POV Oliver
Los sigmas somos un sub-casta de la sociedad, así como los alfas, betas y omegas, entre ellos estamos nosotros, una casta que ha sido ignorada e invisibilizada por siglos, considerados por ignorancia simplemente como omegas o alfas defectuosos.
Con estudios de las últimas décadas, se ha descubierto que los sigmas somos una casta completamente aparte, que inclusive tenemos comportamientos y procesos biológicos diferentes de los omegas y alfas, e incluso de los betas.
Aunque se desconocen los orígenes de los sigmas, se cree que somos producto de una pequeña mutación. Las principales diferencias hacen que estemos en un espectro entre las tres principales castas de la sociedad, los alfas, betas y omegas.
Las principales características de un sigma son que es posible quedar embarazado de un alfa o beta, aunque las posibilidades son incluso menores que las de un omega recesivo, careciendo casi en su totalidad de un instinto maternal nato como el de los omegas, tampoco pudiendo amamantar o sentir el instinto de hacer nidos, pero podemos anudar y dejar embarazados a otros omegas y betas hembras.
Nuestro comportamiento, fuerza y feromonas se asimilan a las de un alfa, pero incluso así, son más débiles, y por ende, menos dominantes. Físicamente nos parecemos más a los alfas que a los omegas, así que socialmente podemos llegar a ser percibidos como alfas no dominantes, aunque dependiendo de la apariencia de cada sigma, se puede llegar a pasar por omega dominante. En cambio, no se suelen percibir como betas, ya que tenemos la capacidad de percibir y producir feromona.
El ciclo de celo también es más parecido al de un alfa en cuanto a duración y frecuencia, aunque inclusive durante el celo, la lubricación natural es difícil de lograr a diferencia de los omegas.
Los sigmas nos podemos vincular con una pareja alfa y omega, aunque la probabilidad de éxito de que la marca logre la vinculación es baja. Aun menos probable es que los alfas puedan convertirse en sigmas al ser marcados por otro alfa, al igual que los betas pueden convertirse en omegas, pero la probabilidad es igual de baja.
Los alfas convertidos en sigmas pueden experimentar fuertes problemas hormonales que podrían causar que sus feromonas se vuelvan inestables y “repulsivas” si no se controla con medicamentos.
Los alfas y los sigmas no se llevan bien.
Desde siempre había sido el tipo de persona que prefería pasar desapercibido. Callado, tímido, siempre en la sombra de los demás. No es que no tuviera nada que decir, era solo que nunca había sentido la necesidad de llamar la atención sobre mí mismo. En la universidad, me había mantenido en segundo plano, asistía a clases, entregaba tareas a tiempo y evitaba cualquier situación que pudiera generar conflictos innecesarios.
Después de un año sabático, regresé a la universidad con un sentimiento de desagrado. No era que hubiera odiado mi tiempo libre, pero la idea de volver a la rutina de clases y los exámenes no me emocionaba en lo absoluto. Sin embargo, ahí estaba, listo para retomar mi quinto semestre.
Aunque nunca lo había admitido abiertamente, era consciente de mi condición como sigma en una sociedad que apenas comenzaba a reconocer nuestra existencia. Durante años, había ocultado mi verdadera naturaleza, tomando inhibidores para suprimir la producción de feromonas y así evitar llamar la atención sobre mí mismo. Había pasado por beta, ocultando mis verdaderos instintos y emociones detrás de una fachada de normalidad, prefería evitar problemas.
Sabía que debería estar agradecido por la oportunidad, pero a veces me preguntaba si ese era realmente el camino que quería seguir, si valía la pena seguir ocultando quién era realmente para encajar en un mundo que apenas empezaba a aceptar nuestra existencia.
Mientras caminaba por el campus, observaba a los estudiantes que iban y venían, cada uno con sus propias preocupaciones y problemas. Por un momento, me pregunté si alguno de ellos podría ser como yo, ocultando su verdadera identidad detrás de una máscara de normalidad.
Pero, solo tenía que concentrarme en sobrevivir otro semestre en la universidad, esperando que esa vez fuera un poco menos aburrida que la anterior.
