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La Pasión De Un Beaumont

Beaumont ( Continuación de Mientras tu no estabas Dinastía Beaumont )

El precepto de la familia Beaumont indicaba que llevar el apellido Beaumont no era solo un privilegio de cuna. Ser miembro de la familia Beaumont es apoyarse unos en otros, valorar a la familia como te valoras a ti mismo, llevar al apellido con orgullo. Negar el legado familiar es negar tu propia esencia.

Un Beaumont debe ser independiente, debía desarrollarse de manera personal y no apoyarse solo en el apellido familiar a lo largo de la vida.

Un Beaumont debía de tener dignidad y no desacreditar el apellido familiar con comportamiento inapropiados, conducta delictiva.

Un Beaumont debe de tener integridad, poder ser capaz de revisar y analizar sus propios principios.

Aunque la última generación había pasado por alto varios de esos conceptos.

Henry Beaumont cerró su ordenador, ser la cabeza de la familia era demásiado complicado, a veces sentía como si tuviera ciento cincuenta años y apenas tenia cuarenta y seis años.

Ser la cabeza familiar no solo era velar por los negocios de la familia, sino también por cada miembro de la familia y por Dios que eran una enorme familia ellos eran siete hermanos y tan diferentes como el dia y la noche.

Y entre los siete tenían un total de catorce hijos.

Casado con Casandra Ricci una importante diseñadora Italiana el tenia cuatro hijos, Olivia que tenía quince años, Asher de trece y los mellizos Grace y Charles junior de nueve años.

Su hermano Chris Beaumont tenía una bella familia con la dulce Sarah el tenia dos hijos su hija Ella de quince años y su hijo Dante de diez años

Su hermana Natalie casada con el empresario griego Alexos Zouvelekis tenían cuatro hijos Christopher de quince años , los gemelos Mackenzie y Eleonora de doce años, y Helena de siete años.

Su hermana Madeleyne casada con el empresario Luck Saracco tenia dos hijos Cesare de once años y Danielle de ocho años

Su hermana Katherine casada con el Rey Karim Bakhur de Burhan tenía dos hijos Sharif de quince años y Rashad de ocho años.

Su hermano John a sus veintisiete años estaba en la cima financiera, aunque seguía huyendo del compromiso.

Y por último su hermano Matt hijo adoptivo de sus padres, talentoso en los negocios, pero al igual que John su compromiso era solo con la familia y la empresa. Su vida era un desfile diario de mujeres y salir en los periódicos sensacionalista del país.

Henry se acomodó el saco y se dirigió al salón era el tradicional baile de mascaras de la familia Beaumont, ese año se presentarían en sociedad por primera vez Olivia, Ella, Christopher y Sharif como marcaba la tradición.

Henry besó a su esposa en la mejilla, por primera vez él y Casandra recibirían a los invitados en una mesa se encontraban sus padres sentados Charles y Elsa Beaumont.

Karim Bakhur se puso de pie al observar a su esposa dirigirse hacia la mesa.

Había cosas que nunca cambiarían una de ellas que su esposa era la mujer más sexy de la fiesta, los años pasaban, pero Katherine seguía igual de provocadora y él la quería así.

— Olivia está muy hermosa, es igual a Casandra exclamó Charles Beaumont observando a su nieta.

— Pues será físicamente, porque el carácter no lo saco de su madre tiene un serio problema de actitud comento Henry.

 — Al igual que Ella, comento Chris observando a su hija.— Me recuerda a...

— Ni lo digas, es igual Katherine tan irritante como ella comentó Henry.

— Mi princesa siempre fue adorable, algo traviesa comento Charles.

— Pues suerte con eso veinte años después Kat sigue igual y para completar Sharif ha salido igual a ella comento Karim.

Katherine se acercó a su hijo y le acomodó la corbata.

— Me siento como un muñeco exclamó Sharif algo irritado.

— Compórtate, te dejé traer a tus amigos comento Katherine observando la mesa donde se encontraban Jalil Hazbun y Malek Hazbun herederos del trono de Raleigh.

Olivia caminaba por el salón junto a Ella, su prima. Al pasar por la mesa Malek Hazbun miró a Olivia el tenía dieciocho años.

Olivia lo miró y le sonrió. Malek tenía los ojos color ámbar, el cabello negro, era alto y de cuerpo atlético.

Malek se puso de pie y se acercó a una de las barras para buscar un refresco.

Al darse la vuelta se encontró con Olivia, Ella le sonrió.

