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Dulce Venganza

Capitulo 1

Luna Santander, era una hermosa joven, de 25 años, de hermosos ojos color caramelo con una mirada llena de dulzura, un hermoso y largo cabello marrón, con un cuerpo delgado Pero bien definido. Bella por dentro como por fuera. Excelente estudiante, que recientemente había terminado su carrera de Diseño de Modas. Tristemente hace un par de meses se había quedado sola en el mundo, su madre había fallecido de cáncer, le había dejado una carta donde le hablaba de su amiga Eloísa Ferrer, ellas habían sido grandes amigas, pero por cosas del destino se distanciaron, pero al saber que estaba desahuciada logro comunicarse con ella y le rogó que ayudara a su hija. Le pidió por esa gran amistad que se habían tenido, que no la desampara.

Eloísa Ferrer, era una mujer delgada, con cabellos rubios y corto. Sus ojos eran verdes, que combinaban bien con su dulce sonrisa. Era una reconocida empresaria en la industria de la moda. Su empresa El Grupo EF, lo había levantado desde abajo, con mucho trabajo, esfuerzo y dedicación. Era la mejor amiga de Amanda, la madre de Luna, era viuda y tenía un hijo. Su nombre era Daniel Ferrer.

Daniel era un joven muy guapo, con unos ojos grises que te cautivaban y te hacían perderte en ellos. Con una gran personalidad, alto y con un cuerpo que parecía rallado por los Dioses. Su sonrisa era un deleite. Era el CEO del Grupo EF, su madre ya se había retirado un poco de la empresa para descansar, ya que tantos años de trabajo y sacrificio le estaban pasando factura. Daniel era todo un caballero, un gran CE, su único defecto era su novia Michel Smith.

Una rubia de ojos verdes, con un cuerpo de modelo, que desfilaba en las mejores pasarelas, pero era una mujer codiciosa, manipuladora, frívola, que había engañado y manipulado a Daniel para gozar de una buena vida durante los 3 años que tenían de relación. Ella podía engañar a todos, menos a Eloísa, que conocía muy bien a ese tipo de arpías. Es por eso que estaba totalmente en contra de esa relación. Y esto mantenía a Daniel siempre entre la espada y la pared. Él quería casarse con Michel, pero no quería atormentar a su madre que ya estaba mostrando los signos de su enfermedad.

Luna pasa los días de tristeza por la perdida de su madre caminando solitaria por el gran jardín de su casa. No está segura si debía tomar todas sus cosas y viajar a buscar a Eloísa, como su madre se lo había pedido. Estaba muy dolida y no sabía que hacer.

Su amiga Julieta estaba muy preocupada por ella, Luna era una joven muy alegre, iluminaba cualquier lugar con su presencia, Pero ahora estaba apagada. Ella y su madre siempre habían estado juntas.

- Luna, cariño - le dijo Julieta tomándola de las manos - tu mamá no le gustaría verte así, ¿Por qué no haces lo que dijo tu mamá? Ve y busca a esa señora. Y honra la memoria de tu madre.

- No lo sé Juli, no sé si es lo correcto, no sé nada... Tal vez... déjame pensarlo un poco más. ¿Si?

- Está bien, piénsalo un par de días y toma una decisión, sé que irte será lo mejor para ti, te ocuparas, saldrás de este encierro autoimpuesto, podrás ejercer tu carrera.

Todas las palabras de Julieta daban vueltas en la cabeza de Luna.

Capitulo 2

Habían pasado un par de días, y Luna llamo a Julieta esa mañana para que fuera a su casa.

- Hola, nena - saludo Julieta con un abrazo cálido a Luna - y bien, ¿Dime para qué me llamaste?

Luna le pidió a Julieta que se sentará y le sirvió una taza de café.

- Julieta, he pensado mucho en lo que me dijiste - dijo para luego tomar un sorbo de su café - y tome la decisión de ir a Connecticut y buscar a la señora Eloísa.

- ¡Luna! Es la mejor decisión

- Eso espero. Toma, aquí están las llaves de mi casa. Por favor cuídala.

- ¿Y cuándo te vas?

- Mañana en la mañana.

- Muy bien, te llevaré al aeropuerto.

- Gracias, sé que siempre cuento contigo.

- Claro, eres mi hermana.

Las dos mujeres se abrazaron, y siguieron compartiendo el café y las galletas. Luego Julieta ayudó a Luna a terminar de empacar sus cosas.

