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Herencia De Un Frío Amor

La Voluntad del Patriarca

En los imponentes salones de la sede principal de Company Potter, el aura de poder y prestigio llenaba el aire. Carlos Potter, el patriarca de la familia y fundador de la empresa de alta tecnología y bienes raíces, se encontraba sentado en su despacho, rodeado de documentos y memorias de tiempos pasados.

Carlos: Roberto, necesito hablar contigo sobre un asunto importante.

Roberto, el fiel asistente de Carlos, se acercó con atención, listo para escuchar las palabras del patriarca.

Roberto: Por supuesto, señor Potter. ¿En qué puedo ayudarlo?

Carlos: Es sobre mi nieto, Nicolás. Me preocupa su futuro y el de la empresa.

Roberto: ¿Qué es lo que le preocupa, señor?

Carlos: Nicolás ha llevado una vida poco convencional, centrada en el trabajo y los placeres mundanos. Necesito asegurarme de que esté preparado para asumir la responsabilidad de liderar Company Potter.

Roberto asintió con seriedad, comprendiendo la gravedad de la situación.

Roberto: Comprendo su preocupación, señor Potter. ¿Qué sugiere que hagamos?

Carlos: He decidido establecer una condición en mi testamento. Nicolás solo podrá heredar el imperio Potter si contrae matrimonio antes de su trigésimo cumpleaños.

Roberto: Entiendo. ¿Y cómo planea encontrarle una esposa adecuada?

Carlos: Confío en ti, Roberto. Sé que encontrarás a la mujer adecuada para Nicolás. Alguien que lo ayude a encontrar el amor verdadero y lo guíe por el camino del compromiso y la estabilidad.

Roberto: Entiendo, señor. Haré todo lo posible para cumplir con su deseo.

Mientras tanto, en la tranquila cafetería donde trabajaba Sofía, la vida seguía su curso apacible.

Sofía, mientras servía una taza de café a un cliente habitual, dejó escapar un suspiro pensativo. Sus preocupaciones por su hermano Jerónimo no disminuían, pero mantenía su habitual calma y dedicación en su trabajo.

Sofía: *(Para sí misma)* Otro día en la cafetería. Espero que Jerónimo esté bien.

De repente, una conversación entre dos clientes llamó su atención.

Cliente 1: ¿Has oído hablar de Nicolás Potter?

Cliente 2: ¡Claro! Es el heredero de Company Potter, ¿no?

Cliente 1: Sí, exactamente. Dicen que tiene que casarse antes de su trigésimo cumpleaños para heredar toda la fortuna de su abuelo.

Cliente 2: ¡Vaya, qué responsabilidad! Debe estar buscando desesperadamente una esposa.

Sofía escuchaba con curiosidad, sintiendo un cosquilleo en el estómago al pensar en el enigmático Nicolás Potter.

Sofía: *(Para sí misma)* Nicolás Potter... ¿Qué tipo de hombre será?

La conversación de los clientes la dejó pensativa mientras continuaba con su trabajo.

Mientras tanto, en la mansión de los Potter, Nicolás recibió la noticia de la condición impuesta por su abuelo con sorpresa y algo de incredulidad.

Nicolás: ¿Matrimonio antes de los treinta? ¡Es una locura!

Carlos: Nicolás, es una decisión importante. Necesitas asumir tus responsabilidades y encontrar una compañera adecuada.

Nicolás: Pero abuelo, ¿cómo voy a encontrar a alguien dispuesta a casarse conmigo en tan poco tiempo?

Carlos: Confío en ti, Nicolás. Sabrás hacer lo correcto.

Nicolás suspiró, sintiendo el peso de la expectativa sobre sus hombros.

Nicolás: Lo intentaré, abuelo. Pero no prometo nada.

La presión por cumplir con la condición de su abuelo lo dejó reflexionando sobre su futuro mientras observaba el paisaje desde la ventana de la mansión.

Roberto: Señor Potter, sé que esta noticia puede resultar abrumadora para Nicolás, pero confío en que encontraremos una solución adecuada.

Carlos: Espero que así sea, Roberto. El futuro de la empresa depende en gran medida de las decisiones que tome Nicolás.

Roberto: Por supuesto, señor. Haré todo lo que esté en mi poder para ayudarlo a encontrar la estabilidad que necesita.

