1974 noviembre, Hospital San Juan de Dios, Santa Marta, Magdalena.
¡Búa, búa!
—Ya nació, ya nació María, mira qué niña tan bonita. -dice la enfermera. María sonríe- Voy a mostrársela al papá.
Salió la enfermera con la bebé en brazos y le dice al padre, –mira a tu hija-. El papá, quien se encontraba afuera ansioso esperando para conocer a su bebé, al verla se sorprendió. Era una niña blanca de ojos verdes. La tomó en sus brazos, diciendo a quienes se encontraban en el lugar: "Esa es mi hija". Con él se encontraban la suegra y una hermana suya, la cual también se encontraba muy emocionada al ver a la niña.
1980
Seis años después
—¡Lo que pasa es que tú no quieres comer! -splash.
Gemidos de tristeza se escuchan.
—Adiós, me voy a ir lejos, adiós hermanito -dice una niña pequeña sollozando mientras se esconde de los golpes de su madre embarazada-. Me voy adonde no me peguen más.
Diciembre 25
—Buenas, ¿ajá, María, cómo amanecieron? -Saluda una mujer.
—Bien, ¿y ustedes?, ¿ya desayunaron? Mira, Luz Mila, aquí hay para que le des a los pelaos.
—Hola, Juanita, vamos a jugar. -dice una niña de unos 11 años entusiasmada.
—Bueno, vamos, prima. -contesta una niña de unos 6 años.
Horas después
—Luz María, toma tu almuerzo. Guillermo, Carlitos, vengan. -Mira, María, aquí está el de Juanita, dáselo a ella para que coma con los pelaos.
—Ven, Juanita, yo te lo doy. Siéntate aquí, ven, -le dice Guillermo a la niña de 6 años,- Una tú, dos yo, -dice mientras se ríe y sostiene la comida-, primita, debes comer rápido que vamos a jugar.
18:00
—Luz Mila, yo creo que me voy para el hospital porque creo que ya voy a parir, -Dice María con expresión de dolor-, voy a decirle a Antonio para que me lleve.
—Antonio, llévame al hospital, creo que ya voy a parir.
—Más tarde, mujer, ¿estás segura de que ya es hora?
19:45
—Oiga, Antonio, ¿por qué no lleva a María al hospital? ¿La va a dejar morir aquí o qué? -Le reclama Luz Mila a Antonio.
— Ya la llevo, comadre.
22:00
—Ya nació y es niña.
—¿Y cómo es, compadre?
—Bonita, parece una muñequita.
—Ella se queda hasta mañana allá ¿verdad?
—Sí, vine para qué le mandé comida y unas cosas que ella dejó en el bolso.
—Ya se lo arreglo para que se los lleve.
Diciembre 26
10:00
—Juanita, ven, ya llegaron, ven.
—Ya voy, Luz María.
—Mírala, qué bonita es.
—Sí.
1988
14 años después
—Ven, ayúdame. La habitación grande será de ustedes y la pequeña es de tu papá y mía. -Le dice María a Juana.
Y ahí estaba el chico de la cuadra, moreno, ojos verdes, y vino a saludar —Hola, buenas tardes, ¿cómo están? Soy Andrés. Extendió su mano y yo se la dejé y volví la cara, sentí que las manos las tenía frías, no podía dársela.
17:00
—Hola, Juanita, ¿cómo están?, buenas tardes.
—Buenas, bien, –se sentó junto a nosotros mientras jugábamos en el parque. Luego llegó el hermano y varios amigos de él para invitarlo al famoso parque. Se despidió y salió junto a su hermano y amigos.
20 de Diciembre
—Mi mamá y mi hermana María vendían zapatos altos de los que me regalaron unas hermosas Zapatillas Rosas (me creía una princesa mientras moría de la risa).
—Juanita, ve con Andrés a cobrarle a Rosita, que no ha traído la plata ni da cara. Puedo hacer escándalo mientras me divierto contando la historia, tú verás. Salí con Andrés en una bicicleta para la casa de Rosita, la cual, al vernos llegar, me pagó sin escándalos mientras me sentía aliviada. Andrés y yo veníamos por la plaza del mercado y de pronto me dio un besito en la mejilla, me congelé, sentí escalofríos. Nunca pensé que se atrevería, ¡y si lo esperaba, claro que sí! mientras me asombraba de la situación.
—Llegamos a casa, mi mamá nos pregunta "¿cómo les fue?" Le digo "creo que bien" y le muestro el dinero. Mi mamá sonríe y pregunta "¿peleaste?" No respondimos a la vez.
