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El Abrigo De Tu Tio

Terminamos

Estaba sentada en la biblioteca de la facultad del Salvador, con un montón de libros y apuntes a mi alrededor, tenía una tarea por terminar y entregarla lo más pronto posible, me hallaba tan concentrada y metida en lo mío, que no me importaba quien estaba a mi lado, ni quien me observaba, ni mucho menos cuanta gente estaba a mi alrededor, lo único que deseaba era concluir con mi trabajo, para luego ir a mi casa y ayudar a mi madre con la fiesta que estaba organizando para mi padre. Estaban cumpliendo más de 20 años juntos y mi mamá quería que este día sea inolvidable. Su amor sobrepasó todas las dificultades de los juegos decepcionantes de esta vida, siempre soñé con tener un amor como el de ellos.

Mi nombre es Shopia Lara, tengo 20 años vengo de una familia adinerada, mis padres siempre quisieron que estudie administración para heredar el legado familiar, pero yo quería descubrir por mi misma para qué estaba hecha en esta existencia, donde abundaba la crueldad y la enfermedad, por eso decidí estudiar enfermería, quería ofrecer mi hombro a aquellos necesitados.

Cuando por fin terminé mi tarea, salí a las corridas de la biblioteca, sin querer choqué con un residente de medicina que habían venido a una conferencia, tenía unos cuantos años más que yo, sus ojos celestes intensos llamaron mucho mi atención, su estatura hizo que me viera más pequeña de lo normal, pero no me interesaba si era lindo o no, yo tenía novio, a quien amaba mucho. Solo quería correr y salir de ahí, pero este tipo me detuvo, me tomó del brazo muy fuerte, clavo su mirada en la mía, frunció sus cejas, se notaba enfado en su mirada.

- ¿Por qué no tienes cuidado?- me dijo con una voz muy fuerte.

-! Suéltame quieres!...- respondí intentando soltarme.

- Si vuelves a cruzarte en mi camino con la misma torpeza pagarás las consecuencias.

- Ja, ja, ja... ¿Quién te crees que eres eh?- me burle en su cara.

- Hoy dejaré que te rías en mi cara, pero la próxima me tocará a mí.

- Me estas lastimando, hazme el favor y suéltame, que tengo prisa- le dije.

- ¿Estás segura que quieres que te suelte?- me preguntó.

- Si...- le grité.

Cuando me soltó puso su pie para que yo tropezara y cayera en medio de varios compañeros, para muchos les pareció gracioso, estaba en el piso con todos mis apuntes al rededor.

Él mismo, después me ofreció su mano para ayudarme a levantarme en son de risas.

- ¿No crees que ya eres algo grandecito para estos juegos de secundaria?- le dije mientras me levantaba sola.

 -No está mal divertirse de vez en cuando, ¡anda sonríe...!- dijo y se marchó.

"Personas como tu tienen una manera rara de divertirse", pensé.

Este tipo era un residente muy inteligente del hospital Alemán, estaba en su último año de su especialidad en cardiología, se llamaba Derek Jano, de 28 años de edad. Todos en la facultad lo conocían porque, sus padres eran gente de dinero y parte del corporativo administrativo, pero eso a mí no me importaba en absoluto, para mí era una persona más como cualquiera.

Llegue a mi casa, y me fui directamente a mi habitación, necesitaba cambiarme de ropa para estar más cómoda y ayudar a mi mamá.

- Hola mamá- con un beso la saludé.

- Hola mi reina, ¿qué color de mantel prefieres, blanco o crema?- me preguntó mostrandondeme la contextura de la tela.

- Me gusta el blanco.

- Entonces blanco las pondremos, ¿Qué te paso amor, que estás caminando de esa manera?.

- Me caí al salir de la biblioteca, no me fije y tropecé ma..., pero estoy bien, no te preocupes.

