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Pasiones Ocultas.

Personajes + Prólogo.

...... Personajes ......

Samuel Winters, de 20 años, es una figura destacada en el mundo del ballet, una disciplina que ha practicado con dedicación desde los ocho años. Su talento lo ha llevado a competir en numerosos certámenes, ganando la mayoría de ellos con su gracia y precisión en el escenario. Además de su vida en la danza, Samuel es estudiante de periodismo, equilibrando sus estudios con su intensa rutina de ensayos y presentaciones.

De cabello rojo intenso y personalidad apacible, Samuel es conocido por su tranquilidad y su habilidad para mantenerse sereno en situaciones difíciles. Sin embargo, su comportamiento cambia drásticamente cuando se trata de Derek Blackwell. En presencia de Derek, la calma de Samuel se transforma en una mezcla explosiva de emociones, una reacción que parece surgir sin motivo aparente.

Hijo único, Samuel ha crecido con el apoyo y la admiración de sus padres, quienes han sido sus mayores seguidores en su carrera artística. A pesar de su éxito y su carácter generalmente pacífico, el "odio" que siente por Derek es una de las pocas sombras en su vida. Este sentimiento intenso y la historia detrás de su distanciamiento con Derek son enigmas que Samuel guarda celosamente, incluso mientras el destino sigue encontrando formas de entrelazar sus caminos.

Derek Blackwell, de 24 años, es un Joven multifacético cuyo carisma y habilidades lo han hecho destacar en varios ámbitos. Como boxeador desde joven, ha desarrollado una disciplina y fortaleza física admirables. Su pasión por la velocidad se manifiesta en su amor por las carreras de autos y motocicletas, actividades que lo mantienen al borde de la adrenalina. En el ámbito académico, Derek es un estudiante sobresaliente en la facultad de ingeniería mecánica, conocido por su brillantez y creatividad en resolver problemas complejos.

Con una personalidad despreocupada, Derek es el típico rompecorazones, rodeado de admiradoras y con una reputación de tener a todas a sus pies, aunque ninguna ha captado realmente su interés. Su actitud relajada y su atractivo natural lo hacen popular, pero también le dan una fachada de superficialidad que pocos se molestan en mirar más allá.

Uno de sus pasatiempos favoritos es molestar a Samuel, a quien se refiere con apodos burlones como "princesa", "príncipe", "señorita" y otros. Este comportamiento, aunque aparentemente inofensivo, oculta una historia más profunda y complicada entre ellos. Samuel y Derek solían ser buenos amigos, pero algo ocurrió que provocó un distanciamiento y una tensión palpable. Aunque Derek finge no entender la razón detrás del desprecio de Samuel, hay una intriga subyacente en su actitud, como si deseara recuperar algo perdido pero no supiera cómo.

Lily Moore, una de las mejores amigas de Samuel. Estudiante de danza y bailarina de ballet. Tiene veinte años y un hermano mayor.

Jenny McKenzie (Jenn) hija única, estudiante de periodismo. Veintiún años, mejor amiga de Samuel desde los 10 años.

James Alderwood, diecinueve años, mejor amigo de Samuel, el menor de tres hermanos.

......Prólogo.......

En una ciudad donde los sueños y las carreras se entrelazan, dos vidas divergentes encuentran un terreno común en la tensión y el conflicto. Samuel, con su pasión por el ballet, vive cada día sumido en la gracia y la disciplina de la danza. Sus movimientos en el escenario son fluidos, perfectos, un contraste marcado con los turbulentos sentimientos que alberga en su interior.

Derek, por otro lado, es un ingeniero cuyas habilidades para resolver problemas complejos en su laboratorio parecen inútiles frente al enigma de su antigua amistad con Samuel. A pesar de su amor por molestar a Samuel, hay una confusión latente en su corazón. No comprende por qué su amigo de la adolescencia lo mira ahora con tanto desprecio, o tal vez lo hace, pero prefiere ignorarlo por completo.

