Era una de las universidades más prestigiosas de todo el país, solo los hijos de los grandes empresarios, políticos y terratenientes, de la más exclusiva sociedad, tenían el privilegio de ingresar a tal institución.
Muy de vez en cuando, se otorgaban becas a estudiantes que habían sobresalido en un área específica; sin embargo, terminar una carrera en este lugar, siendo becario, era una tarea casi inverosímil, esto se debía a que los demás estudiantes de la élite social, harían todo lo posible por depurar de la institución a todo aquel que consideraran inferior "si no perteneces a la alta alcurnia, no tendrás oportunidad de graduarte".
Ring ring... sonaba la alarma a las 5:30 de la mañana y Alejandro Beltrán, se ponía en pie para empezar su nueva etapa, la vida universitaria lo esperaba y con ansias haría de esta, la mejor época de su vida. Alejandro era un chico de 18 años, alto, fuerte, de unos profundos ojos verdes que contrastaban con su largo cabello negro y su tez blanca, era bastante atractivo y simpático. Le habían concedido una beca en la prestigiosa universidad autónoma Rios y García por haber participado en una de sus competencias para encontrar nuevos talentos, ocupando este el primer lugar en el área de ciencias y matemáticas. Era sumamente inteligente y adoraba los números.
Se despidió de su padre y salió con premura hacia la estación del metro, respiró profundo y sonrió con felicidad, estaba más cerca de alcanzar sus sueños y ese sería el primer día de su nueva vida.
- Alejo, ¿cómo te encuentras? lo saludo su mejor amigo.
- Super bien, agrego Alejandro, esbozando una sonrisa; sabes David, creo que por fin estoy más cerca de la vida con la que he soñado. David lo miro con algo de nostalgia, habían terminado juntos el colegio y ahora tomaban caminos separados.
- ¡cuídate mucho!, agregó David, mientras se marchaba.
Ángel de la Luna, tocaba maravillosamente el piano, una dulce y agradable melodía se esparcía por todo el recinto. Era una niña hermosísima, de una larga cabellera de color cobrizo, ojos azules como el profundo cielo, divina como una muñeca de porcelana, colocada de la forma más cuidadosa en la casa de ensueño de todo ser humano.
- Señorita Luna, su abuela ha regresado, exclamó una de las sirvientas de la casa, Luna sonrió y se dirigió al inmenso jardín que tenía aquel lugar.
-Siéntate hija mía y tomemos juntas el té, dime mi niña, ¿entonces que quieres estudiar?
Ángel de la Luna, se acercó a su abuela y le susurró al oído, quiero ser médica; la abuela se sobresaltó y la miro con incredulidad, ¿entonces no quieres seguir los pasos de tu padre y dirigir las empresas? No abuela, quiero ser médica como mi mamá.
Ángel de la Luna era hija de Cristian Beaumont, un hombre extraordinariamente poderoso en el mundo de los negocios, todos los del gremio lo respetaban y algunos le temían, estaba en la cima de la élite; su madre, Angélica Sinclair, era gerente en la clínica universitaria Dios del cielo, médica de profesión; ambos provenían de familias sumamente adineradas y su matrimonio había sido un acuerdo entre las dos familias, como casi todas las bodas de esa época.
- Mami, mami, has llegado, susurró Luna; Angélica le sonrió con amabilidad, me ha dicho tu abuela que quieres estudiar medicina.
- Así es, deseo ayudar a otras personas cómo tu lo has hecho durante tanto tiempo, se que puedo lograrlo.
- No sera fácil, sabes bien que este camino esta lleno de dificultades y tendrás que oponerte a los deseos de tu padre, ¿creés poder con eso?
- Me parezco a ti mamá, tengo un carácter fuerte, soy obstinada y también inteligente, además sé que tú siempre me apoyarás.
Angélica la miro profundamente, en efecto se parecía a ella, tenían el mismo temperamento, era tranquila y analítica, incluso el color de su cabello era similar, al igual que sus ojos grandes y almendrados, solo que en este caso el color era diferente.
- Debes pensarlo bien, por ahora tómate un tiempo para reflexionar y decidir lo que realmente quieres hacer con tu vida y tu futuro. Sal de viaje, unos tres meses fuera del país te ayudaran a encontrar las respuestas que buscas.
- Esta bien mamá, me gusta la idea de salir de viaje antes de empezar la Uni, le dire a katarina que me acompañe en esta nueva aventura.