Mientras tanto, en la tranquila cafetería, Sofía continuaba con sus quehaceres, pero su mente no dejaba de divagar hacia el enigma que representaba Nicolás Potter. La idea de conocer al heredero de una de las empresas más influyentes del país le resultaba emocionante y aterradora al mismo tiempo.

Sofía: *(Para sí misma)* ¿Cómo será Nicolás Potter en persona? Parece llevar una carga considerable sobre sus hombros.

A medida que el día avanzaba, la curiosidad de Sofía crecía. Cada vez que escuchaba mencionar el nombre de Nicolás Potter entre los clientes, sentía un impulso inexplicable de conocer más sobre él.

Mientras tanto, en la mansión Potter, Nicolás contemplaba el atardecer desde la ventana de su habitación. La idea del matrimonio impuesto por su abuelo lo llenaba de incertidumbre y ansiedad. ¿Cómo encontraría a alguien que estuviera dispuesta a casarse con él por razones ajenas al amor?

Nicolás: *(Para sí mismo)* ¿Realmente podré encontrar a alguien que esté dispuesta a compartir su vida conmigo bajo estas circunstancias?

La presión de cumplir con las expectativas de su abuelo lo mantenía desvelado, mientras reflexionaba sobre el camino que debía seguir para asegurar el futuro de Company Potter.

En los días siguientes, Roberto se sumergió en la tarea de encontrar una posible esposa para Nicolás. Recorrió los círculos sociales más influyentes, consultó con contactos de confianza y revisó listas de candidatas potenciales. Sin embargo, ninguna parecía encajar con lo que Nicolás necesitaba: una compañera que no solo cumpliera con las expectativas sociales, sino que también fuera capaz de despertar verdadero afecto en él.

Mientras tanto, Sofía seguía con su rutina en la cafetería, pero su mente no podía apartarse de la idea de Nicolás Potter. La mera posibilidad de conocerlo despertaba en ella una mezcla de emociones que no podía ignorar. ¿Cómo sería él realmente? ¿Sería capaz de encontrar el amor verdadero en medio de una situación tan poco convencional?

Una tarde, mientras servía café a los clientes, Sofía vio entrar a un hombre elegante y distinguido acompañado por Roberto. Reconoció de inmediato al asistente de la familia Potter y se sintió intrigada por la presencia del hombre que lo acompañaba.

Sofía: (Para sí misma) ¿Será él... Nicolás Potter?

El hombre y Roberto se dirigieron hacia una mesa en un rincón tranquilo de la cafetería, pero Sofía no podía apartar la mirada de él. Había algo en su presencia que la intrigaba, algo más allá de su posición social o su apariencia física.

Mientras tanto, Nicolás se sentía abrumado por la presión de encontrar a una esposa adecuada. A pesar de los esfuerzos de Roberto, ninguna de las mujeres que había conocido hasta ahora despertaba en él el más mínimo interés. La idea de un matrimonio por conveniencia lo llenaba de desazón, pero no podía ignorar la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros.

Encuentro en la Cafetería

En las elegantes calles de Londres, envueltas por la bruma matinal que confería un aire misterioso a los antiguos edificios, Nicolás Potter, un hombre de apariencia imponente y mirada gélida, caminaba con paso decidido hacia su destino. Heredero de una vasta fortuna, Nicolás era conocido por su inteligencia despiadada y su naturaleza fría como el hielo. Su única preocupación en ese momento era cumplir con la condición impuesta por su abuelo, Carlos Potter, para heredar: contraer matrimonio y tener un hijo antes de su trigésimo cumpleaños.

En una tranquila cafetería, situada en una pintoresca esquina de la ciudad, trabajaba Sofia Benson, una joven humilde y trabajadora que se había convertido en el sostén de su pequeña familia después de la muerte de su madre. Con una sonrisa amable y ojos llenos de determinación, Sofia atendía a los clientes con diligencia, mientras su mente divagaba en las preocupaciones por su hermano Jerónimo, quien padecía una enfermedad en el corazón.

A pesar de las dificultades que enfrentaba en su vida diaria, Sofia mantenía una actitud positiva y se esforzaba por hacer su trabajo lo mejor posible. La cafetería era su refugio, un lugar donde podía olvidarse de sus preocupaciones por un momento y concentrarse en las pequeñas alegrías que la vida le ofrecía.

Un día, el destino los unió de manera inesperada cuando Nicolás Potter entró en la cafetería en busca de un café.

Sofia: Buenos días, ¿en qué puedo ayudarlo?

Nicolás: Un café negro, por favor.

Sofia: Por supuesto, señor.