El destino, caprichoso y persistente, no permite que estos dos hombres se alejen por completo. Diversas circunstancias los obligan a cruzar caminos una y otra vez, generando encuentros que son tanto inevitables como incómodos. Sin embargo, cada encuentro erosiona poco a poco la barrera de hostilidad que se ha levantado entre ellos.

En ese espacio compartido, algo comienza a cambiar. Los sentimientos que ambos habían enterrado empiezan a resurgir, transformándose lentamente. Pero mientras Samuel lucha con la desconfianza y Derek con el miedo, la verdadera prueba será si pueden superar sus propias inseguridades y descubrir lo que realmente significan el uno para el otro.

Así, en medio de piruetas y ecuaciones, comienza la historia de dos almas conectadas por un pasado común y un destino que se niega a dejarlas ir.

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Bueno, esa es mi nueva historia, espero que sea de su agrado. Dejen sus comentarios y sus me gusta 🥰

Conforme vayan saliendo diferentes personajes iré poniendo sus fotos al final del capítulo. Todos son creados por mí mediante la IA.

Capítulo 01. Agárrate bien, príncipe.

El dulce tarareo de una canción clásica llenaba el extenso jardín, envolviendo cada rincón en una atmósfera tranquila y armoniosa. Samuel, con los ojos cerrados, se dejaba llevar por la melodía, sintiendo el cálido viento acariciando su rostro con suavidad. Movía sus manos al compás de la balada, sumergiéndose en el mejor momento de la canción, cuando de repente, un estridente rugido de motor interrumpió su paz, haciéndole abrir los ojos con fastidio.

Buscó con la mirada el origen de ese ruido molesto y lo encontró justo fuera del garaje de su padre. Ese individuo ya le había causado bastantes molestias, y ahora, cuando finalmente se disponía a relajarse y disfrutar de un momento de tranquilidad, actuaba como un verdadero neandertal.

Se levantó de un salto, ajustándose las gafas de sol y agarrando la sombrilla, se dirigió rápidamente hacia el intruso.

—¡Eh, tú! —gritó Samuel detrás de él, pero la persona parecía ignorarlo por completo, concentrada en el motor.

Samuel rodó los ojos y se encaminó hacia el frente. Con determinación, golpeó el hombro de Derek. Solo entonces los oscuros ojos se volvieron hacia él.

Derek Blackwell, su pesadilla personificada, era un hombre alto, quizás de casi metro noventa, con tez trigueña y una mirada que imponía respeto. Siempre vestía de negro, aunque en ese momento llevaba una camiseta blanca manchada con quién sabe qué de autos. Samuel supuso que era su ropa de trabajo. Pero no era su apariencia o su forma de vestir lo que lo irritaba, sino su tono burlón al dirigirse a él.

—Hey, princesa, ¿Qué necesitas? —dijo Derek con una sonrisa de lado, haciendo que Samuel rodara los ojos con exasperación.

Aunque Derek fuera empleado o tal vez socio de su padre, ¡era inaceptable que lo tratara así! Samuel luchó por controlar su creciente irritación mientras señalaba el automóvil. Derek lo miraba con diversión, ignorándolo por completo.

Samuel, frunciendo el ceño con disgusto, se acercó lo suficiente para que Derek lo escuchara.

—¡Apaga el auto! —gritó, retrocediendo rápidamente.

Derek formó una "oh" con la boca, apagó el motor y salió del vehículo.

—¿Te molesta? —preguntó desde la puerta, recargándose despreocupadamente.

—Por supuesto que sí —dijo Samuel—. ¿No puedes hacerlo otro día? Estoy intentando descansar un poco.

Derek, limpiando sus manos con un trozo de tela cercano, explicó:

—Tu padre me dijo que probaríamos el auto la próxima semana. Necesito asegurarme de que todo esté en orden. No queremos tener ningún accidente.

—Todavía hay tiempo, Derek. Hazlo mañana —insistió Samuel. Derek pareció considerarlo por un momento, pero luego negó con la cabeza.

—Imposible —declaró con firmeza—. Así que vete y deja de molestar.

