—Dado que es nuestra heroína, quiero ser yo quien le de un premio verdaderamente digno de usted señorita Valien, si me permite me gustaría…— un hombre de aspecto mayor, que ya dejaba ver algunas canas en su barba muy bien cuidada y en su cabellera al parecer castaña anteriormente, le hablaba a una joven señorita de tal vez apenas veintitantos años de edad, sin embargo fue está misma joven quien lo interrumpió en medio de su discurso.
—Merezco un castigo por hacer esto majestad, no obstante si no es mucho pedir, quisiera hablar con usted a solas si me lo permite por favor— hincándose en el piso de aquel salón, se agachaba aquella joven, reposando su frente en el suelo.
Al ver aquel acto, todos los presentes se quedaron observando a su emperador, pues querían ver por cuánto tiempo permitía que la nueva heroína del imperio se humillara de esa forma. Al darse cuenta, el emperador hizo que las doncellas presentes se apresuraran a levantar a la joven.
—Entiendo su petición, señorita Valien, sígame y regresemos más tarde— le indicó el camino y en poco tiempo llegaron al estudio privado del emperador.
Aquella joven, caminó con rectitud y elegancia, no por nada era una noble, aunque además de eso, también era la mejor guerrera que el imperio había conocido, en sus cuatro regiones desde su creación.
—¿De qué quiere hablar?— algo impaciente y con una mueca en la boca, preguntó el hombre mayor.
—Sé que su majestad intentaría comprometerme con su alteza el príncipe heredero, pero eso es algo con lo que no estoy de acuerdo— sin titubear en ninguna de sus palabras, la joven habló.
Sin esperar aquella confesión, el emperador quedó pasmado por lo dicho. Jamás se imaginó que alguien no quisiera ser la próxima emperatriz, pensó siempre que cualquiera estaría dispuesta incluso a matar por ello, pero la chica frente a él, era completamente diferente, si no quería eso, ¿entonces que podría ofrecerle?.
—No encuentro mejor recompensa que nombrarla próxima emperatriz de Krator, o ¿acaso usted tiene una propuesta?— intrigado, preguntó el emperador.
—Majestad, sé que tiene un hermano y este aún sigue soltero, aunque no se las razones por las que no ha contraído matrimonio, me gustaría que él fuese mi recompensa, lo quiero a él como esposo— haciendo una reverencia y cruzando los dedos para que le concedieran su pedido, habló.
—Es cierto, aún así, creo que debería conocer a mi hermano antes de pedirme que sea su esposo, podría llevarse una gran decepción al conocerlo en persona— la expresión en su rostro no era de temor, sino más bien de lástima para con su hermano.
¿Qué era eso que guardaba como secreto aquel hombre?, aquello no le importaba mucho a la joven, lo único que sabía era que lo quería como su esposo y no descansaría hasta lograrlo.
Sin más que poder hacer, el emperador aceptó aquel pedido y enseguida regresaron al salón principal, donde los presentes se encontraban impacientes por su regreso.
—Muy bien, aclarado un asunto importante, he decidido darle como recompensa a nuestra heroína, la guerrera más implacable que nuestro imperio ha conocido, ser la esposa del archiduque Carl Pott— esperando un aplauso por parte de los presentes, el emperador se quedó esperando pues en lugar de eso, los cuchicheos y murmullos no se hicieron esperar.
«Ese hombre es un anciano, ¿por qué lo eligió a él?»
«Debieron nombrarla princesa heredera»
«Es nuestra heroína, se merece algo mejor»
«Pobre joven, tendrá que soportar ser la esposa de ese monstruo»
«Es mucho mayor que ella, ¿cómo pudo aceptar?»
Esos y muchos más eran los comentarios que se escuchaban, pero a Valien no le importó. Ella simplemente buscaba ser la esposa de aquel hombre que tanto admiraba, pues en aquella novela que leyó, supo que él sería capaz de todo por vengar a la mujer que siempre amó en secreto.