Me la pase toda la tarde con mi madre organizando la fiesta en el jardín, el diseño nos quedó hermoso, columpios para los románticos, sofás cómodos al rededor, mesas con variedad de comida y bebidas para consumir. Velas de soja por todos lados para acompañar la noche. Cuando todo estaba listo mi madre fue a ponerse su vestido especial para la fiesta, la acompañé, le ayude con el cierre para finalizar.

- ¡Te ves hermosa mamá!- le dije dándole un beso.

- Gracias por tu ayuda mi amor, ve a ponerte hermosa también- me mandó a que me cambiará.

Abrí mi placar para sacar mi vestido, me alisté lo más rápido posible, porque en un rato vendría Ezequiel, mi novio.

Estaba agradable el clima esa noche cuando salí de casa y vi a mi novio en la puerta. Vestía un traje y corbata, se veía hermoso con esos músculos grandes, sostenía entre sus brazos a la hija de una de las amigas de mi madre, ambos compartían salivas de sus labios, parecía estar pasándolo bien. Se dio cuanta que lo estaba observando y se acercó a mí.

- Déjame explicarte Shopia- dijo.

-! Fuera... Ezequiel!- le grité.

Me fui caminando sola, no podía estar ninguno segundo más ahí, no quería arruinar la fiesta de mi madre, le mandé un mensaje corto y rápido, para no preocuparla.

- Shopia, no te vayas... - me grito para que le escuchara.

- ¡Terminamos Ezequiel!…- y seguí adelante.

Esa noche terminé en un pequeño bar, estaba dolida, odiaba la forma en como me sentía, el amor que sentía a dentro me quemaba y sentía que me moría.

Bebí mucho por la decepción, me acerqué a la barra para pedir un último trago, fue entonces cuando sentí algo tocando mi trasero. "Debe ser un pervertido tratando de molestarme" pensé. Pero cuando di la vuelta, vi aún hombre guapo, un poco alto pero tierno. Tenía una mirada misteriosa y miraba de un lado a otro y no hacia mí.

Estaba por irme cuando él agarró mi mano y me habló al oído.

- Este viaje solo dura cinco minutos, y estoy seguro de que te va a gustar, quiero darte algo muy sabroso. Si no te gusta, solamente dices para. Pero si te gusta, te garantizo que tendrás la mejor experiencia.

Suavemente, tomó mi cintura y me beso, sus labios eran a mi medida, el brillo de mis ojos se iluminaron nuevamente, toda tristeza que sentía había desaparecido por unos instantes. El sabor de sus besos deleitaban todos mis sentidos. No podía decir para, cuando en realidad quería más de esto.

Cinco minutos

No estaba acostumbrada a sufrir por amor, era la primera vez que las puertas de mi corazón se estaban cerrando o toda posibilidad de querer. Las ideas locas de que el amor cruza montañas solo me estaban llevando al fondo oscuro, donde nadie te dice que el amor no viene solo, sino que viene con algo de dolor.

Esa noche me dejé arrastrar por aquellos besos prohibidos de un desconocido, y me disfracé de amante necesitada, quería borrar todos los besos y caricias que nos habíamos dado con Ezequiel, cuando aún creíamos que nuestro amor sería único.

Esa madrugada el alcohol me había transformado en una reina en apuros, no pude sostener por mi misma el peso de mi cuerpo, después de aquel viaje de cinco minutos, él apoyó su brazo en mi hombro y me sacó de ese lugar, afuera llovía, para que no me mojara me cubrió con su abrigo y llevo a su auto.

-¿Dónde quieres que te dejé?- preguntó.

- Quiero otro viaje de cinco minutos más- dije

- Ja, ja, ja... - sonrió.

Me llevó a su departamento en la avenida Callao, no recuerdo a la perfección como subimos al sexto piso, lo único que recuerdo era que volví a sentir sus besos, sus caricias exploraban mi cuerpo, mis hormonas sexuales estaban siendo liberadas por este extraño, me llevó a su cama, sabía que después de está noche mi vida no sería la misma, pero quería correr el riesgo.

