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El Otro Lado (Reinjetself)

El arribo de Vasquez

Temprano en la mañana la noticia había llegado, alertando a todos los guardabosques de turno, La familia de Kraen, se habían convertido en rebeldes y apostatas. Todos estaban conmocionados, ya que cada uno en el linaje Kraen eran fieles sirvientes de los espíritus del bosque desde la antigüedad. Ninguna otra familia se había mostrado tan devota como ellos.

¿Por qué ellos harían algo como eso? Torona tenía una idea, pero no se atrevió a decir nada, en su lugar se ofreció a sí misma como voluntaria para encabezar el escuadrón que debía ir a detenerlos, o eliminarlos si se llegaba a dar el caso.

Ya que se trataba de una guerrera formidable y heroína en decenas de guerras durante los cientos de años que había vivido, nadie tuvo objeción alguna a su solicitud.

Las tropas a su cargo atravesaron rápidamente el bosque, adelantándose a otros grupos con la misma misión, parecían tener un gran afán por eliminar a los traidores y ese probablemente era el caso de la mayoría de los integrantes del escuadrón, sin embargo no lo era para la propia Torona, quien en realidad quería ser la primera en confirmar lo que realmente estaba pasando con los Kraen. Después de todo aquellos a quienes podía llamar sus amigos, aquellos que cientos de años atrás la habían aceptado como parte de su familia, eran parte de la familia Kraen.

Cuando la posición del objetivo fue confirmada, Torana comenzó a temer lo peor. Se trataba de un pequeño claro en medio del gran bosque Flugrat, en el cual había un altar dedicado a la comunicación con los espíritus. El lugar perfecto para realizar un ritual profano.

Ya que Ur Kraen, el menor en la línea de sucesión de la familia Kraen había contraído una extraña enfermedad que rápidamente le drenaba su mana, así como su vida, el jefe actual de la familia, quien además era su padre, desespero en la búsqueda infructífera por alguna medicina con la cual salvar a su hijo.

Tras los vanos esfuerzos, solo quedaba otro camino a tomar, uno que la mayoría de los elfos no se atrevería siquiera a pensar. Ese era el ritual profano.

El ritual profano no siempre había sido conocido por ese nombre, en los primeros siglos de la luz que vio nacer a los elfos, a aquel ritual se le conocía como el ritual del descenso espiritual. A través de este algunos elegidos de entre las grandes familias, invitaban a los espíritus para que morasen dentro de sus cuerpos, conformando un nuevo y poderoso ser.

A aquellos que lograban el ritual por completo se les conocía como elfos de la luz e incluso si el ritual no lograba completarse con éxito había un gran prestigio solo el haber hecho parte de ello. Pero todo eso cambio, cuando los antiguos clanes se dieron cuenta que la luz no era la única naturaleza de los espíritus y que el descenso espiritual, podía llamar a espíritus de toda clase de naturaleza… incluso espíritus malignos.

En un principio esto no afecto las prácticas del ritual, pero en cuanto más y más espíritus malignos siguieron descendiendo a tomar sus cuerpos, dando nacimiento a aquellos a quienes llamaron demonios, la práctica de aquel ritual fue prohibida y su nombre se cambió al de ritual profano.

La sombra producida por el follaje impidiendo que la luz del sol tocara directamente la piel de los elfos del bosque finalmente se disipo, habían llegado al pequeño terreno llano y la visión de Ur Kraen acostado sobre el altar, mientras que 4 miembros de su familia recitaban canticos en lenguas antiguas, confirmo los peores temores de Torona.

La hermosa elfa tenía la idea de si este fuera el caso, en el que estaba ocurriendo justo lo que ella se temía, al llegar antes que los demás tendría la oportunidad de hacer entrar en razón a la familia Kraen y convencerlos de regresar en paz. Sin embargo sus esperanzas se hicieron pedazos tan solo llegar. El ritual ya había llegado hasta el punto, en que un gran espíritu flotaba sobre el cielo, disponiéndose a entrar en el cuerpo de Ur Kraen.

Aunque un centenar de elfos intentaron detener el ritual, la mayoría allí eran amigos, parejas, aliados que habían enfrentado juntos la muerte. Ir con todo en una batalla con intención de matar les resulto simplemente imposible.

Ya fuera de forma consciente o inconsciente, se estaban conteniendo y al final aquel espíritu descendió a morar el cuerpo de Ur Kraen. Como resultado de aquella fusión el cuerpo del elfo en el altar tuvo un cambio algo inusual, trastornándose su dorado cabello en uno plateado y su piel de papel oscureció a un tono terroso con atisbos de chocolate.

No era solo Ur Kraen quien había sufrido aquellos cambios, cada miembro de la familia Kraen allí presentes e incluso unos cuando elfos que no eran de esa familia, pero se habían hecho participes del ritual también tenían la misma transformación. Ellos se habían convertido en elfos oscuros.

Bueno, incluso así, si no habían terminado como demonios o como poseídos, aquel ritual podía considerarse como un éxito. Torona suspiro con alivio al saber que sus preciados amigos estaban a salvo de aquel peligro, recuperando la compostura al instante, recordando que las cosas allí no habían hecho más que empezar. Incluso si el ritual había sido exitoso, este no dejaba de ser algo que se había prohibido por sus ancestros.

Una ardua batalla hasta atraparlos o eliminarlos si se resistían, eso era lo que debía seguir, pero Torona era incapaz de ordenar a sus subordinados que  atacaran a sus propios amigos, en su lugar levanto su mano para hacer una señal, ordenando a todos detenerse y esperar.

— ¡Señorita Torona, el objetivo está en frente y los superamos 5 a 1! ¿Por qué esperar? ¡De la orden y atacaremos!

Su segundo al mando en esta ocasión era un joven elfo que a duras penas sobrepasaba su primer siglo de vida, todo lo que tenía en su cabeza era tener la oportunidad de probarse a sí mismo en combate dejando de lado cualquier circunstancia.

Ese tipo de comportamiento era común en los elfos más jóvenes y era deber de los mayores frenarlos apropiadamente para evitar que pudieran hacerse daño. Por suerte Torona tenía la excusa perfecta para retenerlo no solo a él, sino  a cualquiera de sus subordinados presentes.

— ¿Acaso eres estúpido? Justo ahora un espíritu tan poderoso que pudo transformar no solo a Ur Kraen, sino también a más de 20 elfos con él, es lo que estas llamando objetivo. Si quieres tirar tu vida de la forma más estúpida posible, adelante, pero no me pidas que arrastre al reto junto a ti.

No había necesidad que Torona levantase su voz para que los demás la escucharan, con el fino oído de los elfos, sus palabras llegaron a cada uno de los presentes en un radio de 500 metros, logrando persuadir a cualquiera de ellos de intentar atacar, incluso si no pertenecían al mismo escuadrón. Después de todo, sus palabras estaban llenas de razón.

El recién transformado Ur se puso en pie y camino alrededor, luciendo un poco desorientado, parecía que intentaba reconocer los alrededores, o explorarlos con la mirada… como si nunca antes hubiera estado allí. Eso le trajo a Torana un viejo recuerdo de sí misma y una leve sospecha.

Probablemente quien  estaba allí de pie ahora mismo no era Ur, en cambio se trataba del espíritu que acababa de descender a morar en su cuerpo.

Una segunda luz brillo en el aire y descendió justo a un lado de Ur y entonces…

— ¡Maldita perra, no te lo voy a entregar tan fácilmente!

