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La Oscuridad De La Villana

CAPÍTULO I

Mis labios temblaban al sentir como era golpeada por mis hermanas, estos temblaban porque no podía pronunciar ninguna palabra. Mi lengua estaba a mi costado, la persona que amé y entregué todo me la había arrancado como un pan a un niño. Veía mis huesos expuestos a la intemperie, mi rostro se sentía caliente y mojado por la cantidad de sangre que caía de mí. Algunas partes de mi carne estaban expuestas y casi se podía decir que los cuervos estaban a la altura de mi cabeza. El camino de sangre era un pequeño hilo por limpiar.

-¿Te das cuenta de que nadie te quiere en este mundo?- gritó mientras tomaba a mi hermana melliza y la besaba con pasión- Solo fuiste una pieza para tirar.- la risa era lo suficientemente escandalosa-

¡No, vos no! Te di todo, coloqué tu corona sobre tu cabeza y te pude en lo alto del mundo. Maté por tu causa, y me volví la  general más poderosa del mundo. Sufrí de romper mis huesos, bloqueé mi ki para que seas más alto que cualquier ser sobre la tierra.

¿Cuál fue mi pago? La deshonra, la humillación, el maltrato, y la espera de la muerte.

Me arrastraron atada a los pies de un caballo, mientras la gente rogaba que me cortaran el cuello. Gente por la que antes, yo había batallado por salvarlos de los enemigos del alrededor. Solamente una persona sufría debajo de una multitud. Mi fiel mucama, Miel, su nombre, describía toda su esencia. Una mujer que solamente me cuidaba mientras mi propia familia me rechazaba, y que incluso cubría algunas de mis fechorías.

-¡Señorita, Señorita!- su voz estaba quebrada al nombrarme- Me dio paz saber que le importaba a alguien.

Sus lágrimas habían arruinado sus ojos redondos y su piel sonrojada. Se arrastró hasta los pies de mi familia y de la persona que amé con todas mis fuerzas.

-Sean misericordiosos mis señores, déjenla ir, yo me la llevaré lejos y les juro que nunca más le verán- se humilló solamente por salvarme- ¡Tengan piedad!-gritaba a gran voz- ¡Tengan piedad- volvió a repetir-

Las personas del lugar, comenzaron a arrogarle piedras y algunas verduras; mientras escupía  sus ropas.

-Una basura debe ser tirada- mi hermana melliza, Elsa, tomo la espada y la enterró en el cuello de Miel.

Ella bañó el suelo y quedo en la posición de ruego, entretanto sus ojos quedaban abiertos derramando las últimas gotas de lágrimas. Mire hacia el cielo, y supliqué para que se me diera la oportunidad de vengarme y proteger a las personas que me importan.

Miré el cuerpo de Miel, y juré vengarme.

-Te sientes impotente, ¿verdad?- él me miró sobrando odio-

Me tomó del fino vestido de seda, que para ese momento lo único que quedaba era un color rojo y rastros de carne pegados a él. Con su mano tocó mi rostro mientras me miraba de la manera más sádica.

En mi mente grité, -Morirás Félix-, pero la que murió, fui yo. La espada que le regalé, que fue creada por un extraño material, se quedó sellada en mi corazón. Y así dejé de respirar y mi mente quedó en silencio.

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Siento el viento entrar por la ventana, abro los ojos pero está oscuro. ¿Dónde estoy? Mis manos se mueven buscando algún lugar, pero lo encuentro conocido. Seda de la más alta calidad, un perfume de rosas rojas y lirios, el olor que más odiaba. Sí, volví en el tiempo. ¿Qué había sucedido? ¿Quién tuvo compasión por mí?

Intenté con mi debilidad levantar el flujo de mi aura, en vano. Fue en vano, tal como sentí que había de suceder.

¿La luna siempre fue tan bella?-mi lengua está intacta y mi voz es de una niña-

Recodé mi muerte, fue una noche como esta. La luna y las estrellas vieron mi sufrimiento y mi lealtad. Cometí crímenes atroces por él. Ahora lo voy a hacer, pero por mí, y las personas que apoyen mi causa. Voy a ser la primera emperatriz que tomará la locura como motivación para lograr su cometido. Seré amable con quien deba ser, y seré la oscuridad de la villana para quien debe ser.

Es hora de alcanzar y tomar la venganza.

-¡Señorita! ¿Qué hace levantada? Puede resfriarse, esta noche es la más fría. Vaya a la cama, prenderé la estufa para que pueda tener calentita su habitación- frente a mí estaba una Miel de 15 años-

Corrí hacia ella, y la abracé con todas mis energías. Recordar su trágica muerte y verla de nuevo con los años de la juventud era lo más reconfortante para esa situación.

-Te extrañé Miel- mis ojos se llenaron de lágrimas-

Tenía tantas ganas de llorar, tenía gana de gritar y matar.

