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Mi Cruel Destino

Capitulo I El secuestro.

— Eres una pérdida!, pero aprenderás a respetar mi casa!. Maria grito tan fuerte que se escuchó por toda la casa, seguido de un fuerte golpe, dejando a su hija Lucia en un estado lamentable.

Luego de ser ofendida y golpeada por su madre Lucía Rivas una joven de aspecto frágil y delicado se encontraba en el suelo llorando y suplicando que le quitará la vida para así no sufrir más.

—Ja, ja, ja!, eres tan estúpida querida!, tú no morirás tan rápido, pagarás todo lo que he sufrido en estos años, pagarás por todo lo que tú asqueroso padre me hizo y cuando ya no haya quedado nada de ti te lanzaré a los perros para que terminen contigo, te odio!, te odio tanto!, cada vez que te veo me recuerdas ese día en el que tu asqueroso padre arruinó mi vida.

Las crueles palabras de aquella mujer mataban el alma de Lucía, qué culpa tenía ella de lo ocurrido?, acaso ella pidió venir a este mundo?, acaso ella pidió nacer?, una vez Maria su madre salió de la habitación, Lucía se levantó como pudo y fue al baño para atender sus heridas, estaba bajo la ducha con el agua cayendo por todo su cuerpo, aquella joven de apenas dieciocho años estaba devastada y con el odio y el resentimiento creciendo dentro de ella a cada minuto que pasaba.

—Juro que cada uno de los que hoy me desprecian, los que me han golpeado, los que me han humillado, cada uno de ellos lo pagarán caro. — Dijo con su voz quebrada tratando de ahogar sus lágrimas.

Pov

— Los rayos del sol se colaron por una pequeña abertura de la vieja ventana del cuarto de lucia. — Espero hoy sea un día diferente.—Dijo Lucia en voz baja.

Hoy era su cumpleaños número dieciocho y ella estaba emocionada pensando que al fin podría irse de esta casa, ella ya podría irse lejos de todo esto.

Lucia salió de la habitación y se fue directo a la cocina, en esta se encontraba María furiosa porque su desayuno aún no estaba listo.

— Eres una inútil!. Grito la mujer apenas vio a Lucia.

— Lo siento! Ya preparo su desayuno. —Respondió Lucia corriendo a la nevera.

— Ya no hagas nada, mejor ve a la panadería y cómprame algo de desayunar.

Esta era una de las pocas veces que Lucia podía salir de la casa sin ser acompañada por alguien de la casa, en el camino la muchacha se encontró a su amigo Sebastián, este muchacho era también amigo de la hermana mayor de Lucia, Sebastián le dio un abrazo a Lucia para felicitarla por su cumpleaños, esa imagen fue vista por Adele la hermana mayor de Lucía, está joven tenía casi diecinueve años, ellas se llevaban diez meses de diferencia, el resentimiento que Adele sentía hacia su hermana era tan grande que fue con su mamá y le contó lo que había visto y además inventó otras cosas más y está fue la razón por la cual Lucía había recibido semejante golpiza.

Fin del recuerdo

Los días pasaron y lucía estaba mejorando, ella pensó en escapar tan pronto tuviera fuerzas, mientras eso pasaba investigo todo lo que pudo sobre su padre biológico, ya que su mamá nunca le negó quien era ese infeliz, Lucía pensó entrar en aquella familia y acabarlos, ella usaría a los Lombardi para acabar con la familia Ferrer, pues Maria estaba casada con Ignacio Ferrer y este hombre también era malvado y cruel, en muchas ocasiones había intentado abusar de ella, solo que por miedo a su esposa no lo había logrado.

Lucía había investigado todo lo referente a los Lombardi y sabía que ellos tenían un hijo adoptado llamado Mauricio Lombardi, de este muchacho no habían muchas fotos en el internet, la única foto que pudo encontrar era de perfil, pero lo poco que se podía ver resultaba agradable a los ojos de Lucía, los Lombardi una familia poderosa, la señora Carolina de Lombardi una mujer amable y de buenos sentimientos y Laureano Lombardi un hombre poderoso sin escrúpulos capaz de conseguir lo que deseaba sin importar llevarse por los pies a quien en su camino se encontrará.

