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Yo Soy La Madre Del Heredero.

El Comienzo de una Nueva Realidad.

En lo alto de una colina, se alzaba majestuoso el castillo de los Duques de Hastings, una fortaleza que había resistido el paso de los siglos y las batallas más cruentas. En su interior, se preparaba un evento que marcaría el destino de dos familias nobles.

Aura, la hija menor de los condes de Grafton quien portaba una apariencia delicada, de complexión delgada, ojos color dorados mientras poseía una larga cabellera plateada características heredadas de su padre el conde.

La dama se encontraba en una habitación preparándose para el gran día de su boda junto a unas criadas que no le prestaban atención del todo. Su corazón latía con fuerza, pero no por la emoción del matrimonio que se aproximaba, sino por la incertidumbre de un futuro desconocido.

Se había prometido en matrimonio con el Duque Desmon, un hombre cuyo nombre resonaba en los campos de batalla como la muerte misma, pero cuya figura ella nunca había sido visto y solo tenía conocimientos de los terribles rumores que recorrían todo el reino sobre sus matanzas en el campo de batalla y su crueldad.

Aura estaba perdida en sus propios pensamientos cuando la tan esperada boda comenzó y mientras el padre de Aura entraba en la habitación para recoger a su hija, la mirada fría y penetrante de su mirada era un recordatorio de que no le tenían ni una pisca de afecto.

Era algo a lo que estaba acostumbrada, por lo que no era sorpresa de que seria llevada al final de lo que era su vida en contra de su propia voluntad.

“Ya es hora de que hagas algo por la familia”.  Le diría el padre mientras la arrastraba bruscamente por los pasillos camino hacia el salón donde se llevaría acabo la ceremonia.

Aura sentía la mirada de los pocos nobles presentes y la de su madre, que juntos a su hermano mayor la miraban con una sonrisa enfermiza puesto que obtendrían ganancias por el matrimonio a manos de la familia Real.

La pareja de condes, intercambiaban miradas de complicidad con los invitados, pero no había rastro de alegría en sus ojos. Algunos de los invitados parecían sentir pena por la joven novia que se encaminaba hacia un matrimonio incierto con el demonio de la guerra como apodaron al Duque.

Al llegar al altar, Aura encontró a Duque Desmon esperándola en el altar previamente improvisado. Era un hombre imponente de cabellos negros y unos ojos rojos sangre algo heredado de una familia maldita y miraba de una manera fría y determinada que no dejaba entrever ninguna emoción. Frente a ellos, el sacerdote comenzó la ceremonia, pero sus palabras resonaban en los oídos de Aura como un eco lejano.

Su mente estaba abrumada por los pensamientos sobre el hombre frío junto a ella con el que estaba a punto de unirse en matrimonio.

“¿Acepta usted a esta mujer en sagrado matrimonio?”. Esta pregunta del sacerdote a Desmon le haría apretar el puño de la rabia incluso Aura pudo percatarse de las venas de ira que se formaban en su cuello. En silencio un hombre se acercó a Desmon y le susurró algo al oído. A lo que Desmon terminaría respondiendo con un sí forzado.

Mientras que a Aura se le pregunta lo mismo y su voz apenas podía salir de sus labios temblorosos, la mirada casi asesina de Desmon la hacían querer salir corriendo pero sus piernas no respondían. Luego de la captación el sacerdote ni siquiera continuo con la sugerencia de un beso pues la atmósfera era terrible entre la pareja y dio por concluida la unión.

La celebración continuó en el gran salón del castillo, donde los invitados brindaban y bailaban en honor a la nueva pareja. Sin embargo, entre las risas y la música, Aura se sentía sola y perdida. Todos parecían hablar sobre el estado del territorio tras la muerte de los anteriores duques y lanzando miradas compasivas lamentando el destino de Aura.

Algunos ya borrachos se acercaron a la joven novia debido a su hermosura y lamentaban que un demonio como el duque fuera quien tomara a una flor tan delicada haciendo sentir incomoda a Aura.

A medida que avanzaba la noche, Aura se encontró a solas en un balcón del castillo y de casualidad el duque Desmon estaba recostado de un pilar mientras el viento soplaba anunciando que el otoño estaba por llegar agitando las cortinas y creando una atmósfera de misterio el aire.

Desmon, con la mandíbula apretada y la mirada fiera, se acercó a Aura con pasos firmes. No había rastro de suavidad en su rostro, solo determinación y hostilidad hacía ella.

