Los Alfas son animales locos y obsesivos.
Dotados de gran fuerza, inteligencia, poder, nacidos para triunfar, muy requeridos por lo que representaban, tener un Alfa dominante en la familia traía prestigio, por lo que todos buscaban tener uno dentro de su familia, con ellos tenían un futuro asegurado.
Pero solo eran animales que disfrutaban oprimir con sus malditas feromonas, aplastar al género más débil, controlar, apoderarse, usarlos, y si no les era de utilidad, los dejaban abandonados sin importarles el dolor que causaban, y todo era culpa del omega, ser un omega recesivo era lo más bajo que se podría llegar a ser.
Si no se tenía la protección y apoyo de la familia, un omega recesivo quedaba a merced de estos animales, y la sociedad en sí misma era igual.
Este era un mundo cruel con ellos, pero él no estaba de acuerdo, todo era posible, todo se podía cambiar, el único culpable parecían ser las feromonas y él podía cambiar eso.
Además, era divertido jugar con ellos, este era un nuevo paraíso que pedía a gritos ser investigado, que pedía que alguien controle a esos animales llamados Alfa, que pedía libertad para los omegas, él iba a hacerlo, él podía jugar con ellos, la vida le había otorgado este gran regalo y no iba a desaprovecharlo.
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Siempre se había preguntado como se sentiría flotar, dejar caer tu cuerpo libremente sin ninguna atadura y ser capaz de retornar a voluntad, si había algo de lo que se arrepentía, era de no haber llegado a ese punto en su investigación, explorar hasta donde podía ser capaz de llegar el cuerpo humano.
Otra conjetura que lo molestaba, era saber que sucedía después de la muerte, ¿desaparecería?, ¿volvería a nacer?, ¿reencarnaría en algún animal?, ¿iría al cielo o al infierno?, si eso sucediera, tal vez encajaría en la última opción, no por nada era llamado, El monstruo de laboratorio sin corazón, y él creía que se lo merecía, había ayudado a muchas personas con su investigación, pero también había hecho mucho daño para llegar a ello.
Al final, fue asesinado antes de que pudiera mostrar al mundo su más grande trabajo, fue llamado inhumano, aberrante y loco por dar a conocer la mezcla de sangre entre especies animal y humana, así que decidieron que lo mejor era acabar con su vida.
Lo único que pudo sentir después de su muerte, fue su cuerpo caer a un vacío, luego se volvió más ligero como si se tratase de una pluma cayendo, y en algún momento solo quedó su alma, no tenía forma ni voz y todo estaba en completa oscuridad.
Ya resignado a quedarse ahí, de repente fue absorbido por una gran fuerza.
Como si hubiera recuperado la respiración después de haberse estado ahogando, se levantó de un brinco sentándose sobre la cama.
Con la respiración agitada, miró a su alrededor tratando de entender lo que sucedía, sin poder respirar adecuadamente, se quitó la mascarilla de oxígeno que obstruía su respiración.
Captó rápidamente de que lugar se trataba, era una habitación de hospital, se preguntó si acaso había sobrevivido y fue traído aquí, pero no había nadie a quien preguntar, estaba completamente solo.
Se quitó la intravenosa del brazo y sintió un leve dolor en las muñecas, levantó ambas manos para ver que sucedía, sus muñecas estaban envueltas en vendas blancas.
“¿Cuándo sucedió esto?”, se preguntó consternado.
Al mirar sus manos con detenimiento, se dio cuenta de que era diferente, una piel joven y tersa, no recordaba ser tan joven.
“¿O me cocieron otras manos?”
Eso explicaría el dolor y vendajes en sus muñecas.
Sin esperar más, se dirigió hacia el baño para cerciorarse, algo era diferente.
Con pasos débiles entró al baño y se asomó al espejo, a quien se encontró en el reflejo no era él, un rostro diferente y joven seguía los movimientos que hacía.
“¿Qué es esto?”, se preguntó a si mismo.
Como investigador, creía que todo era posible, pero esto era extraño, si hubiera renacido, sería en un nuevo ser, no en un cuerpo que al parecer ya tenía una vida.
Al volver a la cama de hospital, tomó la cartilla que contenía su información como paciente.
Nombre: Aiden Allen.
Edad: 25 años.
Genero: Omega masculino recesivo.
Motivo de ingreso: Autolesión.
Era una gran coincidencia que tuvieran el mismo apellido, de todos modos, estaba acostumbrado a ser llamado por su apellido y no por su nombre, pero lo curioso era la palabra omega que se usaba para describirlo.
“Genero Omega recesivo”, repitió esas palabras varias veces, evidentemente no se trataba de algún rango, era más como una clasificación.