El sol apenas comenzaba a asomar por el horizonte, tenido de tonos dorados y rosados que iluminaban el cielo. Luna estaba en la sala de su casa, mirando con nostalgia cada rincón, recordando tantos momentos felices que vivió con su madre. Sus maletas estaban listas, alineadas junto a la puerta. Había llegado el día en el que debía despedirse de su mejor amiga, de su casa, de sus recuerdos, antes de tomar el vuelo que la llevaría a Connecticut en busca de un nuevo comienzo.

Julieta llegó puntual, como siempre, con su sonrisa brillante Pero hoy también estaba cargada de tristeza. Llevaba una pequeña caja, adornada con un lazo azul.

- Toma, es para ti. - dijo Julieta y le entrego la caja.

- ¿Para mí?, gracias Julieta - respondió Luna, mientras abría el obsequio con cuidado.

- Es para que no me olvides.

Al abrirla vio que había un álbum de fotos lleno de recuerdos de su amistad, ellas estaban juntas desde niñas, cada página estaba decorada con pequeñas notas y frases que solo ellas entendían.

- Te voy a extrañar tanto Luna - dijo Julieta mientras se abrazaba fuertemente. Los ojos de ambas brillaban con lágrimas no derramadas.

- Yo también, Juli. No sé que voy a hacer sin ti, este regalo es precioso - respondió Luna, tratando de contener el nudo en su garganta.

- Prométeme que estaremos en contacto. - pidió Julieta con una sonrisa melancólica.

- Lo prometo - aseguro Luna.

El viaje al aeropuerto fue silencio. Ambas miraban por la ventana, inmersas en sus pensamientos. Una vez allí, los minutos pasaron demasiado rápido. Cuando finalmente llegó el momento de despedirse, las lágrimas ya no pudieron contenerse.

- Se que vas a lograr todo lo que te propongas, Luna. La señora Eloisa te ayudara a encontrar tu camino. - Dijo Julieta, tratando de sonreír a través de las lágrimas.

- Espero que mi mamá y tu tengan razón. - Respondió Luna, secándose las lágrimas con el dorso de la mano.

Con un último abrazo y un adiós, Luna se dirigió hacia la puerta de embarque. Cada paso se sentía pesado, Pero sabía que este era el primer paso hacia una nueva vida. Eso era lo que quería su difunta madre. La imagen de Julieta despidiéndose quedó grabada en su mente mientras subía al avión.

El vuelo a Connecticut fue tranquilo, pero Luna no podía dejar de pensar en lo que le esperaba. La señora Eloísa, fue una gran amiga de su madre. Era una mujer de la que había oído hablar muchas veces a su mamá, Pero no la conocía, ellas no recibían visitas de amigos ni familiares. Eso le pareció raro a Luna, pero no le dio mayor importancia. Su madre siempre decía que Eloísa era una mujer generosa, de gran corazón, y Luna esperaba que esas palabras fueran ciertas.

Al aterrizar, Luna sintió una mezcla de nerviosismo y esperanzas. Recogió su equipaje y recorrió un poco el hermoso aeropuerto, nunca había estado en Estado Unidos, en realidad, nunca había salido de Canadá. Sentía mariposas en el estómago.

Se dirigió a la salida, dónde busco un taxi, antes de empezar en recorrido, dio un último vistazo al aeropuerto, y pensaba si estaba tomando la mejor decisión. Y ¿Si se bajaba del taxi y compraba un boleto a Canadá y regresaba?

No, se dijo, sacudió la cabeza para despejar esos pensamientos de ella, le dió la direccion al taxista para qué la llevará a la casita acogedora, que había alquilado por internet.

Era muy hermosa. Se sentía tranquila, estaba cansada, quería darse un baño, dormir y ya mañana buscaría a la señora Eloísa.

Capitulo 3

Luna se despertó algo desorientada, luego recordó que ya no estaba en su acogedora casa en Canadá, se levantó y se dio un baño. Salió de la ducha, se secó, salió a la habitación y busco en su equipaje la ropa usaría para ir a ver a la Señora Eloísa.

Quería verse muy bien presentada y profesional, ella creía que la primera impresión era la más importante.

Salió de la pequeña casa, y tomo un taxi, que la dejó en frente del Grupo EF. Al estar enfrente de la gran entrada del imponente edificio, tomo una profunda respiración y camino hacia la recepción.

