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AMOR A DOMICILIO

.I

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...Hola a todas y a todos mis lectores....

Nuevamente, vengo con una nueva historia de romance cálido amor dulce, esperando su apoyo como siempre me lo han brindado.

Últimamente, me he sentido con muchas emociones encontradas y es por eso que he preferido plasmarlas en historias. A veces como todo ser humano pasamos por muchas situaciones y buscamos una manera de canalizarla.

Gracias de antemano por todo su bonito apoyo.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

LYA CAMPOS

Eran como las 8 de la noche cuando llegué a mi cuarto, estaba cansada de todo y de todos.

Me adoptaron a la edad de 10 años. Mis padres adoptivos solo me querían para que fuese la compañía de su hija Ashly, quien era una chica soberbia y con doble moral.

Está familia que me acogió como un juguete más para Ashly, era una familia cómoda, tenía sus recursos económicos para enviarme a la universidad después de terminar mi escuela secundaria, Pero no lo hicieron.

A la edad de 17 años, terminando mi bachillerato, me fui de la casa. A ellos no les importó y para mí eso fue mi libertad.

Desenterrar un pasado o buscar explicaciones de porque mis padres habían tomado la decisión de abandonarme, no estaba en mi lista de actividades por hacer. Esa información, no me importaba. Para mí era suficiente saber que mi nombre era Lya Campos.

17 años, menor de edad, sin experiencia en nada. Eso era parte del día a día mientras buscaba un trabajo. Cuando caía la noche, me quedaba a escondidas entre las bancas de la iglesia, cuando llegaba el sacerdote, me salía de la iglesia sin que él me viera.

Cuando conseguí mi primer trabajo, estaba feliz porque tendría dinero para comer, aunque no me alegraba la idea de servir copas a un montón de borrachos.

Cuando tenía ahorrado algo de dinero, pude pagar un cuarto en la azotea de un edificio viejo, la mensualidad era bastante baja, pero algo de ahí era bonito, y es que podía ver parte de la ciudad en la noche y el cielo estrellado.

Una de las tantas noches en el bar llegué a mi límite.

— No me vuelvas a tocar viejo asqueroso — le di una cachetada a un señor que metió su mano por debajo de mi falda, tocando mis bragas.

— Si bien que te gusta, así son todas las chiquillas que trabajan aquí. Todas son unas regaladas.

Muy enojada me quité el delantal y lo puse en la mesa.

No volví a ese bar nunca más. Era mi dignidad la que estaba en juego.

Regresé a mi cuarto a las 8 de la noche. Esa noche lloré un río de lágrimas, estaba frustrada, me sentía agobiada, yo debería estar iniciando la universidad, pero estoy aquí rebuscando como sobrevivir en este mundo egoísta.

— Lya, tú puedes, tú puedes con todo. Esto no es nada— me quedé dormida en mi colchoneta.

A la mañana siguiente, me levanté, me aseé y salí a buscar trabajo. Todo iba muy bien, mis ánimos estaban al tope.

— Hola Lya— era el chico que me gustaba de la escuela secundaria.

— Hola Alan— le sonreí.

— ¿Qué haces tan de mañana?

— Doy un paseo.

— ¿Te puedo acompañar?

— Si— Mi día era perfecto.

— Me encontré con tu hermana hace un par de meses y me dijo que te habías ido de la casa con tu novio.

— Eso te dijo— cuando dijo hermana, era como si algo me repelere en él. No quiero saber de esa familia que me ha hecho tanto daño.

— La verdad eso me dejó en shock, porque tú me gustabas mucho. Aunque ahora eso está superado.

Maldita Ashly. Ella sabía que me gustaba Alan.

— No tengo novio. No sé por qué Ashly te dijo eso. Tengo que ir a un lugar, discúlpame que te deje aquí.

— Está bien— me dio su número de celular.

— Lo guardaré, cuando me compre uno, te escribo.

Si, un año trabajando y jamás me compré un celular. Lo veía como un gasto innecesario. Alan está en el pasado, y él ya está superado. No necesito enredarme la vida, él es amigo de Ashly y ahí no hay futuro.

Caminé y caminé bajo el fuerte sol y no encontré ningún aviso de alguien que estuviera necesitando una empleada. Llegué a un restaurante de comida italiana, me detuve a leer un papel que estaba pegado a un lado de la puerta.

SE NECESITA PERSONAL PARA ENTREGA RAPIDAS. LLAMAR AL XXXX-XXXX O ENVIAR SU CURRÍCULO VITAE AL CORREO restaurantefreddyitaliano@gmail.com

Entré al restaurante.

— Hola, venía por el puesto.

— Puede dejar sus documentos en la caja.

— Es que no los traje porque acabo de leer el anuncio.

