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Eras Tú.

Promesa del pasado.

...Pasado...

— mami, ¿puedo salir a jugar? — su madre asintió mientras acariciaba su mejilla, dejo un beso en su frente y salió corriendo de la habitación. .

Al bajar las escaleras Mabel estaba a punto de caer, pero su padre llegó a tiempo y evitó el pequeño accidente— cuidado princesa.

El padre le dio un beso mientras ella solo asentía, caminó hasta salir de su casa, subió a su bicicleta y pedaleo por todo el vecindario y al cruzar la segunda calle Mabel no se había dado cuenta de que un auto venía a alta velocidad hacia ella.

El auto hizo sonar la bocina y Mabel se paralizó, quedándose completamente inmóvil en medio de la carretera, hasta que un valiente jovencito al ver lo que pasaría la agarro del brazo y la jalo hacia él.

Cayendo los dos en la acera y una Mabel asustada comenzó a llorar, el jovencito no sabía que hacer para que dejara de hacerlo y lo único que se le ocurrió fue abrazarla con mucha fuerza.

Y fue de esa manera que ella dejó de llorar y en medio de sollozos Mabel levantó su vista y al ver aquel jovencito sus ojos brillaron.

Teniendo en sus pensamiento que ese niño era el más lindo de todo el vecindario, él con delicadeza limpio sus mejillas mientras le sonreia.

— ¿estás bien? — Mabel asintió casi sin parpadear— hola, me llamo Bastian, y, ¿tú?.

La ayudo a levantarse, sacudió su vestido y al final estrecharon sus manos — soy Mabel y gracias por ayudarme Bastian.

Bastian solo asintió mientras sonreia, levantó la bicicleta de Mabel, la tomo de la mano y caminaron hacia su casa sentándose en el inmenso césped y mientras Mabel lo veía con entusiasmo, el arreglaba su bicicleta, ya que por el pequeño percance se daño un poco, él jovencito le menciono a Mabel qué estaría con su tía Eleonor por unas muy largas vacaciones.

Pero en realidad a Bastian lo habían mandado a E.U. Por muchos problemas en Suecia y ellos sabían que no era seguro que su único hijo estuviera con ellos y solo con trece años aquel jovencito tuvo que alejarse y adaptarse con rapidez a otras culturas y costumbres.

Así avanzaron los días y entre Mabel y Bastian había surgido una bella amistad, donde él comenzó a ir al colegio al que asistía Mabel y aunque aquel jovencito era tres años mayor, su conexión era extraordinaria, así que en todo momento estaban juntos, en el tiempo de descanso y al salir de el colegio.

Pero al convivir tanto tiempo juntos ese sentimiento de amistad se convirtió en algo más para ambos, aunque ninguno de los dos quería admitirlo qué la atracción ya existía.

Y como cada día de colegio Bastian y ella se encontraban en la cafetería para tomar el almuerzo juntos, aunque Mabel había notado que con tenerlo cerca su nerviosismo era inevitable e incontrolable.

Pero al mismo tiempo Mabel tenía miedo de que Bastian se diera cuenta de sus sentimientos y de esa bella amistad no quedará nada por una tontería...

Un año paso y Mabel seguía ocultando su sentir, pero toda esa situación fue reemplazada por la repentina enfermedad de su madre que la tenía postrada en una cama, el padre de Mabel como loco comenzó a buscar a los mejores especialistas para que le dieran un diagnóstico, pero aquella enfermedad era tan extraña que ni los científicos más experimentados aún no tenían información sobre la causa y su probable cura.

Pero el pequeño equipo de médicos que veía y valoraba a la madre de Mabel le dieron una pequeña esperanza a la familia y la única opción era un tratamiento experimental, y aquel hombre de cabello oscuro y de ojeras pronunciadas no sabía que hacer, pues él no se sentía capaz de decidir por la vida y salud de su esposa.