“Oh, Ja ja ja ja ja, no puede ser”
La estrepitosa risa hizo eco en toda la habitación, si era lo que pensaba, más que una oportunidad, esto era un regalo.
Asustada por la risa, la enfermera entró con cuidado a la habitación y se asustó al verlo ahí de pie riendo fuertemente como si hubiera perdido la cabeza.
Allen volteó a mirarla con una gran sonrisa en su rostro.
La enfermera se sobresalto y quiso salir para llamar al doctor, pero fue detenida por su voz.
“Es bueno ver a alguien finalmente, si no le importa, ¿podría traerme algunos libros sobre la evolución humana?, se lo agradecería mucho”
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Esto era más de lo que hubiera imaginado, hace un poco más de cien años los humanos habían evolucionado adquiriendo nuevos géneros, Alfa y Omega, independientemente de si se trataba de hombres o mujeres omega, ambos podían embarazarse.
Omega, signo de procreación, clasificado como el género más débil cuya utilidad era solo la reproducción, poseedor de feromonas que servían para ocasionar lujuria, con un ciclo de calor cada tres meses, siendo el más importante y requerido el omega dominante, capaz de dar a luz a un ser con buenos genes, contrario al omega recesivo, que era el menos requerido y usado solo para la satisfacción.
“¿Eso significa que soy discriminado?”, riendo nuevamente, Aiden se sintió absurdo, apenas había despertado en este cuerpo y ya era odiado por su género.
Continuó leyendo el libro que le trajo la enfermera, había varios datos interesantes, pero solo era una pobre recopilación, no se podía entender todo con tan poca información.
Cabe recabar que esta información era muy cruel con los omegas, contrario al género Alfa.
Alfa, signo de magnificencia, el género más fuerte, valorado y amado por todos, nacer como alfa era signo de gloria y prosperidad, poseyendo gran fuerza, inteligencia y sobresaliente por naturaleza, con un ciclo de calor llamado Rut cada seis meses, poseedor de un nudo en los geniales para asegurar la procreación.
“Oh, como un perro”, dijo riendo Aiden.
Era emocionante, no podía esperar para poner sus manos en estos especímenes nuevos para él y recabar más información.
El doctor quien entró en ese momento sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando lo vio riendo.
“Ajem, ¿cómo se siente?”, preguntó con cautela.
“Bien, realmente bien, como si hubiera vuelto a nacer”, con una gran sonrisa, Aiden dejó el libro sobre la mesita de luz.
“Pero quisiera asegurarme de algo, la verdad no me he sentido muy cómodo en este lugar”, dijo Aiden señalando su vientre.
“¿Podría tener un estudio completo?, sería bueno si tuviera una ecografía para sentirme tranquilo”
Tenía que ver su útero, quería verlo, si tenía uno, iba a estudiarse él mismo primero.
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Era sorprendente, increíble, inimaginable, casi como un caballito de mar, esta capacidad en un hombre de poder dar a luz y poseer un útero, era fascinante.
“¿Podría moverlo más allá?”
Dando indicaciones para que el doctor moviera el mando de la maquina de ultrasonido sobre su vientre descubierto, Aiden no pestañeo ni un segundo viendo todo con detalle.
Cuando notó un gran detalle en su útero, sonrió ampliamente extasiado.
Para evitar levantar sospechas no dijo nada, podía confirmarlo él mismo.
“No hay gran daño, es algo delicado, pero nada de lo que deba preocuparse”, dijo el doctor limpiando el gel sobre su vientre.
“Ya veo, gracias”
No recibió la ecografia como esperaba, pero podía esperar un poco más.
Las feromonas era algo de lo que también tenía curiosidad, en este mundo, era de gran importancia en Alfas y omegas, emitía cierto aroma, variante en cada individuo.
Trató de sentir su propio aroma, pero no sabía como emitirlo.
“Aún hay tiempo”, era joven y tenía bastante tiempo para realizar sus investigaciones.
Después de varios días, fue dado de alta, tenía dos cicatrices en las muñecas, una en cada lado.
“¿Qué pasó para que hicieras esto?”, preguntó al dueño del cuerpo.
Sabia que no obtendría respuestas, pero era una gran incógnita que debía resolver.
Antes de salir del hospital, tomó un baño y se cambió de ropa, solo había un cambio de ropa en una pequeña maleta, sin identificación ni un celular.
Tenía la intención de pedir algunos supresores para estudiarlos, lo había leído en el libro y quería tenerlos, pero le fueron negados.
“Ya tiene una receta especial para su condición, no puede adquirir más”, dijo el doctor negándose.
