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Casada Por Mí Reino.

Capitulo 1. La reina de los negros.

Casada por mi reino 1

Capitulo: La Reina de los negros.

Autor : Elsa Elena Isasa..

El inmenso campo de girasoles se extendía ondulante en el territorio de esa sección del reino de Alubia. Era una franja de un páramo infértil antes que el viejo llegara y le enseñara a Sol Lizbeth de Alubia y la morena Martina a plantar los girasoles y a aprovechar sus semillas para exquisito aceite que en botijas de barro los negros vendían en el populacho de la aldea ruinosa que quedaba a dos leguas de su propiedad.

Ella era Sol Lizbeth. Ese fue el nombre que le dió su madre antes de morir. Pero Sol nunca pudo ser princesa de Alubia. La muerte de su madre Artemisa, después del parto, le trajo el dolor del rechazo horrible de su padre Turino.

Turino de Alubia,quedó con el castillo y la riqueza de su mujer Artemisa y apenas su

hija nació, la destinó al cuidado de una mujer grande de etiopía, antigua sierva de su esposa. Y ya no vió a la niña.

La negra, Maliusa, daba de mamar a su bebé Martina. Y también fue madre de leche de la pequeña Sol Lizbeth, huérfana.

Maliusa habló con el cura cuando este le dió los santos óleos a la moribunda Artemisa, consumida por las fiebres de un posparto.Y esta mujer hizo que el cura convenciera al malvado marido.

– Tu mujer está por morir. Ya mismo debes disponer una franja de tu reino para la niña. Recuerda que recibisteis estas tierras gracias a tu esposa. Debes legalmente darle una parte importante para la niña. La necesitará el día que deba casarse.

– No sobrevivirá. Será frágil como su madre– dijo el malvado rey.

– Tienes el deber de velar por ella.

– Maliusa será su madre de leche. Veremos si los dioses tienen piedad de esa flaca criatura con la leche de una negra - río despiadado el rey.

– Debes disponer parte del reino para su herencia. Todo era de su madre. La chusma te mira. No quieres revueltas en tu reino.-- repitió el fraile.

,--Le mandaré a la casa de piedra junto al mar. No tengo tiempo de ocuparme de ella.

Y el desgraciado Turino apenas la niña cumplió diez años, hizo llevar en una carreta a la negra Maluisa, su hija y su inútil heredera a la casa de piedra que quedaba en una lonja de tierra cerca del mar.

La tierra era un mar de pajas secas y soledad. Hizo dividir la porción inútil con una barrera de piedras apiladas en forma de cerco amurallado. De este lado su reino parecía un vergel verde y hermoso. Del otro lado del muro, soledad, aridez y viento marino.

Apenas subsistían allí con una cabra y patos y pollos que Maluisa llevó con los vestidos de la difunta y algunas pertenencias que el malvado rey quiso otorgarle.

Las dos niñas, una morena y sonriente y la otra rubia y sería, se sentían hermanas.

Está situación difícil continuó hasta la llegada del viejo sabio. Vino una tarde como un real peregrino y las mujeres le dieron abrigo. Solo lo llamaron Maestro. Y así fue para ellas. Un real maestro en escrituras y cuestiones de campo y labranza. Y él les dió conocimiento y sabias palabras filosóficas. Una frase que marcó la vida de Sol fue :

–Tu madre te puso ese nombre. Debes honrarlo. Olvida la maldad de tu padre. El se ha casado y tiene dos hijas. Pero tarde o temprano pagará por haberte abandonado a tu suerte,niña mía. –

Su primera enseñanza fue como plantar y cuidar los girasoles. “ Los Girasoles representan tu nombre en esta tierra” - dijo el anciano. Los primeros plantíos murieron pero las heces de cabras y gallinas mejoraron la aridez del suelo y pronto un mar amarillo se extendió en la planicie desierta.