Todas alrededor estaban completamente aterrados, aquella ira con la que pronunciaba esas palabras que ninguno lograba entender, era como si intentara convocar magia muy antigua. Algunos incluso se encontraron a sí mismos mirando hacia el cielo, esperando ver algo que bajara, como una lluvia de fuego o un gran meteorito.

Nada de eso ocurrió por supuesto.

Vásquez noto la incomodidad del momento e intuyo que si se quedaba allí por mucho tiempo la situación podría llegar a tornarse peligrosa. Más al notar  que las personas que coincidían con sus características físicas eran pocas en comparación con la mayoría que los rodeaban.

— Seño Ur…

Uno de los elfos oscuros acerco a Vásquez, parecía querer decirle algo, pero no se atrevía. Aun así ella sabía de qué se trataba.

— Entiendo. Marchémonos ahora que podemos.

Aunque ella les hablase en un idioma que desconocían, de algún modo comprendieron su intención. No entendían sus palabras, pero lo que quería transmitirles llego a sus mente, consecuentemente todos se dispusieron a marcharse de allí.

Aunque esperaban encontrar oposición por parte de los elfos del bosque, de manera sorpresiva, eso no sucedió y en su lugar se hicieron a un lado, dejándoles vía libre para que se marcharan. Ellos no pensaban dejar pasar dicha oportunidad. Eran perfectamente conscientes de lo mal que estaban sus acciones. Salir de allí y buscar un nuevo lugar para vivir, era un obsequio del cielo y lo mejor tanto para ellos como para los que dejaban atrás.

Cuando finalmente estuvieron lo suficientemente lejos como para pensar que no serían seguidos hasta allí, sus piernas que se tambalean por el esfuerzo de correr con todas sus fuerzas durante horas, finalmente se detuvieron y se derribaron, cayendo sobre sus traseros.

Un acto estúpido, fue lo que paso primero por la mente de Vásquez. Ella misma sentía el agotamiento de ese cuerpo que no había pasado por los rigurosos entrenamientos militares que tenía su propio cuerpo… su cuerpo que ya no volvería a tener.

Debido al calor de aquel momento no había tenido momento para procesar su situación. Pero al parar a descansar, la información comenzó a venir de golpe a su cabeza.

Ella ahora mismo se había vuelto un hombre, aunque realmente no se sentía como tal. Su cuerpo aunque delgado, era bastante fuerte y algo elástico si se atrevía a adivinar por su eficiencia al correr, es solo que su resistencia era bastante baja si se comparaba con su condición original.

A su alrededor, poco más de 20 elfos oscuros, todos con aspectos jóvenes entre los 18 y los 29 años de edad… al menos eso le decía su vista.

Todos ellos eran un montón de inexpertos, se atrevía a pensar al ver como se habían tirado al suelo a descansar, dejando que sus cuerpos se enfriaran cuando se encontraban en medio de un gran bosque, donde el peligro los acechaba a cada instante.

Si algo los fuera a atacar en ese momento, sus músculos no responderían apropiadamente y serian presas fáciles.

“¿Debería dejarlos atrás? No parece que me vayan a ser muy útiles”.

Aunque solo fue un pensamiento que pasaba por su mente, la mirada atemorizada de todos ellos cayó sobre Vásquez, al igual que antes, podían  percibir su intención. Esto era algo que nunca habían sentido antes y era fácil percatarse de lo que se trataba, era el producto de aquel ritual profano.

— Señor Ur… no, gran espíritu. Los mayores de nuestra familia temieron que una situación como esta podría darse  por eso eligieron entre los jóvenes, aquellos con mayor talento y potencial. Puede que ahora mismo no parezcamos la gran cosa para usted, pero si nos entrena y nos amolda a su voluntad, estoy seguro que seremos de gran utilidad.

Las sinceras palabras del joven elfo con armadura de cuero cubriendo casi todo su cuerpo, parecían haber sido solo gritadas al aire, pues su interlocutor no tuvo reacción alguna… segundos después parecía pensarlo seriamente y luego solo daba la sensación de estarla pasando muy mal…

En realidad Vásquez la estaba pasando mal, pero eso se debía a que no había dedicado suficiente tiempo en estudiar la lengua que usaban las personas de este lado y le costaba trabajo ajustar los significados de las palabras que le decían para entender lo que querían comunicarle.

— ¿Sufriendo por el idioma?

— Un poco…

— Yo era igual que tú al inicio… Debo decir, estoy sorprendida, pensar que reanudarán el proyecto V después de todo este tiempo.

— ¿Proyecto V? No entiendo que es lo que…

Vásquez se maldijo a si misma mentalmente al darse cuenta que las continuas quejas de los compañeros que habían querido imponerle en la unidad 51, sobre como comenzaba a distraerse muy fácilmente, estaban completamente fundamentadas.

Justo en ese momento se encontraba hablando con alguien en su propio idioma y había permitido que ese alguien se acercara demasiado a su posición.

Instintivamente su mano derecha se apresuró al borde de su cadera en busca de un arma, pero esta no estaba allí.

— Oye, tranquilo. No he venido a pelear.

Aunque aquellas palabras sonaban como si la otra persona estuviera justo al lado de Vásquez, ella no pudo encontrarla, esto era un efecto del gran oído de los elfos. En realidad quien le hablaba estaba guardando su distancia, sabiendo que acercarse descuidadamente sería peligroso.

— Mi nombre es Alicia Franz… al menos solía serlo. Por estos lados me conoces como Torona. Ya que mi labor en la Tierra no era algo que se pudiera considerar como “útil”, fui enviada aquí junto con otros 11 que lograron pasar sin que su cerebro terminara achicharrado… el proyecto V, así lo llamaban los del gobierno… el caso es que eso fue hace más de 500 años. *suspiro* Mira, deberías poder escuchar un arroyo por tu izquierda. Si te apetece hablar, te espero allí en media hora.

Aunque todos habían escuchado aquellas palabras, Vásquez era la única que las había entendido. Sin embargo cuando ella pensó en la posibilidad de ir al arroyo a buscar a la mujer que le había hablado, todos sintieron esa intensión y se dispusieron a seguirla temiendo ser dejados atrás.

Al notarlo y temiendo no poder tener  una charla adecuada y tranquila con esa persona la teniente forzó su mente a encontrar algunas palabras en aquel lenguaje para asumir el mando que suponía que ellos le estaban dando.

— Campamento aquí… ¡sean útiles!

Tales palabras dejaron a los elfos oscuros conmocionados, si bien ellos fueron quienes a través de sus acciones  permitieron que aquel espíritu pudiera descender y morar en el cuerpo de Ur, eso era algo que habían hecho por su propio capricho y el hecho de que este espíritu los escuchara y ahora estuviera allí, permitiendo de este modo prolongar la vida del ahora elfo oscuro, podía significar el pago suficiente a su egoísta deseo.

Ahora que estaban a mano, no había razón alguna para que el espíritu se mantuviera a su lado, si la voluntad de Ur Kraen no era lo suficientemente fuerte, el resultado no podía ser otro que separar sus caminos. Así es como  se desarrollaría normalmente el escenario, pero ahora el gran espíritu les daba una oportunidad para demostrar su valía.

— ¡Entendido!

Todos corearon y se pusieron de inmediato a trabajar, permitiendo que Vásquez pudiera ir a sus anchas a buscar a aquella persona de antes.

Junto al arrollo un par de piedras labradas servían como asiento y sobre una de ellas estaba sentada Torona. Los restos de roca alrededor indicaban que el labrado en las piedras era algo reciente, probablemente había sido hecho en el tiempo que le tomo a la teniente decidirse y llegar hasta allí.

