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Mi Destino es Amarte: El Contrato

Capítulo 1

Domingo, 7:43 de la mañana, Los Ángeles.

Elisa dormía plácidamente en su habitación, con el sonido de la lluvia cayendo afuera, pero el ruido de algo rompiéndose la despierta asustada. A continuación se escuchan algunos gritos y más cosas rompiéndose, lo que hace que Elisa salga de su habitación completamente aturdida. Al acercarse a las escaleras, ve la discusión de sus padres: Gisele se lanzaba con todo contra Eduardo, todo lo que veía por delante se lo lanzaba.

Gisele - ¡¿Cómo pudiste, Eduardo?!

Eduardo - ¡Perdóname, querida... no fue mi intención!

Gisele - ¡Perdonar las narices! ¿Te das cuenta de la estupidez que hiciste, desgraciado?

En ese momento estaba a punto de romper un jarrón de vidrio en la cabeza de su marido, pero en ese instante Elisa baja las escaleras e impide tal acto.

Elisa - ¡Mamá, para!

Gisele respira hondo y baja el jarrón, volviéndolo a colocar en su lugar.

Elisa - ¿Qué pasó con ustedes? ¿Por qué están peleando?

Eduardo - Querida...

Gisele - ¡Cállate, Eduardo, eres un sinvergüenza, un adicto!

Elisa no entendía la situación, ya que nunca había presenciado ningún tipo de discusión o pelea entre sus padres. Eso era nuevo para ella, sobre todo porque siempre había creído que los dos se amaban.

Elisa - ¿Me van a contar qué está pasando aquí?

Gisele - ¡Tu padre es un cretino, Elisa, un cretino!

Gisele lloraba de rabia. Elisa nunca había visto a su madre así.

Elisa - ¿Qué hizo, papá?

Eduardo - Elisa, hija... yo... lo siento mucho, pero... tienes que casarte dentro de unos días, ¡si no quieres ver a tu padre muerto!

Elisa se quedó tan impactada con la noticia que se pellizcó el brazo para asegurarse de que aquello era real, pues hasta el momento no estaba saliendo con nadie, y mucho menos era novia de alguien.

Elisa - No lo entiendo, ¿podrías explicármelo?

Gisele - ¡Tu padre lo perdió todo, hija, todo nuestro dinero se ha ido! ... Y ahora tiene una deuda millonaria, no tenemos cómo pagarla, pero, a cambio de no ser asesinado, ¡te ofreció a ti en matrimonio!

Eduardo - No tuve otra opción, hija mía, mi vida estaba en juego...

Elisa - ¿Cómo?

Eduardo, entró en el mundo del juego hace unos dos años. Al principio acertó y ganó un buen dinero. Creyendo que siempre acertaría, empezó a jugar todos los días después del trabajo. Con ello, empezó a volverse adicto y codicioso, apostaba grandes cantidades. La empresa de electrónica, que hasta entonces era bastante sólida, empezó a quedarse sin capital, llevándolo prácticamente a la quiebra. Vio la oportunidad de recuperar su capital, así que apostó lo que no tenía y acabó perdiéndolo todo.

Elisa no podía creerlo, así que soltó una carcajada.

Elisa - Papá, si te estás inventando todo esto para verme vestida de novia, te repito que...

Eduardo la interrumpe

- Es verdad, Elisa, y el único culpable de todo esto soy yo... Te confieso que soy un adicto al póquer. Todas las noches, al salir de la empresa, paso por un club con unos amigos. A veces gano, a veces pierdo, y es normal, ¡porque la suerte no siempre está de nuestro lado! Pero ayer fui demasiado ambicioso, estaba convencido de que iba a ganar, no sé qué pasó, había mucho dinero en juego y me juré a mí mismo que si ganaba sería la última vez...

Tras la clara explicación de Eduardo, a Elisa por fin le cae el veinte. Se siente traicionada por su propio padre, el hombre al que siempre admiró y del que se sentía orgullosa de ser hija.

