Soy Isabella del Castillo, tengo dieciocho años, mi estatura es promedio, no soy muy agraciada "según las normas sociales", mi cabello es negro al igual que mis ojos, mi piel es blanca, uso anteojos, ya que nací con miopía y astigmatismo, condiciones muy normales en las personas, siempre uso ropa que es mucho más grande que mi talla normal, no me gusta llamar la atención y para completar mi personalidad, soy una nerds, en fin me gusta ser así y punto.
Mi madre toda la vida me ha criticado por mi manera de ser, solo que no me importa su opinión y mi padre un buen día se fue y nunca más volvió, entonces solo somos mi mamá y yo.
Durante mi tiempo de preparatoria, mi vida fue un verdadero infierno, pues mis compañeros se burlaban de mí por mi manera tan descuidada de vestir y peinar, pensé que al llegar a la universidad las cosas serían diferentes, pero cuan equivocada estaba, mi tiempo en la universidad fue mucho peor, ahí fue donde mi infierno empezó, al punto de querer morir.
Les cuento mi historia.
— Mamá me voy a la universidad. — la voz alegre de Isabella se escuchó por toda la casa.
— Éxitoooo!. — cuando Miranda del Castillo vio a su hija su sonrisa se borró por completo.
— En serio, Isabella, tienes que ir así el primer día de clases?. — la cara de desagrado de Miranda fue obvia, haciendo que Isabella pusiera los ojos en blanco.
— No vayas a empezar mamá, sabes que me siento cómoda vistiendo así. — acotó Isabella dándose la vuelta y dejando a su madre ahí parada con cara de enojo.
Isabella y su mamá no contaban con los recursos como para vivir en el norte de la ciudad, que era donde la gente de poder vivía, por el contrario, las dos vivían en un pequeño departamento en el centro, no tenían grandes lujos y además estaban llenas de deudas, pero el sueño de Isabella era poder graduarse de administradora de empresas y después trabajar en una de las empresas más importantes del país y así ayudar a su mamá.
EL PRIMER DÍA DE CLASES
— Buenos días. — dijo el profesor entrando al aula.
— Buenos días. — respondieron los alumnos.
Isabella llegó cinco minutos después del que el profesor había empezado la clase, ella había llegado tarde, ya que el autobús que la llevaría a la universidad se había quedado varado y ella no contaba con dinero para agarrar un taxi.
— Buenos días, señor, disculpe que llegó tarde. — dijo Isabella algo tímida y apenada.
— No se preocupe señorita, imagino que como es su primer día se perdió en la universidad. — respondió el profesor muy amablemente.
— Creo que lo que perdió fue el buen gusto. — comento una chica rubia, muy atractiva sentada en la primera fila.
Al escuchar el comentario de Lucero Segovia, la hija consentida de uno de los hombres más ricos del país, la clase en pleno empezó a reírse a carcajadas de Isabella, quien se sintió oprimida e insegura por primera vez en su vida.
— Silencio!. — grito el profesor. — Señorita le pido respeté a sus compañeros, por favor señorita?. — el profesor dejo su pregunta al aire.
— Isabella del Castillo. — dijo Isabella con la mirada enterrada en el suelo.
— Señorita Del Castillo, por favor siéntese. — realmente el profesor era muy amable.
Ignacio Hernández no era un hombre tan mayor, él tenía unos veinticinco a veintisiete años, su pasión era enseñar, pero al final a él le tocaría hacerse cargo del negocio familiar, siendo el hijo mayor de Carmelo Hernández, solo que nadie sabía su verdadera identidad.
La clase fluyó tranquila, solo que Isabella era quien respondía todas las preguntas hechas por el profesor, una vez terminada la clase Isabella salió a la cafetería, al menos un café podía comprarse pensó, pero para su sorpresa los precios hasta del agua eran demasiados elevados, con la desilusión Isabella intento salir del lugar, pero su paso fue obstruido por Lucero quien por alguna extraña razón decidió molestar a Isabella.
— Pero miren nada más quien está aquí?, como pueden dejar entrar a personas tan insignificantes a esta universidad tan prestigiosa.— dijo la chica con prepotencia.
— Déjame en paz!, yo ni te conozco, por qué me molestas?. — dijo Isabella molesta.
— Mira pobretona de quinta, tú no eres nadie aquí, así que mejor ubícate perra. — respondió Lucero perdiendo la paciencia.
Isabella intentó esquivar a la rubia, pero esta se adelantó agarrándola por el cabello y lanzándola al suelo.
— UPS!, mi mano se enredó en tu cabello. — dijo Lucero en forma burlona.