— Regresa cuando tengas los documentos en las manos.

Sali del restaurante un poco desanimada. Busqué un ciber para redactar mi currículo. Había pagado por media hora, el tiempo se me estaba acabando. Envié el documento a imprimir.

— Chico envié un documento a imprimir, puedes ver antes que se termine mi tiempo. Por favor.

— Si, está en cola. No te preocupes.

Pagué la media hora y la impresión y salí del ciber, directo a dejar mi pobre currículo al restaurante.

Fui los dos días seguidos al restaurante a ver si me podían hacer la entrevista, ya que no tenía celular para comunicarme.

Dos días después hice la entrevista. A cómo ellos decían la primera ronda de entrevistas. Una de las preguntas era si sabía andar en motocicleta y yo respondí que sí. La verdad es que no sabía, pero quería el empleo.

— Puede venir el sábado para firmar el contrato.

— Este sábado. Y cuando empezaría a trabajar.

— El sábado.

¿Qué diablos estoy haciendo, si no sé andar en moto? Ni siquiera tengo licencia de conducir. Eran mis pensamientos en este instante.

Regresé a mi cuarto. Desde mi azotea observaba a los motorizados, parecía fácil conducirla. Mi vecino del primer piso se bajó en una. Él a veces me saludaba y tomé eso como un pretexto. Bajé corriendo.

— Hola vecino, una pregunta.

— Hola vecina, dime.

— Es fácil andar en esa cosa..

— ¿Te refieres a la moto?

— Sí.

— Es fácil. Si quieres te puedo enseñar.

— Si— no dudé en responder.

— Solo hoy que no. Este fin de semana, ¿puedes?

Que importa si no voy a firmar, de todas formas era algo imposible.

— Está bien. — Regresé a mi cuarto.

Me puse a contar el dinero que tenía ahorrado, que era muy poco y terminé comprando un celular de segunda mano.

Me presenté el sábado al restaurante, y le dije que no podía firmar porque no sabía andar en moto y que apenas estaba aprendiendo, pero si ellos me daban la oportunidad de trabajar en otra cosa, mientras aprendía, yo estaba dispuesta.

— Entonces no califica para el trabajo. No hay más puestos por los momentos. Puedes dejarme tu número de contacto, te llamaremos si sale algún trabajo extra.

— Okey. Muchas gracias— salí un poco decepcionada.

.II

LYA CAMPOS

No tardé mucho en aprender a conducir motos. Me llevó solamente un par de días.

— Eres buena conduciendo— mi vecino me felicitaba.

— No pensé que fuese tan sencillo. Ahora voy a buscar la licencia, así podré trabajar cualquier cosa sin excusa.

— Tampoco es tanto lo de la licencia.

— Cuando tenga dinero iré a ver eso.

Ahí estaba socializando por primera vez con alguien del edificio. Mi vecino es un hombre que vive solo, de unos treinta años, físicamente hablando, diría que es alguien con una belleza estándar. Es raro que un hombre en sus treinta esté viviendo solo. Su nombre es Dante.

—¿Cuánto tiempo tienes viviendo en el edificio?— le pregunté con curiosidad.

— Un par de años más que tú.

— No es difícil para un hombre, vivir solo, lo digo porque tienes que cocinar, lavar, hacer todo para ti.

—No es difícil, tú también haces lo mismo. Vives sola y haces tus cosas.

— ¿No tienes novia? Me es difícil creer que no tengas novia.

— Eres bastante curiosa— él subió las cejas y sonrió— estuve casado, Pero las cosas no funcionaron con mi ex. Aunque me atrae alguien de mi trabajo.

— Realmente soy curiosa, me importa poco lo que pase con las demás personas, Pero tú eres agradable, me has ayudado a manejar este artefacto.

Estuve un rato más practicando. Luego regresé a casa.

Tener un celular no es sinónimo de tener internet gratis. Así que fui y recargué un paquete de dos días. Abrí una cuenta en una red social y me puse a buscar empleos. Apliqué como repartidor de pizza, como mesera en una tienda de café, de limpieza, de niñera, de todo lo que veía fácil de hacer.

Dante me terminó ayudando con lo de la licencia.

Me apareció un anuncio de la universidad que yo quería estudiar. Me dió tristeza al inicio, al final me propuse una meta y era ahorrar para estudiar Medicina en ella.

En un par de días, conseguí trabajo en una pizzería. Mi cargo es delivery.

Un día en una entrega, iba algo de prisa, creo que es normal en este tipo de trabajo, porque se tiene que cumplir con la entrega en un tiempo estipulado. Llegando al semáforo, la luz se puso roja, un auto que iba al frente mío se detuvo, sentí que la moto se tambaleó y me puse nerviosa, terminé rayando el auto. Le había hecho un rayón de unos 30 centímetros, me desequilibré y caí al pavimento.

