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No Hay Lugar Para El Arrepentimiento

1

Prólogo

“Amar no fue su salvación… Sólo el principio de su perdición”

Queridos lectores… (Suspiro) ¿o debería decirles “amados”?  Embarquémonos en esta novela donde espero de corazón que se sumerjan en los complejos sentimientos de mis personajes, espero con ansias que te sorprendas, que te estreses, que llegues al punto de odiarme y luego decidas perdonarme por haberte hecho enojar. (Risa descarada)

Cuando sientas que quieres abandonar, respira profundo y ten en cuenta que ya estás casi en el final y que seguramente no te va a decepcionar.

Sin más preámbulos, te reto a devorarte esta trama que será la causa de tus confusas emociones en los próximos minutos.

Así me despido (reverencia) y nos encontraremos en el último capítulo...

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Bajo el sol inclemente de una tarde veraniega, la joven Dafne pedaleaba con prisa hasta la casa donde vivía con sus padres, su piel bronceada brillaba por el sudor, su cabello castaño alborotado bailaba al son del viento. Al llegar, se bajó de la bicicleta con rapidez dejándola caer al piso.

-¡Mamá! ¿Dónde estás?

Dafne buscó por toda la casa y no lograba encontrar a su madre, después de unos minutos la vio tumbada en el jardín.

-¡Dios mío!

Gritó con las manos en su cabeza, mientras corría hacia su madre. Sus ojos se humedecieron y su corazón se aceleró de tal manera que sintió que se le iba a salir. A los minutos llegó la ambulancia y Dafne agarró su bicicleta y siguió a la ambulancia hasta llegar al hospital.

-¡Pequeña!

Dafne quien estaba sentada en una de las sillas frente al quirófano miró al hombre que acababa de llegar e inmediatamente saltó a sus brazos mientras lloraba.

-Tranquila, ya estoy aquí. ¿Los médicos han dicho algo?

Ella negó con la cabeza mientras de sus ojos seguían saliendo lágrimas.

Los minutos pasaron y una de las enfermeras salió del quirófano y fue abordada de inmediato por Dafne y su padre.

-Señorita ¿Mi esposa está bien?

La enfermera tenía un rostro amable y respondió con una sonrisa en su rostro.

-La paciente está bien, le tuvimos que hacer una cirugía de urgencia porque su apéndice estaba a punto de explotar. Gracias a que la joven actuó de manera rápida, las cosas no terminaron mal.

Dafne perdió la fuerza de sus piernas y cayó al suelo sintiendo alivio de que su madre estuviera bien. Después que a su madre la ubicaron en una habitación, ella y su padre entraron y la vieron con un rostro pálido.

-Mamá…

La voz quebrada de Dafne llegó a los oídos de su madre que intentó poner la mejor cara.

-Mi pequeña, te debiste asustar mucho.

Ella se acercó a su madre y tomó su mano con delicadeza mientras le daba un beso.

-Amor, no vuelvas a asustarnos de esa forma, ¿Qué haríamos sin ti?

-Probablemente nada.

Los tres rieron pero la madre de Dafne se quejó del dolor y paró de reír de inmediato. Dafne miró a su padre y con ojos tristes volvió a ver a su madre.

-Mamá, papá… antes de encontrar a mi madre desmayada, estaba intentando darle una noticia.

Ella hizo una pausa y frunció sus labios por unos segundos

-La cosa es que… Me aceptaron en la universidad P.

Los dos padres al escuchar la noticia se sorprendieron y felicitaron de inmediato a su hija.

-¡Estoy muy orgulloso de ti hija!. - Exclamó su padre. -La verdad me había sentido muy triste por no poderte enviar a la universidad mucho antes, pero nunca es tarde ¿Verdad?

-Lo se papá. Después que el negocio fracasara las cosas se complicaron, pero lo importante es que ahora si puedo hacerlo, solo tengo 25 años y siento que estoy en la mejor edad para estudiar.

Después de hablar con sus padres, Dafne se dirigió a su casa en busca de ropa para su madre. Mientras iba manejando se distrajo pensando en todo lo ocurrido durante el día y casi fue atropellada por un auto,al tratar de esquivarlo cayó al suelo.

-¿Señorita, está usted bien?

Dafne adolorida soltó un suave quejido, alzó su mirada y sus ojos se iluminaron al ver a un apuesto hombre extranjero alto, cabello negro, ojos verdes con una figura imponente.

