Una gran tormenta azotaba a Escocia, la fuerte lluvia, caía junto a grandes relámpagos, seguido por sus truenos, las Highlands estaban envueltas en la neblina, los fuertes vientos golpeaban en las ventanas de las pequeñas casas de los condados, la gente se resguardaba del frío.
En el clan Macduff, situados en el castillo de Glamis, se encontraban divirtiéndose en una fiesta dada por su laird, Alexander Macduff. La música y algarabía eran muy fuertes, el baile de las jóvenes y caballeros del lugar, era una danza coordinada, que mantenía animada la celebración, la llegada del heredero del clan.
En el mar del norte de Edimburgo Escocia, el cuerpo ensangrentado de una joven, se encontraba en la orilla de sus playas, los fuertes vientos arrasaban y el mar se encontraba enfurecidos, era como si el cielo y el mar reclamarán su grandeza, el cuerpo de la joven se encontraba completamente maltratado, sus piernas manchadas de sangre, y su vestido hecho trizas. Un lugareño y su perro, que volvían a casa, decidieron tomar un atajo por las playas del norte, encontrando el cuerpo de aquella joven desgraciada.
El hombre se acercó y tomando su pulso, se dio cuenta de que este era débil, por un momento y debido a el clima pensó en dejarla abandonada a su suerte, pero cuando intento avanzar, su perro se quedó al lado de la joven ladrando fuerte.
— Vamos lith, esto nos concierne —
El perro no hacía caso, el hombre al ver la terquedad del animal, decidió auxiliar a la joven, llevándola en su espalda hasta su pequeña choza en el clan Macduff, su mujer de inmediato se apresuró a ayudarle.
— ¿Quién es?
— No lo se, estaba en las playas del norte
— Oh dios mío, está joven está casi muerta.
— Lo se, por eso debemos ayudarla. Además, lith así lo quiso, al parecer la joven es especial.
La mujer de inmediato se puso manos a la obra, desvistió a la joven, revisando grandes marcas en su espalda, era obvio que había Sido azotada, además, en su cuello había marcas, era muy obvio que esto no se lo hizo ella misma, la mujer está horrorizada con lo que veía, pero al mirarla más detalladamente vio una marca en el cuello de la joven, era un lunar en forma de sol, eso nunca en su vida lo había visto, le pareció interesante y extraño.
Un gran trueno sonó en el lugar, el suelo tembló, asustando a la pareja de esposos, la chica seguía inconsciente en la cama, ya estaba limpia, pero en su rostro las marcas de golpe seguía estando.
— ¿Quién pudo ser ten cruel con esta joven?
— No lo se, pero está viva de milagro
— Si, la pobre es para que estuviera muerta con todo lo que le hicieron
— Una vez se recupere, ya sabrá que hacer, espero no estar metiendo nos en problemas por ayudar a esta joven
— Fergus, debemos ayudarla en lo que podamos
— Querida, creo que con lo que hicimos es suficiente, no quiero problemas, cuando esté recuperada debe irse
La mujer solo asintió, en los tiempos en que estaban era muy peligroso ayudar a cualquiera, así que era mejor no abusar y mantenerse al margen de todo lo que les cause problemas, aunque a la mujer la joven le parecía una buena persona.
En la cabeza de ambos, estaba rondando la misma pregunta, ¿Que le había pasado a la joven para terminar así? ¿Quien era? Y ¿De dónde venía? Miles de incógnitas rodeaban a la joven que inconsciente en esa cama, están en un sueño tenebroso que se repetía una y otra vez, como un bucle temporal. Una pesadilla que tuvo por vida, pero que en estos momentos no quería recordar. Un mar de lágrimas durante mucho tiempo, que en su momento más doloroso, juro cambiar y de ser posible vengarse de todos y cada uno de los que le causaron daño.
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18 Años Antes:
— Es una niña su majestad
El hombre se encontraba fuera, dejo de sonreír.