¿Por qué sigues aquí?, grito Maria Fernanda Castel, sus ojos reflejaban el más puro sentimiento de odio, siempre amenazantes y dispuestos a destruirlo todo.
- Estudio en este lugar, acaso no lo sabe, llevo una semana tomando la misma clase con usted señorita.
- Ja, ja, ja, pero que ven mis ojos, pareciera que quieren sangrar al encontrarme de frente con tan detestable sujeto, nuestros mundos son completamente diferentes, no logro aún asimilar, como los directivos pueden consentir que una criatura como usted, pise de forma tan descarada esta renombrada institución.
Alejandro no respondió, se limitaba a observar el deplorable comportamiento de Maria Fernanda, hija de un prestigioso político, una dama sumamente altanera, que humillaba a quienes no pertenecia a su mismo nivel socioeconómico.
Todos en la clase lo empezaron a instigar, conocían su vida austera y de las limitaciones económicas de las que era partícipe, para esa altura de la situación, ya todos debían de saber sobre la forma en la que había ingresado a estudiar, no entendía en que momento sus compañeros se habían tornado tan hostiles con él, o si era solo por unos pocos seres humanos, dominantes y con demasiados prejuicios, los que lideraban el incesante ataque sin motivos razonables.
Alejandro estaba absorto en sus pensamientos, taciturno, levanto la mirada y la innegable tristeza en sus ojos se hacia cada vez más visible, por primera vez en esa semana queria huir, marcharse, no volver jamás; recogió sus libros, su dignidad, la poco paciencia que aún le quedaba y salió del aula, mientras a lo lejos escuchaba las risas burlescas de los que eran sus compañeros.
Se sentó en el jardín, debajo del frondoso sauce que lo cobijaba del abrasador calor del sol, que para ese momento, pasaba del medio día; miro hacia el inmenso cielo, limpio de cualquier rastro de nube, dispuesto a escucharlo, en silencio y por qué no, ofrecerle un poco de consuelo.
Empezó a rebobinar su vida, los recuerdos le llegaban con premura e inundaban su mente, nada ocurrió como su cerebro lo imaginaba, todo era un caos, pero estaba bien, era parte de la vida en ese momento.
Ese primer día llegó con gran entusiasmo, dispuesto a sobresalir, sin embargo, solo tuvo que pisar aquel lugar para comprender que la diferencia de estatus era abismal, mientras él se acercaba caminando, después de bajar de la línea del tren y caminar unas calles, los demás llegaban en lujosos carros, vestidos con las más finas y elegantes telas.
En el aula de clase nadie se le acercó, todos lo miraban raro, era cómo si un ser de otro planeta hubiera llegado a perturbar la paz de aquel lugar. Sus compañeros más infames eran Marcos y Daniel y por supuesto Maria Fernananda, le hacían todo tipo de bromas hirientes, dañaban sus pertenencias, era acusado constantemente con los superiores y directivos de cometer faltas que perjudicaban el buen nombre de la prestigiosa universidad, aún sabiendo que nada de eso era verdad; sin embargo, gracias a su capacidad intelectual lograba salir victorioso de todas y cada una de esas falsas acusaciones.
- Voy a ser el mejor, no me rendiré jamás, demostraré que también puedo resistir en este lugar, esta es mi prueba, superaré los obstáculos y seré un ganador, me convertire en el protagonista de un juego de aventuras- se decía a si mismo, en voz alta, con la finalidad de reforzar su determinación.
-¿Eres Alejandro Beltrán?¿Un estudiante becado?
- Si, soy yo, ¿quien eres? preguntaba mientras levantaba la mirada.
- Me llamo Emiliano y al igual que tú, también estoy aquí gracias a una beca, pero sabes creo que dejaré de estudiar en este plantel.
-¿Por qué dices eso?
- Ya no puedo soportar los incesantes ataques de mis compañeros, me ven como a un ser inferior, soy tímido e introvertido, se me hace muy difícil defenderme de ellos.
- No lo hagas, no deberías renunciar tan pronto, podemos ganar en estrategia, inteligencia y determinación, vamos a ser los protagonistas en este campo de batalla ¡ya lo verás!
Emiliano esbozó una tierna sonrisa. Tienes razón, estamos aquí porque somos los mejores en lo que hacemos.
- Muchas gracias por tus palabras, me siento un poco mejor.
Katarina se disponía a maquillarse, también era una chica muy bella, su cabello rubio, corto a la altura del cuello, sus ojos color miel y sus labios gruesos, le daban a sus 19 años, un aire de mujer interesante y sensual, su sonrisa coqueta, podría hacer ruborizar a quién estuviera en frente.