— Señorita Beaumont, dijo Malek haciendo una pequeña inclinación.

— Malek, ¿por qué eres tan formal?, nos conocemos hace muchos años, llámame por mi nombre respondió con una pícara sonrisa.

— Es por respeto Olivia, dijo Malek algo nervioso.

— A veces me gustaría que no fueras tan formal, me gustaría verte en el jardín digamos en treinta minutos comento Olivia alentandolo.

Treinta minutos despues ahi estaba Malek una vez mas cayendo a los pies de Olivia Beaumont, Malek acudio a la cita, a unos metros de ahi Olivia se había apostado con sus amigas y comenzaron a reirse de él al verlo acudir con unas rosas blancas.

Lo que más le había sorprendido a Olivia en aquel momento fue la reacción que había tenido él. En lugar de enfadarse o de insultarla, algo a lo que sin duda habría tenido derecho, Malek no había dijo nada, solo la miró.

Malek la observó en silencio, por lo visto él nunca aprendía. Siempre caía en las tetras de Olivia Beaumont y terminaba siendo blanco de sus burlas y humillaciónes.

Superficial

Katherine Beaumont se encontraba sentada en su oficina, cuando anunciaron la llegada de su hermano Matt.

Kat estaba sorprendida no era normal que Matt fuera a Londres a visitarla, sobre todo cuando tres días antes se habían visto.

Katherine observó a su hermano — ¿ Vamos dime?, exclamó.

— Eloisa Anderson, quise verla y no me lo permitieron. Kat estaba estupefacta.— No me mires así, intente rastrear, pero él expediente esta sellado, y mira que he usado todas las influencias de la familia, pero necesitó saber de donde me saco y porque exclamó Matt.

— Lo entiendo, aunque no estoy de acuerdo veré que puedo hacer por ti respondió Katherine.

— Mira independientemente de lo que averigüe, mi familia siempre serán los Beaumont, pero necesitó saber por qué mis padres no me quisieron exclamó Matt.

— Te ayudaré, supongo te quedarás en casa esta noche exclamó Kat.

— Por supuesto me va a encantar pasar tiempo con mis sobrinos supongo ya se metieron en un nuevo lío.

Katherine sonrió, Sharif era todo un caso.

...****************...

Mientras tanto al otro lado del Atlántico John Beaumont ingresaba a su casa con la actriz del momento, protagonista de una de las series más vistas a nivel mundial, una rubia hueca y superficial.

Cuanto más superficial, mejor pensó él

—Sólo tú tendrías la imagen de una mujer desnuda en la pared —la joven fruncio el ceño — Algo raro para un hombre que se rodea de cosas bellas. ¿No es un poco gorda para tu gusto?.

John miró la cautivadora pieza maestra que le había regalado su hermano Chris recientemente.

—En sus tiempos se llevaba estar gruesa dijo John.

— Supongo no hacían dietas exclamó Daphne.

—En realidad una mujer así era muy apreciada comento John, mientras la llevaba por la escalera—. De modo que esta noche estás de suerte.

—Veo que tienes muchos cuadros... son una buena inversión. ¿Son originales? Yo odio las falsificaciones.

— Me he dado cuenta, comento John miró los senos operados con expresión burlona. Haciendo una rápida estimación, diría que el noventa por ciento de aquella mujer era falso.

Y a él le daba exactamente igual.Cuanto más superficial, mejor. Al menos uno sabía con qué estaba lidiando cuando no tenía expectativa alguna.

Daphne se acercó un poco más al cuadro, pero él tiró de su mano.

—Tócalo y tendremos a un escuadrón de policía por compañía esta noche.

—¿Tan valioso es?

— Por supuesto.

—Tú eres un hombre poderoso —sonrió la joven—. A mí no me importa el dinero.

—No, claro que no —dijo John, burlón, sabiendo que esperaba de sus amantes que la recompensaran por el privilegio de escoltarla—. Los dos sabemos que te gusto porque soy amoroso con los animales y los ancianos.

—¿Te gustan los animales?, pregunto ella.

—Siempre he tenido debilidad por las criaturas desamparadas.

—Ah, eso es muy hermoso. Me encantan los hombres duros con un lado tierno —dijo ella, enredando los brazos en su cuello—. ¿Te das cuenta de que hemos cenado juntos dos veces y no me has contado absolutamente nada sobre ti—.

