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The Tasting Of God

Adir parte 1

— Este fin de semana, tal vez deba visitarla —pensaba Aziz mientras se encontraba sentado en el sillón.

Estaba caminando por un bosque, llegando finalmente a una hermosa casa. En el patio, vio a su abuela, su padre, su madre y su hermana riendo y jugando juntos.

— Hermano, llegaste —le dijo su hermana mientras se acercaba para abrazarlo.

— Hijo, ¿cómo te fue en la incursión? —preguntó su padre.

— Sí, ya llegué —respondió Aziz.

— Bien, vayamos a almorzar, propuso su madre.

Todos entraron a la casa, pero Aziz no podía avanzar. Tras la escena que acababa de presenciar, sus lágrimas comenzaron a brotar sin cesar.

— Hermano, ¿qué te pasa? ¿Te duele algo? —preguntó su hermana preocupada.

— ¿Por qué... por qué estoy viendo esto? —murmuró Aziz, incapaz de contener sus emociones.

— ¿Quieres hacerla feliz, ¿verdad? —preguntó su hermana.

— Sí —respondió Aziz.

— Puedo darte el poder para hacerla feliz, para cumplir todos tus deseos —le ofrecía una voz misteriosa.

En ese momento, Aziz despertó como si hubiera estado soñando. Se sentía como si hubiera consumido un calmante, y un misterioso humo parecía envolverlo mientras una silueta se situaba a sus espaldas y le susurraba al oído.

— Puedes recordarlo, ¿verdad? Todos esos momentos repugnantes, dolorosos... ¿quieres cambiarlos? —susurraba la silueta.

— Sí, si mi hermana solo hubiera nacido en otra familia... —respondió Aziz, comenzando a recordar momentos de su hermana.

— Lo entiendes. Solo di las palabras de lo que deseas. Vamos, solo dilo, insistió la silueta.

Entre los recuerdos y sentimientos que Aziz estaba experimentando, pudo comprender algo importante: su hermana ya era feliz con lo que tenía. Nunca había sentido odio hacia nadie ni deseado otra vida.

— Si, como tú dices, no deseo nada —declaró Aziz.

— ¿Qué? —La misteriosa mujer parecía confundida por la respuesta.

— Y pensar que nunca me tomé el tiempo para pensar en esto tan simple. Mi hermana ya es feliz con lo que tiene. Nunca odió a nadie ni quiso otra vida —reflexionó Aziz.

— Vaya, qué humano tan interesante —comentó la silueta.

— Espera, yo debería estar solo —dijo Aziz, apartándose rápidamente hacia el otro lado de la habitación. —¿Quién demonios eres? Un momento, ¿cómo entraste aquí?

— Vaya, parece que ya me recordaste. Qué mal, por lo general, esto se debe responder después de que me digas cuál es tu deseo —bromeó la silueta.

— ¿Mi deseo? A mi cabeza, ¿qué demonios pasó? —exclamó Aziz.

— En fin, mientras hagas un trato conmigo, supongo que no habrá mucha diferencia —dijo la silueta.

— ¿Un trato? No entiendo qué quieres decir con todo esto —expresó Aziz confundido.

— Yo soy un demonio. Ahora mismo, los dioses están realizando un tipo de experimento. Con mi poder, puedes cumplir todos tus deseos —explicó la silueta.

— Experimento, ¿de qué va todo esto? ¿Los dioses? ¿En verdad crees que me voy a tragar todo ese cuento? —preguntó Aziz, escéptico.

— Vaya, para estos casos lo mejor es mostrarles algún ejemplo. —Ahí el demonio movió su brazo e hizo aparecer un fajo de dinero de la nada, luego de ver la expresión de Aziz, movió el mismo cuerpo de Aziz, haciéndolo levitar. —Ya lo entiendes ahora solo acepta y has un pacto conmigo.

— Un pacto, parece que voy a tener que creer todo lo que esta pasando…, dame un segundo para procesar la información. —mientras Aziz fue a buscar un vaso de agua y a sentarse para procesar toda la información. —Dime demonio hay algo que no entiendo todo esto solo suena como beneficios para mí, cual es la trampa acaso tengo que vender mi alma o algo por el estilo.

— Vaya, siempre es lo mismo con los humanos. Tienen demasiada imaginación. Tal vez por eso son tan interesantes. Estoy aquí simplemente para observar cómo se comportan los humanos con estos poderes. No te voy a imponer ningún castigo; después de todo, tus acciones siempre llevarán su propio castigo en la vida —explicó la demonio.