Y luego le enseñó cómo aplastar las semillas y destilar el aceite. Y de pronto empezaron a llegar esclavos en busca de refugio. Y el páramo seco se convirtió en una franja productiva que parecía un mar dorado junto al mar azul donde terminaba.

La llegada de tanta gente de color que levantó sus cabañas de techos de pajas junto a la casa de piedra, sirvió para trabajar juntos en libertad para su subsistencia.

– Recibe al peregrino con amor, hija mía. Un peregrino vendrá un día y te traerá lo que te han robado - decía el maestro a la joven Sol, que miraba a los recién llegados primero con distancia para luego recogerlos como parte de su tierra.

Y la niña Sol Lizbeth se llamó rápidamente :” la Reina de los negros”, en la aldea vecina dónde recurrían a comerciar el aceite y comprar vituallas y mercaderías para la casa.

Los morenos trabajaban mucho y lo hacían cantando. Su reina de cabellos dorados trabajaba con ellos, a la par, esforzándose a crear el sol en la tierra para hacer honor al nombre que su madre, la gran reina Artemisa, Lisbeth de Alubia,le colocó apenas nació.

Nunca más vió a su padre. Tampoco sabía de su mujer y sus hermanastros. Recorrer la distancia hacia el castillo y las posesiones que ese maldito le había arrebatado era lo último que haría. Sabía que el Sol un día le devolvería su reino, Alubia y entonces ella podría echar a los intrusos y tomar posesión de las tierras de su madre.

El maestro, eligió a Rumi como principal ayudante y protector de Sol. Rumi era un moreno fuerte y agraciado. Solía comer la carne de carneros y cabritos cruda porque pertenecía a una tribu de Egipto dónde los indígenas comían carne cruda incluso de humanos.

Rumi y Martina, su hermana de leche, se amaban. Ella los veía retozar entre los girasoles dorados besándose y copulando.

Sol Lizbeth le decía al maestro:

– Esos dos, pronto darán sus críos a esta tierra. Copulan como conejos maestro.--

– Es parte de la vida reina mía. Algún día tú tendrás un hombre que será el que te dará tus hijos. –

– Hay muchos niños en mi tierra. No necesitamos más.Traen preocupaciones y enfermedades.

– Los niños son el futuro. Ya te unirás a un hombre y tendrás tus hijos – respondió tranquilo.

– Solo me unire al hombre que me devuelva mi reino maestro. A nadie más– dijo Sol Lizbeth.

Y siguió juntando y secando plantas medicinales. Pronto necesitaría algunas para partos y fiebres. Su hermana de leche no sabía en lo que se metía. Dar a luz, podría ser la muerte de una mujer como lo fue de su madre. Por eso, Sol Lizbeth aprendía todo lo que podía sobre el efecto de las plantas en la salud humana. Mucho de su sabiduría recogió de su madre postiza Maluisa, otro poco de Rumi y del maestro. Se ingeniaba con las pociones que ensayaba y las probaba con cabras.

–Si ellas no mueren, podemos tomarlas- decía sonriente a su maestro. Él también sonreía. Pronto a su protegida además de reina de negros la llamarán bruja. - pensaba el anciano.

Capitulo 2. La vida y la muerte.

Y el tiempo corría en el infinito mar de girasoles. Allí las flores se recogían y las semillas se trituraba para desprender su vital aceite. En esas remotas épocas, la esencia de esas plantas, no solo eran usadas en las comidas junto a grasas de puercos o gansos. Se usaba también como base para múltiples pócimas y bálsamos.

Colecta, plantío y elaboración, se convertían en elementos cíclicos del tiempo que tenían a todos trajinando. Una gran cabaña de rocas y paja solía albergar los cántaros del líquido meloso y las plantas recogidas por su dueña.

Estas se secaban y se machacaban y luego hechas polvo eran hervidas o mezcladas con el óleo de las plantas. Allí había medicina para esguinces, roturas de hueso, asma, dolores de espalda, goteos de ojos y nariz, tos severa, dolores de gargantas y de muelas podridas. 