En esa habitación había mucho silencio, hasta que sentí como su lengua cruzaba los límites de mi cuello dándome pasión, y gemí de placer, sus manos tocaban cada milímetro de mi piel, el aroma de las feromonas nos invadían, sentí como de a poco me quitaba el vestido, cuando tenía la espalda descubierta sentí el roce de sus besos, mi instinto me obligo a quitarle la ropa también, con mis manos acaricié su miembro, sentí como aumentaba su tamaño, si no estaría anestesiada por el alcohol jamás me hubiese atrevido a hacer lo que estaba haciendo. No podíamos contenernos más, abrí mis piernas para recepcionarlo, sentí como me penetraba, experimente un pequeño dolor aún principio, porque era la primera vez que estaba teniendo sexo, pero al cabo de un rato el dolor se volvió algo placero, gritaba de placer, mientras él entraba y salía de mis paredes vaginales. Su respiración y la mía empezaron a entrar en otra sintonía, perdí el control y me entregué sin medida, nuestras pieles se fundieron para volverse uno solo. Los movimientos cada vez eran más intensos, ya no había vuelta atrás, sentí la transpiración de su cuerpo y esto estremeció mis caderas, hasta que sentí como nuestros fluidos por fin se habían conectado entre sí, y ahí fue cuando intente recuperar el aliento.

No sabía si era real o estaba alucinando, solo sé que mi cuerpo se sentía bien y me dormí.

Él después de todo lo que me había hecho, me observaba como dormía y sonreía solo, hasta que también quedó dormido a lado mío.

Desperté con un dolor de cuerpo y de cabeza, sentí un aroma delicioso de las sábanas, pero no eran mías, me senté y miré a mi alrededor, nada de lo que había ahí se me hacía conocido, estaba desnuda a lado de alguien, y ese alguien era el redistente con quien me habia tropezado unas horas antes, "esto no puede ser real", pensé, abrí las cortinas para ver con más claridad, me vestí y salí escapando de ese lugar, me tomé un taxi para llegar a casa. Estaba algo asustada, creí que todo lo que había pasado lo estaba soñando. No quería pensar en nada, intentaba distraer mi mente en otra cosa, pero era difícil.

Llegue a casa y mi madre me detuvo antes de subir a mi cuarto.

- ¿De dónde vienes tan temprano amor?- me preguntó.

- ¡Luego te cuento mamá, se me hace tarde para ir a clases!...- le conteste sin parar el paso hasta que llegue a mi cuarto.

Me desvestí para entrar a la ducha, pero antes miré mi cuerpo en el espejo, tenía muchas marcas por todo lado, mi cuello tenía moretones."¿Qué fue lo que hice?, todo esto es por tu culpa maldito Ezequiel, debía estar en la fiesta con mis padres y no en aquel maldito lugar" me dije. Y empecé a llorar, mi dolor volvía, estaba muy enamorada de Ezequiel, pero ahora después de la ruptura como se sigue. Todo el amor que le había dado se le había olvidado, aún lo quería, no se puede dejar de amar de la noche a la mañana.

Seque mis lágrimas, me entre en la ducha y volví a llorar, era alguien con sentimientos, no podía estar feliz cuando mi corazón sufría, tome mucho valor para continuar con mi vida.

Le pedí al chofer que me llevara a la facultad, estaba perdida en mis pensamientos, hasta que llegó un mensaje de mi amiga.

- Hola amiga, ¿terminaste el trabajo?, hoy la tenemos que entregar, ayer se me complico y no pude acercarme a la biblioteca para ayudarte- me escribió.

- Hola Selin, si..., si la termine, no te preocupes ya la tengo lista- contesté.

- Sos una genia amiga, gracias luego te compensaré.

- No hace falta, nos vemos en la facultad.

- Dale, besitos 😘

Cuando llegue a la facultad me dirigí directamente al aula, en el pasillo me cruce con alguien inesperado, intente escapar, pero era inútil.

