridad, solo sentía rabia.
-Te calmas, claro que sé lo que estás sintiendo, por algo me estoy separando de tu padre, pero tu hermana está delicada y necesita de nosotros, sé cómo te sientes, pero ahora no es el momento de discutir- su voz siempre dulce y de conciliación ha evitado nuestras discusiones.
- Lo mejor será que llevemos a Sofía al hospital, no es normal que se esté desmayando y menos en ese estado, así que vamos.
Mi abuela tenía razón, así que todos nos dirigimos al hospital, Sofía iba con mi abuelo y mi mamá en el auto de él, mientras que la abuela, salvador y yo nos fuimos en el auto de mi hermano.
-Sabes amor, la vida a veces es tan confusa, pero mírale el lado bueno, antes de casarte te diste cuenta quién era realmente Felipe, peor sería que esto hubiera sucedido cuando ambos estuvieran casados, ¿no crees? - la sabiduría de mi abuela, no tenía precio.
-Gracias abue- le doy un abrazo- salva tú como te enteraste.
-En ese preciso momento me entró un mensaje de Felipe, diciéndome que no sabía qué hacer, que Sofía estaba embarazada.
-Como que no sabe qué hacer, pues responder, así como fue hombre para tenerla de amante por tantos años, que sea hombre para responder por su hijo. - por más que tratara de no tener rabia, me era imposible.
Llegamos al Hospital, remitieron a mi hermana para revisarla, nosotros nos quedamos esperando a que saliera el doctor y nos dijera como estaba Sofía y el bebé, mi papá llego como loco, porque no sabía qué estaba pasando.
- Qué han dicho de la niña. - se encontraba nervioso.
El doctor sale junto a mi madre- Bueno, lo primero que tengo que decirles es que Sofía y él bebé, están bien, Sofía se encuentra un poco débil, la azúcar la tiene un poco alta, pero con una buena alimentación y un buen reposo puede llevar el embarazo bien sin ningún inconveniente.
-Como que embarazo, de que está hablando- decía confundido.
-Fernando Sofía está embarazada de Felipe.
Papá no sabía qué decir, su confusión se le veía en el rostro, Sofía la dejaron unas horas más en observación y la llevaron a casa de mis abuelos, se quedaría ahí con los cuidados de mi madre y mi abuela, que sola en la casa.
Realmente en esos momentos lo último que quería era ver a Sofía y que mi familia me viera con lástima, así que decidí irme a la casa, ducharme y dormir, realmente estaba agotada un viaje de varias horas y una noticia no tan alentadora, no me ayudaban de a mucho.
Salvador Montenegro
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