En el año 1642, el explorador Abel Jansoon Tasman, de origen holandés, está navegando cerca a las costas de un nuevo territorio, cuyas vistas verdes y aguas cristalinas le atraen mucho. Él es el tercer explorador, pero el primer europeo en contemplar esta joya perdida en el Océano Pacífico.
- Señor Tasman ¡Tierra a la vista!
- Echemos un vistazo, parece terreno virgen.
- A la orden, señor Tasman.
Conforme se aproximan a la costa, la belleza va cautivando a los holandeses.
- Señor Tasman, la costa se ve hermosa.
- Sí, de hecho, parece el paraíso donde Dios creó a la primera pareja humana. La costa es verdaderamente bella.
- Puede ser tierra salvaje, hay que ir con cuidado. - recomienda el capitán.
- Veremos si en el interior hay civilización, en caso lo haya podríamos explorar con ellos y conocer las islas. - Abel está ansioso por explorar.
- De todos modos, es bueno ir con cuidado porque puede haber bestias.
- Desembarcaremos allí, parece que el área nos permite acercarnos más a la costa. - señala el capitán
Ellos logran acercarse mucho a la costa, desembarcan todos e inician la etapa exploratoria, el cartógrafo hace un gráfico de la zona, registra los relieves, las cuencas hidrográficas y todos los componentes de la geografía.
- Me encanta el lugar, me siento como en casa. – Abel Jansoon Tasman está encantado del lugar.
- La geografía de la costa es similar a Zelanda – comenta el cartógrafo - en gran parte.
- Esta tierra será llamada Nueva Zelanda.
- Señores, - avisa un marinero – no se alejen mucho, está tierra es desconocida. Puede haber grandes animales salvajes.
- Vamos a explorar, vengan. – Abel invita a todos. – La tierra es salvaje, pero valdrá la pena conocerla.
A los pocos días, unos hombres de mediana estatura, con conducta algo primitiva, de tez oscura, con una delgada soga atada a la cintura con tiras de hojas de plátano secadas que cubren sus partes se aproximan a la playa para pescar y se encuentran con los exploradores holandeses.
Abel Jansoon Tasman saluda e intenta interactuar, pero para los ojos de los nativos ellos no son bien vistos y tuvieron un enfrentamiento, cuatro marinos fueron muertos y otros fueron heridos, entre ellos el mismísimo Abel.
Los holandeses no volvieron más, Abel volvió a pasar cerca, pero se digirió a otra isla, una que está situada al sur de Australia y dio su nombre a la isla de Tasmania, la fecha de la fundación de la isla fue el 24 de noviembre del 1644.
Años más tarde, 1769, una nueva expedición llega a la Isla que visitó Abel Tasman, era una embarcación inglesa y entre la tripulación estaba James Cook quien fue un navegante, explorador, cartógrafo y capitán de la Marina Real británica.
- ¡Capitán, tierra a la vista! – gritó un marinero desde la cofa.
- Pásenme el catalejo – James Cook ordena.
Otro subordinado le entrega en mano el catalejo. El capitán observa detenidamente el horizonte.
- Se ve un hermoso lugar, hay que rodear el área, que se aproxime lo más posible, quiero cartografiar toda el área de la isla.
- A sus órdenes mi capitán.
El subordinado da la orden de rodear la isla y eso es lo que la embarcación hace, ellos descubren las dos islas mayores y una menor, tras varios días de navegación, desembarcan en la isla del norte.
- Capitán, la costa es muy bonita ¿No cree? - se expresa un marinero lleno de emoción
- Hermosa vista, hay que explorar, puede ser un tesoro para la corona.
- Tenemos que tener cuidado, puede que esté poblada por salvajes, y hombres primitivos.
- Es probable que la población esté aislada de la civilización. En cuanto a la fauna, deberíamos ser muy cuidadosos, no sabemos qué tipo de animales viven aquí.
- Hace muchos años, un tal Tasman llegó, pero fue atacado.
- Escuché hablar de eso, pero no sé equivocaron al describir lo bella que era la vista.
- Pues, eso sí es verdad. Las costas son bellas y no se ve mucha altura.
- Tenemos que desembarcar, necesitamos abastecernos de agua y comida para el viaje de retorno.
Al desembarcar, ellos van pisando suelo neozelandés, a cada paso sienten la frescura del bosque producto de la corriente de aire, se sienten envueltos como si la naturaleza les diera la bienvenida con su seductor embrujo.
