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Quédate Conmigo

Prologo

Edgar tomó la utlima copa de vino que tenía frente a él. Hoy era su boda y todo se habia ido al carajo.

Hasta hace dos meses Holly y él eran una linda pareja feliz, con una boda en puerta y un futuro por delante, pero todo había desaparecido, desde Holly, sus ahorros y por supuesto la orden legal que le impedía a Edgar tomar represalias.

Así que con el corazón roto, con deudas por doquier y con un perro que lo odiaba, hizo lo único que un hombre inteligente como él pudo hacer. Beber hasta que su celular dejará de vibrar.

La noche se volvía más espesa cuando el reloj marcaba las horas, las botellas de vino iban y venían y su cuerpo toleró el nivel de alcohol que llevaba en la sangre, sus ojos se pusieron borrosos y sus pies perdieron el equilibrio. Hoy se emborravharia hasta que Holly desapareciera de sus pensamientos. Hoy iba a brindar por su corazón roto y su bancarrota próxima a salir en las noticias.

Se había enamorado de Holly incluso cuando toda su familia se había opuesto. La chica era rubia, exuberante y con una sonrisa falsa que lo hacía creer que el cielo era rojo. Aunque su familia había protestado, él se había aferrado a la rubia como si su vida dependiera de ello. Después de todo, Holly era una buena amante.

Pero ya en el calor de la realidad golpeando su rostro se dio cuenta que la rubia jamás había demostrado que realmente lo amaba. Nunca llamaba, siempre Edgar hacia todo lo posible por verse y siempre ejecutaba su tarjeta de crédito a tal grado de sobreponer sus necesidades básicas por la de Holly.

Y ahora que no tenía ni un peso sobre los bolsillos se había dignado irse con los últimos centavos en su cartera.

Morgana estaba arta de las peticiones de su familia y sus absurdas ideas de embarazarse. Desde hace cuatro años estaba casada con su mejor amigo y desde el momento en el que ambos dijeron "Si acepto", se dieron cuenta que no se amaban en lo absoluto.

No iba a negarlo, Ronald era un hombre perfecto, exitoso y bondadoso pero aquello era lo que precisamente ella no quería. Ambos se habían conocido perfectamente bien como para coincidir más allá de una simple atracción. Ambos habían cedido a los deseos de sus padres, pero ahora, que ya se encontraban en absoluta paz, buscando cualquier opción para salir de aquel problema, otra petición llegó presionando hasta el grado de asfixiarlos.

Aunque ambos habían intentado que Morgana se embarazara, ni siquiera pudieron darse un beso. No sé amaban y eso estaba más que claro.

Entonces un segundo plan llegó cuando vieron que el primero había fracasado, un bebé tenía que llegar para calmar a su padres por un buen tiempo. Solo necesitaba una noche con un completo desconocido y listo, estaba lista para presentar una prueba positiva ante los ojos de los señores Thompson.

Entonces vio su objetivo, el hombre a simple vista se parecía a su esposo. Alto, con la piel bronceada y por supuesto un físico de infarto. Aunque sus manos sudaron con nerviosismo, supo que hoy era el día. Su fertilidad estaba al tope y hoy mismo debía quedar embarazada.

Su vestido estaba preparado especialmente para aquella noche, su espalda se encontraba totalmente descubierta dejando ver su piel blanca, su ropa interior había desaparecido por lo que la delgada tela que cubría sus pechos dejaba ver sus pezones. Mientras que la pequeña falda dejaba muy poco a la imaginación, apenas cubría sus glúteos. Su pelo corto castaño claro se acomodaba perfectamente en su rostro, sus ojos color esmeralda era lo primero que llamaba la atención.

Y no fue invisible por Edgar que miraba con asombro como la chica se separó de la barra y se dirigía directamente hacia ella. El licor estaba borrando su mente y le entraba el deseo, la mujer era sexy y seria perfecta para olvidar por una sola noche a Holly.

—¿Puedo sentarme?— Morgana lo dijo con su voz seductora. Lo había practicado tantas veces que ahora le salía natural— Te veo muy solo.