-Oh, mi dulce Señorita, solo fui hasta la cocina. No demoré mucho- dijo mientras observaba mi cabeza- Creo que se ha desarmado su trenza-me tomo de los brazos y me guio hasta una de las sillas para que pudiese sentarme-.

-Miel, para mí fue toda la vida.- besé su mejilla-

Sabía que estaba sorprendida, no era de demostrar mi cariño hacia las personas, pero ella había muerto por mí. Aunque ella no me parió, era como una madre que estaba dispuesta a morir por mí.

-Miel, ¿qué sucedería si alguien intenta matarme?- pregunté-

Ella aguardó silencio.

-La protegería, e incluso moriría por usted, princesa- tomó el cepillo- ¿Está bien? ¿Tuvo una pesadilla?-

-Así es Miel, soñé que era adulta y me arrastraban por toda la ciudad, me cortaban la lengua y rompían cada pedazo de mi cuerpo. Y solamente vos lloraste por mí.-

-Eso nunca va a suceder mi princesa, fue un horrible sueño. Yo la voy a cuidar toda la vida- me abrazó- tenía ganas de llorar-

Realmente se sentía reconfortante.

-Gracias Miel, ahora iré a dormir, por favor levantame temprano. Tengo trabajo que hacer-

-Pero Señorita tiene 7 años, ¿qué trabajo tiene que hacer temprano?- ella me llevó hasta la cama-

-Confía en mí, debo hacerlo- mis ojos lentamente comenzaron a cerrarse-

CAPÍTULO II

-¡Señorita!, ¿por qué está leyendo ese libro? Debería de leer de acuerdo a su edad- Miel depositó una taza de chocolate sobre la mesa-

-Miel, ¿vos creés que no soy capaz?- cerré el libro de tapa dura- Mi edad no limita mi accionar- suspiré de dolor al recordar el escozor de mi enseñanza-

Ella negó con su cabeza, se colocó a mi misma altura y tomó mis manos. Tal y como lo hubiese hecho una verdadera madre.

-Señorita, yo sé que usted es capaz de todo. E incluso de ser una emperatriz- sonrío con dulzura-

Sus palabras se quedaron grabadas en mi memoria como un sello. ¿Emperatriz? Me agradaba la idea. Realizaría la mejor rebelión, sería tan inesperada. La hija estúpida del duque, nadie se pensaría ese golpe a la nación. Sería brillante, como las estrellas de la noche del sufrimiento, fieles testigos de la mayor injusticia a la lealtad.

Mi hermana melliza, Elsa, había nacido con un maravilloso ki; sin embargo, el mío había estado oculto. En mi vida, lo había bloqueado solamente por el príncipe al que amaba desde muy joven.

Se decía que mi hermana se había comido el mío estando aún en el vientre de nuestra madre, pero la verdad siempre fue la omisión voluntaria. En cierta parte, recuerdo que mis padres en una ocasión. Llamaron a alguien que les dio un extraño medicamento que reducía a un porcentaje importante las raíces del ki. Mi voluntad y la contra, me hicieron seca.

Laura, mi hermana mayor, siempre estuvo en contra de que me casara con el príncipe. Ella lo amó en silencio, y sus acciones me lastimaron en lo oculto del ojo familiar. Mis padres nunca demostraron un mísero sentimiento de cariño, yo era una existencia que atraía las desgracias de la familia.

Decidí estudiar con diligencia los aspectos económicos, sociales, históricos, estadísticos, culturales y especialización en estrategias y guerra. Sería la villana más aclamada, y podría matar a mi familia y al príncipe traidor.

Un golpe sobre la puerta me despertó de mis pensamientos, desde la entrada se podía sentir el hedor del príncipe traidor.

-Hermana, el príncipe vino a jugar con vos- la voz de Elsa demostraba felicidad-

-Elsa, esperen en el jardín. Voy a prepararme-

Ahora recordaba, habíamos sido muy buenos amigos antes de enamorarme de él. Tal vez fue su dulzura y amabilidad única lo que me motivó a amarlo. Miré a mi derecha, en donde Miel se encargaba de mi ropa; cada prenda era pomposa y muy brillante.

-Miel, desde hoy buscaré otros modelos para vestir- elegí las prendas de color celeste y mi larga cabellera la até para que sea cómodo-

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Hacían una linda pareja, él le miraba de una forma que nunca lo hizo conmigo. Aún éramos niños, pero los sentimientos nacen de temprana edad. Me senté sobre la sombra, y bebí té verde. "Qué sabor amargo", pensé. Observé el brillante sol, y las nubes ocultaron el calor. Me sentí atraída por la oscuridad.