Aziz reflexionó sobre la situación al día siguiente mientras se dirigía a la universidad. Se preguntaba dónde estaría el demonio cuando lo necesitara para ayudarlo con este poder que le había dado.

Esa mañana, cuando se despertó, se encontró con que sus pies apuntaban al techo. El poder parecía activarse cuando menos lo esperaba.

Al llegar a la universidad, Aziz tuvo clases difíciles, ya que en ocasiones su cuaderno volaba o movía a sus compañeros cercanos. Afortunadamente, confundieron estos incidentes con un temblor. Estuvo lidiando con esta situación hasta la hora del almuerzo, cuando decidió relajarse en el césped.

— Hey, demonio, ¿puedes escucharme? ¿O estás en tu hora de descanso? —preguntó Aziz.

— Sí, ¿qué pasa? —respondió la silueta, apareciendo de la nada a su lado.

— Oye, ¿cómo puedo dejar de ser molestado por este poder? —preguntó Aziz.

— No puedes —fue la respuesta tajante.

— ¿Cómo? —preguntó Aziz sorprendido.

— No se puede. Una vez hecho el contrato, te quedas con ese poder. Lo mejor que puedes hacer es usarlo hasta que te acostumbres —explicó la silueta.

— Así que, ¿entrenar? Y tú, ¿dónde has estado todo este tiempo? No te he visto. ¿Acaso te vuelves invisible o algo por el estilo? —preguntó Aziz.

— Bueno, técnicamente no es invisibilidad, pero no sé cómo explicarlo. Puedo camuflarme para que no me vean, para no interferir en el experimento... —dijo la silueta.

Adir parte 2

La demonio no pudo terminar la frase, ya que quedó mirando fijamente el almuerzo de Aziz.

— ¿Tienes hambre? ¿Quieres la mitad? —ofreció Aziz.

— Emm, pero no debo interferir en el mundo de los humanos —titubeó la demonio.

— Ya veo. Bueno, si no lo vas a querer, tendré que tirarlo. Así que aquí te lo dejo —dijo Aziz.

— Bueno, si ese es el caso, lo aceptaré —aceptó la demonio.

La demonio disfrutó del almuerzo con entusiasmo, como si fuera su última comida.

— ¿Y qué tal estaba? ¿Te gustó mi cocina? Aunque, bueno, no era nada del otro mundo —comentó Aziz sonriendo.

— Bueno, es la primera vez que como algo así —reveló la demonio.

— ¿En serio? Pero si solo era arroz con hamburguesa, un plato bastante común —observó Aziz.

— La verdad es que los demonios somos seres divinos gracias a nuestro poder, por lo que no necesitamos ingerir alimentos ni bebidas, ni generamos desechos ni experimentamos somnolencia —explicó la demonio.

— Eso lo explica. Me alegra saber que ustedes también pueden poner esas caras —bromeó Aziz.

— ¿Eh? ¿A qué te refieres? —preguntó Adir.

— Bueno, como decirlo, cuando llegaste, tenías unos ojos bastante vacíos. Llegué a pensar que eras como una máquina simplemente siguiendo las órdenes de Dios. Dime, ¿dónde exactamente te diviertes o, mejor dicho, ¿qué hacen? —reflexionó Aziz.

— ¿Qué hacemos? Bastante simple: seguir órdenes, para eso nacimos —respondió la demonio.

— Pero eso no es muy diferente de la esclavitud, ¿no crees? —cuestionó Aziz.

— No lo sé, la verdad es que nunca me había puesto a cuestionar la vida que llevo —admitió Adir.

— Entonces, ¿qué te parece si empezamos a hacer cosas que no pudiste hacer en tu vida? —propuso Aziz.

— ¿Eh? Pero eso no viene al caso. Yo no tengo que interferir con tu vida —dijo Adir.

— Pero ya lo hiciste al contarme características de los demonios. Eso podría cambiar mis decisiones en el futuro —señaló Aziz.

— Bueno, tienes razón, pero... —la demonio titubeó.

— ¿Qué tal si te ayudo a conocer las cosas maravillosas de este mundo y, a cambio, tú me ayudas a controlar este poder, al menos para que no sea molesto en la vida diaria? También podrás probar más comidas deliciosas. ¿Qué te parece? ¿O es que acaso no quieres vivir y ver lo amplio que es el mundo? —propuso Aziz.

— ¿Lo amplio del mundo? Eso me intriga bastante —admitió Adir.

— Bueno, en ese caso, tenemos un trato, demonio. Sabes, es incómodo llamarte solamente 'demonio'. ¿No tienes un nombre? —expresó Aziz, mostrando su incomodidad.

