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Una Bella Historia De Reencarnación

Capítulo 1

Capítulo 1

Me despierto lentamente y veo a mí alrededor, estoy en una cama. Permanezco acostada, en silencio y observando, ¿Dónde demonios estoy? Levanto mi mano para correr la tela que estaba alrededor de mi cama, la cual es muy cómoda y amplia, pero al momento de poder tocar esa tela suave que me rodea, puedo ver mi mano ¿Pero qué carajos me ha pasado? Me siento de forma abrupta y veo mi mano fijamente, son tan pequeñas, ¿por qué diablos son tan pequeñas?

Me asusto y pego un salto enroscándome en ese bello tul, el cual no tenía fin ni principio, mientras luchaba por salir de esa tela, entra corriendo una mujer de unos treinta largos, bonita, de tez clara y cabello castaño claro, llevaba como vestimenta una especie de uniforme de sirvienta.

La joven, al verme tirada en el suelo enroscada en aquel pedazo de tela, pone una cara de terror, de esas que te come el diablo y automáticamente corre a mi rescate

-Señorita Maribel ¿Qué le sucedió? ¿Por qué esta así tirada en el suelo?-

Una vez que me ayuda a salir de allí, quiere agarrarme, pero automáticamente me alejo de ella, a un rincón de la habitación y comienzo a gritar

-¿Quién diablos eres tú?-

Agarro de arriba de una mesa cercana, un candelabro, que allí se encontraba con sus velas a medio consumir, lo tomo de la base y comienzo a amenazarla con el objeto en mi mano

-Aléjate, no tengo miedo de usar esta cosa en tu contra-

-Cálmese señorita, por qué no respira hondo y baja eso, así podemos hablar-

-No quiero ¿Quién eres tú?-

-¿No recuerda quién soy?-

-No lo sé, ¿una loca vestida de forma rara?-

-¿Recuerda quién es usted?-

-Yo sí que se quién soy, me llamo Sofía-

-Esto es más grave de lo que creía, ya llamo al Barón, aguarde señorita-

Mientras la mujer salía corriendo, veo en una esquina de la habitación un espejo con marco de madera, me acerco despacio y me poso frente a este objeto, el cual refleja la figura de una niña parecía de diez años, pero no tenía idea de quién era, llevaba el cabello pelirrojo y con bucles, las facciones eran hermosas, como si fuera una pequeña hada, los ojos parecían un par de diamantes verdosos, el cuerpo se veía algo maltratado, se notaban las costillas, y varios moretones donde no te da la luz del sol, pobre niña, quien la esté cuidando, la está maltratando.

Pero no entiendo por qué diablos estoy en el cuerpo de esta niña, qué hago aquí.

Antes que pueda seguir pensando que era esta situación, se abre la puerta y un hombre alto fornido, de cabello tan rojo como el mío, con facciones gruesas y cara de pocos amigos, irrumpe en el lugar donde me encontraba gritando a viva voz

-Maribel ¿qué te sucede?-

Al tiempo que una mujer que lo sostenía del brazo, tratando de frenarlo para que no entre, le gritaba

-Deja a la chiquilla es solo espamento-

Al entrar y tratar de acercarse a mí, los apunto con mi candelabro,

-Aléjense-

Antes que pueda seguir viendo que pasaba, siento una puntada en la cabeza y veo mi cuerpo caer lentamente a un costado, al desplomarme, suelto el candelabro y rueda a los pies de ese hombre, quien me veía muy asustado, lo último que recuerdo fue ese mismo sujeto acercándose y estirar una mano antes que mi vista se vuelva negra….

Cómo llegue a este lugar, si yo estaba de compras con mi pequeña hermana...

Mi vida era simple, bueno simple a medias, era la primera vez que mis hermanos y yo habíamos sido adoptados por una buena familia, aún lo recuerdo, que hermoso día, en mi caso solo quedaban meses para que cumpla la mayoría de edad, no les era necesario que me adopten, sin embargo, ellos insistieron, ya que dijeron que no debería de separar lo que la naturaleza hizo nacer justos.

Así, esa amable pareja, nos adoptó a mis hermanos y a mí, yo era la mayor de ellos, nos quedamos solos cuando tenía doce años, mi hermana tres y mi hermano dos.

En el hogar de niños que nos acogieron, respetaron la adopción en conjunto para no separarnos, vivimos allí más de lo planeado. Era difícil que una pareja adopte a tres niños juntos, y con tanta diferencia de edad entre sí.