En medio de las dos piedras, una pequeña fogata rostizaba con sus brazas la tierna carne de un conejo, o algo que parecía serlo.

— Toma asiento y come —Sugirió la elfa del bosque— estas charlas son mejores cuando tienes el estómago lleno ¿No?

Vásquez observo la carne, que por cierto lucia muy deliciosa y su aroma invitaba a morder. Pero por tentadora que pareciera, abriendo el apetito de la teniente, una leve incomodidad le hacía pensar que no era buena idea comer aquella carne.

— No hay nada de qué preocuparse —Al notar la preocupación del elfo oscuro que observaba la carne en las brasas y luego su rostro, Torona aclaro tomando el corte de uno de los muslos— Yo misma hice los adecuados rituales y procedimientos a la vida de este pequeño ser que nos brinda su  cuerpo como sustento.

Vásquez no entendió del todo lo que quería decir esa chica con todo eso, pero al menos lo que fuera que la estaba incomodando desapareció así como llego y pudo tomar el muslo restante sin sentir remordimiento alguno.

— Como lo pensaba, no fue realmente ese cuerpo el que te recibió como anfitrión. De otro modo la moral local no tendría por qué afectarte… y tampoco tendrías problemas con el lenguaje nativo ya que te sería fácil acceder a este a través de los recuerdos de ese cuerpo.

— ¿Podrías dejarte de rodeos y decirme de una vez quien eres y que es lo que quieres?

Para Torona no era nada extraño que el recién llegado no pudiera confiar en ella, después de todo, ni siquiera entre los miembros de su propio grupo llegaron a confiar entre ellos mismos en aquel entonces.

— Bueno, ya te he dicho mi nombre ¿Qué tal si tú te presentas también?

— ¿Y de verdad crees que me iba a creer algo como eso? La general Olmos ha enviado 21 embarques contando el actual en el que llegue, pero aunque sea un poco mayor no es como si hubiera podido vivir tanto como para enviar su primer embarque hace 500 años. Incluso las teorías del primer contacto son de hace 300 años, eso te pondría a ti en un embarque anterior a que los monstruos comenzaran a atacar la Tierra. Tu historia no tiene sentido por donde quieras mirarla.

— ¡Espera, espera! ¿General Olmos? ¿Los monstruos atacan la Tierra? ¿De qué demonios estás hablando? ¿Qué ha ocurrido durante todo este tiempo?

Torona en parecía estar sinceramente impresionada por las palabras de Vásquez. Algo en todo esto no cuadraba del todo y según los instintos de la teniente, los cuales al enfrentarse al peligro como plato diario, estaban muy afinados, la historia de Torona no era lo que estaba mal en aquel cuadro.

— ¡Soy la teniente Raphaela Vásquez! —Procedió a presentarse— Unidad 51 de la brigada 601° de las fuerzas especiales…

Después de su presentación la teniente procedió a explicarle la situación a Torona, acerca de cómo en la actualidad la Tierra sufría continuos ataques de criaturas monstruosas y la humanidad siendo arrinconada a unas pocas ciudades amuralladas mientras esperaba su extinción.

De ningún modo las reacciones de asombro y preocupación por parte de Torona eran fingidas, mucho menos aquella de satisfacción al enterarse que los gobiernos mundiales habían caído y que ahora todo recaía en los hombros de las fuerzas militares. Pero, si realmente era sincera, si había estado viviendo en este lugar durante los últimos 500 años entonces ¿Lo que les había informado la general olmos era mentira? Y ¿Qué era exactamente eso del proyecto V?

(Nota Autor: Holas, si lees esta historia por primera vez y sientes que algo no cuadra, tal vez sea porque el verdadero inicio se encuentra en la historia del mismo titulo, con subtitulo preludio. puedes encontrarlo en mi perfil. Gracias, saludos)

Nicky

— ¡Nicky, por aquí!

Siguiendo la voz de su hermana mayor, Nicky corrió por en medio de los arbustos que se alzaban de lado y lado del camino.

Vuelta a la derecha, vuelta a la izquierda, encrucijadas… Lora y Nicky prácticamente habían crecido dentro de aquel laberinto que se encontraba en el jardín de la mansión de sus padres y ya se lo sabían de memoria. Pero tras algunos giros en aquella ocasión, las paredes del laberinto parecían cambiar sus posiciones, deformándose la forma del laberinto. Ya no era más el laberinto que las chicas conocían y como si el mundo se empecinara en hacer la situación más aterradora para la pequeña Nicky, la voz risueña de su hermana mayor Lora, sonaba cada vez más lejos.

— Lo… ¡Lora, por favor espérame!

La voz de la niña era algo quebradiza, se encontraba demasiado aterrada por la extraña situación, pero aun así logro juntar suficiente valor en su pequeño pecho para hacer que sus piernecitas corrieran a través del laberinto hasta que finalmente logro encontrar la salida, pero lo que le esperaba afuera no era nada agradable.

Era una ciudad desconocida, con arquitectura desconocida y un montón de personas desconocidas que eran masacradas por terribles monstruos. Muy aterrada, la pequeña sentía que de algún modo eso era su culpa y que debía haber hecho algo para evitarlo, pero ella no poseía fuerza o poder alguno para hacerlo.

Dándose media vuelta se disponía a correr de vuelta al laberinto con la esperanza de que al volver a cruzarlo todo estaría de vuelta a la normalidad. Pero en ese momento una mano tibia y húmeda por la sangre, le agarro del tobillo, congelándole cada articulación en el cuerpo.

La niña giro su rostro y una mujer desconocida, estaba tirada en el suelo con su mirada levantada para hacer contacto visual. La mujer tenía una expresión de desesperación que se caló en la mente de la pequeña y con una voz de agonía y nostalgia pregunto…

— ¿Capitán? ¿Por qué…?

Dando un salto fuera de sus sabanas, la pequeña Nicky despertó llena de terror. Su respiración era muy agitada y sus manos sudaban frio. Ella miro a su alrededor conociendo en medio de la oscuridad su propia habitación, luego miro a un lado en su cama y encontró su propio rostro… no, ese era el rostro de su hermana mayor Lora, quien dormía plácidamente.

Al ver la tranquilidad en el rostro de Lora, Nicky logro calmarse a sí misma de aquella terrorífica pesadilla. Aun así la oscuridad de la noche seguía dando mucho miedo y se apresuró a meterse debajo de las cobijas abrazando a su hermana.

— ¿Eh qué? —Lora estaba un poco confundida por despertarse cuando aún estaba tan oscuro, pero enseguida se percató de lo que ocurría, después de todo eso era algo que pasaba frecuentemente desde que tenía memoria y probablemente incluso antes— Tu… ¿otra vez tuviste una pesadilla?

— Si… lo siento.

— Ya, ya… buena chica.

Aunque ser despertada en medio de la noche no era muy agradable, tener a su pequeña hermana, como un sumiso cachorrito buscando protección, sí que era una sensación encantadora. Después de todo, durante el día Nicky era una chica muy hiperactiva, resultando difícil seguirle el ritmo incluso a los sirvientes que ya eran adultos en su mayoría.

Cuando el sol finalmente salió, una mucama entro a la habitación de las hermanas, luciendo un poco apurada.

— ¡Jóvenes señoritas, es hora de levantarse!

Su voz era alta, no demasiado como para que se confundiera con un grito, pero si lo suficiente para que se reconociera una firme orden. Después de todo era su deber que aquellas dos se mantuvieran al día con sus tareas diariamente.

