En la oscura habitación de un gran hotel de lujo en Nueva York, un hombre guapo, rico y completamente desnudo, fumaba un puro con el rostro sombrío. Su cuerpo definido, sensual y musculoso descansaba tranquilamente en un sillón con la mirada siniestramente penetrante hacia la hermosa mujer que dormía plácidamente en la cama.
Aquella era una madrugada de tormenta. La lluvia caía hacía mucho tiempo, el viento fuerte soplaba ferozmente las cortinas de la ventana de vidrio de la habitación, haciendo un ruido apavorante.
El ruido del viento era muy aterrorizante, pero el hombre que tragaba el puro y esparcís una neblina de humo por la habitación, parecía mucho más aterrador.
Sus ojos brillantes y castaños estaban en aquel momento negros. Él no conseguía parar de mirar a aquella mujer que dormía tranquilamente sin saber que estaba siendo observada por aquel par de ojos sombríos. Los ojos de él escudriñaban cada minúsculo lugar de aquel cuerpo pequeño, moreno y voluptuoso de la mujer desnuda en la cama...
Rayos caían afuera, truenos insistían en resonar en el cielo en medio de la madrugada lluviosa.
La poca luz que entraba en el lugar oscuro, era de relámpagos y rayos que traían claridad a través de la ventana de vidrio.
El hombre se llamaba Dennis Connor, CEO billonario de 28 años.
La mujer que dormía tranquilamente desnuda sobre la cama, era su secretaria, Mel Mayer de 25 años.
- ¿Cómo esto pudo pasar? ¿Cómo acabé acostándome con mi secretaria? Me duele mucho la cabeza.
Dennis intentaba entender cómo todo eso había pasado.
Mel Mayer trabajaba con Dennis Connor hacía cerca de dos meses. Nunca habían tenido contacto fuera de la empresa. Pero ahora estaban dentro de una habitación oscura en uno de los hoteles más lujosos de Nueva York.
Él se levanta del sillón apagando el puro en el cenicero y va hasta el baño.
Mel se revolvía sobre la cama grande y confortable, dando señales de que despertaría en cualquier momento.
Después de casi media hora, el CEO salió del baño con una toalla amarrada en la cintura, con sus cabellos mojados y desordenados, le daban aún más encanto y sensualidad.
Él se viste su calzoncillo bóxer recordando como Mel le había quitado esa prenda íntima de su cuerpo, él sacude la cabeza bastante irritado.
-- ¿Señor Connor? Yo no...
Mel se despierta y enseguida se encuentra con su jefe en frente de ella. Ella inmediatamente recuerda lo acontecido entre ellos la noche anterior y cubre su cuerpo con la sábana, avergonzada al percibir que estaba desnuda.
-- ¡Vístase! La voz aguda y áspera de él salió con arrogancia mientras se ponía su pantalón social negro.
-- Señor Connor, no sé cómo pasó esto, yo estaba tonta cuando subí hasta su habitación.
-- No quiero excusas, señorita Mayer. Veo que es una mujer sin clase y aprovechada.
Mel abre los ojos y muerde sus labios, perpleja y molesta de las insinuaciones de su jefe.
-- Pero... ¿pero qué tonterías son esas? Usted también me agarró y me besó. ¿Y ahora quiere echarme la culpa a mí? Lo hicimos juntos, ¿está oyendo?
Ella se levanta aturdida cubriéndose con la sábana.
-- No necesita darse el trabajo de cubrirse, señorita Mayer. Ya lo vi todo.
Dice irónicamente con una sonrisa sarcástica en los labios.
Mel se ruboriza instantáneamente.
Dennis mantenía su mirada fija sobre ella.
-- ¡Usted es un cretino! Ella estaba bastante irritada. -- Se acuesta conmigo, y después viene a decir que yo soy la culpable. Por favor, señor Connor. Yo estaba borracha, por eso me dejé seducir por usted. Nunca en mi sano juicio, haría algo de este tipo, si estuviera sobria.
Ella escupe las palabras para él muy enojada.
Él enseguida se recompone y se apoya en la pared.
-- ¿Fue usted quien me sedujo y quiere hacerse la inocente? ¿Y quiere saber? Yo también estaba borracho, por eso acabé dejándome seducir por usted. Yo nunca me iría a la cama con una mujer como usted. Sin atractivo.