“¿Mi condición?”
“Mire, debido al desequilibrio de sus feromonas, solo puede tener una cierta cantidad de supresores bajo receta, si lo olvidó, es bueno recordárselo y no intente conseguirlos en las farmacias porque le será negado”, el doctor conocía a Aiden, podía llegar a abusar de los supresores al no soportar el dolor, ya había sido traído al hospital varias veces por eso y no quería tener más problemas.
“Vuelva a casa tranquilo y descanse”, le encargó el doctor por última vez y salió de la habitación.
Cuando estuvo afuera realizó una llamada.
“Si, acaba de ser dado de alta, ahora está estable”
Después de informar rápidamente, colgó la llamada y volvió a su trabajo, era agotador y fastidioso tener que tratar con omegas problemáticos.
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“Desequilibrio de feromonas”, Aiden caminó hacia la salida pensando que tanto problema le traería eso.
“Si que tenias varios problemas amigo”, se dijo a si mismo.
Mientras caminaba, pudo ver a varias personas, parejas de hombres y mujeres mostrándose libremente, hombres con un gran vientre llevando un bebé dentro, no podía distinguir quien era un Alfa o omega, amenos que el omega tuviera un gran vientre o un niño que lo llamara mamá.
Tenía mucho que estudiar, pero ahora este era su paraíso.
En el momento que llegó afuera, un auto se detuvo frente a él, dos hombres corpulentos salieron del auto llamando la atención de los transeúntes.
“Entre al auto tranquilamente”, dijo uno de ellos.
Aiden los miró detenidamente volteando ligeramente la cabeza.
“¿No es lo adecuado presentarse primero?”, dijo sonriendo.
Su forma de actuar era ciertamente diferente, los dos hombres quedaron sorprendidos por su cambio y un poco asustados por su sonrisa.
“Señor Allen, será mejor que suba ahora”, dijo finalmente uno de ellos.
“Así que me conocen, supongo que me llevarán a casa, ¿cierto?”, preguntó sin parpadear.
Era claro que eran guardaespaldas, unos muy torpes si lo que querían evitar era llamar la atención.
Sin decir nada, uno de ellos abrió la puerta del auto indicándole que suba.
Esto era divertido, Aiden se preguntó que sorpresas más escondía el anterior dueño de este cuerpo.
Entró al auto riendo, los guardaespaldas se sintieron incómodos todo el camino a casa, con temor porque Aiden no dejaba de mirarlos fijamente y su risa era terrorífica.
Ingresaron al jardín de una pequeña casa, el lugar era bastante alejado en los suburbios.
Con algunos autos rodeando la casa, parecía más una prisión.
Aiden salió del auto observando todo a su alrededor, no era visible ninguna casa aparte de la que él habitaba.
“Creo que ahora puedo comprenderte un poco, a mi tampoco me gusta este lugar”, dijo hablando consigo mismo.
Los guardaespaldas se miraron asustados, pensando que tal vez el omega ya había caído en la locura.
“Adelante”, el guardaespaldas lo guio hacia la puerta.
Apenas entró, pudo sentir un ligero aroma en el aire, loción de bebé y leche, guiado por sus instintos, caminó hacia la habitación que se encontraba escaleras arriba.
Una habitación bien iluminada y cálida, con una pequeña cuna y muebles necesarios.
Acercándose a la cuna, pudo sentir como su corazón latía con fuerza, alegría, temor, ansiedad, todos esos sentimientos se apoderaron de su cuerpo sin que lo deseara.
Cuando fue visible el pequeño cuerpo recostado dentro de la cuna, Aiden empezó a temblar involuntariamente, lo había notado al ver su útero, este cuerpo ya había dado a luz y este pequeño bebé era su hijo, pero de alguna manera, era renuente a acercarse.
Siempre estar preparado para todo, eso es lo que siempre creía y así vivió toda su vida.
El hecho de haber sido asesinado no fue una sorpresa, despertar en este cuerpo no lo sorprendió en absoluto, ya sea que este soñando mientras esta en coma tendido en una cama de hospital, o si se tratase de otro mundo en el que está ahora, no era un problema, podía afrontarlo, podía disfrutar de esto.
Pero este pequeño ser dormido dentro de una cuna sacudió todo su cuerpo, todo en él lo reclamaba como suyo, como su hijo, su bebé, era extraño, porque aunque sentía ganas de abrazarlo no podía hacerlo, sentía temor, ansiedad, repulsión, y su cuerpo lo demostraba con temblores.
"Esto sí que es un gran problema", dijo riéndose de sí mismo.
