NovelToon NovelToon

CORRIENDO A LA VELOCIDAD DEL AMOR

CAPITULO 1.

CAPÍTULO 1.

Briana Blossom tenía apenas veinte años cuando llego, junto a su novio y compañero, Zack Becker, a la final de las olimpiadas de patinaje sobre hielo. Estaba a solo una actuación de ganar la medalla dorada.

Los nervios por pensar en que todo salga bien la carcomían por dentro, pero eso no fue impedimento para que Briana de lo mejor de sí. Zack estaba a su lado, así que, ¿qué podía salir mal?

Llego el momento de la actuación y los jueces estaban sorprendidos por la conexión de aquella pareja y por la elegancia de cada uno de sus movimientos. Sin embargo, cuando estaban realizando un “salto picado”, algo salió mal.

Briana se sentía segura y feliz de lograrlo, sin embargo, pronto escucho a la tribuna enloquecer con gritos aterradores y Zack ya no estaba junto a ella. Briana cayó al piso, golpeándose muy fuerte, se tomó unos segundos para componerse y luego giro sus ojos buscando a su compañero. Ella pudo verlo a unos metros, desvanecido. Parecía no tener señales de vida. Los paramédicos estaban encargándose de darle los primeros auxilios y ella, preocupada, tomo fuerzas de donde no tenía y se arrastró hacia el chico.

—Zack, Zack… Reacciona. —Exclamo ella.

—Señorita, él estará bien. —Exclamo uno de los médicos, dándose cuenta al fin, que ella también estaba herida. —Solo tuvo un desmayo y un golpe fuerte, necesitamos atenderla.

Briana se quedó en su lugar, dejando que los médicos hagan su trabajo. Lo que parecía ser una tragedia para ella, se redujo a un esguince de tobillo y una rotura de ligamentos, sin embargo, Briana nunca pensó que ese sería el fin de su carrera de patinaje.

Días después, ella se encontraba internada en una clínica y Zack, permanecía a su lado en silencio.

Briana estaba preocupada, su madre había sido diagnosticada con cáncer y el tratamiento era demasiado caro. No tenía manera de afrontar aquel gasto. Su padre las abandono cuando ella era pequeña y solo vivían del dinero que traía su madre a la casa. Ella era arquitecta, así que si bien no les sobraba dinero, les alcanzaba para vivir sin preocupaciones. Al menos eso fue hasta que supieron de su enfermedad.

Briana contaba con el premio de las olimpiadas para poder hacer un último intento de salvar a su madre. A pesar de que ella ya se había rendido hace tiempo y solo quería vivir tranquila los últimos días de vida, Briana se negaba a dejarla ir. Pero ahora, no tenía opción.

Al principio, Zack y sus padres le ayudaban un poco, sobre todo con el colegio, de no ser por ellos, Briana ni siquiera hubiera podido terminar sus estudios. Pero después de las olimpiadas, las cosas fueron de mal en peor.

—Escucha Bri. —Exclamo Zack a su lado. —Sé cómo te sientes y…

—¿Sabes como me siento? —pregunto ella. —Confié en ti, Zack. Te dije que no estábamos preparados para realizar ese salto y tú insististe. Creí que habías muerto cuando te vi tirado sobre el hielo.

—Querías ganar, ¿ok? —exclamo él, enojado. —Hice lo que creí correcto.

—Los médicos dicen que pasara algún tiempo para poder volver a las pistas. —exclamo ella.

—Lo sé, pero ya tengo todo solucionado. —Dijo.

—¿De qué hablas?

—Me presentaré a las próximas olimpiadas en cuatro años, buscaré una nueva compañera y ganaré la medalla.

—¿Y qué hay de mí? —pregunto ella.

—Eres mi novia, ¿sí?, pero ganar las olimpiadas es mi sueño. Lo siento.

En ese momento, Briana acepto. Estaba un poco deprimida y además, estaba estudiando medicina. Dado que pasaría un tiempo fuera de las pistas por su lesión, decidió enfocarse de lleno en su carrera y quizás, más adelante, podría retomar el patín. Aunque lo cierto, es que el patinaje para ella siempre había sido un hobby, hasta que conoció a Zack y se adentró en el mundo de las competencias.

Tiempo después, su madre finalmente falleció. Briana se sentía muy culpable, ya que creía que de haber conseguido el dinero podría salvarle la vida. Pero no era así. Los médicos dijeron que no había nada para hacer, el cáncer estaba demasiado avanzado.

