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Memorias Del Corazón

Límites de Adenel.

Athena.

Desde que nací solo he sido criada y preparada para cuando tenga la edad suficiente y pueda casarme con el príncipe de su elección, y en verdad me rehusó a tener esa vida por ellos...

Tenía tan solo unos días de haber cumplido dieciséis años, cuando me escondí en lo más recóndito del castillo porque había escuchado una pequeña charla de mi madre y mi padre, diciendo que ya tenía la edad suficiente para buscarme al mejor pretendiente.

Me escondí durando en ese lugar más de una semana, comiendo frutas guardadas de las grandes reservas, hasta que una doncella por error mio me vio y aunque le pedí que no dijera nada, fue imposible, ya que le deben lealtad a los reyes.

Cerro la gran puerta de madera y solo espere a que mi madre apareciera para reprenderme, pero al escuchar los gritos, sabía que quien venía, era mi padre, el temido rey Alev.

— ¡Athena, levántate!— lo hice con mucho miedo hasta que sentí una gran bofetada— sé porque has hecho esto niña y créeme que nada detendrá esta unión.

Suspire asintiendo al borde de las lágrimas, me agarro del brazo tan fuerte que mi piel pálida estaba enrojecida, salimos de las reservas y bajo la mirada de las doncellas y plebellos mi padre me llevó hasta el dormitorio de mi madre.

Al abrir las puertas me aventó y sin poderlo evitar caí al suelo— ¡Daneiya! , espero que reprendas a esta niña insolente— solo asintió mi madre ante el pedido de mi padre.

Cuando salió el rey, me levante del suelo con mis lágrimas en mis ojos y parte de mis mejillas hasta que otra bofetada resonó justo en mi otra mejilla y en esta ocasión quien me la daba era mi madre quien se le notaba la molestia por haberme ausentado del castillo por más de una semana.

— ¿¡porque no puedes ser como tu hermana Leiya!?, ella tiene un maravilloso esposo, unos bellos hijos y una envidiable vida — tragué saliva teniendo mi vista puesta en el suelo mientras negaba— ¿¡por qué!?— grito nuevamente me jaloneo hasta darme otra bofetada.

— ¡jamás seré como mi hermana!, madre yo no quiero esto para mí, quiero ser libr… — y antes de poder haber intentado terminar mi frase nuevamente me dio una bofetada.

Salimos de su dormitorio hasta llegar al mío, me obligó a entrar para después cerrar las grandes puertas con llave y solo escuche su voz tras ellas.

— es por tú bien hija mía, saldrás de tu dormitorio hasta que sea el gran día— recosté mi cabeza sobre la puerta hasta caer al suelo.

Y sin retenerlas más, mis lágrimas salieron a placer, pero aun así no me daría por vencida si era necesario defenderia mi honor y lo haría sin dudar aunque caiga sobre mis hombros la furia de mi padre.

Las semanas avanzaron cuando una de las doncellas entró a mi dormitorio.

Mientras ella preparaba la tina para bañarme en total silencio, me di cuenta de que las puertas estaban abiertas de par en par y sin pensar salí corriendo, baje aprisa las extensas escaleras hasta salir del castillo.

Y solo silbé viéndolo trotar hacia mí dirección, a Elmet mi corcel, lo monté jalando la rienda para qué andara y mientras seguía avanzando escuché el grito de mi madre llamarme, pero seguí mi camino sin mirar atrás.

Y cuando estaba por cruzar los límites de las tierras de Adenel los guardias del castillo se cruzaron en mi camino haciendo que Elmet se asustara, alzó sus patas delanteras y provocó que me cayera al suelo árido.

Me levanté sacudiendo mi vestido cuando vi a papá bajar de su caballo con su rostro ensombrecido, me tomó con fuerza de mi brazo ejerciendo más presión — ¿¡porque no eres como Leiya y te comportas como la princesa que eres!? — rode mis ojos intentando zafarme de su fuerte agarre.

— porque yo quiero vivir, ser libre, quiero encontrar quien me ame de verdad, padre nunca seré como Leiya, porque yo soy Athe…— pero no acabe de decir mi gran discurso cuando me dio una muy fuerte bofetada.

—¡cállate!— me aventó hacia uno de los guardias— ¡Llevadla al castillo y custodien su dormitorio!.

