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Amor De Manicomio

Capítulo 1. Culpable

Capítulo 1

Culpable

En la mañana de un frío y lluvioso domingo se encontraba aquel hombre triste y con el corazón destrozado, con lágrimas en sus ojos y un nudo en el pecho que sentía que le estaba oprimiendo el alma... Ese día asumió que había muerto en vida, la mujer que amaba lo había abandonado para siempre. A pesar de su dolor sabía que su deber era seguir adelante, tenía que movilizarse y salir de ahí antes de que lo atraparan, pues no faltaba mucho para que sea perseguido por las autoridades. Con mucha prisa rebuscaba entre sus pertenencias todo aquello que consideraba de valor, bajo su cama el piso había sido cavado, años atrás creó una especie de bóveda secreta que se camuflaba sigilosamente con el piso y nadie más que él sabía que eso allí existía... Ahí metió todos sus ahorros, joyas valiosas, un peculiar retrato hecho a mano y su diario

Se dispuso a tomar un poco de ropa limpia y el dinero extra que guardaba en sus pantalones, echó todo lo que pudo a un morral de manera rápida y muy desordenada y salió como una bala de ese lugar

Afuera muchos policías ya rodeaban la casa y al momento de poner un pie frente a la puerta su cabeza fue apuntada por el arma de un oficial de la policía quien le advirtió que dejara el morral en el piso despacio y luego colocara las manos arriba. Así lo hizo aquel muchacho que sabía que ya había perdido la batalla, sonrió y mantuvo su frente en alto.

Se acercó otro oficial que le revisó su cuerpo, despojandolo de algunos objetos de arma blanca, como cuchillos, bisturí clínico y una cuerda que llevaba enrollada en su muñeca

El oficial le colocó las esposas y lo empujó a las afueras de la propiedad.

—Ciudadano Keyler Daniel Sierra está usted bajo arresto —indicó un oficial de la policía estatal— Tiene derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga puede y será usado en su contra en una corte legal. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagar uno el estado se lo asignará. Tiene derecho a realizar una llamada —finalizó antes de echarse el celular al bolsillo y sostiene al muchacho por su cabeza empujándolo a entrar al vehículo patrulla.

—¿Y eso no debía memorizarlo antes de comenzar a ejercer su oficio? —pregunta Keyler con una sonrisa burlona— Veo que me está leyendo mis derechos desde su celular. ¿Debería reportarlo por eso?

El oficial lo miró enojado por el retrovisor, pero no se atrevió a decir una sola palabra. Le tenía miedo debido a la fea expresión de su rostro y la fama que tenía de ser un asesino en serie. Volteó para tirar la colilla de un cigarrillo por la ventana del coche y Keyler con sus manos esposadas en un movimiento rápido rodeó el cuello de aquel policía que se encontraba en el asiento del conductor y haló con fuerza hacia sí mismo tratando de acabar con la vida del hombre para así poder escapar y recuperar su libertad, aún así no pudo hacerlo, tan solo desmayó al policía y al tratar de pasarse a los asientos delanteros para obtener el control sobre el volante llamó la atención de los demás oficiales, cuatro de ellos que se disponían a ir en otros vehículos se acercaron y al darse cuenta de la situación golpearon con fuerza el rostro de aquel muchacho luego le dieron una pequeña descarga eléctrica para aturdido, aun asi la fuerza que tenia Keyler era bestial, casi podía dominar a esos cuatro hombres él solo y trató de escapar, pues sabia que al momento en que lo soltaran perderían el poder sobre él, ya que conocia cada rincon de ese barrio, podia correr y esconderse fácilmente, pero en un momento los oficiales llaman refuerzos y logran tomarlo con fuerza, lo trasladaron a otro vehículo que transportaba a los presos en un cubículo separados de los guardias.