Mientras entraba a mi primera clase del día, no pude evitar notar a un estudiante que parecía destacarse entre la multitud. Era un alfa, eso era evidente por su presencia dominante y su aura de confianza. Por lo que escuchaba de las conversaciones ajenas, su nombre era Allen. Era imposible no reconocer su atractivo físico, pero alfo en su manera de comportarse me provocó un sentimiento de desagrado, como si pudiera percibir una mala vibra emanando de él.
Allen parecía estar rodeado por un grupo de amigos, riendo y charlando animadamente. Observaba desde mi lugar en la parte trasera del salón, manteniéndome alejado de cualquier atención no deseada. No era que tuviera algo en contra de los alfas en general, pero había algo en la actitud de Allen que me hacía sentir incómodo.
Trataba de concentrarme en las palabras del profesor, pero mi mente divagaba hacia Allen y su séquito, me hacía preguntarme en por qué un alfa tan popular como él se molestaría en notar a alguien como yo. No tenía sentido preocuparme por eso, pero no podía evitar sentir una ligera sensación de incomodidad cada vez que su mirada se dirigía hacia mi dirección.
A medida que la clase avanzaba, intentaba mantenerme enfocado en tomar apuntes y seguir el ritmo de la lección, pero cada vez que escuchaba la risa contagiosa de Allen desde el otro lado del salón, no podía evitar sentir un nudo en el estómago, sin saber que era lo que me molestaba tanto de él.
POV Allen
Desde que tenía memoria, siempre había sido el tipo de persona que disfrutaba la vida al máximo. Divertido, había sabido ganarme el afecto de muchos y la envidia de unos pocos. Mi vida era una fiesta constante, y no había nada que disfrutara más que pasar un buen rato.
En la universidad, mi popularidad era innegable. Rodeado de amigos, cada día era una nueva aventura, y aunque algunos pudieran ver mi actitud despreocupada como superficial, la verdad era que simplemente no me tomaba las cosas demasiado en serio.
Mi éxito en la vida era algo que siempre había dado por sentado. Las cosas simplemente parecían salirme bien, ya fuera en el ámbito académico, deportivo o social. No era que me esforzara mucho por ello, pero siempre había tenido esa suerte innata que parecía acompañarme a donde quiera que fuera.
Me encantaba ser el centro de atención, no me avergonzaba admitirlo. Era el ama y el alfa de la fiesta, el que siempre tenía una broma ingeniosa en la punta de la lengua y una sonrisa encantadora en el rostro. La gente gravitaba hacia mí, atraída por mi carisma y mi energía contagiosa. No podía evitar disfrutar del poder que tenía sobre los demás.
En mi primera clase del semestre, me encontraba rodeado de mis amigos de siempre, compartiendo risas y bromas mientras esperábamos que el profesor comenzara la lección. Como de costumbre, estaba en mi elemento, disfrutando de la compañía.
Sin embargo, algo llamó mi atención de manera inesperada. Un aroma particular, distinto a cualquier otro que había percibido antes, flotaba en el aire de la sala. No podía reconocer de qué casta provenía, pero sabía que no era ni de un alfa ni de un omega. Aunque no era desagradable, la mera idea de no poder identificar su origen me molestaba.
Mi olfato de alfa dominante era más sensible de lo que la mayoría de la gente podía comprender, y aunque la persona responsable de ese aroma estaba claramente intentando ocultarlo, no pasaba desapercibido para mí. Mi curiosidad s despertó y mis instintos empezaron a rugir, deseando descubrir la verdad detrás de ese misterioso aroma.
Finalmente, mis ojos se posaron en un chico con cara de nerd al fondo de la sala. Su apariencia calla y reservada no encajaba con el aura de los alfas o la sumisión de los omegas. Por un momento, me pregunté qué secreto podría estar ocultando ese chico, y por qué su aroma me resultaba tan intrigante.
Decidí que no tendría problemas en atraparlo después de clases, tal vez en el baño, y averiguar qué era lo que estaba tratando de esconder. Sé que podía parecer un poco invasivo, pero cuando algo llamaba mi atención, no podía simplemente dejarlo pasar y no era propio de mi hacerlo. Definitivamente debía darle la atención que merecía.