Todos esos sucesos hicieron que, Briana junto con su mejor amiga, Audrey, —con quien estudiaba medicina—, tomaran la decisión de tomarse unas semanas de vacaciones e ir a Las Vegas para despejar la mente y volver totalmente renovadas para continuar con su vida. Poco se imaginaban que aquel viaje de amigas, tendría consecuencias en el futuro.

Tres años después, con veintitrés años, Briana, junto a sus amigos, se habían graduado en medicina. La pelirroja quería ser cirujana. Con el tiempo se había olvidado del patinaje. De vez en cuando, solía ir a una pista y recorrerla para distraerse, Eso le encantaba. Pero ya no pensaba en las olimpiadas. Ahora tenía otras metas.

Zack había conseguido una nueva compañera y estaban preparándose para competir en las olimpiadas que serían dentro de poco tiempo. Ellos aún salían, incluso estaban comprometidos y Zack parecía emocionado por casarse con ella. Aunque lo cierto era, que ya apenas quedaba un poco de amor del tanto que alguna vez se tuvieron.

Ahora Briana estaba en el primer año de su residencia médica, pero a pesar de ser una brillante profesional, aún debía lidiar con algunos aficionados a las olimpiadas que la reconocían.

Muchos se sentían decepcionados con que la “Reina de las Nieves” -como solían llamarla-, se haya olvidado de su talento en el patinaje; y otros sentían orgullo por ella. Pero lo cierto es que a Briana no le importaba la opinión de las personas. Eso fue en el pasado y ya nada quedaba de aquella adolescente que soñaba con ganar la medalla dorada.

Por la tarde, cuando Briana salió de la clínica en donde realiza sus prácticas, recibió un llamado de Zack diciéndole que pasaría a buscarla para hablar con ella.

Briana espero pacientemente afuera de la clínica hasta que finalmente vio el coche de Zack arrimar.

—Hola. —exclamo ella.

—¿Cómo estás, amor? —pregunto él, dándole un pequeño beso.

—Un poco cansada, he estado en urgencias hoy. ¿Sobre qué querías hablar?

—¿Recuerdas que en algún momento te hable de Kilian, mi tío?

—¿El piloto? —Pregunto.

—Sí. —Asintió. —Está de visita. Papá dijo que correrá en el circuito de las Américas el fin de semana y, mañana es su cumpleaños. Planean hacerle una recepción en la casa y por supuesto, papá dice que todos debemos asistir a la carrera, además dijo que anunciara algo importante.

—¿Y quieres que vaya contigo? —preguntó Briana algo decepcionada. Casualmente, también sería su cumpleaños, pero Zack no lo recordó.

—Por supuesto, eres mi prometida. —Exclamo él.

—Iré apenas salga del hospital. —Exclamo ella.

—No veo a Kilian desde hace unos años. —Exclamo él. —Solíamos ser muy unidos, de pequeños, hasta que se fue. Lo próximo que supe de él fue que se convirtió en piloto de F1.

—Crecieron juntos, ¿eso significa que tienen la misma edad? —pregunto. —Lo siento, es que nunca hablas de él.

—Kilian cumplirá treinta mañana. —Dijo. —Mi abuela tuvo a papá muy joven, tenía diecinueve años en aquel entonces. Quince años después, nació Kilian. Fue casi un milagro, mi abuela creyó que no tendría más hijos. Cuando Kilian tenía seis años, nací yo. Tiempo después, mis abuelos fallecieron en un accidente, así que mi padre se hizo cargo de él y crecimos como hermanos, prácticamente. Al cumplir dieciocho, Kilian se fue a Italia y el resto es lo que conoces. Se convirtió en piloto y ya casi no nos vimos.

—Y ahora vuelve.

—Sí, así es. —Exclamo Zack, estacionando fuera de la casa de Briana. —Pasaré a buscarte por la Clínica mañana. Tengo entrenamiento intensivo en la pista de hielo, pero llegaré a tiempo para tu hora de salida.

La chica asintió.

—Estuve pensando… —Dijo Zack. —¿No crees que ya es hora de poner una fecha para la boda?

Briana sonrió, aunque no muy feliz. Por más que intente engañarse a sí misma, en su interior sabia que no quería casarse con Zack. Pero hizo oídos sordos a lo que le decía su conciencia.

—¿De verdad? —pregunto ella.

—Mañana mismo iré a solicitar la licencia de matrimonio. —Dijo él. —Y una vez tenga la fecha, la anunciaremos en la familia.