Se bajó del auto un chico muy atractivo, traía unas gafas que lo hacían ver aún más sexi. Revisó el auto y me tiró una mirada que decía muchas cosas.

— Tienes que pagar por el rayón— Pensando que solo era un insignificante rayón, hablé sin pensar.

— Si, yo pagó por el, Pero la culpa es tuya, te detuviste de repente.

— ¿Me detuve de repente? El semáforo se puso en rojo, ¿no debería detenerme?

Me puse de pie, levanté la moto y sacudí mi pantalón.

— Dame tu número de cuenta, yo te voy a depositar para pagarte.

— Okey. — el chico me dio su número de cuenta— yo necesito tu número de celular, tu nombre y tu ID, por si acaso no quieres pagar. Aunque parece que trabajas en la pizzería Hugo.

— Te dije que te voy a pagar — protesté.

Le terminé dando mi nombre y número de celular. Él se subió a su auto y continué con la entrega.

Este día ha sido un día muy estresante, al llegar a casa me di una ducha, mi rodilla derecha y mi codo estaban lastimados. Me puse ropa ligera, shorts rosa y una camiseta blanca.

Recibí un mensaje.

✉️ El monto a pagar por el rayoncito es de $25000. Puedes depositarme ya a la cuenta.

¿Qué? ¿25 mil dólares?

Llamé al número que me había enviado el mensaje.

—Ese rayón no puede valer eso. Estás loco que yo voy a pagar esa cantidad de dinero.

— Dijiste que ibas a pagar. Pagas o llamo a la policia para que valore, señorita Lya Campos.

— Está bien, pero no llames a la policía. Dame tiempo para recoger ese dinero, es que es bastante y no dispongo de el.

— Dime dónde vives, quiero llevarte un documento para que firmes y te comprometas que vas a pagar en una fecha.

— Tú estás demente. No te voy a decir donde vivo.

— Está bien. Entonces iré a tu trabajo con mi abogado. Pizzería Hugo.

¿Qué maníaco es este hombre? Cuando por fin tengo un trabajo me ocurre esto. ¿Cuánto tiempo me va a llevar ahorrar ese dinero? Tendré que conseguir otro trabajo de medio tiempo.

— Está bien, Pero no lleves a nadie a mi trabajo. Vivo en el edificio X.

— ¿En qué piso?

— Azotea.

— Entonces abre la puerta.

—¿Qué?— abrí la puerta y ese chico estaba ahí de pie con una sonrisa diabólica.

Me vio de pie a cabeza, recordé que no traía sostén y mi short era demasiado corto. Además de llevar el cabello desordenado. Él solo mordió sus labios y puso una mirada que no me gustó.

— ¿Cómo pueden vivir en este edificio las personas?

— Vivo yo, no tú, así que eso no te debe importar.

— Bueno — entró sin ser invitado

Puse mi cabello al frente tratando de tapar un poco mis senos que se podía ver tras la camisa.

Él sacó un papel y un lapicero.

— Firma— me puse nerviosa y sentí como mi estómago daba un giro.

— Tan caro es ese rayón.

— Mi auto es un Lamborghini Huracán Evo.

— ¿Un qué? — abrí mis ojos como platos redondos.

— Si no firmas, entonces llamo a la policía— firmé el documento sin revisar.

— Gracias— él sonrió y tomó el documento— viendo las condiciones de vida, tienes un mes para pagarlo.

— Está bien, Me puedes dar tu nombre.

— William Von Braun, ese es mi nombre.

— William, ¿qué?

William se acercó y me tocó la punta de la nariz.

— Nos volveremos a ver— puso de nuevo esa maldita sonrisa y salió de mi cuarto.

No salgo de una cuando me meto en otro problema. Tendré que vender un riñón para poder pagar esa cantidad de dinero.

.III

WILLIAM VON BRAUN

William Von Braun, ese es mi nombre. Soy hijo de uno de los hombres más ricos e influyentes del planeta.

Mi padre ocupa el cuarto puesto del hombre más millonario del planeta tierra, debido a esta etiqueta, toda mi vida he estado rodeado de dinero, fama y de los mejores colegios, restaurante, viajes, universidad y un sin número de cosas de lujos, está etiqueta también me ha dado a las chicas más bonitas y de buena posición económica, aunque todo es un juego.

 No creo en el amor, pienso que las relaciones solo son negocios o pequeños acuerdos donde ambas partes se benefician. Todos se mueven a partir del dinero.

Soy un hombre de 21 años, que cursa su último año en la carrera Administración de empresas en la universidad elite. Domino varios idiomas, inglés, francés, italiano, portugués y español. Toda mi vida he pasado preparándome para algún día ser el próximo CEO de las empresas de mi padre. Pero desde hace un par de años, he decidido dar riendas sueltas a mi vida.

