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Los Placeres Del Engaño

Parte 1: Paz Antes de la Tormenta

...Prólogo...

Lo sabía, y, comprendía la magnitud de las consecuencias que mis decisiones conllevaban.Mi padre es un hombre de gran poder, que desde entonces respeta mis decisiones, me ve como la adulta que soy, que me apoyo cuando lo necesite, me protegió, protege a su familia y me protege a mí, su tesoro más valioso.

Y no me quejo, se lo que soy y lo que valgo, amo a mi padre al igual que a mi familia, pero el jamas se imaginaria lo que estaba haciendo.

Porque nada se comparaba a él, nada podría llegar a igualarlo, al hombre que ente momento me poseía de la manera más bestial que adoraba y deseaba.

Todo en el grita oscuridad y peligro, sus cautivadores mares me veían con anhelo, con la pasión que solo él lograba transmitir con esa mirada afilada y gélida, solo él podía satisfacerme como quiero, si lo quiero rápido, lo hace, si lo quiero rudo, lo hace, si lo quiero duro, me lo da.

Estar con en él, me hacía olvidarme de mi vida, estar cerca de él, el oler su perfume, ese calor lascivo me prendía como una flama ardiente e insaciable.

No lograba comprender mi entorno, no podía gesticular tan siquiera las sílabas más que solo la "A", mientras mis manos fueron sometidas ante el agarre de sus poderosas manos, fuertes y callosas, digno de un oficial de alto rango mientras que yo sucumbía ante sus empujes constantes y duros.

Mis oídos solo escuchaban el vacío, un pitido que cuando algo te dejaba aturdida, ensordece, eso ocurría conmigo. Deje de oírme, de oírlo, de escuchar los golpes de la cabecera en la pared, de escuchar como nuestras pieles chocaban en ese lujurioso choque, en como sus embestidas llegaban hasta ese punto, donde golpeaba mis paredes brindándome un enorme placer.

Mis caderas buscaron más de él, mi espalda se encorvó al sentir el traspaso de aquella barrera tan íntima, su mano libre se aferraba a mi pierna manteniéndola anclada a su cintura, mientras la otra sostenía mis manos con una fuerza que impedía liberarme.

El sudor corría por mi cuerpo debido al calor, y no era la única, también veía como aquella gota de sudor corría por su rostro hasta su barbilla y ver, sentir como caía en mi pecho, mi espalda se arqueó más y enterré la cabeza en la almohada sintiendo como mi interior ardía, avisándome que después de tanta espera, de tanta tortura al fin pude obtener ese explosivo y deseoso orgasmo, uno que solo él podía darme.

Mi cabeza voló, estába perdida, desorientada y sobre todo excitada.

Si, esa soy yo, la famosa arquitecta y diseñadora de hogares y hoteles de lujo, soy la que está en boca de todos, que es admirada por su fama y belleza, deseada e envidiada por aquellas a la que nos le queda otra opción que aceptar que no lograran superarme.

Pero no solo soy la mujer modelo, perfecta y buena, como los demás también tengo mis secretos, mis obsesiones, mis adicciones, mis ojos se enfocaron en este hombre, que me tiene sucumbiendo en un abismo donde sus demonios me llevan al placer.

Un hombre como él, dueño de una de las industrias más importantes, siendo un Coronel condecorado y con reconocimientos por su alto valor ante la nación, dueño de casi toda la ciudad en la cual vivo, el protector de la nación.

Pero al igual que yo, sus demonios fueron desatados por mí, por su obsesión para conmigo, por su adicción a mí.

Y no, no era secreto para el, que me había comprometido con un hombre al cual no amo, solo por querer alejarlo de mi al igual que al bastado de mi exesposo.

Capítulo I

Aún lo recuerdo.

Recuerdo el día en que creía que apartar de allí mi felicidad sería abundante.

Lo veo aún, cuando me case con el hombre que me juro lealtad, fidelidad, respeto y un amor eterno, lo recuerdo aún, por qué ese día habíamos leído nuestros votos matrimoniales.