Por el gran favor que nos hacían las personas que nos cuidaban, me acostumbre a nunca quejarme del trabajo y realizar siempre más de la cuenta, me encargaba de limpiar el hogar y ayudar con la educación de los demás niños, también estudiaba arduamente para poder graduarme y dejar de ser tanta molestia en el lugar, así podría trabajar y buscar un departamento para llevar a mis hermanos.

Mi único escape mental, de la situación agobiante en la que me encontraba a tan corta edad, eran mis libros de novelas románticas y mis clases de defensa personal, dentro del hogar en el que vivía uno de los celadores, convenció a la directora que era bueno que nos enseñen a defendernos, la vida era dura y además nos distraía de nuestras ausencias paternas. La directora al comienzo se negaba, creyendo que esto traería violencia entre los estudiantes, pero logró convencerla y darle un tiempo para probar.

Al final el joven demostró que los chicos que solían ser violentos, con estas clases, se relajaban y calmaban esa violencia que arrastraban, muchas veces culpa de hogares en los que vivieron situaciones muy desagradables para su edad.

Mi caso era muy parecido, como recuerdo ese hermoso día en que llegó esa pareja, que parecía caída del cielo, también recuerdo los peores momentos de mi vida.

Mis padres vivían peleando, mi padre era un alcohólico, cuando no bebía era el ser más dulce sobre la faz de la tierra, en cuanto se atragantaba con dos tragos, se convertía en el mismísimo demonio. Un demonio que no distinguía a quien golpeaba y la noche que murió, no distinguía de quién quería abusar.

Capítulo 2

Capítulo 2

Era moneda corriente que mi padre llegue borrachos, al comienzo eran solo los fines de semana, luego fue empeorando y el último tiempo ya ni recuerdo el padre amable y dulce que fue en algún momento, vi como poco a poco se apagaba y las sombras de un demonio, se apoderaban de todo su ser. Esa noche fue la última que vi a esas dos personas, que nos trajeron al mundo.

Como de costumbre, mi padre llegó totalmente cegado por el alcohol, en vez de ir a la alcoba de mi madre y golpear y abusar de ella, cosa que ya nos habíamos acostumbrado a que pase.

Esta vez vino directo a la habitación que compartíamos con mis hermanos, ambos estaban asustados, acostados bajo las sabanas en mi cama, mientras que yo estaba sentada en ella, esperando que venga a golpearme, como lo hacía todas las noches que el alcohol hablaba por él.

Esta vez al entrar vi que comenzó a sacarse el cinturón y a gritarme

-¿¡Dónde está la niñita esa que aún es chiquita!?-

-Padre ¿A quién buscas?-

-A ti no Sofía, a Julieta ¿Dónde está? Le voy a mostrar el regalito que papá trajo para ella-

Apreté los puños sobre la frazada, allí atrás mío estaban mis dos hermanitos y allí estaba ella, mi preciada hermanita, no iba a dejar que un monstruo como era él la toque siquiera, sabía muy bien las intenciones que tenía.

-Padre sal de la habitación aquí no hay nadie más que yo-

-Tú siempre eres una aguafiestas al igual que tu madre, ven que te daré una lección-

Debía sacarlo de ese lugar, sé que no tengo la misma fuerza que él, pero no puedo dejar que los lastime. Me levanto y lo empujo fuera de la alcoba, el pierde el equilibrio, por tanto alcohol que corre por sus venas. Se levanta como puede y me toma del pelo, me arrastra, mientras me insultaba, una vez que llegamos al comedor, me tira contra el suelo

-Siempre me vez de esa forma tan desafiante, eres igual que tu madre, te enseñaré como lo hice con ella, bajarás esa mirada tan arrogante-

En ese momento que comienza a sacarse los pantalones frente a mí, aparece mi madre gritando

-¡¿Qué diablos haces con tu propia hija!? ¡Eres un canalla!-

-Tú mujer inútil no hables, le enseñaré quien es el hombre de la casa-

Mientras proseguía en su accionar, mi madre desaparece unos segundos de mi vista, para luego tirarse encima de él con un cuchillo y clavárselo profundo en su hombro. El monstruo ese que una vez fue mi padre, comienza a sangrar y gritando se saca el cuchillo de la espalda, lanzándolo al suelo. Mientras se paraba, mi madre lloraba en el suelo y antes que ese hombre se ponga arriba de ella para quitarle hasta el último aliento, la mujer me mira por última vez, con sus ojos llenos de dolor y desesperación

-Perdóname por todo y por favor sobrevivan, los amo-

En esa última frase se sentía su angustia, su pesar y su pérdida de voluntad para seguir respirando.

Miraba la escena y no podía dejar que el miedo se apoderara de mí, menos ahora, veo como ese monstruo acabó con la vida de mi madre, con sus propias manos, sin siquiera pestañar, ni siquiera mostro un indicio de arrepentimiento.