— Si no es un niño, entonces no quiero verlo
El hombre se aleja del lugar, sin mirar atrás, la mujer que acaba de dar a luz, con el sudor en su frente pide ver a su hijo.
— Por favor déjenme ver a mi pequeño
— Su, majestad es una niña
— ¿Qué? No fui capaz de dar un varón al rey
La mujer empieza a llorar, lo único que deseaba era complacer a su marido, dándole a un heredero, no esperaba tener una niña, que solo podría servir como monedas de cambio.
En el palacio de las concubinas, las mujeres celebran, pues la reina no ha tenido ningún varón, ahora cualquiera de ellas tiene la oportunidad de darle al heredero al sultán, solo deben esforzarse y no dar a luz, niñas.
Pasan los años y la pequeña niña crece, esforzándose en sus estudios con tal de agradar a su padre, quiere que al menos le dé una muestra de afecto, pero este nunca la visita, siempre está de mal humor, las mujeres de su harem, han estado embarazadas, pero tanta es la rivalidad, que la mayoría a perdido a sus bebés, excepto la favorita del sultán, la concubina Emyne, Quien está a punto de dar a luz. La pequeña Derya, está cerca del lago donde se encuentra con su madre, la cual nunca la ha visto, la mujer nunca sale de su habitación.
Imperio otomano Año 1434:
El sultán se encontraba en su trono, escuchando a sus consejeros, quienes le pedían tomar a más concubinas, así tener mayor probabilidad de tener un heredero, este solo escuchaba en silencio.
— Su Majestad, es lo mejor, ni siquiera la sultana zeynep, pudo darle un hijo varón —
— Así es majestad, las demás concubinas, ni siquiera han engendrado hijos, si quiere que la monarquía y el reinado de sus descendientes continúe, es necesario tomar otras concubinas —
Todos daban sus puntos de vista, al final el único con el poder era el sultán, si él lo decidía, así sería.
— Ordenó traer a las jóvenes puras del reino, y escoger cinco de ellas para concubinas del sultán, denle una gran compensación a sus familias —
Con la orden Dada, en el imperio otomano Miles de jovencitas eran sacadas de sus casas para llevarlas hasta el palacio, entre ellas una mujer llamada Safiye, quien en contra de su voluntad y a la fuerza fue llevada al palacio, el eunuco a cargo de las mujeres, empezó a analizarlas, descartando a ciertas jovencitas, que a su parecer no eran tan puras como aparentaban, estás eran sacadas del lugar para recibir un castigo a causa de su desvergüenza.
Safiye, en un momento dado se escabulló del palacio, tratando de salir sin ser notada, pero el lugar era como un laberinto, uno sin salida, en el cual termino perdiendose, al doblar en una esquina, escucho los lamentos de una pequeña niña, se acercó a esta notando a una niña albina, sentada en el suelo, con su cabeza entre sus rodillas, sollozando, Safiye miro a su alrededor, buscando a algún adulto que estuviera cerca, pero no vio a nadie, luego de dudar un poco, decidió acercarse a la pequeña, arrodillándose a su lado, le acaricio la cabeza a modo de consuelo. La niña levantó la mirada, encontrando el rostro dulce de Safiye, en cuanto a la joven, vio unos ojos azules como el mar, y una carita roja por el llanto, lo cual la entristeció.
— Pequeña, ¿Por qué lloras? — Safiye se notaba un poco preocupada.
— Mamá no me quiere, por qué soy una niña —
Safiye se conmovió, a pesar de que la pequeña no le contó detalles, ya sabía por dónde iba la razón de su llanto, en este tiempo era normal que los padres las despreciarán solo por no ser varones, era algo que odiaba mucho, pero debía aguantar, para eso había Sido criada, para ser una perfecta esposa, aunque en ese momento no se sentía preparada para ser concubina.