Ellos se miran fijamente respirando agitadamente.
Movida por la ira, ella le da una fuerte bofetada en la cara.
-- ¿Cómo te atreves, perra?
Dennis mira penetrantemente aquellos labios carnosos y rosados de Mel, aún con el rostro rojo ardiendo por la bofetada, él traga en seco deseando deleitarse en ellos nuevamente.
-- ¡Está despedida! Pase por RRHH por la mañana.
Él se aleja vistiendo su chaqueta negra.
-- Muchas gracias; estoy feliz de no poder ver más su cara, perro rabioso.
Ella toma su ropa del suelo y va hasta el baño.
Dennis se sienta en el sillón alisando los dedos de una mano con la otra.
-- ¿Qué ha pasado aquí? Ella insiste en decir que fui yo quien la sedujo. ¿Pero qué pasó anoche que estábamos los dos borrachos y excitados el uno por el otro?
Enseguida después de un momento intentando entender toda la situación, Dennis firma un cheque y escribe una pequeña nota y lo deja encima de la cama y enseguida después sale de la habitación.
Mel sale del baño algunos minutos después y ve el cheque y la nota sobre la cama.
* Este dinero es el pago por nuestro pequeño incidente. Aprovéchelo, señorita arrogante, y compre la píldora del día después. No quiero tener hijos con una loca como usted..*
Ella lee la nota mordiéndose los labios de tanta raiva que estaba sintiendo.
-- Pero qué hombre tan terrible. Qué odio. Qué odio de este cretino miserable. Como si yo quisiera tener hijos con él...
Ella arruga el papel y lo tira a la basura, y el cheque lo guarda en su bolso.
-- ¿ Él se piensa que soy qué? ¿Una prostituta? Afs, ¿quién se cree que es? Le voy a restregar este cheque en la cara, imbécil insoportable.
La lluvia había dado una tregua. Y el reloj marcaba las cuatro de la mañana.
Mel sale de la habitación y toma el ascensor.
Al bajar para la recepción del hotel, encuentra a Dennis conversando con alguien en el celular.
Ella espera que la llamada de él termine.
-- Aquí está su cheque, su cretino miserable. Y aún hay más. Nunca quise tener hijos con un hombre insoportable como usted.
Ella dice lo que quería lanzando el cheque en el pecho de él y sale rápidamente.
En la recepción solo estaban ellos dos. El empleado había salido hacía pocos segundos antes de que Mel llegara.
Dennis se queda sin reacción en el momento.
Él la mira mientras desaparece entre las puertas giratorias del hotel.
El cheque que Dennis le había dado a Mel era por un valor de diez mil dólares.
De alguna manera, él se quedó sorprendido de que ella no lo haya aceptado, ya que era un valor que correspondía a casi cuatro veces el salario de Mel.
Mel Mayer.
Llego a casa con intensos dolores de cabeza. Sinceramente, no puedo creer que haya tenido relaciones con mi jefe... ¿Él? Un hombre al que jamás pensé acercarme. Mi relación con él siempre ha sido profesional, jefe y secretaria.
Nunca imaginé que un día esto pudiera suceder... Éramos completos extraños. Solo hablamos lo necesario, él conmigo y yo con él...
Las pocas veces que el señor Connor me dirigía la palabra, siempre lo hacía con arrogancia, y yo soportaba las prepotencias de ese idiota.
Y ahora que todo esto ha sucedido, lamentablemente... No sé cómo volver a mirar a ese miserable, menos mal que me despidió; trabajar con él era un sufrimiento enorme y, para colmo, no sé cómo contarle a mi novio que estuve con otro hombre...
¿Por qué las cosas malas siempre me pasan a mí? Sí, me pareció demasiado intensa la noche de pasión que tuve con ese cretino, pero... ¿Espera un momento? ¿Dije eso realmente? ¿Noche de pasión? ¡Ah! ¡Voy a volverme loca si sigo recordando a ese hombre!
Carlos está en Italia, es abogado y tiene algunos clientes allí; ya hace más de tres meses que no lo veo, pero casi todos los días hablamos...
Qué vida la mía... Estoy enamorada de Carlos desde que era joven y, finalmente, cuando le confesé mis sentimientos y todo iba bien, ocurre un infortunio así...
Fue con él con quien perdí mi virginidad, y ahora estoy desolada por todo esto...