— Un nombre, la verdad es que no. Por lo general, tenemos un número asignado —reveló la demonio.

— La verdad es que no es muy cómodo llamar a alguien por un número. ¿Te parece si te sugiero alguno? ¿Qué te parece 'Adir'? ¿Te gusta? —propuso Aziz.

— Adir suena bonito. ¿Significa algo? He escuchado que algunos nombres tienen significado —preguntó Adir.

— Emm, bueno... Todos los nombres tienen algún significado, se podría decir... ¿Qué te parece si, cuando lo sepa bien, te lo digo? —dijo Aziz.

— Ok, es una promesa —aceptó Adir, estrechando la mano de Aziz.

Al día siguiente, al salir de la universidad, Aziz se dirigió al supermercado, preguntándose qué podría cocinarle a Adir.

— Oye, Adir, ¿estás ahí? ¿Me escuchas? —preguntó Aziz.

— Sí, ¿qué pasa? —respondió Adir.

— Emm, ¿qué es esto? ¿De dónde vino tu voz? —preguntó Aziz, sorprendido.

— Jajaja, envío las palabras directamente a tu cabeza. Sería raro que los demás escucharan una voz salida de la nada —explicó Adir.

— Entonces, si te hablo desde mi cabeza, ¿también me escucharás? —quiso saber Aziz.

— Sí, es una cualidad bastante útil para observar —respondió Adir.

— Bien, esa información es interesante, pero no dijiste que íbamos a hacer que vivieras diferentes cosas de este mundo —recordó Aziz.

— Sí, ¿pero por qué viene eso al caso? —preguntó Adir.

— Todo. Ahora vayamos al supermercado, y voy a necesitar tu ayuda para saber qué cocinar. Así que lo mejor es que me acompañes en tu forma física —explicó Aziz.

— De acuerdo —aceptó Adir.

— Bien, ya estoy aquí. Aunque aun no entiendo del todo el significado de esto —comentó Adir.

— Bueno, lo entenderás con el tiempo. Además, podemos conversar mejor con la boca. De esta forma me da como escalofrío, y, por último, tu forma —explicó Aziz.

— Mi forma, ah, claro. Así no parezco humana. Espera un segundo —dijo Adir. Se transformó, ocultando las partes de demonio, como los cuernos, cola, dientes, y la piel cambió a un tono más parecido a la gente de esta zona. Al verla, Aziz quedó embobado; estaba mucho más hermosa que la primera vez que la vio.

— Ya estoy lista —dijo Adir, mostrando una amplia sonrisa.

— ¿Bien, esa es la forma que vas a adoptar cuando estés físicamente independiente del lugar, de acuerdo? —confirmó Aziz.

— Sí, sabes, no soy idiota. Simplemente desconozco un poco del mundo —admitió Adir.

— Vale, jajaja —rio Aziz.

Adir parte 3

Caminando en el supermercado, no había mucha gente, así que, ante todas estas personas, pasábamos desapercibidos, excepto cuando Adir se emocionaba al ver cuánto desconocía del supermercado.

— ¡Aziz, Aziz! ¿Qué es esto? ¡Sabe exquisito! —exclamó Adir sin esconder su entusiasmo.

— Jajaja, bueno, es verdad. Es chocolate... —dijo Aziz.

— Así que, ¿chocolate? ¿Esto vas a cocinar? —preguntó Adir.

— No, y no comas más de esas cosas, o luego no tendrás hambre —advirtió Aziz.

— Sabes, los demonios nunca tenemos la sensación de hambre, dado que no necesitamos comer —explicó Adir.

— Ah, verdad, eso tiene bastante lógica. Pero mi dinero no es infinito, así que ese fue el último dulce, y guarda los envoltorios, que aún debemos pagar por ellos —recordó Aziz.

— Sí —aceptó Adir.

— Me sorprende lo rápido que te estás divirtiendo con todo esto. Te comportas como una niña en una juguetería —observó Aziz.

— ¡Wau, ¿qué es esto? es delicioso! —decía sin esconder su entusiasmo.

— Ahora que.

Había un empleado dando a probar muestras de una carne, ante una mirada fija de Adir me decidí por probarla.

— Increíble, en verdad que esta rica.

— Aziz podemos comer de esta carne en la comida.

— Haber déjame pensar, bueno la verdad es que no es muy cara, yo creo que hacerla como un curry quedara bueno.

— ¿Curry?

— Lo probaras esta noche.

— Siiii —decía celebrando.

