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SECRETARIO DULCE

EL PRIMER DÍA

...SECRETARIO DULCE es una historia original de IRWIN SAUDADE (CHICO LITERARIO)...

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...© Todos los derechos reservados...

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...“Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, ya sea mediante medios digitales e impresos sin el consentimiento del autor”....

...Esta es una historia de ficción romántica dramática desarrollada desde la perspectiva imaginaria del autor, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia de que la ficción también revela verdades. ...

...🍬🍬🍬...

...EL PRIMER DÍA ...

¡Lo he logrado! No puedo evitar sentirme muy contento por esto que estoy viviendo. ¡Lo conseguí!

Frente a mí esta el enorme monitor que tiene una base de datos abierta. ¡Estoy conociendo el sistema! Mi escritorio es de cristal templado, tengo mi propia oficina y la música que suena a través de mis audífonos me hace sentir más emocionado.

—¡Estas por buen camino! Lo has hecho muy bien Julen —no puedo evitar felicitarme a mí mismo.

Ingreso un nuevo registro, el ventanal de mi oficina permite que una corriente agradable de aire natural me refresque. Guardo el registro recién lo termino de capturar y paso al siguiente.

—No está mal. No estoy estresado y me gusta estar a solas. ¡Una ventaja no tener que compartir oficina!

Capturo un bonche de registros, son las dos de la tarde y estoy por salir a tomar mi hora de comida, cuando la puerta se abre.

—Julen. ¿Cómo va todo? ¿Cómo te sientes en tu primer día? —Es Jessica, la jefa de recursos humanos.

—Me siento bien. Todo está perfecto. El sistema no es muy difícil, en realidad…

—Necesito que salgamos a caminar por la empresa. Quiero que conozcas a alguien.

¿Conocer a alguien?

—Claro. Igual y después de conocer a ese alguien, iré a comer.

Asintió.

Voyague es una empresa muy grande. Caminar por el área administrativa, el área informática, los ingenieros y demás trabajadores; era increíble ver tanta gente talentosa aquí. ¡Algún día me gustaría tener un empleo fijo como ellos!

—¿Que te parece? —Preguntó ella.

—Es muy grande. ¡Me gusta el ambiente laboral! —Respondí.

—Que bueno que pienses así. Yo…

Pero no fue capaz de terminar. El impacto de aquel objeto hace que todos volteemos a mirar en dirección a la oficina central. ¡Así es! Todos fijamos la vista en la oficina del CEO. Y parece que él está furioso.

La puerta de su oficina se abre y una mujer sale llorando de allí. ¡Todos la mirábamos! Esto estaba poniéndose un poco intenso.

—Escuché que la exesposa de Christian solicitó obtener el numero personal del jefe y su secretaria se lo dio —informó un tipo llamado Kevin a Jessica.

—¿La despidió? —Pregunté un poco impactado.

—Sí. Lo más probable es que esté fuera.

—¿Cómo es Christian? —Me dio curiosidad saber.

El jefe salió de su oficina y se acercó a nosotros.

—Jessica. ¡Que bueno que te veo! Mi secretaria está fuera, voy a necesitar que…

Pero él no fue capaz de terminar la frase. Sus ojos se encontraban examinando mi persona. Se tomó varios segundos para observarme y al final, reaccionó.

—¿Necesitas que yo…? —Jessica no sabía si debía terminar de formular su pregunta.

—¿Cómo te llamas? —Christian se dirigió a mí.

—Mi nombre es Julen. ¡Mucho gusto! —Extendí mi mano para ofrecerle un saludo cordial.

Mi gesto pareció impactarle. Dudo en estrechar su mano conmigo, pero al final, accedió.

—Es su primer día. Julen… —Jessica quería informar.

—¡Excelente Jessica! Siempre estás preparada. Julen, necesito que tomes mi agenda. Iremos a una reunión esta tarde. Tu área de trabajo será limpiada en una hora. Mientras desechan las cosas de la anterior secretaria, puedes leer mi agenda para que estés familiarizado con ella. ¿De acuerdo? —Christian estaba siendo muy directo.

—Yo estoy… —esta vez yo quise hablar, pero parecía imposible. Él interrumpió.

—Iré a la reunión de Carnel. A las cuatro paso por ti —era muy autoritario.

—Pero…

Se fue. El sonido de sus zapatos contra el suelo era muy intenso.

Los tres nos quedamos procesando todo lo que había sucedido.