23 de Diciembre
08 am, buenos días, ¿cómo amanecieron?, exclamó Andrés. Ya está el desayuno. Mi mamá estaba en la cocina y nosotros esperando para desayunar. Le responde Doña María sonriendo, ven para que desayunes.
—Terminando de desayunar, le pregunta Doña María, ajá, ¿y qué vas a hacer en la noche?, vamos para el parque. Responde Andrés mirándome con aquella mirada pícara y sonríe, mientras yo le hago señas sin que mi mamá se dé cuenta de que no va para ninguna parte. Él me pica el ojo y se sonríe.
—19:00— Hice el aseo y como no quería que Andrés saliera esta noche, cambié el espejo que estaba en toda la entrada para que no se viera.
Ya sentados en la puerta vemos adónde sale Don Andrés, trae una camisa blanca y un jean, y se detiene en toda la puerta para mirarse, pero no encuentra, todavía.
—Al recordar su cara de sorpresa, mientras moríamos de risa, todos lo miramos y él a nosotros, soltando la risa a carcajadas.
—Se despidió y se fue.
A las 21:00, regresó con su hermano y sus amigos. Saludaron, algunos también eran primos. Se despidieron y Andrés se quedó hablando con mi hermana y mi mamá. A las diez nos fuimos a dormir.
25 de diciembre: Hoy cumple mi hermana menor Andreita y mi mamá y mi hermana María le están organizando su fiesta. Juanita, ¿puedes ir a buscar a los amigos arriba para que les den permiso?, dice mi mamá. Le respondo: ya me alisté y voy, sí señora. Me alisté y fui a buscar a nuestros amigos del barrio viejo. Cuando me vieron, todos se alegraron y les pedí permiso a sus padres, los cuales no se negaron. Salimos enseguida para la casa del centro y llegué. "Muñe, aquí están los pelaos", ellos llegaron y saludaron. "Señora Muñe, ¿cómo está?", respondió mi mamá.
A las 12 del mediodía, ya habíamos almorzado. Nos sentamos en la puerta y otros se fueron a jugar con mis hermanos. Tenía una amiga de infancia llamada Ana y en un instante estaba Andrés sentado en las piernas de Ana y besándose. Al ver esto, no pude aguantar mi rabia y los tumbé de la silla. Le dije a Andrés: "Te vas de mi casa", el pálido, sorprendido, no dijo nada y se fue. Y a ella le dije: "Tú también te vas, vamos para llevarte". Los llevé a Altamira.
A las 16:00, comenzó la fiesta de niños y Andrés entraba y salía, pero no me decía nada.
A las 20:00, ya siendo noche, nos fuimos a la habitación para no estar aguantando borrachos. Ya mis hermanos pequeños dormidos, cuando siento que de una patada abrieron la puerta, entró mi hermana María y quién más que Don Andrés. Cuando de pronto María le dice, "besarla, mírala besarla" y lo empuja hacia mí, yo lo regreso empujándolo también y él no decía nada. María me dice, "Juanita, él quiere hablar contigo", y él miraba a mi hermana y a mí. Y yo le digo, "yo no tengo nada que hablar con él" y los saqué a empujones a los dos y cerré la puerta.
A las 24:00, la sorpresa. Me levanté ya aburrida de tanta bulla y tanto borracho, y apagué la música y me paré en la mitad de la sala gritando: "¡Se acabó la fiesta, nojoda, y se van ya está bueno de ustedes!" Y comencé a sacar a la gente. Cuando mi mamá se fue a acostar, encuentra una sorpresa en su cama. Se trataba de uno de los borrachos, arropado hasta el cuello, jajajaja, y mi mamá lo fue sacando por un brazo. Si papi lo hubiera pillado, pobre.
—Quien era mi papá, era un Gran Hombre Noble, Amoroso, Caballeroso, que Amaba por encima de todo a su familia y mucho más a su mujer. Mi papá estaba acostado en una hamaca en el patio, era fresco con una terraza amplia entechada y un Gran Árbol de Mango, el cual daba unos mangos Deliciosos que nadie en el barrio los cogía pero después peleaban para que se los diéramos.
26 de diciembre, 16:30 — Estaban sentados en el patio hablando de la fiesta y del borracho que estaba acostado en la cama de mi mamá, mientras se reían. Cómo lo encuentro mi mamá, cuando llegó el borracho ya bueno y sano y su hermana Mariana, buenas tardes, buenas tardes respondimos. Entonces, Alfonso, anoche te acomodaste en la casa tuya, le dijo mi mamá, sin saber que Antonio te hubiera pillado. Te imaginas cómo te hubiera dejado. Me haces el favor y aquí mejor no vengas más porque nosotros te damos la entrada a esta casa no para que vengas y te pongas la casa de ruana. Salió sin decir nada él y su hermana, quien solo se reía.