Por lo que me apuré agarré el cuchillo, sin que se diera cuenta y me acerqué con el arma escondido en mi espalda, mientras él se sentaba agotado en el suelo

-Padre debes estar muy cansado, ¿quieres que te ayude?-

-¿Aprendiste a quién respetas?-

-O si padre, aprendí muy bien de ti-

-Ven acércate a papi, que quiere consuelo-

-Si padre-

Ni bien estuve frente a él, lo miré fijo a sus ojo, mientras pasaba el cuchillo por su garganta, no baje la mirada y ninguna lágrima corrió por mis mejillas, solo miraba como ese ser que en algún momento creí que me amaba, me quito todo, incluso se quería llevar la última pizca de niñez, que mi ser conservaba. Lo miré mientras se ahogaba en su propio líquido rojo que salía de su garganta, al tiempo que trataba de agarrarse para que deje de fluir y me observaba con miedo y desesperación, directo a mis ojos que no demostraban ninguna emoción existente.

Luego de esa noche, la policía llegó a la conclusión que había sido en defensa propia, solamente me pusieron como castigo sesiones de terapia, a las que no podía faltar por nada del mundo.

En el hogar mi situación solo la sabía la directora, quien tenía mucha compasión por mí, era ella quien solía regalarme las novelas románticas que leía. También, cuando el joven comenzó a impartir las clases, estuvo muy atenta a mi comportamiento, pero como observó que lo disfrutaba y al tiempo seguía siendo una niña más o menos normal, me dejó proseguir en esas clases.

Resultaba que ese joven practicaba a su vez tiro con arco y había ido a competencias, tuvo que desistir para los torneos nacionales, ya que se lesionó la muñeca. Pero su pasión se volvió enseñar, a quien quisiera aprender. Al verme tan interesada, no solo me enseño defensa, sino arquería y así, durante mis últimos años de secundaría logré ingresar a un equipo de arquería, hasta llamé la atención de universidades.

En mi último año de estudio, cuando fui adoptada, no pensaba seguir un estudio universitario, ya que era complicado con mis hermanos y si no era adopta, tendría que buscar trabajo y vivienda. Pero como fui afortunada y esos padres si querían ser verdaderos padres, me apoyaron para que aproveche la oportunidad. Un poco dudosa acepte la beca de una universidad, no solo estudiaba abogacía, sino que practicaba aquel deporte que me dio tanto momento de paz.

Gracias a ese hermoso deporte, fui reconocida a nivel nacional y eso me permitió seguir con mis metas, mi sueño era poder poner un estudio de abogados y poder ayudar a todas aquellas mujeres que sufrían de violencia, para que menos mujeres pasen por lo que paso mi madre. Y por ende menos niños, vivan el sufrimiento que vivimos con mis pequeños hermanos.

Pero la vida tuvo otros planes para mí, todavía recuerdo cuando salíamos a comprar con mi hermana, fuimos por un poco de helado para festejar, ya que esa misma tarde obtuve mi última nota aprobada, que daba la finalización de mi paso por la universidad.

Capítulo 3

Capítulo 3

Cuando volvíamos caminando, ya que el lugar estaba a pocas cuadras de nuestra casa, un hombre con la cara tapada se acercó a nosotras, llevaba un arma en la mano, nos comienza a amenazar, fue un momento solamente, pero sabía que estaba pasando, nuevamente quería tocar a mi hermanita, nos quería llevar a un callejón que había allí a poco metros, mi ira fue en aumento, no podía controlarme, sin embargo, mi rostro no demostraba emoción alguna, la miré a mi hermana y le dije mientras sonreía falsamente

-Corre sin mirar atrás-

Sin dejarla decir nada, la empujé un poco con una mano, mientras con la otra tomé el arma de aquel desconocido, forcejeamos un poco mientras escuchaba a mi hermana que corría y lloraba… es mejor así que corra lejos, no debe ver cuando pase… de pronto se escucha un disparo, mientras ambos nos quedamos quietos, el hombre me mira a los ojos, se veía el terror en esa mirada perversa. Una vez que da unos pasos para atrás, se hecha a correr por el lado contrario que salió mi pequeña hermana.

Sentía como mi cuerpo me traicionaba y dejaba de tener fuerza, poco a poco me fui desplomando en el suelo.