El hombre que había sido agredido por el acusado al recuperar el aliento bajó del vehículo tosiendo de manera desesperada, su rostro estaba morado y sus ojos rojos e hinchados, perdió el equilibrio y cayó de rodillas al piso. Estuvo a punto de morir en manos de aquel despiadado asesino de tan solo veinticinco años, así que esperó a recuperarse, guardó silencio y se subió en la parte delantera del otro vehículo hasta llegar a la estación policial más cercana donde entregaron al muchacho a sus superiores

Ya pasadas las cuatro horas en las que Keyler había permanecido encerrado en la sala de interrogatorios sin ser atendido, sin comer ni beber absolutamente nada y comenzaba a impacientarse, el saber que sería encerrado por mucho tiempo aumentaba su ansiedad y claustrofobia, podía sentir los nervios a flor de piel

Dos oficiales y un médico psiquiatra observaban su comportamiento detrás de ese amplio cristal junto al comisario Rodríguez y se sorprendían de ver su cara seria, a veces feliz, a veces triste, deprimido o enojado. Era como si tuviera personalidades diferentes dentro de sí mismo, por lo que el psiquiatra evaluaba lo antes mencionado y juntos debatían sobre este nuevo caso

Media hora más tarde Keyler rompe en llantos, un llanto que reflejaba el suplicio que padecía el muchacho por esta penosa situación y se culpaba por la desgracia de haber perdido a su mujer y su hijo, mientras que comenzaba a balbucear un sin fin de cosas sin sentido teniendo un alegato interno consigo mismo para a lo último agudizar la voz exigiéndose que tenía que mantener la calma y que no debía sentirse culpable

¿Un hijo? —se preguntaba el médico para sus adentros con una mirada inexpresiva, los ojos bien abiertos y su mano sosteniendo su barbilla

Suspiró pesado y le pidió al comisario que le diera prioridad a la autopsia de la víctima

—Necesito los resultados de la autopsia lo antes posible, apresure ese asunto. Es momento de hablar con el acusado —sugiere el doctor—. Permítame entrar a mi primero antes de que pasen a interrogarlo, necesito conversar un poco con él mientras esté tranquilo. Según lo que he podido evaluar en todo este tiempo el muchacho sufre de esquizofrenia del tipo paranoide agresiva, posiblemente progresiva, puede estar produciendo una alteración de la percepción de la realidad, no tenemos un diagnóstico psiquiátrico que respalde su salud mental, por lo que hay que empezar de cero. Hay un niño de por medio, no sabemos si vivo o muerto y tenemos que saber que pudo haber hecho con él en medio de su crisis. Que el forense nos informe si la víctima estaba encinta al momento de quitarse la vida o si tuvo un parto previo a su muerte

—¡SE DECLARÓ CULPABLE! —gritó el comisario con rabia dando un fuerte golpetazo en su escritorio haciendo sobresaltar al doctor— Es suficiente con eso. Ese infeliz casi mata a uno de mis hombres, no merece ni una pizca de solidaridad. La fiscal estará aquí mañana a primera hora y a ese loco de mierda le darán la pena de muerte, te aseguro que eso será todo. Sin tantos dolores de cabeza

—Es un paciente esquizofrenico y hay que tratarlo como tal antes de enviar su caso a fiscalia, incluso puede ser peligroso si se encuentra a solas con la fiscal Marín que es una mujer de avanzada edad. Necesito entrar y establecer un diagnóstico confiable del que ella pueda tener conocimiento y actuar conforme a ello, si confirmo mis dudas él deberá permanecer internado en un hospital psiquiátrico para rehabilitarse antes de recibir el veredicto que dicte el juez. De momento no quiero que sea retirado de esa sala de interrogatorio, eso podría bloquear su mente y será mucho más difícil para hacerlo cooperar. Deberá confiar en mí.

—¿Confiar? ¿De que demonios está hablando? ¿De verdad cree que los familiares de todas esas víctimas estarán felices de ver a su asesino internado en un hospital? Recibiendo tratamiento médico gratuito y respirando aire fresco como si lo mereciera?