- ¡Te fuiste antes del desayuno!- me dijo el tipo con quien había amanecido.

- No acostumbro a desayunar con mis amante- le respondí.

- Ja, ja, ja, y desde ¿cuándo tú y yo somos amates?

- Desde que me metiste en tus sabanas- le respondí y me fui.

No podía creer todo lo que le había dicho, yo no acostumbraba a hablar así, me quería matar en ese instante. Selin me alcanzó en el pasillo, me saludó con beso en la mejilla y logró ver mis marcas.

- ¿Shopia, quien fue el vampiro que te dejó el cuello así? Ja, ja, ja- se burló de mí.

- Selin..., no seas mala, deja de burlarte.

- ¿Fue Ezequiel?

- Terminé con Ezequiel.

- ¡Amiga!... ¿qué fue lo que pasó?

- Vamos a clases, después te cuento, que no me siento nada bien.

Náuseas

En mi pecho había decepción aún, me fue difícil concentrarme en la clase que estaba por terminar, las últimas horas de mi vida hacían revuelo en mi cabeza, no veía la hora que termine este infierno.

Cerré la carpeta, necesitaba ir a casa lo más antes posible.

— ¿Vamos por un café?— Selin me preguntó.

— Perdona amiga, necesito ir a casa— le respondí.

— Te vez fatal amiga, no sé que fue lo que te pasó, pero sabes que puedes contar conmigo.

— Si, lo se Selin— me dio un abrazo para animarme.

Caminaba algo desorientada hacia la salida, cuando estaba por llegar Ezequiel me esperaba en la salida, traía un ramo de flores, eran de mis favoritas.

— Amor, sé que cometí un gran error, perdóname por favor— suplicó.

Cuando estaba por contestar una ola de frío se atravesó cruelmente y susurro a mis oídos —¿repetimos el juego de cinco minutos más?— giré velozmente para encontrarme con esa voz ya conocida, le miré directamente a los ojos con algo de enojo, quería tomarle del cuello y callarlo, cuando de pronto escucho decir.

— ¡Tío!... ! Que sorpresa encontrarte aquí!... —dijo Ezequiel.

¿Escuche bien o sigo en una pesadilla?, me dije, miré a Ezequiel y luego al residente, no podía ser cierto.

— Espera, ¿él es tu tío?— pregunté a Ezequiel señalando al tipo extraño.

— Así es mi amor.

— No vuelvas a decirme amor, que tú y yo terminamos.

No quise creer que todo esto fuera real, mi mente estaba fuera de sí, no podía captar nada.

—¿Qué te pasa?— toco mi hombro Ezequiel para que vuelva en sí.

No dije ninguna palabra más, y caminé hacia el estacionamiento, y me subí al auto de Selin, un día por seguridad habíamos intercambiado una copia de las llaves de nuestros autos. Arranque intentando huir de esa calamidad que me bailaba el oído, no tenía rumbo, solo quería esconderme en un rincón donde nada de esto fuera cierto. Nunca debí haber tomado tanto esa noche, me reprochaba.

— ¿Estará bien?— pregunto Derek al ver como me fui a su sobrino.

— Perdón que tengas que presenciar esto tío, Shopia es mi novia, bueno lo fue hasta anoche, hasta que me vio besarme con alguien más, por eso estoy aquí, quería pedirle perdón para que volviéramos.

Derek resultó ser el tío más joven de Ezequiel por parte de su mamá, esto yo no lo sabía porque Ezequiel nunca me lo presentó, por problemas familiares Derek había tomado distancia.

— La cagaste Ezequiel, lo mejor será que te alejes de ella.

— No puedo seguir tu consejo tío, realmente amo a Sophia y no quiero perderla.

— ¿Crees que ella aún te amé?

— No estoy seguro de eso, pero quiero recuperarla.

— Suerte con eso, saluda a tu mamá de mi parte.

— Lo haré tío.