- Buenos días - saludo Luna a la recepcionista con una sonrisa.

- Buenos días, señorita - respondió la chica también con una sonrisa - ¿En qué puedo ayudarla?

- Señorita, quisiera hablar con la Señora Eloísa Ferrer

- ¿Tiene cita?

- ¿Cita?, la verdad es que no tengo, pero ella sabe que vendría.

En ese momento entraba la Señora Eloísa en compañía de su asistente. La recepcionista la saludo con los buenos días. La señora respondió su saludo y volteo a ver a Luna, sus miradas se cruzaron, y con una sonrisa cálida la señora Eloísa se dirigió a Luna.

- ¿Te conozco? - le pregunto

La recepcionista, enseguida intervino.

- La señorita solicitaba verla, Señora Eloísa, Pero no tiene cita.

- Entiendo - dijo la señora Eloísa, para luego voltearse a ver a Luna. - ¿Cómo te llamas?

- Soy Luna Santander, la hija de Isabel Santander.

La señora Eloísa esbozó una gran sonrisa, y abrazo a Luna con gran cariño y calidez.

- Bienvenida, Luna. Claro que te esperaba. - la tomo de las manos y se alejó un poco para ver a Luna de arriba abajo con ternura - Dios, eres tan hermosa como era tu madre. Ella estaba muy orgullosa de ti. Me lo contó en su carta. Vamos, ven conmigo, hablemos en mi oficina. Tenemos mucho de qué hablar.

Caminaron juntas, Eloísa estaba tan feliz. De alguna forma se sentía cerca de su gran amiga.

Entraron a la hermosa oficina, estaba llena de revistas, libros, fotografías, tenía una pequeña sala, dónde se sentaron ambas mujeres.

- Gracias por recibirme, señora Eloísa. Estoy lista para empezar de nuevo. - respondió Luna, con determinación.

- Llámame Eloísa, querida. Tu madre y yo éramos inseparables - dijo Eloísa.

Luna la miro, curiosa y un poco sorprendida.

- Nos conocimos en la universidad y desde entonces fuimos como hermanas.

Luna sonrió levemente, imaginado a su madre en sus años de juventud, llena de sueños y con una amiga tan cercana. Sin embargo, algo en el tono de Eloísa indicaba que había más en la historia.

- ¿Por qué se alejaron entonces? - pregunto Luna, intrigada.

Eloísa suspiró profundamente, como si se preparara para contar un secreto guardado durante años.

- Fue por tu padre - dijo, su voz cargada de tristeza - Al principio, parecía un buen hombre, encantador y atento. Pero de pronto mostró su verdadero rostro. Era controlador y abusivo. Tu madre sufrió mucho, Luna, más de lo que te puedas imaginar.

Luna sintió un nudo en el estómago. Su madre nunca le había hablado de su padre, solo decía que él no estaba en sus vidas por una buena razón.

- Yo intenté ayudarla lo mejor que pude. Un día, después de una terrible pelea, convencí a tu madre de que debía escapar. Así que la ayude a irse, a desaparecer de la vida de ese hombre. Fue lo mejor para ambas. - continua Eloísa, sus ojos fijos en su taza de café, Pero con la mente claramente en el pasado.

-¿Y tú? - pregunto Luna, con la voz apenas en un susurro - ¿Por qué te alejaste?

- Porque él me vigilaba, Luna. Sabía que éramos como hermanas y que yo la había ayudado a escapar. Estaba segura que el esperaba que yo las visitará, y el me seguiría y las encontraría. Así que me aleje para protegerlas. Fue la decisión más difícil de mi vida, Pero necesaria para su seguridad.

Luna sintió una oleada de emociones: tristeza, gratitud y una creciente admiración por aquella mujer que había sacrificado tanto por su madre y por ella.

- No sabía nada de eso... Mamá nunca me habló de su pasado - dijo Luna, con lágrimas en los ojos.

Eloísa asintió comprensivamente.

- Tu madre quería protegerte, darte una vida sin miedo. Pero ahora que eres mayor, es importante que conozcas la verdad. Y estoy aquí para ayudarte, Luna. Para que encuentres tu camino y para que sepas que nunca estarás sola.

Con la verdad revelada, y el apoyo de Eloísa, Luna estaba lista para enfrentar su futuro.

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