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CAPÍTULO 1

...*****NOTA DE LA AUTORA****...

Bienvenidos a esta nueva historia, para mis FIELES LECTORES, lo prometido es deuda, y a los nuevos SEGUIDORES, esta novela es la tercera de la saga. Así que les invito a leer antes de esta historia, mis novelas anteriores, ya que todas se complementan, para una mejor comprensión debes leerla en el siguiente orden:

LA PROSTITUTA DEL CEO

100%TU

Luego si te doy la bienvenida para acompañarme en esta gran aventura, está historia es un gran reto para mí. Prometo dar lo mejor para no decepcionarlos.

CAPÍTULO 1

Hannah Fisher es una joven modelo alemana que se casó con su manager. Un hombre guapo e inteligente llamado Deron Muller.

La hermosa pareja se conoció durante un desfile y aparentemente quedaron flechados el uno con el otro.

Después de un año de noviazgo, la pareja decidio dar el próximo paso y fue así como Deron puso un anillo en su dedo.

La pareja celebró una boda íntima y sencilla. Hannah se sintió feliz los primeros meses. Pero después su relación se enfrió y la monotonía tocó a su puerta.

Hannah estaba enamorada de su esposo y trataba de hacer cualquier cosa para complacerlo, pero nada parecía funcionar. Un día, ellos estaban cenando y ella le ofreció hacer cualquier cosa para salvar su matrimonio. Entonces, el esposo de Hannah le sonrió y le pidió cumplir su más íntima fantasía sexual.

Hannah se sorprendió al escucharlo. Deron le pidió a su esposa hacer un trío. Pero lo más absurdo, es que era con otro hombre.

Estas palabras rompieron el corazón de Hannah y encendieron sus alarmas. Ella no entendía ¿cómo era posible que su amado esposo pensara compartirla con su mejor amigo?

Gilbert Alzuru. Era un famoso modelo italiano que trabajaba con su esposo.

Hannah entendía que ellos eran los mejores amigos, que eran inseparables. Pero de ahí, a querer compartir a su esposa ya era el colmo.

Esa noche, cuando Hannah lo escuchó, ella golpeó la mesa y terminaron discutiendo por ese motivo.

Hannah tomó su bolso y salió muy molesta de su casa, sus lágrimas la acompañaron durante todo el trayecto hasta la playa. Ahí Hannah se sentó en la arena y terminó de desahogarse.

Ella lloró hasta que su garganta le ardió, sus ojos se hincharon y su nariz se puso roja.

Hannah se negaba a perder su matrimonio. Entonces, en ese mismo lugar, ella decidió que luchará por su matrimonio y que hará un último intento por salvarlo.

Entonces, se subió a su auto y pasó por una tienda de lencería, una joyería y una floristería. También pidió comida japonesa, que era la preferida de su marido y regresó a su casa. Según sus cálculos, su esposo debía estar en la oficina.

Entonces tenía el tiempo suficiente para organizar una cena romántica y una noche llena de lujuria y pasión.

Hannah entró a su casa y se sorprendió al ver dos portafolios sobre la mesa. Ella se sintió avergonzada, al reconocer que uno de los dos pertenecía a Gilbert. Ella suponía que ese hombre, estaba al tanto de la propuesta de su marido. Por lo tanto, ahora ella no podía verlo como una persona grata.

Hannah se acercó al despacho, para tratar de confirmar la presencia del hombre en su casa. Pero la luz estaba apagada, lo que evidenciaba que no había nadie.

Entonces, ella caminó hasta el jardín y tampoco los encontró.

Hannah decidió ignorar su presencia e irse a su habitación. Ver la cara de ese idiota era lo último que ella necesitaba. Ella tomó sus bolsas de compras y subió a su habitación.

Caminó lentamente hacia la puerta, Pero unos gemidos la hicieron detenerse. El corazón de Hannah se contrajo, ella tomó una gran bocanada de aire y abrió la puerta con sigilo.

Hannah estuvo a punto de vomitar al ver a su marido, teniendo sexo con su mejor amigo, en su propia cama.

Ella reunió la poca dignidad que le quedaba y los confrontó. Gilbert solo se reía, parecía alegrarle la escena. Pero Deron no se sintió feliz. Él quiso detenerla y tratar de explicarle.

Pero Hannah, corrió hacia su auto y condujo de regreso a la playa.

Apenas llegó salió del auto y entró al mar. Afortunadamente, un hombre que estaba pescando la observó y comenzó a nadar hacia ella. Apenas la vio pararse en la orilla y gritar insultos al aire, antes de meterse con ropa y calzado.

El hombre entendió que algo estaba mal y llegó a ella a tiempo de salvarla.