— ¿Ya es de día? —Pregunto Lora tratando de incorporarse. Viéndose incapaz de separar sus parpados, para ella aún estaba todo muy oscuro.

— 5 minutos más… o mejor 5 años. —Por parte de Nicky, no parecía haber esfuerzo alguno por despegarse del colchón.

— ¡Cielos, ustedes dos, nomás mírense! ¿Otra vez se han estado develando?

— No se puede evitar, Nicky volvió a tener una pesadilla.

— ¿Pesadillas de nuevo? ¿Debería llamar a la doctora Lu?

Al escuchar el nombre de aquella doctora un frio recorrió el cuerpo de las pequeñas, logrando que el sueño se espantara por completo. Esa extraña mujer era aterradora de muchas formas y nadie en su sano juicio quería recibir su visita. Aun así tras pasar saliva y con una mirada desamparada, Nicky asintió con la cabeza un par de veces.

— Por favor… llámala.

— Pe… pero Nicky… esa mujer es… —Lora no le parecía buena idea, incluso si no era ella a quien iban a revisar.

— Lo se… pero son más aterradoras las cosas de mis pesadillas.

La mucama en un principio pensó que aquel asunto solo era una excusa de sus jóvenes señoritas y menciono a la doctora Lu queriendo asustarlas, pero tras escuchar la corta conversación comenzó a preocuparse. La pequeña Nicky mentía muy bien o se sentía muy mal.

— Entonces hablare con los señores para que concreten una cita con la doctora. En cuanto al evento de hoy…

Ya que sus mentes aún se encontraban en letargo, las niñas solo podían pensar en el momento y en lo que las tenía tan agotadas,  pero a la mención de aquel evento por parte de la mucama, comenzaron a respirar ánimos renovados.

Con un fuerte salto, Nicky salió de la cama y se escabulló rápidamente hacia el cuarto de baño, Lora por su parte actuó de forma más tranquila y apropiada para una pequeña señorita, poniéndose en pie mientras levantaba sus brazos para que su sirviente se ocupara de prepararla para el nuevo día.

— Por favor Naella, elige algo elegante y recatado para mí.

— Si, mi señorita.

Para la mucama era muy satisfactorio que Lora tuviese un adecuado comportamiento que le indicara que estaba haciendo bien su trabajo, después de todo el comportamiento de Nicky era…

— ¡Kyaaaa! ¡No señorita, por favor no juegue con ellas!

La voz que se quejaba y gemía en el salón de baños era la de otra criada cuyo deber era el aseo de las dos jovencitas.

— Parece que la señorita Nicky vuelve a ser la de siempre. Después de todo su sueño no fue un asunto grave. —Concluyo Naella al escuchar tal bochornoso escándalo.

— No es así. —La corrigió Lora con una expresión de preocupación y angustia— Justo ahora esta tan asustada que olvida que necesita contenerse. Cuando esta así se vuelve más insoportable que nunca.

— ¡Lora, te estoy escuchando!

La enfadada Nicky corrió fuera del baño, con tan solo una pequeña prenda bombacha de encajes cubriendo la parte inferior de su cuerpo, y una barra de jabón en su mano, la cual arrojo con la intención de golpear a su hermana, pero dicho ataque fue bloqueado por la mucama que permanecía estoica ante la situación.

— Señorita Nicky no debería correr por ahí desnuda aunque se encuentre en su propia habitación.

— No hay problema, todas aquí somos chicas —Se excusó Nicky.

— ¡No importa si solo hay chicas aquí, mostrar tu cuerpo desnudo sigue siendo algo indecoroso!

La queja de Lora parecía entrarle a nicky por un oído y salirle por el otro, junto a una respuesta desdeñaste.

— ¿Tan indecoroso como pararte desnuda frente al espejo del baño y alabarte a ti misma?

— ¿Eh? ¡Eso no es lo que yo…! ¡Eso en realidad era…!

Lora no lograba que una explicación saliera de sus labios, principalmente porque no quería que nadie supiera lo que en realidad estaba haciendo y con el nerviosismo de sentirse casi descubierta, le resulto muy difícil pensar en alguna excusa.

Naella, que no se esperaba algo así por parte de la mayor entre las dos pequeñas señoritas, no pudo evitar el desconcierto. Pero eso no debía significar ningún problema si Lora sabía mantener ese tipo de cosas en privado.

— Se… señorita Lora, todos tenemos algunas cosas con las cuales mitigar el estrés, siempre y cuando no deje que nadie más lo vea y mantenga su imagen pulcra ante la sociedad, no hay nada de qué preocuparse. Y usted señorita Nicky será mejor que no mencione nada de eso en público, de lo contrario podría…

Cuando la mirada de la mucama volvió sobre la pequeña Nicky, se encontró con ella desechando el hermoso vestido rosa, con volantes y flecos blancos y rubíes encajados, que había sido preparado para ella especialmente para esta ocasión, y vistiendo en su lugar unos pantaloncitos cortos bombachos y una camisa blanca de mangas largas, junto con un par de tirantes que se sostenían sobre sus hombros y se cruzaban en su espalda.

Aunque no eran ropas de mala calidad como para decir que es lo que usarían los plebeyos comunes, tampoco era algo que se le viera a usar a una noble señorita. ¿Tal vez los hijos de comerciantes? No, las niñas de un comerciante probablemente usarían algo más notorio a fin de llamar la atención de los nobles, eso probablemente era lo que usarían los hijos de la servidumbre de una familia rica. De hecho Naella tenía un hermano pequeño que solía vestir ropas similares.

— se… Señorita Nicky, su vestido…

— ¿Bromeas? ¡Si me pongo esa cosa no podre moverme libremente, eso sería un desperdicio en un día tan importante como hoy!

— Señorita ¿Qué rayos piensa que se hace en una fiesta de tea?

— ¡Jugar, por supuesto!

Naella y Lora palmearon sus frentes  ante la respuesta despreocupada de Nicky, casi sintiendo la necesidad de cancelar su asistencia al evento al que las dos pequeñas habían sido  invitadas y esperar a que aquella hiperactiva chica se encontrase más estable. Pero eso solo debía ser su último recurso, después de todo la anfitriona de aquel evento era la quinta princesa del reino Artamma.

Por otra parte esa princesa era también una pequeña niña que aún no había sido presentada a la sociedad, al igual que aquellas dos jóvenes señoritas, por ende, a los ojos de los adultos esa “fiesta de tea ” podría ser vista como poco más que un juego de niños.

Al hallarse a si misma pensando de ese modo, Naella uso las palmas de sus manos para golpearse en ambas mejillas y prosiguió negando con fuerza al menear su cabeza a ambos lados.

— ¡Eso no está bien, señorita Nicky! ¡Incluso si no es un evento formal, necesita vestirse y comportarse a la altura! ¡Esto va a ayudarle en el futuro cuando deba asistir a los eventos reales de la alta sociedad!

— ¡No quiero! ¡Ni loca salgo con toda esa ropa encima en un día tan caluroso!

Antes que Naella pudiera reaccionar, Nicky ya había corrido fuera de la habitación y tan solo pudieron escuchar las pisadas apresuradas sobre los pisos de roble, alejándose.

— ¡Que mal! ¿Qué se supone que les diga ahora a los señores? ¡Ya se, mejor cancelemos la asistencia de las señoritas por esta vez!