Los presentes empezaron a reír sin parar, dejando a la pobre Isabella sumergida en la total vergüenza, ella como pudo se levantó y corrió al baño, donde lloro todo lo que quedaba del tiempo libre.
Cuando se tranquilizó regreso a clases y desde ese día se hundió más en la frustración.
Al regresar a casa, Isabella fue directo a su habitación, no quiso salir en todo el día, cosa que a su mamá se le hizo extraña.
— Hija, puedo pasar?. — pregunto Miranda, la mamá de Isabella.
— Quiero estar sola, cuando esté lista hablamos. — grito Isabella molesta.
A linda no le quedó de otra que volver a lo que estaba haciendo, ella estaba preocupada por su hija, pues sabía que su hija sufría de burlas y al parecer el problema seguía aún en la universidad.
Al día siguiente Isabella salió de su habitación y encontró a su mamá en la cocina.
— Buenos días, madre. — saludo Isabella sin ánimos.
— Buenos días, hija, ven siéntate y dime qué te pasó ayer. — respondió Miranda preocupada.
— Solo unos compañeros me molestaron, pero no te preocupes simplemente los voy a ignorar y ya.
Isabella sabía que las cosas no eran tan simples, pero no quería preocupar a su mamá.
Isabella salió de la casa rumbo a la universidad, con la esperanza de que las cosas ese día fueran distintas, pero no había nada más lejos de la realidad que ese pensamiento, ya que Lucero y su grupo de amigos, solo se dedicaban a molestarla día tras día.
Los años seguían pasando, pero la actitud de los compañeros de clases de Isabella no cambiaba.
— Miren, pero si llegó la protegida del profesor Ignacio. — dijo Lucero con una sonrisa malévola en su rostro.
— Esa chica cada día está más fea. — respondió Álvaro el novio de Lucero.
— Amor, tú me amas?. — pregunto Lucero, ella ya tenía planes para Isabella y quería que su novio la ayudará.
— Claro que sí princesa, sabes que haría todo por ti. — respondió Álvaro sinceramente.
— Estás seguro, que harías todo por mí. — pregunto de nuevo Lucero.
— Claro que sí, sabes que eres el amor de mi vida. — reitero Álvaro.
— Entonces enamora a la estúpida de Isabella, quiero que le rompas el corazón. — dijo Lucero con cara de cachorro.
— Pídeme lo que sea, pero eso no amor, no sabes el asco que me daría tener que acercarme a ella. — respondió Álvaro con cara de asco.
— Tranquilo amor, no tendrás que llegar a segunda base con ella, solo unos cuantos besos y ya. — aclaro Lucero.
— Está bien, lo voy a hacer solo para que sea feliz.
Ese mismo día Lucero termino con Álvaro y el plan de conquista empezó.
Isabella se encontraba sentada, para variar sola, leyendo un libro cuando Álvaro se acercó a ella.
— Hola!. — dijo Álvaro apenado de que lo vieran hablando con Isabella.
Isabella lo miro extrañada y con pánico, ya que seguramente su loca novia estaba cerca.
— Por qué no contestas a mi saludo?. — pregunto Álvaro desconcertado.
— No quiero problemas, por favor déjame en paz. — dijo Isabella mirando a su alrededor.
— Con quien tendrías problemas, no te entiendo. — respondió Álvaro, él sabía perfectamente a quien se refería Isabella, pero se estaba haciendo el tonto.
— Mira tu novia debe andar por ahí y si te ve aquí hablando conmigo, seguramente vendrá a molestarme. — explico Isabella lo más calmada que pudo.
— Yo no tengo novia, acaso no sabes que terminó conmigo. — respondió Álvaro sin darle importancia a lo que estaba diciendo.
— Lo siento, pero igual no quiero que me moleste.
Isabella se disponía a levantarse para irse, pero Álvaro la detuvo.
— Sabes por qué ella terminó conmigo?. — pregunto Álvaro con la mirada perdida.
— No, no lo sé, mira de verdad no me interesa lo que haya pasado entre ustedes, mejor me voy. —
Isabella se disponía a alejarse, pero Álvaro la tomo de la mano y la detuvo.
— Por favor no te vayas, la razón de que ella terminará conmigo, es porque yo solo te defendía a ti y le pedía que te dejará en paz.
Isabella estaba confundida, ella no creía nada de lo que Álvaro estaba diciendo, el siempre fue uno de los que se metía con ella, siguiéndole la corriente a su estúpida novia.
— Mira realmente no me interesa lo que tenga que decirme, yo no quiero problemas, mejor déjame en paz.