—Está bien. —Respondió Briana. —Me gusta la idea. —Sonrió.

Se despidió de Zack con un casto beso e ingreso a su casa, más pensativa que nunca.

CAPÍTULO 2.

CAPÍTULO 2.

Al día siguiente, Briana asistió al hospital y llevo consigo un vestido y tacones para asistir al dichoso cumpleaños de su desconocido tío político. No le gustaba la idea de ir, pero decidió que sería lo mejor. Había pensado mucho la noche anterior sobre la idea de Zack de casarse al fin y, a altas horas de la madrugada, decidió por fin oír a su conciencia y sobre todo a su corazón: Ella ya no ama a Zack. Solo se quedó a su lado por costumbre y agradecimiento. Aunque ya ni siquiera sabia porque le agradecía, después de perder aquella final, las cosas se fueron al carajo. Por lo tanto, decidió que esta misma noche hablaría con él acerca de ese asunto. Seguramente Zack ya haya iniciado los trámites para solicitar una fecha para casarse, pero no le importaba en absoluto.

Al acabar su turno, Briana se dirigió al cuarto donde estaban los casilleros en donde podían cambiarse y ducharse de ser necesario. Tomo de su locker un vestido de color rojo, que combinaba perfectamente con el color de su cabello. Se maquilló suavemente, haciendo que sus ojos de color azules resalten un poco y aplico labial rojo en sus labios; finalmente se puso unos tacones de color negro para completar el outfit.

—Vaya, te ves hermosa. —Exclamo Audrey su compañera.

—Dejarás con la boca abierta a ese idiota de Zack. —Agrego Henry, su otro compañero y el más sincero, al parecer.

—Gracias, chicos. —Respondió. —La verdad es que no quiero asistir, pero ni modo, será una de las últimas veces.

—Esperamos el chisme el lunes. —Exclamo Audrey sonriendo. —¿Supongo que no vas a casarte, verdad? —pregunto la chica para asegurarse de que no haya cambiado de opinión al respecto. —Podemos escapar a Las Vegas otra vez, tú solo pídelo.

Briana, rio por el sobresalto de su amiga.

—No se preocupen. —Dijo ella. —Debo irme, Zack debe estar por llegar.

—Feliz cumpleaños, amiga. —Exclamaron Henry y Audrey a la vez, entregándole como obsequio, un collar con una piedra en color celeste, al igual que sus ojos.

Briana lo acepto encantada y se lo coloco enseguida. Con aquel lindo detalle en su cuello, se veía aún más hermosa.

—Gracias, chicos. De verdad, me alegra tenerlos. —Respondió, abrazándolos.

Briana se despidió de ellos y salió al recibir la llamada de Zack informándole que estaba fuera. Cuando ella subió al coche, Zack apenas le presto atención. Ni siquiera le dio un cumplido al respecto. Pero a la vez, Briana noto que algo le ocurría. En varias oportunidades quiso preguntarle al respecto, pero una voz en su interior le decía que no era buena idea.

Zack llevaba un traje de color negro y el cabello perfectamente peinado. Pero a Briana eso no le llamo la atención. Ya no había nada que la unía a ese hombre.  Unos minutos más tarde, ambos llegaron a la mansión Becker, en donde ya había bastantes personas en el inmenso jardín de la casa, lugar donde se organizó el cumpleaños.

Antes de bajar del coche, Zack suspiro y miro a Briana.

—Bri, hay algo de lo que debemos hablar. —Exclamo.

Briana asintió.

—¿Qué ocurre? —pregunto. —¿Lograste pedir la licencia?, porque Zack, yo…

—No. —Dijo él, negando con su cabeza. —No pude.

—¿No quieres casarte conmigo? —pregunto.

Zack rio, sarcástico.

—Claro, que quería casarme contigo, Briana. —Dijo él. —La razón por la que no podemos casarnos es porque tú ya estás casada.

—¿Qué?, ¿De qué hablas?, ¿acaso estás loco? —pregunto ella, observándolo como si le hubiese crecido otra cabeza.

—Mira, el matrimonio ocurrió hace tres años en el estado de Nevada, ¿bien? —Dijo Zack, perdiendo la paciencia. —Fuiste a Las Vegas por aquel entonces, por lo que es posible que…

—No. No… —Exclamo ella. —Es imposible. Yo jamás hubiese cometido una infidelidad. Yo no recuerdo nada de aquel viaje, pero esto que me dices es imposible.

—Mira, Briana… —Dijo él. —Por aquel entonces tú estabas un poco… desorientada. —Exclamo. —Puede que todos esos sucesos hayan influido un poco en tus… decisiones.