Este cuerpo, el propietario original de este cuerpo parecía tener varios problemas, en especial con ese pequeño bebé.
Solo podía sentir impotencia, tal vez la llegada de este bebé no fue planeada, pudo ser forzada, pensó.
Después de todo, no parecía haber nadie más en la casa, pero definitivamente alguien se encargaba de cuidar del niño porque era evidente que él no podía.
"Y aun así no recibiste ayuda", se dijo a sí mismo, o más bien, al anterior propietario de este cuerpo.
No podía soportar quedarse en esta habitación por más tiempo y el bebé parecía no haber notado su presencia, ya que dormía tranquilo.
Sintió malestar en su cuerpo, todo empezó a revolverse dentro de él, todo era irritante, soltó la pequeña maleta que traía dejándola caer en el piso y corrió en busca de algún baño, la casa era pequeña, por lo que fue fácil encontrarlo, se agachó frente al retrete y vomitó todo lo que tenía dentro.
"¿Quién eres tú?", cuando entró al baño sintió que alguien lo seguía, una persona pequeña de pasos ligeros.
El joven empleado que se encontraba mirando desde la puerta se sobresaltó del susto.
"... Es bueno verlo Señor Allen", dijo en voz baja.
"So... solo quería saber si estaba bien", dijo asustado.
Claramente, no estaba bien, Aiden se sentó en el piso ya más relajado recuperando la respiración.
Se levantó lentamente y fue hacia el lavamanos para lavarse el rostro, levantó la cabeza para mirarse al espejo, la persona en el reflejo se veía demacrada.
"¿Trabajas aquí?", preguntó dirigiéndose al joven.
"... ¿Qué?, sí, trabajo aquí", respondió aturdido el joven, tenía muy en claro el estado del Señor Allen, no estaba bien, y era posible que olvidara cosas, aunque nunca se había fijado en su presencia.
Aiden imaginó que ese pequeño joven se encargaba de cuidar del bebé, y también de él.
Después de calmarse, lo observó con detenimiento, era un joven de baja estatura, con rasgos delicados, era un lindo joven con un aura tranquila.
"¿Omega?"
El joven empleado se asustó por su repentina pregunta y asintió con cuidado.
"¿Nombre?", preguntó Aiden sin dejar de mirarlo.
"Mi... Michael", respondió temeroso.
Aiden tenía algo muy en claro, los omegas eran personas bellas, como el joven que tenía delante de él.
"Bien, querido Michael, tengo un pequeño lapsus mental, así que no te sorprendas si notas algunos comportamientos diferentes en mí, es completamente normal"
Como no había nadie más en esta casa y esos hombres solo vigilaban afuera, podía trabajar con tranquilidad sin ser observado, y este pequeño omega no parecía ser un problema, pero debía asegurarse.
"Continua con tu trabajo y guíame a mi habitación", pidió amablemente con una sonrisa.
Michael asintió de inmediato, lo guio a su habitación y volvió a su trabajo.
Una habitación oscura, con solo una cama y un pequeño closet, muy diferente al resto de la casa.
Había una ventana que se encontraba cerrada, Aiden caminó hacia ahí y abrió la ventana para que los rayos de sol pudieran iluminar la habitación.
Cerca de la cama, sobre la mesa de luz, un diario llamó su atención, Aiden se acercó y abrió el diario al azar.
Los días parecen interminables, cada segundo es una eternidad, no puedo escucharlo más, no puedo soportar oírlo, cada llanto suyo es irritante, cada pequeño ruido que él provoca me causa ansiedad, siento que nunca podré llegar a amarlo aunque lo intentara con todas mis fuerzas, simplemente lo quiero lejos, porque todo sucedió por su culpa y no puedo soportar verlo.
En todos los años de su vida, nunca había cruzado por su mente tener una familia, su vida estaba dedicada plenamente a su trabajo, la investigación era lo que lo mantenía con vida.
Así que no comprendía el amor que se podía llegar a tener por un hijo, y parece que el dueño anterior de este cuerpo tampoco.
El diario era una recopilación de su vida.
Su vida después de quedar embarazado del pequeño bebé.
No creo ser capaz de superar este obstáculo, este cuerpo no me lo permite, siempre resentí la idea de haber nacido como un omega, a pesar de haberme esforzado en alcanzar mi meta, todo se me arrebato fácilmente por ello, por esta espantosa feromona que es parte de mí, por este cuerpo que no pudo resistir el deseo de un compañero.
Y al parecer todo fue mi culpa, soy el causante de lo que me ocurrió ese día, no tuve la fuerza suficiente para apartarlo de mí cuando recupere un poco de consciencia, no puedo compararme en fuerza con él, no puedo ganarle a un Alfa y me culpo por seguir deseándolo.