- ¿Saldrás con Marcos? Preguntó Ángel de la Luna
-Así es, llevamos dos meses de novios, me gusta bastante, mis padres organizaron nuestro compromiso cuándo aún éramos niños, en mi caso no me veo afectada por esa decisión, Marcos es un gran chico, comprensible, amoroso e interesante.
- ¿Y en tu caso Luna? ya sabes quién será tu prometido, tienes 18 años, tarde o temprano tu padre elegiría un candidato para ti, alguien que sea digno de pertenecer a la casa Beaumont, no aceptará de ningún modo, que tengas una aventura con un chico guapo que no cumpla con sus expectativas.
- Cómo osas decir esos disparates, por ahora quiero concentrarme en estudiar, en aprender, en conocer, en disfrutar de mi vida, de los privilegios que me han sido otorgados; el compromiso y por ende el matrimonio, no están dentro de mis planes próximos.
- ¿Y si te enamoras de alguien que tu padre no apruebe? Sonreía maliciosamente Katarina, mientras colocaba su mano en el rostro.
- Basta ya, podrías por favor, dejar ese tema, si llegase a suceder algo así, ya lo pensaré con calma cuándo ocurra.
- Me voy, no quiero llegar tarde a mi cita con Marcos, esta noche iremos a cenar con sus padres en la mansión de las afueras de la ciudad.
- Vaya, por eso estás tan espléndida y absolutamente preciosa.
-¿Eso crees?
- No olvides que el lunes, empezamos nuestras clases ya nos hemos tardado lo suficiente y debemos ponernos al corriente.
- Está bien, el lunes nos vemos, te voy a presentar a Marcos y sus amigos.
- Adiós Kata
- Te quiero Luna
Había mucho alboroto en la entrada da la universidad, pasadas las 8 de la mañana, una hermosísima mujer de cabello largo, cobrizo y ondulado, descendía de un lujoso automóvil color negro, acompañada de un hombre vestido de traje oscuro, que al parecer y dada las circunstancias debía ser su escolta.
¡Miren!, susurraba alguien dentro de la multitud, su belleza no parece de este mundo, es casi como un Ángel. Un vestido azul celeste, a la altura de la rodilla, con un delicado corte en V, de encaje y ceñido al cuerpo, cubría su delicada y esbelta figura.
-¿Quién es ella Emiliano?, como puede existir en el mundo un ser tan absolutamente hermoso.
-No lo sé, nunca la había visto en la universidad, debe ser una estudiante nueva, además, se ve que pertenece a un nivel social totalmente diferente al resto, basta con mirarla una vez, para comprenderlo.
- Ella es Ángel de la Luna Beaumont, respondió María Fernanda Castel, es hija del poderosísimomo señor Cristián Beaumont, un magnate en el mundo de los negocios.
Levantó la mirada y examino de arriba para abajo a quiénes tenía en frente, alzo las cejas y agrego, pero ustedes no están a su nivel, ni siquiera tendrán la oportunidad de dirigirle la palabra una sola vez en su vida.
- No pensaba hacerlo señorita Castel, si su actitud es similar a la suya, una personalidad a falta de valores, dominada por un ego insano, preferiría no tener contacto con una persona así. Mientras Alejandro decía esto, sus ojos verdes de un tono bastante inusual se clavaban en el rostro de María Fernanda y en ella, se podía notar como la ira iba dominando su cuerpo.
-¿Qué estás diciendo cretino?
- Señorita, es mejor que no haga escándalo aquí, no es agradable ver a una niña rica con un comportamiento tan ordinario.
Vamos Alejo, le decía Emiliano, mientras acomodaba su morral, ya casi es hora de la primera clase, no quiero llegar tarde.
Mientras caminaba, seguía observando a la mujer que había robado toda la atención, le había dicho a María Fernanda que no tenía ningún interés por alguien así, sin embargo, su belleza, elegancia, porte y clase, lo habían dejado anonadado.
Recorría aquel sendero, altiva y resuelta, con pasos firmes y largos; sus zapatos de tacón de aguja dorados, hacían un mínimo sonido, que contrastaba con el silencio de aquellos que habían contenido la respiración al ver la inefable situación. Totalmente indiferente a los demás, avanzaba refinada y segura.
- Luna, ven, déjame acompañarte a la administración para determinar dónde queda el aula de la primera clase.
- Gracias Kata, estoy muy emocionada, pero también muy nerviosa.