Samuel, frustrado y sin encontrar una respuesta adecuada, soltó un pequeño grito de exasperación, dio media vuelta y regresó a su casa. Derek sonrió al verlo entrar y continuó con su trabajo después de suspirar levemente.

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—¡Es un tarado, un completo tarado! —murmuraba lo suficientemente alto como para que su madre, quien se encontraba en la sala de estar, lo escuchara.

—¿Quién es un tarado, hijo? —cuestionó la mujer mientras se ponía de pie, revelando una apariencia que era un reflejo de él, excepto por los ojos, que había heredado de su padre. Pelirroja, con pecas en el rostro, pestañas rizadas y una cara fina y hermosa. Derrochaba estatus y elegancia por doquier, incluso en ese momento en que llevaba puesto un vestido sencillo y sandalias de piso.

—Derek, mamá. Es un tarado —farfulló cruzando sus brazos con indignación sobre su pecho. Su madre, que estaba frente a él, simplemente se rió por lo bajo.

—Vamos, no le digas así. Es un buen muchacho.

—¿Buen muchacho? Solo no muestra la víbora que puede ser contigo —Samuel rodó los ojos. Sí, sus padres solo conocían al "encantador y servicial Derek Blackwell", pero él conocía su oscura personalidad.

—Como sea —Susan le restó importancia a las quejas de su hijo. Después de todo, ya estaba acostumbrada a escucharlo. Tal vez Samuel no mentía, pero sí exageraba las cosas. Además, siempre había discutido con Derek incluso por nimiedades; una queja más no era significativa, sin embargo, aún así preguntó—: ¿Qué fue esta vez?

—Me molestó mientras descansaba en la alberca. Estaba muy tranquilo hasta que encendió ese motor ruidoso y toda mi paz se fue al caño.

—Tu padre le encargó revisar completamente el automóvil. No quiere ningún accidente por negligencia.

—Eso fue lo que dijo él —Samuel pareció calmarse y le sonrió suavemente a su madre. Ya había pasado su estresante momento y comprendía que, de hecho, era necesaria la revisión del vehículo antes de alguna carrera—. Bueno, estaré en mi habitación, mamá. Si necesitas algo, llámame.

—Claro, sube.

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El sonido de un golpe ligero en su puerta lo hizo abrir los ojos. Bostezó antes de levantarse.

—¿Qué sucede? —preguntó medio adormilado.

—Son las seis, tu padre ha llegado y vamos a cenar. —Anunció su madre.

—Iré en un momento —ella asintió y se fue.

Pasaron cinco minutos cuando Samuel bajó y fue directamente al comedor. Se había cambiado los shorts cortos por un pantalón y una camisa blanca holgada.

—Pa, hola —saludó alegremente y le dio un beso en la mejilla, como acostumbraba a hacerlo—. ¿Cómo te fue hoy? —Samuel ocupó su lugar y colocó la servilleta en las piernas antes de mirar a su padre.

—Muy bien, hijo —Gregory respondió mientras le hacía una señal a la mucama para que sirviera la cena. Fue entonces cuando Samuel se percató de que, delante de él, habían agregado un plato más.

—¿Vendrá el tío Thomas a cenar?

—No, él aún sigue en Inglaterra —respondió Susan.

—¿Entonces quién...? —la pregunta quedó en el aire cuando vio entrar a esa molesta persona al comedor.

—Buenas tardes, señor, gracias por la invitación —Samuel aguantó las ganas de rodar los ojos y fingió muy bien una sonrisa amable. Por supuesto, Derek también le fingió una sonrisa.

La cena transcurrió entre conversaciones armoniosas entre Derek y Gregory sobre autos, carreras y todo eso que ni Samuel ni Susan entendían. Sin embargo, aunque Susan no comprendía mucho, trataba de incorporarse a la conversación porque a su esposo le apasionaba la velocidad y le encantaba ver sus ojos brillar cuando le explicaba algo.

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—¿A dónde vas? —la voz de su madre lo hizo detenerse.