—Yo no seré el repuesto de su anterior secretaria. ¿Que se cree? —Mis palabras irradian cierta molestia.

—Técnicamente él es tu jefe —refiere Kevin.

—Si, pero…

—Trataré de hablar con él. No te preocupes Julen, arreglaremos este malentendido —me consuela Jessica.

¿Y que debía hacer ahora? Quedaban cuarenta minutos de mi hora de comida. ¡Esto no podía estar pasándome!

—¿Que debería hacer ahora? ¿Le hago caso? —Pregunté a ambos.

—Yo creo que sí. Déjame ver si puedo hablar con él esta tarde.

Fue así que termine sentado en la cafetería de la empresa, comiendo mi sandwichito de salami mientras la agenda de Christian era examinada con mis ojos. ¡Ojalá y todo se solucione!

—¡Hola! —Se acercó un compañero.

—¡Hola!

—¿Puedo hacerte compañía?

—Sí. El asiento está libre.

Asintió. Puso su bandeja de comida sobre la mesa.

—Eres Julen, ¿cierto? —Su voz me causó curiosidad.

—Sí. Soy yo.

—Escuché que eres el nuevo secretario de Christian.

—Parece que todo se sabe aquí.

—Es parte del ambiente laboral.

Asentí.

—Bueno. En realidad hubo un error. Yo estoy como pasante y soy capturista. Jessica de RH me dijo que hablaría con Christian para solucionar la confusión.

Comenzó a comer.

—Bueno. Estaré al tanto de lo que llegue a suceder entre ustedes.

Mi celular empezó a vibrar con un número desconocido.

—Parece que Christian te está llamando.

—¿Cómo sabes que es Christian?

Sonrió.

—Porque eres su secretario. Nunca deja comer en paz a sus secretarias.

Tuve que contestar.

—¿Hola?

—La reunión se adelantó una hora. Te veo en el lobby en cinco minutos. Trae mi portafolio.

Colgó la llamada. Trague saliva.

—¿Y bien? —Mi compañero tenía curiosidad.

—Tengo que irme. Era Christian —admití en tono neutro.

Recogí mi utensilios de comida y los llevé a la señorita que atendía. Volví a la mesa por la agenda de Christian y mi celular.

—Nos vemos —me despedí de mi compañero.

—¡Cuídate Julen!

—Claro. ¿Cual es tu nombre?

—Soy Erick. ¡Mucho gusto!

Me tuve que echar una carrerita para llegar a la oficina de Christian. Tome lo que me pidió y se me ocurrió que también debía ir por mis cosas. Mi hora de salida era a las siete de la noche.

En el lobby estaba él. De pie, con su traje gris, camisa blanca y corbata negra.

—Aquí está tu portafolio.

Se sorprendió un poco por lo que dije.

—Cárgalo por mí.

Y empezó a caminar a la salida. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué esa actitud de pocos amigos?

Se detuvo al lado de un auto de color negro. ¡Brillaba por lo lujoso que era!

—Este es mi auto. Échale un vistazo antes de subir. ¡No olvides cómo es! —Sugirió él.

Lo examiné por algunos minutos. Mis pupilas recorrieron el brillo del vehículo. Sentí que los ojos de él estaban sobre mí.

—Es hora de irnos —abrió la puerta y me invitó a subir.

No me sentía nervioso hasta ese momento.

CONFUSIÓN

Eran las siete de la noche y la famosa reunión no había terminado. ¿Qué debía hacer? ¿Esperarlo? ¿Irme? ¡Huir a casa!

Me recargue contra el muro de cristal y deje escapar un suspiro. Mi primer día había sido bastante confuso.

Recibí una llamada de Jessica.

—¿Cómo estás, Julen? —Pregunta ella.

—Estoy bien. Ya es mi hora de salida, pero aún no sale de su reunión. ¿Qué hago? ¿Me voy?

—No, no te vayas. Espéralo a que salga.

—¿Pudiste aclarar que no soy su secretario?

—Aún no. Bueno, él no me dio oportunidad.

—¡Ay! No me digas eso. Entonces mañana seguiré siendo su secretario.

—Espero solucionar esto. Déjame ver que hago mañana.

—Está bien. Jessi.

—Dime.

—Yo soy capturista y manejador de base de datos. Espero terminar mi pasantía con el puesto con el que entre.

—Claro.