— Bien ahora enfoquémonos en lo demás, ¿ok?

— Si.

Al final al salir del supermercado le terminé comprando un helado, no me pude aguantar ante los ojos con lo que me miraba, supongo que en esa manera con la que actúa se parece bastante a mi hermana menor, debe ser a lo nuevo que es todo ante ella.

Ya el resto del camino Adir se tuvo que aguantar de comer cualquier otra golosina.

—Oh, oye, Adir, mañana nos vamos a levantar temprano para ir a la montaña, para que me enseñes a usar el poder.

— ¿Mañana? ¿Y no tienes que ir a esos edificios llenos de humanos? —preguntó Adir.

— Esos edificios, a lo que te refieres se llaman universidad, y no tengo que ir, es fin de semana —explicó Aziz.

— ¿Fin de semana? —preguntó Adir, intrigada.

— Sí, es cuando los humanos podemos descansar. Hablando de esto, ¿cuánto rato puedes mantener tu forma humana? —quiso saber Aziz.

— La puedo mantener indefinidamente —respondió Adir con cierto aire de grandeza.

— Ya veo —dijo Aziz, pensativo.

En el camino hacia la montaña, Adir se maravilló con el movimiento del bus y los paisajes que podían observar, mientras Aziz reflexionaba sobre lo que había sucedido el día anterior. “Sin importar que a Adir le hubieran ordenado no interferir, ella había interferido bastante, especialmente en el supermercado y con las demás personas. Dios nunca había intervenido, debido a eso. Aziz tenía la hipótesis de que a Adir solo le habían dado recomendaciones en lugar de órdenes precisas, y ella las había tomado como instrucciones. Esto debía significar algo más. ¿Por qué Dios le había dicho esto a los demonios? No tenía sentido un experimento en el que cada individuo siguiera diferentes parámetros. ¿Acaso había más humanos con poderes de demonios? Tal vez estaba dándole demasiadas vueltas al asunto. Lo primordial era estudiar su poder e investigar qué estaba sucediendo en el mundo”

— ¿Adir, hay más demonios en este mundo? —preguntó Aziz una vez que llegaron a la montaña de entrenamiento.

— La verdad es que no te lo podría decir. Ni siquiera yo tengo esa información —respondió Adir.

— Ya veo, ¿y tú qué crees? —insistió Aziz.

— Yo... bueno, me imagino que debe de haber más como yo —supuso Adir.

— ¿Y tú puedes identificarlos? —preguntó Aziz.

— Bueno, si me los encontrara de frente, sí, pero a lo lejos sería difícil. Igual sería fácil si los ves usando poderes; está claro que tienen demonios —bromeó Adir.

— Jajaja, bueno, partamos con el entrenamiento.

— Mira haces esto, luego esto, y esto —Adir estaba moviendo los brazos y piernas de rara manera mientras explicaba de una horrible manera como ocupar el poder.

— Sabes, de esa manera no voy a entender nada —decía de manera irritado.

— Qué, pero si es bastante simple —decía sorprendida.

— Mira como tenemos el mismo poder pensé que sería más o menos simple de explicar, a ver intentémoslo más simple, intenta expulsar tu poder y dime que es lo que se siente.

— A ver —Adir con total acatamiento y docilidad empezó levemente a levantar una roca con su poder.

— Y bien que tal, puedes explicarlo mejor.

— La verdad es que nunca lo había hecho así y se sintió medio raro, se puede sentir como fluye el poder, en tus términos se podría decir que es como la voluntad, no más bien como tu deseo, la razón, la motivación algo por el estilo.

— Así que la motivación, bien lo voy a intentar —Aziz se alejó un poco de Adir yendo a un lugar más plano sin arboles colocando una roca enfrente de él —bien ahora mismo mi motivación va a ser levantar esa roca —al momento de ejecutar el poder Aziz podía sentir como una energía empezó a circular todas sus venas desde su corazón, se iba esparciendo lentamente y levemente por su cuerpo estaba llegando a todos sus extremos, hasta cuando llego a las palmas de sus manos, intento expandirlo para darlo con la roca, pero en ese momento hubo como una explosión que empujo a Aziz para atrás dejándolo sentado en el suelo.

— ¡Haaa! —con sonido de dolor se frotaba el trasero donde era que había caído.

— Parece que no se te da bien —decía con un tono de risa y de algún modo como compadeciéndose de Aziz.

— Bueno es medio complicado, pero logro entender más o menos como funciona, bien mi meta de hoy va a ser levantar esa roca —gritaba a los cielos motivándose a sí mismo.

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