POV MATÍAS:
- ¡Vamos, regresa a la cama! Te aseguro que persuadiré a Renzo para que contrate más personal y así impulsar tus acciones con propuestas revolucionarias.
Otro día terrible con la esposa convertida en mi socia. Cadence, una mujer desatendida por un esposo que no le presta atención de ninguna manera.
Experimentaba cierta compasión hacia ella.
- Sería recomendable que recojas tus prendas íntimas y te marches-. Otro nombre añadido a la lista de "llamar para una noche".
Ella se incorporó de la cama y se dirigió a la ducha. Mientras tanto, yo me dirigí al armario en busca de mi traje azul marino, una camisa blanca, una corbata negra y mis zapatos. En media hora tenía una reunión crucial con el presidente de la empresa automotriz "Fluffer Nutter".
Me encaminé hacia el comedor para tomar un desayuno rápido, pero antes me preparé una taza de café, la única cosa que podía levantar mi ánimo en ese momento.
- Cadence, ¿no crees que Renzo debería estar esperándote? - Elevé mi voz, ya que parecía que ella estaba cantando y con el ruido del agua de la ducha, sería difícil que me escuchara.
Sin recibir respuesta alguna, me levanté, ya exasperado, y me dirigí a la ducha. Abrí la puerta.
- Si no lo has notado, esta no es tu casa. Date prisa o te irás a pie. Además, Renzo probablemente te está esperando - la mujer morena asintió y salió de la ducha para ponerse su vestido negro.
- No me hagas reír, a ese tipo ni siquiera le importa si sigo viva - comentó ella mientras se calzaba las zapatillas. Parecía triste por la situación, pero yo no era un terapeuta para resolver sus problemas matrimoniales.
Una vez lista, la llevé de vuelta a su mansión.
- Fue una noche encantadora - dijo ella desde fuera del auto una vez que salió.
Rodé los ojos y aceleré, el cornudo seguramente estaba fuera de la ciudad o algo así, de lo contrario, estaría agradecido de haber complacido sexualmente a su esposa.
Al llegar a la empresa, tomé el ascensor y fui directamente a mi oficina.
La recepcionista me informó que Jhojan había llamado hace veinte minutos y que después de la reunión debía ir a verlo al restaurante del centro de la ciudad.
La reunión fue, sin duda, aburrida como siempre, con discusiones sobre acciones, números, valores, y demás. A pesar de ello, tuve que prestar atención al viejo decrépito. Como de costumbre, otro socio se unía a mi ego y mi fortuna seguía aumentando. Al finalizar la reunión, propuso:
- Señor Black Bell, ¿le gustaría ir a tomar unas copas?
- Lamento interrumpir, señor, pero en este momento debo salir a atender un asunto urgente. Agradezco la invitación, quizás en otra ocasión - dije mientras miraba los edificios desde el umbral.
- Que tenga un buen día - recogió su maletín y se alejó de mi vista.
- Seguro - murmuré al vacío.
Había varias llamadas perdidas de mi amigo Jhojan, quien últimamente parecía estar más alegre, lo cual me resultaba un tanto inusual. En ese momento, no tenía ni idea de lo que quería hablar, pero debía ser importante o quizás había dejado a alguien embarazada.
Revisé mi agenda, pero no parecía haber nada relevante, así que decidí darle la tarde libre a mis empleados. Pronto tomé mi maletín y llamé al ascensor. Para mi sorpresa, Jhojan estaba llamando.
- ¿Qué es lo que te tiene tan emocionado? - le pregunté al botón que me llevaría a la primera planta.
- Sé que te importa demasiado - noté ese sarcasmo en sus palabras - El lugar queda a 10 minutos, te mando la dirección por WhatsApp y ven.
- Como sea - colgué y fui al estacionamiento. En cuanto subí a mi Audi, me dirigí hacia el dichoso lugar.
La entrada era muy rústica y eso me agradaba. Caminé hacia dentro del lugar repleto de personas, escaneando a cada individuo hasta que encontré al rubio narcisista de Jhojan.
- Hey amigo, ¿qué tal estás? - alzó una copa en mi dirección, con alguna bebida alcohólica dentro de ella.
- Como siempre - suspiré - ¿y tú?