—Tendrán que comprender que esto será parte de sus derechos

—Se nos van a venir encima uno a uno y no voy a manchar mi reputación solo por ayudar a un psicópata narcisista como este. Es un asesino serial. No vale la pena

—¿Reputación? —se aclara la garganta—. Déjeme decirle que usted está muy equivocado. Mi amplio conocimiento en este oficio me ha hecho creer con firmeza que toda persona en este mundo a pesar de su caos mental vale la pena —reiteró el doctor–. Cada psicópata tiene su historia. Permítame conocer la de este joven, no pierde nada con dejarme hacer mi trabajo, ocupese usted del suyo

—He dicho que no —le alza la voz una vez más y el doctor tan solo fija su atención en la conducta a la defensiva que adopta su acompañante

—¿Le teme usted a algo, comisario Rodríguez? No veo motivo para que se niegue tan rotundamente

—Es un maniático asesino, ¿Por qué insiste? Ni siquiera es su familiar ¿Qué más da si paga cadena perpetua, lo sientan en la silla eléctrica o lo matan al llegar a prisión?

—Entonces asumo que usted se hará responsable de lo que le suceda a mi paciente —sentenció mirándolo a los ojos—.

—¿Que? Por supuesto que no. ¿Pero qué está diciendo? —refutó enrojecido de cólera—. ¿Usted está loco?

—Voy a hablar con el acusado justo ahora y usted se irá de aquí sin decir una sola palabra más. Busque de apresurar el proceso de las pruebas que le pedí. Necesitaré el informe detallado cuanto antes.

Ordenó el doctor justo antes de adentrarse a la sala donde se encontraba aquel intranquilo muchacho, sabía que el comisario corrupto no estaba en posición confrontarlo, ya que en el pasado le había descubierto unas malas andanzas

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...PALABRAS DE AUTOR:...

Estimados lectores, nuevamente les hago entrega de otra historia con la esperanza de mantenerlos entretenidos una vez más, espero que les guste tanto como mis anteriores trabajos.

De antemano les informo que esta no es la típica historia feliz y romántica como la que acostumbro a escribir, es una historia compleja que si pierden el hilo de la misma posiblemente se pierdan y se les enrede la lectura. La historia viene cargada de múltiples asesinatos, los cuales son descritos tan explícitos que desde ya les advierto que si no están acostumbrados a este tipo de relatos deben abandonar la historia

Para los que decidan quedarse, les agradezco de antemano su apoyo

Es una trama en la que el amor es enfermizo, tóxico y obsesivo de parte de nuestros protagonistas, pero a pesar de ello es persistente y real.

Les prometo que sentirán tanto odio, como empatía hacia el protagonista y vivirán como a carne propia su historia de vida

Les pido comprensión, si se consiguen con situaciones que no sean de su agrado. Aquí se habla de una persona con trastorno y personalidades múltiples y para la mente de estas personas cualquier situación puede ser permitida sin recriminación alguna

Por favor respeten mi trabajo, tanto como yo respeto sus opiniones y respondo a sus comentarios de la manera más cordial que puedo ofrecer.

Si mi historia no les satisface tan solo déjenla sin calificar mal ni dejarme malos comentarios.

Gracias por dedicarme un pedacito de su valiosísimo tiempo y tengan todos una agradable lectura

Les mando un saludo cordial y un enorme abrazo

Capítulo 2. Cenizas de un pasado doloroso

Capítulo 2

Cenizas de un pasado doloroso

El doctor se marcha de la oficina de aquel comisario, mientras camina hacia la sala de interrogatorios va pensando en la actitud de este hombre, es normal en el comportamiento de todo ser humano sentir algún tipo de desprecio y aborrecer a un criminal de su clase, es como un método de autodefensa, pero este tipo de ensañamiento debe traer consigo una historia, misma que tiene todas las intenciones de descubrir

Se adentra a la sala y aquel muchacho seca sus lágrimas y lo mira fijamente. El doctor extiende su mano en forma de saludo, sonríe y se presenta antes de sentarse

—Hola, mi nombre es Álvaro Ordóñez y desde hoy seré tu médico. Tu eres Keyler, ¿No es así? ¿Quieres conversar a cerca de lo que te acusan? —indaga de manera amigable, pero el muchacho no reacciona ante su evidente estímulo—.

—No estoy loco, y yo ya tengo un doctor, gracias por preocuparse —responde adoptando una conducta prepotente—. ¿Qué quiere?

