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Lobo Jefe (Libro 4) Saga Dumont

Diferentes.

Sandra mija, el desayuno ya está listo, venga a comer para que se vaya para su universidad. - le grita su mamá desde la cocina.

- Ya va mamá, solo me estaba peinando, mi papá y mis hermanos, ¿ya se fueron?

- Si Negrita, ya agarraron para el plantío, este año la cosecha será buena.

Terminó de desayunar sus arepas con cuajada y chocolate, como le gustaba. Se despidió de su madre con un beso y la bendición como era costumbre, desconociendo que esa sería la última vez que vería a su madre. Pasó por la siembra y saludó a su papá y a sus tres hermanos, ella era la única mujer de la familia, por ende era la consentida.

Recién había cumplido los 24 años y estaba feliz porque para su último semestre, le habían propuesto un intercambio estudiantil, que con el apoyo de su familia aceptó.

Al llegar a la universidad, se dirigió directamente a la oficina del decano de su facultad, para entregar la última documentación que requerían.

- Muy bien, ya con esto, lo más seguro es que la llamen para legalizar los tiquetes...

- Señor rector, nos informan que en el pueblo La Esperanza hubo una masacre, asesinaron a varios campesinos. - dijo la secretaria que ingresó irrumpiendo de manera abrupta. - Le pido por favor me deje ir, mis padres viven allí.

Sandra se puso en pie y salió corriendo de aquella oficina, la secretaria que venía corriendo detrás de ella le dio alcance y ambas tomaron un taxi para que las llevara a donde tomaban la flota intermunicipal. Casi dos horas después llegaron al lugar, cada una se fue a su casa, cuando Sandra llegó a la de ella, el escenario era el peor, en la entrada de la casona yacían los cuerpos de sus familiares cubiertos por sábanas blancas que estaban manchadas con un poco de sangre.

- AAAAAAH. - se dejó caer sobre sus rodillas al pie de los cuerpos sin vida. - Mamita, Papito, hermanitos... ¡Ay Dios mío! ¿Por qué?

El teniente que comandaba el pelotón que estaba allí, la levantó del suelo. Eran hombres de acero, sin embargo, aquella escena les quebró el corazón.

Muy lejos de ese lugar, para ser más exactos, en París Francia, un hombre lobo se hallaba molesto, insultando a su asistente.

- Maldita sea, no entiendo quién mierda te contrató, solo sabes exhibir tus pechos como si pudieran interesarme.

- Lo siento señor, yo... yo...

- Yo, yo, puras excusas, mejor recoge tus cosas y lárgate, de verdad que no quiero seguir viendo tu rostro.

La pobre muchacha salió a velocidad del lugar, hecha un mar de lágrimas. Ese hombre tenía un rostro precioso, pero un carácter horrible. Cuando entró a trabajar se imaginó que conquistaría a ese monumento de hombre, pero se topó con la realidad, el hombre era una pared de hielo, totalmente insufrible y odioso.

- ¿Otra más que se va? - pregunta Ernest con diversión.

- No entiendo porqué les cuesta tanto dedicarse a su trabajo, si se dedicaran a trabajar tan bien como se dedican a tratar de conquistarme, sería excelente. - responde ya malhumorado.

- Eso te pasa por ser caribonito. - se burla el rubio.

- Me hubiera gustado tener tu fea cara.

Ernest coloca su mano derecha sobre su pecho, haciéndose el indignado.

- Hieres mis sentimientos, querido primo, ya no te prestaré a mi dulce secretaria.

- Sabes que si lo harás, mejor vamos a almorzar, esa irritante mujer me dio hambre.

Los dos hombres apuestos salieron de la compañía para ir a almorzar a su restaurante favorito.

En el pueblo La Esperanza, una muchacha lloraba su irreparable pérdida, había quedado sola en el mundo, era preferible que ella también hubiera muerto a manos de esos desgraciados, se preguntaba qué iba a ser de ella ahora, no se podía quedar en ese lugar pues seguramente iba a ser blanco de los insurgentes.

El sepelio se llevó a cabo entre el llanto desgarrador y los lamentos de las personas que perdieron a sus seres queridos. Solo Sandra se mantenía como en el limbo, su mirada estaba perdida como si hubiera perdido su alma.