— Tranquila, sin importar lo que digan, eres una pequeña especial, y muy hermosa —
— ¿Lo crees? —
— No solo lo creo, estoy segura, así que deja de llorar, y coloca tu mejor sonrisa para afrontar todos tus problemas, así les demuestras a todos que no te importa nada —
— Pero si me importa — La pequeña hizo un puchero.
— Si, pero ellos no tienen que saber eso, tú solo muestra lo que quieres que vean —
La pequeña sonrió, ganando el corazón de la joven con ese pequeño gesto, era una niña muy dulce, lástima que la sociedad sea tan cruel, hasta incluso con una niña tan pequeña, a veces las personas no medían sus comentarios o críticas.
— Gracias — La pequeña se limpió la carita — ¿Vienes de visita al palacio? Nunca te había visto —
La joven sonrió débilmente, pensó en decirle una mentira, pero viendo la carita inocente de la pequeña decidió ser honesta.
— Me trajeron para ser concubina del sultán —
— Oh, como esas otras mujeres, pero ellas son malas. Tú no pareces mala o ¿Solo actúas ser buena? —
La niña la miro con cautela.
— ¿Cómo son ellas contigo? —
— Son malas, a veces me dan azotes por buscar a papá o solo por cruzarme en sus caminos, dicen que no valgo nada por ser mujer —
Safiye se indignó, como podían ser tan crueles esas mujeres, acaso no eran del mismo sexo, además, era solo una pequeña niña.
— Definitivamente, no soy igual a ellas, y no lo seré, en realidad ya me voy, o eso espero —
La pequeña Derya la miro con asombro.
— ¿Acaso piensas escapar? —
Safiye miro hacia todos lados, esperaba que nadie estuviera cerca.
— Shii, no lo digas tan duro, y solo quería volver a casa eso es todo —
Derya asintió de forma inocente.
— Pero eso es casi imposible, hay guardias por todos lados —
— Lo se, pero al menos tendré un poco de paz momentánea, y una buena compañía —
Ambas sonrieron, Derya por primera vez, se sentía a gusto con alguien, en el palacio nadie le prestaba atención, ella solo no existía, y si le prestaban atención era para castigarla, como ese día, su madre apenas la vio, solo la ignoro, y mando a darle unos azotes por haberle hablado de forma tan informal.
— Yo puedo ayudarte a salir —
Safiye la miro, no creía que la pequeña pudiera ayudarla, pero decidió seguirle el juego.
— Veras, a nadie le importo, así que no me prestan mucha atención, vamos te muestro como salir —
La niña se levantó del suelo, seguida por Safiye quien se divertía con cada cosa que la pequeña le decía, no entendía como una niña tan dulce era tratada tan mal, al rato ambas estaban en una de las salidas del palacio, los guardias simplemente ignoraban a la niña, eso sorprendió a Safiye, incluso a ella en ese momento ni la miraban.
— Como estás conmigo no les importa — Ácaro la pequeña.
— ¿Siempre es así? —
— Si, pero ya estoy acostumbrada —
A Safiye se le encogió el corazón, la niña al final con tristeza en sus ojos se despidió de Safiye, quien la vio caminar de regreso, pero antes de que la pequeña desapareciera de su vista, vio como una de las criadas la tomo de manera brusca maltratando el brazo de la pequeña niña, Safiye quería intervenir, pero vio al eunuco y se escondió, cuando estaba a punto de salir y ser libre, se detuvo, pensó en la niña y tomando una decisión volvió al palacio, haría lo que fuera con tal de quedarse en el palacio y cuidar a ese angelito, pues no quería que la niña siguiera sufriendo injusticias, sin importar que, ella cuidaría de la joven.
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Nota: para todas las guerreras, hoy conmemoramos un hecho bastante terrible que marco una época de la mujer, hoy les agradezco infinitamente el apoyo que he recibido en mis novelas y espero que está sea de su agrado. Esta nueva historia es dedicada a todas ustedes, mujeres luchadoras y empoderadas, que no se dejan amedrentar por nadie. Besos y que tengan linda noche.🥰🥰
Mañana espero actualizar más de un capítulo, y si el tiempo me lo da, lo haré.