Y al enterarse de la posibilidad aquella mujer de ojos verdes simplemente dijo que "No", y con esa voz sutil, cálida y amorosa afirmó que su momento había llegado y solo tenía que aceptar ella, como su familia que pronto partiría.

Mabel sufrió al entender que su madre cualquier día ya no despertaría, así que la mayor parte del tiempo lo aboco a estar al lado de su madre, y solo veía a Bastian en el colegio.

Pasaron los meses y su madre decaía cada vez más, y una tarde aquella mujer de ojos verdes llamo a su hija, y al tenerla cerca la besó y acarició su largo cabello.

— hija mía, sé que aún eres pequeña, pero entenderás lo que te digo— Mabel se levantó mientras sus ojos se humedecían— tienes que seguir, tienes que reír, jugar, quiero que tu infancia esté intacta aquí— poso su mano débil en su cabeza— solo no olvides que te amo Mabel.

— nunca mami— Mabel comenzó a llorar y su madre solo la abrazo— no me dejes.

— hija, tranquila, este solo es un proceso para ser libre— al separarse su madre limpio sus mejillas humedas— yo no te dejaré por que siempre estaré aquí, y aqui— toco su pecho y su frente— ahora mi niña sal y disfruta.

Y en medio del llanto Mabel salió de la habitación de su madre, a hacer lo que ella le había pedido, pero cada que salía de casa terminaba llorando en los brazos de Bastian quien al verla así se le partía el corazón...

Las semanas habían pasado y Mabel había asimilado más no aceptado lo que pasaria.

Bastian y Mabel se levantaron del césped, él con calidez limpio las escasas lágrimas que recorrían las mejillas de Mabel, sonrió y tomo su mano— ¿quiero mostrarte un lugar?.

Mabel asintió y camino a la par de Bastian, entraron a la casa de su tía Eleonor, subieron las extensas escaleras llegando al tercer piso, entrelasaron sus manos mientras caminaban por un largo pasillo, abrió una puerta que conducía al desván.

Mientras Mabel veía a su alrededor Bastian abrió una ventana y la invitó a seguirlo, salieron para trepar hasta llegar a lo alto de la cazona.

Al sentarse Mabel se dio cuenta de que el cielo estaba teñido de colores rojizos y donde juntos apreciaban un bello atardecer, Bastian se acercó con lentitud a ella e hizo que recostara su cabeza en su regazo y mientras él entrelazaba sus dedos en su cabello un suspiro sonoro se escapó de su boca.

El silencio reinó por mucho tiempo, pero Bastian no para de pensar que pronto se iría y que le dolerá no volverla a ver, nuevamente suspiro y al bajar su vista Mabel lo veía sin emitir sonido, sonrió él hasta dejar un beso en su frente.

— sabes Mabel aquí venía a pasar cada tarde al no poderte ver—Mabel se sorprendió por sus palabras, se levantó quedando a su lado — me gustas.

Mabel al escuchalo se quedo helada mientras que Bastian solo la observaba con sus ojos cristalizados casi apunto de llorar — Bastian, yo, yo.

Y de la nada se quedó sin palabras para responder, pero por dentro había una gran fiesta al enterarse qué Bastian también gustaba de ella y esas mismas palabras y confesiones abrían la brecha perfecta para que Mabel le dijera de sus sentimientos.

Pero la vergüenza era aun más grande para lograr hacerlo—tranquila, no digas nada— Bastian metió su mano al bolsillo buscando el anillo qué hace semanas había comprado, al sacarlo se lo mostró y con un poco de tímidez le habló — ¿puedo?.

Mabel asintió mientras que sus mejillas se sonrrojaban — es muy bonito, gracias Bastian.

— sabes, me ayudo mi tía a escogerlo— ella asintió mientras sonreia — Mabel, cuando seamos grandes, vendré a buscarte para que seas mi novia y te prometo que estaremos juntos para siempre.