Edgar no fue ajeno a sus palabras, estaba totalmente perdido entre las curvas de la chica y el alcohol entre sus venas.

—Claro, adelante.

Morgana se sentó en la silla contigua y se acercó lentamente hacia el brazo del chico para posar sus pechos. Edgar ya estaba al límite, el alcohol le estaba jugando una mala pasada.

—¿Como te llamas? —Le soltó de repente, al menos debía saber como se llamaba— Soy Morgana

—Suena a un capitán. —Hizo señal de saludo militar.

Ella río pero no llego a sus ojos, la noche se acababa y ella no tenía la paciencia suficiente para jugar. Necesitaba al hombre suficiente borracho para conseguir lo que quería y lo iba a hacer hoy. El hombre le había gustado y mientras lo observaba se había imaginado a su hijo con el rostro del chico.

—Mira quiero...—Morgana se le acercó al oído y pronunció la palabras que necesitaba.

Despues de todo podía cooperar con ella. Claro evitando la parte donde tenía un hijo y todo.

Y de la nada el chico se acercó a sus labios y la besó interrumpiendo sus palabras. Aquello fue más rápido que de costumbre, sus labios sellaron el trato perfecto para cerrar su plan a la perfección, a trómpicones se dirigieron a la habitación donde el alcohol y el calor del momento hizo que ambos fundieran su cuerpo con deseo y pasión.

Para ambos aquello fue algo más que solo pasión. Se gustaban y sus cuerpos lo sintieron perfectamente.

Edgar despertó la mañana siguiente con el dolor de cabeza que estaba a punto de matarlo, busco entre sus pertenecias el medicamento que siempre llevaba entre sus ropas pero al final encontró una cantidad exuberante de dinero.

—¿Que diablos...?

Entonces la noche llegó a su mente y recordó todos los detalles de la noche anterior, pero en la habitación no había ninguna nota, solo aquella cantidad que prometía sacarlo de apuros.

Sin pensarlo salió de habitación después de vestirse, esa mujer le había robado el corazón con unos cuantos besos y deseaba conocerla más pero al abrir la puerta la realidad lo golpeó con fuerza, aquello era de una sola noche y nadie debía de saber. Aunque esa noche su corazón se fue con esa extraña mujer.

Capitulo 01

6 AÑOS DESPUES.

Seis pares de ojos miraban a Morgana, ella era una mujer elegante, con su falda tubo y su chaqueta de cuero encima de su blusa de lino. Sus zapatillas del once no impedían que aquella hermosa mujer no fuera temida delante de sus empleados. Ella amaba sentir que podía intimidar a todos, incluso a los "Frescos" osea, recién graduados.

Morgana era una empresaria exitosa, a lo largo del tiempo había formado carácter para formar parte delante de la empresa de su familia. Después de todo, era la herencia que sus padres le habían dejado después de su fatídica muerte.

Pero ahora, Morgana tenía el carácter rudo y la lengua afilada. Ella no aceptaba un no por respuesta y hacia todo lo posible por conseguir lo que necesitaba. Morgana no era fácil de domar, sin embargo había alguien que solamente podía arrugar su corazón y hacer que la dura mujer se convirtiera en una dócil persona.

Fue entonces que su secretaria la interrumpió, sabía lo que estaba a punto de decir:

—Señora, su esposo y su hijo están en su oficina.

Ella asintió en respuesta y miro a todos los chicos a su alrededor, no había uno que le llamara lo suficiente para satisfacer sus deseos. Así había sido toda su vida, su esposo que se había declarado gay hasta hace tres años, no la satisfacía como se lo merecía y a cambio buscaba la manera de divertirse con los chicos que accedían al sexo sin compromiso.

Sin embargo, ninguno le llamaba lo suficiente la atención como para perder el tiempo.

—Tienen exactamente cinco minutos, si en ese tiempo no hablan, considérese despedidos. —Ella se sentó en su silla reclinable y se giró hacia la increble vista que tenía desde su rascacielos— Van dos minutos.