Sol Lisbeth era especialista en ese conocimiento médico e incluso de la villa la Alondra, venía gente con enfermos a verla. 

El tiempo pasaba pero Sol Lisbeth no se olvidaba que su gran reino fue hurtado, primero de su madre y luego de su hija. 

Era una campesina pobre ahora. Sus zapatos de cuero curtido eran fabricados por Rumi, cosiéndolas con tientos o hilos de plantas. Su pelo largo casi siempre trenzado y rodeando su cabeza. Sus vestimentas de costones de lino, donde venía la harina de los molinos. 

Sin embargo Sol Lisbeth, irradiaba a su paso,un halo de fuerza y misterio. 

Casi siempre acompañada de su perro lobo, Tiririca, llamado así porque temblaba mucho y era muy flaco cuando lo encontraron. 

Tiririca dormía a su lado, caminaba a su lado mientras trabajaba y subía a su lado en la carreta para ir a la Aldea. 

–Allá viene la reina de los negros– murmuraba la gente. 

Sol no hacía caso. 

Generalmente el murmullo maligno se debía, decía su maestro, a la envidia del ser humano.

– ¿”Que envidiar a una huérfana, solitaria, sin riqueza Maestro”?--

– Tu fuerza, tu originalidad, tu saber, tus girasoles, tu gente, tu perro.--

– Nada es mío, maestro. Es de la vida. Tiririca está a mí lado hasta que el hado de la muerte venza a la vida. Los morenos me acompañan porque son tan libres como yo de quedarse o irse, mí saber sobre las plantas es recogido de Maliusa o de Rumi, nada es mío. Lo que tenía me lo arrebató Turino. –

– El malvado Turino arrebató tu herencia pero no tu ser. Tú ser está intacto y se ha enriquecido. - contestaba el anciano. 

Ese día en la Alondra, cargo con Rumi y Martina, los costales de harina en la vieja carreta después de bajar las tinajas de aceite.

Allí se enteraron que su segundo hermanastro se había casado y que una gran fiesta se hizo en el castillo que antes era de su madre. 

Los príncipes falsos, como los llamaba el maestro, Willan y Shary, ya estaban casados. El castillo tenía ahora solo dos habitantes, Turino y Marieta. 

Su madrastra era una mujer endeble y enfermiza. El casamiento con Turino y los hijos que pudo darle terminaron consumiendo casi por completo su salud. Según el populacho de la Alondra, la esposa del rey, no participó de todos los festejos. Hizo una rápida aparición para volver a sus aposentos. 

– Pobre mujer. Turino le exprimió hasta la última gota de su fortuna - decían. 

Así fue que Sol Lisbeth supo que su padre no perdió la avidez por las riquezas ajenas. 

Había casado a su hija Shary con solo dieciséis años con un hombre mayor, convirtiéndola en Duquesa de un distante reino llamado Manuvia. Ahora casó a su hijo con la Señora de Portieri. Eran sin dudas acuerdos económicos de Turino. Portieri quedaba alén de altas cadenas montañosas. Su progenitor era malvado y su maldad afectaba a mucha gente. 

El traqueteo de su carreta le acompañaba sus pensamientos. La charla continua de Rumi y Martina también. Ella iba callada. Su perro a su lado parecía pensativo  también en ese camino de regreso a su hacienda de Girasoles. Pero Tiririca observaba el camino y apenas vio la liebre salto de la carreta y su dueña preparó la flecha. Su perro con premura corrió al animal atrayendo la presa cerca del tiró de su arco que fue justo y certero. 

Rumi saltó del carro y fue a traer la presa. Hoy comerían guisado de liebre, y la presa estaba gorda. 

Durante el resto del camino el moreno despellejo con cuidado el animal. Su piel serviría seguro para calzados o un morral pero su sangre caliente era un manjar para Rumi que la bebía con ansias. Martina aplaudía a su hombre pero se negaba a comer la carne cruda. Incluso vió a la morena volver la cara con algunas arcadas. 