Finalizamos la llamada. Guarde mi móvil en el bolsillo de mi pantalón. Saque un paquete de frituras que tenía guardado en mi portafolio.

Escuché que la puerta se abría. Muchos ejecutivos empezaron a salir. Trate de arreglar mi postura.

—Es hora de irnos —mi jefe se detuvo a mi lado.

—Claro.

Su semblante se tornó interesante, pareció olfatear el ambiente. Dirigió su mirada hacia mí.

—¿Estabas comiendo Cheetos?

—Sí. ¿Quieres? —Y no me dio pena sacar la bolsa y ofrecerle.

Su mirada no irradiaba ninguna emoción. ¿Le desagradaba mi buena generosidad?

—No gracias. Iremos a la oficina.

—¿Regresar a la oficina? Pero…

—Carlos está esperando en el auto. Hay que darnos prisa.

Empezó a caminar con su autoridad innata.

—Christian. Espere.

Se detuvo en seco.

—¿Cómo me llamaste? —Arrugó su entrecejo.

—Christian.

—¿Y por qué me llamas así?

—Pues es que así te llamas.

Entrecerró un poco los ojos.

—¿Quién eres? —Preguntó.

—Soy Julen.

Sus labios se curvaron en una sonrisa odiosa.

—No me refiero a tu nombre. ¿Dime quién eres para llamarme así?

—Pues hasta el momento, soy un empleado en tu empresa.

—Un empleado.

—Sí. Exactamente.

—¿Desde cuándo los empleados llaman por su nombre a los jefes?

Sus palabras me sacaron mucho de onda. ¿Qué rayos le pasaba? El tipo tenía semblante molesto, su mirada era muy firme y su temperamento me parecía que era un asco.

—Bueno. Lamento que eso te moleste. En muchos lugares el ambiente laboral es muy ameno y los jefes suelen ser menos delicados en temas como esos.

Se acercó un poco a mí.

—¿Crees que soy delicado?

—Lo creo. Además, ya no estoy en horario laboral. Puedo llamarte por tu nombre.

—¿Fuera de horario laboral? Tú crees que yo…

—Me contrataron en un horario de diez de la mañana a siete de la noche. Son la siete treinta y sigo contigo. Debería empezar a contar eso como hora extra —sonreí.

Porque, en verdad, no me daba miedo ser sincero con él.

—¿Quieres que te despida? Porque, la realidad, ser mi secretario es…

—Despídeme si quieres. La verdad yo no fui contratado para reemplazar a tu antigua secretaria. Ni siquiera sé por qué rayos se te ocurrió que yo era su reemplazo.

Mis palabras lo dejaron muy impactado, lo noté en su rostro.

—¿Tú eres…?

—Despídeme. No hay ningún problema —sonreí ampliamente—. Yo no estoy capacitado para ocupar el puesto de tu secretario.

Sus ojos se enfocaron en mis ojos, jamás pasó por mi mente que mis palabras estuvieran retando el ego de Christian.

—¿Dónde vives? —Se acercó a mí y metió su mano en la bolsa de Cheetos. Se llevó uno a la boca.

—Vivo por Camino Real.

—¿Tomarás taxi?

—Sí.

...🍬🍬🍬...

Son las diez de la mañana y me encuentro llegando a mi oficina. ¡Volví a ser capturista! Danny Ocean canta Dembow a todo volumen a través de mis audífonos.

Enciendo mi ordenador. Dejó mis cosas en mi escritorio y justo cuando voy a sentarme, mi celular empieza a vibrar.

—¿Hola?

—¿En dónde estás?—El tono de su voz me asusta.

—¿Quién habla?

—¿No has registrado mi número?

—Pues no recuerdo que me pidieras agregar tu número y, tampoco sé quién eres.

Termino la llamada. ¿Quién rayos era? Pasaron dos minutos y la puerta de mi oficina se abrió. Sus ojos se enfocaron en mí.

—¿Por qué no has registrado mi número? —Reclamó él.

¿De verdad estaba aquí?

—Nunca me lo diste.

Arrugó su entrecejo.

—Como sea. Quiero que lo registres. ¿De acuerdo?

—Así no se piden las cosas — pronuncié sin miedo.

Se apoyó contra mi escritorio y se acercó un poco en mi dirección. Se veía muy autoritario desde donde yo estaba sentado.

—¿Te cuesta obedecer a tu jefe?

—Pensé que me habías despedido.

Sonrió ligeramente, como si yo lo estuviera fastidiando.