Como lo había pensado, el haber quedado embarazado fue por un ataque, uno muy cruel que acabó con él.
Aiden estaba más intrigado en lo que eran las feromonas, era igual que en los animales, pero había muchas cosas que eran desconocidas.
Dejó el diario a un lado, buscó en los cajones, y como había dicho el doctor, tenía una receta médica, algunos medicamentos comunes como pastillas y algo muy extraño que parecía un autoinyector.
Un supresor de feromonas para omegas, esto era lo que estaba buscando, Aiden inspeccionó la inyección de inmediato, necesitaba un laboratorio o una pequeña sala de estudio para llevar a cabo su investigación, además de muchos materiales.
"De aplicación fuerte", Aiden leyó con detenimiento lo que tenía escrito el supresor.
El contenido era parecido al que se utiliza cuando una persona tiene fiebre, no tenía mucha información, y la receta médica tampoco.
Cuando tomó una ducha en el hospital, pudo notar que su brazo y pierna izquierda tenían signos de haberse aplicado con frecuencia este supresor, pues estaban amoratadas y tenían signos de infección y lesiones.
Un cuerpo débil y delgado que parecía que iba a derrumbarse en cualquier momento.
Una vida llena de problemas.
Si quería permanecer en este mundo y realizar sus investigaciones, tenía que mejorar este cuerpo.
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Llegada la noche, Aiden bajó a la cocina, esta casa contaba con tres habitaciones, una suya, otra del bebé y la última del joven empleado Michael, al entrar a la casa se encontraba una pequeña sala de estar, y en el fondo la pequeña cocina con una pequeña mesa.
Aiden entró a la cocina y ahí se encontraba Michael con el pequeño bebé.
Su corazón latió de ansiedad apenas lo vio, quería escapar otra vez, pero no iba a permitirlo, no iba a dejar que este cuerpo le ganara a su determinación, tenía que recuperarse pronto y este era el primer paso.
En el instante que Michael lo vio, se sorprendió, tomó al pequeño bebé y quiso salir de la cocina apresurado.
"Está bien, no tienes por qué llevártelo", dijo Aiden con calma y una sonrisa.
Michael tenía miedo de que esto ocasionara algún malestar o ataque en Aiden, como solía suceder cuando veía al bebé.
Pero solo era un empleado y tuvo que obedecer, dejó al bebé en su silla de comer con cuidado y continuó preparando la cena, siempre cerciorándose de que el bebé estuviera bien.
Aiden tomo asiento en la pequeña mesa tranquilo, tenía una voluntad más fuerte que este cuerpo y pudo soportar quedarse ahí.
El pequeño bebé lo miró con curiosidad, era una persona que no conocía, pero le llamaba la atención. Aiden también lo miró, era un pequeño encantador.
"¿Cómo se llama?", preguntó dirigiéndose a Michael.
Michael lo miró con dudas y respondió lentamente.
"... Isaac"
"Isaac, ¿cuánto tiempo tiene?", preguntó Aiden mirando al bebé.
"Diez meses", respondió Michael.
"Es muy pequeño para tener esa edad", dijo Aiden observando a Isaac.
Michael solo se quedó en silencio y asintió.
"¿Qué hay de su otro padre?", preguntó Aiden.
El diario hacía referencia a un hombre quien había sido el que lo atacó.
"... No lo sé", respondió Michael, solo había visto al padre Alfa de Isaac una vez hace tiempo, cuando fue contratado para cuidar del bebé.
"Supongo que no tiene importancia, ¿verdad?", dijo Aiden mirando al pequeño Isaac con una sonrisa.
Si no había estado presente todo este tiempo, no era necesaria su presencia ahora tampoco.
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En una lujosa habitación de hotel, el gran Alfa se levantó de la cama mostrando su fuerte cuerpo desnudo, se dirigió hacia el baño y tomó una ducha.
Cuando salió, un traje limpio ya se encontraba listo sobre el lujoso sofá, mientras se vestía, una delicada mano apareció sobre su pecho, la persona que estaba durmiendo junto a él se levantó y lo abrazó por la espalda, mientras que con la otra mano cubría su cuerpo con una sabana.
"¿Cuándo podré volver a verte?", preguntó la mujer con una dulce voz.
"Te llamaré", dijo el Alfa, terminó de vestirse y salió de la habitación de hotel.
Cuando llegó a la salida del hotel, un auto lujoso lo esperaba, el chófer abrió la puerta de inmediato para que entrara, volvió al asiento del conductor y partió de prisa.
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