"Escúchame bien", gruñó Desmon entre dientes, agarrando el brazo de ella con fuerza. "En este matrimonio no esperes por amor ni felicidad. Soy un hombre que vive por guerra, al que le gusta derramar la sangre de sus enemigos y tú eres uno de ellos".

Aura tragó saliva, sintiendo el miedo recorrer su cuerpo. Las palabras de Desmon resonaban en su mente como un eco ominoso. Sabía que se había casado con un hombre peligroso, uno cuyo corazón estaba endurecido por la batalla y cuya alma estaba marcada por la violencia.

Aura sin pensarlo mucho se les escaparían de los labios las palabras "Entonces, ¿por qué aceptaste esta unión?"con voz temblorosa,Se taparía la boca sorprendida de que le respondiera en voz alta y  tratando de mantener la compostura frente al hombre que ahora era su esposo en nombre de la política y la estrategia.

Desmon la miró con desdén, con una chispa de desprecio brillando en sus ojos. "Porque no tengo otra opción", respondió él con frialdad. "Ahora, hazte a un lado. Tengo asuntos que atender y no pienso desperdiciar mi tiempo en tonterías".

Con un empujón brusco, Desmon la soltó del brazo apartó a Aura y se alejó, dejándola sola en el balcón, con el corazón palpitando con fuerza y la certeza de que su matrimonio sería una pesadilla.

Después de la fiesta Aura y Desmon se dirigieron hacia la cámara nupcial del castillo junto al seguimiento de la familia y aquel obre extraño que antes había susurrado al duque, donde pasarían su primera noche juntos como marido y mujer. Aura se sentía nerviosa y temerosa por lo que le esperaba, mientras Desmon mantenía su actitud fría e impasible.

Una vez comenzado el acto, El silencio que siguió era palpable solo por algunos murmullos departe de aquellos que se aseguraban que el acto se llevara acabó, el corazón de Aura latía con fuerza en su pecho. Intentó hacerle saber a Desmon con sus gestos y miradas que se sentía asustada, pero él parecía ignorar sus señales.

El acto se llevo acabo con los quejidos y sollozos de dolor por parte de Aura y como la unión habría terminado, los espectadores se marcharon uno a uno, dejando a la pareja descansar. Los lamentos de Aura volvían loco a Desmon y le gritaría que se callara, no soportaba los llantos de una mujer. La amenazó con que se volvería loco si ella seguía lamentándose y arrojaría algunos muebles de la habitación en señal de frustración.

“Me iré a dormir a otro lado”. Resopló con soberbia, Desmon mientras se marchaba de la habitación.

A la mañana siguiente, cuando los primeros rayos de sol se filtraban por las ventanas, Aura despertó sola en la cama. El frío de la habitación la envolvió puesto que la chimenea se habría apagado hace tiempo, y el vacío en su corazón se hizo aún más profundo debido a aquella trágica noche.

Se levantó con pesadez y miró alrededor de la habitación, sintiendo un nudo en el estómago y todo en su cabeza le daba vueltas, tras los eventos traumáticos que había vivido Aura se sentía desolada.

Con lágrimas en los ojos, Aura se aferró a la almohada, sintiéndose ultrajada, atrapada en un matrimonio sin amor y esperando a ser maltratada por un hombre violento. Con la mente llena de dolor y confusión, le venían recuerdos que no comprendía de una vida que no era la que ella había vivido o tal vez sí.

Fragmentos dolorosos de los días en una universidad en una época moderna donde con las largas horas de estudio y las risas compartidas con amigos, una familia amorosa y Estando a punto de graduarse de una prestigiosa institución, cuando su vida se vio truncada por un trágico accidente.

El último recuerdo que tenía de su mundo era el sonido ensordecedor de un camión que se aproximaba velozmente hacia ella, el impacto brutal y luego la oscuridad.

“¿Qué fue todo eso?” Se preguntaba sosteniendo su cabeza del dolor que le provocaba recibir esas memorias.

Aura trato de aferrarse a esos recuerdos como si fueran un único consuelo de su horrible vida.  Recordaba a su familia, a sus amigos, y las metas que tenía al graduarse de la carrera de finanzas la cual sabía que no podrían ser.

