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La Intranquilidad, No Es Para Siempre

INTRANQUILIDAD

La intranquilidad que es,  un estado de inquietud, nerviosismo o preocupación que puede experimentar una persona. Es un sentimiento de malestar interno que puede manifestarse de diferentes maneras que quiere salir a flote siempre para desestabilizar tu día a día, es como dificultad para concentrarse, sentirse tenso o irritable, tener dificultades para dormir o experimentar pensamientos recurrentes sobre situaciones estresantes.

En la vida de una joven puede ser generada por una variedad de razones, y la presión de reflejar serenidad puede agravar esos sentimientos. Algunos factores que podrían contribuir a la intranquilidad incluyen:

Expectativas sociales:

Sentirse presionada por cumplir con las expectativas de la sociedad, la familia o los amigos puede generar intranquilidad. Esto podría incluir expectativas académicas, profesionales, sociales o personales.

Autoexigencia:

Muchas veces, las jóvenes se ponen metas y expectativas muy altas para sí mismas, lo que puede llevar a sentirse constantemente insatisfechas o ansiosas por no alcanzar esas metas.

Relaciones interpersonales:

Se cierran a conocer a mas personas, esto les genera inseguridad e incertidumbre.

Cambio y transición:

Las transiciones importantes en la vida, como mudarse a un lugar nuevo, comenzar la universidad o iniciar una carrera profesional, pueden generar intranquilidad debido a la incertidumbre y el miedo al cambio.

Presión estética:

No ser lo que la sociedad espera y no poder cambiarlo.

Problemas de salud mental:

La ansiedad, la depresión u otros problemas de salud mental pueden causar intranquilidad en la vida de una joven.

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La transición de la adolescencia a la adultez es un viaje tumultuoso lleno de desafíos y descubrimientos. Para muchas personas, este período de cambio está marcado por la lucha interna y externa, donde la autoaceptación y la confrontación con las expectativas sociales son elementos centrales. Para una chica curvy, esta travesía puede estar especialmente marcada por la presión de la imagen corporal y las normas de belleza. En este ensayo, exploraremos cómo sobrellevar la adolescencia hacia la adultez mientras se enfrentan las batallas internas y externas, y cómo encontrar la autenticidad y la serenidad en medio de la adversidad.

La adolescencia es un tiempo de exploración, autoconocimiento y crecimiento. Sin embargo, también puede ser un período de gran inseguridad y autoevaluación constante. Para una chica curvy, la presión de ajustarse a los estándares de belleza convencionales puede ser abrumadora. Desde una edad temprana, se enfrenta a mensajes implícitos y explícitos sobre lo que se considera "atractivo" en la sociedad. Las imágenes en los medios de comunicación, los comentarios de amigos o familiares bien intencionados y la falta de representación de diferentes tipos de cuerpos pueden alimentar sentimientos de inadecuación y autoaversión.

La lucha interna comienza cuando la joven curvy se enfrenta a su propia percepción de sí misma. ¿Cómo se ve en comparación con sus compañeras de clase? ¿Cómo se compara con las modelos que ve en revistas y en las redes sociales? Estas preguntas pueden desencadenar un ciclo de pensamientos negativos y autoexigencia, llevando a una baja autoestima y ansiedad.

Además de la lucha interna, una chica curvy también puede enfrentarse a desafíos externos significativos. La presión de encajar en ciertos grupos sociales o ser aceptada por sus pares puede ser intensa. Los comentarios insensibles o incluso el acoso relacionado con su apariencia pueden ser una realidad cotidiana. Esta discriminación basada en el tamaño del cuerpo no solo puede ser emocionalmente dolorosa, sino que también puede tener efectos duraderos en la autoestima y la salud mental.

En medio de esta lucha interna y externa, encontrar la autenticidad y la serenidad puede parecer una tarea monumental. Sin embargo, es posible sobrellevar la adolescencia hacia la adultez con fortaleza y resiliencia.

El primer paso es cultivar la autoaceptación y la compasión hacia uno mismo. Reconocer y celebrar la belleza y la valía más allá de los estándares de belleza convencionales es esencial. Esto implica desafiar activamente los mensajes negativos internalizados y reemplazarlos con afirmaciones positivas y amor propio. La práctica de la gratitud y el autocuidado también pueden ser herramientas poderosas en este proceso de autoaceptación.

Además, es crucial rodearse de un sistema de apoyo solidario. Buscar la compañía de amigos, familiares y comunidades que valoren la diversidad y promuevan la inclusión puede proporcionar un sentido de pertenencia y aceptación. Estos seres queridos pueden servir como un recordatorio constante de que la belleza va más allá de la apariencia física y que la verdadera conexión se basa en la autenticidad y el afecto genuino.