— Naella, estoy segura que su alteza Chloe estará muy decepcionada si mi tonta hermana pequeña llegase a faltar a su fiesta de té. Solo diles a mis padres que Nicky sufrió un ataque la noche anterior y por eso estaba incontrolable esta mañana. Ellos sabrán comprender.

— Comprendido, entonces iré a informarles de inmediato.

Una vez que las mucamas asistentes terminaron de asistir a Lora con cada detalle de su vestimenta, la pequeña hizo un suave ademan con su mano, indicándoles que salieran de la habitación.

Al quedarse sola, Lora se acercó a su ventana desde la cual podía tomar una vista de una gran torre que se alzaba hacia el centro de la ciudad, con un enorme reloj en la parte superior, el cual se alcanzaba a ver en un radio de 10 km.

— Aun queda algo de tiempo. —Murmuro la pequeña dama, cerrando las cortinas, de modo que el sol no podía mirar al interior de la habitación.

Con un ligero y juguetón paso la niña se acercó a un espejo ubicado en frente de su cama y al llegar a este tomo un vistazo de su reflejo, posando y modelando las  finas ropas que traía encima.

— ¡Eres tan hermosa! ¡Deberías vestir más seguido este tipo de ropa, te quedan muy bien! ¡Si tan solo siempre estuvieras así de calmada!

En ese momento Lora recordó el suceso de aquella noche anterior, al despertarse entre los brazos de su hermanita Nicky quien buscaba algo de seguridad… — Si, justo como en ese momento —

A través de los muros de piedra que rodeaban los pasillos en el castillo real, una pequeña señorita  de rubios cabellos cortados a la altura de sus hombros y hermosas vestiduras de lino y seda, decoradas con encajes de oro, intentaba escabullirse para llegar a uno de los tres grandes salones. Ella había separado uno de estos a fin de recibir a sus dos mejores amigas para tomar el tea, aunque como se supondría para alguien de su estatus en estos caso, invitar solamente a  las hijas del marquesado, incluso si no era un evento oficial, ya que no tenía la edad suficiente para auspiciar uno, podría ser desconsiderado para otras familias nobles.

Al final la joven princesa termino invitando a las hijas de 5 familias más, por ende, haciendo necesario usar uno de los grandes salones para recibirlas.

Al llegar junto a una gran puerta, que en fechas importantes estaría custodiada por dos miembros de la guardia real, la princesita empujo con todas sus fuerzas para lograr moverla un poco y así mirar al interior, donde una gran mesa soportaba todos los preparativos para su evento.

Una sonrisa llena de ilusión brillaba en el rostro de la chica, quería entrar ahora mismo allí, pero antes de que pudiera dar un solo pasó  alguien sujeto por la muñeca trayendo la afuera del salón.

— No está bien, su alteza. Incluso si es la anfitriona, ya que es miembro de la realeza, ningún invitado puede llegar después de usted al lugar del evento. Necesita ser paciente y esperar a que sus invitados se hayan reunido antes de hacer su entrada.

— Yo… solo quería echar un vistazo, nada más.

Se quejó la pequeña princesa, siguiendo obedientemente a su sirvienta personal, la cual solo sería unos 5 o 6 años mayor que ella.

— No tiene por qué preocuparse, su alteza, yo personalmente supervise los preparativos, estoy segura que serán del agrado de sus invitadas.

— ¿De verdad? ¿Crees que a Lora y a Nicky les va a gustar?

— ¿Eh? Bueno… —la sirvienta rasco su mejilla con nerviosismo al no estar segura de su respuesta, ya que una de las personas mencionadas era algo problemática— La señorita Lora estoy segura que estará satisfecha, pero la señorita Nicky… ella es un caso aparte.

La pequeña princesa Chloe espero pacientemente hasta que la torre del reloj marco la novena campana. Quería salir corriendo al salón inmediatamente cuando fue la hora, pero noto de inmediato la seria mirada de su sirvienta y se contuvo, respirando profundamente.

Caminando con calma fue hasta el tercer gran salón, esta vez un guardia procedió a abrirle la puerta y así finalmente podría iniciar el evento con sus amigas, o así se esperaba que fuese, pero al ingresar al tercer gran salón, todas sus invitadas se encontraban de pie en una esquina. La mayoría de ellas parecían intimidadas.

En cambión, sentadas a la mesa, en los lugares que debían estar ocupando aquellas chicas se encontraban algunas señoritas junto a la tercera princesa. Ellas bebían el tea y comían las galletas que habían sido preparadas para las amigas de Chloe, mientras reían y discutían asuntos triviales como si fueran los temas de más alta importancia.

La pequeña se sintió muy frustrada al punto que quería gritar. Para alguien de su edad una pataleta y un berrinche sería algo normal al tener a uno de sus hermanos mayores arruinando algo que le había costado tanto. Pero siendo una princesa eso sería inapropiado.

— ¡Ah! ¡Es Chloe!

La primera en notar la presencia de la pequeña princesa fue Nicky, saliendo a su encuentro de inmediato, sorprendiendo a todas las presentes con su irrespetuosa personalidad y falta de modales. Todo el ambiente que se había gestado, fue completamente quebrado por aquella pequeña acción.

¿El ambiente que se gestaba?

Bueno, básicamente la tercera princesa, quien era hija de la quinta reina intentaba suprimir y provocar a la quinta princesa que era hija de la reina consorte. Menospreciando a sus invitadas y tomando los preparativos del esfuerzo de su sirvienta sí misma, la tercera princesa esperaba que la pequeña e inmadura Chloe terminase humillándose a sí misma, pero en su lugar había aparecido una variable inesperada.

El asunto es que cualquier intervención por parte de cualquiera de aquellas niñas intentando interceder de cualquier forma posible podría ser interpretada como la falta de competencia de la quinta princesa para arreglar sus propios asuntos. Pero Nicky no había actuado de ninguna forma que pudiera ser esperada, ella tan solo saludo a su amiga, sin darle la más mínima importancia a cualquier otra cosa sucediendo alrededor.

SI eso fuera posible tenerlo en poco, la chiquilla mal vestida para la ocasión, al punto de ser posible confundirla con la servidumbre, había hablado de forma tan casual a un miembro de la realeza en frente de todas aquellas señoritas nobles.

Tal comportamiento requería ser corregido pero Chloe claramente no tenía ninguna intención de hacerlo. Ya que ella era solo una niña aun, al no defender de forma adecuada el honor de la familia real probablemente se lo pasarían con un par de palmadas en las manos. El problema aquí es que Chloe no era la única miembro de la familia real presente y para la tercera princesa si habría un castigo ejemplar si no tomaba las medidas correctivas adecuadas.

Eso era algo que ella sinceramente consideraba Humillante. Había llegado hasta este punto a fin de suprimir a su hermana menor, pero ahora se vería forzada en salir en su defensa por culpa de la imprudencia de esa pequeña pelirroja.  ¿Una apropiada medida correctiva? La tercera princesa simplemente quería golpearla, azotarla contra el suelo y romper uno de sus brazos. Pero tal cosa no se vería nada elegante de su parte.

¿Tal vez una humillación pública? Eso era algo más plausible, y era algo que no tenía que hacer por su propia cuenta, así no saldría en defensa de su molesta hermanita, pero si alguien llegaba a preguntar después, podría jurar que si lo había hecho. Un corto intercambio de miradas con una de sus compinches y esta supo de inmediato lo que debía hacer.

La copa en la mano de aquella joven noble se meció un poco, mientras la mujer esbozaba una ligera y sutil sonrisa. Chloe, quien al haber crecido en medio del competitivo ambiente que tenían sus hermanos mayores, pudo reconocer el gesto y sabía lo que pretendían.

