Mariana era una mujer hermosa, era como el vino, con el tiempo se había puesto más bella. Sus 40 años no se le notaban, las personas al saber su edad, siempre le decían que parecía mucho más joven, cosa que la halagaba mucho.
Ese día, había estado ocupada en la cocina, preparando una cena especial, ya que era el día de su aniversario de bodas, increíble que ya hubieran pasado 20 años, pensaba ella mientras ponía la lasaña en el horno.
Pasaron las horas y estaba todo listo, ella se había arreglado para resaltar mucho más su hermosa figura. Ella había preparado todo como a Julián le gustaba.
En ese momento recibió la llamada de Julián al celular.
📱Hola, Mariana no me esperes a cenar, hoy tengo que trabajar tiempo extra.
📱Pero Julián, yo prepare todo para...
No la dejo terminar la oración cuando la interrumpió Julián.
📱Estoy muy ocupado ahorita para tus reclamos, hablamos luego. - dijo y colgó.
- ¿Reclamos?, ¿Cuándo yo le he reclamado algo en 20 años? - se dijo a ella misma mientras miraba el celular.
Se sentó en la mesa, bellamente decorada, una vez más la dejo plantada, una vez más estaba sola, una vez más le había fallado.
Una lágrima se deslizó por su mejilla, ya no sabía cuántas veces había llorado por el cambio de actitud de Julián en los últimos 2 años. Su vida perfecta, su matrimonio perfecto se había convertido en una pesadilla de soledad, de reproches, de ausencias.
Pero se secó las lágrimas, no se iba a dar por vencida. Así que preparo una canasta de pícnic con la cena que había preparado y se dirigió a la oficina de Julián.
Llegó y se estacionó frente al edificio, bajo y camino hasta la entrada, hablo con el personal de seguridad y le explicó lo que quería hacer, el gesto les pareció tierno y le dieron acceso al edificio. Tomo el ascensor y cuando llegó al piso y salió del ascensor se sentía emocionada pensando en la cara de sorpresa de Julián, ella tenía una bella sonrisa adornando su cara, a pesar de todo, ella amaba a su esposo.
Camino con sumo cuidado para no hacer ruido, pero su sonrisa se borró de un golpe y su corazón se hundió en su pecho cuando vio la escena frente a sus ojos.
Era la imagen de Julián, su esposo, haciéndole el amor a la joven y hermosa secretaria en el escritorio, fue como un golpe directo a su alma. El dolor y la incredulidad se mezclaban en su mente mientras era la silenciosa observadora de semejante traición.
Sus manos temblaban mientras sostenía la canasta de pícnic que había preparado con tanto amor para celebrar su aniversario de bodas. Ya no pudo sostenerla más callo, ocasionando un ruido estrepitoso.
Los amantes voltearon asustados hacia la puerta, el rostro de Julián palideció con sorpresa y culpabilidad. Mariana pudo ver el remordimiento en sus ojos, pero ya era demasiado tarde.
Él trataba de subirse el pantalón, mientras balbuceaba palabras de disculpas que se perdían en el vacío de su dolor.
Sin decir una palabra, Mariana dio media vuelta y salió de la oficina, dejando atrás la canasta y el espectáculo de la traición. Las lágrimas corrían por sus mejillas como un torrente mientras se alejaba, sintiendo como si su mundo se desmoronara a su alrededor.
Subió a su auto y condujo sin rumbo, se encontraba en un torbellino de emociones, tratando de comprender como su matrimonio, que alguna vez fue su refugio, se había convertido en una mentira.
Mientras Julián, salió tras ella, pero no logro alcanzarla, pensó que seguro se había regresado a casa, así que tomo su auto y se fue a toda velocidad, el rugido del auto de Julián resonaba en el aire mientras se iba abriendo paso por las calles, su mente estaba llena de remordimiento y desesperación.
Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras se estacionaba frente a la entrada de la casa. Su mente se llenó de imágenes de Mariana, recordaba su mirada herida, sus lágrimas desbordantes, la canasta en el piso con su contenido derramado afuera.