— ¿es una promesa? — Bastian asintió con una gran sonrisa dibujada en sus labios, se abrazaron y al separarse sellaron esa promesa con un pequeño beso inocente.

Pero por designios del destino esa promesa jamás se cumplió...

...Actualidad...

Al levantarse, Mabel de inmediato llamó a su jefe para decirle que hoy se ausentaría, ya que tenía que atender el llamado urgente de Talo, la mano derecha de su padre.

Sin darle detalle alguno solo recalcó que era urgente, así que Mabel pensaba lo peor que pudiera sucederle a su padre rogando qué no fuera nada grave, al estar lista tomo sus llaves, su bolso y salío de su departamento.

Manejando a alta velocidad por la libre para ir a esa casa, esa misma casa de la que un día fue su hogar.

Mabel Peach.

Amenazas.

— papá, pero, ¿porque?, se supone que Elia es la que debería casarse con el hijo de los Bailey, no yo— el padre de Mabel la fulminaba con esa mirada pesada llena de enojo y desesperación.

— es muy fácil Mabel, tu hermana tiene una carrera y metas por conseguir— se sorprendió al escuchar cada palabra validando las razones por las que esa mujer no podía casarse con el primogénito de los Bailey.

— ¿entendí bien?—de inmediato Mabel le reprochó sintiendo indignación por cada palabra que salía de su boca y no dudo en dejarle dos puntos muy claros — número uno, Elia es solo mi media hermana—se levantó de esa silla incomoda mientras retaba a su padre con esa misma mirada solo con la diferencia que ella destilaba desprecio — y dos, yo sí tengo un trabajo, una carrera, tengo sueños y muchas metas por aún cumplir.

Ese hombre de unos sesenta años, la vio con sorpresa por la postura de su primogénita, no quería ni pensar que sucedería si ese matrimonio no se llevaba a cabo — hija, entiéndeme, solo será por dos años— Mabel levanto su ceja mientras se cruzaba de brazos para darle a entender a ese que se hacia llamar padre, que ella jamas aceptaría su ridícula propuesta — Mabel, ayúdame por favor esta unión es para que Sasha y su familia absorban algunas deudas de la empresa y para que no entre en crisis por la misma causa.

—¡¿qué?!—negó casi en shock por las palabras tan cínicas de ese hombre —¿Ivar te estás escuchando?, ¿yo ayudarte a ti?, ¿es en serio?, por lo que veo ya has olvidado que después de la muerte de mi madre me dejaste olvidada y prácticamente me las tuve que arreglar yo sola y sin tu ayuda y, ¿hoy?, hoy me pides que venga a tu casa después de años de no vernos, y hoy, ¿quieres que yo te ayude?, esto, esto es el colmo del gran cinismo señor Cooper.

Mabel negaba una y otra vez por el osado atrevimiento de su padre, volvió a verlo intentando retarlo, mostró media sonrisa, dio media vuelta para irse de ese lugar que comenzaba a asfixiarla por los recuerdos bellos, pero al mismo tiempo tan desagradables para ella.

Pero al estar a punto de lograr su objetivo, su padre la retuvo tomándola del brazo con fuerza — lo harás Mabel Cooper Peach, te guste, o no— al escuchar sintió un escalofrío recorrer tras su nuca, pero ella tomó las riendas y se soltó con fuerza mientras sentía en su interior crecer la furia y sabía que no podría contenerla o quizás ella ya estaba decidida a no hacerlo.

— ¡¡sus amenazas no me quitan el sueño y créame que está por verse señor Ivar Cooper!!, ¡¡y que le quede muy en claro, que yo no seré la sustituta de su amada hija!!.

Salió echa una furia de ese lugar y mientras caminaba por ese largo pasillo intentaba calmarse un poco porque tenía muy claro que ese enojo y frustración que sentía en ese momento quizás después le afectaría su salud.