“La vida de una heroína”, era la novela que se había vuelto la favorita y más odiada de Vera Jia Yi, una agente secreto de china, que en sus ratos libres se dedicaba a admirar obras de arte, entrenar cualquier deporte y claro, leer novelas de fantasía de todo tipo. En su momento leyó está novela y la atrapó desde el primer instante, el cómo la joven rubia nació y creció para convertirse en la mejor guerrera que su lugar de origen había conocido, además de ser hermosa y querida por todos, al menos eso era lo que pensaba, hasta que por azares del destino las guerras cesaron y por fin pudo descansar, apenas teniendo 27 años, sin poderse casar antes, el emperador quiso premiarla, convirtiéndola en la próxima emperatriz y así se hizo, no obstante, el príncipe, su prometido se enamoró de alguien más y a pesar de la buena voluntad de Valien, no quedó contenta la enamorada del príncipe y envenenó a sus aliados en su contra para que comenzaran a alejarse de ella, al final, fue traicionada por los que un día llamo amigos y el golpe final lo dio el príncipe heredero, que cegado por amor, le hizo caso a su amada, sin importar que nada se hubiese probado. Así terminó la vida de la heroína que dedicó su vida en salvar y proteger a la gente que creyó la apoyaría y lo único que recibió, fue traición y su propia muerte.
Por supuesto que a Vera no le había gustado el final, pero la reconfortó saber que hubo alguien aparte de la familia de la protagonista, que la defendería y creería en ella incluso después de haber perecido. Esa persona era el archiduque de Krator, un hombre de casi 40 años de edad, quien siempre admiró lo que Valien lograba en cada batalla, hasta que un día terminó enamorado de ella, sin que lo supiese, pues a pesar de todo, él era mayor que ella y sentía que si declaraba su amor, le arruinaría la vida a la hermosa joven, por eso se hizo a un lado y solo la admiró y amó en silencio. Cuando supo de su muerte, se reveló en contra de su sobrino y terminó con su vida y con todo aquel responsable de la muerte de la mujer que amó en secreto, sin importar qué. Al final, se quitó la vida, esperando poder reencontrarse con su Valien en cualquier otra vida.
Aquel día, Verá lloró muchísimo, no sabía porque, pero no pudo evitarlo, sabiendo que por el trabajo que tenía no cualquier cosa podía afectarle, le sorprendió como aquel final le dolió en el alma.
Ya habían pasado más de tres años desde que Vera había leído aquella novela, sin embargo nunca dejó de pensar en que tanto Valien como el archiduque pudieron haber tenido un destino diferente, deseaba tanto poder entrar en aquella novela y convertirse en guardia de alguno de los dos, o al menos un conocido, para poder ayudarlos y tuvieran un final diferente, pero claro eso solo estaba en su mente, nada de eso podía hacerse realidad.
Hoy justamente estaba llevando a cabo una de las misiones más arriesgadas en toda su carrera como agente secreto, su deber era acabar con una red de tráfico y se relacionó con el jefe de aquel grupo, fue llevada como compradora, aunque la descubrieron por una estupidez cometida. Cuando una de las personas subastadas, iba a ser asesinada, ella intervino y su gran humanidad dejó a la vista que era algo más que un simple contrabandista, por ello, todos los presentes parte de aquel grupo, dispararon sin piedad y fue en ese momento que acabó su vida. Arrepentida no estaba, de hecho su muerte fue a causa de un error de novato, algo que no podía creer, pero sabía que por algo pasan las cosas, así que solo agradeció por lo vivido y cerró los ojos para despedirse de su mundo.
—Capitana Daher, estamos bajo ataque. Debemos contraatacar— gritaban varios hombres alrededor de Vera, que inmediatamente al abrir los ojos, los atacó por no conocerlos.
—Carajo Capitana Daher, entre en razón, somos sus aliados, los enemigos están del otro lado— un hombre robusto ya mayor, la sujetó de los hombros y hizo que viera todo a su alrededor. Vera, abría y cerraba los ojos para darse cuenta si de verdad era su realidad.
—Valien Daher, deja de estar jugando y únete a la batalla, te necesitamos— un hombre un poco más joven que el anterior, sobre un caballo negro azabache, le gritó a la joven, que al escuchar el nombre, cayó de rodillas y quedó con la cabeza agachada.
—«Maldición, ¿transmigre a mi novela favorita? Y justamente en medio de una batalla»— se rascaba la cabeza y seguía sin comprender lo que estaba pasando. Era evidente que podía comprender su idioma y si la llamaban capitana era líder de cierto escuadrón, ella jamás fue buena trabajando en equipo, por eso eligió un trabajo donde pudiera llevarlo a cabo sola.