- Ya veo - me miró de arriba a abajo con sus ojos azules - Yo he estado muy bien, de eso quería hablarte.
Asentí y pedí una pequeña cerveza en el pequeño bar que se encontraba frente a nosotros, una chica me atendió. Enseguida me la trajo, le guiñó un ojo y ella mordió su labio. Seguí hablando con mi amigo, él rodó los ojos.
- Jhojan, aquí me tienes, así que comienza - bebí de la copa.
- ¿Recuerdas el deporte que empecé la semana pasada?
- Paimbal, sí lo recuerdo, ¿qué tiene?
- Quiero que me acompañes, que salgas de la rutina un poco. Te he notado algo apagado - me veía con compasión que no necesitaba.
- ¿Qué te hace pensar que iré? Además, tengo trabajo que hacer - mentí, moviéndome en mi banco.
Me miró alzando una ceja.
- Amigo, no tienes trabajo. Si fuera por eso, estarías en la oficina en este momento y no tomando trago. Vamos, no seas amargado y ven conmigo. Mañana por la tarde, en ese horario el juego se pone interesante. Conocerás gente nueva, y no, no hablo de que vayas a follarte a cada mujer que veas - tomó su copa.
Lo pensé un poco y, como no me quedaba de otra, acepté.
- Está bien, iré. ¿A qué hora dijiste que era?
- A las seis y treinta de la tarde. Allá nos prestarán la protección y las armas. Pasaré por ti - sonó su teléfono con "Bad Habit" de The Kooks, me hizo una seña para que lo disculpara. Yo asentí. - Sí, amor, voy para allá. ¿Por qué crees que lo olvidé? - Se dio una palmada en la frente, cerrando los ojos. Yo reí con su reacción y bebí más cerveza, que cada vez quedaba menos. - Sí, enseguida - colgó.
-¿Problemas con el paraíso?
-Olvidé que esta noche es la boda de la hermana de Scarlet-Scarlet es la prometida del hombre con memoria de comino-Pero ya lo sabes, ella fue tu novia en la preparatoria.
Recuerdo que Scarlet era atractiva: alta, con cabello castaño y bronceada, pero no era mi tipo.
-Te odio-soltó sin más, riendo un poco dolido.
-Sabemos que eso no es cierto-dije, esta vez más amigable.
-Ella era y sigue siendo una niña maravillosa, "tú eres el amor de su vida". “Para muchas chicas soy el “amor de su vida”-Está muy orgulloso de mí.
-Como dijiste, tengo que irme, te recogeré mañana Matíaa-tocó mi brazo y se despidió.
Regresé a mi apartamento para organizar los trámites de mi oficina. Después de terminar de ducharme, me acerqué al espejo y miré mi reflejo, prestando atención a cada detalle. Mi barbilla luce cincelada, mi cuerpo es asombroso, mi cabello castaño oscuro, mis ojos grises muestran el infierno dentro de mí y no es solo por mi personalidad, sé que soy un imbécil, soy plenamente consciente. Pero con todo lo que he pasado, me ha hecho así.
Mis padres estaban muertos, mi madre tenía tantos problemas con mi padre y sus jugadores, mi padre era adicto a las drogas y al juego, y luego estaba mi pequeño yo, el pequeño Mathias Blackbell…
FLASHBACK
Estaba oscuro, mis padres me acostaron y me dieron las buenas noches, luego fueron a discutir al primer piso. Esta vez tuve mucho miedo, el viento era tan fuerte que las ramas de los árboles del jardín golpeaban la ventana. Hay monstruos afuera que pronto irrumpirán en mi habitación y destruirán lo único que me hace feliz.
Caí en un sueño profundo hasta que escuché un ruido desde abajo que me hizo abrir los ojos de repente. Tomé la manta y bajé las escaleras con mucho cuidado. Allí los vi, dos monstruos mirando cosas, buscando algo. No notaron mi presencia así que retrocedí lentamente hasta que mis pies tocaron la pequeña pelota con la que jugaba cuando estaba aburrido, los monstruos también me miraban, corrí a la habitación de mis padres y cuando entré cerré la puerta detrás de mí. Ellos seguían durmiendo, yo tenía un nudo en la garganta que no me permitía gritar ni emitir ningún sonido, estreché la mano de mi papá hasta que despertó.