Ya más calmada y relajada termino de subir el último escalón para dirigirse hacia la puerta principal, pero jamás se imagino que se volvería a cruzar con esa mujer qué por muchos años la lastimó al borde de un día tentar contra su propia vida.

— ¿tú, aquí?, pensé que te había dejado muy en claro niña que no quería que regresaras— giro con pesadez hacia esa voz fastidiosa y altanera.

— créeme, no es grato ni para mí regresar a esta casa y tenerte que ver Araide, y por desgracia tu marido me llamo para decirme palabras estúpidas e irrelevantes, pero sabes una cosa, dile a tu adorada Elia que aliste su mejor vestido, porque yo, no tomaré su lugar.

Al terminar de decir las últimas palabras, Mabel se había percatado que en el segundo piso había una rubia de ojos azules espiando y escuchando la amena charla.

Y decidió darle de esa manera la bella noticia, la chica grito con terror porque ella no quería casarse con ese hombre que a pesar de que era muy apuesto, era un hombre frío, arrogante y muy mujeriego y ella aún estaba muy joven para ser atada a un hombre que quizás la depreciaría.

Mabel al haber alcanzado su objetivo, sonrió mientras veía fijamente a Araide, encogió sus hombros para que entendiera de una buena vez qué ese ya no era y jamás será su asunto.

Dio media vuelta siguiendo su camino, pero a unos cuantos pasos de llegar a su auto se encontró a Elba, la hermana gemela de Elia. — qué desagradable vista.

Soltó con mucho desprecio esas tres palabras dirigidas a Mabel.

Mabel al escucharla solo negó mientras de su boca salía una melodiosa carcajada, pero ella tenía pensado no quedarse atrás y responder en contra de sus insultos baratos — digo lo mismo Elba y cuidado, porque hay muchos perros hambrientos por la calle y no te vayan a confundir con un agrio hueso.

La chica de cabello rojo se sorprendió y solo endureció sus facciones aparentando estar indignada aunque en realidad ella no lograba entender del todo sus palabras — ¿qué quisiste decir? — Mabel solo le mostró una amplia sonrisa e ignoro su pregunta mientras subía a su auto con total calma — ¡Mabel contéstame!.

— solo olvídalo, entiendo que tu fuerte no es la inteligencia Elba, ¡ha!, por cierto, prepara tu mejor atuendo que tu hermana Elia se casara muy pronto.

Encendió su auto con tranquilidad mientras afuera había una pelirroja furiosa por la noticia y solo se lograba escuchar muchos insultos no tan lindos de oír.

Mabel decidió ignorar, piso el acelerador y salió de la casa a alta velocidad, dejando una estela de polvo tras de ella.

Pero al pasar por una vieja casona no dudo y se estacionó solo para contemplarla mientras su mente atraía buenos recuerdos de su infancia en esa casa, suspiro profundamente al recordar al niño qué un día juro que estarían juntos por siempre.

Toco ese mismo anillo que colgaba de su cuello y negó varias veces, ladeo sus labios y volvió a encender su auto y solo salió de esa lujosa zona para tomar la libre e irse a su casa.

Al llegar de inmediato entro al edificio, abrió la puerta del pequeño departamento qué alquilaba, se dio una ducha, ceno y comenzó a organizar lo que se llevaría a la oficina.

Termino y solo se acostó, estaba exhausta por el largo viaje de cuatro horas, viaje el cual solo fue para corroborar que su padre solo la busco para su conveniencia y no para limar asperezas y recuperar su relación como ella vagamente tenía la esperanza...

La hoguera.

Al día siguiente se alistó, desayuno y salió apurada, subió a su auto y manejo hacia su trabajo, y donde nuevamente su mente recordó la discusión con su padre.

Tema del que le indignaba, exigirle que tome su lugar, para casarse con alguien que nunca a visto en su vida y más porque ella piensa que el matrimonio no es cosa de juego.

Y después de darle vueltas al asunto terminó soltando una pequeña carcajada, entró al subterráneo, aparcó su auto y salió para subir al ascensor.