Los días pasaron y Lucía ya estaba recuperada, su mamá confiada en que ella no escaparía la envío por unas compras y está fue la oportunidad perfecta para la joven de poder escapar y así lo hizo, pero al ir tan apurada no se dio cuenta que venía un auto y este casi la atropella, era un auto de lujo y de este bajo un hombre alta, guapo con un aire de peligro saliendo por todos lados, le pareció familiar.

— Estás loca muchacha? Por poco y arruinas mi auto. — Dijo aquel desconocido.

— ¿Qué tu estúpido auto es lo único que te importa? Mira dejemos esto así, no tengo tiempo que perder con un patán como tú.—Wl grito de Lucía resonó por varias calles.

— Espera muchacha insolente, no creas que te irás así tan rápido y no pagarás lo que has hecho. — Dijo el hombre con una cara que daba miedo.

Lucía intento escapar, pero el sujeto la tomo por la fuerza y la metió a su auto, las personas de alrededor no se metieron en aquella discusión pues sabían muy bien quién era ese hombre y lo menos que querían eran problemas.

Lucía estaba aterrada ella nunca había pasado por una situación así, este hombre la miraba con desprecio.

— Señor! disculpé! Por lo que dije antes, solo estaba asustada, por favor! déjeme ir!. Suplicaba, Lucía por su vida.

El hombre solo la ignoro, después de un tiempo llegaron a un conjunto residencial, este se veía desolado como si nadie viviera ahí, estaba perdida quien sabe que quería hacerle este hombre, ella nunca había recibido ni siquiera un simple beso, pues Maria no la dejaba salir de la casa y la poca educación que tenía era de cuando los maestros particulares iban a casa de los Ferrer a impartir clases a Adele.

El auto entró al estacionamiento de una gran casa, cuando el chófer de este hombre tan desagradable detuvo el vehículo, el desconocido le ordeno bajar, ella estaba muy asustada, no quería bajar, entonces el sujeto la agarró con fuerza de la muñeca y la obligó a seguirlo, una vez llegaron dentro de la enorme casa, una mujer mayor salió a recibirlos.

— Joven Mauricio!, bienvenido!. Dijo la señora amablemente.

— Encárgate de esta mocosa, quiero que la asees bien y la dejes lista para mí, en dos horas subiré a ver cómo quedó. Mauricio dio la orden y se fue quien sabe a dónde.

Mientras tanto la señora llevo a Lucía a una de las habitaciones de esta gran casa, la joven no dejaba de llorar y suplicarle a la señora que la dejara escapar.

— Niña tranquila, el joven no es malo, mira él te tratará bien siempre y cuando tú cooperes, con el tiempo se aburrirá de ti y te dejará libre. — Explico la señora.

— No sé que cree usted que soy yo, pero yo a él ni lo conozco solo tuve la mala suerte de tropezar con él en el camino y sin mediar palabra me trajo secuestrada a esta casa.

Aquella mujer sintió lástima de Lucía, pero ella no era nadie para negarse a cumplir las órdenes del señor, ella sabía porque Mauricio la había traído a la casa, lo que no sabía era que pretendía hacer con ella.

Capitulo II Pagar otra vez por el error de otros

Las dos horas que Mauricio había estipulado ya habían pasado, él subió las escaleras para ver cómo había quedado la muchacha, abrió la puerta sin tocar y al entrar se sorprendió con el resultado, Lucia estaba peinada y con un vestido que marcaba su esbelta figura.

—¿Daniela eres tú?. El asombro de Mauricio era innegable.

— Qué le pasa? Yo no me llamo Daniela y ahora por favor déjeme ir.

Lucía volvió a llorar, ella no entendía por qué su vida era tan miserable, por qué el destino era tan cruel con ella, al fin había logrado salir del infierno Ferrer y ahora estaba en un nuevo infierno.

— Señora Ana por favor déjeme a solas con esta chica.

A la mujer solo le quedó obedecer la orden de su jefe y es que si a alguien se le ocurría llevarle la contraria a Mauricio las consecuencias serían inimaginables.

— Señora por favor no me dejé sola!, por f!, se! se lo suplico!. — Lucía rogaba, prendida del brazo de la señora Ana, pero esta mujer no podía hacer nada por la chica.