31 de diciembre, Día esperando por todos. Este día lo esperábamos para dar feliz día y Agradecer a Dios por el año terminado y el que venía.
07:00 am, Juanita, Juanita, levántate mija, señora, ¿para qué? Levántate que me voy para Barranquilla a comprarles la ropa para ti y tus hermanos. Ven para que cierres la puerta, mija. Me levanté, hacía frío y había neblina, aunque era un pueblo caliente en las noches era muy frío. Despidiéndose, entonces nosotros venimos después de medio día, cierra bien la puerta, haz el aseo y el desayuno, estás pendiente de los pelaos y de la oficina. Mi papá había sido policía de tránsito y cuando quedó sin empleo colocó una oficina para hacer trámites de pases, transpasos y todo lo relacionado con el tránsito. Bueno, cerré la puerta y me volví a acostar para levantarme más tarde.
08:00 am, me levanté y puse el desayuno para salir a barrer la puerta y María hacer el aseo, llamé a mis hermanos pequeños para que se bañaran y desayunaran mientras María hace el aseo.
12:40 pm, buenas tardes, el señor Antonio se encuentra. María estaba sentada en la oficina, no señor, no se encuentra. ¿Cómo para qué sería? Lo que pasa es que él me ha quedado mal, dijo con voz alta, y María le decía señor, baje la voz cuando él esté o venga yo le doy su razón, baje la voz. Y el tipo seguía insultando a María, no, no la voy a bajar, él es un pícaro, tramposo que me devuelva mi plata, señor, él hoy está en Barranquilla buscando unos pases y otras cosas, él se fue temprano, más bien regrese más tarde que él ya no demora en venir, no, yo no voy a volver ni voy a bajar nada, nojoda, pícaro. Yo estaba sentada en la sala viendo televisión y relajada, una carne y me levanté. Señor, disculpe, ¿qué es lo que pasa, buenas tardes? Venga, hábleme conmigo. En ese momento no recordé que tenía un cuchillo en mis manos, el tipo comenzó a caminar pero a la vez gritaba no tengo nada que hablar contigo, dígale a Anaya que yo estuve aquí y que regreso, salió caminando rápido y yo detrás, señor, señor, venga, hábleme conmigo. Cuando de pronto Carlitos, mi vecino, y me agarra, Juanita ven que vas a hacer mijita, ven, mira lo que llevas en las manos, salieron varios vecinos y unos parientes que también vivían en la misma calle, mira Juanita que vas a hacer niña, deja que se vaya ese tipo mija, me regresan a la casa y es cuando veo que tengo el cuchillo en las manos y es cuando nos reímos de ver qué por eso el tipo se fue corriendo.
18:30, llegaron mis papás a la casa por fin. Cuando quisieron llegar a la casa ya se habían encontrado con el tipo y le dijo, Nojoda, Antonio, esa pelaita que tienes en la casa es un perro bravo, soltó la risa, porque, le responde mi papá, me hizo correr esta tarde que fui a tu casa a preguntar por ti, estaba la otra hija tuya, la morenita y esa no decía nada pero la otra esa pela es enchoya me hizo correr con un soporte cuchillo grandote que tiene, bueno eso es para que sepas cuando vuelvas a ir, le soltó la risa, buenas, ¿ajá, qué fue lo que pasó?, pregunta mi mamá y se sonríe, nada porque, porque tú papá y yo nos encontramos con el que vino a medio día y Juanita lo hizo correr, soltó la risa.
"Miren aquí les traje esto, para ti María, esto para ti Andreíta, este es para Toñito, este es para Laurita y este es el tuyo Juanita. Mídete cómo a ti no te gustan si no pantalones te traje dos y estas camisas que me parecieron muy bonitas para ti. Mira, tus pantis te traje medias veladas para la falda amarilla que te compré. Ahorita me la pruebo", le dije a mi mamá.
Salí a bañarme en el patio, me gustaba bañarme en el lavadero.
19:45 — Me arreglé, tenía mi cabello negro azabache largo por la cintura con un liso arriba y puntas en unos preciosos gajos. Dejé que se secara solo al aire libre. Me maquillé mis ojos verdes con grandes pestañas, un rostro pálido y una boca rosadita. Me eché un poco de rubor para no estar tan pálida y pinté mi boca de rojo carmesí. Me coloqué mi pantalón jean, traía unas pequeñas botas anchas y una camisa blanca, zapatos tenis blancos. Me eché un poco de perfume y salí. Cuando salí a la puerta, todos voltearon a mirarme. No sé por qué en realidad me sentía el patito feo. Me sonreí. Andrés me miraba pero yo no le había hablado desde aquel episodio del 25. No me había respetado, pensaba.