Fue el mejor día de mi vida, nuestros amigos y familias reunidas para festejar nuestra unión, más aún cuando fuimos y disfrutamos de nuestra maravillosa luna de miel, sin duda, fueron los mejores días de mi vida.

Pero, nadie me había dicho que la felicidad cambiaría a hacer algo más sombría, tu distanciamiento, tus desplantes, los olvidos de nuestro aniversario, había sido plantada, apague las velas y salí del restaurante con las lágrimas escurriendo por mis mejillas, intente insaciablemente comunicarme contigo, pero me mandaste a buzón.

En esos mismos días, que fueron una tristeza para mí, el día de nuestra separación me marcó.

Llevaba mí mejor vestido, me había maquillado y arreglado para ti, me había puesto despampanante para ver sis así desistas de la separación, pero no fue así, continuaste con aquello sin algún remordimiento, aun si habíamos pasado tres años de casados.

‐Señora, señora Blackwood...

Mis ojos se enfocan en la mujer delante de mí, sostiene una tableta en su mano, lleva puesto un traje color negro, su cabello va recogido en un moño alto luciendo el cuello de su camisa y saco.

‐Señora Blackwood está usted bien, llevo llamándola casi quince minutos‐. Podía presenciar su preocupación.

Y la verdad yo también me preocuparía, no entendía por qué pensaba en aquello que ya no me afecta, mucho menos desde que descubrí que él había vuelto a hacer feliz al lado de su amante, descruso mis piernas y respiro con profundidad borrando todo rastro de las ideas para enfocarme en solo Miranda, quien me extiende unas carpetas.

‐No es nada Miranda, dime que se te ofrece‐. Dije acomodándome para ver mejor a la joven muchacha.

‐Si, bueno, el señor O'Brien desea tener una junta con los demás socios directivos para discutir acerca de la siguiente propuesta de cadena de hoteles y está en la línea esperando la confirmación de su asistencia...

‐Bien, confirma que si iré, que más...

‐Un nuevo cliente desea reunirse con usted para discutir la construcción y diseño de su mansión en Inglaterra

‐Para cuando es eso...

‐Desea poder reunirse con usted dentro de tres semanas, en lo que regresa de Montreal‐.

‐Bien, entonces agéndalo en un fin de semana, también quiero que confirmes la asistencia de París Harrison y de Nicolás Rigby‐.

Anotaba cada una de las instrucciones que daba en la pequeña libreta de apuntes.

‐Necesito que te comuniques con Trevor para discutir acerca de los nuevos jardines del hotel Wood y de las casas en la playa, también necesito los nuevos planos que mando el señor Fitz para la construcción del nuevo hotel‐. Dije casi en agotamiento, pero a la vez, feliz.

Esa era yo Celine Blackwood Jones la mejor arquitecta y diseñadora de Los Angeles, de Nueva York y de Inglaterra, por ahora solo me encuentro de visita en los Angeles, había cosas que supervisar y aquí estoy para eso. Regresaré en este mismo día a Inglaterra y mi asistente atiende los dos casos.

El resto de la tarde continuo poniéndome al corriente de los nuevos proyectos que me pidieron en los Angeles, no me agota o me ase sentir mediocre, amo mi vida, he salido de viaje, tengo una familia encantadora y estoy sola, sigo revisando los nuevos contratos para posibles adquisiciones que me dejarían más ganancias hasta que un suabe toque proveniente de la puerta me interrumpe.

‐Señora Blackwood su vuelo sale en veinte minutos‐. Me recordó a lo que asentí.

‐Bien, comunica les a mi familia de mi regreso, dile a Mike que me espere afuera, para partir de regreso, de acuerdo‐.

Asiente con una enorme sonrisa carismática cuando sale de la oficina, y yo, vuelvo a apreciar la vista que se me ofrece de la ciudad y en parte del mar.

Aquí estaba, parada en una ciudad que me permitió crecer y vivir la mejor experiencia que no pude haber vivido antes, cuando tan solo era una mujer enamorada y felizmente casada, miró aquel dedo yace sin ninguna sortija y lo apreció pues de no haber sido de aquellos días, nunca había logrado a ser lo que soy ahora, una mujer líder, emprendedora y poderosa, tomó mi bolso y apreció la vista por una última vez antes de marcharme y regresar a mi hogar.