Con el paso del tiempo, las cinco jóvenes fueron seleccionadas, entre ellas Safiye, quien es sus tiempos libres visitaba a la pequeña y le hacía compañía. Se habían vuelto cercanas, tanto que a algunas les molestaba tanto.
La concubina favorita del rey, Emyne, había dado a luz un niño, lo cual tenía al palacio de fiesta, al fin había un heredero, Derya también estaba feliz, al fin tenía un hermanito, quizás juntos pudieran ser amigos o eso era lo que esperaba ella.
Al poco tiempo Safiye también quedó en cinta, los meses avanzaban y su barriga crecía, Derya siempre están con ella cuidando la y velando por qué estuviera bien, luego la mujer dio a luz gemelos, una niña y un niño, al igual que con Derya la niña fue rechazada, pero al pequeño lo separaron de su madre, pues debía ser criado como un príncipe, ocasionando dolor en Safiye, pero en su dolor se encargaba de las dos pequeñas que tenía con ella.
Ocho años después:
Era el cumpleaños número ocho del príncipe heredero, el pequeño Selin, todo el imperio se encontraba de celebración, Derya quien para la época tenía dieciséis años, se encontraba con la pequeña Ayse, quien todo el tiempo andaba con la princesa, eran muy unidas. Para Derya, era como una hermanita, jamás olvidaría que gracias a Safiye ella no recibía castigos como antes, incluso recibía los castigos por la pequeña, eso la jovencita lo tenía muy claro, siempre velaría por ella, como si fuera su madre.
Muchos hombres importantes navegaron hasta sus costas, entre ellos uno de los príncipes de noruega, Quien se encontraba admirando los lugares de la zona. Llegó hasta el imperio otomano, como enviado de su padre, hoy en conmemoración por el cumpleaños del príncipe firmarían un tratado de paz. El príncipe era un hombre corpulento, tenía una gran cicatriz en su rostro, con barba, y daba miedo de solo mirarlo, todos en el sitio lo miraban con cautela.
— Príncipe, ¿está seguro de estar en este lugar? —
— Mi padre quiere firmar este acuerdo, además, dicen que las mujeres aquí son hermosas, quizás me lleve una como amante — El hombre se echó a reír con cinismo.
Era un ser despreciable, a los países dónde iba terminaba llevándose una chica para satisfacer sus necesidades, pero nunca más se llegaba a saber de ella.
— Vamos al palacio, aquí afuera no hay mucho que ver —
Él y su hombre de confianza volvieron al palacio, dónde se estaban quedando desde ese día, al pasar la puerta principal, vio una jovencita a lo lejos, la cual llamo su atención, era una chica albina, con una tés blanca, con una figura envidiable y muy delicada, sin dudas era de la nobleza, sus vestimentas así se lo indicaban.
— Averigua quién es la joven — Duo la orden y siguió su camino.
Derya, quien estaba abusando al pequeño Mehmed, no noto la presencia, ni la mirada lasciva de aquel tipo, luego de recorrer casi todos el palacio, encontró al pequeño en la biblioteca, la chica suspiro y colocando sus brazos en jarra le dijo:
— Mehmed, debemos prepararte para la celebración, ya sabes que a padre no le gusta la tardanza —
— Li siento hermana, me distraje con este libro —
Derya solo revolvió el cabello del joven y sonrió, amaba la inocencia del pequeño, a quien le encantaba leer y todo el tiempo estaba en la biblioteca.
Al salir del lugar, la sultana y madre de Derya enojada tomo al pequeño del brazo.
— No es propio que un príncipe de este imperio no esté listo a la hora de ceremonia del heredero —
Derya Quiso intervenir, pero la mirada asesina de su madre la detuvo y agachando la cabeza solo se inclinó antes de ver al jovencito pidiéndole calma con la mirada.