La pequeña princesa sabía soportar las muchas cosas que le lanzaban sus hermanos, pero si algo de eso podría salpicar a una de sus preciadas amigas, no estaba dispuesta a tolerarlo. Armándose de valor dio un paso al frente, poniéndose en medio de Nicky y aquella joven noble y lanzo una fiera mirada a su hermana mayor.

— ¡Alteza Francy! ¿Podríamos hablar un momento a solas?

Esa fue la gota que reboso el vaso, logrando que Francy, la tercera princesa, sintiera un profundo odio a la pequeña mocosa que había interrumpido sus planes. Ahora Chloe había logrado controlar sus emociones y mediar la situación de la mejor forma posible y sin perder el control.

Si aceptaba aquella improvisada audiencia, tendría que soportar las quejas y reclamos de su hermana pequeña, pero si al contrario no lo hacía, ella seria libre de arrojarle toda su basura en frente de todas ellas, sin que eso se considerara inapropiado. Su mejor opción era aceptar.

La quinta princesa Chloe

— Y… ¿Eso era todo lo que tenías para decirme?

Manteniendo su postura opresora contra su pequeña hermana, después de escuchar sus quejas y reclamos, además de las solicitudes de que le devolviera los preparativos para su evento, la princesa Francy se negó a dar alguna respuesta adecuada, simplemente camino d regreso al grupo manteniendo ciertos aires de dignidad. Aun guardaba la esperanza de que la pequeña Chloe pudiera perder la calma de forma inapropiada.

— ¿Sabes? —Al llegar junto a las demás chicas la miro y sonrió como si fuera una apropiada hermana mayor— Tu evento no es algo oficial, pero yo tengo que atender una fiesta del te oficial, aunque mis preparativos fueron perdidos por la servidumbre en algún lugar. ¿Podrías dejarlo pasar solo por esta vez? Aunque si no es posible yo entenderé y me marchare con mis invitadas a otro lugar.

Aquella princesa Francy, parecía ser alguien bastante calculadora, volviendo a arrinconar a la pequeña Chloe en una molesta encrucijada. En esta ocasión no importaba que decisión tomara la quinta princesa, ambas serian algo malo para su propia reputación.

Si decidía dejarle el tercer salón junto a sus preparativos, ella se quedaría sin nada que ofrecerle a sus invitadas hasta que la servidumbre preparara algo más. Eso la convertiría en una mala anfitriona, algo indigno de la realeza.

Por el contrario, si decidía mantenerse en su postura de que su hermana mayor debía marcharse y dejarla continuar con su evento, podría ser considerado con un acto despiadado hacia su propia familia que se encontraba en un apuro. En este punto era más que claro para Chloe que su hermana mayor Francy la odiaba y sentía ganas de llorar por ello, más que por la difícil decisión a tomar.

— Estoy aburrida.

Detenerse a pensar por mucho tiempo tampoco era una buena opción, ya que las invitadas de ambas partes estaban esperando. La indecisión de Chloe dejaba mucho que desear y comenzaba a sentirse más acorralada.

Francy sonrió de forma burlona al escuchar a una de las invitadas de su pequeña hermana impacientarse, pero cuando noto de quien se trataba su sonrisa se convirtió en un tic nervioso que contorsionaba sus labios.

— Hermana, tengo hambre ¿Podemos comer ya?

— ¡Ya cállate Nicky, este no es el momento!

Lora intento mantener a su hermana menor bajo control, pero simplemente tenía la capacidad y esta escapo de entre sus manos para correr justo al lado de la  quinta princesa, que se mordía los labios nerviosa, sin saber qué es lo que ocurriría ahora o como debía reaccionar a ello.

— ¡Oye Chloe! ¡Tú eres una chica buena que siempre da de comer a los necesitados… Aliméntame!

La joven princesa quedo completamente perpleja con aquel comentario. Nicky sonreía de forma inocente mientras hablaba, haciendo difícil comprender si lo hacía apropósito o solo eran terribles coincidencias. Lo que fuera, Francy ya había dejado en claro sus intenciones y la pequeña Chloe no era tan tonta como para dejar pasar esta oportunidad de  salir del terrible predicamento de forma victoriosa.

— Es cierto. Hermana mayor, te dejare el tercer gran salón con todos los preparativos que hicieron mis sirviente. Tú los necesitas más que yo.

Los dientes de la tercera princesa crujieron con rabia e indignación. Si esa niña no fuera hija del marquesado, si su madre no fuera la hermana de la reina, ahora mismo la habría hecho decapitar por los guardias.

Sin que Francy  pudiera hacer nada, Chloe guio a sus invitadas al jardín, lejos de las artimañas de su hermana mayor. Había logrado superar aquella dificultad, pero ahora quedaba el asunto de brindar una adecuada hospitalidad a esas pequeñas nobles que la acompañaban.

— Alteza Chloe, he preparado aquello que me solicito antes ¿Por qué no le pide a sus sirvientes que arreglen una mesa para nosotras en el jardín?

Aunque lo más probable es que no fuera su intención, Nicky ya se había lucido bastante frente a la princesa. Esta vez, Lora quería también inflar su pecho con orgullo, siendo ella quien ayudaba la princesa. Aquello que había preparado por la supuesta solicitud de la princesa, en realidad eran algunos dulces que habían sido preparados como regalos para ella, pero dada la situación, Lora estaba segura que la princesa estaría agradecida que los regalos fueran usados de este modo, ayudándole a conservar su prestigio.

La mesa fue puesta y algunos panecillos rellenos fueron servidos para el disfrute de las señoritas, que comenzaron a comer con encantadoras expresiones en sus tiernos rostros.

— Está delicioso.

— Escuche que son la especialidad en Balanc ¿Cómo los consiguió, su alteza?

— Ah, bueno… Ya que el padre de Lora y Nicky es el actual marqués de Balanc, les pedí que consiguieran algunos para el día de hoy.

— Sabrían mejor con un poco de te…. Auch!

Aquella que se había quejado fue Nicky, quien al instante recibió una reprimenda por parte de su hermana, quien quería evitar que llegase a arruinarlo todo.

— Come en silencio o tendrás que dormir sola por la siguiente semana.

— ¿Eh? ¡Su alteza, Lora se comporta como una salvaje, no vuelva a invitarla, por favor!

— ¿Para eso si sabes cómo guardar la etiqueta? ¡Pequeña criminal!

Algunas risas decoraron el aire, creando un cuadro en el que aquel grupo de señoritas podía apreciar lo que realmente importaba al reunirse con amigos de este modo, sin las pretensiones de la alta sociedad y solo disfrutando de lo que estaba al alcance de sus manos.

Una amistad sincera se forjaba en aquel jardín del palacio real, mes a mes, y luego año tras año se reunía aquel grupo a celebrar sus “fiestas de té”, aunque en realidad solo se juntaban a jugar y reír juntas. A veces a llorar también, porque las cosas no salían como ellas esperaban, porque no verían a alguna de ellas a causa de un largo viaje, por la muerte de alguna de sus amigas debido a las epidemias. A veces alguna nueva amiga se unía al grupo, otras veces tan solo se quedaban viendo las nubes pasar. Pero algo que casi siempre debían hacer al reunirse era practicar la magia. Hacer combates amistosos les ayudaba mucho a mejorar y necesitaban de ello para ingresar a la academia imperial. Era el objetivo común que se habían propuesto.

— ¿Es esa chica?