—Sí. Te despedí como capturista. Decidí que te quiero contratar como mi secretario.

—Pero…

—Esta oficina ya no será tuya. Vine por ti. Te llevaré a tu nueva área de trabajo.

¿De verdad estaba pasándome esto?

—Yo no quiero ser tu secretario, en mi contrato…

—Te pagaré el doble de lo que establece tu contrato.

¿Pagarme dinero? ¡Qué padre! En realidad, por ser pasante, no me daban pago.

—¿Por qué quieres que yo sea tu secretario? Pensé que estarías molesto conmigo por lo de ayer.

—Sí, me hiciste enojar. Pero, me gusto como me trataste. ¡No te doy miedo!

Me reí ligeramente.

—La neta no me das miedo. Pero no me dan ganas de trabajar como secretario. No quiero terminar siendo tu esclavo.

—¿Mi esclavo? Yo no te veo como un esclavo.

—Si quieres una nueva secretaria, puedo informar a mi escuela. Hay personas que estudiaron para ser…

—¡Ven conmigo! ¡Por favor!

Eso fue muy inesperado. Escucharlo decir “por favor”.

...🍬🍬🍬...

Mi nueva oficina era menos amplia que la anterior, de hecho, no era una oficina como tal. Mi escritorio quedaba justo afuera de la oficina central, dónde Christian solía estar.

—¿Puedes venir a mi oficina? —Christian me había llamado por teléfono.

No me demore nada.

—¿En qué puedo ayudarte? —Pregunté con tono jovial.

—Qué educado sonaste.

—Es que sí no, luego siento que lastimo tu ego —me reí ligeramente.

—Eres muy directo con tus palabras. Me gusta eso.

—Yo…

—¿Qué tengo en mi agenda de hoy?

—Reunión a la una de la tarde con Carlos Mayers. Cena con Juliana Betancourt a las seis de la tarde y…

—Necesito que me consigas un ramo de flores para Juliana Betancourt. Agenda cita con mi madre este fin de semana y agenda cita con mi abogado para restringir a mi exesposa.

—De acuerdo. ¿Algo más? —Hice contacto visual con él.

—¿Por qué tienes una paleta en la boca mientras hablas conmigo?

Me sonreí.

—¿Quieres una? Siempre cargo dulces conmigo —y de forma muy casual, saque una Tutsi de mi bolsillo y se la lancé.

Sus manos la tomaron en el aire.

—¿Qué fue eso? —Preguntó sacado de onda.

—Para que te endulces el día. Dicen los rumores en tu empresa, que sueles ser muy amargado.

—¿Amargado? Yo no…

—Me voy. Comenzaré con mis tareas para hoy. Si necesitas algo, márcame a mi celular, me pondré audífonos y no te escucharé si me hablas normal.

Sonreí y me marché de allí.

Me senté en mi escritorio y comencé a averiguar.

Los minutos se fueron volando rápido y aunque ahora no tenía privacidad como en mi antigua oficina, al menos, nadie se atrevía a molestarme. Estaba googleando ubicaciones de florerías y de pronto, siendo las doce en punto, noté que Erick me estaba mirando a lo lejos.

Sonreí y le hice la seña de paz con mi mano derecha. Correspondió a mi saludo.

Mi celular empezó a timbrar segundos después. Era un número desconocido.

—¿Hola?

—¿Cómo va tu día? Soy Erick.

—¿Cómo conseguiste mi número?

—Está en el directorio de la empresa. Apareces como Julen, secretario personal del director ejecutivo.

—¿Neta?

—Sí.

—Suena bien como aparezco.

Hicimos contacto visual a lo lejos.

—¿Comemos juntos hoy? Compraré pollo frito.

—Claro. Mi hora de comida es a las dos.

—Perfecto. Pasó por ti.

¿Pasar por mí? ¡Qué onda!

—Nos vemos en la cafetería.

...🍬🍬🍬...

Son las dos y veinte. La reunión aún no termina y ya tengo hambre. ¿Qué debo hacer? Si no tomo mi hora de comida, no tendré oportunidad de comer después.

Me tomo diez minutos llegar a la cafetería.

—¡Provecho! —Es lo primero que digo al llegar a la mesa.

Erick, Jessica y Kevin están sentados comiendo.

—¡Gracias!

—¿Cómo te va? Veo que sobreviviste a tu primer día —dice Kevin.