- Es tentador, ahora entiendo mejor a Tasman. - El capitán parece estar hipnotizado.
- Capitán, mire esas flores son pequeñas y muy coloridas.
- Son curiosas, sería bueno tener un registro de ellas.
- En nuestro próximo viaje podemos traer con nosotros un botánico.
- No vendría mal llevarnos unas semillas de cada especie y que se estudie allá.
- ¿Lo dijo por las probabilidades de que no se adapte al viaje y al clima de la zona?
- Eso es una parte del problema, el otro gran problema es que se tendría que trasladar todo su laboratorio para hacer los debidos estudios. Nosotros todavía estamos en etapa de exploración básica, es tierra completamente nueva. – capitán Cook razona con el marino.
- ¡Un mundo pedido! – exclama el marino al ver tantas novedades.
-A mí me da la impresión de que aquí hubo por primera vez el Edén.
- ¡Capitán! – exclamó un segundo marino – parece que el nido se ha caído.
En el nido se ven unos polluelos recién nacidos, casi no tienen plumas, están trinando de hambre. De manera repentina una extraña ave ataca a los intrusos. Los británicos tuvieron que retroceder. El ave es grande que por su peso no vuela, esa ave que ataca a los exploradores es un calamón takahe, son aves parecidas a los loros, pero muy grandes y territoriales miden 60 centímetros de altura, hoy en día solo radican en la isla Sur y están en grave peligro de extinción. Por no poder volar sus nidos están en el suelo, se imaginan a la madre como está defendiendo sus dos polluelos, si por naturaleza son territoriales ni pensar en cómo defienden su descendencia.
- ¡Retrocedan! – avisó el capitán – ha venido la madre de los polluelos, está furiosa. Cambiemos ruta.
- Yo que usted, la mato. – comentó el primer marino.
- ¿Tú qué harías por sus hijos? – pregunta el capitán.
- Lo que fuera para protégelos. – fue la respuesta del marino.
- ¿Qué crees que es lo que hace el ave? ¿Te sacrificarías por tus hijos dejándolos al hambre?
- No capitán, dejarlos al hambre, ni loco. Daría pelea hasta vencer.
- Pues esta ave también estaba dispuesta a hacer lo mismo.
Mientras discuten, se acerca otro takahe y es mucho más agresivo que el primero. Los exploradores tuvieron que abandonar de inmediato el área, estos dos takahes adultos estaban dispuestos a matar por sus polluelos, y siguen a los exploradores, no dan tregua hasta verlos lejos del nido.
Los exploradores se vieron obligados a tener que abandonar el área y cambiar ruta de inmediato, esa fue su primera experiencia directa con la fauna de la nueva tierra.
Así es el inicio del descubrimiento y bautizo de la tierra nueva.
el explorador Abel Tasman
el takahe, el ave que ahuyenta a los exploradores
A los exploradores no les fue fácil hacer su trabajo en esta nueva tierra, mucha flora y fauna desconocida en su totalidad. La geografía es un poco difícil ya que no se conoce la ubicación de los ríos, montes y tampoco tuvieron contacto con los nativos, aunque tuvieron mucho que lidiar con ellos un tiempo después, pero, en fin, lograron tener una comunicación y años después empezaron los primeros intercambios comerciales con balleneros, buques comerciales tanto de Europa como de América del Norte.
Ya para el año 1778, se ha establecido el primer asentamiento de europeos, pero los buques comerciales solamente se quedan el tiempo del intercambio comercial y se retornan en cambio, los balleneros, ellos sí se quedaban unos días, pues el trabajo que tenían era muy duro; por lo tanto, necesitaban un lugar estable donde poder descansar por al menos entre unos tres días a una semana. Pero con el paso de los años los balleneros aumentan entre americanos, británicos, escoceses y franceses, generando problemas.
Una tarde, en el puerto, allá arriba, un barco ballenero y la tripulación desciende y se acercan a un bar, el líder se hace sentir con toda su máxima expresión y vulgaridad.
-Ya llegó Bill, el ballenero. Quiero comer.
Bill es el líder de una tripulación ballenera, su aspecto tenía mucho de delincuente en la cara y en la manera de vestir, escupe al hablar, asusta un poco con su presencia, pero tiene mucho músculo y tiene gran tamaño.
- ¿Qué quieres comer, Bill? En estos momentos hay kumara asada. (kumara es camote en maorí)
El dueño del bar conoce a Bill desde hace muchos meses, por lo tanto, él ya está familiarizado con su manera tan vulgar de comportarse.