—Cálmate, si te pones tenso no vamos a poder hablar, no vengo a lastimarte en absoluto, solo quiero saber por qué lo hiciste, necesito entender tus motivos para darle mayor seguimiento a tu caso

—¿Entonces viene a juzgarme? —se levanta de su asiento inclinándose hacia el doctor— No necesito que nadie venga a decirme lo que he hecho mal ni como lo puedo solucionar porque no me interesa

—Tan solo quiero ayudarte —hace señas para que vuelva a sentarse—, pero antes debes contarme cuantos homicidios cometiste y por qué lo hiciste. Si hay mas de los que hemos podido corroborar. Encontraron objetos desagradables e inusuales dentro de tus pertenencias con las que te disponias a escapar. También indicaron los oficiales que se encargaron de tu arresto que escondiste un diario, es decir, alguien lo ha mencionado, pero no lo encontraron dentro de la propiedad ¿Escribias ahí todos tus asesinatos? ¿Dónde lo has dejado?

—Supongo que le va a gustar leer cada uno de mis relatos —responde con una sonrisa amplia—. Lástima que solo yo pueda hallarlo.

—Bien —balbucea el doctor— Asumo que no llegaremos a nada

—Si me pondría a contar sus cuerpos con los dedos de mis manos, me temo que me hará un par de manos extras —se burla con sadismo en su rostro—.

—Sé que son más de diez... Dime, ¿escribiste detalladamente cada uno de esos acontecimientos? Cuéntame donde puedo hallar ese diario, prometo mantenerlo en secreto hasta evaluarte bien solo quiero comprender que tanto desorden hay dentro de tu cabeza.

—¿Secreto?—bufó— ¿Por qué habría de querer eso? Le confesé a Killer todo lo que hice porque quería que el mundo entero lo supiera, pero será a su debido tiempo

—Entonces si relataste cada uno de ellos. Lo que indica que fueron homicidios premeditados. Estabas consciente de tus actos al momento de ejecutarlos lo que te hace responsable de cada uno de ellos, quisiera saber que te influenció, o quien —el doctor pregunta y mira atento sus expresiones para escribir todo en su libreta

—Todo... Mi primer amor, mi adorada Monique, lo doloroso de una traición y el abandono. Cada persona que me lastimó, cada detalle, todo era importante y merecía ser guardado no solo en mi memoria. Quiero que cuando muera la gente me tema y también me ame por la misma razón. Sé que llegaré a ser venerado como un Dios

—¿Killer? —indaga con preocupación—. ¿Quién es él?

—Sí... Asesino, Así se llama, puedo confesarle lo peor de mí y no me juzga como las personas

—¿Quieres decir que Killer es la segunda voz en tu cabeza?

Interroga Álvaro y el muchacho niega con su cabeza y sonríe ligeramente, su mirada gélida y perturbadora le envía un escalofrío al doctor, pero este no le da siquiera indicios de que le tiene miedo, pues es la verdad, este hombre no le teme en absoluto, le causa curiosidad saber qué lo llevó a este extremo.

Keyler se acerca al médico sonriendo y murmurando un sin fin de cosas sin sentido y este queda consternado al ver como el muchacho reacciona ante la disyuntiva dentro de su cabeza

Álvaro podía visualizar lo inestable que se sentía Keyler en todo momento, sus altibajos y su conducta agresiva consigo mismo golpeando su cabeza como tratando de silenciar todo aquello que lo agobia, tenía un diagnóstico listo, tan solo era preciso solicitar que le hicieran unos análisis para corroborar su teoría, pero el comisario al ver que el acusado se altera entra a la sala de interrogaciones tirando la puerta y de manera agresiva toma al médico por el cuello de su camisa culpándolo por alterar la salud mental del acusado

—Eres un maldito imbécil —el comisario se dirige al doctor de manera grotesca— Sabes bien que bajo tratamiento no lo pueden llevar a juicio, estás haciendo todo esto para que se altere y tengan que sedarlo. ¿Qué diablos crees que estás haciendo? —amenaza con golpearlo y Keyler se mete a defensa de Álvaro