A nivel práctico, abogar por la representación y la diversidad en los medios de comunicación y en la industria de la moda es una forma poderosa de desafiar los estándares de belleza restrictivos. Participar en conversaciones y movimientos que promuevan la aceptación del cuerpo y la inclusión puede contribuir a un cambio cultural significativo y crear un mundo más compasivo y equitativo para las generaciones futuras.

Por último, es importante recordar que el viaje hacia la autenticidad y la serenidad es único para cada individuo. No hay un camino predeterminado o una solución rápida. Se trata de un proceso continuo de autoexploración y crecimiento personal. Habrá días difíciles y desafíos inesperados, pero también habrá momentos de alegría, descubrimiento y empoderamiento.

LISTOS PARA ESTA NUEVA AVENTURA.....

Capitulo 2

Lina había crecido en un pequeño pueblo costero, donde las olas del mar acariciaban la playa dorada y el sol siempre parecía estar presente. Desde pequeña, se destacó por su personalidad vivaz y su amor por la vida. Sin embargo, también sobresalía entre sus compañeros por una característica que la hacía única: su figura curvilínea. Desde niña, Lina tenía curvas pronunciadas y una complexión más robusta que la mayoría de las chicas de su edad.

A pesar de las expectativas sociales que a veces pesaban sobre ella, Lina siempre contó con el apoyo incondicional de su familia, especialmente de sus hermanos mayores. Fueron ellos quienes la alentaron a abrazar su cuerpo tal como era, enseñándole desde temprana edad el valor de la autoaceptación y la confianza en sí misma. Esto no significaba que no enfrentara desafíos o momentos de duda; como cualquier adolescente, Lina tuvo sus altibajos emocionales y enfrentó comentarios insensibles de algunos compañeros de escuela. Sin embargo, el amor y la seguridad que recibía en casa actuaban como un escudo protector que la fortalecía.

Su infancia transcurrió de manera relativamente normal para una joven en un entorno rural. Disfrutaba de las tardes jugando en la playa con sus amigos, explorando los senderos del bosque cercano con su perro y ayudando a sus padres en la pequeña tienda de comestibles familiar. La vida en el pueblo era sencilla pero satisfactoria, y Lina aprendió a valorar las pequeñas cosas y las relaciones cercanas que la rodeaban.

A medida que Lina crecía, su autoestima se fortalecía, impulsada por el apoyo continuo de su familia y la comunidad que la rodeaba. Aunque ocasionalmente se encontraba con estándares de belleza inalcanzables en los medios de comunicación y en la cultura popular, ella aprendió a filtrar esas influencias negativas, concentrándose en lo que realmente importaba: su bienestar emocional y su felicidad.

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Sin embargo, a medida que entraba en la adolescencia y comenzaba la secundaria, Lina comenzó a notar comentarios sutiles y miradas de sus compañeros que sugerían una diferencia entre ella y las chicas más delgadas y convencionalmente "atractivas". Al principio, trató de no prestarles atención, recordándose a sí misma el amor y el apoyo que recibía en casa. Sus padres y hermanos mayores siempre la habían alentado a ser fiel a sí misma y a no dejarse influenciar por los estándares de belleza impuestos por la sociedad.

Pero conforme pasaba el tiempo, los comentarios se hicieron más frecuentes y más directos. Algunos compañeros de clase no perdían la oportunidad de hacer bromas sobre su cuerpo o de compararla con las chicas más delgadas y populares. Aunque intentaba mantener una fachada de confianza, cada comentario hiriente socavaba un poco más su autoestima.

Uno de los momentos más difíciles para Lina fue durante su segundo año de secundaria. Después de meses de silenciosa admiración, decidió reunir el valor para confesarle sus sentimientos a Marcos, un chico popular y carismático en su clase de historia. Con el corazón latiéndole con fuerza, se acercó a él en el pasillo después de la clase y le dijo lo que sentía.

La respuesta de Marcos no fue lo que Lina esperaba. Con una sonrisa forzada, la miró y le dijo con una voz ligeramente burlona: "Lina, eres genial y todo, pero no creo que funcione entre nosotros. No es personal, solo no veo las cosas de la misma manera". Las palabras resonaron en los oídos de Lina como un eco doloroso. Para empeorar las cosas, al día siguiente, Marcos hizo un comentario insensible en frente de sus amigos sobre cómo "las chicas como Lina" deberían conformarse con lo que pueden conseguir.

El incidente con Marcos se extendió rápidamente por el rumor de la secundaria. Lina se encontró enfrentando miradas compasivas y murmullos a sus espaldas. Se sentía expuesta y vulnerable, como si la aceptación que había cultivado con tanto esfuerzo estuviera siendo cuestionada y socavada por los comentarios hirientes de otros.

En casa, Lina intentó ocultar su dolor y vergüenza, pero su familia notó el cambio en su comportamiento. Sus hermanos mayores, quienes siempre habían sido sus defensores más fervientes, la rodearon con amor y palabras de aliento. Le recordaron una y otra vez que no había nada malo en ella, que la opinión de Marcos y sus amigos no definía su valía ni su belleza.