Y después del recorrido por las tierras entramos al castillo subimos las escaleras y nuevamente me encerraron en mi propio dormitorio, con los guardias fuera de mi puerta y mi único contacto con el exterior serían las doncellas quienes se encargarían de traer los alimentos para mí...

...Athena Ortrike...

Defenderé mi honor.

Athena.

Los días habían avanzado, pero en una mañana por esas puertas entro mi mentor quien había regresado de su largo viaje, al verlo me alegro mucho y sin decir palabra solo me saco del dormitorio.

Al estar solos en la biblioteca no espere más y lo abrace con mucha fuerza —gracias por regresar, te extrañe.

Sonrió de lado asintiendo—yo también pequeña.

Nos quedamos en silencio y solo volvimos a retomar las clases que hace meses no tenía por su partida, al terminar tomo mi mano y me llevo a las afueras del castillo, subimos al carruaje yendo colina arriba.

Su actuar en verdad era muy extraño —Liceo, ¿a dónde vamos? —solo me vio y sonrió, el carruaje se detuvo abrió la puerta y me ayudo a bajar.

— ¿recuerdas aquella vez que me pedías que te enseñará a empuñar una espada? — abrí mis ojos y solo asentí — entonces, hoy es el día princesa— del carruaje saco una espada y me la dio— hoy olvidemos linajes, aquí solo serás Athena, la princesa guerrera, así que en guardia.

Sonreí mientras él desenfundaba su espada y se puso en guardia: las horas habían avanzado, estaba sudorosa, cansada, pero con una gran satisfacción de haber aprendido lo que por años le había pedido a mi mentor, pero por órdenes de mi padre siempre se me fue negada mi petición.

Al terminar mi mentor guardo las espadas y subimos nuevamente al carruaje para ir de regreso al castillo— Liceo, ¿sabes que con esto estás desafiando a mi padre?.

— lo sé princesa, pero este será nuestro secreto, claro mientras dure— asentí volviéndolo a abrazar—y estaré tranquilo, porque sé que te defenderás ante cualquiera.

— gracias Liceo— al llegar bajamos del carruaje y mi madre ya estaba a nuestra llegada.

— ¿dónde estaban?— camine a ella y la abrace, pero de inmediato me alejo —¡rayos!, Athena apestas a establo, por favor alístate para la cena.

Solo asentí despidiéndome de mi mentor y entre al castillo, y después de haberme aseado, me puse mi vestido y salí para encontrarme con mis padres, me senté en la mesa, sirvieron el banquete y solo comí mientras mi padre volvía a hablar sobre buscar un hombre de buen linaje.

En verdad ya este tema me estaba cansando, yo aún era muy joven para esto, respire hondo y me levante viéndolos a ambos.

— ¡no lo acepto padre!— tenso su mandíbula, se levantó dando un fuerte golpe en la mesa.

— yo no estoy a la espera de que tú lo aceptes, Athena tú te casaras por el bien de tú pueblo— se acercó a mí hasta tomarme de los brazos— no me desafíes niña, ahora, ¡largo!.

Me asusté por su fuerte grito y solo me fui corriendo hasta mi dormitorio, no pasó mucho tiempo cuando se escuchó que alguien cerró las puertas y nuevamente estaba cautiva.

Suspire por lo que sucedía, pero así me lleve la vida encerrada no me detendré y pelearé aunque todo vaya en contra de mí.

Por fortuna Liceo había dejado bajo mi cama la espada qué me había dado esta tarde, no sé en qué momento entraría, ni como lograría traerla sin qué nadie lo viera.

Pero aun así agradecía, así que me quite el incómodo vestido cambiándolo por unos pantaloncillos qué había hurtado y solo comencé a practicar los largos días, ya que esas puertas solo se abrían para traerme comida o cuando las doncellas preparaban la tina para asearme.

Mi habilidad era más rápida y mi destreza cada vez más perfecta, hasta que esas puertas nuevamente se abrieron solo para darme la noticia que hoy serían los juegos.

Mi madre personalmente me arreglo, salimos del castillo para llegar al coliseo, y solo dieron inicio a los juegos de arquería y espadas.

Pero cuando ya quedaban solo tres caballeros los cuales se disputarían mi mano, no pude soportar más y era hora de parar todo, aunque las consecuencias fueran atroces.