—¡Valien!, ¿te quedarás sentada cómo una cobarde viendo como tus amigos son masacrados?— el joven hombre, le gritaba de mala gana a la joven, que de un momento a otro, levantó el rostro y todo en ella había cambiado, su semblante era de una asesina, con sed de sangre. Tomó la espada y dagas que tenía junto a ella y salió sin mirar quien aparecía en su camino. Subió a un caballo y sin pensarlo dos veces comenzó a seguir a quien la estuvo regañando anteriormente. Pronto se dio cuenta de quienes eran sus enemigos y como sabía el desarrollo de cada una de las batallas ganadas por su protagonista favorita, le fue muy fácil acabar con el enemigo, no llevándose más de dos días en derrotar a un ejército pequeño , claro que con la ayuda de sus aliados.
—Estuvo excelente capitana, quién lo hubiera pensado, es mil veces mejor que cualquier hombre aquí presente— un joven pelirrojo la adulaba e intentó acariciar su espalda, sin embargo fue detenido por un rápido movimiento de Vera, ahora Valien.
—Sin mi permiso nadie me toca, no importa si te dices ser cercano a mi, a menos que quieras perder las manos o mejor aún, tu vida— su mirada era asesina, como solo ella podía mirar a sus enemigos y sabiendo el final de todo, ya odiaba a todos los que tenía a su alrededor.
Desde ese momento, con solo 21 años de edad, Valien comenzó a alejarse de todos sus compañeros de batalla, comía sola y peleaba sola, no le importaba si alguno de sus aliados estaba a punto de morir y podía salvarlo, siempre seguía adelante y continuaba con lo que ella llamaba su deber.
—Eres una maldita perra, pudiste salvar a mi hermano y no lo hiciste— un joven rubio, empujó a Valien frente a todos los sobrevivientes y le reprochaba su mal compañerismo.
—Yo estoy aquí para pelear por el imperio, no me enviaron a salvar a ningún incompetente que no sabe cómo empuñar una espada, si quieren que los salve como si fueran niños pequeños, hubieran traído a sus madres, no son nadie para que yo los esté salvando, cumplo con mi deber y nada más— dejando petrificados a todos por su aclaración, se retiró a la que sería su tienda, pues a pesar de no ser la única mujer ahí presente, si era la única mujer que estaba peleando en medio del campo de batalla y gracias a sus dotes de su vida anterior, pudo satisfacer su sed de sangre en contra del enemigo. Por esa razón, le dieron una tienda para ella sola, un privilegio que se había ganado con esfuerzo.
—«No se porque me eligieron, pero no te voy a defraudar mi Valien, si algún día llegas a regresar, te iré limpiando el camino para que no sufras y tengas una vida feliz y muy larga.»— no dejaba de suspirar al recordar que su única misión en este lugar, era lograr que Valien y el archiduque fueran felices.
—Vera, despierta… Vera, despierta—
—¿Esto es un sueño?— somnolienta se preguntaba.
—Soy Valien, la verdadera— sorprendiendo a Vera, le informó
—¿Volverás a tu cuerpo?— por alguna razón se sintió afligida, solo quería escuchar la verdad.
—No, ya es tarde para mí. Desde siempre me vi obligada a hacer lo que los demás querían, ahora que tengo la libertad de morir en paz, lo haré. Te encargo a mi familia y su bienestar es lo único que me preocupa, nada más es importante, de ahora en adelante, considera está tú nueva vida y se feliz, tan feliz por las dos— solo la voz escuchada, se desvaneció en el oscuro silencio de la noche y así la nueva Valien abrió los ojos, dándose cuenta de que un nuevo día había llegado.
—«Haré que tus deseos se hagan realidad, gracias mi protagonista favorita, espero no defraudar tu confianza»— dio su último suspiro y se aseguró de ser ella misma de ahora en adelante, nada más importaría, más que volver a casa con la familia de su salvadora y protegerla a toda costa.
Un nuevo día iniciaba y Valien, lo había decidido, su vida había terminado bien, no se arrepentía de nada y por ende quería hacer las cosas bien aquí también, por eso a pesar de su forma de vida en la tierra, aquí cambiaría algunas cosas.
Quizás la traición a su Valien, se debió a la forma en como la misma protagonista dejó pasar las cosas, en cambio está nueva mujer no era nada parecida a ella, si bien podía ser buena persona, tenía reglas en su forma de hacer las cosas y realizar su trabajo, por esa razón siempre se distinguió al ser de las mejores entre su grupo de tan solo cinco compañeros agentes.
Salió de su tienda, bebió un poco de agua y se dirigió hasta donde se encontraba su regimiento, formado por 200 soldados, a su parecer demasiados.