Estoy segura de que él va a terminar conmigo.
¿Qué hago?
Mis pensamientos terminan saliendo por mi boca.
—¿Qué pasó, Mel? ¿Por qué no viniste a dormir a casa anoche? Te llamé varias veces y no contestaste. Estaba muy preocupada...
Daniela es mi mejor amiga, y vivimos juntas en un pequeño apartamento en un barrio residencial de Nueva York.
—¡Estoy en aprietos! Exclamo al sentarme en el sofá de la sala aún somnolienta.
—¿En aprietos? ¿Cómo así? Cuéntame esa historia, amiga...
Daniela es muy importante para mí, y claro, no iba a ocultarle este asunto.
—Siéntate, Dani... Te voy a contar todo. Pero por favor, no me interrumpas ni te rías, ¿sí?
Le cuento lo que sucedió, solo que omito algunos detalles. Daniela me mira extrañada e incrédula...
—Mel, ¿realmente tuviste relaciones con el chico de tu jefe? Eso, eso es muy sensacional... Todas las mujeres querrían estar en tu lugar... Ese hombre es muy guapo y sexy, y además, es billonario... Tuviste mucha suerte...
La miro molesta.
—Oh Dani, no tiene nada de suerte... Ese hombre es un cretino, miserable y arrogante... Tuve mala suerte al acabar en su habitación... Mejor dicho, en su cama.
No podía creer que estaba viviendo este drama...
—Y además, salgo con Carlos, ¿cómo voy a enfrentar al hombre que amo y decirle que estuve con otro? Nunca me perdonará...
Las lágrimas caen de mis ojos... Mi vida está completamente desordenada, y mi lado emocional está afectado.
—Lo siento, amiga. No pensé en Carlos. También debe ser muy difícil para ti, amiga... Toda esta situación...
Daniela se entristece al verme llorar...
—Y lo peor, Dani, es que todavía no compré la pastilla del día siguiente.
—¿Qué, qué dijiste? Me mira asustada: —Mel, ¿estás loca? ¿Por qué no usó preservativo? ¡Amiga! ¿No sabes cuántas mujeres ha estado con... Si tiene alguna enfermedad y encima viene un embarazo no deseado? Mel... Realmente estoy sorprendida con todo esto...
Daniela aún no comprende la magnitud de lo que pasó... En realidad, no entiende que no estaba en una situación para prepararme o prepararlo para hacer lo que hicimos... Solo sé que mi cuerpo estaba completamente excitado y tenía ganas de sentirlo dentro de mí... Y por lo que recuerdo, el señor Connor estaba igual.
Y eso fue lo que sucedió... Desafortunadamente...
—Dani, luego te explico todo, pero ahora necesito ir a la farmacia del barrio, creo que abren a las cinco de la mañana.
Necesito tomar esa pastilla, no quiero quedar embarazada de ese hombre, para después tener que decir que quería hacer un golpe de barriga.
—Quédate aquí, ve a darte una ducha y cámbiate de ropa. Yo misma iré a comprar el medicamento por ti.
Daniela me dice dándome un fuerte abrazo.
-- ¡Ok! Respondo y me dirijo a mi habitación.
El olor del perfume del cretino aún se exhala en mi ropa, haciéndome recordar sus manos sobre mi cuerpo acariciándome. En ese instante, me siento excitada.
Pero, ¿qué está pasando conmigo? Tengo novio y nuestra relación es genial. ¿Por qué tengo que recordar precisamente sus manos sobre mi cuerpo? O mejor dicho, mi exjefe. Voy a tomar una ducha. Necesito quitarme ese perfume del cuerpo, necesito olvidar todo esto.
Después veré cómo le digo a Carlos.
Una cosa tengo clara. No puedo esconderle esto a mi novio, aunque no me comprenda y termine rompiendo conmigo, incluso si no me perdona; aun así, mi conciencia estará tranquila por decirle la verdad.
Voy al baño y paso casi media hora debajo de la ducha. Las lágrimas bajan por mi rostro, escurriéndose junto con el agua de la regadera. Lo necesitaba. Necesitaba sacar todo lo que estaba atorado dentro de mí. Necesitaba relajarme.
Cierro la ducha, me enrollo en una toalla y tomo otra para secar mi cabello mojado.
Nuevamente recuerdo mi infortunio. Yo, completamente desnuda sobre él, teniendo el mayor orgasmo de mi vida.