Bajamos los tres del balcón para estar más cerca de los caballeros, y al pasar por la fila de guardias atras de ellos se encontraba mi mentor quien solo me sonrió asintiendo.

Y cuando comenzaron a pelear, vi venir a Liceo quien me aventó la espada tomándola en el aire e hice lo que tenía que hacer— ¡por mi honor! — grite mientras empuñaba mi espada e iniciaba esta batalla junto a mi mentor, peleábamos con destreza ambos.

Veía de vez a mi padre quien solo observaba todo lo que estaba pasando, estábamos a punto de ganar cuando al girar para darle la estocada final sentí un corte profundo en mi brazo el cual me hizo gritar de dolor.

Al levantar mi vista era uno de los guardias del castillo y sin verlo venir me tumbo al suelo mientras su espada apuntaba directo a mi cuello.

— ¡ya basta!— grito mi padre mientras sostenía su espada y se acercaba a Liceo quien estaba igual que yo— jamás debí dejarte qué regresaras, esto es alta traición y se paga con sangre.

Y antes de que papá hiciera algo, Liceo volteo a verme, ladeo sus labios mostrando una pequeña sonrisa y solo asintió — ¡se libre Athena!.

Mi padre empuñó su espada hasta enterrársela en un costado— ¡nooooo! — volteo a verme y de un rápido movimiento paso su espada por su cuello hasta que cayo su cuerpo sin vida de mi mentor.

Se acercó a mí y me levantó con fuerza enterrando sus dedos en mi herida — no sabes lo que has provocado con tu estupidez— me dio una fuerte bofetada que me hizo perder el equilibrio — ¡llévensela!.

Me levantaron los guardias y pase por un lado de mi madre quien solo me veía sin ninguna expresión.

Entramos al castillo hasta llegar a mi dormitorio donde los guardias buscaron en cada rincón de ella solo para llevarse mi espada, cerraron las puertas y nuevamente estaría prisionera a la espera de la furia de mi padre.

Justas.

Athena.

Los días habían pasado y con ello una guerra se avecinaba, donde mi padre salió junto a todos los guardias para defender el reino.

Los días seguían y solo por la astillera a lo lejos podía observarse las oscuras humaredas dándome a entender que la batalla nos alcanzaría tarde o temprano.

Suspire porque por querer o intentar ser libre provoque las enemistades de los hombres que querían mi mano: me senté en la cama cuando mi madre entro por esas puertas, estaba muy apurada y su rostro reflejaba preocupación.

— ¡levántate, tenemos que irnos ahora! — al darse cuenta de que no reaccionaba se acercó a mí y me jalo— estarás feliz, por mi honor.

Solo negó y su manera de decir las palabras venían cargadas de ironía, me levanté y salí tras de ella rodeada de guardias.

Al estar a las afueras del castillo venían caballos a nuestra dirección, caballos que no reconocía como nuestros, mi madre estaba paralizada viéndolos venir, los guardias nos escudarón y todo estaba pasando tan rápido.

Mientras veía a cada caballero caer para protegernos, reaccione e intente llevar a mi madre adentro, pero guardias aparecieron de no sé donde y antes de que pudieran lastimarnos.

Levante con rapidez una espada y comencé a pelear por nuestra vida, pero eran más fuertes y más hábiles que yo y de la nada comencé a sentir un dolor profundo en mi costado.

Caí al piso viendo mi vestido teñido, con mis manos toque mi costado intentando detener el sangrado, levante mi vista y a mi alrededor todo era caos, mi madre no estaba y sentía temor que algo le sucediese.

Comencé a sentirme cansada hasta que mis ojos por un instante se cerraron, y cuando los volví a abrir estaba en mi dormitorio y junto a mi, mi padre.

Quien solo me observaba sin decir una sola palabra —padre, yo... — y antes de poder decirle algo senti su fuerte mano en mi mejilla, solo negó levantándose de la cama.

— ¡cállate!— grito con furia—no hables, necesitas descansar Athena— asentí mientras él solo se alejaba— fuiste valiente e irracional, pero esto que hiciste no es propio de una princesa porque no te olvides que eres la princesa Athena del reino de Adenel y como tal desde ahora te comportarás.

Y al decir eso entendí que mi padre seguiría en busca de quien me despose, suspire y solo lo vi salir.

Pasó el tiempo aún estando bajo llave, viendo solo los bellos días por la astillera, mi herida ya había sanado.