—Jenny se irá al extranjero el próximo semestre, así que pensamos en hacerle una fiesta de despedida. Pronto comenzarán los exámenes y no tendremos tiempo para nada —explicó Samuel.

—¿Vendrán por ti o quieres que te lleve el chófer?

—No, mamá, es problemático hablarle ahora —aunque el hombre vivía en la casa de servicio, eran las ocho de la noche y no quería molestarlo—. Iré solo, ya tengo la licencia, ¿lo olvidas? —dijo presumido.

—No lo he olvidado, pero sabes que me preocupa tu seguridad.

Samuel asintió pero siguió negándose a ser llevado por alguien. Era un adulto de veinte años de edad; ya podía cuidarse solo.

—Entonces deja que Derek te lleve, aún está aquí.

—¿Él?, ni loco.

—Es eso o no vas a ningún lugar. —sentenció Susan con voz firme.

Aunque era tranquila la mayor parte del tiempo, su carácter era fuerte e imponía respeto. Ni siquiera su padre se atrevía a cuestionarla; mucho menos él, un simple mortal.

—Bien, mamá. —Mencionó con pesadez y, como si fuera arte de magia, su padre y Dereck entraron por la puerta del patio charlando de lo mismo de siempre: autos.

—Derek —llamó Susan haciendo que el mencionado la mirara—, ¿puedes llevar a Samy? Saldrá pero es tarde y me preocupa. No quiere molestar a Joel y acepto que lo llevarás tú.

Derek se quedó pasmado por un momento procesando cada una de las palabras. Jamás en su vida había pensado que llevaría a Samuel Winters a algún lado. Ese chico lo odiaba por completo.

—S-sí, sí, seguro —respondió luego de recomponerse, aunque no pudo evitar tartamudear un poco—, yo lo llevo a donde vaya —añadió.

—Perfecto —Susan dio un par de palmadas en el aire—. Samy, hijo, si piensas regresar a casa hoy, márcame a la hora que sea, iré por ti.

—No molestes a tu madre, yo te traeré si es necesario —habló Gregory abrazando a Susan por el hombro. Aunque la ciudad era segura, nunca faltaba algún loco en las calles y no planeaba ponerla en riesgo.

—Si él quiere y están ustedes de acuerdo, puedo traerlo yo —Derek se unió a la conversación y Samuel lo fulminó con la mirada. Ese tarado siempre haciéndose el servicial con sus padres.

—No hace falta, no vendré hoy —aunque tenía planeado regresar, no quería molestar a sus padres y Derek definitivamente no era una opción de transporte.

—Está bien, entonces cuídate.

Susan se despidió de él con un beso en la mejilla y Gregory le dio una palmada en el hombro. Samuel esperó a que sus padres subieran las escaleras antes de mirar a Derek.

—Iremos en mi auto.

—No, no pienso dejar mi moto aquí. —Derek pasó a su lado y salió hacia el frente de la casa.

—No te la van a robar, Derek.

—No es eso —Derek se acercó a la motocicleta que había dejado en el parqueadero frontal de la casa y sacó sus guantes y el casco extra que llevaba—. Es mi bebé, ¿sabes? No puedo dormir sabiendo que está en otra casa a la intemperie.

Samuel rodó los ojos y se cruzó de brazos doblando una de sus rodillas mientras levantaba una de sus cejas con un rostro que dejaba ver la pregunta “¿es en serio?” en todo su esplendor.

—Es broma, solamente no quiero venir mañana temprano por ella y tú tienes otros medios de transporte.

Samuel suspiró internamente y miró la motocicleta. Nunca se había subido en una, principalmente porque odiaba el ruido que estas generaban. Pero también porque no se sentía seguro de ir ahí sin nada que lo protegiera de algún automóvil o camión de carga. No quería morir aplastado por docenas de toneladas. No a esa edad.

—Es inseguro, no pienso subir ahí.

—Como quieras —Derek se puso el casco, subió a la moto y la encendió—. Pero si no te llevo, te quedarás aquí.