*Nicolás observa a Sofia con atención mientras ella prepara su café, su expresión impasible no revela sus pensamientos.*

Sofia: Aquí tiene su café, señor.

Nicolás: Gracias.

*Nicolás toma la taza de café y se dirige a una mesa apartada, pero antes de que pueda sentarse, sus ojos se encuentran con los de Sofia.*

Sofia: *(Para sí misma)* ¿Quién será ese hombre? Tan intrigante...

*Nicolás se sienta en su mesa, sumido en sus pensamientos mientras saborea su café.*

Nicolás: *(Para sí mismo)* Interesante... esa chica tiene algo especial.

*De repente, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta de la cafetería al abrirse.*

*Mientras Sofia atendía a un nuevo cliente, su mente seguía vagando hacia Nicolás.*

Sofia: *(Para sí misma)* ¿Qué será lo que lo hace tan intrigante?

Cliente: Buenos días, ¿qué recomienda?

Sofia: Nuestro pastel de zanahoria es muy popular. ¿Le gustaría probarlo?

Cliente: Suena bien. Uno de esos, por favor.

*Sofia sonríe mientras toma nota del pedido, pero sus pensamientos siguen ocupados en el misterioso hombre que había llegado antes.*

Mientras tanto, Nicolás terminaba su café y se disponía a salir de la cafetería. Sin embargo, algo en el interior de su corazón le decía que ese encuentro con Sofia no sería el último. Había algo en ella que lo atraía de una manera inexplicable, algo que lo hacía desear volver a verla una y otra vez.

Con esa extraña sensación revoloteando en su pecho, Nicolás salió de la cafetería y se adentró de nuevo en las elegantes calles de Londres, con la esperanza de que el destino volviera a cruzar sus caminos con el de Sofia Benson, la joven camarera que sin saberlo había capturado su atención de una manera tan inesperada y profunda.

Nicolás continuó su camino por las calles de Londres, pero su mente seguía volviendo a la imagen de Sofia. A pesar de su reputación de hombre frío e imperturbable, algo en ella había despertado una chispa de interés que no podía ignorar.

Mientras tanto, Sofia continuaba con su día en la cafetería, pero su encuentro con Nicolás la había dejado con una sensación de intriga y curiosidad. ¿Quién sería ese hombre misterioso y qué lo había llevado a su humilde cafetería?

Días después, Nicolás volvió a la cafetería, esta vez con la intención deliberada de volver a ver a Sofia. Al entrar, sus ojos buscaron instintivamente a la joven camarera entre la multitud de clientes. Cuando la encontró, una leve sonrisa se curvó en sus labios.

Sofia, al notar su presencia, sintió un ligero estremecimiento de sorpresa y nerviosismo. ¿Por qué aquel hombre elegante y distinguido volvía a su cafetería?

Nicolás se acercó al mostrador, donde Sofia lo recibió con una sonrisa profesional pero amigable.

Sofia: Buenos días, ¿qué le traeré hoy?

Nicolás: Otro café negro, por favor. Y también... ¿podría acompañarme por un momento?

La solicitud de Nicolás tomó a Sofia por sorpresa, pero antes de que pudiera responder, su jefe llamó desde la cocina, requiriendo su atención inmediata.

Sofia: Lo siento, ¿podría esperar un momento? Tengo que atender algo en la cocina.

Nicolás asintió, ocultando su ligera decepción tras una máscara de indiferencia.

Nicolás: Por supuesto, tomaré asiento y esperaré.

Sofia se apresuró hacia la cocina, sintiendo una mezcla de emociones confusas. Aunque parte de ella deseaba saber qué quería Nicolás, la prudencia le aconsejaba mantener cierta distancia con aquel hombre tan enigmático.

Mientras tanto, Nicolás aguardó pacientemente en su asiento, con la esperanza de que Sofia accediera a hablar con él en privado y así desentrañar el misterio que la rodeaba.

Después de unos minutos de espera, Sofia emergió de la cocina con una disculpa en los labios. Sin embargo, Nicolás pudo notar la expresión preocupada en su rostro, lo que lo llevó a comprender que algo urgente había surgido.

Sofia: Lo siento mucho, señor. Surgió un problema en la cocina que necesitaba resolver de inmediato. ¿Puedo ayudarlo en algo más?

Nicolás ocultó su decepción detrás de una sonrisa cortés.

Nicolás: No se preocupe, entiendo. Pero me temo que ya no tengo tiempo para esperar. Será en otra ocasión entonces.