Acomodo su ropa, coloco su gafete y solo espero con paciencia llegar al último piso donde estaba su escritorio.

Mientras que en la oficina del CEO se encontraba una mujer furiosa dispuesta a pelear por lo que por años le costó atrapar, ella no le dejaría el camino libre.

Entró a la oficina y sin darle tiempo a la chica que al verla se asustó— zorra, estúpida, ¿creías qué no me enteraría? — le dio un par de bofetadas dejando a la chica asustada.

— señorita, no sé de qué habla — la mujer sonrió mientras la furia se hacía presente en esa oficina.

Comenzó a tirar todo lo que había a su paso, mientras la chica estaba paralizada viendo a la rubia— no seas cínica, tú te metiste con mi prometido, prostituta barata.

La jalo del cabello hasta tumbarla, salió por un instante y regreso con una caja— ¡recoge tus cosas rápido! — sin levantar la vista, recogió lo poco que tenía en esa pequeña oficina— ¡ahora lárgate zorra!.

La saco a empujones de la oficina, en eso iba saliendo Mabel del ascensor, al ver a su amiga de inmediato se acercó y noto que sus mejillas estaban rojas.

La detuvo, pero aquella chica tenía vergüenza y no quería mirar a su amiga quien muchas veces le advirtió de la manera de ser de su jefe.

— ¿qué sucedió?, ¿todo bien? — le pregunto, aunque Mabel intuía que era lo que había ocurrido, su amiga negó mientras sus lágrimas recorrían sus mejillas, Mabel al verla en ese estado no dudo en abrazarla para intentar transmitirle calma y un poco de apoyo — tranquila Hada.

— tenías razón amiga— Mabel asintió mientras acariciaba la espalda de su amiga, cuando logro calmarse se separaron y Mabel con delicadeza limpio las escazas lágrimas que aun salían de sus ojos — gracias, pero me tengo que ir.

Asentío Mabel caminando junto a ella pidio el ascensor y mientras abría sus puertas, las amigas se volvieron abrazar.

Y esa emotiva escena la vio la rubia quien camino a paso firme hasta donde estaban, cruzó sus brazos y con altanería volvió a gritar — ¿¡aún no te vas ramera de quinta!? — Mabel solo observaba a esa rubia loca— ¡y tú, regresa a trabajar que no te pagan para perder el tiempo!.

Mabel frunció el ceño, estaba más que lista en insultar a esa rubia mimada y odiosa, pero su amiga la detuvo, no quería que ella también saliera perjudicada por su culpa, así que la tomo de la mano para detenerla.

Al verse, Mabel solo asintió; el sonido del ascensor sonó y las puertas se abrieron y de ellas salió el ceo y el culpable del gran alboroto, fijo su vista en Hada hasta que la pozo en Mabel, le sonrió mientras la recorría lentamente con una mirada penetrante.

Mabel decidió ignorarlo, giro para despedirse de su amiga mientras que de fondo a ese par ya se le escuchaba su dura platica.

— si necesitas algo, solo dime Hada— ella asintió, volvió abrazar a su amiga hasta que subió al ascensor.

Mabel comenzó a trabajar, hacer llamadas para las reuniones próximas, revisar infinidad de carpetas y eso solo era acumulación de un día, solo por acudir al llamado del señor Cooper.

Mabel estaba terminando de organizar las últimas carpetas para archivarlas, cuando se escucho una fuerte discusión proveniente de la oficina del ceo.

—¡¿porque?!, yo te he entregado todo, soy tu prometida Nathan y así me pagas, acostandote con una zorra insignificante, esto lo sabrá tu madre.