—¿Qué crees que haces, infeliz? —el muchacho golpea al comisario por la parte trasera de su cabeza con las esposas que aún llevaba puestas— Déjalo en paz maldito bastardo

El comisario trata de golpearlo de vuelta, pero es detenido por Álvaro quien lo aparta atrayendolo hacia él y le susurra algo en el oído, lo que hace que este hombre se quede tranquilo y en silencio observando al muchacho a modo de desafío

—Comienza el interrogatorio. Dime quien fue tu primera víctima —indaga el comisario bruscamente y el muchacho cubre su cara con ambas manos, se dirige a un rincón de la sala donde se agacha como un niño recién regañado y comienza a llorar con desesperación—

—Deja de hacer dramas que eso no te funcionará en este lugar —le grita el comisario exasperado, mientras que Álvaro vuelve a interceder para que se tranquilice—

—Oye, cálmate, soy tu amigo —se acerca a Keyler sentándose a un lado de él—. Está bien, cálmate y siéntete libre de hablar

—Tú crees que estoy loco y él quiere encerrarme en un calabozo, yo no nací para estar encerrado y no elegí tener esta vida de mierda —grita con enojo—.

—Solo vamos a conversar, yo no he dicho que estás loco, no te he puesto ninguna etiqueta, jamás lo haría tu estás bajo arresto y el comisario solo hace su trabajo —responde de manera tranquila—. Debes contestar sus preguntas, es lo que hacen todas las personas cuando son acusadas de algo. Cooperan

—No lo recuerdo, ¡NO RECUERDO NADA! —grita— Tan solo déjenme en paz

Comienza a autolesionarse de nuevo

—Está bien, entonces hablemos de otras cosas —sugiere el doctor evitando presionarlo—

—Yo la maté —responde en voz baja, casi en un susurro y con lágrimas en sus ojos— Nadie supo que estuve ahí cuando ese infeliz la violó, pero yo lo vi todo, fui yo quien acabó con su vida aquel día. Mi hermana era la persona que más me amaba y me cuidaba como nunca nadie lo había hecho, pero me dijo que no podría vivir con eso, me pidió que la ayudara y la ayudé porque de no hacerlo ella igual lo habría hecho por su cuenta, pero me pidió que no la dejara sola, me rogó que lo hiciera y me partía el alma verla suplicar de esa manera. Yo solo coloqué una almohada sobre su cabeza apretando con fuerza y esperé ahí un momento, ella ni siquiera puso resistencia, tan solo tenía trece años y toda una vida por vivir, yo puse fin a su vida, pero ese infeliz ya había acabado con sus sueños

—Eres un maldito maniático de lo peor... Era tu hermana. Voy a matarte con mis propias manos como lo hiciste con tus víctimas, cerdo asqueroso, deberías estar muerto —le grita el comisario intentando golpearlo y Álvaro una vez más lo detiene

Los recuerdos llegan a la mente de Keyler como un flechazo y este se hace un ovillo humano metiendo su cabeza entre sus rodillas y cubriendo con sus brazos, llorando desconsolado

—Seguiremos en otro momento, es preciso que relajes tu mente ahora para que sigamos hablando mas tarde, trata de descansar un poco —ordenó Álvaro temiendo que su paciente tenga un colapso

—Después maté a su agresor —continúa Keyler quien levantó la cabeza al sentir los pasos de su doctor dirigiéndose hacia la puerta. Odiaba hablar de su pasado, era tan doloroso que sentía como si le encajaran miles de dagas en su piel, pero quedarse solo en aquella sala fría le parecía aún peor— Lo haría mil veces más si pudiera. Merecía morir y debía ser yo quien lo hiciera sufrir, era mi venganza, la primera vez que me sentí tan bien haciendo algo que no debía

Golpea su cabeza frenéticamente tan fuerte como puede

"No quise hacerlo, no debí matarla a ella"

~Tenías qué... ella lo quiso así, lo hicimos juntos —se repite

Cállate —grita y golpea su cabeza con más fuerza—. Ella me cuidaba, era buena

"Estaba manchada, no nos merecía"

El médico lo analiza por un momento y luego sale de la sala junto con el comisario, dejando solo a Keyler con su ataque de ira, tristeza, miedo y ansiedad... Sentía que iba a explotar de rabia en ese momento al desmantelar todos los recuerdos que había bloqueado por tantos años tratando de proteger su mente del dolor, minutos después tuvieron que sedarlo, pues sus intentos de quitarse la vida eran cada vez más frecuentes

...