-¿Qué está pasando, cariño?-Me miró adormilado y la puerta que había cerrado antes se abrió de repente-Maldita sea-mamá se levantó de repente.
-¡Le dije a su jefe que le pagaría! - Mamá está preocupada.
Papá sacó una pistola de un cajón y les apuntó, hiriendo a uno y disparándole al otro, provocando que su pecho sangrara profundamente. Mamá usó su cuerpo para protegerme, corrimos juntas a la habitación, cerró la puerta y abrió la ventana. Los monstruos gruñeron, intentando abrir la puerta.
- Cariño, mírame a los ojos - La obedecí, lloré y ella también, no me gustaba verla llorar - Te amo, júrame que serás fuerte, mi pequeño, busca a mi tía María y quédate con ella... Tomaba mi rostro desesperada, no se merecía esto, entonces la puerta se abrió y nos estremecimos - ¡Matías huye!
Hice lo que me dijo y cerré los ojos llenos de lágrimas, como si fuera mi último adiós: "¡Mamá, te amo!".
Escuché un disparo detrás de mí y salté por la ventana, me lastimé el hombro, la sangre manaba de mi labio pero no me importó y corrí lo más rápido que pude para encontrar refugio.
FIN DEL FLASHBACK
Esta será otra noche donde me sentiré solo, confundido, con las mismas pesadillas...
Me lavo los dientes y me pongo el pijama, reviso los mensajes que recibí durante el día, uno de ellos que me recuerda ir a la cita de mañana del dentista y que necesito hablar con alguien a las 11 am.
Miré el reloj, eran las doce y treinta y siete así que fui directo a mi habitación. La luna brilla, no hay estrellas.
Desperté con los ojos algo irritados por la luz del sol al amanecer. Consideraba seriamente la idea de poner cortinas, pero disfrutaba demasiado de la vista de la ciudad. Al mirar el reloj, eran las ocho y cinco; suspiré y, resignado, me levanté de la cama para dirigirme al baño y lavarme.
Tras una ducha reconfortante, fui al vestidor en busca de unos jeans y una camiseta con el logo de un equipo de fútbol americano para mi cita con el dentista. Los deportes no eran lo mío, no porque se me dieran mal, sino porque no lograban captar completamente mi atención.
Preparé unos waffles con miel y tomé un chocolate caliente. Más tarde llamaría a la ama de llaves para que recogiera todo.
Lo único que quedaba era coger las llaves del coche e ir al dentista antes de dirigirme a la oficina.
POV SANRINA:
—Sabrina, ¿puedes moverte rápido y ayudarme con Octavio? Estoy a punto de retrasarme.
—Claro, Luján.
—Ya voy —Aún me faltaba ponerme el zapato café.
Salí de mi habitación en busca de Octavio, que gateaba en busca de su peluche. Al verlo, lo levanté del tapete con ternura y lo acerqué a mi pecho, arrullándolo.
Mientras tanto, Luján, apurada, salió del baño con el cabello rubio recogido, un maquillaje impecable de sombras oscuras y un conjunto de color vino con zapatillas negras. Estaba hermosa, aunque quería confirmarlo con mis palabras.
—¿Qué te parece mi aspecto? —Modeló un poco exageradamente junto al marco de la puerta, lo cual me hizo sonreír.
—Estás preciosa, amiga —me acerqué a ella, lista para hacer la solicitud habitual que ya conocía, pero me adelanté—. Esta vez yo llevaré a Octavio a la guardería, para que no llegues tarde a tu entrevista.
—Eres increíble. Voy por mi bolso y me voy —Besió la frente de Octavio y se adentró en la sala para recoger su bolso—. Los amo —nos despidió con un gesto de la mano.
Preparé la pañalera con todo lo necesario para cuidar al pequeño rubio, que estaba absorto con sus pies. Luego, cogí mi celular y pedí un taxi que nos esperaría abajo del edificio.
Al llegar a la guardería, dejé a Octavio al cuidado de Chana, la encargada de los niños de un año. Chana, una mujer de unos 50 años, era una persona agradable en la que Luján y yo confiábamos para cuidar a Octavio.
—Portate bien, cariño. Nos vemos en unas horas —Dejé a Octavio en brazos de Chana.
