**Capítulo 1: El Comienzo del Fin**
En una ciudad donde las luces de neón ocultan la oscuridad de las almas, la mafia y el narcotráfico reinan. La vida de muchos se define por la lealtad a un código no escrito, donde el honor se mezcla con la traición, y el poder se obtiene a través del miedo.
Las calles estaban silenciosas, pero la tensión era palpable. El Club Aurora, una fachada elegante para los negocios sucios de Mario Santoro, brillaba en la noche. Dentro, Mario se encontraba en su oficina, rodeado de lujo y decadencia, revisando las cuentas del último envío de drogas que había llegado desde Colombia. Su rostro, endurecido por los años de violencia y poder, reflejaba una concentración implacable.
Mario era un hombre que imponía respeto y temor en partes iguales. Su imperio había sido construido con sangre y fuego, y no tenía intención de dejarlo caer. Sin embargo, a pesar de su éxito, había una inquietud que no podía ignorar. Valeria, su esposa, era una joya que comenzaba a perder su brillo. La pasión que alguna vez los unió se había convertido en un vínculo frágil, marcado por el desprecio y el resentimiento.
Mientras Mario revisaba los informes, Valeria se encontraba en su habitación, mirando su reflejo en el espejo. Sus ojos verdes, una vez llenos de vida, ahora reflejaban tristeza y desesperación. El matrimonio con Mario había comenzado como un cuento de hadas, pero pronto se había transformado en una prisión dorada. Las joyas y la opulencia no podían ocultar las cicatrices de los años de abuso emocional y, a veces, físico.
Antonio, el hombre de confianza de Mario, entró en la oficina sin previo aviso. Era alto y corpulento, con una mirada que podría derretir el acero. Sus ojos oscuros estudiaron a Mario con cuidado antes de hablar.
—Todo está en orden, jefe. La mercancía llegó sin problemas —informó Antonio.
Mario asintió, sin apartar la vista de los papeles.
—Bien. ¿Alguna novedad?
—Sí. Hay rumores de que los carteles del sur están planeando expandirse a nuestro territorio. —Antonio se acercó un poco más, su tono bajo y serio—. Deberíamos estar preparados.
Mario levantó la vista, sus ojos fríos como el hielo.
—Nos ocuparemos de ellos como siempre lo hemos hecho. Nadie se mete con nosotros y vive para contarlo.
Antonio asintió, pero su mente estaba en otro lugar. Llevaba meses tejiendo una red de engaños, manipulando situaciones para debilitar a Mario desde dentro. Su relación secreta con Valeria era solo una parte de su plan. Sabía que ella era la clave para desestabilizar a Mario, y estaba dispuesto a usar cualquier medio para conseguir su objetivo.
Esa noche, mientras Mario dormía, Valeria y Antonio se encontraron en la cocina, susurros y promesas compartidos en la penumbra. Valeria, desesperada por escapar de su vida actual, se aferraba a la esperanza que Antonio le ofrecía.
—No puedo seguir así, Antonio —dijo Valeria, su voz quebrada por el llanto contenido—. Necesito salir de aquí.
Antonio la abrazó, sus labios rozando su oído.
—Lo sé, mi amor. Pero tienes que ser paciente. Pronto, muy pronto, todo esto terminará.
Valeria lo miró, buscando alguna señal de sinceridad en sus ojos.
—¿Y si Mario sospecha? ¿Y si nos descubre?
Antonio la sostuvo más fuerte, su voz firme.
—No lo hará. Y cuando llegue el momento, él será quien pague por todo el dolor que te ha causado. Confía en mí.
Las sombras de la noche envolvieron a la pareja, mientras planeaban la caída de Mario Santoro. Sin embargo, en el mundo de la mafia, nada es seguro, y el destino tiene formas extrañas de jugar con la vida de aquellos que se creen invencibles.
**Capítulo 2: Enemigos Íntimos**
El amanecer sobre la ciudad trae consigo una calma engañosa. En la mansión Santoro, el ambiente es tenso. Mario, ajeno a las traiciones que se tejen a su alrededor, se prepara para un nuevo día de negocios. Su mirada dura y calculadora no delata los problemas personales que lo rodean.
Valeria se despierta en su lujosa pero fría habitación. La casa, aunque imponente, se siente como una prisión. Desciende las escaleras, donde Antonio ya la espera en la cocina. Sus ojos se encuentran y, por un breve momento, el peligro parece desaparecer.
—Tenemos que ser más cuidadosos —susurra Valeria mientras prepara café, su voz apenas audible sobre el sonido de la cafetera.
Antonio asiente, pero su mente está en otra parte. Su plan para deshacerse de Mario y tomar el control de la organización avanza lentamente, pero no sin riesgos. Sabe que cualquier error podría ser fatal.
—Todo saldrá bien, Valeria. Solo necesitamos tiempo —responde Antonio, con un tono tranquilizador pero firme.
Mario, ajeno a esta conversación, se encuentra en su despacho. La reunión de hoy con uno de sus socios, Ricardo Mendoza, es crucial. Ricardo es el enlace con los carteles del sur, y Mario necesita asegurarse de que la alianza se mantenga firme frente a las crecientes amenazas.
Ricardo llega puntual, con su habitual aire de confianza. Después de los saludos de rigor, ambos hombres se sientan y discuten negocios. La conversación es fluida hasta que Ricardo menciona un nombre que hace que Mario frunza el ceño.
—He oído rumores sobre Antonio. Dicen que está haciendo movimientos por su cuenta —comenta Ricardo, observando atentamente la reacción de Mario.