Eduardo - El hombre al que le debo el dinero es el propio dueño del club, es un hombre muy poderoso, amenazó con matarme si no le pagaba en 24 horas, ¡pero no tengo todo eso, ni aunque vendiera la empresa y nuestra casa conseguiría esa cantidad! Sin embargo, me propuso un trato.

Gisele abraza a Elisa y ambas rompen a llorar. Elisa no tenía planes de casarse, sólo soñaba con graduarse en la facultad de letras, le encantaba leer y escribir, incluso tenía algunos borradores de posibles libros para publicar en el futuro.

Elisa - ¿Qué clase de trato es ese?

Aún llorando, pregunta.

Eduardo - Sólo tienes que estar casada durante un año, y ser sólo una esposa trofeo, ir a eventos, vivir con él... pero lo entenderé si no aceptas, no tienes que hacer esto por mí, el único culpable de todo esto soy yo, así que lo correcto sería que asumiera mis errores, y...

Esta vez, Elisa lo interrumpe.

- ¡Acepto!

Gisele - ¿Qué? No, no, Elisa, no vas a aceptar un disparate así, ni siquiera conocemos a ese hombre, probablemente sea un depravado, sin escrúpulos, un hombre de verdad jamás haría algo así. ¡Aunque a tu padre le encanta involucrarse con delincuentes!

Eduardo - Perdóname, hija, te prometo que trabajaré día y noche hasta conseguir todo el dinero, te prometo que no estarás casada con ese hombre mucho tiempo, dame sólo seis meses... eso, seis meses serán más que suficientes para que pueda reunir toda la cantidad.

Elisa - Estaba orgullosa de ti, papá, no escatimaba en elogios cuando me preguntaban por ti. Ahora veo que me equivoqué profundamente.

Las palabras de Elisa fueron como mil puñaladas en el corazón de Eduardo. Se sentía como una basura y sabía que todo aquello era consecuencia de su ambición. Si se hubiera detenido el primer día, nada de esto estaría sucediendo, pero no, el vicio pudo más. Cuando se dio cuenta, ya estaba metido hasta el cuello.

Gisele miraba al hombre con tanto odio, que ni siquiera su rostro cubierto de lágrimas la hizo sentir lástima. Si no fuera por la presencia de Elisa en la sala, ella misma ya habría acabado con su marido.

…----------------…

*

*

*¡Hola chicas! ¿Qué tal estáis? Espero que bien 😉😉. Chicas, aquí está mi nueva novela, espero que os guste mucho, por favor dadle like y comentad mucho, dejad vuestras opiniones para la nueva pareja...*

*Intentaré mantener 2 capítulos por día ❤️😘

Capítulo 2

Elisa solo tiene 20 años, sueña con convertirse en una gran escritora de novelas, desde muy joven ya mostraba su amor por la lectura, siempre se imaginó vivir un amor como el de los libros que leía, Elisa siempre fue una niña muy dulce y cariñosa, dueña de una belleza envidiable, a los 20 años aún era virgen, nunca había sido besada o tocada por un hombre, salvo por un único beso robado por un chico de la escuela cuando tenía 12 años, después de eso se dedicó únicamente a los estudios, hija única siempre fue muy mimada por sus padres.

(…)

Tras la turbulenta mañana, Elisa vuelve a su habitación y se encierra, indignada empieza a romper todo lo que pasó días escribiendo, jamás imaginó que su vida fuera a terminar así, es claro que quería casarse, formar una familia con hijos y un marido, pero no ahora y no de esta manera, soñaba con conquistar su carrera de escritora, ser conocida por sus novelas, poder llevar un poco de autoestima a sus lectoras a través de sus historias, pero se veía lejos de ese sueño.

Gisele llama a la puerta e insiste en hablar con su hija, sin embargo, Elisa no quería ver a nadie, necesitaba ese momento, a solas para llorar.