Un par de figuras misteriosas tomaban vista de la práctica de las jovencitas, pareciendo muy interesados en sus talentos. En particular se fijaban sobre  Lora, quien a sus 10 años ya era capaz de usar la complicada magia glaciar. Aunque eso solo fue un interés momentáneo.

— No, ella no. Seria problemático para el marquesado si pierden a esa chica, escuche que hay un oráculo de los espíritus involucrado en su nacimiento.

— Entonces, la otra pelirroja es… ¿No es su hermana menor? ¿Cómo pueden estar seguros que no es la menor la del oráculo? Después de todo solo tienen 5 horas de diferencia.

Los dos observan detenidamente un momento más a Nicky quien a diferencia de su hermana que recitaba o creaba círculos mágicos elegantemente, para lanzar algunas estacas gélidas a sus objetivos de práctica, simplemente optaba por descargar enormes cantidades de mana elemental, enviando continuas ráfagas de agua y fuego.

— Es una barbarie… justo como su abuela. De ningún modo los espíritus estarían involucrados con alguien así.

— Entiendo… entonces, la menor de las pelirrojas. No acostumbro a preguntar cosas innecesarias a los clientes, pero ¿No es un poco joven aun?

— Si… es tal como usted dice, el problema es que como puede ver su mana ha comenzado a crecer de forma exponencial. Si esperamos a que cumpla los 16 como se haría el procedimiento normalmente, probablemente su glándula mágica habrá crecido tanto que sería incompatible con el cuerpo de la princesa. Por eso se decidió que se hará ahora mientras la compactibilidad entre las dos aun es alta.

— Entendido.

Una de las figuras misteriosas desapareció, mientras que la segunda abandonaba el velo del anonimato para ir donde las chicas practicaban, sonriéndoles de forma desvergonzada mientras las saludaba.

— Señoritas, es un gusto ver lo animadas que están.

— Su… ¡Su majestad!

Todas se dejaron caer sobre su rodilla derecha al mismo tiempo, incluyendo a la quinta princesa Chloe. Todas menos Nicky, quien en su lugar oso desenfundar una espada de madera y lanzar un tajo vertical para intentar golpearlo.

— ¡Viejo, hoy es el día en que por fin voy a derrocarte!

— jajaja ¡Pequeña, bribona! ¡Si quieres mi trono necesitaras entrenar al menos mil años más!

Con un ligero movimiento, el hombre desarmo a Nicky, usando solo sus manos desnudas. Una vez desarmada, la chica estaba a su merced, y la atrapo, tomándola por el torso para levantarla al aire.

— ¡Ah! ¡Suéltame! ¡No soy tu juguete, viejo decrepito!

Aunque la chica se contorsionaba e intentaba zafarse con todas sus fuerzas, inútilmente, ella solo lo hacía por su naturaleza competitiva, sin nada más en mente. Nicky probablemente no era consiente de sí misma como una chica y por eso no notaba que aquel perverso rey aprovechaba aquellos “encuentros” para extender su mano a lugares que no debería tocar… menos en una pequeña como ella.

Nicky no lo notaba, pero las otras 8 señoritas presentes sí que lo hacían, sintiéndose inquietas e incomodas. Pero ninguna se atrevía a decir nada al respecto, pues la persona en cuestión era el rey.

— Pa… padre ¿Cuál es el motivo de su visita?

Pregunto Chloe, cuando lo que en realidad quería era gritarle que parase con ese comportamiento desvergonzado. Se sentía muy humillada en frente de sus amigas.

— Ah, no. Yo solo caminaba por los jardines cuando me percate de sus prácticas y quise acercarme a ver. Por favor no se preocupen por mí  y continúen.

Aunque dijera eso, era difícil para ellas concentrarse mientras él las estaba mirando. Y no era porque se tratara del rey, era porque se trataba de una perversa mirada de un hombre lujurioso, incapaz de contenerse a sí mismo.

— Es cierto, madre… digo, su majestad la reina pregunto temprano por usted, su majestad. Ella quería saber si podrá acompañarla a las celebridades en el templo esta tarde.

— ¿Esta tarde? Eso va a ser complicado…

— Si planea negarse, creo que lo mejor será que lo haga en persona… si envía un sirviente en su lugar, solo estaría poniendo en peligro la vida de ese sirviente.

El viejo rey chasqueo su lengua un poco molesta. Si bien lo que su hija estaba diciendo era algo cierto, el hecho de que estuviera mencionando justo ahora se debía a que a ella le desagradaba la presencia de su propio padre allí.

— Supongo que iré a verla entonces… ¿Y ustedes chicas? ¿Asistirán a las celebridades luego de su entrenamiento?

— Todas debemos ir a reunirnos con nuestras familias, su majestad.

— Ya veo, ya veo…

El viejo rey se marchó y entonces las chicas pudieron respirar con tranquilidad. También en ese momento algunas de sus miradas cayeron directamente sobre Nicky, quien no parecía verse afectada por ese asunto. De hecho entre las presentes, todas vestían un elegante uniforme blanco que constaba de chaleco, camisilla, falda y botas, imitando los que usarían los miembros femeninos de la caballería real. Pero los que vestía Nicky, al usar un pantalón largo, se asemejaba más al uniforme de los caballeros masculinos.

— Señorita Nicky ¿no le preocupa que si su majestad se llegase a propasar contigo ya no puedas casarte?

— ¡Oye, Saria!

Aquella pregunta era un poco desconsiderada ya que la princesa Chloe estaba presente, y otra de las chicas regaño a la que había hecho esa pregunta.

— No me preocupan cosas como esas. —Respondió despreocupada Nicky— Después de todo yo voy a casarme con su alteza Chloe.

La respuesta casi consigue que todas se desmallaran de la impresión. Pero daba más impresión que en realidad se hubieran dejado sorprender de ese modo por Nicky, una respuesta como esa habría sido algo de esperarse de una cabeza hueca como ella.

Las prácticas terminaron y cada una de ellas tomo su camino de vuelta a sus respectivos hogares. El viaje de Lora y Nicky era especialmente largo ya que en esta ocasión no se dirigían a la mansión de sus padres en la capital, en su lugar debían ir hasta el territorio del marquesado.

Para Nicky el viaje se hacía particularmente largo, su inquieta personalidad no la dejaba acostumbrarse a estar sentada durante horas en la silla del carruaje y además en esta ocasión, su hermana mayor parecía estar ignorándola.

— ¡Oye! ¿No crees que me estoy haciendo más fuerte? ¡Hoy seguro estuve más cerca de golpear al viejo! ¡Y también mi magia era mucho más intensa durante las prácticas! ¡Lora, lora! ¿Me estas escuchando?

Nicky intentaba inútilmente llamar la atención de su hermana mayor, pero nada funcionaba. Lora mantenía una mirada fría observando solo el aire, para hacer de cuenta que se encontraba sola. Aunque ese tipo de actitud solo funcionaria con otras personas, Nicky simplemente comenzaría a ponerse más intensa, usando los dedos para picarle en las mejillas.

— Lora ¿Estas enojada? ¡No recuerdo haber hecho algo malo para que te enojes! ¡Esto es injusto! ¡Si no vas a decirme porque estas enojada regresare caminando a casa!

Lora sabía que Nicky era perfectamente capaz de cumplir lo que estaba diciendo y en otro momento no le habría importado, pero esta vez el carruaje no las llevaba de regreso a su casa, sino al territorio de sus padres. Esa chica cabeza hueca probablemente se iría a la casa en la capital sin darse cuenta de lo que estaba haciendo mal.