- Dame lo que sea, tengo hambre. Soy ballenero y tengo mucha hambre; hambre de ballena.
- ¿Cómo fue la cacería, Bill? – le hace conversación mientras prepara el plato.
- Mal. Solo tuvimos una ballena y fue una ballena que nos ha dado mucha pelea.
- Me lo imaginaba, ellas están haciendo un movimiento migratorio, no creo que sea una buena temporada para cazar ballenas. Tendrías que esperar a que aquellas retornen.
- No puedo esperar mucho tiempo, necesitamos del aceite, su piel y su carne. Hay demanda.
- Bueno, la naturaleza es sabia. Por algo será que no es una buena temporada solo es cuestión de tener un poco de paciencia.
- Ya deja de parlotear y dame mi comida, que los demás pidan lo que les da la gana.
- Un minuto, ya sale tu plato.
- ¡Ey, Joe! ¿Dónde está Atahua? – pregunta al dueño del bar. (Atahua significa amor en maorí)
- Poco después de que te fuiste la última vez, ella se enfermó.
- ¿Qué le pasó a mi chica bonita? ¿Alguien más la tocó sin mi permiso? ¿Le han hecho daño?
- La dejaste embarazada, serás padre, así no te interese el asunto, yo cumplo con decírtelo.
- ¡Por los arenques! Yo no quiero responsabilidades. Yo soy ballenero, viajo mucho, además no vivo aquí.
- Te guste o no, la noticia es esa, ahora ya lo sabes.
El almuerzo es interrumpido con la llegada de marinos mercantes.
- Buenas tardes con todos. - Saluda el capitán quitándose el tricornio.
- Buenas – responde Bill con la boca llena.
- Buenas tardes caballeros ¿En qué les puedo ayudar? – interviene Joe.
- Mis hombres y quién habla necesitamos de alimentos y posada.
- Pueden comer aquí, tengo posada pero no tengo habitaciones suficientes para todos ustedes. Pero les puedo conseguir posada a cinco casas de aquí. El dueño es un amigo mío.
- Ustedes van muy vestidos. No son balleneros o ¿sí? – Bill los interroga.
- Somos marinos mercantes, hemos venido con carga.
- Yo soy británico ¿Ustedes? – con un tono algo despectivo.
- Somos holandeses y hemos venido para el intercambio comercial.
- Bonito uniforme, pecado que yo no pueda usarlo.
Los marinos son servidos, al ser algo completamente nuevo, el dueño les explica en qué consiste su plato y luego, Joe deja la posada y el bar a cargo de su hijo mayor, ya está en edad para atender el local mientras que papá guía a los marinos a la posada que es administrada por su amigo. Allí el capitán se topa con una bella joven nativa, ésta trabaja como personal de limpieza.
- Buenas tardes, señorita. – Quitándose el tricornio como saludo con mucho respeto.
- Buenas tardes caballero ¿Qué necesita? – ella estaba limpiando las ventanas.
- ¿Cómo te llamas, bonita? – el tono del capitán es bastante seductor.
- Yo trabajo para hacer limpieza y no para ir diciendo a la gente extraña como me llamo. – ella habla con tono agresivo.
- Discúlpeme, bella señorita. Mis intenciones no eran molestar, quizás mi expresión fue mal dirigida.
- ¿Qué es lo que quiere? – se impacienta la joven nativa.
- Necesito saber su nombre en caso de que necesite un servicio.
- Estoy muy ocupada.
- Espero que me comprenda, es mi primera vez aquí, no conozco el lugar, además que mis hombres y yo tuvimos una difícil travesía.
- Pues, vaya a dormir.
- Ese es el problema no sé cuál es mi habitación. Ellos tampoco saben dónde ir.
- Síganme.
El capitán indica a sus hombres de seguir a la señorita. Ella los guía y ellos van ocupando sus lugares en la sala de recepciones.
- Gracias señorita… - quiere saber el nombre y espera esa respuesta.
- Señorita es más que suficiente. Que descanse.
El dueño de la posada los atiende, es un británico, y les indica donde están las habitaciones.
La nativa sale y cierra la puerta de una habitación. El capitán sonríe, le gusta la muchacha de la limpieza, a pesar de que el trato no ha sido amable, ella es una bonita nativa, piel oliva, pero no tiene el tatuaje debajo del labio inferior, ni en la barbilla, eso quiere decir que es joven y soltera.