-¿Qué estás haciendo príncipe?- sentí sus pasos acercarse- No es bueno asustar a una dama-

Agarré mi taza y me introduje a la casa principal. Mi padre tenía su mirada fija sobre los informes de las diferentes partes del ducado. Me arrodillé ante su presencia, y en súplica hablé.

-Padre, sé misericordioso y concédeme este deseo- mi frente tocaba el frío suelo de madera-

-¿Qué es lo que querés?- dijo con frialdad en su voz-

-Quiero ir a la parte del Sur del ducado, y dedicarme a cuidar la zona y ayudar con la agricultura- dejó caer sus informes y se apresuró a mí-

-¿Cuál es la razón?- tiró de mi cabello-

Vi sus ojos, y no hallé nada.

-Quiero madurar y aprender de la agricultura, por favor. Permite que Miel me acompañe, no pido nada más-supliqué-

Él volvió a su asiento.

-Vete cuando quieras- siguió con su lectura-

Bien, ya una meta se estaba cumpliendo. Alejarme de mi familia, crear el mejor ducado del Sur.

-Señorita Askary, ¿a dónde vas?- la voz del príncipe me estremeció por completo-

Su cabello rubio, sus ojos dorados eran lo contrario a lo que era yo. Si él era el sol, yo sería quien lo consumiera con mi oscuridad.

-Su alteza, Félix, no debe angustiarse. Será un viaje corto, pronto volveré a verlo- sonreí- Ahora debo prepararme, le solicito que juegue con mi hermana, ella es más divertida que yo-

Me marché antes de oír una repicada de lo que él solicitaba. De tan solo escuchar su voz, me daba asco. El sentir como mi hermana se reía con él, o como jugaba a ser inocente, era una motivación para derramar sangre en el futuro.

-Miel, prepara todo lo necesario. Mañana, antes que salga el sol nos iremos al ducado del sur, ahí nadie nos despreciará o nos lastimarán- tomé un pergamino-

Anoté los libros necesarios para estudiar y los artículos para reforzar mi arte marcial. Bajé hasta donde se encontraba el mensajero, y le entregué la listas para realizar las compras, además de un extra para comprar su silencio. Al mirar la mansión, se estremecía mi corazón. Cada dolor que sentí, cuando Félix arrancó mi legua sin piedad, o cuando me quemaron el cuerpo con hierros calientes.

-Señorita Askary, me encantaría darle un regalo antes de marcharse. ¿Me podría decir con precisión cuando se va?- la mirada desinteresada del príncipe era repugnante-

-Lamento no poder decirle con precisión, hasta yo misma no sé cuando será. Y no deseo ningún regalo, solo espero que sea siempre saludable- no quería mirarle, mis ojos estaban sobre los árboles o el pequeño lago-

-¿Qué sucede Ask? Vos no sos así- se notaba la incomodidad- Aunque sea dejame visitarte en donde estés-

-Conmigo no sucede nada alteza. Para que no se confundan los demás, no quite los honoríficos y tampoco viaje a donde esté yo. Puede ser peligroso para usted- miré su cara desorientada-

-Pero, ¿por qué vos podés ir y yo no?- tomó mi vestido con delicadeza-

-Porque yo no soy el futuro del país- saqué con cuidado su mano- Que tenga un buen viaje alteza-

Cretino, arrogante, dentro de unos años voy a tener tu cabeza rondando por mis pies. Por ahora tengo que irme, debo establecer el contacto con el príncipe caído, mi futuro aliado.

CAPÍTULO III

No podía dormir en toda la noche. Me encontraba en el techo de mi habitación reflexionando mi antiguo accionar. Las personas que había matado, eran tan fuertes, tan trabajadoras y humildes. No merecían ese final tan trágico. Los encontraré y me redimiré ante ellos también, quisas no a todos, pero sí a la mayoría de ellos. Seré tan fuerte como para protegerlos, y para derribar a quien se interfiriera en mi camino.

Con sigilo fui hasta la habitación de Miel, era tan pobre como la de un mendigo. Nunca nadie se había interesado en su comodidad, ni siquiera yo. Que nunca me había dado cuenta de sus buenas intenciones y el profundo cariño que me tenía.

-Miel, despertá, es hora de irnos- la moví con cuidado- sus ojos somnolientos me buscaron en la oscuridad.

Pobre joven, sufrir este tipo de situaciones por alguien que no lo merecía. Esperaba que al llegar al ducado, poder darle una de las mejores habitaciones y hacerla una de las mejores damas. Inclusive si me tardaba años en lograrlo, le daría su recompensa.

-Señorita, ¿ya es la hora?- se enderezó sobre la cama-

-No, pero ya no quiero permanecer acá- su silencio y el mío era la afirmación que ni ella, ni yo lo  deseábamos-

Con sumo mutismo acomodamos las pertenencias de ambas y nos dirigimos al sur. Sin apoyo económico, sin gente cuidándonos y sin acompañamientos. Solamente Miel y yo.