-- Necesito olvidar todo esto. ¿Qué me está pasando? ¿Acaso nunca he tenido sexo en mi vida? Necesito hablar urgentemente con Carlos. Sé que han pasado tres meses desde que tuve relaciones sexuales y debe ser por eso que no puedo sacarlo de mi cabeza.
Creo que pronto pasará.
-- ¡Llegué, mi amor! Aquí están los comprimidos. Salgo de mis pensamientos al escuchar a Daniela hablarme.
Tomo el comprimido rápidamente. Estaré en problemas si no funciona.
-- Ya compré pan, ¡Mel! Ahora voy a hacer el café. Descansa un poco. Necesitas estar bien dispuesta para enfrentar a tu jefe en el trabajo.
-- ¿Trabajo? ¿Qué trabajo, Dani? Él me despidió.
Daniela abre los ojos, mirándome asustada.
Dennis Connor:
Ya es la vigésima vez que me revuelvo en esta cama de un lado a otro. Ya he intentado dormir de varias maneras, pero todo es en vano. Parece que este colchón tiene espinas hoy.
Ya me he levantado y me he acostado diversas veces.
Los ojos sensuales de la señorita Mayer me miran y no salen de mi mente. No sé qué hizo esa secretaria conmigo en aquel cuarto de hotel, pero me dejó alucinado por ella. Y, de hecho, sé lo que hizo... Y es por eso que no dejo de pensar en ella.
Cierro mis ojos una vez más intentando recordar otras cosas para ver si consigo dormir, pero una vez más es en vano.
¿Qué voy a hacer? Estoy comprometido con la modelo internacional Amanda Fox y estoy enamorado de ella. Siempre he sido un hombre reservado y nunca me he acercado a las mujeres, pero inusitadamente me vi involucrado con otra mujer que no era mi prometida.
Un hombre como yo tiene un nombre que cuidar. Si esto se entera a través de las redes sociales, estaré acabado.
Necesito hablar una vez más con esa mujer molesta. ¿Piensas en una mujer atrevida? La soporté como mi secretaria solamente porque mi padre me pidió que la contratara.
Y ahora necesito conversar con ella, antes de que ella propague esta historia y le cuente a alguien que tuvo relaciones con Dennis Connor.
Cuando pienso en esta mujer, la rabia me invade. Y, al mismo tiempo, recuerdo de ella encima de mí, subiendo y bajando mientras gemía. Solo de pensarlo, mi amigo de abajo ya se pone duro.
Me levanto de la cama y miro el reloj, son exactamente las ocho de la mañana. Tomo una ducha para relajar la mente y luego me arreglo para ir a la empresa. Seguramente la señorita Mayer estará allí para pasar por Recursos Humanos. Quiero verla y llamarla para una conversación.
Vivo solo en mi apartamento de una habitación. No me gustan los lugares muy grandes, y cuando me case con Amanda, compraré una casa conforme a sus gustos.
—¡Buenos días, Cidinha! Saludo a mi empleada.
—¡Buenos días, señor Connor! Su merienda ya está lista.
Cida trabaja conmigo desde hace varios años, ella y mi prometida son las únicas mujeres que he permitido entrar en mi apartamento.
Aquí es mi lugar de descanso. No quería que cualquier persona interfiriera en mi ambiente de sosiego.
Tomo un desayuno contundente. Una vez más está delicioso.
—¿Qué ocurrió, señor Connor? Su rostro está raspado.
Siento un frío en el estómago al escuchar que Cida repara en algo que yo no había notado.
—¡Voy a mirar en el espejo! Me levanto y voy hacia mi cuarto.
—¡Oh! No... Esa mujer me rasguñó a propósito, no puede ser. Esa perra es muy salvaje.
—No es nada grave.
Y vuelvo a la cocina. Menos mal que Cida no me interrogó. Sé que le preocupa mucho mi bienestar.
Le doy un beso en la frente y salgo hacia el ascensor.
Bajo al sótano a recoger mi coche. Mis seguridades me acompañan en otro vehículo.
Estaba ansioso por llegar a la empresa.
Cuando llego, pregunto en la recepción si la señorita Mayer ya ha llegado. La recepcionista me mira extrañada, parecía que nunca había escuchado el nombre de alguien.