- ¿Tu padre aún no lo sabe?
- Él sabe que voy a estudiar en esta universidad, lo que no sabe es que será medicina.
- Debes prepararte emocionalmente para enfrentar la situación cuando corresponda.
- Lo se Kata, créeme que lo sé
- Te espero a la salida de clases, quiero presentarte a Marcos y sus amigos.
Luna llegó a su clase, el profesor Alberto, era un hombre misterioso, de unos 40 años, llevaba poco tiempo impartiendo materias en esa universidad, después de haber terminado una maestría en el exterior, se comentaba que era una persona muy talentosa con gran pedagogía para enseñar.
- ¿Su nombre por favor?
- Ángel de la Luna Beaumont
- Siéntese señorita, ya la clase va a empezar
- Si señor
- La materia que voy a impartir es fisiología humana, espero que todos tengan la intención de aprender, de enriquecer su mundo de conocimientos, no quiero ver a nadie perdiendo el tiempo y tampoco quiero que me lo hagan perder. Mientras el profesor realizaba su presentación, este le lanzaba a Luna, una mirada bastante sensual e intrigante.
Marcos Rangel, se disponía como casi todos los días a hostigar a su compañero, se había convertido en su pasatiempo favorito.
- ¿Qué hace señor Rangel?
- Profe, solo estoy divirtiéndome un poco, con este extraño personaje.
-¿Podría tomarse las clases con seriedad?
- Lo siento profe, pero usted tampoco pertenece a nuestro círculo social, no es como nosotros, solo basta mirar su ridículo auto para saberlo, ¿no lo creen así chicos?, todos en el aula soltaron una carcajada, que inundó por completo aquel recinto.
-Claro que no, ¡Válgame!, nadie quiere parecerse a un estólido y estulto como usted, de un cociente intelectual bajo y con ínfulas de grandeza, que usa para esconder su muy pequeño conocimiento.
- Está tentando su suerte profesor Nicolás, me gustaría verlo expulsado se esté plantel.
- Adelante, inténtelo, pero por ahora sería tan amable de sentarse o de retirarse.
Nicolás empezó con la presentación del tema, en matemáticas I, veremos propiedades generales de los números, logaritmos, ecuaciones, teoremas y demás contenidos relacionados.
- Profe, gracias por ayudarme con Marcos
- Mira Alejandro, eres un estudiante excepcional, tienes muchos conocimientos sobre las matemáticas, no me gustaría que un chico talentoso como usted, tuviera que renunciar a estudiar, solo porque alguien con más poder lo instiga a menudo; sin embargo, no es como si yo pudiera protegerte, he visto desistir a muchos chicos interesantes, ni siquiera los maestros podemos enfrentar a estos niños malcriados, prácticamente estás solo, debes afrontar la adversidad y emerger.
- Lo entiendo profe.
Luna salía de clases y se dirigía al restaurante cercado del campus, en dónde se encontraría con Katarina y sus amigos.
- Luna has tardado en llegar, le dijo Katarina, quién estaba sentada en una lujosa mesa, con cuatro sillas alrededor, miraba la carta de presentación de los platos más exquisitos para el almuerzo.
- ¿Cómo te fue kata?,superbién, aunque estoy algo atrasada, pero mis compañeros me están ayudando.
- Y a ti, ¿qué tal?, También estoy tratando de ponerme al día; sabes, el profesor Alberto, ha sido muy amable conmigo, me dijo que siempre podía acudir a él, en caso de no comprender algo.
-Umm vaya, que suerte tienes.
En ese momento se acercaban dos figuras masculinas, que sobresalían entre el resto de personas que estaban sentadas en aquel lugar, vestidos de forma impecable y sonrientes, avanzaban hacia la mesa.
- Luna, te presento a Marcos Rangel, es mi novio, el chico del que te he hablado y el es su amigo Daniel Palacios
- Un gusto conocerlos.
- La mirada de Daniel se clavó instantáneamente en el rostro de Luna, ¡es usted mucho más hermosa de lo que imaginé señorita, todo lo demás palidece en frente suyo.
-No diga eso, hara que me sonroje joven Daniel.
Alejandro estaba en el aula de clase, sentado cerca de la ventana, ha esa hora, muchos estudiantes se disponían a utilizar el descanso para almorzar; a lo lejos veía como esa hermosísima mujer de la mañana, caminaba muy sonriente con 3 personas.
- No podía haber encontrado mejores amigos, ¡vaya!Marcos y Daniel, ella debe ser igual o peor que ellos.
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