–Hum…pensó Sol – quizá esas arcadas indicaban el resultado de tantas revolcadas. Pero no dijo nada. Siguieron por la huella pedregosa del camino hacia sus tierras. 

Rumi descubrió además unos aves zancadas y grandes que en esa época se llamaban “hemos” 

Bajó de la carreta y descubrió los huevos pudiendo llevar unos cuantos entre sus ropas mientas los Hemos enfurecidos lo corrian y tiririca les ladraba. 

Ver a los Hemos corriendo a Rumi hizo reír a las muchachas. 

La risa de Martina era fuerte, cristalina y burbujeante. 

La de Sol era apenas una sonrisa sin sonido cubriéndole su rostro y dejando ver su mágica belleza. 

Felices llegaron a la plantación y atravesaron la misma por un estrecho camino que circundaba el plantío para llegar a la casa. 

Apenas llegaron vieron morenos corriendo desesperados. Algo malo había pasado. 

Una víbora ponzoñosa le había mordido a Maliusa y la anciana se retorcía de dolor. 

Sol machaco muchos ajos y unas hierbas mezcladas con leche de cabra para atacar el veneno. El anciano lloraba junto a la cama de la enferma. 

Sol Lizbeth no podía asumir que su madre de leche, podía sin dudas morir por ese incidente.

Eso no era factible. Ella debía curarle. Mantos de paño frío se colocaron sobre la frente de Maliusa y la escuchaban murmurar sonidos inteligibles. La mañana de sol se había nublado para los viajeros. 

Uno de su tribu estaba en peligro de muerte.

Rumi y Martina  

Capitulo 3. La niebla y Drago.

Salvar a la anciana Mariusa, costó mucho. Noches sin dormir vigilando su sueño. Todo tipo de empastes para extraer el veneno y curar la herida en la pierna de la anciana. Y todos esperaban confiados en ella. Era la primera vez que Sol Lisbeth sentía la presión que trae el conocimiento sobre cuestiones de salud y el peso de ser la líder de una tribu que no estaba junto a ella solo por el trabajo, el trozo de tierra y la comida que la naturaleza le brindaba. Estaban junto a ella porque la amaban y confiaban en sus acciones y palabras. 

– ¿Madre Mariusa,como te sientes hoy?--

– Mejor hija mía. Has trabajado demasiado con esta pobre vieja.--

– Nada es demasiado para ti y para el maestro.Ustedes son nuestro tesoro, son los líderes de nuestra gente– 

– Tú lo eres Sol Lisbeth de Alubia. Tú eres nuestra reina y nuestra guía. 

Las palabras de su madre de leche le hicieron ver su verdadera misión para esa gente. Ella los había nucleado y eran definitivamente parte de su vida. Nunca estaría sola porque los tenía. Su padre la había desterrado pero el destino quiso que junto a esa humilde casa de piedra construyeran sus hogares los esclavos y sus familias. 

Y que la sabiduría llegará con el anciano, que el conocimiento surgiera de todos y fuera atesorado. 

Mariusa sanó y el invierno llegó con otras preocupaciones. 

Las casas se cubrieron de madera seca para el fuego y las carnes de cabras y ovejas se ahumaron o conservaron en tinajas de grasa de puerco. Los huertos se llenaron de verduras de estación. La comida fuerte del día los reunía. El anciano enseñaba a los niños a leer como le había enseñado a ella y a su hermana de leche. La panza de su amiga ya estaba grande y Rumi y Martina habían armado su choza juntos. 

Fue cuando vino la época de la niebla y ese año la niebla era más fuerte que nunca. Salía del mar y se extendía en la plantación y en las casas. 

– Está niebla no es buena – decía el maestro. 

Enfermaba a los niños y hacia doler los huesos de los mayores. 