— Vamos jovencito, y tú, solo no nos avergüences más —
La mujer se alejó con el pequeño del brazo, Derya solo se sintió mal por lo que aquella le había dicho, a veces deseaba ser más como Safiye quien no se amedrentaba frente a nadie, menos frente a la sultana.
Minutos después en la habitación del príncipe Hakon, su hombre de confianza le daba información sobre la joven.
— Así que es una princesa otomana — Sonrió ladino.
"Será mía no importa lo que tenga que hacer"
El hombre termino de vestirse y le pidió a las criadas salir de inmediato, no sin antes echarles una mirada pervertida.
— Dile al sultán que las cosas cambiaron, quiero a la princesa a cambio firmaremos el tratado de paz y le daremos una gran compensación —
El imperio otomano había tenido ciertos conflictos con noruega, y el sultán no quería perder más de lo que había perdido en esos años de guerra, por eso había acordado un acuerdo de paz, Hakon sabía cómo jugar sus cartas, y esa princesa sería suya a como diera lugar.
Durante el banquete el pequeño príncipe Selin recibía Miles de regalos de distintos países, lo mejor de cada tierra. En el trono solo estaba el emperador y sus dos hijos varones, y a un lado la sultana zeynep.
Abajo cerca del emperador estaban las concubinas, y princesas del imperio, como cualquier otro invitado en ese lugar, Hakon miraba de forma lasciva a la princesa, no podía esperar a tener sus manos en la pequeña.
Luego de la celebración, el sultán y el príncipe Hakon, además de los consejeros, se reunieron para la solicitud, dónde el hombre de Hakon expuso el intercambio, lo cual beneficiaria al imperio, luego el y su señor salieron de la sala para que estos deliberarán.
— Su majestad, lo mejor es entregar a la princesa, que pague por su cuidado —
Todos los hombres en la sala estaban de acuerdo con esto, la princesa al fin serviría para algo.
— Bien que la orden llegué hasta la princesa, mañana mismo se llevará a cabo la ceremonia, y que parta hacia noruega lo antes posible —
Un guardia imperial fue quien llevó el edicto ante la sultana zeynep, quien solo cayó de rodillas, su hija sería vendida con carne de res, pero no tenía remedio, al final sería algo bueno, pues la paz volvería al imperio, así que se dirigió a la habitación de Derya para darle la noticia.
— Te casarás con el príncipe de noruega —
— No madre, te lo ruego, no permitas esto — Derya estaba llorando de rodillas frente a la mujer.
— Es una orden real, no hay mucho por hacer, solo sirve a tu sultán —
La mujer salió de inmediato, dejando a una desconsolada Derya.
Safiye al enterarse corrió hacia el sultán, debía intervenir, su niña no podía ir a ese lugar, ella había escuchado que ese príncipe era un sádico cruel, que le gustaba torturara a sus mujeres, ella no dejaría sufrir más a su pequeña. Al llegar, solo logro que la castigarán y le dieran azotes, Derya al enterarse corrió hacia donde estaba la mujer y llorando vio las marcas causadas por ella.
— No quiero casarme, pero tampoco quiero que vuelvas a ser azotada por mi culpa —
Safiye dolorida y en un hilo de voz, le dijo:
— No es tu culpa, esa gente es la que es cruel contigo, solo te quiero pedir que vivas, y lo hagas para volverte poderosa, cuida de mis pequeños, por favor, no dejes que nadie te diga que hacer —
La mujer estaba casi muerta debido a los golpes, Derya soltó en llanto, cuando la mujer dejo de respirar, el daño causado había Sido muy grave, causando la muerte de la mujer. Los pequeños lloraban abrazados a Derya, quien ni siquiera pudo asegurarle a la mujer de que cuidaría de esos pequeños.
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