A pesar del apoyo de su familia, Lina pasó semanas luchando con sentimientos de inseguridad y duda. Se miraba en el espejo y se preguntaba si realmente había algo mal con su cuerpo, si debería tratar de cambiar para encajar mejor. Pero cada vez que esas dudas la asaltaban, recordaba las palabras de sus padres y la fortaleza que siempre le habían inculcado.

Con el tiempo, Lina comenzó a encontrar consuelo en actividades que la hacían sentir bien consigo misma. Se sumergió en su pasión por la lectura y la música, encontrando refugio en las historias de personajes fuertes y en las melodías que hablaban de aceptación y autoestima.

A medida que Lina avanzaba en la secundaria, la vida en su apacible pueblo costero comenzó a cambiar. La pequeña tienda de comestibles que sus padres habían administrado durante años comenzó a enfrentar dificultades económicas. La competencia de grandes cadenas de supermercados y los cambios en los hábitos de compra de la comunidad afectaron gravemente los ingresos familiares.

Lo que ninguno espero es que, Aunque sus padres trabajaban incansablemente para mantener el negocio a flote, llegó un punto en que ya no podían ignorar la realidad económica. Las conversaciones en la mesa del comedor se volvieron más sombrías, y Lina notó cómo la preocupación se reflejaba en los rostros cansados de sus padres. La decisión de mudarse a la ciudad se convirtió en una necesidad, una oportunidad para buscar nuevas oportunidades laborales y económicas que no estaban disponibles en el pueblo.

Para Lina, acostumbrada a la seguridad y la estabilidad de su hogar, la noticia de los problemas financieros de su familia fue un golpe devastador. Las conversaciones en la mesa de la cena se volvieron tensas y cargadas de preocupación. Sus padres, quienes siempre habían sido un modelo de trabajo duro y dedicación, ahora se enfrentaban a decisiones difíciles sobre el futuro de la tienda y el bienestar de la familia.

Sus padres tomaron una decisión difícil pero necesaria: trasladarse a la ciudad en busca de nuevas oportunidades laborales.

Capitulo 3

El traslado a la ciudad fue un ajuste abrupto para Lina. De repente, se encontró en un entorno completamente diferente: calles ruidosas, edificios altos y una mezcla diversa de personas que parecían estar siempre apuradas. Aunque la ciudad ofrecía más oportunidades económicas, Lina extrañaba la tranquilidad y la familiaridad de su antiguo hogar.

Además del cambio físico, Lina también enfrentaba el desafío emocional de adaptarse a una nueva escuela secundaria. La dinámica social era mucho más compleja que en su pueblo natal, y la presión por encajar parecía aún más intensa. Aunque intentó mantener una actitud positiva y abierta, a menudo se sentía perdida entre rostros desconocidos y grupos establecidos desde hacía tiempo.

La situación económica de su familia también pesaba en su mente. Aunque sus padres hacían todo lo posible por mantener un semblante optimista, Lina notaba las noches en las que discutían en voz baja sobre las facturas por pagar y las estrategias para revitalizar el negocio. Se sentía impotente ante la situación, deseando poder hacer algo para aliviar la carga financiera de sus padres.

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La transición a la nueva secundaria en la ciudad no fue fácil para Lina. Aunque se esforzaba por mantener una actitud positiva, el primer día de clases la encontró nerviosa y fuera de lugar entre los desconocidos que llenaban los pasillos bulliciosos y las aulas impersonales. Las comparaciones con su antigua escuela en el tranquilo pueblo costero eran inevitables, y la sensación de pérdida por lo familiar la acompañó durante las primeras semanas.

La inscripción en la nueva secundaria fue un proceso abrumador. Lina se encontró rodeada de caras nuevas y grupos establecidos que parecían tenerlo todo resuelto desde el primer día. A pesar de sus esfuerzos por integrarse, se sentía como un pez fuera del agua. Los pasillos llenos de adolescentes con conversaciones animadas y risas estruendosas la hacían sentir invisible e insignificante.

Sin embargo, Lina había aprendido a enfrentar desafíos en el pasado. Recordó las palabras de aliento de su familia y el ejemplo de fortaleza que habían demostrado durante la difícil decisión de mudarse a la ciudad. Decidió tomar las cosas con calma y permitirse tiempo para adaptarse a su nuevo entorno.

Durante las primeras semanas, Lina se mantuvo en un perfil bajo, concentrándose en sus estudios y en su trabajo a medio tiempo en la biblioteca. No fue hasta un proyecto en clase de biología que las cosas comenzaron a cambiar. Asignada a un grupo con tres compañeros sus nombres eran David, Luis y Carlos, Lina inicialmente se sintió nerviosa por trabajar con personas que apenas conocía.