Aún recuerdo mi último pensamiento, lo hice bien, pude ver a mis dos hermosos hermanos crecer, perdón por dejarlos cuando aún son jóvenes…

Vi a mi hermana que venía corriendo a mí con un grupo de personas. Al llegar a mi lado lloraba y me gritaba, con mi mano manchada por mí mismo liquido rojizo, le tomo su mano y la miro

-Vivan felices, los dejo en buenas manos, los amo-

Sentí como por mi mejilla corría una lágrima, al tiempo que todo se volvía oscuro, tan oscuro como la noche…. Y mi pensamiento solo era -Perdonen por dejarlos tan temprano-

Mientras vuelvo a recobrar la consciencia, ahora me encontraba nuevamente sola, miro por una ventana cercana que había, veo que ya amaneció.

No entiendo que está pasando, pero se ve que ahora soy esta niña pequeña, primero tengo que saber dónde estoy para poder acomodar mi mente. Veo la falta de luz eléctrica en esta habitación, la época debe ser antigua, la chica que salió corriendo a buscar a aquel hombre vestía como una sirvienta, además lo llamó Barón, eso es un título nobiliario, también parece que ese hombre es mi padre. Por lo que entiendo, esta época es antigua a la que viví, no veo televisores, ni celulares, siquiera teléfonos de línea, por lo que seguro que no existe la electricidad. Definitivamente, es una época muy distinta a la que estoy acostumbrada.

Esta vez me tomé mi tiempo para moverme, no quiero que pase lo mismo que hace un momento.

Me siento serena en la cama y suspiro, me golpeo mis mejillas con ambas manos y digo en voz alta

-Bien Sofía no es la primera vez que te ves en una situación difícil, no sé dónde estoy, primero averigüémoslo-

Ni bien termino de auto alentarme, se abre suavemente la puerta y se asoma delicadamente la misma mujer que me ayudó a escapar cuando caí enroscada en estas telas, por qué demonios está esto alrededor de mi cama.

-Señorita Maribel, ¿Se despertó?-

Asentí con la cabeza, sin omitir palabra alguna

-Mi señorita, recuerda ¿quién soy?-

Niego nuevamente con la cabeza

-Mi nombre es Ester y soy su niñera, enseguida vuelvo, usted espere tranquila aquí-

Al rato viene la misma mujer, con el hombre que había irrumpido a los gritos anteriormente, atrás de él una mujer morena con cara de disgusto. El primero en hablar es el hombre

-Mi niña, ¿Cómo te encuentras?-

-Norberto ya te dije la niña solo busca atención-

Algo dentro de mí se prendió cuando escuchó a esta mujer hablar, había miedo y bronca a la vez, asumo que esta señora tiene algo que ver con mis moretones, me aclaro la garganta

-¿Me pueden decir quiénes son ustedes?-

El hombre mira rápidamente a la mujer demostrando su desprecio y le indica a la otra mujer que llame al médico, mientras esperábamos la mujer comienza a hablar

-Maribel deja de fingir solo para llamar la atención de tu padre-

Antes que pueda hablar aquel hombre, tomó la palabra

-Así que tú eres mi padre, supongo que tú debes ser una especie de madrastra que por su actitud me odia-

-¿Cómo dices eso de mí? Me encargo de enseñarte y mantener tu dieta, para que tengas salud fuerte-

-Se ve que eres horrible en ambas-

Antes que pueda decir algo, me paro sobre la cama y me quito mi camisón, quedando solo en mi ropa interior, el hombre abre los ojos como plato y la mujer quiso llegar a mí para taparme

-¿Qué haces descarada?-

Antes que llegue a mí, el hombre la agarró del brazo y la lanzó fuera de la habitación

-Te dije muy claramente que nunca te atrevas a maltratar a mi hija, lo único que te pedí-

-Yo no fui, ella se los habrá auto infringido-

En medio del caos, llega el médico junto a la doncella, se quedó pasmado al verme allí parada sobre la cama en ropa interior y con todo mi cuerpo marcado.

El hombre lo mira y le pide que me revise, para saber mi condición. Al cabo de un rato el médico da mi diagnóstico

-Luego de revisarla, su cuerpo esta llenas de marcas no solo golpes, sino marcas de agujas en los brazos y latigazos en la espalda-

La mujer, quien logró colarse con la llegada del médico, nerviosa afirmó

-Cosas que se pudo hacer ella misma-

El medico la miró suspirando y sacándose los lentes que llevaba puestos

-Mire baronesa, la probabilidad que ella misma se lo hiciera es del cero por ciento, sumado a que tiene un golpe en la nuca, lo cual me sorprende que este viva y su nivel de desnutrición es muy elevado, tiene doce años pero parece una niña de diez-

La mujer quiso correr pero el hombre pegó un grito

-Guardias, lleven a la señora a mi oficina y no la dejen salir, cuando termine de ocuparme de mi hija, iré a arreglar las cosas con ella-

-No puedes tratarme así, tenemos una hija en común-

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