Con lágrimas en los ojos, Aura sollozaba el por que le había ocurrido algo como esto, por que Dios la habría mostrado un sueño tan bueno y luego abandonarla en este mundo tan cruel y frior.

Mientras Aura se sumergía en sus pensamientos, el silencio de la habitación fue interrumpido por el sonido repentino de la puerta al abrirse de par en par. Cinco criadas irrumpieron en la habitación con un aire de autoridad, sin preocuparse por la privacidad o el estado de ánimo de Aura. Abrieron las cortinas de golpe, inundando la estancia con la luz del sol y despojando a Aura de su pequeño refugio de pensamientos.

"Levántate, señora, es hora de comenzar el día", ordenó una de las criadas con voz áspera, mientras las otras se apresuraban a preparar el baño y seleccionar la vestimenta del día.

Las criadas se movían con rapidez y eficiencia, pero sus modales eran bruscos y sus palabras cortantes. Se burlaban entre ellas y criticaban la aparente falta de habilidades de Aura para desenvolverse en su nueva vida como dama noble. Sin embargo, en medio de la algarabía y el desorden, una de las criadas destacaba por su amabilidad y consideración hacia Aura.

"Permítete ayudarte, mi lady", murmuró la joven criada con una sonrisa suave mientras se acercaba a Aura con delicadeza. Su nombre era Emily, y a diferencia de sus compañeras, irradiaba calidez y compasión en cada gesto.

Aura sintió un rayo de esperanza al ver la gentileza de Emily, un pequeño destello de luz en medio de la oscuridad que la rodeaba. Aunque las otras criadas seguían siendo groseras y desconsideradas, el simple gesto de Emily le recordaba que aún había bondad en su nueva vida.

Con la ayuda de Emily, Aura se preparó para enfrentar el día que se extendía ante ella, con la determinación de encontrar su lugar en aquel mundo y la gratitud por haber encontrado a alguien que, aunque fuera una extraña, había mostrado un poco de humanidad en un lugar tan inhóspito.

Mientras las otras criadas continuaban con sus quehaceres de forma apresurada y sin miramientos, Emily se acercó a Aura con una calidez reconfortante. Con una sonrisa suave y un gesto amable, tomó la mano de Aura y la condujo hacia el baño, alejándola del bullicio y la rudeza que la rodeaban.

El baño era un oasis de tranquilidad en medio del caos del castillo. La luz del sol se filtraba por las ventanas, bañando la habitación en una luz suave y reconfortante. Emily llenó la bañera con agua tibia y añadió unas gotas de esencia de lavanda, creando un ambiente sereno y relajante.

"Permítame ayudarle, mi lady", murmuró Emily con gentileza mientras ayudaba a Aura a despojarse de su pijama con cuidado y respeto. Cada movimiento era lento y deliberado, como si Emily tratara de transmitir a Aura un sentido de calma y seguridad en medio de todo su sufrimiento.

Aura se sumergió en el agua tibia, dejando que las tensiones y preocupaciones del día se disiparan en el vapor que se elevaba a su alrededor. Emily tomó una esponja suave y comenzó a lavar suavemente la piel de Aura, con movimientos delicados y reconfortantes que la hicieron sentirse cuidada y protegida.

Mientras Emily continuaba con su tarea, Aura se permitió relajarse por un momento, dejando que el calor del agua y el aroma reconfortante de la lavanda la envolvieran. A pesar de todas las dificultades que enfrentaba en su nueva vida como dama noble, en ese momento, se sentía un destello de esperanza y consuelo gracias a la amabilidad y la compasión de Emily.

Una vez que la preparación de Aura estuvo completa, Emily la condujo fuera del baño hacia su vestidor, donde la ayudó a elegir un vestido elegante y abrigado, apropiado para la estación que se avecina. A pesar de las circunstancias, Aura se sintió agradecida por la amabilidad y el cuidado de Emily.

Con el vestido puesto y el cabello cuidadosamente peinado, Aura siguió a Emily por los pasillos del castillo hacia el comedor. El camino estaba iluminado por la luz del sol que se filtraba a través de las ventanas, pero a pesar de su calidez, los pasillos parecían vacíos y desolados.

Al llegar al comedor, Aura se detuvo en la entrada y observó el enorme espacio ante ella. La mesa estaba sensilla y cobstaba de una plaza de vajilla solo para ella. Pero la ausencia de comensales le recordaba lo solitaria que sería su vida en aquel lugar. Un mayordomo se acercó con una reverencia cortés y le indicó que tomara asiento en la cabecera de la mesa.