Todos los guerreros tienen la costumbre de tatuarse la cara, pero no es un tatuaje cualquiera, sino que cada línea representa una hazaña, una victoria o un logro personal, cada marca significa mucho sobre el individuo que le permite destacarse como guerrero, lo que hoy sería como el curriculum vitae. Hoy en día los jugadores de equipo nacional de rugby neozelandés, los famosos e invencibles “All black,” ellos aún siguen arrastrando el llamado guerrero y hacen ritual de guerra en el campo, los recitales son en el idioma maorí, y el rasgo guerrero y muestra de agresividad es el sacado de lengua. Hay rituales en que las mujeres también hacen ese gesto.
Al día siguiente, el capitán y su tripulación bajan para ir a buscar algo de comida, todos saludan, pero el capitán quiere conversar con la joven nativa.
- Buenos días, señorita. Una pregunta.
- Buenos días, pregunte.
- ¿Dónde aprendió el inglés? – necesitaba conversar con ella y se vale de cualquier pregunta para hacerlo.
- La esposa del empleador me enseñó para poder atender a los clientes en caso estén muy ocupados.
- Señorita, quería disculparme por lo de ayer con el malentendido, está cansado del largo viaje, pero jamás tenía intención de hacer el mal. En mi país es normal pedir el nombre de la persona para poder llamarla por su nombre.
- Pero usted es un extraño, no tengo por qué darle mi nombre.
- Es mi primera vez aquí, no conozco la cultura. Por ejemplo, mi nombre es Gerrit y mi apellido es Van der Vaart.
- ¿Apellido? No entiendo.
- Es un identificador de familia y es patriarcal
- Ya veo. Mi nombre es Pounamu. Significa precioso regalo, pero no hay apellido.
- ¿Y cómo identifican a la familia?
- La mujer al casarse se hace un tatuaje en la parte de aquí – le señala la barbilla – el tatuaje es el símbolo de la familia de su esposo.
- Entiendo. Por lo tanto, usted es soltera, porque no tiene todavía el tatuaje.
- Así es. Es hora de que vaya a comer. El señor Joe ya está atendiendo.
- Gracias, ¿Cuál era tu nombre? - como no lo puede pronunciar se le olvida.
- Pounamu.
- Lo voy a escribir, cosa que no lo olvidaré. Nos vemos a la noche. Que tengas un buen día.
- Usted también, que tenga buen día.
Después de comer, los holandeses fueron a supervisar la descarga de la mercancía que se quedó en el navío. En el interior había piezas de cambio para herramientas de trabajo, harina de trigo (aunque la calidad ya no es la misma, pero sigue siendo útil), armas y menaje. Ellos hacían el cambio con estos productos por madera.
Gerrit y su tripulación tardaron una semana en hacer el cambio total de la mercancía, por lo tanto, tuvo el tiempo necesario para conocer más a la joven.
- Hola, Pounamu ¿Cómo fue tu día?
- Como de costumbre. - ni lo mira.
- ¿Te gustaría recibir un regalo?
- ¿Usted hace regalos?
- Tengo un pequeño florero con semillas de tulipán, es la flor nacional de mi país, ya ha germinado, le falta crecer un poco para que puedas ver las flores, hay de varios colores.
- Las flores ¿cómo son?
- No son muy grandes, pero si la cuidas bien, duran varios días.
- Está bien, las cuidaré y conoceré la flor de tu país. Aquí en Aotearoa tenemos a la kowhai, son flores pequeñas y amarillas.
- Mañana debo zarpar a primera hora, lo más probable es que no nos veamos.
Aotearoa es el antiguo nombre de Nueva Zelanda, es vocablo maorí y en español sería “la tierra de la nube blanca”. La flor kowhai en sí, es un árbol pequeño de leguminosas y en Nueva Zelanda hay ocho especies, cuando el árbol florece, para los maorí, es señal de temporada para sembrar los brotes de kumara (camote). Las ramas del árbol son tan flexibles que las usan como sogas para armar sus casas.
Gerrit regresa a los Países Bajos, el barco comienza a alejarse del puerto, pero su mirada está fija en la costa, está hipnotizado por la imagen de Pounamu, la tripulación está llamándolo para que dicte órdenes y nada, como si estuviera sordo. Nada ni nadie lo saca de las profundidades de sus pensamientos. Fue un golpe que lo trajo a la realidad.
- ¿Qué pasó? Todos a sus puestos. - ordena.