Las calles estaban llenas de peligro, y la pobreza se podía palpar. La gente estaba tan necesitada, ¿cómo sería el sur? Se decía que había muchas criaturas mágicas, tal vez me ayudarán a fortalecer mi ki y potenciarlo.

Ya habían pasado tres días de la salida de la capital. Me sentía feliz de que no habría nadie cerca para vigilarme u hostigarme. Podía sentir en mis labios el sabor de la libertad, el aroma de la venganza y el amor de la compañía adecuada. Aunque había sido traicionada, deseaba amar y que esa persona me complementara en las atrocidades que deparara el camino.

-Señorita, ¿desea que descansemos un momento?- habló mientras dirigía las riendas del caballo-

En mi cuerpo actual, no necesitaba descanso. Solamente me dedicaba a dormir, comer y leer; pero Miel era la que se encargaba de todo. Ella era joven, pero encargarse una niña era lo suficientemente agotador, incluyendo que debía de vigilar que nadie estuviera al asecho.

-Descansemos por unos minutos, busquemos algún lugar con agua para los caballos y nosotras-le pedí para que pudiese descansar-

Con precaución ella acomodó todo para el breve descanso e hizo omisión a cada reproche que le colocaba. Solamente quería ser de ayuda para ella, no una carga. Comimos en silencio, creo que era pacífico estar así sin reglas. Sentir, era lo que deseaba, abrazar la libertad de hacer lo que mi voluntad decía y no cumplir con la de otros.

-Miel, lamento atarte a mí. Prometo que me haré una buena señora del ducado del Sur- los ojos sorprendidos de ella me observaron unos instantes-

-Está bien, señorita, siempre la seguiré. No se esfuerce demasiado, crezca feliz y fuerte- ella tomó mis manos y me apretó con suavidad-

Realmente era una amiga, una hermana y una madre. Creo que, en situaciones difíciles,  sería mano dura, no como la de mi padre; no obstante, sí aceptaría su castigo. Era lo mínimo que podía de hacer por ella.

Seguimos nuestro camino los siguientes cuatro días, sin contratiempos y con mucha esperanza que podríamos lograr las metas fijas. La entrada del sur era una gran fortaleza, los soldados estaban algo flojos en la seguridad y algunos abusaban de la amabilidad y sinceridad de las personas. En pocas palabras, estaba todo descuidado y abandonado, era un lugar donde podría crecer ricamente aún más que la ciudad. Tenía los recursos y el potencial para lograrlo, estaba relajada porque sabía que mi mayor ventaja era el tiempo.

-Detengan el carruaje- gritó un soldado de armadura brillante color plata- Identifíquense- su voz grosera era molesta-

-Atrás viene la señorita Askary West- Miel me solicitó el sello que se nos da a cada hijo del duque-

El soldado nos guio hasta la mansión del ducado. Pude ver como era la ciudad, la infraestructura no era pobre, solo descuidad. La gente lo era todo, su ánimo estaba por las nubes, estaban llenos de fe y amor hacia los pares. Como típicos campesinos que habitaban las lomadas de las montañas, sus preocupaciones no eran como los de la ciudad. Ellos no se forzaban por pisar por poder, solo era lo que se mostraban.

-Señorita, llegamos a su casa- me ayudó para bajar con comodidad-

Podía sentir que este sería el lugar donde crecería lejos de mis padres, hermanas y del molesto príncipe. Mi hogar, mi gente.

-No Miel, nuestra casa- quería que supiera que ya nadie nos lastimaría-

Oímos como todos los que se encargaban de la limpieza, cocina y necesidades de la casa se acomodaban en orden para recibirnos. Eran de diferentes edades. Tuve el descaro de analizarlos, aunque no era algo que podía hacer de forma concreta.

-Le damos la bienvenida a la princesa del ducado, Askary West- todos gritaron con energía- Princesa, por favor denos algunas palabras- una mujer adulta y algo arrugada  se acercó a mí-

Pude oír los murmullos de algunos de los residentes, , ¿podrá ella protegernos de los forasteros?>>, .

La gente nunca parará de decir estupideces, incluso cuando estén satisfechos con el accionar de uno. Nunca admitirán que están llenos, y querrán reventar su abrigo.

-Gracias a cada uno de ustedes por recibirme con tanto cariño, lo guardaré en mi corazón- mi incliné hacia ellos- Me quedaré con ustedes varios tiempos, por lo que les aviso que tengo grandes planes para el ducado. No se dejen engañar por mi estatura o edad. Confíen en mí, y yo lo haré en ustedes. Seamos  una gran familia-

Dicho eso, los residentes me ayudaron rápidamente a adaptarme. Solo necesitaba seguir el próximo paso, encontrar al que sería el genio de la espada: Flexv Lucio.

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