Sin embargo, Hannah tragó mucha agua y tuvieron que internarla unos días en la clínica. Afortunadamente, el hombre buscó su teléfono y marcó el número que tenía guardado como su hermano.

Y entonces el doctor Hans Fisher apareció en la clínica, para proteger y cuidar a su hermana.

Hans le agradeció al hombre que la salvó y entró a verla.

—¿Qué pasó Hannah? Amor ¿Cómo pudiste? —le preguntó su hermano, acariciándole el cabello a su hermana. Mientras ella, aún dormía.

Hans con la otra mano marcaba desde su celular al número de su cuñado.

Era evidente que este imbécil, tenía mucho que ver en este asunto.

El teléfono repicó innumerables veces y jamás le respondió. Entonces, Hans tomó el teléfono de su hermana y le marcó al idiota desde ese número y en el primer repique, el hombre respondió:

📱—Hannah amor déjame explicarte. Hannah, amor lo que tú viste, no es lo que parece. —le comenzó a decir Deron sin ni siquiera dejar de hablar a Hans. Aunque en este momento, agradeció no haberlo hecho.

Ahora todo estaba claro para él. Este maldito se había atrevido a engañar a su hermana. Ese maldito don nadie, que había usado el poder del apellido Fisher para levantar su inútil carrera.

Pero esto, no se quedaría así. Entonces Hans tomó aire y comenzó a hablar.

📱—Tienes cinco minutos para salir de la vida de mi hermana. Quiero que firmes el divorcio y renuncies a todo lo de ella. Si no quieres que te agarre de conejillo de india. Tengo muchos experimentos que probar.

📱—Pe-pero cuñado. Esto es una discusión normal de pareja. Déjeme hablar con mi esposa.

📱—¡¡Maldito vividor!! Te quedan cuatro minutos con catorce segundos —Volvió a decirle Hans, pero esta vez, levantando la voz y colgando el teléfono.

Deron sabía que esta familia no era gente con la que pudiese jugar. Entonces, armó una valija y se fue al Penthouse de Gilbert. Aunque después, deseó no haberlo hecho.

Porque encontró a su amado envuelto entre las sábanas con su joven y apuesto asistente. El corazón de Deron se rompió en mil pedazos y entendió lo que Hannah, debió haber sentido. Porque él sentía su mundo caerse.

Pero no por Gilbert, sino por haber perdido su matrimonio por algo que no vale la pena. En ese momento, Deron entendió, que no quería perderla.

CAPÍTULO 2

Varias horas después, Hannah reaccionó en el hospital y al abrir los ojos, se encontró con su hermano.

Hans estaba sentado en una silla a su lado. Él tenía la mano de Hannah entre las suyas y su cabeza recostada sobre ellas. Hannah no pudo evitar sonreír al verlo dormido.

Entonces, movió un poco los dedos y Hans se despertó, pero Hannah comenzó a llorar al ver la tristeza y el reproche reflejados en los ojos de su hermano.

Hans Fischer era un prestigioso médico. Él era visto como un hombre frío y arrogante ante el mundo, pero era un hermano amoroso y dedicado con su pequeña hermana.

Hannah y Hans se quedaron huérfanos cuando Hans tenía dieciocho años y Hannah quince.

Su padre era un oncólogo prestigioso y tenía una pequeña clínica, lo que le permitió a Hans terminar de estudiar y hacerse cargo de su hermana.

Hannah estudió contaduría. Pero su hermosa apariencia no pasó desapercibida para el mundo del modelaje y ella incursionó en él, hasta que se enamoró de ese mundo.

Pero jamás dejo de cumplir con sus responsabilidades, con su hermano. Ella se encarga de la administración de la clínica.

Hans por su parte siguió los pasos de su padre y se convirtió en un excelente médico. Ellos trabajando juntos hicieron crecer el negocio familiar.

Siempre fueron ellos contra el mundo, hasta que Hannah se enamoró y decidió casarse con ese peor es nada, como cariñosamente lo llamaba Hans.

Ahora Hans estaba furioso, porque recibía a su ángel de regreso con las alas rotas. Pero él dará todo por ella, una vez más la sacará adelante.

—Hannah, te quiero mucho. Tú eres mi mundo y lo sabes. Te amo más que a nadie.

Hannah comenzó a sollozar y le mostró a su hermano un tierno puchero con el cual lo desarmó. Hans se acercó a ella y la abrazó.

—Lo siento —susurró Hannah.

—Eres una niña mimada. Te amo con todo mi corazón. Ahora debes recuperarte, tenemos que sanar tus heridas y destruir dos vidas.

Hannah observó a su hermano al rostro y entendió perfectamente que ya él había averiguado lo ocurrido. Pero ella estaba segura de que él se imaginaba que su esposo le había sido infiel con una mujer y ella no tuvo el valor de sacarlo de su error.