Gisele - Por favor, querida, ábreme.

Con mucha reticencia, Elisa se levanta, se seca el rostro, abre la puerta y vuelve a sentarse en la cama encogida abrazando sus rodillas.

Gisele - Hija, no puedo permitir una locura así, ¡no puedes casarte con un desconocido!

Elisa - ¿Qué quieres que haga, mamá? No puedo dejar que maten a mi padre, ¡sabiendo que podría haber ayudado!

Gisele — Tu padre está cosechando lo que sembró, ¡no pensó en ti cuando te entregó en matrimonio a un extraño!

Elisa se encoge aún más.

Gisele — ¿Te acuerdas de mi hermana, Teresa?

Elisa — Sí, ¿la que vive en Brasil?

Gisele — ¡Eso! He hablado con ella y le he explicado nuestra situación, ella nos va a ayudar mi amor, ¡hoy mismo voy a comprar nuestros billetes, mañana embarcamos para Río de Janeiro!

Elisa se queda pensativa con las palabras de Gisele, pero huir no es la solución.

— Me voy a casar, mamá, ya está decidido, no puedo cargar con la muerte de mi padre en mi conciencia, ¡jamás viviría con esa culpa!

Gisele abraza a su hija y ambas lloran juntas, Elisa se sentía traicionada por su propio padre, el hombre al que siempre había admirado, pero no soportaría vivir con el peso de su muerte, pues era la boda o la muerte de Eduardo.

Gisele — He pedido el divorcio, hija, ¡lo que ha hecho tu padre no tiene perdón!

Al día siguiente, Elisa fue a la facultad con normalidad como hacía todos los días, pero no consiguió prestar atención a ninguna clase, solo pensaba en esa boda, y en ese hombre que sería su futuro marido. Filipa, su amiga, acabó percibiendo la falta de atención y el silencio de Elisa.

Felipa - Lisa, ¿qué te pasa hoy? Estás tan callada, ¡no has respondido a ninguna pregunta del profesor!

Elisa — No es nada, no he dormido muy bien esta noche, ¡solo eso!

Filipa — Sabes que puedes contarme cualquier cosa, ¿verdad?

Elisa — Gracias, amiga, ¡pero no tengo nada que contar!

La amiga no insistió más en el tema, al terminar las clases, Elisa regresa a casa triste, su semblante era de tristeza y dolor, al llegar a casa encuentra a su padre conversando con un hombre en el salón, a ojos de Elisa el hombre aparentaba tener más o menos unos 40 años como máximo, se pone extremadamente nerviosa, pues pensó que se trataba de su supuesto "prometido". Elisa disimula y empieza a subir las escaleras, pero es interrumpida por su padre que la llama.

Elisa respira hondo y se acerca a los dos, saluda solo con un "Hola", pero percibe una cierta sonrisa en los labios del hombre, la miraba como si estuviera mirando un trozo de carne fresca.

Elisa se siente como una mercancía con esa mirada sobre ella.

Eduardo — Elisa, él es Thompson, ¡el abogado del señor Christian Fox!

Thompson — Mucho gusto, señorita, ¡el señor Fox me ha encargado que me ocupe de todos los trámites de su boda!

Elisa permanece en silencio.

Thompson - Bueno... Aquí tengo el contrato con todas las exigencias del señor Fox, ¡si está de acuerdo solo tiene que firmar en las dos líneas de abajo!

Elisa coge el sobre y sube a su habitación en silencio.

Eduardo — Dale un tiempo, ¡no es fácil lo que mi hija está haciendo por mí...!

Thompson— ¡Tiempo es lo que no tenemos, Eduardo! Mi jefe tiene prisa por esta boda, si su hija no firma este contrato, olvídelo todo y dígale adiós a su miserable vida, ¡tiene suerte de que el señor Fox no la haya matado todavía!