—Estará bien, dile adiós a tu tía —Chana tomó la pequeña mano del bebé y la movió de un lado a otro en señal de despedida.
Luego tomé otro taxi para dirigirme a la oficina donde había aceptado una oferta laboral.
Después de graduarme de la universidad y obtener mi certificado, recibí varias ofertas laborales y finalmente acepté esta, que ofrecía un buen salario.
Estaba bastante nerviosa, ya que era mi primera entrevista de trabajo y faltaban veinte minutos para llegar puntual. Decidí ir a una cafetería cercana donde trabajaba mi novio, Thiago.
Thiago era alto, de cabello negro y piel ligeramente bronceada; tenía un aspecto que lo calificaba como modelo de Calvin Klein, lo que lo hacía irresistible. A pesar de haber completado la universidad, su deseo era unirse al ejército, y actualmente solo tenía un trabajo temporal en la ciudad. A veces ayudaba a su padre con su negocio, pero como mencioné, era solo temporario. Tenía fama de mujeriego, sin embargo, acepté estar con él. Llevábamos dos meses juntos, pero nuestra relación era superficial; él sabía muy poco sobre mí y mi historia.
Al entrar al acogedor establecimiento donde había tenido mi primera cita con un chico a los dieciséis años, Thiago posó sus ojos color avellana en mí, acercándose en pocos pasos.
—Sabrina, luces preciosa. ¿Cómo estás? —Su sonrisa tenía un efecto derretidor en cualquiera.
—Estoy bien, estoy aquí para mi primera entrevista de trabajo —dije, sentándome donde él me indicó.
—¿Aquí? —se mostró confundido.
—No, claro que no —reí suavemente—. Es en un edificio a unas cuadras de aquí. ¿Y tú, cómo estás?
—Bueno, respecto a eso, mañana quisiera invitarte a tomar algo —estaba nervioso—. Estoy bien, solo que... —su rostro se tornó un poco triste por un instante, pero rápidamente recuperó la compostura—. Es una gran noticia —concluyó felizmente.
—Me parece genial —hubo una incómoda pausa en la conversación.
—Bueno, ¿qué te gustaría pedir?
—Me gustaría un cupcake y un capuchino, por favor.
—En seguida se lo traigo, señorita —me guiñó un ojo con esa sonrisa encantadora que atraía a tantas clientas.
El pedido llegó rápidamente, y al estar realmente hambrienta, disfruté mucho de la deliciosa comida. Me despedí de él y me dirigí directamente al edificio.
Al adentrarme en esa imponente construcción, me sentí pequeña y maravillada por su elegancia. El lugar estaba decorado principalmente en blanco con algunos detalles grises, y los recepcionistas llevaban conjuntos azul marino. Me acerqué a una recepcionista morena, delgada y con una agradable sonrisa.
—Buenos días, disculpe, vengo para una entrevista de trabajo, soy Sabrina Scott.
—Buenos días, señorita Scott, permítame un momento —comenzó a teclear en su computadora y luego llamó a alguien—. Enseguida —me miró y presté atención—. La señorita Scott, el señor Brackwell la espera en su oficina, piso veintitrés, quinta puerta a la derecha.
—Muchas gracias —agradecí y seguí las indicaciones.
Mientras subía en el ascensor, repasé mentalmente lo que planeaba responder, aunque sabía que era espontánea y probablemente improvisaría en el momento. Cuando las puertas se abrieron, me dirigí hacia la derecha, ubicando la puerta de mi nuevo jefe, o al menos eso esperaba.
Tomé aire y toqué la puerta, escuchando una voz sexy que decía: "Pase".
—Señor Blackwel, buen día —Oh carajo, sentía como si fuera a tropezar en cualquier momento; él era increíblemente atractivo.
𝘌𝘴𝘵á𝘴 𝘦𝘹𝘢𝘨𝘦𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰.
¿𝘕𝘰 𝘭𝘰 𝘩𝘢𝘴 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘰?
𝘚í, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘮𝘢𝘯𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘰𝘴𝘵𝘶𝘳𝘢 𝘯𝘦𝘶𝘵𝘳𝘢𝘭, 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘢.
𝘈𝘮𝘢𝘳𝘨𝘢𝘥𝘢.
—Señorita Scott —Lo encontré sentado en su escritorio, ocupado con su computadora— ¿Desea tomar asiento?