Sabía que había cometido un error imperdonable, pero aún tenía la esperanza de poder arreglar las cosas.
Entro a la casa, llamo a Mariana, pero no hubo respuesta, solo el eco de sus gritos, la busco por toda la casa, pero ella no estaba allí.
Se sintió como si estuviera atrapado en un laberinto de su propia creación, sin salida a la vista. La realidad de lo que había perdido comenzaba a pesar sobre él con una fuerza abrumadora.
Se sentó en la oscuridad en el mullido sofá, sabía que las palabras por si solas no serían suficientes para reparar el daño que había causado.
Mariana se había alejado de todo, manejando sin rumbo hasta que finalmente llegó a un remoto lugar, la oscuridad de la noche envolvía su alma herida de muerte. Pero al mismo tiempo le proporcionaron un refugio donde podía dejar salir toda su angustia y dolor.
Ella bajo del auto, se quitó los zapatos y camino hacia la orilla, sintiendo la arena fría bajo sus pies descalzos. Cerró los ojos y dejo que las lágrimas se mezclaran con el agua salada del mar, llevándose consigo una pequeña parte de su sufrimiento.
El rugido de las olas contra la orilla acompañaban los sollozos de Mariana, grito con todo su ser, liberando el peso de la traición y el abandono que había estado cargando en su corazón, cada grito de dolor resonaba en la vastedad del océano y desapareciendo en la noche.
Mientras Mariana gritaba su dolor, Julián desesperado llamaba a su celular, pero este estaba apagado, llamo a su mejor amiga Abigail, pero ella no sabía nada de Mariana. Él ya no sabía a quién más llamar. No lograba encontrarla.
Mariana se quedó allí, en la soledad de la playa, hasta que el amanecer comenzó a teñir el horizonte con hermosos tonos rosados y dorados. El sol se levantaba lentamente, trayendo consigo una nueva luz y una sensación de calma que envolvía a Mariana como una manta reconfortante.
Con su corazón más aliviado, después de sacar todo ese dolor, y la mente más clara, Mariana se dio cuenta de que, aunque el dolor no desaparecería de la noche a la mañana, había encontrado un pequeño rayo de esperanza en medio de la oscuridad, en ese instante sé prometio a sí misma que seguiría adelante, que se levantaría más fuerte de lo que había caído y que encontraría la felicidad que se merecía.
En la quietud de la noche, mientras Mariana desahogaba su dolor en la playa desierta, un joven muy guapo, de cabello negro, ojos marrones, alto y con buen cuerpo, la observaba a la distancia. Sus ojos seguían cada movimiento de aquella hermosa mujer que lloraba en la oscuridad, sintiendo una mezcla de curiosidad y empatía por la carga emocional que parecía llevar sobre sus hombros.
A medida que pasaban las horas y el amanecer comenzaba a teñir el cielo, él joven decidió acercarse a Mariana. Con cautela, sintiendo la necesidad de ofrecerle consuelo y apoyo en ese momento.
- Disculpa, ¿se encuentra bien? - pregunto el joven con voz suave, acercándose a Mariana con una taza de café en la mano.
María levantó la mirada, sorprendida y un poco asustada por la presencia de ese joven desconocido. Sus ojos se encontraron, y en ese breve instante, puso ver la compasión en los ojos de aquel joven.
- Gracias, estoy bien - le respondió con una cálida sonrisa, aceptando la taza de café.
El joven se sentó a su lado en la arena, respetando su espacio, pero mostrando su disposición para escuchar si ella decidía hablar.
- Puedo preguntar, ¿Qué te trae a este lugar tan temprano? - pregunto Mariana, rompiendo el silencio entre ellos.
- Vi que estabas aquí anoche y noté que estabas pasando por un mal momento, solo quería ofrecerte un poco de compañía y tal vez escuchar tu historia, si estás dispuesta a compartirla - dijo con amabilidad.
Mariana contempló al apuesto joven por un momento, sintiendo una sensación de gratitud por su gesto de bondad.