Cuando Ana salió de la habitación Mauricio tomo del cuello a Lucía y la acorraló contra la pared.

— Ahora eres de mi propiedad y, por lo tanto, tienes que hacer lo que yo te pida. — Susurro aquel hombre al oído de Lucía

La chica sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, los nervios se apoderaron de ella y las lágrimas seguían saliendo, Mauricio paso sus pulgares por las mejillas de Lucía con tanta ternura como si sus lágrimas le causarán dolor.

— No quiero que llores, imagino que Ana ya te dijo que si te portas bien yo seré bueno contigo, ahora acuéstate en la cama y no te niegues. — Su voz sonó más a una suplica que a una orden

A Lucía no le quedó más remedio que hacer lo que Mauricio le pedía, ella estaba acostumbrada solo a obedecer órdenes, con la cabeza gacha se sentó en la cama, mientras que Mauricio levantó su barbilla y le dio un tierno beso, este era el primer beso de Lucía, al menos no estaba siendo violento con ella.

— Voy a pedir que te traigan algo de comer, descansa un poco y luego te diré lo que harás por mí. — Ordeno Mauricio con voz ronca.

Mauricio salió de la habitación a toda marcha era como si quisiera reprimir sus instintos, bajo las escaleras y ordenó a la Sra. Ana le llevará comida a la muchacha. Mientras él se encerró en su estudio, busco un libro y de este saco una foto, la mujer en esta era muy parecida a Lucía, aunque la joven de la foto se veía mayor que la mujer secuestrada por él, en su corazón Mauricio sentía que su amada Daniela estaba ahora mismo en una de las habitaciones de la casa.

Mauricio estaba perdiendo en sus pensamientos cuando la puerta fue abierta.

— Señor la señorita se niega a comer. Dijo Ana entrando al estudio.

— Déjala! Ya le dará hambre.

Lo que Mauricio no sabía era que Lucía estaba acostumbrada a no comer nada en días, pues en casa de los Ferrer cuando la encerraban en el sótano se olvidaban de ella dejándola días sin comer.

El cansancio termino venciendo a Lucía y está sucumbió ante el sueño, al estar por primera vez en una cama tan suave decidió acurrucarse y dormir tranquilamente, no sabía cuánto tiempo había dormido, lo único que sabía era que los rayos del sol se colaban a través de la ventana despertándose como si en un sueño estuviera, el olor de unos panes tostados invadieron sus fosas nasales, su estómago rugió y ella se sentó en la cama pensando que esto o era un sueño o una pesadilla, pues no olvidaba que estaba en este lugar secuestrada por un pervertido, pero al recordar el beso que le dio el día anterior sus mejillas se pusieron rojas, sacudió esos pensamientos, luego entro al baño y se aseó, al salir encontró una muda de ropa en la cama, era ropa muy bonita, así que no dudó en ponérsela, se sentó tranquilamente a desayunar saboreando cada bocado, ella muy pocas veces se podía permitir desayunar de esa manera, ya que los Ferrer solo le daban las sobras.

Al terminar su desayuno se sintió intrigada y quería saber si está habitacion estaba cerrada con llave, al girar la manija se sorprendió al ver que no estaba con seguro, se asomó al pasillo y no vio a nadie cerca, así que salió a explorar aquel lugar, esta casa es mucho más grande que la de los Ferrer, pensó la joven.

— Señorita! se ve muy bien!. Dijo la Sra. Ana, asustando a Lucía.

— Me asustó señora. Dijo Lucia llevando las manos a su pecho.

— No tengas miedo querida aquí nadie te lastimará. — Dijo la señora muy amablemente.

— A lo mejor usted no, pero no puedo pensar lo mismo del demonio que me secuestro.

La señora Ana se quedó inmóvil mirando detrás de lucia, la muchacha trago grueso y me volteo lentamente sabiendo que él estaba detrás.

— Buenos días, señor. Dijo Ana muy seria.

— Buenos días, Ana, por favor déjeme solo con la dama aquí presente. — Dijo con un tono bastante fuerte.

La señora Ana se retiró dejando a los dos solos, mientras Lucía bajaba la mirada para que no se notará su sonrojo.