Me sentí avergonzada al darme cuenta de que había estado contemplando su rostro y sus ojos... A pesar de todo, ¿quién se creía para hablarme de esa manera?
—Con su permiso —respondí, aumentando mi confianza, no demasiado, pero lo suficiente.
—He revisado su historial y me parece muy favorable —sus ojos se clavaron en los míos, incomodándome un poco, aunque entendía y manejaba bastante bien este tipo de juego—. Por lo tanto, no veo la necesidad de hacer más preguntas, puede retirarse.
—¿Qué quiere decir con eso? —Este tipo estaba bromeando.
—Simplemente que puede retirarse.
—¿Entonces estoy contratada? —inquirí con ansiedad, aunque mantuve la compostura y continué de manera más tranquila— ¿Puede decirme cuándo me llamará? —Sonó un poco insinuante, lo cual pareció divertirle.
—¿Qué tal si prefiero sorprenderla? —Dijo, hipnotizándome con su perfil perfecto, aunque su actitud resultaba un tanto descortés, sobre todo al plantear el juego que desencadené sin intención de coquetear o algo por el estilo— Como mencioné, puede retirarse.
—Gracias, que tenga una buena tarde —Tomé mi bolso y salí de la habitación con gracia, mi vestido ondeaba elegantemente al igual que mis piernas, sin cometer errores. Una parte de mí se sentía triunfante, aunque desconocía la razón exacta, quizás porque no me caí, pero aún no estaba segura de si había sido contratada.
Después de esa extraña conversación, regresé a casa para prepararme para la tarde; tenía planeado ir a jugar paintball. Como aún faltaba mucho tiempo para recoger a Octavio de la guardería, decidí limpiar un poco y preparar el almuerzo.
La habitación de Luján estaba hecha un desastre, pobre Octavio.
A pesar de todo, Luján era una buena madre.
Antes de graduarnos, ella ya salía con un chico tres años mayor que ella, que además practicaba boxeo. En una fiesta a la que fuimos invitadas, ocurrió algo inesperado: la hora de las bebidas se alargó, la música retumbaba y las drogas circulaban.
J un hombre (cuyo nombre detestaba tanto que ni siquiera quería recordarlo) llevaba un tiempo insinuando que deseaba tener relaciones con Lujan, pero ella se resistía o, mejor dicho, trataba de decirle que aún no estaba lista, ya que era virgen. Sin embargo, empezó a consumir alcohol.
Yo le insistía en que debíamos irnos, pero bajo los efectos del alcohol, ella me dijo que se quedaría con ese hombre y que la esperara en casa. Me quedé, y pasamos allí toda la noche sin encontrarla, hasta que el desgraciado salió de una habitación con una sonrisa victoriosa.
—Ten, preciosa —me entregó un pequeño paquete plateado aún cerrado. Al ver mi sorpresa, continuó—. No fue necesario —me guiñó un ojo.
Corrí hacia donde él había salido y me encontré con Lujan, con el rimel corrido y cubierta con una sábana blanca. ¡Maldición!
Vista desde la perspectiva de Matías:
Qué mujer, ¿Cómo se llamaba? Rápidamente revisé entre las carpetas: Sabrina. Al verla salir de mi despacho de esa forma, provocó una reacción física instantánea en mí.
Su figura era impecable, con piernas tonificadas y una cadera ligeramente amplia que destacaba unos glúteos y pechos impresionantes. Poseía una cintura esbelta, brazos delicados y una altura de alrededor de 1.75 metros. Sus grandes ojos cafés y su cabello negro como la noche la convertían en la mujer ideal.
¿𝘈𝘭 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘥𝘳í𝘢 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘳𝘮𝘦 𝘴𝘪 𝘮𝘦 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘳á?
La pregunta me molestó en el fondo.
Por supuesto que la llamaría, después de todo, ahora es mi empleada.
Cuando conoces a fondo a las personas, resulta sencillo manipularlas, y en su caso, desconocía ese truco. Sin embargo, sí era evidente que tenía una personalidad fuerte; era una de las pocas personas que no desviaba la mirada cuando la observaba detenidamente, lo cual resultaba admirable. Tenía la sensación de que conseguía lo que quería.
Al exhalar, me percaté de que había dejado de respirar por un momento.