Mario siente una punzada de desconfianza. Antonio ha sido su mano derecha durante años, pero la paranoia es una constante en su mundo.
—Antonio sabe cuál es su lugar —responde Mario con frialdad—. Y si no, se lo recordaré.
Ricardo sonríe, satisfecho con la respuesta, pero deja la duda sembrada. Después de la reunión, Mario se queda pensativo. La lealtad en su mundo es frágil, y cualquier indicio de traición debe ser eliminado de raíz.
Mientras tanto, Antonio y Valeria se encuentran en un pequeño café lejos de la mansión. Aquí, pueden hablar libremente sin temor a ser escuchados. Antonio despliega un mapa sobre la mesa, señalando los puntos clave donde planea golpear.
—Mario tiene reuniones con los carteles del sur. Si logramos interceptar una de esas reuniones y eliminar a los contactos, debilitaremos su posición —explica Antonio, su voz baja pero firme.
Valeria asiente, aunque la preocupación se refleja en sus ojos.
—¿Y si algo sale mal? —pregunta, sus manos temblando ligeramente.
Antonio toma sus manos, buscando calmarla.
—No saldrá mal. Estamos en esto juntos. Cuando Mario caiga, seremos libres. Confía en mí.
Las palabras de Antonio son como un bálsamo para Valeria, pero la incertidumbre sigue presente. Sabe que están jugando un juego peligroso, donde cualquier paso en falso puede ser el último.
De vuelta en la mansión, Mario observa a Antonio desde la distancia, su desconfianza creciendo. Sabe que debe estar alerta, pero no se da cuenta de cuán cerca está la traición. En el mundo de sombras en el que vive, la línea entre amigo y enemigo es tenue, y el verdadero peligro a menudo viene de aquellos en quienes más confías.
**Capítulo 3: Amor y Dolor**
La noche ha caído sobre la ciudad, envolviendo todo en un manto de sombras. En la mansión Santoro, la atmósfera es sofocante. Mario, sentado en su despacho, repasa mentalmente la conversación con Ricardo. La desconfianza hacia Antonio ha crecido, y necesita asegurarse de que su imperio no se derrumbe por una traición interna.
Valeria, por su parte, se encuentra en su habitación, contemplando su reflejo en el espejo. Sus pensamientos están con Antonio y el riesgo que corren. Su vida con Mario se ha convertido en un tormento, y la única luz en su oscuridad es el amor prohibido que comparte con Antonio.
Un golpe suave en la puerta la saca de sus pensamientos. Es Antonio, quien entra sigilosamente en la habitación.
—Tenemos que hablar —dice en un susurro, cerrando la puerta tras de sí.
Valeria asiente y se acerca a él, sus ojos reflejando tanto miedo como esperanza.
—Mario sospecha de nosotros, Antonio. ¿Qué vamos a hacer? —pregunta, su voz apenas un hilo.
Antonio la toma de las manos, sus ojos oscuros llenos de determinación.
—Debemos actuar más rápido de lo planeado. Esta noche, tengo todo preparado para eliminar a sus contactos del sur. Sin ellos, Mario estará debilitado y podremos hacer nuestro movimiento.
Valeria siente un nudo en el estómago, pero asiente. Sabe que no hay vuelta atrás.
Horas más tarde, en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad, Antonio y sus hombres esperan en silencio. El aire está cargado de tensión. Finalmente, los vehículos de los contactos del sur llegan. En un abrir y cerrar de ojos, el lugar se convierte en un campo de batalla. Los disparos resuenan en la oscuridad, y el caos se desata.
Antonio lidera el ataque con precisión y ferocidad. En cuestión de minutos, el silencio vuelve a reinar. Los cuerpos de los contactos yacen en el suelo, y Antonio sabe que han dado un golpe decisivo. Con la adrenalina aún corriendo por sus venas, regresa a la mansión.
Mientras tanto, Mario recibe una llamada urgente informándole del ataque. Su ira es palpable. Golpea el escritorio con fuerza, sus pensamientos volando hacia Antonio. La sospecha se convierte en certeza.
Valeria, al enterarse del éxito de la operación, siente una mezcla de alivio y temor. Sabe que el tiempo es crucial. Se encuentra con Antonio en el jardín, lejos de oídos indiscretos.
—Lo hiciste —dice, abrazándolo con fuerza—. Pero Mario lo descubrirá. Tenemos que actuar ahora.
Antonio asiente, sus ojos reflejando la misma urgencia.
—Esta noche. Todo termina esta noche.
En la mansión, Mario se prepara para enfrentar a Antonio. Sabe que la confrontación es inevitable. Con su pistola en mano, se dirige al despacho. Pero antes de llegar, escucha voces en el jardín. Se acerca sigilosamente y lo que ve lo paraliza.
Antonio y Valeria, abrazados, hablando en susurros. La traición que había temido se revela ante sus ojos. La ira y el dolor se mezclan en su pecho, pero mantiene la calma. Se retira sin ser visto, planeando su siguiente movimiento.
De regreso en el despacho, Mario llama a sus hombres más leales. Les da instrucciones claras y precisas. Esta noche, la traición será castigada. La calma antes de la tormenta es engañosa, y el verdadero enfrentamiento está a punto de comenzar.
En el mundo de sombras donde la lealtad es efímera y el poder es todo, el amor y el dolor se entrelazan en un baile mortal. Y en ese mundo, solo los más fuertes sobreviven.
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