Sonrió con amplitud sintiendo como el aire a mi alrededor no me asfixiaba, no me acorrala en aquella mujer dosis y comprensiva que fui mucho antes de ser ahora lo que soy.

Saludo a mis empleados quienes de la misma manera lo asen efusivos, saben lo que soy, soy comprensiva, bondadosa y flexible con ellos, ese fue un consejo que mi padre, un hombre de renombre, de poder y empresario me dijo cuando decidí emprender mi profesión como arquitecta "Si deseas tener tu propia compañía, mantén feliz a tus trabajadores, pues un trabajador feliz, te servirá por años", y hasta ahora, así lo hago, me saludan y admiran por mi buena directiva y eso es más que suficiente.

Saludo a Mike, mi chófer que al verme me abre la puerta del Rolls-Royce negro y de cuatro puertas, tomó su mano sonriente al ayudarme a subir con comodidad y sobre todo con elegancia.

Miranda va a mi costado, disfrutando de la vista nocturna que nos ofrece en ese mismo instante Los Angeles, California, las luces de los locales alumbran la oscuridad de la noche.

Disfruto de la noche y el aire que entra por mi ventana y choca en mi rostro, me dan la sensación de libertad que nunca había experimentado debido a mis responsabilidades en mi matrimonio, esas que asfixiaban tanto que me impidieron crecer.

Me despedía de Los Angeles con una nueva versión de mi, celebraba el hecho de poder haber crecido y vivido una vida de encanto, no odiaba a nadie, aprendí a perdonar y entonces fue como todo mejoró.

Capítulo II

Había pasado poco tiempo y ya me encontraba de nuevo en el mundo que logre dominar con el paso del tiempo, Londres, una ciudad hermosa a su manera, eso no lo discutía.

Mi querida Amadea abrió las cortinas asiendo que un ligero quejido saliera de mi garganta ante la luz brillante del amanecer que me decía que era un nuevo día.

—Niña se te hara tarde si no te levantas ya —Me dijo conforme dejaba una bandeja con el desayuno preparado en la mesita de noche.

Sonríe aún somnolienta y me enderecé enterando mis brazos sintiéndome como una niña de cinco años, pero así me hacía sentir Amadea, mi nana. La amaba como mi segunda madre, estuvo acompañándome todo el tiempo que fui una esposa afligida, ella me dio las fuerzas y el apoyo que necesitaba.

Ahora vivía en un penthouse que yo misma había diseñado, que yo misma había decorado con las tonalidades que me gustaban, con los colores que me gustaban, las paredes de mi habitación eran de un color blanco pulcro y sin ninguna mancha, él puso era de un azulejo negro azabache.

—Soy mi propia jefa, no puedo llegar tarde por un día —Hice un ligero puchero conforme llevaba la taza a mis labios y desquitaba del suave sabor del café espumoso.

—Se que si mi niña, pero no podrás llegar tarde a una reunión donde tu padre demanda por tu visita —

La mención de mi padre me despabila de aún mi ensoñación, me coloqué de pie rápidamente mientras corría por la alfombra gris hasta la enorme habitación del baño apresurada.

Lo había olvidado por completo, había llegado tan tarde de los ángeles, que perdí la noción del tiempo, me desprendí de mi babydoll ingresando a la ducha tan rápido, en la lejanía pude escuchar como la risa de mi nana era estruendosa al verme tan apresurada en mis tareas culinarias.

—Eres cruel nana, por qué no me recordaste —Dije saliendo del baño con una toalla cubriendo mi desnudez y con mis manos exprimiendo el exceso de agua que aún conservaba mi cabello.

—Nunca he sido cruel querida niña —Dice para después salir de la habitación y dejarme en la privacidad de mi habitación.

Sonreí con diversión y caminé en dirección de mi closet, que al igual que el baño completo, el closet también lo era o quizás el doble.

Desde pequeña había vivido placenteramente, nunca me preocupaba por nada en específico, si tenía hambre, la lasena siempre estaba llena, nunca toque algún instrumento de limpieza, pero eso, todos dicen que disfrute de una vida cómoda y placentera, y, no me quejaba, por qué era verdad.