Sofia asintió, sintiendo un atisbo de remordimiento por no poder atender a Nicolás como él esperaba. Sin embargo, sabía que su responsabilidad en la cafetería tenía prioridad.

Sofia: Lo siento de nuevo. Espero que tenga un buen día.

Nicolás le devolvió la sonrisa, aunque esta vez con un deje de resignación.

Nicolás: No hay problema. Gracias de todos modos. Hasta la próxima, Sofía.

Con un gesto de despedida, Nicolás abandonó la cafetería, dejando a Sofia con una sensación de arrepentimiento y curiosidad. Mientras observaba cómo se alejaba por las calles de Londres, una parte de ella lamentó profundamente no haber podido atender su solicitud. Sin embargo, otra parte de ella, más cautelosa, se alegró de haberse mantenido fiel a sus responsabilidades.

A medida que el día avanzaba, la imagen de Nicolás Potter seguía rondando en la mente de Sofia, despertando una mezcla de emociones contradictorias. ¿Qué sería capaz de llevar a ese hombre tan distante y misterioso a su modesta cafetería? Con esa pregunta flotando en su mente, Sofia volvió a su trabajo, decidida a no dejar que aquel encuentro la distraiga de sus responsabilidades.

Trazos de Destino: Encuentros Inesperados

La tarde de un sábado, Sofía estaba en su pequeño apartamento junto a su hermano Jerónimo. El día había transcurrido tranquilo hasta que Jerónimo empezó a sentirse mal. Sofía, llena de preocupación, se apresuró a buscar los medicamentos que podían aliviar el dolor de su hermano.

Sofía: Jerónimo, ¿cómo te sientes? ¿Necesitas algo más?

Jerónimo, con una mueca de dolor en el rostro, asintió débilmente. La enfermedad en su corazón había empeorado en los últimos días, y cada episodio de dolor era más difícil de sobrellevar.

Jerónimo: Creo que necesito más pastillas... el dolor está volviendo.

Sofía, con expresión preocupada, se apresuró a buscar las pastillas recetadas por el médico.

Sofía: Aquí tienes, Jerónimo. Toma estas pastillas, espero que te alivien un poco.

Jerónimo tomó las pastillas con un vaso de agua, agradeciendo el gesto de su hermana.

Jerónimo: Gracias, Sofía. Eres lo mejor que me ha pasado.

Sofía sonrió con ternura, sintiendo un nudo en la garganta ante las palabras de su hermano.

Sofía: No tienes que agradecerme, Jerónimo. Haré todo lo que esté a mi alcance para que te sientas mejor.

Mientras tanto, en otro rincón de la ciudad, Carlos Potter se encontraba en el hospital, sometiéndose a un tratamiento para calmar el dolor de su enfermedad terminal. A pesar de su posición como patriarca de la familia Potter, Carlos enfrentaba su destino con valentía, consciente de que su tiempo en este mundo estaba llegando a su fin.

En la sala de espera del hospital, Carlos se encontró con Sofía, quien había acudido con Jerónimo en busca de ayuda médica. La mirada preocupada de Sofía no pasó desapercibida para Carlos, quien se acercó a ella con gentileza.

Carlos: Disculpe, ¿su hermano está bien?

Sofía, sorprendida por la amabilidad del hombre desconocido, asintió con gratitud.

Sofía: Está luchando contra una enfermedad en el corazón. Los ataques de dolor son cada vez más frecuentes.

Carlos asintió con comprensión, recordando su propia batalla contra la enfermedad.

Carlos: Lo siento mucho. Sé lo difícil que puede ser.

Sofía: Gracias... ¿y usted?

Carlos: También estoy aquí por motivos de salud. Pero no se preocupe por mí. Ahora lo importante es su hermano.

La conversación entre Carlos y Sofía continuó, y pronto descubrieron que tenían más en común de lo que imaginaban. A pesar de las diferencias en sus vidas, ambos compartían la carga de la enfermedad y la preocupación por sus seres queridos.

Carlos: Me llamo Carlos, por cierto. ¿Y tú?

Sofía: Sofía. Es un placer conocerte, Carlos.

Carlos: El placer es mío, Sofía. Espero que tu hermano se recupere pronto.

Sofía: Gracias, Carlos. Y espero que tu tratamiento vaya bien también.