Entonces el hombre al final de la fila se levantó con voz temblorosa y parecía a punto de desmayarse, Morgana ocultó el impulso de rodar los ojos. Si a ella le tenían miedo, no se iba a imaginar cómo se iban a sentir con sus nuevos socios.

Después de todo, Morgana estaba a punto de entrar en un nuevo campo y los rumores de los socios no eran en vano, eran feroces y con carácter. Ella parecía una simple niña a lado de este tipo de personas.

—Bueno, supongamos que, este... si—El chico tartamudeo hasta que dejo caer el folder con papeles que llevaba en la mano— Perdón.

—Suficiente—Susurro Morgana.—Están despedidos, necesito caracter, fuerza. No tontos que solo se sientan a temblar en su lugar.

Y sin decir nada más se levantó de su asiento y salió de la sala de juntas. Había sido su segundo grupo esta semana y estaba cansada de ver lo mismo. La asociación con Global estaba más cerca de lo que ella quería y sin personal se sentía inútil.

—Diles a recursos humanos, que se olviden del bono de navidad si esto no se resuelve esta semana.

—¿Eran lo suficiente malos?—Su asistente y su mejor amiga, Eider contestó.

—Uno estuvo a punto de vomitar sobre mi cara mesa de cedro. No iba a permitir eso.

Eider sonrió y camino hacia su escritorio, su amiga era un caso y aunque la entendía el tiempo se estaba agotando y los buenos empleados se estaban escaseando. Ella no tenía buen humor en ningún momento y aunque con ella era lo suficiente buena, se notaba la carga mental que su mejor amiga tenía.

Morgana miró la puerta y se dio cuenta que era momento de cambiar el chip, su hijo se encontraba adentro y él se merecía su mejor carácter. Siempre hacia ese procedimiento antes de darle la cara a su hijo, después de todo, su pequeño sol se merecía lo mejor de ella.

Pero lo que encontró al abrir la puerta fue algo completamente diferente, Jacob no se encontraba por ningún lado, mientras que Ronald, su esposo tomaba una copa de vino al final de su reclinable, el hombre se veía cansado y con ganas de querer golpear la pared con la copa en la mano.

Algo había sucedido y por algo Ronald la molestaba a plena mañana.

—Crei que habias venido con el niño.

El hombre ni siquiera se incomodó con la presencia de Morgana, estaba metido tarareando una canción intentando mantener la calma de lo que estaba a punto de hablar.

Ronald era un buen hombre que compartía una vida con su mejor amiga, bajo la sociedad él era su esposo y padre de su hijo, sin embargo todo estaba tan lejos de la realidad. Ronald había descubierto hasta hace tres años atrás que era Gay y ahí él mismo se dio cuenta que aquello era el culpable por lo que ni siquiera le interesaba su mejor amiga.

Pero ya con ningún impedimento por el cual poder divorciarse, la costumbre se hizo paso. Ambos ganaban lo suficiente como para mantener la farsa por más tiempo. A él, sus padres vivían felices sabiendo que su único hijo tenía una familia feliz y a ella, le convenía cuando los accionistas le jugaban una mala pasada.

Pero a pesar del tiempo, Ronald se sentía cada vez incómodo con la presencia de Morgana, la mujer era todo negocios y lo último que ponía en su lista de prioridades era su amor. Él, a diferencia de la chica había encontrado el amor de su vida en un bar y llevaban solo tres años de relación a escondidas.

Pero ni él ni su pareja podían vivir en completa oscuridad toda la vida.

Pero lo que más le dolía era Jacob, el niño era un amor con él y el sabia que si hacía su propia voluntad, el niño se iba alejar por completo de él.

—Si no hablas en cinco minutos te quedarás aquí, solo.

Ronald suspiro pesadamente y abrió sus ojos revelando unos preciosos ojos esmeralda.

—Creo que debemos hablar.