— Así que soy un demonio?. Pregunto, Mauricio molesto.

— Bueno no sé su nombre y de alguna manera debo llamarlo. — Respondió Lucía.

Ella sabía el nombre de él, pero solo se le ocurrió esa excusa para decir.

— Entonces no se te ocurrió un mejor nombre que demonio?. — Dijo Mauricio irritado.

— Y como le puedo llamar, si usted me tiene aquí en contra de mi voluntad. — Respondió la joven honestamente.

— Tienes razón, bueno me presento, mi nombre es Mauricio Lombardi y el tuyo cuál es?.

Al escuchar aquel nombre Lucía quedó impresionada, pues se dio cuenta de que la vida la estaba poniendo frente al hijo adoptivo de su padre.

— ¿Quedaste muda o que?. — Pregunto Mauricio irritado.

— No!, lo siento! mi nombre es Lucía Rivas.

Dijo su nombre y luego se arrepintió pues ahora él sabría cómo encontrar a su familia.

— Hermoso nombre, muy bien Lucía, ahora dime te gusta la casa?. — Pregunto Mauricio para romper el hielo.

— Está bonita, pero es muy grande no lo cree?. — Dijo Lucía espontáneamente.

— Si, cuando la compré pensé en que tendría hijos, pero eso no sucederá.

La expresión de Mauricio cambio radicalmente y ya no se veía tan amable, ahora parecía una fiera, agarró a Lucía de la cintura y la besó con brusquedad, ella luchó por soltarse de su agarre, pero él era mucho más fuerte que ella, Mauricio empezó a tocar cada parte de su cuerpo, dejándola a ella presa del pánico, no sabía que había hecho mal o que había dicho para que esté hombre la tratara así, después de unos minutos Mauricio la soltó diciendo unas palabras.

— Tu pagarás el dolor que estoy sintiendo.

Capitulo III Eres una Ferrer

Había pasado una semana y Lucía seguía encerrada en aquella enorme casa, después de ese día donde él le dijo aquellas palabras que le causaron tanto miedo, ella optó por no salir de aquella habitación, pensó que si él no la veía seguramente se olvidaría de ella y por esa semana así fue, hasta que una noche él llegó tomado y subió a buscar a la chica que tenía encerrada en su casa, la Sra. Ana al verlo en ese estado pensó lo peor, sintió mucha pena por ella.

Mauricio abrió con brusquedad la puerta de la habitación donde Lucía descansaba, ella al escuchar el ruido se sobresaltó y se sentó en la cama viendo la figura que estaba frente a ella.

— Qué hace aqui?. — Pregunto, Lucía desesperada.

— Eres mía y vengo a reclamarte. — Contesto Mauricio caminando hasta ella, desatansose la corbata.

— Qué quiere decir? Pregunto la muchacha presa del pánico.

— No eres una niña y por lo que sé, eres bastante experimentada o es que acaso pensaste que no me daría cuenta de que eres una Ferrer. — Dijo, Mauricio acorralando a Lucía en la cama.

— No te equivocas!, no soy una Ferrer...

— Cállate! no pienso seguir escuchando mentiras, ahora sabrás lo que les pasa a los que me mienten.

Mauricio empezó a destrozar la ropa de Lucía, mientras ella temblaba debajo de él, ella le suplicaba que no la lastimara, pero él no entendía razones.

— Señor por favor al menos sea amable, está sería mi primera vez. —Acalro Lucía entre sollozos y lágrimas.

Mauricio se detuvo viendo a la chica debajo de él, el terror estaba escrito en su rostro en letras mayúsculas y vio en su mirada una tristeza tan grande, era como si esto fuera lo único que le faltaba a su miserable vida, no pudo continuar con lo que pretendía hacer esa noche, él no entendía el por qué no podía hacerle daño a esta chica si ni siquiera la conocía, él solo se levantó y se fue, poco tiempo después entro Ana para consolar a la muchacha, ella sabía que Mauricio no la había lastimado, pero también sabía que la pobre chica había sufrido mucho en manos de su familia, Lucía tuvo confianza en Ana y le contó todo sobre su vida, obviamente no le dijo quien era su padre biológico.