- Bueno, primero déjame presentarme - le dijo, mientras le extendía la mano - me llamo Mariana.
Él extendiendo la suya también y se dieron un apretón mientras el decía
- Un placer Mariana, yo soy Camilo.
Mariana le sonrió, luego con un suspiro comenzó a hablar, compartiendo con Camilo la historia de su matrimonio fallido y la traición que había sufrido. A medida que las palabras fluían, sintió un peso levantarse de sus hombros, sintió alivio al poder compartir su carga con alguien que la escuchaba sin juzgarla.
Camilo la escuchaba con atención, también le ofrecía palabras de consuelo y apoyo cuando era necesario.
- La verdad, es que no entiendo como un hombre podría engañar a una mujer tan bella como usted - le dijo Camilo, con una sonrisa
- Muchas gracias, es un halago para una mujer de mi edad que un joven tan apuesto le diga que es hermosa. - le respondió Mariana un poco ruborizada.
A medida que el sol ascendía en el cielo azul, Mariana y Camilo compartieron más que solo un café, compartieron una conexión especial.
- Bueno, creo que ya debería regresar a afrontar lo que viene - dijo Mariana, para luego levantarse y sacudirse la arena.
Miro a Camilo y se sintió agradecida por la presencia de ese joven, en ese momento, recordando de que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz y bondad esperando.
Con ese pensamiento, Mariana se alejó de la playa, lista para enfrentar el futuro con valentía y determinación. Aunque sabía que el camino que iba a empezar a recorrer no iba a ser fácil, encontraría la fuerza para seguir adelante y construir una nueva vida llena de posibilidades.
Mientras en la casa se encontraba Julián, no había dormido en toda la noche, esperando noticias de Mariana o que llegara. Los recuerdos de tantos años juntos también lo atormentaban.
Cuando miraba una fotografía de su boda, escucho el sonido del motor del auto de Mariana deteniéndose frente a la casa y sacudió a Julián de su estado de letargo.
Se puso de pie de un salto, su corazón latía fuertemente mientras se apresuraba hacia la ventana a ver quién había llegado.
A través de las cortinas entreabiertas, Julián pudo ver el auto de Mariana, y a ella bajando de este. Su mente se llenó de una mezcla de emociones dónde estaban la esperanza, la ansiedad, el miedo. No sabía que esperar, pero estaba decidido a enfrentar lo que viniera.
Mariana entró a la casa, se veía cansada y abatida, pero su sola presencia lleno la casa con una sensación de vida y energía que había estado ausente durante toda esa noche.
- Mariana - dijo Julián al verla entrar
Mariana se detuvo en el umbral de la puerta, sus miradas se encontraron. El tenso silencio se hizo presente mientras se miraban el uno al otro.
- Julián, ¿Qué haces aquí? Ya deberías haberte ido al trabajo. - dijo Mariana mientras pasaba a su lado para llegar a la cocina.
Julián sintió como el tiempo se hubiera detenido a su alrededor, luego Julián extendió su mano hacia Mariana, como si estuviera buscando un puente para reconstruir lo que se había roto entre ellos.
- Por favor Mariana, déjame explicarte. - comenzó Julián, pero fue interrumpido por el golpe del vaso en la mesa de la cocina.
- ¿Explicar qué? - le dijo Mariana con un tono firme - Yo lo vi todo en 3D, no necesito explicación.
Mariana dió un par de pasos, luego se detuvo, volteo y con una mirada gélida le pregunto
- Dime, ¿desde cuándo?
Julián bajo la cabeza avergonzado antes de responder. Titubeante dijo
- 2 años.
El peso de esas dos palabras, colgaban en el aire.
- 2 años - repitió Mariana, su voz apenas un susurro cargado de incredulidad y dolor.
Julián asintió, incapaz de enfrentar la mirada herida de Mariana. Sabía que lo que acababa de decir, era una puñalada al corazón, que causó un daño irreparable.
- Los siento, Mariana, lo siento mucho - dijo Julián, con palabras apenas audibles bajo el peso del arrepentimiento.