Morgana camino hacia su escritorio y revolvió los papeles, siempre era lo mismo con Ronald y lo conocía tan perfectamente bien que ella podía adivinar por el tema que estaba interrumpiendo su trabajo. El divorcio.

—¿No estamos haciendo eso?—Le refutó ella.

—Si, pero quiero hablar bien contigo y expresar mis sentimientos.

Ella rodo los ojos y dejó su trabajo en la mesa, estaba arta de Ronald y sus sentimentalismos, conocía al chico perfectamente bien y aunque él fuera terriblemente molesto, lo necesitaba.

—Se de lo que hablarás, Ronald. Pero no tengo tiempo para tus indecisiones.

El chico se levantó exaltado, no estaba contento. Morgana era todo menos considerada, siempre era fría y mantenía la misma expresión con todos. Pero el ya estaba arto de la misma situación, quería amor y ella estaba claro que no se lo iba a dar.

—Pero ¡Tienes que escucharme!— Grito.

—Baja la maldita voz, Ronald.—La paciencia de Morgana escaseaba.

—Sabes lo que quiero ¿No he cierto? Si lo sabes porque te niegas.

Morgana apretó los papeles que se encontraban en sus manos en señal de frustracion, estaba arta pero no por eso iba a romper la magia que se mostraba entre las cámaras. Ambos sabían, se necesitaban.

—¡Porque no necesito escándalos ahora que la empresa crecerá!—Ella trago saliva y desvío la mirada de sus ojos— ¿Que dirán los encabezados? ¿Que estuve diez años casada con un gay?

—Mis problemas no pueden afectarte—Termino sin más, Ronald no tenía nada que decir, todo lo que decía era cierto— Podemos hacerlo sin que la empresa se entere.

—¡Nuestra vida es parte de la prensa! Y si eres demasiado inteligente y quieres que Shawn no esté afectado, no vengas aquí a pedirme tal estupidez.

—¡Es que no es ninguna estupidez! Yo no te amo, Morgana, ni siquiera puedo soportar dormir en la misma cama que tu.

—Vaya, felicidades por descubrir lo que por diez años hemos vivido.—Ella intento calmarse pero estaba a punto de hacer erupcion— Seamos realistas Ronald, jamás nos amamos y estaba claro cuando tuve un hijo de un extraño. Nos dimos cuenta que el amor jamás iba a llegar. No te pido que me ames, solo que aguantes lo suficiente para que mantengas la apariencias mientras yo termino el contrato con Global y si decides irte, te dejaré ir.

Ronald suspiro pesadamente, en parte Morgana tenía razón, él no podía manejar a la prensa y ni hablar de Jacob que entendía que sus padres se amaban lo suficiente y lo trajeron al mundo con todo el amor posible. Decepcionado de si mismo, tomo su chaqueta y se dirigió hacia la puerta, después de todo no podía hacer nada en ese momento.

—Pero una cosa más, Ronald. Yo no manejo a la prensa, si esta tontería sale de estas paredes, tu solo serás el culpable y te aseguro con mi propia vida que Shawn será el más afectado de esto.

Ronald salió de oficina con las lágrimas a punto de estallar, Moegana lo conocía bien y sabía que estaba jugando una mala pasada tomando aquella carta que sabía que era el punto débil de su mejor amigo, sin embargo no podía hacer nada porque hasta este punto, Morgana había hecho todo para luchar por lo que la había orillado a tener una vida de mentira.

Capitulo 02

Seis pares de ojos la miraron cuando entró a la sala de juntas, los hombres sentados alrededor de la mesa caoba levantaron una ceja cuando miraron el cuerpo entallado de Morgana. Todos sabían el carácter de la mujer pero lo que más le agrabsda a la mayoría era tocar los puntos débiles de la mujer que llevaba su fortuna a la cima.

Pero el que sea bella solo los hacia sentir ansiosos y Moegana lo sabía bien, pero ella era una persona de armas tomar por lo que dejarse de los accionistas solo era la punta de iceberg que luchaba día con día.