Realicé algunas gestiones con mis empleados; la próxima semana llevaría a cabo una evaluación exhaustiva con ellos. Quería que todo se desarrollara según mis deseos y fluyera sin contratiempos. No me resultaría agradable despedir a aquel personal que no cumplía con las normas o con su trabajo.
Una vez finalicé, organicé lo indispensable en mi maletín para poder hacer papeleo en casa, en ese instante, mi teléfono sonó para notificarme que había recibido un mensaje.
𝘈 𝘔𝘢𝘵í𝘢𝘴:
𝘔𝘢𝘵í𝘢𝘴, 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳é 𝘱𝘰𝘳 𝘵𝘶 𝘤𝘢𝘴𝘢 𝘮á𝘴 𝘵𝘢𝘳𝘥𝘦, 𝘱𝘳𝘦𝘱á𝘳𝘢𝘵𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘷𝘦𝘯𝘤𝘪𝘥𝘰 ;)
𝘗𝘰𝘳 𝘴𝘶𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰, 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘲𝘶é 𝘴𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢, 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘧𝘳𝘰𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘯𝘨𝘢. 𝘕𝘰 𝘮𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳é 𝘥𝘦 𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰𝘴 𝘤𝘳𝘶𝘻𝘢𝘥𝘰𝘴. 𝘙𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥í.
𝘋𝘦𝘴𝘵𝘪𝘯𝘢𝘵𝘢𝘳𝘪𝘰: 𝘑𝘩𝘰𝘫𝘢𝘯
𝘜𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘪𝘦𝘯𝘤𝘦, 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘪𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘪é𝘯 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘥𝘰𝘳. 𝘉𝘶𝘦𝘯𝘢 𝘴𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦.
Guardé mi teléfono en el bolsillo de mi saco y me dirigí directamente a casa.
Durante el trayecto, disfruto escuchando música, por lo que no pasó mucho tiempo antes de que pusiera el álbum "Wipe out" de The Neighbourhood.
Una vez de regreso en mi lugar de descanso, todo estaba ordenado pero yo tenía hambre, así que reuní los ingredientes para prepararme un sándwich.
A pocos minutos de la llegada de mi amigo, me senté en el sofá y me dispuse a ver televisión.
Contaba hasta seis cua... antes de pronunciar el último número, mi teléfono sonó para indicarme que Jhojan ya estaba esperándome abajo. Sin más demora, tomé el ascensor para evitar bajar los diecinueve pisos a pie en ese momento.
Al salir, vi su auto estacionado frente a la entrada.
—"Te voy a vencer sin piedad", dijo con una sonrisa de satisfacción.
—"¿Has perdido tanto que necesitas acumular asfalto?" respondí con sarcasmo.
—"Sabes a lo que me refiero."
Finalmente, nos dirigimos a un lugar con muchos árboles y colinas, iluminado, que a simple vista parecía acogedor ya que Jhojan era bien conocido allí.
—"Joel, jugaremos 3 rondas", anunció el hombre de cuarenta años.
—"De acuerdo, y dime quién es tu amigo", dijo, sosteniendo las municiones que se suponía debíamos comprar.
Antes de que Jhojan hiciera una presentación poco elaborada, tomé la delantera.
—Me llamo Matías Blackwell, tengo 23 años y soy el director de mi propia empresa —dije, notando cómo Jhojan rodaba los ojos, lo cual me divirtió.
—Interesante —respondió Joel—. Espero que, al igual que con los números, sepas cómo moverte. Vayan con su equipo, Jhojan te explicará en qué consiste esto y luego Thiago les proporcionará las armas y lo que necesitan. —Nos miró a ambos y luego a Jhojan. Era una especie de tienda, con una estructura externa que simulaba una montaña de plástico con los colores habituales de los uniformes de soldados, y sobre el toldo se leía "BIENVENIDOS A PAIN WARS".
Detrás de nosotros, había hombres y algunas mujeres conversando sobre temas triviales. Entre ellos, una persona en particular captó mi atención: ¿Sabrina?
Sin dudarlo, me acerqué a donde ella se encontraba, pero fui detenido por Jhojan, quien puso su mano en mi hombro.
—Eh, aún debo explicarte el juego y las reglas, ¿A dónde crees que vas? —Miré hacia donde estaba Sabrina, pero ya no estaba allí, por lo que decidí quedarme para escuchar las instrucciones.