Muy buenos días, mi lady", saludó el mayordomo con una sonrisa educada. "Es un placer tenerla aquí con nosotros. Permitame informarle sobre cómo planeo cumplir con mis deberes en ausencia de Lord Desmon. Después del desayuno, estaré a su disposición para hablar sobre cualquier necesidad que pueda tener".

Aura asintió con gracia y se sentó en la silla indicada, mientras el mayordomo se apresuraba a servirle una selección de manjares. Mientras comía, no pudo evitar sentir una sensación de soledad y preocupación por lo que el futuro le deparaba.

Antes de que el mayordomo se marchara y la dejara desayunar, Aura le preguntaría por el duque a lo que este le respondería. “Mi lady, el duque partió a la guerra al amanecer, esperemos que regrese pronto a salvo”. A lo que Aura se quedaría pensativa.

El comiendo de una Nueva Realidad parte 2.

Después de desayunar, el mayordomo condujo a Aura a través de los intrincados pasillos del castillo hacia lo que sería su nueva oficina.

El ambiente era austero, pero elegante, con estanterías de madera oscura que albergaban montones de documentos y pergaminos antiguos. Aura se sintió abrumada por la responsabilidad que recaía sobre sus hombros al ser la nueva señora del castillo.

“Aquí es mi lady, espero que pueda ponerse cómoda”. Diría el mayordomo y luego se dirigiría a ordenar unos libros en una estantería.

Mientras, revisaba los alrededores de la oficina y se percataba de los documentos relacionados con el mantenimiento y la administración del castillo encima del escritorio, por lo que debían ser los problemas más recientes.

El castillo parecía haber sido descuidado en los últimos tiempos, y había mucho trabajo por hacer para devolverle su antigua gloria.

Aura se sentaría en el escritorio perpleja de por donde comenzaría primero. En medio de sus preocupaciones, la puerta se abrió de golpe y entró una persona desconocida, la cual era barón, un hombre de aspecto distinguido y refinado, con una mirada aguda y un aire de autoridad. Se inclinó con respeto ante Aura y le ofreció un asentimiento cortés.

"Buenos días, mi lady", saludó el Barón con una voz profunda y resonante. "Soy el Barón Frederick, encargado de supervisar el territorio en ausencia de Lord Desmon. Es un placer conocerla".

Aura se habría exaltado por tal intrusión, pero devolvió el saludo con cortesía, "El placer es mío, Barón Frederick. Agradezco su presencia aquí", respondió con amabilidad en comparación la brusquedad del Barón.

El Barón se volvió hacia el mayordomo, quien estaba de pie aun ordenando los libros para Aura. "¿Puedes informar a mi lady sobre el estado actual del castillo y sobre el hecho de que el Duque me dejó a cargo del territorio, Jenkins?"

El mayordomo suspiró y luego asintió con solemnidad. "Por supuesto, Barón Frederick. Mi lady, en eso el mayordomo le explicó a Aura que desde la muerte de la señora anterior, madre del Lord Desmon, que en paz descanse, el castillo ha experimentado cierto descuido en su mantenimiento. Hay algunas áreas que requieren atención inmediata para evitar un deterioro mayor, algo que el Duque lo habría dejado en segundo plano.

Aura asintió con nerviosismo. "Entiendo. Trabajaré en estrecha colaboración con usted y el personal para abordar estas cuestiones lo antes posible".

El Barón asintió con aprobación. "Eso sería lo más sensato, mi lady. El buen funcionamiento del castillo es crucial para mantener la estabilidad en el territorio y, ya que usted es la duquesa, espero que desempeñe un buen trabajo".

Aura asintió con determinación. "Haré todo lo posible para restaurar la grandeza del castillo de los Hastings". Sintiendo algo de presión por parte de aquel hombre.

Entonces, el Barón procedió a retirarse cortésmente de la oficina, agregando que si necesita algún consejo de su parte, no dudará en solicitarlo.

Aura agradeció el gesto y miró la pila de papeles que estaban en el escritorio. Apenas había pasado un día desde que se unió en matrimonio con Desmon, y ya se veía inmersa en un trabajo que estaba muy lejos de lo que era su antigua vida en su mundo original.