Hasta que el día menos pensado mi madre atravesó esas puertas con una gran sonrisa.

— Athena, en este día tu padre te solicita, sabes que hoy será el gran banquete en tu honor— asentí sin el más mínimo de ánimo, levantándome de la cama.

— si madre, estaré lista— asintió viéndome por algunos segundos y salió de mis aposentos.

Suspire, por qué sabía que ese tal banquete en mi honor como lo decía mi madre o el rey Alev era solo el inicio para que compitieron nuevamente entre sí los mejores caballeros en las justas para obtener mi mano y la aprobación de los reyes de Adenel.

Y entendí que es tradición, ya que mamá y todas las mujeres de la familia han pasado por lo mismo, compiten y el ganador tendrá el gran honor de desposar a la princesa.

Sigo sin quererlo, pero aunque siga oponiéndome, el rey Alev hoy ya ha tomado la decisión para el resto de mi vida; suspiro viendo por la astillera de mi dormitorio cuando escucho las puertas abrirse nuevamente y son las doncellas.

Preparan la tina de baño, mientras una de ellas me ayuda a quitarme el vestido, al entrar a la tina me doy un baño rápido impidiendo que las doncellas me bañaran, nunca me ha gustado, pero al decirles "NO", las metería en un gran problema con mi madre, al salir seque mi cuerpo y me ayudaron a ponerme el vestido de gala para esta tarde.

Era inmenso y demasiado pesado, ataron mi corsé ajustándolo con fuerza hasta prácticamente dejarme sin aliento y lo hacían por pedido de mi madre, ya que una princesa, como ella siempre me decía, debía lucir una diminuta cintura.

Sigo sin entender el porqué de tan gran sacrificio, aguantar el dolor, el aliento, el hambre y el no poder sentarte correctamente, solo para que un caballero se fije en ti y te despose solo por acuerdos y te llene de hijos.

Bajo las inmensas escaleras con toda cautela, ya que el vestido me impide verme los pies o el suelo, al bajar el último peldaño una mano sujeta la mía dejando un beso en mi dorso.

Al verlo hago reverencia, ya que mamá me está observando a distancia.

— bello día, princesa Athena — asentí retirando mi mano de la de él– puedo asegurarle, que hoy tendré su mano.

— bello día, caballero...— me quede en silencio al no saber su nombre.

— Besimir de Isemfort— asentí forzando mi mejor sonrisa.

Y al no tener más que decir, volví a hacer una pequeña reverencia y salí del salón hasta entrar a la sala donde estaba mi madre reunida con tres mujeres.

Me senté a su lado, era muy cansado, ya que tenía que mantener una postura para que no me lastimara e hiciera heridas dolorosas en mi vientre.

Cuando termino la pequeña reunión, caminamos a la salida, subimos a los carruajes para ir al coliseo, mi pulso era acelerado, porque en esta noche anunciaría mi padre después de todo al ganador y aunque no quisiera sería mi futuro esposo.

Al bajar caminamos a los palcos teniendo una vista panorámica del lugar, me senté al lado de mi padre y al otro extremo estaba mi madre.

Tocaron las trompetas anunciando el primer combate de las justas, dieron los nombres de los caballeros y dieron el inicio, paso el tiempo viendo combate tras combate hasta que el ganador inevitable de las justas era Besimir, el príncipe de Isemfort.

Al llegar al castillo el banquete estaba listo y solo vi a las personas comer, ya que mis nervios y este corsé me lo impedian, hasta que mi padre se levantó del trono y el bullicio que había en el gran salón se disipó muy rápido.

Alzó su copa viendo una gran sonrisa en su rostro — tengo el gran honor de anunciarles la unión de mi hija, la princesa Athena y el príncipe Besimir, el caballero y príncipe de Isemfort.

Las personas aplaudían con alegría, mi madre me vio y prácticamente entendí lo que quería decirme, me levante y al bajar el primer escalón la mano del príncipe Besimir aguardaba por mí.

Hice una pequeña reverencia ante su presencia, él solo me vio fijamente, tomo con fuerza mi brazo y me llevo a su lado acercándonos con mi padre quien solo tomo nuestras manos alzandolas frente a todos y siendo el comienzo de la verbena por el próximo casamiento e inicio a una horrible vida junto a él.

...Besimir príncipe de Isemfort...

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