Pero aun así nadie sabe lo duro que es tener una vida sin nadie que pueda acompañarte o tenga tus mismos ideales, por eso era mejor estar solo.

Me coloqué un lindo conjunto de ropa interior roja de encaje, opte por una falda blanca hasta la rodilla con una franja delgada color negra al final de esta y una blusa negra estraple y unos tacones puntiagudos. Peine mi cabello en las ondas que caían debido al corte en capas, resalte mis ojos azules y pinte mis labios de un color rosa suave junto con un gloss para darle el brillo necesario. Conforme con mi atuendo, tomé uno de los bolsos y salí de mí recámara.

Recorrí el pasillo hasta las escaleras y aprecié la vista del resto del Penthouse, una pared cristalina permitiéndome ver al exterior, una piscina, una sala de estar cómoda y vintang, comedor, mesa y cocina equipada con todo los instrumentos. Sé que es mucho para alguien que vive sola en compañía de un segundo, pero tenía familia grande, mis dos hermanos mayores de treinta y treinta y cuatro años, y una menor de dieciocho años, y yo con veintiocho años.

Respire con alegría, pues en esta semana se celebraba del décimo noveno cumpleaños de mi querida hermana Lovely, y ofrecí uno de mis mejores hoteles para celebrar su fiesta como debe de ser, digna de la princesa de la familia.

Tome las llaves de auto y mi cartera, me despedí de mi querida nana y salí directamente al ascensor. Presione el botón del estacionamiento y salí una vez se me dio la señal de que podía salir. Camine en dirección hacia mi auto un porsche de lujo, negro con detalles cromados. Jale de la manija y el olor a nuevo me golpeo, llevaba ya años con este auto y aún seguía oliendo a como lo recibí la primera vez, me acomode y deje mi bolso en el asiento libre y presione el botón para arrancar y salir del estacionamiento.

El típico tráfico de Londres era el pan de cada día, maneje alrededor de casi cuarenta minutos hasta que llegue a una parte más lejana a la ciudad, donde a los lados de la calle había mansiones demostrando la riqueza adquirida.

Maneje un poco más hasta llegar a dos rejas negras custodiadas por dos trajeados quienes al verme me permitieron la entrada. A los lados los pinos se alzaban enormemente, el pasto era podado y cuidado para que tuviera ese color verde que lo caracteriza, al llegar a la rotonda donde una fuente se alzaba, aparque de frente a las escaleras que subían hasta las puertas de color marrón se encontraban pulcros y limpias.

Baje del auto y subí los escalones con rapidez hasta llegar a la puerta y tocar el timbre, eso, me recordaba a mi niñez, cuando llegamos a esta casa enorme que nos mostró un nuevo trayecto de nuestras vidas.

Una empleada me recibió con una sonrisa cortes y me dio entrada al enorme pasillo, camine sobre el elegante piso pulido, las paredes eran decoradas por los típicos colores dignos de un toque femenino, los candelabros colgaban de los techos, el pasillo terminó hasta mostrarme la sala en donde jugué incontables de veces, el gran comedor donde mi familia se encontraba.

—Celine, creí que ya no vendrías

—Siento la demora

Camine con una enorme sonrisa en mis labios y los salude con total aprecio y como si fuera la primera vez en que los veía, me senté a la mano izquierda de mi hermana quien sonrió enormemente.

—Niña, que son esas horas de llegar —La pequeña riña de mi papa me hizo sonreír más, mostrando mi sonrisa.

—Papá, sabes que el tráfico es pesado

—De la misma manera en que pudiste despertarte temprano y pudiste estar aquí ahorrándote cuarenta minutos

Sonreí llevando el vaso con jugo a mis labios y sorber un poco, así olvidamos mi retraso y desayunamos con normalidad. Hable con Lovely quien me hablaba alegremente de su primer año de universidad, del cómo sus amigas se interesaban por un típico rubio con bibes de Bay Boys.

Reí junto con ella, al igual con mis padres que nos miraban con alegría.

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