Derek tampoco quería que esto fuera real, le había gustado el desliz que habíamos tenido, él estaba acostumbrado a tener este tipo de relaciones, quería que se volviera a repetir, no porque se había enamorado de mí, sino por la forma alocada que me había entregado a él, amantes nunca le faltaron en su cama, pero nunca una virgen como yo. De eso se dio cuenta cuando se levantó y vio una mancha de sangre entre sus sábanas, y se sintió algo afortunado.

Estaba sentada en la mesa con mis padres, disfrutando de la cena, cuando de pronto siento unas pequeñas náuseas. Habían pasado dos semanas desde que terminé con Ezequiel, todos los días me llamaba y mandaba mensajes queriendo arreglar lo nuestro. Aún lloraba su ausencia, de vez en cuando lo extrañaba, porque aún lo amaba.

Corrí al baño para devolver todo lo que había comido, no entendía por qué había muchos cambios en mí, hasta que volví un poco atrás y recordé la maldita aventura a donde me lance aquella noche.

—¿Estás bien amor?— preguntó mi madre acariciando mi rostro pálido.

En ese momento la sensibilidad me ganó y la abracé con mucha fuerza, llore en su pecho, no podía contenerme más. Ella no preguntó más, solamente me dio su cariño y me consoló. Quería contarle todo lo que había sucedido, pero el miedo me ganó.

Más tranquila volvimos a la mesa, mi padre no quería incomodarme con más preguntas, solo toco mi mano y me sonrió.

Las náuseas no me dejaron dormir esa noche, por la mañana muy temprano llamé a Selin, le pedí que me acompañará al médico, debía estar segura de todas las dudas que brotaban como hierbas malas en mi cabeza.

Quería pensar en algo bonito mientras esperaba a Selin en parque Centenario, me senté en una banca y recordé las todas las promesas que nos habíamos hecho con Ezequiel, ahora todas esas promesas se habían roto, cada sueño se había vuelto en un puto recuerdo. Una hoja del árbol se deslizó sobre mi pierna, me causo un poco de alegría porque recordé la primera vez que Ezequiel me escribo un te amo, en una hoja como esta, sin valor alguno para muchos, pero para mí fue lo más lindo que había recibido. Después de ese corto viaje al pasado aplasté con toda mi fuerza esa hoja marchita y amarilla y la tiré con mucho disgusto. A poca distancia Selin me observaba.

— ¿Qué fue eso amiga?— me preguntó al ver mi reacción cuando llegó

— Un mal recuerdo Selin— respondí mientras la abrazaba para saludarla.

— Estos días has estado muy extraña, hasta te llevaste mi auto, cuéntame, ¿qué pasó?— se sentó a mi lado pidiéndome una explicación.

— Pasaron muchas cosas, amiga, terminé con Ezequiel, porque en la fiesta de mis padres lo encontré besándose con Diana, la hija de la amiga de mi madre. Ese día estaba tan enojada que me fui a un bar, tome sin medida y me fui con uno de los residentes que venían a la conferencia, y este resultó ser el tío de Ezequiel.

—¿El tío es más guapo que él? —preguntó burlándose.

—¿Selin?... ¡No estoy para bromas!, no importa si es más guapo o no, el problema es que esa noche me acosté con él.

— ¡Que!... dime que te cuidaste.

—No amiga, no lo hice.

— ¿Y la tabletita del día después?

— Si, la tomé.

— ¿Cuándo la tomaste?

— El día que me lleve tu auto, salí huyendo cuando me enteré de que me acosté con el tío de mi ex y lo primero que se me vino a mi cabeza era esa posibilidad. Pero creo que no resultó, porque tengo síntomas y estoy algo asustada— empecé a llorar y lamentarme.

—Tranquila amiga, no te pongas mal, todo fue una casualidad, tú no sabías nada del tío de Ezequiel, y bueno todas tenemos derecho a equivocarnos también— dijo y me cubrió entre sus brazos.

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