—¿Me estás diciendo que estaba loca? —pregunto ella, alterada. —Porque te recuerdo que tú…

—Briana. —Exclamo Zack. —Briana. —Intentando calmarla. —Solicite que me envíen una copia de la partida de matrimonio a mi casilla de correo, tiene que llegarme en cualquier momento, o tal vez ya me llego. Lo veré cuando llegue a casa. —Dijo él. —Estoy dispuesto a dejarlo pasar, ubicaremos a tu esposo y le pedirás el divorcio; luego, volveremos a hablar sobre el asunto del matrimonio. Pero por favor, te ruego que no digas nada esta noche. No quiero arruinar lo que mis padres organizaron con tanto esfuerzo, ¿ok?

Briana simplemente asintió. No tenía fuerzas para discutir y, la preocupación por aquella noticia no salía de su mente.

—Gracias Briana. —Respondió él. Bajando del coche, finalmente.

Después de aquello, Zack tomo a Briana de la mano y ambos se acercaron a la fiesta como si esa conversación nunca hubiese existido. Briana tenía un sabor amargo en la boca. Es decir, ya no tenía sentimientos amorosos hacia Zack, pero pensó, en que siempre terminaba cediendo a lo que él quería. Primero en el truco fallido que realizaron en la final de las olimpiadas, luego de eso, lo apoyo en su carrera de patinaje, aunque eso significara sacrificar la suya y ahora, estaban a punto de casarse y sucede esto. ¿En qué se había convertido su vida? Estaba lista para decirle a Zack que no quería seguir con él, pero no de este modo. No estando casada con un desconocido.

—Briana, cielo, ¿cómo estás? —pregunto Charlotte, la madre de Zack, abrazándola.

—Muy bien, ¿y tú?

—Feliz cumpleaños, preciosa. —Exclamo. —Brian fue por tu regalo, vuelve en unos minutos.

Zack las miro sorprendidas y ese gesto no paso desapercibido para su madre.

—Zack Becker, no me digas que has olvidado el cumpleaños de tu novia. —Dijo enojada.

—No, mamá, ¿cómo crees? —Dijo, fingiendo no entender nada y observando a Briana con una mirada de disculpas, la cual ella ignoró totalmente. —De hecho, estuvimos hablando acerca de poner finalmente una fecha para la boda.

—¿Cómo está mi nuera preferida? —exclamo Brian abrazando a la chica, sin prestar atención a lo que su hijo decía.

—Hola Brian. —Respondió ella, sonriendo.

—Cariño, este es nuestro regalo para ti. —Exclamo Charlotte, entregándole a Briana un bonito brazalete de plata con detalles en oro. —Quizá no sea gran cosa, pero…

—Es perfecto. —Exclamo ella al borde de las lágrimas. Charlotte y Brian eran como una familia para ella. Se tomaron el tiempo de elegir un lindo brazalete para ella, a pesar de que también estaban organizando la fiesta de cumpleaños del hermano menor de Brian; mientras que su novio, de tantos años y futuro esposo, ni siquiera lo recordó. —Gracias, de verdad. —Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, no solo por la emoción, sino por imaginar lo que pensarían sus suegros al enterarse de que la nuera que tanto adoran, está casada hace tres años con alguien que no conoce.

—Oh, miren. —Dijo Charlotte. —Aquí viene el otro cumpleañero.

—Buenas noches. —Exclamo una voz masculina.

Briana se giró sobre sus talones y sus ojos se clavaron en aquel hombre. Era alto, delgado, pero musculoso, su cabello era negro y rebelde y era dueño de unos ojos de color gris profundo. Simplemente perfecto. Briana por un microsegundo se imaginó verlo en un día nublado, probablemente esos ojos le resaltarían aún más, sobre todo por esas largas pestañas negras. Por un momento tuvo un sentimiento de familiaridad con ese rostro, pero era imposible. Nunca había visto a Kilian Becker personalmente. ¿Tal vez en la televisión?, es un piloto profesional después de todo.

—Tío. —Exclamo Zack, sacando a Briana de sus pensamientos. —Te presento a Briana Blossom, mi novia y futura esposa.

—Briana Blossom. —Dijo sorprendido. —La reina de las nieves.

—Eso fue en el pasado. —Respondió. —Gusto en conocerlo, señor Becker. Espero este pasando usted un feliz cumpleaños.

—Gracias. —Exclamo Kilian.