Con una sonrisa traviesa en mi rostro, volví mi atención hacia la lección que estaba por comenzar, pero mi mente seguía divagando hacia el chico misterioso al fondo de la sala.
POV Oliver
Terminé la clase sintiéndome aliviado de poder salir de ese ambiente tenso. Me levanté de mi asiento y caminé hacia el baño, buscando un poco de tranquilidad antes de enfrentarme al resto del día. Mi mente aún estaba ocupada tratando de ignorar la presencia de Allen en la sala de clases y su aura de confianza que parecía envolverlo todo.
Al llegar al baño, me incliné sobre el lavamanos y me remojé la cara con agua fría, tratando de calmarme. Cuando levanté la mirada en el espejo, sin embargo, mi corazón dio un brinco en mi pecho al ver el reflejo de alguien detrás de mí. Me di vuelta sorprendido y me encontré cara a cara con Allen.
Mi sorpresa se reflejó en mi rostro mientras lo miraba, preguntándome qué demonios estaba haciendo ahí. No pude evitar sentir una punzada de nerviosismo ante su presencia, recordando las conversaciones que escuché, sobre él y su reputación en el campus, pero intenté mantener la compostura, no quería mostrar ninguna señal de debilidad frente a él.
-No estaba seguro de qué esperar hasta que me acerqué.- Dijo Allen como si leyera mis pensamientos. -Pero no eres un alfa ni un omega… entonces eres un sigma, ¿verdad?-
Mi sorpresa se convirtió en incredulidad, preguntándome cómo puede él, un alfa, saber sobre la existencia de los sigmas. Las preguntas zumbaban en mi mente, pero antes de que pudiera formular una respuesta, Allen continuó hablando, una risa burlona escapó de sus labios y su expresión se retorció en una mueca de desprecio.
-Nunca pensé que los sigmas de verdad existieran.- Dijo con un tono de incredulidad. -¡Eres un puto fenómeno!-
Mi corazón se hundió ante sus palabras. La burla y el desprecio en su voz cortaron más profundo de lo que estaba dispuesto a admitir, preguntándome cómo podía ser tan cruel y despectivo hacia alguien que ni siquiera conocía.
Tragué saliva con dificultad, tratando de mantener la compostura a pesar del torrente de emociones que amenazaba con desbordarse dentro de mí. No podía permitir que Allen me viera débil, no después de haberme expuesto de esa manera.
Agaché la cabeza en silencio, sintiendo una mezcla de molestia y vergüenza por la forma en que Allen me había tratado. No sabía qué esperar de él ahora que sabía mi secreto, pero no podía evitar temer lo peor. Mi mente se llenó de ansiedad mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder.
De repente, la voz de Allen irrumpió en mis pensamientos, cortando a través del silencio con su tono confiado y desafiante.
-Ahora que sé tu secreto, podríamos jugar un poco.- Dijo, su voz llena de insinuaciones que me hacían sentir aún más incómodo.
Levanté la mirada para encontrarme con su rostro, pero lo único que veía era una expresión arrogante y una mirada que parecía atravesarme. No podía evitar sentir un escalofrío recorriendo mi espina dorsal mientras me daba cuenta de lo que Allen podría estar planeando.
-Por favor, no le digas a nadie esto…- Dije, mi voz temblando ligeramente mientras me esforzaba por mantener la calma.
Allen se volvió hacia mí, con una sonrisa que no prometía nada bueno.
-¿Cuál es tu nombre?- Preguntó, ignorando completamente mi súplica anterior.
-Oliver…- Respondí automáticamente, antes de darme cuenta de que debería haber mantenido mi identidad oculta. -Por favor, no le digas a nadie, te lo suplico.-
Pero Allen solo se encogió de hombros y sonrió, ignorando mis palabras mientras se daba la vuelta y se alejaba sin decir más. La sensación de impotencia me envolvió, dejándome solo en el baño con una mezcla de miedo y frustración.
Mientras observaba cómo su figura desaparecía por la puerta, me di cuenta de que mi vida en la universidad acababa de volverse mucho más complicada. Allen sabía mi secreto y no sabía sus intenciones, pero una cosa era segura y era que debía estar preparado para lo que viniera.
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