Samuel miró su casa, su reloj y por último la motocicleta, suspiró con pesadez y se colocó el casco.

—Bien, vamos. Pero maneja con cuidado o te golpeo —advirtió mientras señalaba a Derek. Derek reprimió una risa preguntándose cómo sería ser golpeado por Samuel. Era delgado y sus brazos no mostraban músculos en absoluto. Tal vez sería como la picadura de un mosquito, o mucho menos que eso.

—Ven aquí —Derek tiró del brazo de Samuel antes de que él pudiera subir a la parte trasera de la motocicleta—. Recuerda, siempre tienes que abrochar el casco bien. Puede salvarte la vida. —Decía mientras le ajustaba el casco.

Samuel se quedó estupefacto ante la acción anterior. No esperaba que Derek le ayudara a ajustar el casco tan repentinamente. Bien podría decirlo y él lo haría.

—Sube, ¿o también esperas a que te suba yo? —preguntó Derek. Y ahí estaba otra vez su irritante personalidad.

Samuel rodó los ojos y subió agarrándose de cualquier lado menos de Derek.

—Maneja con cuidado, no quiero caer.

—Entonces agárrate bien, no pienso ir a pasos de tortuga por ti.

Derek se puso en marcha y Samuel cerró los ojos al sentir cómo la moto aceleraba sobre el asfalto. Sentía que, de seguir así, en cualquier momento podría soltarse, caer y morir.

—¡Derek Blackwell, baja la velocidad! —gritó. No podía verlo, pero sabía que Derek tenía una risa burlona en su rostro.

—Te dije que te agarraras bien, princesa —Derek se detuvo y se orilló—. Agárrate de mí, entraremos a la carretera y no puedo ir lento o los demás conductores se molestarán.

—No, ni muerto.

—Entonces muere —Derek usó el acelerador para generar sonido y Samuel, en un ataque de miedo, se abrazó a su cintura con fuerza. Derek sonrió triunfante—. Agárrate bien, príncipe, y dime a dónde vamos —siseó.

Al menos ya había quitado el femenino del tonto apodo que le puso.

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Okay, esté es el primer capítulo de esta nueva historia. Espero que les haya gustado, dejen sus comentarios sobre qué les parece.

¿Les agrada Samuel?

¿Qué piensan de Derek?

Dejen sus comentarios, los leo.

Capítulo 02. Manera única de meterse bajo la piel.

Samuel, con los ojos entrecerrados y el viento golpeándole el rostro, apretó con más fuerza su agarre a la cintura de Derek. El rugido del motor resonaba en sus oídos, y cada vez que Derek aceleraba, un escalofrío recorría su espalda.

—Te estás pasando, Derek. No quiero morir hoy —gruñó Samuel, tratando de ocultar su miedo detrás de un tono desafiante.

Derek, sin embargo, parecía disfrutar de la situación. Una sonrisa socarrona se dibujaba en su rostro mientras maniobraba entre el tráfico de la ciudad.

—Relájate, Winters. Estás más seguro conmigo que en cualquier otro lugar —respondió Derek, aunque su tono de voz sugería todo lo contrario.

Samuel apretó los dientes, decidido a no soltar a Derek por nada del mundo. La idea de terminar en un hospital por un paseo en moto no estaba en sus planes para esa noche.

Mientras avanzaban por las calles iluminadas por farolas, Samuel no pudo evitar recordar cómo había llegado a esa situación. Una simple cena en casa de sus padres se había convertido en una aventura peligrosa en moto, todo gracias a la insistencia de su madre y la presencia siempre inoportuna de Derek.

—¿Sabes qué? Prefiero que me dejes en la siguiente esquina. Caminaré el resto del camino —dijo Samuel, intentando hacer oír su voz sobre el ruido del motor.

Derek, sin embargo, hizo caso omiso de su solicitud y siguió avanzando por la ciudad. Samuel se resignó a aferrarse con más fuerza, en parte por seguridad y en parte para evitar que su orgullo se viera herido.