—Kilian, casualmente Briana también cumple años hoy. —Exclamo Charlotte.

—De ser así, feliz cumpleaños para ti, señorita Blossom. —Exclamo sorprendido. —Imagino que mi sobrino te ha dado un lindo obsequio.

Briana asintió, aunque sin ninguna emoción. Después de todo, Zack ni siquiera había recordado la fecha.

—Dinos Kil, ¿cuál es esa noticia que vas a darnos? —pregunto Charlotte.

—Lo sabrás mañana. —Exclamo Kilian, sonriéndole a su hermano, quien parecía saber algo.

CAPÍTULO 3.

CAPÍTULO 3.

La fiesta estuvo bien. Muchas personas se acercaron a saludar al sexy tío de Zack. Había celebridades reconocidas de la F1 y otros empresarios que Briana había visto en las revistas, incluyendo modelos y artistas.

En un momento, Briana vio llegar a Lucia, la compañera de patinaje de Zack. ¿Qué diablos hacia ella aquí? ¿Acaso conocía a Kilian? Porque hasta donde ella sabía, su novio y ella tenían una relación estrictamente profesional, ¿o no?

—¿Qué hace ella aquí? —pregunto Briana.

—Ah, es que yo la invite. —Dijo Zack. —Dijo que estaría sola en casa esta noche, así que pensé, ¿por qué no invitarla? Somos compañeros desde hace tres años, después de todo.

—Claro. —Exclamo Briana.

Zack se disculpó un momento para ir al baño y ella comenzó a caminar por el jardín, buscando algún lugar donde pueda estar alejada de toda esa gente. La fiesta la estaba ahogando. Por un momento observo a todos los presentes allí y pensó: ¿Qué tal si su esposo desconocido era una de esas personas? ¿En qué estaba pensando aquella noche?, debía hablar con Audrey lo más pronto posible y preguntarle que recordaba ella. Porque Briana, solo tenía lagunas mentales.

Camino hasta una glorieta que estaba un poco alejada del sitio y tomo asiento en uno de los sillones. Se sentía agotada y tener que fingir con Zack, la agotaba aún más. Por mucho tiempo, su sueño era casarse con él. Porque lo amaba y era el amor de su vida, pero la verdad es que ahora no sabía que sentía exactamente por él. ¿Y si esto de su matrimonio era una señal del destino?, tal vez sea simplemente un error del Registro. Pero puede que también sea una señal de que no debe casarse con Zack. Y también estaba el presentimiento de que, entre él y la tal Lucia, había algo más que una relación estrictamente profesional. Su cabeza estallará en cualquier momento.

—¿Puedo? —Exclamo una voz algo grave. A Briana le causaba curiosidad saber, en la escala de voces, cuál le corresponde al menor de los Becker. De lo único que estaba segura, es de lo sexy que sonaba.

—Claro. —Exclamo ella, corriéndose un poco para darle más lugar a Kilian.

—Brian dijo que eres médico. —Dijo, buscando un tema de conversación.

—Sí, soy interna de cirugía, en realidad.

—¿En qué te especializas?

—Aún no lo decido. —Respondió. —Y tú… un piloto de F1.

Kilian sonrió.

—No soy solo eso. —Sonrió. —¿Por qué abandonaste el patinaje?

—Fueron varias cosas. —Exclamo. —Lo que ocurrió en la final, luego la muerte de mi madre, mi lesión… Quería recibirme en medicina…

—Tu lesión… ¿Fue grave?

—Solo un esguince de tobillo y una rotura de ligamentos.

—¿Por qué medicina? —volvió a preguntar.

—No lo sé… Salvar vidas y esas cosas. —Respondió. —Y la cirugía… La adrenalina que hay al tomar un bisturí y abrir a una persona para salvarle la vida.

Kilian asintió.

—¿Por qué piloto? —preguntó Briana.

—Soy ingeniero automotriz. —Exclamo. —Me encantan los autos y luego tuve esta oportunidad y… la adrenalina es mi alimento. —Río.

—Supongo que mañana te veré correr. —Exclamo ella.

—¿De verdad iras? —pregunto él, elevando una ceja.

—Zack me lo pidió. —Respondió ella.

—¿Está todo bien entre ustedes?

—Es una larga historia. —Respondió. —Pero, supongo que sí. Después de todo, nos vamos a casar.

Kilian asintió, aun sin entender.