Eduardo - Ella firmará, ¡se lo garantizo!

Thompson - Tiene hasta mañana, usted conoce a Christian Fox, ¡no tiene fama de ser paciente!

Elisa entra en la habitación y se da un baño, se cambia de ropa y se sienta en la cama, mira el sobre, frente a ella, lo abre y empieza a leer.

* el contrato es válido solo por doce meses.

* En caso de incumplimiento del contrato, el importe de la deuda se duplica y el contrato se prorroga doce meses más.

* Deberá acudir a eventos, viajes y cualquier lugar que le solicite el titular del contrato.

* Vivir en la mansión Fox.

* Ser sumisa.

* Dentro de los 12 meses no se permiten infidelidades ni relaciones extraconyugales.

Elisa siente un terrible pavor al leer la palabra "sumisa", ¡en su mente el sueño de vivir un romance de novela acaba de disiparse!

Eran alrededor de las 17:00 de la tarde, el día estaba bastante nublado y lluvioso, Elisa leía y releía el contrato, buscando fuerzas para firmarlo, pero sentía una angustia tan grande que ni siquiera podía sujetar el bolígrafo.

(…)

En otro lugar un poco distante, Christian observaba la lluvia caer a través de la enorme ventana de su despacho, pero solo su cuerpo estaba allí, pues su mente estaba en Elisa.

Christian - Ah...Elisa, ¡si supieras cuánto te deseo!

Unos golpes en la puerta le hacen salir de su ensimismamiento, se sienta en el sofá y le dice a la persona que entre.

Soledad - Hijo, tu abogado está aquí.

Christian - ¡Dile que pase!

Soledad - ¡Claro, hijo!

Ella sale y a continuación, Thompson entra en el despacho con una amplia sonrisa.

Christian - ¿Y bien?

Thompson - Hice lo que me pidió, ¡entregué el contrato a la hija de Eduardo!

Christian - ¿Y dónde está? ¿Lo ha firmado?

Thompson - Bueno... Todavía no, ¡pero Eduardo me ha asegurado que lo firmará!

Christian deja escapar un pesado suspiro y se levanta de nuevo.

- Más le vale, no hice lo que hice para nada, ¡Elisa tiene que ser mía!

Thompson - Ahora entiendo su obsesión por la chica, es realmente muy guapa, ¡nunca he visto una belleza tan maravillosa como la suya!

Christian se irrita enormemente con el desagradable comentario del abogado, lo que quería era partirle la cara.

- Guárdese sus malditos comentarios para usted, ¡no le pago para que se quede admirando la belleza de mi futura esposa!

Thompson traga saliva, sabía muy bien de lo que Christian era capaz, para conseguir lo que quería no se detenía ante nada.

- Perdone, señor, ¡esa no era mi intención!

Christian - Si eso era todo, puede irse, y no vuelva hasta que traiga ese documento firmado. ¿Le ha quedado claro?

Thompson - ¡Clarísimo, señor!

El abogado salió del despacho y Christian volvió a mirar por la ventana, se quedó observando el coche del abogado hasta que desapareció por completo de su campo de visión.

.

.

Capítulo 3

Elisa tira el documento de su escritorio y se va a duchar. Bajo la ducha, comienza a pensar en la decisión que tenía que tomar y en cómo su vida cambiaría drásticamente con ella.

Después de la ducha, Elisa se cambia y vuelve a coger el documento, respira hondo y empieza a firmar...

Elisa: — ¡Ahora no hay vuelta atrás!

Vuelve a meter los papeles en el sobre y los guarda, entonces alguien llama a la puerta de su habitación, ella abre sin preguntar quién era.

Eduardo: — Hija, yo... quería hablar un poco contigo, ¿puedo?

Elisa: — ¿Qué quieres? Ya he firmado el contrato.

Eduardo abre mucho los ojos y apenas puede disimular la satisfacción en ellos.

Eduardo: — ¿En serio? ¿Quieres decir... que ya lo has firmado?