Pero cualquier cosa que la ayudara a sobrepasar lo vivido anteriormente, Aura la tomaría con gratitud. No se quedaría atrapada en esos pensamientos que solo la hacen entristecerse más.

Mientras revisaba los documentos, Aura se sintió abrumada por la magnitud de la tarea que tenía por delante. Cada palabra en los informes parecía un recordatorio de su inexperiencia y la responsabilidad que recaía sobre sus hombros como la nueva señora del castillo. Se preguntaba si estaría a la altura de las expectativas, si podría restaurar la grandeza del castillo de los Hastings como se esperaba de ella.

Sin embargo, el mayordomo Jenkins se acercó a ella con una expresión reconfortante. "No se preocupe, mi lady", dijo con voz suave. "Estoy aquí para ayudarla en todo lo que necesite aunque estoy un poco mayor ya si requiere asistencia, simplemente tire de la cuerda que activa la campana y yo o una sirvienta acudirá en su ayuda de inmediato".

Aura asintió con gratitud, agradecida por la oferta de ayuda del amable mayordomo. "Gracias. Lo tendré en cuenta", respondió con una sonrisa débil.

El mayordomo continuó. "Y puede llamarme Jenkins, mi lady. Además, no olvide que puede utilizar los libros de la biblioteca si necesita información o consejo sobre algún asunto en particular. Estoy seguro de que encontrará respuestas a muchas de sus preguntas entre las páginas de esos antiguos volúmenes. Y no dude en preguntarme si necesita algo más. Estoy aquí para servirla".

Con un suspiro de alivio, Aura se sintió un poco más reconfortada por las palabras del mayordomo. Aunque todavía se sentía insegura sobre su capacidad para enfrentar los desafíos que se avecinaban, sabía que no estaba completamente sola.

Con el apoyo de Jenkins y la promesa de ayuda de las sirvientas, se sentía un poco más preparada para enfrentar lo que fuera que el destino le deparara en su nueva vida como la señora de Hastings.

Luego de aquello, Jenkins se marcharía encargaría a un guardia que custodiaba la puerta que cuidara de la seguridad de la duquesa mientras él se dispondría a lidiar con su trabajo.

Mientras tanto, Aura se sumergió en los papeles pendientes a resolver clasificándolos y separándolos de mayor a menor importancia y estuvo así el resto del día.

La autoridad de la duquesa.

Aura concluiría las labores de ese día sin más problemas, salvo porque estuvo perdida un par de horas ya que nadie la habría ido a buscar para la hora del almorzo.

Y es que por más que tirara de la cuerda que hacía sonar la campana para hacer veniera algún sirviente, nadie se presentó. Y de milagro logró llegar a su habitación dispuesta a descansar, se quedaría el resto del día en su habitación.

Al llegar la mañana, fue despertada por las cinco sirvientas que se presentaron luego de su primera noche con el duque a atenderla. Sin embargo, en lugar de recibir un trato respetuoso debido a su estatus, Aura notó un sentimiento de desdén en sus actitudes. Excepción de Emily, quien parecía estar molesta por el comportamiento de sus compañeras.

El agua que traían para que Aura se labara el rostro estaba helada y turbulenta, las criadas hablaban entre ellas fuertemente e ignoraron la presencia de la duquesa.

Aura ya cansada de tal actitud se replanteana tomar alguna acción, pero estaba indecisa, apenas tiene algo de autoridad en el castillo y pensó que podría hablar con el mayordomo para que se hiciera cargo.

Antes de que eso último ocurriera, fue jalada del cabello mientras la peinaban y pudo notar en el reflejo del espejo, la mirada de satisfacción de la sirvienta.

Se dijo a sí mismas que ya era suficiente y cansada del comportamiento, Aura expresó su molestia y confrontó directamente a las criadas, expresando su disgusto por la actitud que habían mostrado hacia ella sabiendo que ella era la ama del castillo.

Reprendió la forma en la que hacían su trabajo y sobre sus faltas de respeto hacia su persona, siendo ella la señora del castillo, las sirvientas no parecían dispuestas a aceptar las palabras de Aura. En lugar de mostrar arrepentimiento, parecían más inclinadas a desafiarla y a burlarse de ella.

“¿Usted si quiera es la Duquesa en realidad?, por lo que sabemos el Duque la ha abandonado el día de su primera noche”. Diría una de las sirvientas la cual sentiría un aire de superioridad ya que su posición era la de sirvienta personal del duque.