Mariana cerró los ojos por un momento, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse.
Sentía una mezcla de emociones: rabia, tristeza, irá y confusión que la abrumaban por completo.
- ¿Cómo pudiste hacerme esto? - pregunto Mariana, con voz temblorosa - ¿Cómo fuiste capaz de engañar durante 2 años sin que yo me diera cuenta?
Julián se quedó en silencio, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para responder. Sabía que no existía ninguna excusa para su comportamiento, que había traicionado a la mujer que juro amar para toda la vida, de la manera más cruel posible.
- No lo se, Mariana. No tengo excusas para lo que hice - dijo Julián finalmente, su voz llena de pesar - Solo se que te amo, y haré todo lo que este a mi alcance para intentar reparar el daño que he causado.
Mariana lo miraba fijamente, sabía que las palabras de Julián no podían borrar el pasado, y en ese momento tomo la decisión de la que no se arrepentiría.
Se dio la vuelta, subió a su habitación y cerró la puerta.
Mariana se sentía abrumada por una mezcla de dolor, decepción y determinación.
Camino hasta el vestidor, saco su maleta, mientras empacaba su equipaje en su habitación, cada prenda que doblaba y cada recuerdo que guardaba en su maleta parecían pesar una tonelada. Todo allí le recordaba su matrimonio roto y la traición que había descubierto.
A pesar del amor que alguna vez sintió por Julián, Mariana sabía que no podía seguir con ese matrimonio marcado y manchado por la mentira, la desconfianza y el engaño.
Con las manos temblorosas, Mariana terminó de hacer su equipaje y se puso de pie, mirando alrededor de la habitación que alguna vez había Sido su refugio. Cada rincón estaba impregnado de recuerdos de tiempos mejores, pero también de la traición que ahora la consumía.
Camino hasta la mesita de noche, se quitó su anillo de bodas y lo dejo allí. Cerró los ojos por un momento, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Sabía que la decisión que había tomado no sería fácil, pero también sabía que era lo correcto para ella.
Suspiro profundamente, levantó su maleta y salió de la habitación, dejando atrás el pasado y mirando hacia el futuro con valentía y determinación.
Mariana bajaba las escaleras con su maleta, mientras Julián observaba con sorpresa la maleta que Mariana llevaba consigo mientras descendía las escaleras, el corazón de Julián latía con tal fuerza que pensaba que se le saldría del pecho.
Estaba lleno de una mezcla de temor, sabía que está era una señal clara de que Mariana había tomado una decisión, una decisión que cambiaría sus vidas para siempre.
- Mariana, ¿qué estás haciendo con esa maleta? - pregunto Julián, su voz estaba llena de ansiedad mientras observaba como ella se acercaba.
Mariana se detuvo frente a él, su mirada era firme y decidida, a pesar del dolor que sentía en su interior.
- Me voy Julián - le dijo ella, su voz tranquila, pero cargada de determinación - Ya no puedo seguir viviendo en esta casa, en este matrimonio, después de lo que pasó.
- Mariana, por favor, no te vayas - suplico Julián, su voz temblorosa mientras luchaba por contener sus emociones - Lo siento, lo siento mucho por todo lo que te hice pasar. Pero por favor, dame la oportunidad de arreglar las cosas, de demostrarte que puedo cambiar.
Mariana lo miro de arriba abajo, y le dio una media sonrisa sarcástica.
- ¿Cambiar?, lo siento Julián, pero ya es demasiado tarde para eso - le dijo ella con firmeza - Quiero el divorcio.
Julián sintió como si su corazón se rompiera en mil pedazos al escucharla pedirle el divorcio. Sabía que había perdido a Mariana para siempre, que había cometido el peor error de su vida, uno imperdonable y que nunca jamás podría reparar.