Para su sorpresa, sus compañeros de grupo la recibieron con amabilidad y respeto. Aunque al principio había estado preparada para enfrentar juicios o comentarios insensibles sobre su cuerpo, encontró una aceptación genuina entre sus nuevos amigos. Descubrió que compartían intereses similares en la música y la literatura, y que valoraban su perspectiva única en las discusiones en clase.

Con el tiempo, estos compañeros se convirtieron en sus amigos más cercanos en la escuela, sus guardaespaldas la protegían de todo y de todos, ella era su hermana de corazón . Juntos, exploraron la ciudad durante los fines de semana, descubriendo cafeterías acogedoras y tiendas de discos escondidas. Lina comenzó a sentirse más en casa en su nuevo entorno, encontrando consuelo en la compañía de personas que valoraban su autenticidad y no juzgaban por las apariencias externas.

A pesar de esta nueva amistad, Lina era consciente de los desafíos que aún enfrentaba. Aunque sus amigos la apoyaban, no podía ignorar las miradas curiosas o los comentarios ocasionales de otros estudiantes. Algunos parecían desconcertados por su presencia entre ellos, como si su apariencia física desafiara las normas establecidas de belleza juvenil.

Para protegerse, Lina levantó una coraza invisible frente a terceros. Desarrolló una fachada de confianza y seguridad, respondiendo con humor o indiferencia a los comentarios insensibles que ocasionalmente surgían. Aprendió a ignorar las miradas de juicio y a concentrarse en las relaciones que realmente importaban: aquellas que se basaban en la aceptación mutua y el respeto.

Su coraza no era solo una defensa, sino también una afirmación silenciosa de su derecho a existir tal como era. Aprendió a valorar su propia valía más allá de las opiniones de los demás, inspirada por el amor y el apoyo constante de su familia y amigos cercanos. A través de conversaciones sinceras y momentos de vulnerabilidad compartida, descubrió que todos llevaban consigo sus propias batallas internas y que la verdadera conexión residía en la empatía y la aceptación mutua.

Con el tiempo, la secundaria se convirtió en un período de crecimiento personal para Lina. Aprendió a navegar por las complejidades del entorno urbano y a valorar las oportunidades que la ciudad tenía para ofrecer. Su determinación por sobresalir académicamente se mantuvo firme, y encontró satisfacción en participar en actividades extracurriculares que desafiaban su creatividad y la conectaban con personas afines.

A medida que se acercaba al final de la secundaria, Lina reflexionaba sobre su viaje desde el tranquilo pueblo costero hasta la bulliciosa ciudad. Había superado desafíos personales y había encontrado un nuevo sentido de identidad y propósito. Aunque el camino había sido difícil, había descubierto una fortaleza interior que no sabía que poseía y había establecido conexiones profundas que la acompañarían mucho más allá de la escuela.

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Con el paso del tiempo, la situación económica de la familia de Lina comenzó a mejorar gradualmente. Gracias al arduo trabajo y la perseverancia de sus padres, quienes encontraron nuevos trabajos en la ciudad y exploraron diferentes oportunidades comerciales, comenzaron a ver una luz al final del túnel financiero que habían enfrentado al mudarse.

La pequeña tienda de comestibles en el pueblo costero, aunque seguía siendo parte de su patrimonio familiar, ya no era la única fuente de ingresos. Sus padres habían diversificado sus actividades, explorando nuevas industrias y adaptándose a las demandas del mercado urbano. Aunque los primeros años habían sido difíciles y llenos de incertidumbre, la determinación de sus padres finalmente dio frutos.

Con la mejora de la situación financiera, la atmósfera en casa también cambió. Las conversaciones sobre las facturas y los pagos atrasados dieron paso a planes para el futuro y discusiones animadas sobre las oportunidades que la ciudad ofrecía para la familia. Aunque aún enfrentaban desafíos, como cualquier familia en transición, el sentido de estabilidad y esperanza regresó a sus vidas.

Los hermanos mayores de Lina también contribuyeron significativamente al bienestar familiar. Con la estabilidad financiera, pudieron continuar con sus estudios universitarios, siguiendo carreras que habían soñado desde jóvenes. Lina admiraba profundamente el esfuerzo y la dedicación de sus hermanos, quienes no solo trabajaban duro en sus propios objetivos académicos y profesionales, sino que también encontraban tiempo para apoyar a sus padres en todo lo que podían.

Mientras tanto, Lina se había establecido bien en su nueva secundaria y había encontrado su lugar en la vibrante comunidad urbana. A medida que avanzaba en el último año de la escuela secundaria, comenzó a explorar opciones para su futuro académico. Su pasión por la psicología seguía siendo fuerte, y había decidido postularse a programas universitarios que se especializaban en salud mental y bienestar comunitario.

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