A lo que las otras siguieron la jugada con palabras mezquinas. La tensión en la habitación creció hasta que Aura, sintiendo que no tenía otra opción, tomó medidas drásticas.

Con un gesto rápido y decidido, abofeteó a una de las criadas que había sido especialmente insolente. El sonido resonó en la habitación, silenciando a todas las presentes. Las otras criadas quedaron atónitas, sorprendidas por la audacia de Aura.

"¡Cómo te atreves!" exclamó la criada, con voz temblorosa llena de ira. "¡Soy la sirvienta personal del Duque, no tienes derecho a ponerme una mano encima!" Replicó la criada.

Se acercó con furia en dirección a Aura, con su rostro enrojecido debido a la ira. "¡Eres una maldita..." gritó, su voz temblorosa pero cargada con la colera de recibir una reprimenda.

Se abalanzó hacia Aura gritando "¡No tienes derecho a tratarme así! ¡Eres solo una recién llegada, que pronto echaran de aquí!"

Aura mantuvo su compostura, aunque su corazón latía con fuerza. "Yo soy la señora de este castillo y mientras esté aquí merezco respeto y si no están dispuestas a brindármelo, entonces no tienen lugar aquí".

La criada levantó la mano dispuesta a devolver la bofetada a Aura, pero antes de que pudiera hacerlo, Emily se interpuso, ya no podía aguantar la forma en la que se desarrollaba la escena y con valentía, recibió la bofetada destinada a Aura, su mejilla marcada por la marca roja del golpe.

El escándalo atrajo la atención del mayordomo, quien entró en la habitación con expresión preocupada. "¿Qué es lo que está ocurriendo aquí?" preguntó con voz autoritaria, mirando a cada una de las criadas y luego se dirigió a Aura en busca de una explicación.

Aura respiró profundamente, tratando de calmar sus emociones. "Estas criadas han sido groseras y indulgentes conmigo incluso esta de aquí ha trataron de pegarme", explicó con calma y firmeza en sus ojos. "He tomado medidas para corregir su comportamiento, pero necesito su apoyo para mantener la disciplina en el castillo".

El mayordomo asintió con seriedad y pesar. "Entiendo, mi lady. Permítame encargarme de la situación". Se volvió hacia las criadas con una mirada severa. "Este tipo de comportamiento no será tolerado. Si desean conservar sus puestos aquí, deberán mostrar respeto y obediencia en todo momento".

Las criadas bajaron la cabeza en señal de sumisión, conscientes de que habían ido demasiado lejos en su comportamiento a excepción de una. Con una mirada suplicante de que no las castigaran fuertemente debido a su falta.

Con la calma recuperada después del tenso enfrentamiento, Aura miró a la criada que había intentado devolverle la bofetada con una mezcla de determinación. Sabía que debía tomar una decisión difícil, pero necesaria para mantener el orden y la disciplina en el castillo.

"Me temo que tu comportamiento ha cruzado un límite que no puedo ignorar", dijo Aura con voz firme pero compasiva. "Como señora de este castillo, debo asegurarme de que se mantenga el respeto y la dignidad en todo momento. Por lo tanto, lamento decir que ya no puedes seguir siendo parte de este lugar".

La criada bajó la mirada, reconociendo su error y aceptando las consecuencias de sus acciones. "Lo siento mucho, mi lady", murmuró con voz temblorosa. “No fue nuestra intención, por favor no...". Las criadas rogaron arrepentidas de su comportamiento.

Pero Aura las interrumpió con un gesto de la mano. "No creo en sus palabras, las acciones que cometieron tienen consecuencias", dijo con un tono sereno.

"Espero que puedas encontrar una nueva oportunidad en otro lugar donde puedas aprender de esta experiencia y crecer como persona, estan despedidan".

Después de lo dicho, Aura ordenó que todas las personas abandonaran su habitación, a excepción de Emily. Con un gesto amable, invitó a Emily a acercarse y le revisó su mejilla.

"Emily, no debiste recibir ese golpe por mí", dijo Aura con pesar, su voz cargada de preocupación mientras miraba la marca roja en la mejilla de Emily. "Tu hermoso rostro fue lastimado. Me duele verte herida por defenderme".

Emily asintió con una sonrisa tranquila, aunque un rastro de dolor se reflejaba en sus ojos. "No te preocupes por mí, mi lady", respondió con gentileza. "Estoy bien. Lo importante es que has hecho valer tu autoridad y has mantenido la dignidad como Duquesa”.