— Ay! Ana!, por qué tengo que sufrir tanto?, yo solo quiero tener una vida tranquila, estoy tan cansada, sabes a veces yo solo quiero morir, nunca debí haber nacido. Lucía no paraba de llorar, Ana busco ropa nueva para ella y la ayudo a cambiarse, también cambio las sábanas y se quedó al lado de Lucía hasta que está logro dormir, Ana pensó en la manera de hacer que está niña pudiera salir de esta casa, era obvio que Mauricio solo la había secuestrado por su gran parecido con Daniela y ahora que sabe que son hermanas y que Daniela era en realidad Adele Ferrer seguramente hará pagar a la inocente Lucia por lo que esa desdichada mujer le hizo, él no tiene ni idea del sufrimiento de la muchacha y de todo lo que ha tenido que soportar, mientras Ana ayudaba a Lucia a vestirse, está se dio cuenta de todas las marcas que la niña tenía en su cuerpo, la persona que le había hecho esto era peor que una bestia.

Llegada la madrugada Ana salió de la habitación de Lucía al bajar las escaleras se encontró con Mauricio sentado en la sala.

— Ya se durmió?. —Pregunto, el hombre con una copa en la mano.

— Así es señor, con su permiso me retiro a mi habitación. — Dijo Ana yendo a su habitación.

Mauricio se quedó pensativo, ella le había dicho que nunca había estado con un hombre antes, como era eso posible, pues es la hermana de Adele y esa víbora era una promiscua, seguramente estaba mintiendo para resguardarse de mí. Los pensamientos de Mauricio estaban hechos un lío, este se quedó dormido en el sillón y lo que quedaba de noche solo soñaba con los ojos aterrados de Lucía y de cómo eso lo hizo sentir.

Ana se encontraba preparando el desayuno, cuando el olor de la comida llegó a Mauricio, este se despertó con un terrible dolor de cabeza y un sentimiento de culpa inigualable, camino a la cocina y le pidió a Ana una pastilla para su migraña, está se la paso sin dirigirle palabra alguna y siguió en lo suyo, Mauricio la ignoro y subió las escaleras, sintió remordimiento por lo que había tratado de hacer la noche anterior, así que entró a su habitación se dio un buen baño y luego salió para desayunar, al pasar por frente de la puerta de la habitación de Lucía se detuvo y la escucho llorando, él empujó la puerta y entró a la habitación, Lucía a penas lo vio se tensó y una ola de miedo recorrió su columna vertebral.

—Qué hace aquí?. —Pregunto Lucia aterrada.

— Tranquila no vine a lastimarte. — Respondió Mauricio acercándose a ella.

Por instinto Lucía retrocedió y se tapó con las sábanas.

— No tengas miedo, solo quiero hablar contigo. — Dijo Mauricio en un tono más relajado.

Lucía no respondió solo espero a que él hablará, ella sabía que si lo hacía enojar seguramente él reaccionaria mal y podía lastimarla.

— Perdón por lo de anoche, no soy un violador y el día que estemos juntos es porque tú así lo deseas, ahora me gustaría saber quién eres tú realmente. — Dijo Mauricio mirándola a los ojos.

— ¿Qué quiere saber de mí? — Pregunto, la chica, ya más relajada.

— ¿Por qué nadie sabe de tu existencia? Por qué si eres la hermana de Adele yo no sabía nada de ti. — Pregunto Mauricio intrigado.

— Adele es mi media hermana, nuestra madre es María Ferrer, pero Ignacio Ferrer no es mi padre, fui el resultado de una vxxxxxxxx, después de ese suceso Ignacio Ferrer continuo su relación con María, pero con la condición de que no dijeran quién soy ni de dónde vengo, cuando fui creciendo mi parecido con Adele se fue notando mucho y bueno decidieron encerrarme para siempre en esa mansión.

Pero Adele tiene dieciocho años y si eres menor que ella, entonces cuál es tu edad?. —Pregunto Mauricio desconcertado.

— A penas tenemos diez meses de diferencia. — Respondío, Lucía sinceramente.

Estuvieron hablando por un largo rato contando algunas cosas sobre sus vidas, Lucía no le dijo de los maltratos recibidos por esa familia y mucho menos le dijo quien era su papá y él no le contó sobre lo ocurrido entre él y Adele.

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