22:00 — La cena. Mi mamá repartió la cena a vecinos y familia. Mi papá y María y los vecinos, entre esos, Andrés, estaban tomando. Mi mamá y la mamá de Andrés eran muy amigas aunque tenían poquito de conocerse, pero eran de pueblos cercanos y no les gustaba tomar. En la casa de Andrés eran todos hermanos varones, aunque ellos eran tres hermanos de padre y madre. Dos varones y tenían una hermana un poco mayor que yo. Ella era una morena, cabellos largos, hermosa a la cual mi hermana María le tenía un sobre nombre, pues ella no se relacionaba con nadie. El papá de Andrés tenía una funeraria muy cotizada en el pueblo.
12:00 — Las felicitaciones de año nuevo. Creo que fue uno de los mejores cambios de año que viví. "Feliz año, feliz año", todos con todos se abrazaban. Cuando vivía en Altamira siempre me dormía. Me sonreí. Claro que aquí estaba Andrés y por nada del mundo me perdería un feliz año nuevo de parte de él. Carlitos me abrazó y me dio un besito en la mejilla. "Feliz año nuevo, mijita", "feliz año nuevo, mijito", sonreí. Mi mamá me abrazó. "Feliz año nuevo, Dios te regale un año lleno de muchas bendiciones". Mi papá también me felicitó. La mamá de Andrés y los hermanos también. Cuando de pronto sentí un jalón de cabello y voltee a mirar, era Andrés. "Feliz año nuevo, cabellona", me miró pero no le dije nada. Solo bastaba mirarnos, nuestras almas hablaban solas esos hermosos ojazos verdes que tenía Andrés, se me escapó un suspiro.
02 am — Ya acostados y hablando con mi hermana María y mi mamá sentada la cama, nos estábamos riendo de Andrés. "Andrés no se aguantó no hablarte, Juanita", risas.
08:02 — Esta noche pasé mi mayor pena susto.
En la casa siempre acostumbraban a llegar artistas conocidos del vallenato y periodistas. Había una familia completa que eran periodistas muy amigos de mis padres. Ya casi eran carnavales.
10 am — Entonces, la verdad que yo necesito una de las pelas está para Reina del Carnaval, le dijo Juan Peña, el locutor y periodista, a mi mamá. "Bueno Juancho, aquí está Juanita. ¿Para cuándo es?". "Para esta noche, señora María". Yo sentí que la tierra se me abría y solo miré a mi mamá, quien la sacaba de esa. "Dios mío en qué me metieron. Bueno Juancho y la ropa y qué tiene que hacer". "Nada, se coloca este vestido", era un vestido de cumbiamvera y cotizas. "Deben estar a las ocho de la noche, ella será la reina central del Carnaval". Mi mamá me miró y sonrió. Yo tragué saliva, ni modo, me tocó ponerme ese disfraz. "Dios me ayude", pensé.
19:45 — Llegamos al parque y allí estaba la tarima. "Dios mío, esto estaba llenísimo, no cabía un alma más, todo el mundo quería venir a verme". En las caras conocidas estaban mis profesores. Juancho me subió y yo sonreía, pero todo me temblaba. ¿En qué me metí ahora qué hago?
"Buenas noches pueblo, aquí está su Reina central, su majestad Juanita Anaya", la gente gritaba y aplaudía como locos. Mis profesores gritaban "¡Bravo, esa es mi alumna!". Su majestad, buenas noches, unas palabras para su pueblo.
"Buenas noches pueblo, soy Juana Anaya, su reina central 1998, 1999", bravo, bravo, gritaban y aplaudían. Cuando de pronto llegó la reina central de Barranquilla, "¡Aquí está la reina central de Barranquilla!", dijo Juancho y aplaudían también. "Angelis Cerpa", aplausos, "buenas noches pueblo, les habla su majestad Angelis Cerpa, reina central del Carnaval de Barranquilla 1998, 1999", bravo, aplausos. Ella bailó la cumbia y se sentó a mi lado. "Me dice ¿no vas a bailar?". "No", le respondí, "pero tú eres la reina central y tienes que bailar, eres la anfitriona". "No, no voy a bailar", solo quería que se acabara y salir corriendo de allí.
29 de julio.