Aura asintió, agradecida por las palabras reconfortantes de Emily. "Gracias por tu ayuda, pero no lo vuelvas a hacer", dijo sinceramente. "Eres una persona muy valiosa para mí. Ahora, ¿me ayudarías a prepararme para el día que nos espera?".

Con una sonrisa, Emily asintió y se acercó para ayudar a Aura con los preparativos del día. A pesar de los desafíos y las tensiones, su amistad se fortaleció.

Emily asintió con prontitud, su expresión reflejando un sentido de compromiso y devoción hacia Aura. "Por supuesto, mi lady. Estoy aquí para servirla en lo que necesite", respondió con sinceridad, moviéndose con elegancia para ayudar a Aura a vestirse y arreglarse para el día.

Mientras Emily la asistía, Aura reflexionó sobre la importancia de tener aliados confiables y leales en su nuevo papel como señora del castillo. Agradecida por la presencia de Emily y su apoyo incondicional, se sintió fortalecida para enfrentar los desafíos que vendrían en su camino.

Una vez lista, Aura salió de su habitación con la cabeza en alto, lista para enfrentar el día que tenía por delante. Con Emily a su lado, se sentía más segura y preparada para hacer frente a cualquier desafío que pudiera surgir.

Mientras caminaban por los pasillos del castillo, Aura y Emily compartieron conversaciones tranquilas, fortaleciendo su vínculo y consolidando su amistad. A medida que avanzaban, Aura se sintió agradecida por tener a Emily a su lado, recordándole que no estaba sola.

Después de desayunar, Aura se dirigió a Emily con determinación. "Emily, ¿podrías darme un recorrido por todo el castillo? Me gustaría ver de cerca los problemas que necesitamos abordar", solicitó con amabilidad pero con firmeza.

Emily asintió con prontitud. "Por supuesto, mi lady. Será un placer acompañarla en el recorrido", respondió con cortesía.

Con paso decidido, Aura y Emily se encaminaron por los pasillos del castillo, explorando cada rincón mientras discutían los diversos problemas que necesitaban atención. Aura observó con atención los detalles del castillo, tomando nota mental de los desafíos que enfrentarían en los próximos días.

Mientras caminaban, Aura preguntó sobre la presencia de una ama de llaves en funciones. "¿Hay un ama de llaves a cargo del castillo en este momento?", inquirió con curiosidad.

Emily negó con su cabeza mientras caminaban por el corredor principal y diría. "No, mi lady. La señora Thompson quien era la niñera del Duque había estado a cargo de las labores de ama de llaves durante muchos años", explicó. "Sin embargo, decidió retirarse debido a su avanzada edad".

Aura frunció el ceño con preocupación. "¿Retirarse? ¿Entonces quién está a cargo ahora?", preguntó, intrigada por la situación.

Emily suspiró mientras continuaban su recorrido. "La señora Thompson todavía se encuentra en el castillo por lo que hace algunas sugerencias al mayordomo, pero ya no desempeña sus funciones como ama de llaves. Tiene alrededor de 79 años y ha decidido disfrutar de su jubilación", explicó con un tono de respeto hacia la anciana.

Aura reflexionó sobre la situación mientras continuaban caminando. "Entiendo. Necesitaremos encontrar a alguien competente para ocupar su lugar", comentó con determinación.

A medida que continuaban su recorrido, Aura y Emily también discutieron otros problemas que enfrentaba el castillo, como las viejas cortinas que necesitaban ser reemplazadas y la falta de personal para mantener el castillo en buen estado.

Aura observó a través de la ventana el jardín del castillo. A pesar de su aspecto un tanto tosco, mostraba indicios de un cuidado meticuloso. Las líneas de los setos recortados con precisión y los senderos de piedra pulida sugerían un diseño bien planificado. Sin embargo, la escasez de flores debido al clima limitado le daba un aire de melancolía.

En el centro del jardín, un hombre fornido trabajaba diligentemente, moviéndose con destreza entre los arbustos y las plantas. Su piel bronceada por el sol y su cabello castaño, ondeando ligeramente con la brisa matutina, le conferían una apariencia de vitalidad y energía. Era evidente que dedicaba tiempo y esfuerzo a mantener el jardín en su mejor estado.