— ¡Ya basta! ¡Vuelve a sentarte maldita sea!

Con un fuerte tirón Lora volvió a acomodar a su hermana menor en la silla al lado de ella, manteniendo una expresión de disgusto. Esto se sentía como una derrota para ella.

— Lora dijo una mala palabra, que impropio para toda una señorita, fufufufufu.

Las palabras burlonas de Nicky solo lograron que su hermana se enojara aún más, al punto que pequeñas venas brotaban en su frente.

— ¡Tu! ¿Acaso eres consiente que eres una chica? ¡Tú forma de actuar es molesta, ya comienzo a hartarme de tener que estar pegada a ti todo el tiempo para cuidar que no vayas a pasarte! ¡Por si eso fuera poco, hay personas allá afuera cuya autoridad  no puede ser desafiada, me es imposible protegerte de ellos!

La menor de las pelirrojas sabía bien que la preocupación de su hermana mayor era sincera, pero aun así sentía que algunas de sus palabras eran demasiado duras. Su ánimo se aplaco un poco, cruzándose de piernas para apoyar su codo en la pierna derecha que quedaría en la parte superior y de este modo descansar su mentón sobre su mano. Sus labios se fruncieron en una mueca de descontento, mirando a su hermana de reojo para hablarle en un tono de niña consentida.

— Ser chica, ser chico… eso que importa. Simplemente actuó como mejor me siento… como me siento yo misma.

A punto de gritarle un regaño por aquella lógica tan infantil, Lora mordió sus propios labios para evitar decir algo imprudente. Después de todo aquella búsqueda de autovalidación que tenía constantemente Nicky no era algo de simpe capricho. Desde que tenía memoria, la menor había sufrido una extraña enfermedad, era algo que tenía que ver con su mente y con su alma, eso había escuchado Lora alguna vez a sus padres mientras hablaban con la doctora Lu.

— Nicky escúchame. Puede que sientas que algunas de las cosas que haces no perjudican a nadie, pero ya que compartimos un mismo rostro, esas cosas me perjudican a mí. Podridas al menos contenerte un poco cuando estemos frente a otras personas… si no lo haces por ti, hazlo por mí.

En realidad a Lora no podía importarle menos la opinión que otros tuvieran de ella, pues estaba completamente segura de sí misma. Pero si con eso podía evitar que su hermanita se metiera en problemas y reducía el riesgo de que fuera a resultar lastimada, no le importaba fingir que lo necesitaba.

— Descuida Lora, no creo que necesites preocuparte más por esas cosas. —Respondió Nicky con una sonrisa haciendo creer a su hermana que había comprendido la situación, pero enseguida la hizo llevarse una gran decepción— ¡Después de todo, todos saben diferenciar perfectamente que tú eres la lista y yo soy el tonto bicho raro!

— Tu… *suspiro* ¿Qué cosas dices? Desde donde yo lo veo\, tú eres mucho más lista que varios adultos que conozco.

— ¿Deberás lo crees?

— ¡Por supuesto, después de todo tu…!

Un fuerte *CRASH!* interrumpió la conversación del par de hermanas\, de pronto todo pareció comenzar a volar\, la gravedad ya no sostenía a las chicas sobre sus asientos\, dejándolas flotar en el interior del carruaje\, para solo un segundo después sentirse un fuerte golpe\, azotándose sus cuerpos contra una de las paredes del vehículo. El violento incidente no termino allí\, la pared del carruaje intercambio su lugar con el suelo y el techo ahora estaba en un costado\, pero sin demorar\, el techo ahora ocupaba el lugar del piso\, y así continuaba. Esa era la sensación desde el interior.

Dando un vistazo desde afuera, ahora mismo el carruaje rodaba por una larga colina, después de recibir un ataque fortuito que rompió los aimones, aplastando la parte trasera de la bestia de tiro a la vez.

Dos de los caballeros que escoltaban  a las señoritas de la casa Balanc, se apresuraron a cabalgar tras el carruaje que rodaba cuesta abaja, para intentar socorrerlas, mientras que los otros dos buscaban a los posibles agresores.

El carruaje continúo rodando hasta que en el fundo de una cañada, se detendría al chocar con algunos árboles.

Al recibir un fuerte golpe desde el interior, la puerta del carruaje sale volando, permitiéndole así el paso a Nicky, quien arrastraba afuera a su hermana mayor que se encontraba inconsciente.

— ¡Lora…! ¡Lora, por favor háblame!

Con desesperación trataba de hacerle llegar su voz, pero Lora no respondió, hasta que los dos caballeros llegaron que las siguieron llegaron hasta ellas y uno de ellos uso magia de sanación en la hermana mayor.

— Cof… cof… ¿Qué paso? ¿Que fue ese ruido?

Lora parecía haber perdido la noción de tiempo y espacio por unos segundos, pero rápidamente comenzó a recobrarlas con un ligero dolor de cabeza, recordando de paso lo que acababa de ocurrir. Su mirada se tornó algo borrosa y se recuperó al instante. Al observar cuidadosamente, frente a ella solo estaban dos de los caballeros que la escoltaban, logrando preocuparse en gran manera.

— ¡Nicky! ¿Dónde está mi hermanita Nicky?

Al intentar reincorporarse, noto un ligero peso en uno de sus hombros que le impedía levantarse. Era una pequeña mano la que la sostenía, la mano de su hermana. Entonces Lora se dio cuenta que justo ahora estaba reposando sobre el regazo de su hermana y se tranquilizó. Sin embargo la angustia volvió de golpe al notar que el brazo izquierdo de Nicky se retorcía por la mitad en una dirección que se suponía no debería hacerlo.

— ¡Nicky, tu brazo! ¡Phillip, apresúrate y sana el brazo de Nicky!

— Lo… lo lamento, señorita —El caballero en cuestión se disculpó con incomodidad, él y su compañero mantenían la vista apartada de ellas, aunque se suponía debían vigilarlas para protegerlas— Ya agote la mayor parte de mi mana sanándola a usted. Además, si sanara el brazo de su hermana en el estado en que se encuentra, sería algo muy malo. Ella necesita un médico que lo acomode adecuadamente primero.

Al darse cuenta el mal momento que parecían pasar los caballeros, a pesar de que quienes en realidad habían sufrido eran ellas dos, Lora se tomó el momento para contemplar su propio cuerpo, dándose cuenta que su vestido había sido rasgado, las telas restantes se encontraban manchadas de su propia sangre y parte de su torso era visible.

También pudo notar entonces las bolsas en los parpados inferiores de Nicky, ella había estado llorando. Al parecer las heridas que había sufrido Lora en aquel incidente habían sido significativamente graves, pero gracias al buen trabajo de Phillip ahora estaba fuera de peligro. En lo que a su salud respectaba.

— ¡Pronto, uno de ustedes debe ir al marquesado y contactar a mis padres!

La mente de Lora comenzó a funcionar más rápidamente, mientras el aturdimiento de los golpes se pasaba. Si los agresores que habían causado eso aún estaban cerca, las dos estaban en peligro. Lo mejor era que intentaran escapar de allí, pero con la delicada condición del brazo d Nicky, eso sería difícil. En este caso debían mantenerse ellas en movimiento, mientras que alguien pedía refuerzos, pero tal plan no pudo ejecutarse.

— Como usted orde…

Antes que pudieran responder, la cabeza de los dos caballeros cayó al suelo, acto seguido lo hicieron sus cuellos, llenando el rostro de ambas chicas de la sangre que fluía a borbotones.

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