La chica le parecía hermosa y sentía celos de su sobrino por tener a una mujer así a su lado. Kilian se había enamorado hace tiempo, ella era un poco mayor que él, pero aun así, él la amaba. Pero ella le rompió el corazón. Después de eso, no volvió a tener pareja, aunque sí encuentros casuales. Entre tantas cosas, recuerda levemente unas mini vacaciones en Las Vegas que tuvo con su amigo Dominic, en la que no recuerda nada, excepto su llegada y su partida. Fueron unos días de mucho alcohol y celebraciones por haber ganado “El Gran Premio de Las Vegas”

En cuanto a Briana, Zack fue el único novio que tuvo y los Becker, la única familia que tenía. Le dolía el pecho de solo pensar en que cuando sepan la verdad sobre su estado civil, los Becker ya no quieran saber nada de ella.

Kilian, aprovechando el silencio que se había puesto entre ambos, se giró y arranco una rosa de color blanca de las que decoraban la glorieta y se la entrego a Briana.

—Feliz cumpleaños, señorita Blossom. —Exclamo él. —Recuerdo que usaste una rosa igual en tu cabello el día de aquella final.

Briana sonrió.

—Gracias, Kilian. —Exclamo ella. —Lamento no haber traído nada para ti. Es que no te conocía hasta hace unas horas. —Río.

—No te preocupes. —Sonrió.

—Creí que eras más… frío. —Exclamo ella. —Es que pareces tan… serio.

—Es mi apariencia. —Dijo. —No creas en todo lo que ves.

—Briana. —Exclamo Zack. —Te estaba buscando.

—Sí, es que…

—Tenemos que irnos. —Dijo. —Te llevaré a tu casa y luego me iré, tengo un entrenamiento de última hora.

—¿A estas horas? —pregunto Briana. —Pero creí que te quedarías para celebrar mi cumpleaños.

—Tengo que entrenar para las olimpiadas.—exclamo él. —No quiero perder por otro truco fallido. Tú entiendes.

Briana lo observo con el ceño fruncido, pero antes de responderle, Kilian se adelantó:

—Puedo llevar a tu novia a casa si estás muy apresurado. —Exclamo. —De todos modos, es muy tarde y debo descansar bien, mañana tengo que estar al cien por ciento si quiero ganar.

—¿De verdad lo harías, tío? —pregunto él.

—Es de la familia, después de todo. —Dijo él.

—Está bien. —Respondió Zack. —Te veré mañana antes de la carrera. —Dijo Zack, despidiéndose de Briana.

Minutos después, la chica se despidió de la familia y subió al coche de Kilian, un Maserati C20. No esperaba menos de un piloto profesional.  El chico comenzó a conducir, mientras ella le decía en qué dirección ir para llegar a su departamento. Cuando finalmente, el coche aparco, Briana se giró para agradecerle.

—Gracias por traerme. —Exclamo ella.

—No agradezcas. Hablaré con mi sobrino por su actitud.

—No… De verdad. —Dijo ella. —Zack y yo somos así, desde hace tiempo. La verdad es que ni siquiera estoy segura de casarme con él. —Soltó finalmente y Kilian sonrió involuntariamente. —Lo siento. —Dijo, dándose cuenta de lo que dijo. —Es tu sobrino y yo diciendo estas cosas. Por favor no me malinterpretes.

—No te preocupes. —Exclamo. —De todas formas es poco caballeroso dejar a una dama sola. —Dijo. —Te veré mañana en la carrera.

—Te deseo suerte. —Exclamo Briana, sonriendo.

Esa noche, Briana tuvo dificultades para dormir. Kilian Becker no salía de sus pensamientos. A pesar de haberlo conocido hace apenas unas horas, o eso es lo que ella creía, le pareció un buen hombre. Agradable y amable. Aún más que su prometido.

Briana observo la rosa que él le había dado. La había puesto sobre su mesa de luz. Era muy bella. Un detalle tan simple y desinteresado que venía de una persona que conoció hace apenas unas horas.

Para Kilian, las cosas no eran diferentes. En su mente estaba esa chica, claro que había oído hablar de ella, por su hermano Brian, quien no dejaba de nombrarla y decir cosas buenas sobre ella en sus conversaciones. No podía creer, como siendo una chica tan buena como su hermano la describía, estaba saliendo con el idiota de su sobrino. Por momentos pensó en su situación. Para él no fue fácil convertirse en piloto, pero tuvo apoyo de su familia y amigos. Sin embargo, a Briana la abandono la única persona en la cual confiaba en aquel momento: su novio.

Con pensamientos cruzados, ambos lograron conciliar el sueño.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play