Por la mañana el golpeteo de unos tacones hacía eco en aquel solitario pasillo, una mujer de complexión robusta, alta y estilizada caminaba firmemente con su frente en alto, su portafolio en una mano y en la otra sostenía su café.

Era la fiscal Marín que recientemente se incorporaba a su antiguo trabajo. La apodaban Cruela y esto se debía a lo implacable que era ejerciendo su labor... Es informada sobre el avance del caso, sonrió de lado y se quitó sus gafas de lectura mientras se adentraba a la oficina

El muchacho aún seguía en la misma sala. La fiscal ordena que le lleven desayuno y seguido de eso se adentra para hablar con él

—Buen día, Ciudadano Sierra... Soy la fiscal Lissa Marín, responsable de llevar su caso ante la corte, tengo entendido que se declaró culpable.

¿Por qué se negó a recibir a su abogado?

—No necesito uno —responde con frialdad mientras le daba un mordisco a su hamburguesa— ¿Sabe algo, señora fiscal? No me arrepiento de haberlo hecho —ladea una sonrisa macabra y la fiscal hace un intento sobrehumano por conservar la calma, mientras da dos pasos lentamente y en reversa

—Bien... Hablemos de la más reciente víctima ¿Qué sucedió con Clara Garcés?

—Monique...

SE LLAMA MONIIIIIIIQUE

Capítulo 3. Historia sombría

Capítulo 3

Historia sombría

Clara Garcés es una chica de 22 años, distraída, introvertida, responsable y apasionada por sus estudios. Con unos pocos días de nacida llegó a una casa hogar de una manera un poco inusual, ya que al nacer había sido condenada a muerte, pero lejos de todo ese oscuro destino que le acechaba a las afueras de ese orfanato encontró una familia en ese lugar, allí recibió su nombre y por supuesto, el apellido de la madre superiora como todos los demás. Luego de cumplir su mayoría de edad se vio obligada a dejar el orfanato, lo que la llevó a conseguir algunos trabajos de medio tiempo para así poder costear sus estudios.

Llevaba una vida tranquila, pero tuvo la mala suerte de gustarle al chico equivocado...

Este día, como cualquier otro, se levantaba a deshora y esto se debía a que pasaba largas horas de la noche estudiando para pasar sus exámenes finales.

Era fin de semana y como siempre no tenía tiempo de distraerse, debía trabajar en la biblioteca y por la tarde en la cafetería, tenía que trabajar duro para mantenerse, pagar su hospedaje, estudios y algunas deudas que tenía pendientes

—Clara, vamos, llegaremos tarde. No perderé un día más de trabajo por tu culpa —gritaba Cinthia; su mejor amiga, mientras tocaba una y otra vez el claxon de su viejo Corvette rojo—

Cinthia a pesar de no tener una vida demasiado ostentosa provenía de padres con buena posición económica, pero su rebeldía la condenó a aislarse por completo de su familia teniendo la necesidad de salir a trabajar para obtener sus propias cosas

Todos los días pasaba buscando a Clara para ir juntas a la universidad y tanto por las tardes, como los fines de semana iban juntas a la biblioteca central donde tomaban algunos turnos de trabajo

Por su parte; Clara, que apenas salía de la ducha gritaba exasperada mientras trataba de colocarse su camisa, subirse el pantalón, tomar su bolso y comer algo... Todo al mismo tiempo antes de salir de casa, cosa que era molestamente imposible

—Ya voy... Ya voy. Estoy casi lista —refunfuñó la muchacha a gritos aun desde el interior de su casa— Terminaré mi café de camino a la biblioteca. ¿Quieres un poco?