-¿Quiere que llame una ambulancia?

Dafne salió de su letargo y negó rápidamente mientras se levantaba con dificultad.

-No es necesario, solo me golpeé un poco.

-Me alegra escuchar que está bien. Señorita, debe tener más cuidado cuando maneje.

-Si, me disculpo.

Dafne se sentía apenada, sabía que ella era la culpable de ese incidente. Después de unos minutos el hombre se fue y ella sintió como la sangre se concentraba en sus mejillas.

-Que hombre tan hermoso.

Los días pasaron y ese pequeño incidente había quedado en lo más profundo de sus recuerdos, había estado tan ocupada cuidando de su madre que no había tenido tiempo para volver a recordar aquel hombre que había hecho latir su corazón con su belleza.

Cuando su madre por fin pudo moverse  por su cuenta, Dafne sintió que volvía a ser libre, llena de una energía acumulada por estar tanto tiempo encerrada en casa, corrió de prisa hasta la playa. Al estar frente al impresionante mar, soltó una enorme sonrisa mientras metía sus pies en el agua, se sentía viva al poder recibir el aire fresco en su rostro.

-Veo que la señorita realmente no se lastimó cuando cayó

Al escuchar la voz se volteó y al ver aquel hombre con quien se había conocido en una circunstancias vergonzosas para ella, no pudo evitar actuar tímida  .

-Claro, solo me golpeé un poco cuando caí.

El hombre sonrió con picardía mientras la miraba de pie a cabeza.

-Ya veo. Pero creo que me debes una disculpa. Si te hubiera pasado algo, mi conciencia no estaría tranquila.

Dafne se sonrojó y empezó a reír de manera nerviosa.

-Lo lamento, igual no tendría que sentirse culpable. Yo fui quien cometió la infracción, en todo caso usted sería la víctima.

-Me alegra conocer personas que son capaces de asumir sus culpas.

Los dos quedaron en silencio y a ella le empezaron a sudar las manos.

-¿Le gustaría que le invitara a tomar o comer algo como disculpa?

El hombre puso cara pensativa mientras miraba al mar.

-Puede ser, pero soy exigente.

[Demonios… seguro me hará comprarle algo caro] pensó Dafne mientras sonreía

-Está bien, solo dígame.

-En ese caso… Desde que llegué solo he comido en restaurante, me gustaría comer algo casero.

Ella abrió los ojos de par en par por la sorpresa.

-Ah… en ese caso Mmmm. ¿Le gustaría comer en mi casa?

-Por supuesto.

Los dos caminaron uno al lado del otro, a medida que iban hablando ella iba perdiendo los nervios, él fue amable con ella y de vez en cuando le hacía bromas.

-Disculpe…

-¿Si?

-Aún no se su nombre.

-Es cierto. Aún no me he presentado. Soy Samael.

El se detuvo y extendió su mano hacia ella, Dafne miró la mano y notó que  portaba un reloj que costaba millones, no solo era el reloj, también su ropa era de marca y el carró de la última vez era uno muy caro. Ella estrechó su mano con timidez.

-Yo soy Dafne.

-Lindo nombre.

-Gracias.

2

Cuando Dafne presentó a Samael, sus padres se sorprendieron; era la primera vez que su hija llevaba a un hombre a casa y este era uno realmente apuesto. Su madre, que aún seguía recuperándose,  estaba sentada en el mueble y mientras Dafne y su padre se encargaban de la comida, ella se encargó de interrogar a Samael.

Después de cenar él se despidió con amabilidad y Dafne fue obligada por sus padre a acompañarlo hasta el paradero más cercano.

-Lamento que tengas que acompañarme.

-Descuida, esto sigue siendo parte de mi disculpa..

El sonrió y se detuvo mientras le sujetaba de la muñeca, ella lo miró sorprendida y su piel donde él la tocaba podía sentir un calor que le generaba cosquilleo.

-¿Sucede algo?

-¿Le molestaría intercambiar nuestros contactos?

El corazón de Dafne saltó en su pecho pero aun así decidió no hacerlo, era un hombre que recién había conocido y no eran tan cercanos como para contactarse por teléfono

-Lo lamento, no suelo darle mi número a personas que apenas conozco.

-¿Quiere decir que cuando nos conozcamos mejor, me lo darás?

-No creo que nos volvamos a ver, pero si eso llega a pasar, supongo que estará bien.