Tomó un plato y sacó un muslo del bote de KFC.

—No estuvo mal. Christian es muy intenso, pero estoy aprendiendo a tratarlo.

Puse un poco de salsa picante y justo al dar mi primera mordida, mi celular empieza a timbrar. Es Christian.

—¿Hola?

—¿Dónde estás?

—En la cafetería, vine a…

—Te espero en el lobby en tres minutos.

—Pero…

Colgó la llamada.

MOLESTO CONMIGO

Mi respiración está agitada. Ni siquiera pude comer en paz. Tuve que devorar el pollo a toda velocidad y no saboreé nada.

—¿Por que te fuiste? Te dije que debías esperar —Christian se veía molesto.

—Tenía hambre. Además…

—¿Estas intentado excusarte?

Su enojo era evidente. No tenía idea de porqué estaba reaccionado así.

—No. Te estoy diciendo lo que pasó. Me preguntaste porque me fui.

Note que reía de forma engreída.

—Siempre quieres dar explicaciones.

—Pues es que tú me las estás pidiendo.

Negó ligeramente. Sus labios se curvaron en una sonrisa y de pronto, empezó a acercarse a mí. Puso su mano sobre mi hombro y sus ojos no se apartaron de mis pupilas.

—Vamos al auto.

Durante el trayecto permanecimos en silencio durante varios minutos. Fue hasta que una luz roja nos detuvo, que rompí el silencio.

—¿A donde vamos?

—Es mi hora de comer.

—¡Ah! —Me desilusionó escuchar que era eso.

—¿Comiste? —Preguntó él.

—Un poco.

—¿Poco?

—No me dio tiempo terminar. Como la reunión se extendió más de lo…

—¿Me estas culpando?

—No. Nada de eso.

—Como sea, pasaremos a un restaurante. Después de eso, ¿que dijiste que tengo pendiente?

Me hice el pensativo, traté de recordar.

—Su cita con Juliana a las seis de la tarde.

—¿Conseguiste las flores?

—Hice un pedido en una florería que está cerca de Las Animas.

—¿Agendaste cita con mi madre?

—El martes de la próxima semana, ella quiere que la lleve a comer.

—Genial. Busca una reservación en Las Calandrias. A ella le gusta ese lugar.

—Por supuesto.

...🍬🍬🍬...

En mi plato hay enmoladas, un vaso de agua de horchata al lado y mi tenedor llevando la comida a mi boca.

—¿Están buenas? —Preguntó.

—Sí.

Sus ojos se enfocaron en mi plato, como si tuviera antojo de saborear.

—¿Quieres probar? —Le ofrecí.

Mis palabras le tomaron desprevenido. Pero no respondió. Uso su tenedor para tomar un trozo de comida de mi plato y lo llevo a su boca. Comenzó a degustarlo.

—¿Está bueno? —Quise saber.

—Sí. Esta bueno.

Asentí. Seguí comiendo.

—¿Crees que soy desesperante? —El tono de su pregunta me puso a pensar.

—La verdad no sé. Apenas te estoy conociendo.

—Bueno, pero…

—Quizá y no eres paciente. ¡Es eso! Te falta tener mas paciencia.

Dio un bocado de lasaña. Eso es lo que él había pedido para comer.

—¿Siempre eres tan sincero?

—Supongo que sí.

—¿No te da miedo que yo pueda despedirte por no tratarme como espero que me trates?

—Pues no. Si me despides, podré buscar otro empleo. Creo que la vida está llena de oportunidades.

Di un bocado de comida.

—¿Pediste rosas en la florería?

—No.

—¿Por qué? Yo siempre regalo rosas. Mis secretarias siempre eligen rosas.

—¡Que aburrido!

—¿Me llamaste aburrido?

Sonreí.

—Sí. O sea, las rosas son bonitas y todo, pero siempre dan eso. ¡Cambia de flores!

—¿Que elegiste?

—Claveles, clavelines, estater, nube y hortencias.

—¿Tú las pediste así?

—Aja.

—¿Cómo sabes el nombre de todas esas flores?

—Me gustan las flores. Cuando mamá estaba viva, solía comprarle flores cada vez que podía.

Su semblante cambió.

—¿Ella murió?

—En la pandemia. Papá también.

Pareció impactado con mis palabras. Me sentía en confianza para poder hablar, expresarle parte de mi vida.

—¡Lo lamento!

—Descuida. No fui el único que ha perdido a sus padres.