Días después el decano la mandó a llamar y le habló del asilo político que había gestionado con su cuñado que trabajaba para la embajada francesa y debido a que la chica podría sufrir amenazas, con un poco de influencia de ambos hombres, consiguieron el asilo en menos de 7 meses, ya la universidad donde se iba a realizar el intercambio estaba al tanto de la situación de su nueva estudiante, así que también intervinieron.

Así fue como Sandra Jaramillo viajó rumbo a Francia, dejando atrás todo cuanto conocía, no llevaba nada más que su maleta y el retrato familiar que su mamá tenía en la mesita de centro del juego de sala. Lágrimas silenciosas brotaban de sus ojos, por el peso del dolor que llevaba en su pecho.

Sébastien Laferté y SandraJaramillo.

Un nuevo país, una nueva cultura.

Al bajar del avión se dirigió a la sala de equipajes, reclamó su pequeña maleta y salió a la zona de taxis, nadie la esperaba, debía llegar directo a la universidad y desde allí se le ubicaría. Cuando llegó a su destino agradeció al taxista luego de pagar el precio dado. llegó hasta la entrada principal y preguntó por la decanatura de su carrera, una mujer pelirroja y de ojos de un color ámbar extra claro la atendió, le dijo hacia donde debía ir, así lo hizo, caminó por un rato hasta que dio con una puerta que indicaba que era justo el lugar que buscaba. Una vez dentro, el decano le preguntó algunas cosas básicas, pero se quebró en el momento en que el hombre mayor le preguntó por su familia, causando la preocupación de este.

Después del episodio, le dio un acompañante guía que se encargaría de llevarla hasta su lugar de residencia.

Cuando se vio sola, sin nadie a su alrededor, ni nadie a quien llamar para informarle que había llegado bien, se dejó caer al suelo y lloró con todo el dolor que embargaba su alma en esos momentos.

¿Cómo iba a sobrevivir ante ese dolor tan inmenso?

¿Cómo iba a poder levantarse cada día para toparse con la triste realidad?

No, ella no sobreviviría, ella era solo un cuerpo sin alma, ya nada valía la pena. Con ese último pensamiento se quedó dormida.

Entonces tuvo un sueño, vio a su Amita, como le decía a su mamá y también vio a su Taita y a sus hermanos, se veían radiantes y felices.

- Amita, ¿por qué no me llevaron con ustedes? - preguntó con grosas lágrimas.

- No mi guámbita, aún no nos puedes acompañar, pronto vas a conocer la razón que vas a tener para seguir adelante.

Sus padres y sus hermanos le dieron un fuerte abrazo y se alejaron de ella, siguiendo un camino real, quiso seguirlos, pero no pudo atravesar la pared invisible que al parecer la separaba de ellos.

Abrió los ojos que se llenaron con la luz del sol. Era verano, así que había cielo despejado. Se puso de pie y se fue al baño, luego se puso ropa de salir, una vez lista salió a buscar empleo, recorrió todo el día varios lugares sin resultados. unas tres semanas después, una amiga que había hecho, la recomendó con el padrastro de su novio, aunque el tipo resultó ser todo un cretino y viejo verde, solo duró dos días pues al sentir la mano del tipo colarse por debajo de su falda lápiz, lo bañó con café caliente.

- Eso es para que mantenga sus asquerosas manos quietas... gran hijueputa. - eso último se lo dijo en español.

Salió del lugar con la rabia elevada a la cabeza, quería devolverse y patearle justo en la entrepierna. Lo peor de todo es que tendría que buscar nuevamente empleo, solo esperaba que ya no le tocara otro pervertido degenerado viejo verde.

Sébastien llegó a la manada tarde de la noche, por suerte, iba y venía en helicóptero, cosa que le hacía el viaje más rápido, con el tiempo justo para llegar a la cena, aunque ese día todo había sido un caos, pues al no tener asistente le tocaba hacer la mayoría de las cosas solo, aunque en otras tantas lo ayudaba la asistente de su primo Ernest.

Subió las escaleras sin muchos ánimos, una vez dentro se quitó el traje hecho a medida, quedando solo con su boxer, se fue al baño y se metió bajo la regadera para darse una ducha helada, le gustaba la sensación refrescante que le produce el agua helada.

Conociéndose.

... por favor mamá, yo no tengo tiempo para esas nimiedades, hay tres compañías de las que debo estar pendientes.

- Eres un insensato, tu prioridad debe ser el bienestar de tu manada, es lo que debe realmente importante.