Elisa: — Sí, ¡aquí tienes! Si era sólo eso, papá, tengo sueño, ya me voy a descansar...

Eduardo: — Elisa, hija, quiero disculparme de nuevo, sé que debes de odiarme ahora, y está bien, lo entiendo, ¡pero te prometo que voy a trabajar duro hasta conseguir todo el dinero y pagar la deuda!

Elisa piensa unos segundos y se levanta dirigiéndose a la puerta, abriéndola.

— Buenas noches, papá!

Eduardo entiende que no quiere escuchar sus palabras, está dolida y no le será nada fácil perdonarlo.

En medio de la madrugada Elisa, incluso durmiendo, siente que alguien la besa en la cara, hasta abre los ojos, pero el sueño no le permite ver gran cosa.

Por la mañana se levanta, hace su higiene, se arregla y baja a desayunar, sólo encuentra a Eduardo comiendo.

Elisa: — ¡Buenos días!

Eduardo: — ¡Buenos días! cariño, ¿has dormido bien?

Ella no responde, se sienta y se sirve un poco de café con leche en la taza, luego toma un sorbo con un trozo de pastel, durante el desayuno los dos no cruzaron palabra, Elisa estaba muy dolida con Eduardo, sólo quería acabar con eso y seguir con su vida.

Eduardo: — Tu madre ya no estaba en la cama cuando me desperté, ¿la has visto hoy?

Elisa: — ¡No! Con permiso, ¡llego tarde!

Eduardo también se levanta cabizbajo para ir a la empresa, ya que ahora tendría que empezar prácticamente de cero y solo, pues todos los empleados se fueron por falta de pago.

En el descanso de las clases, Elisa fue al enorme patio de la facultad, se sentó en uno de los bancos bajo los árboles, el clima era soleado así que ella sólo se quedó pensativa mientras los rayos del sol entre los árboles golpeaban su rostro.

— ¿Elisa? ¿Pensando en la vida, prima?

Raquel, su prima, se sienta a su lado, ambas tienen sólo unos meses de diferencia de edad, estudian en la misma facultad, pero en carreras diferentes, son amigas desde la infancia.

Elisa: — Eso es...

Raquel: — Mi padre me ha contado lo que ha hecho el tío Eduardo, ¡lo siento mucho prima!

Elisa: — ¡Está siendo muy difícil digerir todo esto prácticamente sola!

Elisa llora y ambas se abrazan.

Raquel: — Sabes que no estás sola, ¿verdad? Siempre estaré aquí para ti, pero ¿qué piensas hacer ahora?

Elisa respira hondo

— ¡Aceptar lo que venga!

Raquel: — ¿Pretendes casarte con el tal Christian Fox? Lisa, eso es una locura, ¿te has parado a pensar que ese tipo puede ser un psicópata maníaco, o un mafioso asesino, o peor aún... ¿Y si ese hombre es un agresor?

Elisa se queda pensativa unos segundos, esas cosas ni siquiera habían pasado por su mente, pero lo que su prima le decía tenía todo el sentido.

Elisa: — Ahora no hay vuelta atrás, ya he firmado el contrato que me envió ese hombre, lo único que me queda es aceptar mi destino, sea el que sea... ¡Por desgracia mi padre no pensó en las consecuencias que traerían sus malas acciones!

Raquel: — Tiene que haber otra solución, prima, no puedes simplemente aceptarla y ya está, no tiene sentido, eres joven, tienes un futuro prometedor por delante, ¿vas a estropear tu vida de esa manera? ¿Y tu sueño de ser una gran escritora, dónde queda?

Elisa: — Voy a tener que posponerlo todo un año, eso es lo acordado, ¡sólo tengo que estar casada durante ese tiempo! Después pido el divorcio y la vida sigue.