Después de unos minutos que parecieron una eternidad, llegaron finalmente al destino de Samuel. Al bajar de la moto, este se aseguró de desabrochar bien el casco antes de enfrentar a Derek.

—Gracias por el "agradable" paseo, Blackwell —dijo Samuel con sarcasmo, quitándose el casco y pasando una mano por su cabello revuelto.

Derek se quitó también el casco, revelando una sonrisa satisfecha en su rostro. Agarró el casco de Samuel y lo guardo nuevamente antes de ver a Samuel.

—De nada, príncipe. Si alguna vez necesitas otro emocionante viaje, ya sabes a quién llamar —respondió Derek, dando un par de golpecitos amistosos en el hombro de Samuel antes de arrancar de nuevo la moto y desaparecer en la noche.

Samuel se quedó allí, mirando el camino por donde Derek se había ido, con una mezcla de emociones que iban desde el alivio por haber sobrevivido al viaje hasta la frustración por haber sido forzado a aceptar la ayuda de alguien a quien detestaba.

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Era lunes por la mañana y Samuel caminaba por el pasillo de la Universidad Mitchell, donde estudiaba periodismo. Las voces de las chicas gritando y llorando emocionadas eran todo lo que podía escuchar por doquier.

¿La noticia bomba?

Derek Blackwell había asistido a la fiesta de Jenny McKenzie.

Derek era famoso en todo el campus. Al parecer, las chicas siempre se interesaban en el chico malo, aunque después terminaran llorando en un rincón.

Derek tenía fama de ser un mujeriego de lo peor. Nunca tomaba una relación en serio y siempre se le veía con una o dos chicas al mismo tiempo. Ni siquiera le importaba aparentar un poco. Pero a las chicas tampoco les importaba ser solamente una diversión momentánea.

Al parecer, lo más importante era ser conocidas como "la chica de Derek" aunque no existiera alguna relación de verdad.

Derek pocas veces asistía a fiestas a menos que alguna chica de allí le interesara verdaderamente. De otro modo, ni aunque le rogaran de rodillas.

Era extraño; cualquiera pensaría que se la pasaba de fiesta en fiesta con la pinta y la fama que tenía. No obstante, también era el mejor de su facultad e incluso había ido a concursos y llevado el oro a la universidad.

Todo un orgullo presumible.

Bueno en los estudios, en los deportes, y según las chicas, atractivo.

Él no desperdiciaba la oportunidad de sacarle provecho a nada de sus "encantos" y eso es lo que irritaba a Samuel mucho más.

Derek era el ser humano más amable con sus padres, pero fuera de ahí, ese ángel se transformaba en un demonio.

Tks, tonto doble cara.

Sí, eso era Derek Blackwell para él, un doble cara.

—Samuel Winters, ¿cierto? —le preguntó una chica cuando él había terminado de sacar sus cosas del casillero y se disponía a ir a su salón de clases. Samuel asintió ante la pregunta.

—¿Me podrías dar el número de Derek? ¿Eres su amigo, verdad?

—No tengo su número y no, no soy su amigo —respondió de manera antipática. Claro que tenía su número, pero tampoco es como si se lo fuera a dar a cualquier extraña que apareciera. Además, no eran amigos, eso sí que no.

—Pero te llevó a la fiesta de Jenny, ¿cómo explicas eso? —interrogó la acompañante de la chica.

—Eso no les incumbe. Pero él y yo no somos amigos, no tengo su número y, aunque lo tuviera, no es correcto dárselos sin antes preguntarle a él —Samuel acomodó su mochila en su hombro y las miró seriamente. Aunque sí tenía el número de Derek, pero no iba a decirles que lo tenía en la lista negra de su teléfono—. Derek le da su número a cualquier persona que se lo pida, vayan y pídanlo ustedes mismas.

Después de eso, Samuel pasó de largo hacia su primera clase.

Esa era la razón por la cual se había negado a que Derek lo llevara: sabía que los rumores de que eran amigos no tardarían en extenderse. Lo menos que deseaba o buscaba era ser asociado con ese tarado.