—¿Aún sigues completamente segura de poder manejar la cooperación con Global? —Dijo el hombre número uno al final de la fila—Porque no veo un equipo competente para que te apoye...

—¡Es imposible que una mujer lleve esto bien y ser esposa... las mujeres fueron creadas para servir a los hombres!

Aquellas palabras enfurecieron a Morgana

—Veo que sus pensamientos son igual de viejos que ustedes... —Ella se levanto de sy asiento y camino alrededor de la sala— Pero no voy a permitir que vengan e interrumpan mi oficina cada que se les plazca ¿Que acaso el juego de ajedrez no es más importante que la visita?

—Venimos a checar nuestro patrimonio. Niña— Él hombre número tres se levantó del asiento— Mientras tu orinabas en pañales nosotros creamos con tu padre está empresa, dejartela a ti fue lo peor...

—Ustedes saben bien que he llevado la empresa a la perfección, ni un solo error...

—¡Por ahora! Estamos seguros que la próxima fusión con Global no la podrás llevar porque eres una mujer, Edgar es conocido por tener un pensamiento coherente y ¡Es así como se llevan los negocios!

La paciencia de Morgana llegaba a su límite cuando se encontraba con los socios, sin embargo, la voluntad de su padre era clara, él como el accionista mayoritario estaba decidido a dejar a alguien en el mando y para él, Morgana era la indicada sin embargo, lo que jamás se imagino fue que los otros accionistas le hicieran la vida imposible.

—¿Y tu esposo porque no está aquí?—Él hombre más viejo pronunció sus palabras—Aún no entiendo como es que tu padre te dejó a ti y no a Ronald, es un hombre ¡Necesitamos un hombre!

Morgana mantenía un perfil bajo cuando entro a su oficina esa mañana, hoy era el gran día donde podía conseguir el mejor contrato de la historia en la empresa. Había dedicado toda su vida y ahora que lo tenía en las manos no se iba a permitir que se perdiera.

Ronald estaba demasiado irritable los últimos días, se movía de un lado al otro intentando mantener la compostura de padre ejemplar en la escuela y con ella, las galas de beneficiencia eran más cotizados ahora que el verano había florecido y el sol estaba en su punto máximo.

Ella no era amante de esos lugares, pero le ayudaban lo suficiente para conocer posibles personas que ayudaran a que su empresa creciera cada día.

—Te vez espantosa—Eider puso una taza en su escritorio y se sentó en la silla frente a ella. Morgana envidiaba a la chica frente a ella, venía de una vida sencilla y sin escándalos. Lucho para entrar a una buena universidad y vivía soltera a pesar de tener miles de pretendientes.

Pero lo que más le gustaba a la chica era que podía vivir su vida sin que nadie le dijera nada. Amar libremente, vivir con comodidad y sonreír tan verdaderamente.

—Creo que tengo una migraña que me volará la cabeza.

—¿Otra vez peleaste con Ronald?

—Estoy arta de su manía de ser mártir, parece que no piensa que todas nuestras acciones tienes consecuencias y ahora mismo no podemos seguir lo que nos dice el corazón.

—Pero, Morgana debes de entenderlo. No dudo que su pareja estuviera exigiendo exclusividad.

—¡Pero ni siquiera pasa algo entre nosotros! Me tiene el suficiente asco como para dormir conmigo.

—Si, pero eso lo saben ustedes, ya sabes cuando las puertas se cierran, los ratones hacen fiesta y eso es.

Morgana intentó pensar un poco más allá pero su respuesta era la misma. Ronald no le gustaba ninguna mujer y ella no iba a ser la excepción. Sí, compartían día a día juntos pero aquello solo era por simple apariencia porque ni siquiera se besaban frente al público.

—Yo no tengo la culpa de las inseguridades de Shawn, necesito a Ronald para que la empresa funcione bajo mis manos. No puedo permitirme dejar que todo se vaya por la borda ¿Que sucederá con Jacob?