—Te amo mucho —le susurró Hannah mientras se acurrucaba en el pecho de su hermano.

—Demuéstralo entonces. Júrame que jamás me dejarás solo. Júrame que vivirás para darme mis doce sobrinos y que los bautizaré a cada uno de ellos. Júrame que escogerás tu vida por encima de todo. —le dijo Hans a su hermana, tomándola por la barbilla y mirándola a los ojos.

Hannah comenzó a asentir y a llorar aferrada a su hermano. Pero Hans se alejó de ella y la miró a los ojos.

—Hans... —le dijo Hannah, Pero Hans la interrumpió.

—No, Hannah Fisher quiero oírlo, necesito escucharte.

Hannah limpió sus lágrimas, aclaró su garganta y comenzó a hablar.

Hans le tomó la mano derecha y la hizo elevarla a la altura de su cabeza.

Hannah se sintió, antes de hablar.

—Hans Fisher. Hoy te juro que elegiré vivir siempre, darte dos hermosos sobrinos y tú serás el padrino de ellos.

Hans soltó una pequeña risa y la abrazó.

—Con dos está bien para empezar. Pero tenemos que agrandar a la familia.

—Entonces, porque el gran casanova Hans Fisher no tiene doce hijos en un mismo año. Preferiblemente, varones para que se mantenga el apellido.

—Ja, ja, ja. Tal vez, algún día. Por ahora, soy muy joven para eso.

—Ja, ja, ja. Eres un descarado. Pero igual te amo.

Los dos hermanos continuaron conversando, hasta que Hannah fue enviada a casa.

Pero Hans la acompañó hasta su casa. Hannah tenía miedo de volver ahí. No sabía que se encontraría y su ansiedad se incrementó cuando vio el auto de su esposo dentro del garage.

Pero Hans la abrazó y le hizo saber que todo estaría bien y que él estará con ella siempre.

Los hermanos entraron tomados de la mano y Hannah comenzó a llorar al ver que Deron se había llevado su viejo auto y las pocas pertenencias que trajo cuando se mudó con ella.

Además de dejarle los documentos del divorcio firmado sobre el escritorio del despacho.

Hannah quiso romper el documento, Pero Hans se lo impidió.

—No lo firmes ahora, si no estás lista. Pero no dejaré que lo rompas. Esta es tu llave hacia la libertad. —le dijo Hans tomando el documento y alejándolo de Hannah.

Después Hans la ayudó a preparar una pequeña maleta y se la llevó a vivir con él.

Mientras tanto en Italia...

Sebastián Santibáñez, un joven CEO casanova, amenaza con comerse el mundo a besos. Este Dios griego deja caminos llenos de corazones por donde pasa.

Él maneja, el imperio Santoro al lado de su padrino y aunque ama su trabajo, reprocha la ausencia de su hermano Máximo, que decidió irse al ejército y dejarlo a él tomar el control de las empresas.

Sebastián es un romántico empedernido. Y le encantan las mujeres hermosas. No es un mujeriego irresponsable, pero es un conquistador innato. Él está en busca de su media naranja. Pero al parecer es un poco exigente. Aunque él piensa que cuando la vea la reconocerá al instante.

CAPÍTULO 3

Hannah, después de su divorcio, renunció a su carrera como modelo. Necesitaba alejarse de su ex. Deron ahora le ha dado por conquistarla.

Después de un año, Hannah Fisher se convirtió en la CEO del Grupo Fisher, que conforman más de diez clínicas alrededor del mundo.

Mientras, Hans, se ha posicionado como uno de los doctores más prestigiosos del país.

Hannah es exitosa, pero es infeliz. Se siente incapaz de conquistar a un hombre. Su autoestima es baja y sufre de ansiedad y estrés, esto todo es a espaldas de su hermano. Hannah quiere sentirse amada, Pero tiene miedo de repetir su asquerosa historia. Haber sido engañada con un hombre, destruyo su seguridad y su orgullo.

Muchos pensamientos suicidas se han rondado por su cabeza. En una oportunidad, Hannah se bajó del auto sobre uno de los puentes más altos de la ciudad. Ella caminó por el borde y tuvo la tentación de volar.

Ella deseaba tener alas, deseaba sentirse libre. En ese momento, un hombre la tomó por la mano y la obligó a bajar del borde. Hannah se sorprendió al ver el rostro del hombre.

Ella estaba totalmente segura de que no lo conocía, pero su rostro era demasiado familiar para ella.

El hombre la guio hacia una camioneta y mando a otro hombre a manejar el auto de Hannah.