Preguntó con la boca llena, venía comiendo desesperada dando la impresión de que no había comido por algunos días, pero su amiga tan solo le hizo mofas desagradables al mirarla

—Claro que no, y no hables mientras estés comiendo, ¡Asquerosa! Además, tu café sabe horrible... No entiendo como es que nunca aprendiste a hacer nada la cocina, eres la única persona en el mundo que se le quema hasta el agua del café.

—No es como si contara con el tiempo suficiente para al menos aprender a encender la estufa —responde sonriente y se encoge de hombros —

—Entonces esfuérzate más. Últimamente eres un caos andante. No cocinas, no te arreglas, ¿Quien va a voltear a mirarte en ese estado? Mírate, pareciera que te peleaste con el peine —saca un cepillo para el cabello de su bolso y se lo tira a su amiga en las piernas— Arréglate un poco, acomoda tu abrigo, estas hecha un jodido desastre y sí, eres hermosa, pero si no te arreglas y encima no sabes cocinar no vas a lograr retener a un buen hombre a tu lado. Si sabes lo que dice la vieja Margot... Que el amor entra por el estómago —se burla—

—¿Y para que quiero un hombre? Lo que me das a entender con todo esto es que tu abuela necesita un buen revolcón para que deje de estar pensando pendejadas —se ríe mientras chupa sus dedos que estaban repletos de salsas—

—Esa momia ya no debe sentir ni mierda por ahi abajo

—La tiene muerta —ambas se burlan—.

—Aqui quien deberia buscar quien le desordene hasta los pensamientos eres tú. ¿Hasta cuando vas a guardar esa castidad? ¿No has oído eso de que mientras llega el indicado puedes ir disfrutando con el equivocado?

—Antes prefiero comprarme un vibrador. No necesito ni quiero a un hombre estorbando en mi vida. No quiero a nadie que esté todo el día dándome lata por todo y por nada

—Eres un caso perdido —responde Cinthia virando sus ojos hacia arriba

—¿Quién dijo que necesito cocinar? Mientras puedo vivir de Sándwich y fideos instantáneos

Cinthia conduce de prisa, aun así llegan a su trabajo algunos minutos tarde como ya les es costumbre y nuevamente son regañadas por la vieja supervisora, una señora que ronda casi los setenta años de edad y es sumamente amargada, las chicas aguantan el sermón que doña Lupe le repetía a diario, mientras que Eusebio; su esposo, quien era el encargado del lugar les hace señas a espaldas de la doña para que no les presten atención. Ellas se retiran sonrientes y enseguida comienzan con su labor

Afuera alguien observaba en secreto a la dulce e inocente Clarita, ella caminaba sonriente por los amplios pasillos de esa biblioteca, mientras que sin saber deleitaba la vista de quien llevaba tiempo siguiendo sus pasos muy de cerca y en silencio. Su actitud soñadora y de mujer perseverante la hacía destacar entre la multitud, llamando la atención de muchos hombres que buscaban la forma de conseguir una oportunidad con ella, pero aun así ese alguien que se mantenía entre las sombras se encargaría de alejarlos uno a uno

Este día termina su turno laboral pasadas las 4:30 dos horas después de lo previsto, mientras que Cinthia había terminado mucho antes y se fue a ralizar unos pendientes. Clara debió quedarse a organizar el desastre de libros que dejaban los estudiantes de la academia en las estanterías de la biblioteca, quiénes se lo hacían a propósito para fastidiarla, pues no soportaban que la muchacha estudiara con ellos en el mismo instituto y menos siendo una becaria, por ello le hacían la vida imposible cada vez que tenían oportunidad, odiaban la idea de que una chica de tan limitados recursos los superara en todas las materias

Afuera llovía a cántaros y la chica decide quedarse un rato mas a esperar a que cesara la lluvia para regresar a casa, ya que no habría manera de llegar a tiempo para trabajar en la cafetería, mientras tanto aprovecha ese tiempo para cumplir con sus obligaciones académicas, pero los minutos pasaban volando y la lluvia no cesaba, por el contrario, se hacía cada vez más fuerte y el pronóstico del tiempo en su viejo celular indicaba que una tormenta estaba atravesando la ciudad, así que pensó que debía salir antes de que suspendieran el servicio del tren

Al salir de la biblioteca abrió su paraguas e intentó correr a toda prisa rumbo a la estación más cercana, pero debido a la brisa tan fuerte fue inevitable que el paraguas se le abriera al revés dañándose por completo. Ella con su afan de arreglarlo caminaba hacia adelante con la mirada puesta sobre las varillas tratando a toda costa de enderezarlas y no se dio cuenta de que estaba por tropezar con alguien.