Al llegar al aula, Samuel se sentó en su lugar habitual, en la tercera fila junto a la ventana. Sacó sus libros y cuadernos, preparándose para la clase. A pesar del bullicio en el pasillo, trató de concentrarse en sus estudios.

Tres de sus amigos entraron unos minutos después, Jenny entre ellos. Los tres se acercaron y lo saludaron como habitualmente lo hacían, aunque Jenny se veía más emocionada de lo normal.

—¿Sucedió algo bueno? —cuestionó Samuel al sentir la mirada de su amiga sobre él. Ella sonrió asintiendo y arrastró su silla hasta el lugar que él ocupaba.

—Soy popular. Muy popular —dijo sin evitar el tono presumido en sus palabras.

—Lo sé —Samuel le restó importancia al asunto, después de todo, Jenny había sido la reina del baile el año anterior y su popularidad se había extendido incluso en otras instituciones.

—No, en serio, soy muy popular —dijo extendiendo la palabra "muy" un poco—. Todos saben que Derek fue a mi fiesta, incluso si no se quedó, hizo acto de presencia, lo que les llevó a pensar que estaba saliendo con él, o al menos que estaba interesado en mí —explicó sin poder evitar el grito de alegría al final.

Samuel suspiró internamente mientras negaba con la cabeza y volvía a poner su atención en la laptop.

Jenny era su mejor amiga; la había conocido desde los diez años y desde entonces no se habían separado. Él más que nadie sabía lo importante que era para ella ser reconocida por los demás. Cuando era niña había llegado a tener obesidad, y aunque eso no le afectaba al principio, cuando eran adolescentes ella había comenzado a notar a las chicas que presumían sus cuerpos con ropas cortas y blusas hasta el ombligo.

Ella también quería hacerlo, así que comenzó a usar faldas cortas y tops, pero nada resultó como esperaba. Mientras a otras chicas las elogiaban por su vestimenta y cuerpo, ella únicamente recibía burlas y acoso.

Fue tanto el bullying que terminaron golpeándola en el rostro y pintando una nariz de cerdo con aerosol sobre su estómago. Ese día él recibió un castigo por golpear a tres de sus compañeros y pintar a dos de sus compañeras con pintura para pared. Por supuesto que no iba a dejar sufrir a su mejor amiga.

Aunque parecía débil y era delgado, desde los diez años iba a clases de defensa personal y ese día había puesto todo su conocimiento en práctica.

Pero aunque la quería y era muy preciada para él, le preocupaba que ella estuviera enamorada de Derek incluso después de ser utilizada como muchas otras. Porque sí, Jenny McKenzie también había sido una de las chicas de Derek. Esa era otra razón para que no lo soportaba.

Samuel cerró su laptop y miró a Jenny con seriedad.

—Jenny, no quiero que te hagas ilusiones con Derek —dijo Samuel en tono de advertencia—. Ya sabes cómo es él. No quiero verte herida otra vez.

Jenny suspiró, su entusiasmo disminuyendo un poco.

—Lo sé, Sam. Sé que Derek no es de fiar, pero no puedo evitar sentirme emocionada por la atención que recibo. Solo por una vez, quiero disfrutar de esto sin preocuparme por el futuro.

Samuel la miró con preocupación. Jenny siempre había buscado la validación de los demás, y aunque entendía sus motivos, no podía dejar de preocuparse por ella.

—Está bien, pero por favor, ten cuidado. No quiero verte sufrir otra vez —insistió Samuel.

Jenny asintió y le dio una sonrisa tranquilizadora.

—Lo prometo, Sam. Solo quiero disfrutar de esto un poco.

Los otros amigos se unieron a la conversación, y la charla se desvió hacia temas más ligeros y divertidos. Sin embargo, en el fondo de su mente, Samuel seguía preocupado por Jenny y la influencia de Derek en su vida.

A medida que avanzaba el día, Samuel trató de concentrarse en sus clases y tareas, pero las preocupaciones sobre Jenny y Derek seguían rondando en su mente. Sabía que no podía controlar las decisiones de Jenny, pero deseaba poder protegerla de alguna manera.