Continué comiendo.

—¿En que universidad estás estudiando?

—No estoy en ninguna.

Se sorprendió por mi respuesta.

—¿Por qué eres pasante en mi empresa?

—Estudio en un Cecati.

Se impactó más.

—¿Que estás estudiando?

—Informática.

Arrugó su entrecejo.

—¿Y por qué decías que no estabas capacitado para ser mi secretario?

—Pues es que yo no estoy en esa carrera. Como tal si hay quien estudia para ser secretaria.

Me faltaba poco para poder terminar mi comida. Bebi un poco de agua.

—¿Y por qué no preferiste la universidad?

—Existen diferentes caminos para lograr el éxito. La universidad es un camino. El Cecati es otro camino. Al final, estoy aquí. Sentado frente a ti, que eres mi jefe. ¡Eso está padre! Eres el primer jefe ejecutivo que me invita a comer a su mesa.

Ser sincero a la hora de hablar no era una dificultad para mí.

—¿Te gusta estar comiendo conmigo? —Preguntó en tono curioso. Hasta sus cejas se tornaron interesantes.

—Sí. ¡Que buena onda eres! Digo, aunque ya nos hemos peleado y a veces hasta me desesperas, creo que esto es bueno.

—¿Te desespero?

—Sí. Más cuando te pones en modo engreído.

Me pareció notar que sonreía tenuemente.

—¿Engreído?

—Descuida. Es normal que seas así hasta cierto punto. Ser jefe te da la autoridad y el poder de mandar y dirigir.

Tomó su copa de vino y la acercó a su boca. Bebió. Disfruto y saboreo aquella sensación que mis palabras le dejaron en la mente.

—¿De donde saliste Julen? —Me pareció que esa fue la primera vez que me llamaba por mi nombre.

—Yo…

—Es hora de irnos —se puso de pie y me dejó solo, con la boca abierta.

...🍬🍬🍬...

Las flores tenían un aroma agradable. La combinación que elegí se veía bastante elegante. Tonos blancos, verdes tenues, rosas, lilas y morados. ¡Hermoso!

Salí de la florería con una sonrisa amplia en el rostro. Pedí un InDrive para llegar a la oficina. Eran las cinco treinta cuando salí del ascensor. Camine por la oficina y sentí que todos me miraban. ¿Por qué me observaban tanto? Me sentí un poco eufórico y chiveado. ¡Sonreí inevitablemente!

Jessica venía caminando por el pasillo frente a mí. Nos detuvimos unos segundos para platicar.

—Julen. ¿Cómo va tu día? —Pregunta ella.

—Muy bien. ¿Tú que tal?

Sonrió.

—Me siento algo cansada. ¿Y esas flores? ¿Te las dio alguien?

Me chivie un poco más.

—Las compre, Christian me las pidió. Tendrá una cita esta tarde.

—¡Están bien bonitas! ¿Tú las escogiste?

—Sí.

—¡Ay! Tienes buen gusto. Ojalá mi novio me regalara flores así.

Sonreí.

—Tengo que ir a la oficina de Christian.

Me despedí de ella. Camine hasta mi escritorio. Conecte mis auriculares y puse Be There de Dharmacide. Entre a la oficina de Christian.

Su escritorio estaba desordenado. Quise ser gentil y me puse a escombrar. Al terminar, deje el ramo de flores sobre su escritorio. ¡Me gusto el resultado! Quise captar una fotografía como un intento de vida aesthetic.

—¡Genial! —Pronuncie al ver el resultado.

Me eche para atrás, un paso nada más y sentí su cuerpo. Al instante, giré para verlo y la cercanía era mucha. ¡Sus ojos se enfocaron en mis pupilas!

—¡Me espantaste! —Pronuncie una vez que arregle mi postura. Me quite los auriculares.

—¿Salió bien la foto?

—Sí.

Decidí mostrársela.

—Así que no elegiste rosas y mejor escogiste este ramo —dirigió la vista a su escritorio—. ¿Reorganizaste mi escritorio?

—Sí. Solo un poco porque era un verdadero desastre.

Asintió.

—Es hora de irnos. Vamos.

—¿Quieres que vaya contigo? Pero se supone que tendrás una cita y yo no…

—Ven conmigo. ¡Por favor! Si algo no sale bien, al menos te tendré a ti.

¿Qué? ¿Tenerme a mí? ¿Para desquitarse? ¡Changos!

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