- Hasta que por fin nos hace caso capitán.
Gerrit no entiende lo que pasó hace un momento, intenta recordar, pero nada le viene a la mente.
Gerrit desembarca en Haven van Ámsterdam (o simplemente Ámsterdam como mundialmente se le conoce) 90 días después. Haven van Ámsterdam es el puerto principal de Países Bajos.
Gerrit es recibido por su familia después de más 180 días, ya que hay que considerar los viajes de ida y vuelta.
- Hijo mío, después de tanto tiempo ¿Cómo ha sido tu viaje? – la madre a la más entusiasmada en el regreso de su hijo – ¿Lograste llegar al destino que te dijeron? ¿Tuviste problemas para encontrar el lugar? ¿Floreció el tulipán que te mandé? ¿No te hicieron daño durante el viaje? ¿Son salvajes los lugareños? Cuéntamelo todo.
- Mamá, por favor, estoy cansado, voy a descansar.
Realmente, Gerrit estaba cansado, un viaje de noventa días era agotador, pero respondió mal a su madre debido a que la última pregunta no le gustó en absoluto, personalmente sintió que humilló a Pounamu directamente.
Sin decir una sola palabra, Gerrit se fue a su casa acompañado de su madre, subieron al coche (tirado por caballos), el silencio fue sepulcral, Gerrit tenía el ceño fruncido, aún le molestaba la última pregunta de su madre. Al llegar a casa, es recibido por su padre, quien estaba leyendo un periódico tranquilamente sobre su sillón, frente a la chimenea.
- ¡Mi querido Gerrit, hijo mío, has vuelto! – abraza a su hijo con emoción y está muy contento de volver a ver a su hijo. - ¿Cómo fue tu viaje?
- Agotador, papá. Quiero ir a dormir. – Quiere evitar a su padre.
- Está bien, puedes ir a dormir.
Gerrit sube a su cuarto, tira la puerta y eso llama la atención de los señores Van der Vaart. Gerrit está sentado sobre su cama y reniega entre dientes.
- ¿Cómo es posible que mi madre se exprese así de Pounamu? Ella tiene otra cultura, pero es una linda persona, me gusta. Si repite la pregunta me voy a enojar, nadie tiene por qué hablar así de mi pequeña Pounamu.
Su ceño se mantiene fruncido, solo estuvo en Aotearoa una semana y le gusta la mujer que conoció allí. Los padres de Gerrit quieren aprovechar la oportunidad de presentar a su hijo a su prometida, quien lleva años entrenando para ser una esposa ejemplar. Ellos tuvieron la paciencia de esperar al día siguiente para hablar con calma.
Al momento de ser servido el desayuno, Gerrit acomoda la servilleta sobre su falda y su padre lo aborda.
- Buenos días, Gerrit ¿Has amanecido bien?
- Sí, estaba cansado era mi primer viaje así de largo.
- ¿Cómo fue tu viaje?
- La navegación fue difícil, el océano Indico es muy inquieto, aunque mucho menos que el Atlántico, pero en vez de treinta días de navegación como estoy acostumbrado son noventa días, es mucho para mí.
- ¿Cómo es ese lugar?
- Hemos bordeado un poco la costa y es bella, ahora entiendo a Abel Tasman cuando describió la costa como un paraíso perdido, al igual que James Cook.
- Entonces, es un bonito lugar, pero ¿Hay gente local?
-Si, está poblada. La cultura es bastante diferente a la nuestra.
- De seguro son salvajes.
- ¿Qué dijo? – fulmina con la mirada a su padre.
- No me mires así. – el señor Van der Vaart está asustado. - Solo es una pregunta, yo no sé nada del lugar.
- Pues la pregunta está mal planteada. Pensé que su pregunta sería ¿Qué tipo de cultura o costumbres tienen?
- No quería ofender ¿Pero tienen contacto con la civilización? ¿Son normales?
- Ellos viven conforme a su ley, a sus creencias, son raras, pero no son como ustedes piensan.
Gerrit tiene la sangre a punto de ebullición, pero frente a él tiene a su padre y por respeto a su padre mantiene con esfuerzo su educación. Pero deja al descubierto su gran incomodidad y su padre lo nota.
- ¿Pasa algo hijo? Te veo muy diferente, no eres el Gerrit que conocí desde tu nacimiento.
- Que sea la última vez que aquí en Holanda se exprese mal de los maoríes.