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—¡Hey!, princesa, ¿a dónde con tanta prisa? —la molesta voz de Derek hizo que Samuel se detuviera y rodara los ojos.

—¿Qué quieres? Ya tengo suficiente con los tontos rumores que hay y si alguien me ve contigo, no dudarán de que es verdad. —Samuel arrugó las cejas en seguida.

Derek se rió y rodeó a Samuel con la motocicleta para después pararse frente a él. Realmente amaba molestar a ese chico. En realidad, él no sabía por qué Samuel lo evitaba tanto. Antes habían llevado una buena amistad, pero desde hace poco más de dos años Samuel comenzó a ignorarlo y él, aunque se desconcertó al principio, después se acostumbró a molestarlo y llevarse de esa manera con Samuel. Era lindo de cierto modo.

—Joel no vendrá por ti y tus padres están ocupados —informó, haciendo que Samuel arrugara más las cejas, si es que era posible.

—¿Ah, sí? Pues no te creo nada, ellos me lo dirían —Samuel hizo una mueca y pasó de largo. Derek lo siguió en la motocicleta.

—Míralo por ti mismo —Derek extendió el celular hacia Samuel mostrando el mensaje que Gregory había enviado quince minutos antes—. ¿Por qué crees que sigo aquí? Te estaba esperando para llevarte a tus clases de ballet.

Samuel releyó el mensaje sin poder creerlo aún. Era verdad, sus padres no estaban y Joel claro que había ido con ellos. La pregunta era, ¿por qué no le avisaron a él en lugar de a ese tarado? Estaba sumamente ofendido. De haber sabido que Derek tendría que volver a llevarlo, hubiese aceptado la invitación de Josh para acompañarlo al salón de ballet.

—No pienso ir contigo a ningún lado —refunfuñó Samuel.

—No tienes otra opción, princesa. O es conmigo, o no vas a ningún lugar. Y recuerdo claramente que nunca has faltado a un entrenamiento, ¿o sí? —Derek levantó una ceja mientras formulaba la pregunta. Era verdad, incluso si había alerta de huracán él estaba afuera del gimnasio para cumplir con su rutina diaria. Pero aún así...

—Una vez al año no es ningún problema. Todos lo hacen —se defendió.

—Pero solo los mediocres. No los mejores —contraatacó Derek, dando en el punto débil de Samuel.

Odio que me conozca tanto, pensó Samuel.

—Bien, vamos —cedió finalmente.

Derek sacó el casco y Samuel se lo puso. Ya no fue necesaria la ayuda de Derek para ponerle el broche de seguridad y Samuel ya no esperó a que arrancara para agarrar la cintura de Derek con fuerza.

Mientras la moto avanzaba por las calles de la ciudad, Samuel no pudo evitar sentir una mezcla de irritación y resignación. El viento le golpeaba el rostro y el rugido del motor era ensordecedor, pero sabía que no tenía otra opción. Derek, a pesar de todo, siempre parecía estar en su vida en los momentos más inoportunos.

Llegaron al estudio de ballet en poco tiempo. Samuel se bajó rápidamente de la moto y se quitó el casco, entregándoselo a Derek con un gruñido de agradecimiento apenas audible.

—Gracias —dijo Samuel, no sin cierta reticencia.

—De nada, princesa. Te recogeré después del entrenamiento —Derek sonrió burlonamente.

—No hace falta. Puedo volver solo —respondió Samuel, sabiendo que probablemente no tendría elección.

—Tus padres ya me dijeron que te recogiera. Así que, lo siento, tendrás que soportarme un rato más —Derek le guiñó un ojo antes de arrancar la moto y alejarse.

Samuel lo vio irse y suspiró. Entró al estudio, decidido a enfocarse en su entrenamiento y dejar de pensar en Derek por al menos un par de horas. Pero sabía que sería difícil. Derek Blackwell tenía una manera única de meterse bajo su piel, y eso no cambiaría tan fácilmente.

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