Mientras tanto, en la mente de Carlos, surgía una certeza inesperada. Observando a Sofía, con su fortaleza y dedicación hacia su hermano, Carlos tuvo la certeza de que ella era la mujer indicada para Nicolás, su nieto. La dulzura y el amor que Sofía demostraba hacia Jerónimo eran cualidades que Nicolás necesitaba en su vida.

Carlos: *(Para sí mismo)* Sofía... podría ser la clave para el futuro de Nicolás.

Decidido a hacer todo lo posible para unir a Nicolás y Sofía, Carlos comenzó a idear un plan para presentarlos. Estaba convencido de que juntos podrían encontrar la felicidad y el apoyo que tanto necesitaban.

Mientras tanto, en el apartamento de Sofía, la tarde se desvanecía lentamente, pero su determinación por cuidar y proteger a Jerónimo seguía firme. Sin embargo, lo que Sofía no sabía era que su encuentro con Carlos en el hospital marcaría el comienzo de un nuevo capítulo en su vida, uno lleno de sorpresas y oportunidades que nunca hubiera imaginado.

Jerónimo finalmente logró estabilizarse gracias a las medicinas que Sofía le proporcionó. Aunque el dolor aún persistía, su hermana estaba allí para apoyarlo en cada paso del camino.

Jerónimo: Gracias, Sofía. No sé qué haría sin ti.

Sofía le sonrió con ternura, sintiendo un profundo amor y gratitud por su hermano.

Sofía: Estaré siempre contigo, Jerónimo. No tienes que preocuparte por nada mientras yo esté aquí.

Mientras tanto, en la mente de Carlos, la idea de unir a Nicolás con Sofía cobraba cada vez más fuerza. Observar la devoción y el amor incondicional de Sofía hacia su hermano le confirmaba que ella sería la pareja perfecta para Nicolás, alguien que pudiera brindarle el apoyo y la estabilidad que necesitaba en su vida.

Decidido a llevar a cabo su plan, Carlos comenzó a trazar los detalles de cómo presentar a Nicolás y Sofía. Sabía que debía actuar con cuidado y sutileza, asegurándose de que ambos tuvieran la oportunidad de conocerse y descubrir por sí mismos la conexión que él veía entre ellos.

Mientras tanto, en el pequeño apartamento, Sofía cuidaba de Jerónimo con dedicación y amor. Sin embargo, una parte de ella seguía pensando en el encuentro con Carlos en el hospital. La amabilidad y la comprensión que había mostrado aquel hombre desconocido la habían dejado intrigada y con la sensación de que algo importante estaba por suceder.

Sofía: *(Para sí misma)* ¿Quién será ese hombre y por qué me dio la impresión de que tenía un propósito al hablarme?

A medida que la tarde avanzaba y la tranquilidad regresaba al apartamento, Sofía no podía apartar de su mente la sensación de que su vida estaba a punto de dar un giro inesperado. Sin embargo, por el momento, su prioridad era cuidar de Jerónimo y asegurarse de que estuviera lo más cómodo y tranquilo posible.

Mientras Carlos continuaba elaborando su plan para unir a Nicolás y Sofía, recibió una noticia devastadora por parte de su médico. Después de una serie de exámenes y consultas, le informaron que su enfermedad era terminal y que le quedaba poco tiempo de vida.

Carlos se sintió abrumado por la noticia, pero su determinación por asegurar el futuro de su nieto no se desvaneció. Sabía que no podía permitirse dejar este mundo sin haber hecho todo lo posible para cumplir su deseo de ver a Nicolás feliz y acompañado por una mujer que lo amara y lo apoyara.

Con el tiempo limitado que le quedaba, Carlos decidió poner en marcha su plan, aunque tuviera que hacerlo a las malas. Sabía que la urgencia era imperante y que no podía permitirse esperar.

Mientras tanto, en el pequeño apartamento, Sofía continuaba cuidando de Jerónimo, ajena a los planes que se estaban fraguando en las altas esferas de la familia Potter. Aunque su mente estaba ocupada por las preocupaciones por su hermano, no pudo evitar pensar en el encuentro con Carlos en el hospital y en la sensación de que algo importante estaba por suceder.

Sofía: *(Para sí misma)* Ese hombre... había algo en él que me dejó intrigada. ¿Qué será todo esto?

A medida que la tarde avanzaba, la sensación de anticipación de Sofía se intensificaba. Sin embargo, lo que ella no sabía era que su vida estaba a punto de cruzarse con la de Nicolás de una manera que cambiaría su destino para siempre.

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