- Mariana... - dijo Julián mientras ella pasaba junto a él, llevando su maleta hacia la puerta, Sabía que no podía detenerla, que tenía que dejarla ir y enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Mariana abrió la puerta y salió de la casa, sin mirar atrás y dejando a Julián solo, con el eco de la palabra divorcio resonando en el aire a su alrededor. Sabía que había perdido a la mujer que amaba, y que ahora tendría que vivir con las consecuencias de sus acciones por el respeto de su vida.
El sol comenzaba a esconderse en el horizonte cuando Camilo finalmente llegó a su casa, después de un par de días en la playa, tomándose un descanso como CEO de una de las empresas más grandes del país, sus días estaban llenos de reuniones, decisiones estratégicas y negociaciones.
Mientras bajaba la carpa y su mochila de campamento, del auto, Camilo pensaba en ¿Cómo estará Mariana? ¿Abra llegando bien a su casa? ¿Algún día la volvería a ver?, hay Camilo, ya quisieras tú que un mujerón como ese voltear verte se decía él mismo con una sonrisa de burla en sus labios. Ese mujerón no se fijarían en un chico más joven que ella, ni siquiera porque fuera el CEO del Grupo San Cruz.
Mientras se relajaba en el sofá de su sala de estar, la mente de Camilo volvía al trabajo, tenía un proyecto especial que estaba preparando. Había decidido lanzar un concurso para emprendedores en el área de la lencería, una industria en la que su empresa tenía una gran presencia.
Camilo estaba emocionado por la oportunidad de descubrir y apoyar nuevos talentos en la industria de la lencería. Creía firmemente en el poder de la innovación y la creatividad para impulsar el éxito empresarial, y esperaba que este concurso fuera una plataforma para encontrar mentes brillantes y visionarios que pudieran llevar la industria hacia adelante.
Con una sonrisa en su rostro, Camilo tomó su laptop y comenzó a revisar los detalles finales del concurso, asegurándose de que todo estuviera listo para el lanzamiento. Sabía que sería un desafío, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para brindar a los emprendedores una oportunidad única de alcanzar sus sueños y hacer realidad sus ideas.
Estefanía llegó a casa de Camilo con una sonrisa radiante en el rostro, ansiosa por ver a su novio después de un día agitado. Su cabello rubio brillaba bajo la luz del atardecer, y sus ojos azules centelleaban con emoción mientras tocaba la puerta con impaciencia.
Por otro lado, Camilo se sentía abrumado por la presencia de Estefanía. Aunque su relación ya llevaba 2 años, últimamente había comenzado a sentirse cada vez más incómodo en su compañía. No podía ignorar el hecho de que Estefanía era superficial e interesada, y se preguntaba cómo habían terminado juntos en primer lugar.
Mientras escuchaba los golpes en la puerta, Camilo se sentía atrapado por la sensación de incomodidad que lo invadía. Sabía que tenía que enfrentar la situación tarde o temprano, pero no sabía cómo romper con Estefanía sin causar un drama.
Finalmente, Camilo abrió la puerta y recibió a Estefanía con una sonrisa forzada, tratando de ocultar sus verdaderos sentimientos detrás de una máscara de cortesía.
- Hola, Estefanía. Que sorpresa verte aquí - dijo Camilo, su tono de voz ligeramente tenso.
Estefanía se acercó a él con entusiasmo, sin darse cuenta de la incomodidad que está causando.
- ¡Hola, amor!, solo quería pasar un rato contigo. ¿Qué te parece si salimos a cenar está noche? - pregunto ella, su voz estaba llena de emoción.
Camilo vaciló por un momento, sintiendo un nudo en el estómago mientras intentaba encontrar una excusa para evitar la cena.
Sabía que no podía seguir fingiendo que todo estaba bien entre ellos, pero también temía enfrentar la reacción de Estefanía si intentaba terminar la relación.
- Lo siento, Estefanía, pero hoy no me siento muy bien, creo que preferiría quedarme en casa y descansar - dijo él, tratando de sonar convincente.
- Oh, que lastima. Bueno, tal vez podamos hacer algo otro día entonces - dijo ella, su tono de voz ligeramente frío mientras se alejaba.
Camilo suspiro con alivio cuando Estefania se fue.
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