Esto parecía ser una especie de secuestro, pero tal vez estos hombres querían asesinarla y liberarla de cometer ese horrible pecado. Entonces, ella no puso resistencia alguna.

El recorrido duró como una hora, el silencio reinó en el auto. El hombre iba de copiloto y Hannah iba sola en la parte trasera, pero ella iba tranquila y relajada. Deseaba morir y  si estos hombres querían concederle su deseo. Ella estará más que agradecida.

La camioneta entró por un gran portón negro y una hermosa mansión se reveló entre un valle de pinos. La propiedad estaba rodeada de hombres armados. Desde ese punto parecía una fortaleza impenetrable.  La camioneta se estacionó en la entrada y el hombre salió de la camioneta para abrir la puerta de Hannah y ayudarla a salir.

Hannah salió y siguió al hombre, a los pocos segundos escuchó el sonido del motor de su auto y giró su cabeza para verlo entrar y ser estacionado al lado de la camioneta.

Ella sonrió y caminó detrás del hombre sin mencionar ni una sola palabra.

El hombre la guio hacia un despacho y la invitó a sentarse.

—¿Desea algo de tomar? Señorita Fisher.

Hannah negó con la cabeza y el hombre se sirvió un trago de whisky, antes de sentarse frente a ella.

El hombre le sonrió y un brillo de emoción se posó en sus ojos.

—Eres muy hermosa. Muy hermosa. —le dijo el hombre y Hannah se acomodó en la silla, sintiéndose incómoda por las palabras del hombre. Aunque ella no sentía morbo en ella. Más bien, sintió un tono de reproche.

—Muchas gracias por el cumplido.

—Ojalá y mi hija logrará verse así de bella. Pero su vida se está extinguiendo. —le confesó el hombre con un rastro de tristeza en sus ojos.

Hannah estaba cada vez más confundida, pero no quería interrumpir al hombre que estaba a punto de llorar.

—Hannah te contaré una historia. Pero no me interrumpas. Después tendrás oportunidad de hacer las preguntas que quieras. ¿Entendido?

Hannah sintió un mal presentimiento, pero ya no había marcha atrás.

—Entendido. —Fue lo único que dijo Hannah antes de mirar atentamente al hombre frente a ella.

—Hannah, mi nombre es Alexei Phillips, soy un médico cardiólogo. En mi juventud me asocié con un gran amigo. Él era oncólogo, estaba casado y tenía un hijo de dos años. Su esposa era hermosa y sexy, muy sexy. Esa mujer comenzó a meterse entre nosotros. Una noche ella discutió con él y llegó hasta mi casa. Tenía el labio roto, estaba llorando, despeinada y mal vestida.

Hannah observaba fijamente al hombre, tratando de entender a dónde llegaría esta historia.

Mientras, el hombre se observaba triste y melancólico. Él se sirvió otro trago y continúo hablando.

—Yo la recibí, la ayudé y cuando estaba limpiando su labio, ella se lanzó sobre mí y me besó. Yo le correspondí porque la amaba, me había enamorado de ella sin poder evitarlo. Esa noche se convirtió en la primera de muchas y yo por ella me convertí en un maldito traidor. Por ella estuve dispuesto a todo. Pero ella no me quería, solo me usaba para darle celos a su esposo, que a la vez era mi mejor amigo.

El hombre golpeó el escritorio y Hannah se sobresaltó. Él se levantó, tomó una gran bocanada de aire y volvió a sentarse para continuar.

—Pasaron los meses y yo me sentía cada vez más enamorado de esa maldita mujer y le pedía que escapara conmigo o que le dijera la verdad a mi amigo. Entonces, un día me invitaron a cenar a su casa y yo me llené de ilusión, pensando que se había decidido a confesarle todo a mi amigo. Pero pasó todo lo contrario, ella le entregó a él una pequeña caja con unos zapatitos de bebé. Si así como lo escuchas, la muy maldita le entregó, mi hijo, a su esposo como última esperanza para salvar su fracasado matrimonio.

Hannah, por su parte, estaba atenta a cada palabra, aunque seguía sin entender su participación en esta historia. Pero sentía mucha pena por ver a este hombre limpiar sus lágrimas. Sin embargo, no sé atrevía a mencionar ni una sola palabra.

—Después de ese momento, yo me llené de odio y rencor hacia los dos. Ese día comencé a odiar a mi amigo por idiota. Ellos tenían meses sin tener relaciones. Él mismo me lo había contado. Pero él, en su maldita cobardía, me condenó a la infelicidad. Entonces, yo me alejé de ella, solo estaba esperando el momento preciso, para llevarme a mi pequeño. Ellos me nombraron su padrino y tuve en la fiesta de la revelación del sexo y ese día me enteré de que una princesa llegaría a gobernar mi vida.

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