Y ese era el elefante rosa de su mente, su hijo. Que aunque Ronald y ella sabían la verdad, se mantenían con el secreto bajo sus narices para que no afectara al pobre niño. Para Jacob siempre Ronald iba a ser su padre a pesar de las diferencias que ambos tenían.

—Jacob tendrá que aceptar a su padre tal y como es.

—Andas demasiado positiva hoy —Le intento cambiar de tema—¿Te sucedió algo?

—Bueno, si tu dices que sucedió algo.—Le quito importancia hasta que se levantó de un salto espantando a la chica— Sí, conocí a un hombre perfecto esta mañana en el edificio. Tenia un cuerpo de infarto y unos ojos inolvidables.

En ese momento, Morgana recordó los ojos que jamás olvidaría, los de aquel chico que jamás podía sacar de su mente aunque lo intentara. Edgar.

Aquel hombre la había cautivado con unos cuantos besos pero el cuerpo de Morgana se volvía gelatina bajo sus toques. A pesar de los años aquella noche jamás habia salido de su mente incluso cuando habían pasado solo seis años del suceso.

—¿Porque presiento que en tu mente estás pensando en cosas sucias?—Su amiga era lo más inteligente de lo que parecia—¡Te haz ruborizado completa!

—No, solo recuerdo un hombre que tenía las mismas características que la persona que mencionaste.

—Ni siquiera creo que este en tu liga, Morg. El hombre me rechazó inmediatamente después de pronunciar solo dos palabras.

—Vaya no crei que tuviera una amiga que se diera por vencida tan fácil con un hombre.

—Bueno, esta claro que entiendo las dos letras que pronuncio. Sabes que me gusta respetar a la gente y si algún día digo que no, espero que también lo respeten como yo..

Para Morgana las palabras de su mejor amiga parecían una completa tontería, ella entendía que para gustarle a alguien debía luchar por lo que le gustaba, aún si encontraba una negativa en primer lugar.

Pero al parecer Eider era una chica que pensaba mucho.

—Creo que debes de coincidir con él.

—Yo creo que no. Se veía enfadado cuando siquiera dirigió una mirada hacia mí, dudo que entre en mis ligas. Tenia un traje caro.

—Si quieres te presto uno. Tengo cientos que resultarían tus preciosos pechos y tus nalgas cuadradas.

—¡Hey! —Le dio un manotazo y salió de la oficina dando por finalizada la conversación de esa mañana.

**************************************

Morgana era de armas tomar cuando nada salí como esperaba, pero a pesar de tener todo perfectamente planeado frente a su mesa, se dio cuenta que sus nervios la estaban traicionando.

Hoy era el día que iba a conocer al jefe de Global Empreses y se iba a asegurar que pudiera conseguir el contrato que tenía en mente.

Así que alineo por décima vez su papeleo y espero pacientemente a que la presencia de la persona llegara a la sala de juntas.

Edgar camino por el largo pasillo con la increíble cantidad de empleados a su alrededor, había viajado cinco horas para llegar a su futuro nuevo empresario. Se había dedicado a investigar al señor Thompson con delicadeza y le había agradado lo que había encontrado. Era un hombre capaz y con excelentes referencias en el campo laboral.

Era un hombre digno de admirar.

A lo largo del tiempo se había dedicado paciencientemete a sobresalir de la sociedad y se dio cuenta que lo hacía estupendamente bien formando una de las mejores empresas del país.

Pero todo se lo debía a la chica que por más que recordara aquella noche en la que unio su cuerpo con el suyo, su rostro era un misterio para él. La mujer le había dejado unos cuantos billetes sobre la mesa que le habían ayudado a salir de la terrible bancarrota que Holly lo había metido.

Sin embargo, ahora que era un hombre exitoso hacia todo lo posible por alejarse de las mujeres. Eran signo de perfección y pecado a la misma vez.

—Señor, lo esperan en la sala de juntas.

El asintio a la pequeña morena que encontró en el elevador esa mañana intentando mantener todo profesionalmente. No quería involucrar su placer con su trabajo.

Edgar entró y lo que vio frente a él era lo que jamás había esperado.

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