Suspiré.
—Estoy atento —mencioné, recordando que la buscaría más tarde.
—Aquí no hay banderas, simplemente debes sobrevivir. No puedes agredir a nadie y debes evitar moverte constantemente si no quieres ser eliminado rápidamente. La cabeza y el cuerpo deben mantenerse unidos. Seremos divididos en dos equipos, rojo y azul, siendo enemigos. El equipo con al menos un miembro de su color que sobreviva será el ganador —explicó, esbozando una sonrisa—. Eso es todo.
Thiago se aproximó con las armas de pintura y las municiones correspondientes a los colores de nuestros equipos.
Me dirigí hacia mi equipo y, al volver a encontrarme con la hermosa chica, me detuve repentinamente. ¿Qué me estaba sucediendo? No podía permitirme mostrar cobardía.
—"Señorita Scott, qué agradable sorpresa" —le dije, observando cómo su cuerpo se tensaba al detener su conversación con sus compañeras de juego para dirigirme la mirada.
Sus ojos cafés brillaban con diversión y astucia.
—"Dime Sabrina, Matías está bien" —su conjunto se ajustaba a su silueta de forma destacada.
—"Llámame Matías" —la miré. Aun no tenía sus municiones ni su arma, pero en un abrir y cerrar de ojos, Thiago apareció.
Él se acercó a ella y la besó antes de entregarle su arma y un paño rojo. Sabrina rompió el silencio.
—"Thiago, él es Matías, mi nuevo jefe. Matías, él es mi novio, Thiago".
—"Ya veo. ¿Así que tiene novio? No durará mucho... ¡No! ¿Qué estoy diciendo?" —en un arranque de consciencia—"En un minuto comenzamos, sería mejor que planifiquen su estrategia" —me giré sonriendo, y luego dirigí mi atención a Sabrina—"Buena suerte, cariño" —le di un rápido beso y me alejé.
Sentía una quemazón en cuerpo y mente, deseaba deshacerme de él a toda costa. Sin embargo, mis pensamientos perturbadores fueron interrumpidos por su voz melodiosa.
—"Oh, sí... idiota, cálmate. A ella le resulta entretenido. Claro, no es la primera. ¿Por qué reacciono así?"
Sabrina asintió pensativa, y sonó un claxon que indicaba que el juego había comenzado, aunque en ese momento olvidé recargar mis municiones.
Junto a otros participantes, vi a Sabrina trotar con la misma compostura que exhibió al salir de mi oficina. Mi amigo deseaba estar junto a ella, pero no quería mostrar un comportamiento inapropiado, por lo que se mantuvo a distancia.
Erré en mi dirección, perdí de vista a mi equipo entre los árboles. La oscuridad empezaba a cernirse sobre el lugar, y mientras la mayoría tenía experiencia en este tipo de situaciones, yo me sentía completamente perdido. Hacía tiempo que no me encontraba en un entorno como este.
Un sentimiento de ser observado me invadió, pero no lograba detectar la presencia de ningún ser vivo. Al volver la vista al frente, me topé con Jhojan. Su repentina aparición me sobresaltó.
—¡Demonios! ¡Casi me das un infarto!
—Lo sé, y aunque no esté en tu equipo, podría acabar contigo, pero no lo haré. Todavía eres un novato en esto. Sigue adelante —asentí y empecé a alejarme, pero Jhojan volvió a hablar—. Matías, ¿la chica de cabello negro es tuya?
—Es mi nueva empleada. ¿Por qué la pregunta? ¿La conoces?
—Solo preguntaba.
Después de un rato de caminar, me reencontré con Sabrina. Me acerqué a ella luego de observar sus movimientos cuidadosamente. La vi manejando el rifle con destreza, agachándose con sigilo. Era verdaderamente hábil... tanto en el juego como en la realidad.
Al finalizar la actividad, nos reunimos y se anunció que el equipo rojo había ganado. Fue sorprendente ver cómo Sabrina derrotó a Jhojan. Ellos eran los últimos en pie. Como era costumbre, se estrecharon las manos para acordar una revancha, pero en ese momento, se detuvieron de repente. Se miraron el uno al otro con una intensidad cargada de... ¿odio?
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