Iba a la universidad, cuando el semáforo se puso en rojo. Sentí como que algo había pegado en mi auto. Bajé del auto y Vi en el suelo a una chica que me pareció bastante bonita, pero tonta y pobre. Así que decidí jugar un poco con ella. El rayón podía pagarse con el mismo seguro, Pero hay algo que la gente pobre hace y es venderse por un par de dólares.

La chica se levantó del suelo, levantó su moto. La molesté un poco y ella con un orgullo chocante, dijo que iba a pagarme el rayón del auto. Me dio su nombre y número de celular.

La investigué un poco. Cada vez la idea de molestarla me iba gustando más y más.

Ese mismo día la visité. Ella abrió la puerta de su casa, aunque parecía, todo era tan estrecho. Traía el cabello desordenado, parecía que acababa de darse una ducha.

Llevaba una camisa blanca donde pude apreciar la forma redonda de sus senos, sus piernas al aire libre, porque el shorts mostraba más de lo que podía ver e imaginar. En ese momento, Lya atrajo mi atención como hombre.

Le hice firmar un documento donde ella aceptaría cualquier orden mía si ella no pagaba la cantidad de $25 000 en un mes.

LYA CAMPOS

Estaba molesta, estresada a causa de William. Sentía que mis sueños de ir a la universidad se esfumaban como el humo.

Salí del cuarto para ver un poco las nubes, buscar como calmar mi corazón. William es un egocéntrico. Sentía que lo odiaba.

Al día siguiente, voy a mi trabajo. Empiezo a realizar las entregas asignadas. Y como siempre a luchar a entregar a tiempo. El tráfico es pesado. Mi última entrega de pizza fue en un edificio que se veía que solo había gente adinerada viviendo ahí.

Aquí voy. Departamento 57. Es el único dato. Okey. No me importa. Es la última entrega y después a casa.

Llegué al departamento, toqué el timbre. Abrió William. Puso una gran sonrisa. Continué con mi protocolo de entrega.

— ¿Puedes ponerla en la mesa, por favor?

—Mi trabajo solo es entregar, no entrar a la casa del cliente y servirle. ¿Puede tomar su pizza por favor y pagarme?

— Si, te voy a pagar hasta que pongas la pizza en la mesa— él mostraba su maldita sonrisa que juro que la detestaba.

Cerré mis ojos y suspiré. Entré al departamento de William y puse la pizza en la mesa. Extendí mi mano para qué me pagará.

— Te pago si me das un beso— pasó su mano por el cabello de su cabeza y volvió a sonreír.

— Estimado cliente, respete por favor. Son 15 dólares por la pizza. Usted dijo que pagará en efectivo y completo. Por favor págueme. Necesito regresar a mi trabajo.

William se acercó un poco más.

— Te dije que me des un beso y te pago. Yo doy buena propina.

— Atrevido— caminé hasta la puerta y le di una mirada de odio y repugnancia— Quédese con la pizza, no importa.

Intenté abrir la puerta pero no pude.

— Abre la puerta o llamo a la policía.

— Llámala, tienes una deuda conmigo. Si tienes para pagarme ya, puedes llamar.

— Esto es un chantaje. Nada tiene que ver lo del auto con el pago de la pizza.

William se acercó otra vez, pero está vez puso su cara muy cerca de la mía.

— Dime que soy guapo y sexi y te dejo ir con el pago de la pizza.

— Deja de ser infantil. No te voy a decir nada. ¿Cuántos años tienes? Yo estoy en horario de trabajo. Me van a correr si tú sigues jugando así.

— Es divertido molestarte— Estaba a un par de centímetros de mi boca— un beso y se acaba todo.

Este chico es un estúpido. No he guardado mi primer beso para que sea dado a este mentecato. Sostuve la mirada en sus ojos. Estaba molesta. Aunque el color de sus ojos es un color embriagador, jamás había visto a alguien que tuviera ojos de color gris.

— Un beso, me pagas la pizza y me abres está puerta.

— Así es— él mordía su labio inferior.

Me acerqué y le di un beso apenas rozando sus labios.

— ¿Qué fue eso?— puso su mano en la puerta, estaba arrinconada.

Tenía ganas de golpearlo.

— Ahora cumple, ya te di lo que para mí es un beso.

Él se puso a reír, fue a traer el dinero.

— Ya te doy tu vuelto

— Es propina— Abrió la puerta.

Extendí la mano y le di su cambio.

— No quiero tu propina.

— Lo que tú digas.

Salí del departamento corriendo, iba limpiando con la mano mi boca.

Maldito narcisista.

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