Para estas fechas se llena el pueblo por su fiesta patronal. Hacen feria ganadera y después fiestas
corralejas. ¿Y adivinen quién es la reina ganadera? Pues, quién más, Juanita Anaya, me sonrió luego de un suspiro. Nos arreglamos para ir a la feria ganadera. Cuando íbamos por la plaza del mercado, nos detienen dos tipos como de unos treinta y cinco años. Traían cadenas muy llamativas, pulseras y reloj en oro. "¡Buenas tardes, disculpe mi atrevimiento señora, lleva usted un ramillete de hermosas mariposas!", mi mamá sonrió y le dijo gracias, muy amable.
Un mes después, todavía todos hablan de esa noche que no bailé. Nadie me entrenó, si no sé bailar. En el colegio tengo muchas amigas, pero tengo una en especial, Juana. Ella y su familia están recién llegados al pueblo. Su mamá es modista, su papá no sé en qué trabaja, tiene tres hermanos más, un hermano grande está en la otra sede que es bachillerato y una hermana que no nos habla porque es más grande y ya está en bachillerato.
Para el mes de octubre teníamos que practicar un baile. Yo soy súper torpe, no bailo bien aunque mi hermana María nos práctica todas las tardes. Andrés y el hermano se van a mirarnos cómo bailamos y se ríen.
Llegó el día de salir en el baile. También tenemos un desfile para elegir la reina del colegio. Aunque yo no era la más bonita, sí era la más bonita de todas las que desfilaban, sacando a mi amiga Juana, claro está.
29 de Julio — Para estas fechas, el pueblo se llena de forasteros debido a sus fiestas patronales, la fiesta ganadera y las fiestas de corralejas. Cambiémonos rápido que vamos temprano, y ¿a que no se imaginan quién es la reina de la ganadería? Pues claro, ¡yo! Quién más, mi mamá y Juancho Peña la volvieron a hacer. Bueno, en fin, ni modo, me toca ir para ver qué me toca hacer.
10 am — Vamos por la plaza del mercado cuando de pronto se detiene un carro último modelo y escuchamos una voz: "Buenos días, señora, ¿tiene usted un ramillete de hermosas mariposas?" Mi madre sonrió y le respondió: "Muchas gracias, es usted muy amable". Luego, aquel hombre que venía acompañado con otro hombre, ambos de unos treinta y nueve años a cuarenta, con cadenas y prendas muy llamativas y ropa muy cara, le preguntó a mi mamá a dónde se dirigen y si les permitía acercarlos, pues. Mi mamá se acercó al carro y le dijo que íbamos hasta la feria ganadera y si gustaban nos podían acompañar, a lo que el tipo respondió que claro que sí, con gusto. Bajó su compañero y nos abrió la puerta del carro, diciendo: "Por favor, sigan". Llegamos a la feria ganadera, el señor aparcó el carro y nos abrió las puertas para poder bajarnos. Salimos para la gran fiesta, miramos los vacunos y todo lo que había. Ya para regresarnos a la casa, el señor se nos ofreció para llevarnos. María no paró de coquetear en todo el paseo, pero aquel hombre solo se dirigía a mí. "¿Cómo se llama la Reina? ¿Cuántos años tiene?", preguntó. Nos montamos en el carro y salimos para la casa, pero al llegar a la plaza del mercado le dijo a mi mamá: "Doña María, ¿usted permite que los invite a almorzar?" "Claro, ¿por qué no?", respondió mi mamá. "Y ¿a dónde, dígame usted?", preguntó él. "Siga por aquí, pero tiene que regresar un poquito para ir a un restaurante santanderiano, que me imagino, esa es la comida que le gusta", dijo mi mamá. "Claro, Doña María". Llegamos al restaurante santanderiano, aquel hombre sacó un carriel color piel donde traía un arma calibre 38, lo reconocí porque mi papá siempre nos entrenaba para conocer las armas y defendernos, y también traía mucho dinero. Me dio mala espina, pero mi mamá y mi hermana no prestaron mucha atención. "Pidan lo que quieran, no importa, yo pago", dijo él. Pedimos, a mí me encanta la sobrebarriga, y él me dijo: "Y usted, Juanita, mi reina hermosa, ¿qué va a pedir?" Mi mamá le dijo que a mí me gustaba la sobrebarriga. Él pidió mi comida. Terminando la comida, nos llevó a la casa, pero antes de despedirse le dijo a mi mamá: "Doña María, ¿usted por casualidad no sabe de alguna casa que alquilen o vendan por aquí?" Mi mamá le dijo: "Mire usted, esas casitas de allá enfrente las están vendiendo y las acaban de hacer. El dueño vive ahí en la funeraria, timbre y pregunte, si cualquier cosa les dice que yo lo mandé".
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