Un muchacho que caminaba hacia su dirección y que ella no se percató de su presencia

—Lo siento señor, yo... No lo vi venir.

Le habla nerviosa antes de alzar la mirada y toparse con unos ojos color café muy hermosos. Mismos que ahora la miraban fijamente con mucha ternura

El muchacho le regala una sonrisa a medio gas y una mirada intensa sin decir una sola palabra, acto que la hace ruborizar de inmediato, seguido de esto tomó su antebrazo dejando en su mano el su paraguas que él traía y tomando el de la chica sin siquiera quitarle la mirada de sus lindos ojos.

Ella lo siguió con la mirada hasta verlo desaparecer entre la multitud... Se quedó paralizada a mitad de la calle observándolo hasta que el sonido del claxon de un enorme autobús la devolvió a la realidad

Era primera vez que alguien le producía tanta curiosidad, pensó que el chico venía de algún otro lugar lejano, pues en estos cuatro años que llevaba transitando por estas calles jamás había visto a alguien tan misterioso como él

Y que se iba a imaginar ella que a quien veía ahora mismo como un ángel en el futuro sería el causante de hacerla vivir un verdadero infierno

...

En la unidad policial una vez más Álvaro trataba de descubrir el hecho por el cual Keyler se había vuelto un homicida, un asesino en serie que disfrutó por tanto tiempo mantener confundida a las autoridades cuando estaban estudiando su modo de operar en sus múltiples y atroces asesinatos mientras que a propósito iba dejando leves indicios en las escenas del crimen de que los brutales homicidios eran ejercidos por una misma persona. El psiquiatra pudo darse cuenta en un momento de que desde su niñez fue influenciado por alguien, así que se propuso a descubrirlo en el poco tiempo que le quedaba, pero el chico era muy reservado, no daba señales de nada

Keyler tenía su marca personal que diferenciaba su trabajo con el los demás asesinatos de la ciudad. Pues el hombre era un maniático fetichista que tomaba una parte en específico del cuerpo de cada una de sus víctimas y hasta hace poco habían podido corroborar que las transportaba consigo a donde quiera que iba

—Cuénteme, ¿Por qué tomar el dedo meñique izquierdo de la mano de cada una de esas personas? ¿Por qué los llevabas en tu bolso y por qué los ensaltaste en un nylon como si fuesen un collar? ¿Qué simboliza para ti pintar esas equis y esa amplia sonrisa sobre el rostro de tus víctimas y por qué lo hacías con su propia sangre? —interroga con atención—

—¿Por quien me tomas? Sería un verdadero idiota si los hubiera pintado con mi propio líquido vital. Me habrían descubierto en un santiamén. Y lo hice por diversión, me parecía muy aburrido no hacer algo innovador, ver sus caras pintadas de esa manera era lo que le daba sentido a todo este circo —ríe— Eso le daba motivación. El asunto de los dedos apenas son pequeñeces, un recuerdo, un trofeo, ¿De dónde crees que iba a sacar la sangre para pintar su rostro? A si, cierto que sangraron como vacas degolladas cada uno de ellos, me encargué de hacerlos sufrir tanto como lo merecian y más.

¡No sé porque te espantas si solo es un dedo!

—Ojalá solo fuese uno —comentó el doctor con preocupación—. Encontraron dieciséis dedos dentro del bolso con el que planeabas escapar de tu casa y asumo que tus víctimas superan esa cantidad. ¿A los tres que faltan no les cortaste el meñique o solo los guardaste en otro lugar?

¿Puedes hablarme acerca de Clara Garcés?

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