Intrigada por la presencia del jardinero, Aura se volvió hacia Emily y preguntó por el hombre que trabajaba en el jardín.

"¿Quién es ese hombre que trabaja en el jardín?" preguntó Aura, con curiosidad evidente en su voz.

Emily asintió con una sonrisa. "Ese es James, mi lady. Ha sido nuestro jardinero durante muchos años. Es muy dedicado a su trabajo y se encarga de mantener el jardín en orden", explicó con un tono de respeto hacia el hombre.

"Me gustaría hablar con él sobre el mantenimiento del jardín", dijo Aura, con determinación. "¿Podrías guiarme hasta allí?".

Emily asintió una vez más. "Por supuesto, mi lady. Será un placer acompañarla", respondió con cortesía mientras se dirigían hacia el jardín.

Al acercarse a James, Aura notó la energía positiva que irradiaba el jardinero. James levantó la vista y ofreció una sonrisa cálida al ver a Aura y Emily acercarse.

"¡Buenos días, Duquesa y señorita Emily!" saludó James con alegría. "¿En qué puedo ayudarles hoy?".

Aura devolvió la sonrisa, impresionada por la amabilidad y el entusiasmo de James. "Buenos días, James. Estaba deseando hablar contigo sobre el mantenimiento del jardín. Parece que estás haciendo un trabajo maravilloso aquí", dijo con sincero aprecio.

James asintió con orgullo. "¡Oh, gracias, mi lady! Es un placer trabajar en este jardín. ¡Las plantas son mi pasión y siempre estoy feliz de ayudar en lo que pueda!".

Aura asintió, impresionada por la dedicación de James a su trabajo. "Estoy segura de que podemos aprender mucho de ti, James. ¿Podrías mostrarnos algunas de las áreas que necesitan más atención y discutir cómo podemos mejorarlas juntos?".

Con una sonrisa aún más brillante, James asintió entusiastamente. "¡Por supuesto, estaré encantado de ayudarles en lo que necesiten! ¡Vamos a echar un vistazo juntos y ver qué podemos hacer para que este jardín brille como antes !".

Aura pensó para sus adentros que la energía positiva y la pasión de James por su trabajo eran contagiosas. Admiraba su dedicación y entusiasmo, y se sentía agradecida de tener a alguien tan comprometido cuidando del jardín del castillo.

Además, reflexionó sobre cómo el trabajo de James en el jardín contribuirá a la belleza y el ambiente acogedor del lugar, y se comprometió a apoyarlo en lo que fuera necesario para mejorar aún más el espacio verde del castillo.

Con una expresión comprensiva en su rostro, escuchó atentamente las palabras de James mientras caminaban por el jardín. La tristeza y la nostalgia en la voz del jardinero resonaban en su corazón, y pudo sentir la pérdida de la belleza y la vitalidad que alguna vez llenaron esos espacios verdes.

"Es realmente desgarrador escuchar cómo el jardín ha perdido su esplendor", comentó Aura con simpatía. "Es evidente que necesitamos restaurar la magia que alguna vez lo caracterizó. Trabajaremos juntos para devolverle su antigua gloria".

James asintió con gratitud, apreciando el compromiso de Aura con la revitalización del jardín. "Gracias, millarada. Significa mucho para mí que estés dispuesta a ayudar. Con tu apoyo, podemos hacer que este lugar vuelva a ser lo que fue".

Ambos compartieron un momento de silencio, reflexionando sobre el pasado glorioso del jardín y la promesa de un futuro renovado. Aura se sintió inspirada por la determinación de James y se comprometió a trabajar incansablemente para cumplir su palabra.

"Juntos, haremos que este jardín vuelva a ser un lugar de belleza y encanto", declaró Aura con determinación. "Haremos un plan detallado para revitalizar cada rincón, y no descansaremos hasta que este jardín brille una vez más".

Con una sonrisa esperanzadora, James asintió en acuerdo. "Estoy contigo en esto, mi lady. Trabajaremos juntos para devolverle la vida a este lugar, y estoy seguro de que, con tu liderazgo y nuestra dedicación, lograremos hacerlo".

Con un apretón de manos firme, Aura y James sellaron su compromiso de restaurar la belleza perdida del jardín del castillo y comenzaron a trazar los primeros pasos de su plan para devolver la magia al lugar que una vez fue el orgullo del castillo de los Hastings.

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