—¿Te das cuenta de que hemos cenado dos veces y tú nunca has probado la comida? — alejando hábilmente la conversación de cualquier tema personal, John empezó a bajar la cremallera de su vestido

—Veo que no te andas con vueltas.

—Digamos que ya está bien de juegos verbales —murmuró él, tirando del vestido. Pero arrugó el ceño ligeramente al notar los huesos bajo la piel.

—La gente paga mucho dinero para ver este cuerpo en la pantalla —murmuró la joven, acariciando su brazo con las uñas—. Y tú, John Beaumont, lo vas a conseguir por nada. -No era cierto, pensó él, mirando su collar. Un collar de esmeraldas que él le había regalado esa misma noche.

¿Eres tan seguro de ti mismo? ¿es porque eres un Beaumont?

—No, es porque yo soy así. Cuando algo me gusta, voy a por ello —dijo John, levantando su barbilla con un dedo para mirarla a los ojos—. Y cuando me canso, lo dejo atrás.

—Sin pedir disculpas. Frío, despiadado, decidido...

—¿Estamos hablando de mí o de ti?. Estoy confundido.

—yo juraría que tú no has estado confuso en toda tu vida —sonriendo, la joven deslizó un dedo por su labio inferior—. Cuéntame algo personal sobre ti. Sólo una cosa.

—¿Qué quieres saber?,¿Quieres saber algo sobre mí? —John inclinó la cabeza para besar su cuello—. Si me entregas tu corazón, te lo romperé. Recuerda eso, muñeca. Y no lo haré con delicadeza.

—Si estás intentando asustarme no lo vas a conseguir —los famosos ojos verdes se habían oscurecido de deseo—. Me encanta un hombre que sabe ser un hombre. Especialmente cuando, además, tiene un lado tierno.

—Yo no tengo un lado tierno. Me da igual lo que piensen de mí. Ven a mi cama y te garantizo una noche fantástica, pero nada más. Si estás buscando un compromiso, has elegido al hombre equivocado.

—Los finales felices son para las películas. Es lo que hago durante el día, dijo ella, levantando una mano para acariciar su mandíbula—. Debería pedirte que te afeitases antes de tocarme, pero me gusta tu aspecto. Eres tan guapo, John, que deberías estar prohibido —añadió, levantando la cara para ofrecerle sus labios—. Mi último compañero de trabajo necesitaba ayuda para entender el cuerpo de una mujer, pero tengo la sensación de que contigo no voy a tener ese problema.

—Siempre he tenido buen sentido de la orientación —John la empujó suavemente hacia la puerta y la actriz dejó escapar un gemido.

—Sí, —jadeando, abrió su camisa de un tirón, enviando botones por todas partes antes de tirarla al suelo—. Habiendo llegado a la parte de la noche que más le interesaba, John la tomó en brazos y colocó sobre la cama...

Enemigos

Alexos Zouvelekis golpeó la mesa, en dieciocho años de relación Nathalie nunca lo había visto así.

— Nunca, tú no me puedes estar hablando en serio le espetó a su padre poniéndose de pie

El hermano menor de Alexos Zouvelekis decidió intervenir.— Papá entiende nada bueno saldrá de un negocio con Petros Gakis.

—¿Por qué acude a nosotros Petros Gakis? —preguntó Alexos, caminando a lo largo de la terraza de su lujosa mansión ateniense.

Luego se detuvo para estudiar la expresión de su padre; pero no notó nada. El hombre había aprendido desde muy joven a ocultar sus emociones—. La enemistad entre nuestras familias se remonta a dos generaciones.Al parecer, ésa es la razón de su acercamiento —dijo su padre—. Cree que es hora de arreglar las cosas. Públicamente.

—¿Y cómo es que Petros Gakis quiere arreglar las cosas? Es un hombre malicioso y despiadado. El solo hecho de que su padre estuviera dispuesto a encontrarse con aquel hombre lo sorprendía. Pero su padre se estaba haciendo viejo, pensó Alexos con pena, y la pérdida de la primera empresa familiar hacía muchos años siempre había sido una daga clavada en su corazón.

—Petros Gakis quiere una unión familiar, quiere que Sander se case con su hija.

— Por supuesto que no tengo interés alguno en casarme y de hacerlo no lo haría con una mujer como esa exclamó Sander.

— Estoy de acuerdo con Sander, una mujer como Analissa no podría ser nunca una Zouvelekis y Sander no sería un buen esposo.

— Gracias por la confianza, pero estoy de acuerdo contigo comento divertido Sander.