—no metas en esto a ella, y si estamos en la hora de los reproches, perfecto, porque si pensabas querida que jamás me enteraría que tu también me fuiste infiel, estas muy equivocada — la rubia se sorprendió al escuchar a su prometido mientras que él sacaba de su portafolio una carpeta, la abrió y comenzó a leer en voz alta— Noel, Colton, kaesy, Franco, Albert, ¿quieres que continúe?— le preguntaba con ironía mientras que Lara estaba en shock—haber veamos, ¡oh si!, Mark, Louis, Pet..

Ella le arrebato la carpeta destrozandola con sus manos — ¡basta Nathan!, es mejor que me vaya, no quiero seguir peleando mi amor.

Él solo la vio con seriedad, Lara se acerco e intento besarlo, pero él la alejo, la tomo de las muñecas y la llevo hacia la puerta— solo antes de que me dejes en paz, dile a Mabel que la necesito.

Lara alzó su ceja izquierda ante el pedido de Nathan, asintió y salió de la oficina sintiéndose frustrada por el beso que le negaron.

Camino hacia el ascensor y mientras abría giro a ver a esa mujer— tu jefe te espera, — Mabel solo asintió y continuó con su trabajo, la rubia al ver que no se movía le grito con desprecio— ¡¡aparte de gorda, sorda, muévete que mi prometido pidió verte!!.

Mabel estaba a punto de gritarle y dejarle en claro ni por ser la prometida de su jefe se dejaría pisotear, pero un grito varonil se escucho detras de Mabel quien se asustó.

— no vuelvas a ofenderla, ni a ella y ni un empleado más, ¡ya basta!, y es mejor que te vayas o créeme que te arrepentirás Lara.

La rubia hizo una especie de berrinche, subió el ascensor mientras gritaba una sarta de groserías dirijidas a Nathan, Mabel al verlo entrar nuevamente a su oficina, puso sus labores en pausa y acudió a su llamado.

— ¿me necesitaba señor?.

Nathan al verla sonrió mientras se levantaba para ir a su encuentro, la guio hasta la silla qué estaba frente a su escritorio y él se sentó sobre el escritorio frente a ella.

La observó con detenimiento mientras pasaba con dificultad su saliva. — si Mabel, pero primero te pido disculpas por el comportamiento de Lara— ella asintió mientras cruzaba sus piernas bajo la mirada del lobo hambriento en busca de una nueva víctima — estas semanas necesitaré mucho de tu ayuda, como tú sabes Hada fue despedida por acumulación de faltas.

Nathan de inmediato le dijo un tipo de justificación pensando que quizás Mabel no sabía lo que había sucedido entre Hada y él, pero Mabel al escucharlo mentalmente lo mal decía una y otra vez por ser tan cínico y poco hombre para sostener sus culpas, pero así de esa misma manera culpaba a su amiga por haber caído después de que ella miles de veces le dijo que su jefe era la hoguera y tarde o temprano ella saldría quemada.

Mabel no dijo una sola palabra y seguía observándo cada movimiento qué hacía su jefe, Nathan se sirvió un vaso de licor y tomo un sorbo giro para ver de nuevo a esa chica de curvas muy pronunciadas y de piernas exquisitas.

— solo será por un corto tiempo, solo en lo que consigo una nueva asistente.

Mabel suspiro tratando de pensar, mientras que su jefe la miraba con deseo tratando de controlarse un poco, ya que desde hace tiempo ese cuerpo voluptuoso era cada vez más una tentación para él.

Y después de casi cinco minutos de espera, Mabel asintió, aunque ella sabía que serían días, semanas y quizás meses de mucha turbulencia.

Donde se dividirá en dos para sacar a flote ambos trabajos, pero entendía que aunque hubiera querido negarse no podía, porque aunque su jefe hiciera sonar esas palabras en forma de petición de ayuda, tenía claro que las respuestas tenían que ser sí o si.

Nathan de inmediato le entrego un teléfono y las herramientas necesarias para ser su asistente temporal, aunque la idea de tenerla más cerca le agrada y quizás a quien buscará será una secretaria.

Nathan Brown.

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