—Buen día soldados. Puedo entender que me detesten por actuar como lo he hecho, pero en realidad no me importa su opinión. Estoy dispuesta a enseñarles lo que yo se, quién se atreva a seguir mi ritmo, es bienvenido y quién no pueda, no tendré problema en que se una a otro regimiento— frente aquellos hombres, se imponía, pues al tener tan solo 21 años de edad, era claro que pocos respetarían su autoridad.
—Me quedo a su lado capitana, estoy seguro que aprenderé más estando a su lado que siguiendo a cualquier otra persona— un joven castaño de ojos verdes, se puso de pie y mostró respeto hacia Valien.
Enseguida varios de sus compañeros lo siguieron, no obstante solo la cuarta parte del escuadrón decidió seguir a Valien, pues 150 hombres se fueron con capitanes de diferentes grupos, lo que molestó a éstos porque así tendrían más trabajo y gente a su cargo.
A la joven rubia no le importó mucho la opinión del resto del ejército, así que a partir de ese día, durante sus descansos, se dedicaba a entrenar a sus 50 seguidores. Incluso entrenaban estando en camino, una gran forma de ponerlos en alerta si llegaban ser atacados de sorpresa. Los entrenó por varios meses, hasta que por fin pudo ver los frutos del esfuerzo de los soldados. Ocho meses habían pasado y solo se presentaban pequeñas batallas, ninguna tan destacable como para poner a sus hombres a pelear, por eso mismo en cada una de ellas, ellos solo se dedicaron a entrenar y Valien se encargaba del enemigo, haciendo la parte de sus hombres.
—Ustedes preocúpense por mejorar, seré su escudo durante el tiempo que les lleve el entrenamiento, pero cuando terminen, quiero darme cuenta que no necesitarán de nadie para que vengan corriendo a salvarlos— fue lo que les dijo como último, aquella vez donde solo se quedaron con ella 50 soldados.
—Capitana, creemos que estamos listos, solo falta que usted lo corrobore o decline nuestra opinión— el mismo joven que habló aquella vez, se presentaba frente a Valien y le informaba sobre su avance.
Por supuesto la joven no dudó en ir con el castaño para verificar la información. En un lugar solitario, se encontraban todos sus hombres y comenzó a atacarlos, pero para su sorpresa, cada uno de ellos pudo darle batalla y se sintió acorralada al intentar escapar, reconociendo así que habían superado sus expectativas. Quizás los alumnos podrían superar al maestro, algo que Valien no podía permitir.
Se sabía que al principio, cuando Valien cumplió apenas ocho años de edad, fue adoctrinada, era una celebración donde elegía que quería ser de grande y desde ese momento en su decisión se basaría su entrenamiento, por reglas, las mujeres tenían tres opciones de las cuales podía elegir, la primera era ser guerrera, la segunda una joven noble, la tercera una maga. Ser una joven noble era para que se convirtiera en una buena esposa, recatada y educada, por lo que no se imaginó siendo así. Ser una maga, le daría más poder que a sus dos hermanos mayores ya que el ser magas, solo era un don que se le daba a las mujeres y por esa razón decidió ser una guerrera, ya que toda su familia se dedicaba a ello.
Por supuesto, la nueva Valien no estaba dispuesta a eso y con ingenio buscaría la manera de aprender magia y claro, realmente fiel creyente que cualquier actividad que existiera podía aprenderse, por eso no se preocupó mucho en poder ser tan recatada y educada para cuando logre casarse, todo a su tiempo se decía.
En el fondo, buscaría el camino de la magia para no poder ser intimidada de ninguna forma por sus alumnos, sus subordinados.
Valien sabía que el hecho de que sus hombres estuvieran listos le ayudaría con sus planes futuros, al saber la trama de la historia, suponía que no faltaba mucho tiempo para que la guerra real comenzara y ahora ya tenía a aquellas personas con las que pelearía codo a codo, incluso se podría decir que a pesar de haber sido su entrenadora y maestra, aún seguía sin importarle realmente el destino de aquellos soldados. Su única misión por el momento es salir con vida de cada batalla y regresar a la capital para estar con su familia y protegerla.
Las batallas pequeñas continuaban y ahora eran los soldados de Valien denominados como Fuerza de Elite K (FEK), los que se encargaban del enemigo, dejando sorprendidos a todos, pues tan solo siendo 50 hombres podían llegar a vencer un total de 500 enemigos ellos solos. Fue por esta razón que los generales y líderes del ejército de Krator, tomaron una decisión muy importante.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play