Además dejaba en el ambiente algo siniestro y oscuro que aún no se revelaba. 

Tiririca, el perro lobo de Sol, estaba siempre en alerta y por las noches cuando la luz de la luna empujaba con fuerza la niebla dejando ver las estrellas temblando en el cielo, él aullaba. Y su aullido asustaba. Cómo si el animal algo malo presagiaba.

 

Pero la niebla durante el día no despejaba. Era tan espesa que parecía estar cubierta de un lino meloso que te resbalaba por el rostro cuando caminaban. 

Fue esa la niebla que trajo al reciente pirata Drago a encallar su barco en las piedras de la costa. Drago de Escitia, había abandonado su reino con su pequeña hermana decidido a buscar por sí mismo las especias que eran famosas en su corte. Era hora que demuestre a su padre su capacidad para tomar decisiones en favor de su reino. 

– Te perderás en el mar. Tú y esa inútil niña —dijo su padre. ¿Cuando por Dios has navegado mar abierto Alen de Escitia?--

– Iré y regresaré con salud yo y mí hermana. Y conseguiré las especias y mucho oro de nuestros enemigos– 

Y así fue buena parte del viaje. La Niña tenía su recámara y era cuidada con fervor por una de sus amantes. 

Los días se transformaron en semanas y las peleas con corsarios de mares trajeron triunfo y oro a su tripulación. Pero entonces vino la niebla y la niña enfermó con tos y mucha fiebre. 

El barco pirata, manejado por el maestro navegante Morris, enfiló según la brújula hacia el puerto de Nuria. 

Pero la tempestad de una noche y la niebla tan espesa que no dejaba a nadie ver nada, lo empujaron a la orilla de la playa donde su carabela encalló junto a las rocas. 

La tripulación trató de empujar la nave con grandes palos para volverla al mar, pero las olas o el destino hicieron que toda la tropa de Drago de Escitia encallara en la playa perdida. 

No sabían dónde diablos estaban y allí mismo en la arena armaron su campamento. Era necesario esperar el día, 

Drago trató de cubrir con trapos secos a su hermana enferma. La tripulación bajo sus armas y buscaron lugares  en el arenal para caer rendidos. 

Apenas los míseros rayos del sol, intentaban atravesar la espesa niebla, Drago sintió que le arrebataban a su hermana de sus brazos y despertó de golpe. 

Estaba rodeado de negros con azadas y hoces de labranza. Una mujer rubia con un lobo a su lado, tenía a su hermanita, apretada contra su pecho y con un cuchillo cerca de su garganta. 

– ¡Pirata. Junta a tu gente y vete de aquí, por dónde has venido si no quieres que tu hija muera.! – gritó la maldita. Su dialecto tenía palabras escitias y algunas griegas o latinas. 

– Déjala maldita bruja. ¡Atentos todos.Somos atacados!-- gritó a su gente que ya se levantaba asustada. 

Era hora de luchar por la vida de su hermana y su gente ante estos extraños seres que le rodeaban. No tenían escudos ni armas. Solo herramientas de granja. Podrían con ellos, pero la bruja rubia mataría a su hermana. Eso era un hecho. La navaja estaba junto a la garganta de la pequeña que lloraba. 

–¿ Qué hacen acá? ¿Qué desean mis tierras?-- gritó otra vez la joven,que parecía ser la líder de los negros salvajes. 

– La niebla nos arrojó a la costa y el barco encalló.-- dijo el capitán Morris. Íbamos a Nuria. 

– Están en Alubia. Este es mí reino y aquí no pueden pasar o su hija muere.-- dijo Sol Lisbeth. 

La niña que temblaba junto a su cuerpo cerró sus ojos y se desmayó en sus brazos. 

– ¡No mates a mí hermana! ¡Tengo oro para dar a tus salvajes!

– Puedo curarla. Pero se irán ya mismo– volvió a hablar la joven– y comenzó a caminar hacia la niebla.  

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