Raquel: — Papá quería mucho poder ayudar, pero por desgracia todo el dinero sólo ha ido para el tratamiento de mi madre, y las matrículas de la universidad son altísimas, los negocios de la familia no han ido muy bien últimamente.

Eduardo y el padre de Raquel son hermanos, cuando su padre falleció la herencia se repartió a partes iguales entre los dos hermanos, sin embargo cada uno siguió su camino y montaron cada cual su propio negocio, Eduardo fundó su empresa de electrónica y prosperó hasta que su vicio lo llevó a la ruina. Edson se licenció en Derecho y abrió su propio bufete de abogados, pero todo el dinero ha sido para pagar los gastos médicos del tratamiento de su esposa, que lleva años luchando contra el cáncer.

Elisa: — Imagínate, prima, jamás abusaría del tío Edson de esa manera, sé lo dedicado que es, ni parece hermano de papá, pero en fin... ¿Cómo está la tía Celia?

Raquel: — Ah... mamá está igual, ya sabes, la medicación parece no tener fin, ¡y cada día está más débil!

Raquel mira al suelo y las lágrimas caen de sus ojos, Elisa abraza a su prima, en ese momento Anderson amigo de Elisa se acerca.

Anderson: — Hola, ¿interrumpo algo?

Las chicas se apartan y se secan las lágrimas.

Raquel: — ¡No!

Anderson: — ¡Elisa, la profesora ya se ha ido a clase!

Anderson hacía la misma carrera de letras con Elisa y Filipa, los tres se conocen desde el instituto, desde entonces él alimenta un amor por Elisa, pero nunca se ha abierto a ella.

Elisa: — Ya voy, prima, hablamos luego, ¿de acuerdo?

Raquel: — ¡Claro, yo también voy para clase!

Las primas se despiden y cada una va a su clase.

Después de finalizar un día más de clase, Elisa, Filipa y Anderson salen juntos del Campus, y cada uno se va a su casa.

Filipa: — Elisa, ¿tienes planes para más tarde?

Elisa: — No lo sé, ¿por qué?

Filipa: — Quería invitarte a ir de compras conmigo, a finales de semana es la fiesta de mi madre, ¡no tengo nada que ponerme! Por cierto, estáis invitados, puedes traer a tu prima también.

Anderson: — Vaya, cómo puedes decir una barbaridad así, ¡tienes un armario lleno de ropa y dices que no tienes nada que ponerte! Mujeres.....

Filipa pone los ojos en blanco ante el comentario de Anderson, Elisa simplemente se encoge de hombros.

Filipa: — ¿Y entonces?

Elisa: — De acuerdo...

Filipa: — ¡Genial, paso por tu casa a las tres, ¿te parece bien?

Elisa: — ¡Claro!

Las dos se despiden y Filipa se va con el chófer, Elisa se queda un rato más esperando a que el chófer vaya a buscarla, le pareció extraño, pues siempre que salía ya la estaba esperando.

Anderson: — ¿Quieres que te lleve? ¡Parece que tu chófer no viene hoy!

Elisa: — ¡Voy a esperar un poco más!

Anderson insiste hasta que Elisa acepta, ya se estaba haciendo tarde y hasta su casa había un largo trayecto.

Durante el camino van en silencio, Anderson conduce y siempre la mira, pero Elisa no está allí mentalmente, recuerda las palabras de Raquel....

Anderson: — ¿Elisa? ¡Tierra llamando a Elisa!

Elisa: — ¿Me hablabas?

Anderson se ríe.

— ¿En qué piensas tanto?

Elisa: — Nada, ¿por qué?

Anderson: — Bueno... estás tan callada, normalmente eres muy habladora....

Elisa pone los ojos en blanco y vuelve a mirar a la carretera, unos minutos más y llegan frente a su casa.

Elisa: — ¡Gracias por traerme! Hasta mañana.

Anderson: — Hasta....

En realidad esperaba al menos un besito como agradecimiento, pero se contentó con su sonrisa.

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