—Señor Connor, ¿en qué departamento trabaja la señorita Mayer?
—¿Cómo es posible que una empleada no recuerde el nombre de la secretaria de su jefe? Hablo con arrogancia.
—Perdón, señor Connor. Realmente no recordaba el apellido de su secretaria. Aquí le llamamos Mel.
Escucho su explicación y rápidamente salgo de allí, de nuevo tomo el ascensor hacia mi oficina.
Al llegar al pasillo de mi oficina, miro en dirección al escritorio de mi secretaria.
Realmente siento algo dentro de mí que nunca sentí antes. No sé cómo explicar lo que sentí al ver aquella silla vacía.
Siempre que llegaba, ella ya estaba en su mesa esperándome con su agenda. No puedo negar que ella era una buena profesional.
Cruzo rápidamente frente a esa mesa y entro en mi oficina.
Me parece extraño. Steven es mi asistente y mi abogado personal y siempre me espera en el sofá de mi oficina los viernes. Pero hoy es viernes y no ha aparecido.
Seguramente se debió de haber emborrachado anoche y se ha retrasado.
Comienzo a trabajar y, en varias ocasiones, mis ojos me traicionan y soy involuntariamente dirigido hacia la ventana de vidrio que tenía una vista perfecta del lugar donde se sentaba la señorita Mayer.
Pero, ¿qué me está pasando? ¿Por qué sigo pensando en esa mujer? Creo que es solo preocupación, temor de que ella abra esa boquita y cuente lo que ocurrió entre nosotros... Tranquilo, Dennis, tranquilo... Solo eso... No puedo estar enamorado de ella solo por una aventura, ¿verdad? De ninguna manera. Estoy enamorado de mi prometida, Amanda.
Debo estar pensando en la secretaria porque estoy preocupado de que ella le cuente a alguien que pasamos la noche juntos.
—¡Señor Connor!
Bebo un vaso de agua cuando escucho una voz proveniente de la puerta.
Mi corazón late con fuerza ante la expectativa de que sea ella.
—¡Puede entrar! La figura femenina entra y, para mi desagrado, no era la señorita Mayer.
—¡Buenos días, señor Connor! Necesito que revise estos gastos para el evento festivo de la empresa del próximo mes.
—Mire eso con mi... Me detengo al recordar que he despedido a la secretaria.
—¿Qué iba a decir, señor Connor? Mi gerente de finanzas me mira curiosa, sin entender...
—Deja eso. Dentro de un momento reviso todo.
—Está bien, señor. Estoy regresando a mi oficina.
No tenía ganas de conversar con ella. Menos mal que se fue.
Una vez más, llevo mi atención a mi computadora... Esta vez logro hacer bien mi trabajo.
Después de un tiempo, me asalta la necesidad de tomar un café y, de nuevo, para mi descontento, la señorita Mayer no estaba allí para atender mi pedido.
¿Cómo es posible? ¿Era yo tan dependiente de una simple secretaria? No, de ninguna manera.
Me levanto confiado para ir a la cocina de la empresa, que está un piso abajo del mío.
Y, para mi sorpresa y completa inquietud, veo a la señorita Mayer saliendo del elevador.
La miro fijamente con el corazón acelerado... Esa mujer y ese cuerpo pequeño y moreno fueron míos anoche.
Trago saliva, sacudo la cabeza, inquieto con ese pensamiento.
—¡Buenos días, señor Connor! Se acerca a mí y me saluda con una sonrisa en los labios... Su perfume dulce me deja aún más perturbado.
—¡Buenos días, señorita Mayer! Nos miramos por unos segundos... En realidad, no podía apartar mis ojos de los suyos...
—Voy ahora al departamento de despidos.
Exclama mientras pasa junto a mí y se aleja.
Me molesta que no hable conmigo como es debido.
—¡Espera! Digo, dando pasos hacia ella.
—¿Qué desea, señor?
Ella habla y mi atención se concentra en sus labios. De repente, me asalta un inmenso deseo de empujarla contra la pared y besar esos labios carnosos nuevamente.
—¿Señor Connor? Me llama, despertándome de mis pensamientos frívolos.
—Por favor, vayamos a mi oficina, quiero hablar contigo.
Salgo delante de ella y ella me sigue, y en pocos segundos, estábamos los dos dentro de mi sala...
Download MangaToon APP on App Store and Google Play