— No hablaba de Analissa, si no de Miranda. Al menos conocela exclamó su padre. Sí no me equivoco ha pasado su vida recluida en la isla. Antes o después tendrás que casarte con “alguien” —señalo —. ¿Por qué no Miranda? Sander no contesto.

— Tal vez en el futuro considere la posibilidad de un matrimonio de conveniencia —concedió Sander—. Pero no tengo ningún interés de casarme con la misteriosa hija de Petros.

—Antes de criticar las carencias de Miranda, deberías preguntarte que tienes “tu” que ofrecerle a una mujer.

 —¿En que sentido? –inquirió Sander con voz seca.

—Si no tienes corazón que ofrecer, solo se casara contigo una cazafortunas — advirtió Theo con frustración, luego miro a Alexos pidiendo ayuda—. Tu reputación de mujeriego es tal que la mayoría de nuestros amigos no quieren que sus hijas se relacionen contigo.

—No me interesan las vírgenes sumisas ni las arribistas ambiciosas, así que hacen muy bien —masculló Sander con desprecio. Los padres de Sander, griegos y muy conservadores, habían odiado a Emma y se habían negado a aceptarla como esposa de su hijo menor, mas cuando tenían en alta estima a Nathalie, esposa de su hijo mayor Alexos . Emma tenia reputación de mujer casquivana su turbio pasado ofendía a sus padres - Mas alla de Analissa, su hija Miranda es una joven decente y bien educada —siguió Theo con determinación, convencido de que solo un matrimonio como ese podría apartar a su hijo de la vida de fiestas y escándalos continuos que estaba destrozando el corazón de su madre—. No veo razón que impida que, con el tiempo, seas feliz con ella, además con esa unión terminaría una guerra entre familias. Como bien saben el hijo de Petros murió hace dos meses, sus negocios quedarán a la deriva y ya está cansado de esta batalla.

— Sus negocios no quedarán a la deriva tiene dos hijas mujeres.

— La reputación de Analissa no es la mejor y tengo entendido en que Miranda no ha estudiado.

— Lo pensaré respondió Sander.

...****************...

En una isla en el Egeo. Miranda observaba a la pequeña pintar. Fue cuando escucho el helicóptero acercarse a la casa.

— Anastasia, ve a la cocina con tu madre exclamó Miranda.

— Como ordene señorita exclamó Anastasia dejando el pincel.

Anastasia corrió hacia la cocina, ella también había escuchado el helicóptero.

Al ingresar a la cocina, su madre le ordenó que fuera a su habitación. Aunque el señor Petros Gakis no solía ingresar a la cocina, si veía a la niña enfurecería.

Miranda estaba en la sala cuando ingreso su padre.

— Buenas noches, padre.

— Así que aquí estas, mejor así me ahorras el tener que buscarte. Si Giorgios no hubiera muerto —dijo Petros refiriéndose a su hijo, que se había estrellado con su lancha de carreras dos meses antes—, ni se me hubiera pasado por la cabeza venir a verte, después de mucho pensar es hora de que te cases.

— No lo haré, ya se lo he dicho exclamó Miranda.

— Ya sabemos como termino tu último arranque de rebeldía le espetó Petros. – Miranda desvío la mirada, nueve años después su padre la seguía castigando.—

Quiero que te cases con Sander Zouvelekis.

Miranda lo miró sorprendida los Gakis y Zouvelekis habían estado enfrentados por dos generaciones

— Son tus enemigos¿ porque quieres esa unión?, pregunto Miranda.

— Un matrimonio de conveniencia es lo mejor, los motivos que yo tenga no son asuntos tuyos, piensa en los beneficios que recibiras.

— No veo cuales exclamó Miranda.

— Te dejaré salir de la isla, después de nueve años.

Miranda lo miró era una oferta tentadora, pero no era suficiente.— Supongo que si vino aquí es porque Analissa no sirve para este trato. Lo haré con dos condiciones.

— No, el único que pone las reglas aquí soy yo, jamás permitiré eso.

— Ni siquiera sabe lo que quiero, ya me resigne. Irina y su hija se irán conmigo y usted se hará cargo de que ella sea educada como lo que es una…

— ¡No te atrevas!, ella es la hija de la sirvienta exclamó Petros.

— Es mi hija, aunque usted la odie y si no puedo darle un lugar en mi vida al menos le daré la educación que le corresponde por derecho. Son mis condiciones a cambio por una vez cumpliré su deseo de emparentar con una buena familia aunque sean sus enemigos...

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