- ¿maoríes? ¿Es así como se le conoce a la gente del lugar?
- Sí. – se expresó con dureza.
- Pero no es un motivo de comportarse de esta manera.
- ¿De comportarse como? – está en modo sarcástico.
- ¿Ha pasado algo? Estás de mal humor No has descansado bien, ¿verdad?
- Quiero comer, tengo hambre. – cambió de tema para evitar a su padre.
Ambos inician su desayuno, el señor Van der Vaart está desconcertado por el cambio de humor en su hijo, en cambio, Gerrit piensa en Pounamu, y sin querer pronunció el nombre.
- ¿Qué dijiste? ¿Qué palabra es esa? – Papá quiere saber.
- ¿Qué dije, que cosa?
- Has pronunciado una palabra que no entiendo.
- Yo no dije nada – oculta sus intenciones, oculta sus sentimientos.
- Dijiste una palabra rara ¿Los lugareños te enseñaron palabras?
Ante la insistencia de su padre, Gerrit tira el pedazo de pan que tenía en mano, suspira con profundo pesar, él no quería revelar la identidad de la mujer que le robó el sueño, que le cambió el estado de ánimo. Al finalizar su segundo suspiro un ruido los interrumpe. Era la señora Van der Vaart y la señorita Jetta.
- Entra Jetta, Gerrit está tomando desayuno.
- Puedo esperar aquí, no quisiera interrumpir.
- Vamos, no seas tan tímida, es tu futuro esposo, es bueno que se vean.
La conversación es perceptible a los oídos de Gerrit, de inmediato empuja su desayuno, ya no lo quiere terminar. Mamá entra directamente al comedor, jala a Jetta junto a ella.
- Buenos días, hijo mío. – Ella pone su mejor sonrisa - ¿Has dormido bien?
Él no pronuncia ni una sola palabra, su rostro está inexpresivo, ni se inmuta por la presencia de Jetta, una hermosa joven alta, delgada, tez clara, cabello rubio casi blanco, ojos celestes, labios rosas y finos. La señora siente el frío en el carácter de su hijo.
- Hijo, te presento a Jetta, sus padres y nosotros hicimos un trato para que ustedes dos unan sus vidas en matrimonio.
Gerrit mantuvo su silencio, se puso de pie, y se fue en rotundo silencio, eso era una manera directa de mostrar desprecio a algo. Jetta se sintió ofendida.
- No te pongas mal, de seguro se olvidó del arreglo, además viene de un viaje muy largo.
- Gerrit fue grosero. – su voz estaba toda temblorosa a punto de romper en llorar
- Tomó a mal tu presencia, mi hijo está de mal humor desde su regreso de ese largo viaje.
- Será mejor que me vaya a mi casa.
- Hablaremos con Gerrit. Tenlo por seguro.
Gerrit está encerrado en su habitación, se sintió ofendido, a él le gusta y mucho a Pounamu, piensa en ella todo el tiempo. Pensando en ella, sale de su cuarto, no sin antes esconder en el bolsillo interno de su saco unos billetes. Sale de casa sin decir nada a nadie, y si alguien decía algo, lo ignoraba.
A pocas cuadras de su casa hay una tienda de accesorios para mujeres, pero también entran varones para comprar regalos. Gerrit fue por el regalo.
- Señor, buenos días ¿Qué le podemos ofrecer? – le saluda a la asistenta de venta.
- Necesito hacer un regalo para alguien muy especial.
- Bueno, aquí tenemos gargantillas, aretes, listones para el cabello, guantes de seda, sombreros…
- Adornos para el cabello – cortó la conversación. – ella tiene cabello largo y oscuro.
- ¿Oscuro? ¿Es francesa?
Esa pregunta lo incómoda, pero para poder comprar el adorno tuvo que mentir.
- Sí. Ella tiene cabello largo, oscuro y con ondas.
- Pues, muchas francesas son así. Déjeme traerle unos modelos.
La señorita le presenta los modelos más simples. Gerrit no es tonto, mira mal al asistente y se pone exigente.
-Yo he venido por algo elegante, quiero un adorno costoso, es para mi mujer y ella no va a usar baratijas.
La asistente sintió la amenazadora voz de Gerrit y le muestra los adornos más bonitos que la casa ofrece a sus mejores clientes.
Gerrit escogió una peineta dorada con decorado de pequeñas perlas y la hizo envolver en una bolsa terciopelo rojo y atado con lazo dorado.
Gerrit Van der Vaart
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