Isabella salió corriendo de aquel lugar, realmente le temía a Lucero y si se enteraba de que ella estaba hablando con su novio, seguramente se la aplicaría peor.
— Cómo te fue con la nerda esa?. — le pregunto Lucero a Álvaro coqueteando con él.
— La muy tonta salió corriendo cuando me acerqué, porque mejor no dejamos esto así, de verdad no quiero ni estar cerca de ella. — explico Álvaro con cara de asco.
— No!, apenas está empezando el juego, ya verás que ella caerá. — dijo Lucero con una gran sonrisa.
— Bueno, entonces empieza a pagarme este favor que te estoy haciendo.
Esa noche esos dos la pasaron divirtiéndose sin control.
Al día siguiente Isabella fue a la universidad como siempre y Álvaro la estaba esperando en la entrada de la universidad.
— Hola, buenos días. — saludo Álvaro a Isabella.
— Buenos días, permiso. — contesto Isabella tratando de esquivar al chico.
— Te acompaño al salón, así podemos ir hablando y conociéndonos. — comento Álvaro caminando al lado de Isabella.
— No gracias, prefiero caminar sola. — dijo Isabella.
— Te voy a ser sincero, me gustaría conocerte y saber más de ti. — aclaró Álvaro.
— Por qué ahora me quieres conocer, es decir, todo este tiempo solo me has estado molestando y ahora me sales con que me quieres conocer. — dijo Isabella confundida.
— Siento haber sido tan idiota, pero mira mejor seamos amigos, te parece?. — pregunto Álvaro tendiendo su mano hacia Isabella.
— Si tu novia se entera de que estamos hablando, seguramente se molestará.
— Olvídate de ella, ahora mejor cuéntame de ti, que te gusta hacer y cosas así.
Álvaro realmente se estaba portando como un caballero y a partir de ese día los dos chicos empezaron a conversar, Lucia siguió molestando a Isabella, pero Álvaro siempre estaba para defenderla, Isabella se sentía protegida por primera vez y en su corazón estaba naciendo una ilusión, algo que ella nunca había sentido antes.
El tiempo pasó y la relación entre Isabella y Álvaro también se estaba haciendo más sólida, ya llevaban un año juntos, pero por algo Isabella no había querido pasar al siguiente nivel con aquel joven que tanto le gustaba.
Por otro lado, Lucero veía con recelo aquella relación, pues se suponía que en un par de meses Álvaro le haría pasar un mal momento a Isabella, pero en vez de eso la relación entre ellos se había prolongado y Álvaro no mostraba signos de querer dejar a Isabella y mucho menos de humillarla en público, así que chica tenía que actuar lo antes posible, por tal motivo se inventó una fiesta,según ella cómo estaban a punto de terminar la carrera se merecían disfrutar un poco, realmente ella quería invitar a Isabella y deshacer la relación de Álvaro con Isabella y de una vez ejecutar su plan.
Buenos días, señorita Del Castillo. — saludo el profesor Hernández.
— Buenos días, profesor. — contesto Isabella.
Isabella estaba algo confundida, ya que cada vez que estaba cerca del profesor Ignacio se ponía nerviosa, pero ella trataba de controlarse y llevar una conversación adecuada con él.
— Había querido hablar con usted desde hace tiempo. — dijo el profesor.
— Así, dígame en qué le puedo servir. — respondió Isabella algo tímida.
— Como sabe mi familia está a punto de pasarme el control de la empresa y bueno voy a necesitar personal eficiente a mi lado, y no sé por qué, pero pensé en usted. — explico Ignacio tan serio como siempre.
— Me está hablando en serio?, quiere que trabaje para usted?. — pregunto Isabella emocionada.
— Así es señorita, el único problema es que tendría que irse al extranjero, pues usted trabajaría en una de mis filiales en Colombia. — acotó Ignacio.
— El extranjero? — pregunto Isabella sorprendida.
— No me dé una respuesta ahora, piénselo muy bien y luego me busca, aquí está mi tarjeta, cuando se decida me llama. — Ignacio le entrego su tarjeta personal a Isabella y luego se alejó, Isabella guardo aquella tarjeta como un gran tesoro y es que ella no pensaba aceptar la propuesta del profesor, ya que según ella amaba a Álvaro y no quería separarse de él.
Al regresar a casa Isabella le contó a su mamá sobre la propuesta del profesor, algo que Miranda le pareció una gran oportunidad para que su hija saliera adelante.
— Isabella, esta es una oportunidad única, hija te están proponiendo trabajar en una de las mejores empresas del país, que sigo del país, del mundo.