- Hijo, tu mamá tiene razón, ya es tiempo que te des a la tarea de buscar a tu destinada, mira a tus primos, salvo Ernest, ese es otro grano en el culo igual a ti, no saben de lo que se pierden. - dice Beneditte apretando la nalga de su amada y guiñéndole el ojo de manera coqueta.

- ¡Ay por la diosa! ¿Pueden dejar sus demostraciones de afecto delante de mí?, es traumático.

- Cuando tengas a tu mate, comprenderás por qué no puedo dejar mis manos quietas cuando estoy cerca a tu madre.

Sébastien rodó los ojos con fastidio, sus padres ya eran un caso perdido con eso de las demostraciones de amor.

- La próxima semana debes viajar a Suiza, a la manada de tus tíos, es fundamental que todos vean que cuentan con el apoyo del alfa real. - le dice Antonietta.

- Sí mama, ya lo sé, tengo todo listo para el viaje. Solo espero que mi nueva asistente llegue mañana para poder dejar todo organizado... - larga un suspiro - solo espero que no sea igual de inepta que la anterior, ni tampoco pretenda seducirme.

- Al paso que das, me temo que tendré que esperar muchos siglos para ver a un solo nieto mío. Beneditte, mejor vamos a casa y encargamos a un par de cachorros que si nos hagan abuelos.

La pareja salen tomados de la mano, dejando a un Sébastien perplejo, ya incluso cree que se ha vuelto alérgico al amor por culpa de sus padres, sus tíos y sus abuelos.

El resto del día se la pasó entre reuniones y llamadas, por fortuna Sashi la secretaria de su primo Ernest le colaboró.

Al regresar a la manada se fue directo a su habitación, no quiso cenar, solo tomó un jugo y se fue a dormir, ya mañana sería un nuevo día.

Sandra abrió los ojos, un día más que abría los ojos, no había nada en el mundo que le hiciera pensar que valía la pena despertar cada día, resignada se levantó de la cama, se fue al baño y se dio una ducha, luego tomó un conjunto de saco oscuro y blusa blanca, pantalones altos hasta la cintura, no tenía una figura muy curvilínea, más bien parecía una niña en la pre-adolescencia, sus pechos era pequeños y era bastante delgada, con su estatura de 170 cms, podría pasar por alguna de esas modelos de pasarela de alta costura.

Ingresó al edificio y se presentó, la recepcionista como pudo le indicó donde queda la oficina del CEO. La pobre se hallaba pegada al teléfono dando pequeños brincos por los regaños recibidos al otro lado de la línea.

- Sube pronto por favor, ese hombre está insoportable porque aún no has llegado. - le gritó desde la recepción.

Al entrar en el ascensor miró su reloj de mano y vio que aún faltaban 15 minutos para su entrada al trabajo. Dio un suspiro y se mentalizó, no podía perder ese empleo también, ya no le quedaba mucho dinero y pronto tampoco nada de comida.

- ¿DÓNDE CARAJOS ESTÁ LA NUEVA ASISTENTE? ES UNA FALTA DE RESPETO LLEGAR TARDE. - rugía el alfa.

- Buenos días señor Lafertè. - saludó con su seriedad habitual desde que perdió a su familia.

Un delicioso olor a canela y miel invadió las fosas del lobo, que al voltear se topó con la criatura más hermosa ante su vista.

- ¿Quién carajos eres? - trató de parecer y sonar neutro, cuando la verdad era que su lobo quería saltarle encima a esa humana flaca - ¿Quién te dejó pasar?

- Mi nombre es Sandra Jaramillo y soy su nueva asistente. - contestó parca.

- Parece que aún vas a la secundaria, además que llegas tarde.

- No asisto a la secundaria, tengo 24 años y no llego tarde, aún faltan 10 minutos para que comience mi turno. - su rostro se veía inexpresivo, al igual que su esencia, que no mostraba ningún signo de sensación alguna.

- ¿Me estás queriendo decir que soy un mentiroso? - preguntó frunciendo su entrecejo.

- No señor, pero son asuntos que se deben aclarar.

- Muy bien, vaya a su escritorio, allí hay una carpeta de color verde, le pido que me la traiga, también trae la tablet, allí es donde reposa mi agenda.

Sin decir más nada, la trigueña giró sobre sus pies y salió a buscar lo pedido por el hombre más hermoso que había visto en su vida.

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