— Lo sé mamá, pero eso significa que tendré que alejarme de Álvaro y eso no lo quiero hacer. — respondió Isabella cabizbaja.
— No seas tonta, no dejes pasar tu futuro por un imbécil como lo es tu novio, sabes bien que ese joven no me agrada nada. — comento Miranda molesta por la actitud de su hija.
— Mamá sabes que yo lo quiero y que me gustaría tener algo más serio con él. — alego Isabella.
— Si tú dejas pasar esta oportunidad, te juro que te olvidas de que tienes madre. — dijo Miranda levantándose y saliendo molesta de la habitación de su tonta hija.
Miranda no podía creer lo que su hija estaba haciendo, como era posible que teniendo la oportunidad de salir adelante por sus propios medios, esa niña tonta prefiriera a ese muchacho que solo estaba jugando con ella, o sea, en un año de relaciones el muy imbécil nunca había ido hasta su casa a dar la cara, acaso su hija no se daba cuenta de que el idiota ese no quería nada serio.
Miranda estaba realmente molesta, pues esa situación solo le recordaba su horrible pasado y aún más le recordaba al padre de Isabella, si mi hija supiera quien es su padre, pensó la mujer.
Los días siguieron pasando, Isabella estaba segura de que Álvaro era su futuro y en una noche de pasión se entregó a él completamente, esa fue su primera vez y no fue lo que ella había imaginado, se sintió algo decepcionada, pero apagó ese sentimiento con la creencia que el amor que ellos se sentían era más grande que cualquier otra cosa.
Miranda estaba furiosa porque su hija había pasado la noche con aquel sujeto, pero ella no permitiría que Isabella dañará su futuro, así que fue ella misma a hablar con el sujeto.
— Buenos días, usted es Álvaro Obregón?. — pregunto Miranda con una expresión sombría en su rostro.
— Buenos días, así es señora, dígame en qué puedo ayudarla. — respondió Álvaro.
— Soy la mamá de Isabella Del Castillo, solo te diré una cosa, quiero que dejes a mi hija en paz. — Miranda no se anduvo con rodeos y fue directo al grano.
— Lo siento señora, yo a usted no la conozco y en cuanto a dejar a su hija, pues eso no sucederá. — respondió Álvaro con aires de superioridad.
Realmente él se sentía superior a Isabella, ya que él estaba claro que la joven provenía de una familia humilde y que jamás sería capaz de superarlo a él en ningún ámbito, Álvaro no estaba enamorado de Isabella, él simplemente sentía que junto a ella, él jamás dejaría de brillar, cosa que no pasaba cuando estaba con Lucero.
— Sé que solo estás jugando con mi hija y te juro que haré todo lo posible para que ella se desencante de ti. — expreso Miranda.
Aquella discusión estaba siendo escuchada por Lucero, ella estaba indignada con Álvaro, ya que este la había hecho a un lado, solo para estar con la poca cosa de Isabella, así que vio en Miranda la oportunidad de vengarse tanto de Isabella como de Álvaro.
— Señora! — dijo Lucero mientras corría detrás de Miranda.
— Dígame señorita?. — pregunto Miranda volteándose a verla.
— Usted es la mamá de Isabella?. — pregunto Lucero con cara de inocencia.
— Así es y usted es?. — contesto Miranda.
— Soy Lucero Segovia, una compañera de clases de su hija.
Cuando Miranda escucho el apellido de la chica, sus manos empezaron a temblar y miles de recuerdos vinieron a su mente, sería posible que está niña fuera hija de aquel infeliz que tanto daño le hizo?, pensó Miranda.
— Qué quieres niña?. — pregunto Miranda a la defensiva.
— Solo quería contarle la verdadera razón por la cual Álvaro está con su hija. — respondió Lucero tímidamente.
— Entiendo, vayamos a otro sitio, no quiero encontrarme con mi hija. — contesto Miranda viendo hacia los lados.
Ambas mujeres fueron a una cafetería cercana, en ese lugar Lucero le contó a Miranda los planes que Álvaro tenía, obviamente omitió la parte en la que ella ideó todo el plan, Miranda estába fúrica, ella sabía que ese muchacho no era bueno, así que ahora ideó un plan con Lucero para separar a su hija de aquel hombre.
El día de la dichosa fiesta de Lucero llegó y Miranda como siempre le hizo un shows a Isabella para que no fuera, pero ella hizo caso omiso, así que se puso lo que encontró en el closet y salió para la fiesta, ese día Isabella conocería el verdadero infierno.
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