Los dos  se despidieron y durante los días siguientes Dafne fue emboscada por Samael quien siempre fingía sorprenderse al verla. Ella pudo notar el interés de él por ella y no dudó en trazar una línea con el hombre, sin embargo después de muchos encuentros no pudo seguir negándose a intercambiar su contacto con él. A medida que iban hablando, ella se iba sintiendo cada vez más atraída hacia él, sin embargo cuando él confesó sus sentimientos, ella no pudo contestarle.

-Dafne, ¿Necesitas tiempo para pensarlo?

-Yo… No creo que esté lista para tener una relación.

-Puedo esperar.

-No, por favor. No lo hagas, no quiero que pierdas el tiempo esperando algo que quizá no vaya a pasar.

-¿A qué te refieres?

La verdad era que en el pasado Dafne fue engañada por la persona que amaba y desde entonces no había sido capaz de volver a confiar en nadie, tenía miedo de ser lastimada otra vez.

-Yo no puedo confiar en ti, o en cualquier otro hombre. No es tu culpa, es algo mío.

Ella evitó su mirada tratando de contener sus lágrimas, en el fondo quería aceptarlo, pero el miedo la detenía.

-¿Y si demuestro que yo soy alguien en quien puedes confiar?

-¿Qué?

-No se que te hizo estar así, pero yo puedo ser esa persona en la que puedes confiar. Solo dame la oportunidad de demostrarlo.

Él se acercó a ella y acarició su rostro, ella sintió cómo se iba derritiendo ante su toque y por un momento todas sus dudas desaparecieron en el suave beso que él le dio.

-Déjame amarte.

Dafne dejó salir unas lágrimas y con sus puños apretó la camisa de Samael.

-Promete nunca mentirme, si me lastimas no se si podré superarlo.

-Lo prometo.

Los meses pasaron y Dafne empezó la universidad, contrario a sus temores ella pudo adaptarse con facilidad al ambiente, su relación con Samael había crecido significativamente y ella podía decir que estaba totalmente enamorada. Él era dedicado y cariñoso, la llenaba de detalles y la hacía sentir especial todo el tiempo, sin darse cuenta todo su tiempo y atención estaban girando en torno a él.

Cierto día en su casa mientras ella estudiaba para un examen al lado de Samael, sintió cómo él tomó su mano y deslizó algo frío en su dedo, ella levantó su mano y al ver un hermoso anillo lo miró llena de lágrimas.

-¿Te casarías conmigo?

Ella asintió mientras tapaba su boca tratando de contener su llanto.  Estaba emocionada, no podía explicar todo lo que estaba sintiendo, pero sentía como si cada dificultad que había pasado en su vida estuviera siendo recompensada en ese momento.

-Escucha, yo debo volver a mi país, debo contarle a mi abuela sobre la boda, como sabes… mis padre murieron hace muchos años y ella es quien me crio, no creo que venga a la boda, pero aun así debe saberlo por mi en persona.

Dafne asintió con una sonrisa mientras lo tomaba de la mano.

-También… No se como decirlo.

Samael se vio incómodo por unos segundos mientras frotaba su mano en la pierna y el cuello.

-¿Qué sucede? Puedes decirme

-Creo que te pediré algo egoísta. ven conmigo a mi país después de la boda

-¿Qué? ¿Irme lejos de mi familia?

-No. Formar una familia conmigo en mi país.

-Pero… ¿Y mis padres?

-Yo debo volver, solo vine aquí en lo que la empresa tomaba estabilidad, pero mi lugar no está aquí.

-No lo sé… No puedo dejar a mis padres.

Samael le dio un beso en la frente mientras acariciaba su espalda.

-¿Me puedes dejar a mi?

Ella quedó en silencio y se sintió confundida, no quería dejar a sus padres pero tampoco quería perder al hombre que amaba.

-Dame tiempo para hablar con mis papás, mi lugar es estar a tu lado.

3

Dafne pensó en miles de formas de contarles a sus padres sobre su compromiso, pero cada vez que imaginaba un escenario, todo terminaba de la misma forma: Sus padres encerrándola y prohibiéndole ver a Samael. Ella rascó su cabeza con desespero y sintiéndose frustrada dejó pasar los días mientras reunía el valor suficiente para soltar aquella noticia. Cuando Samael tuvo que regresar a su país, Dafne supo que ya no podría posponer más la engorrosa situación. Mientras comían tranquilamente, ella miró de reojo a sus padres y tomó una bocanada de aire y habló con firmeza.

-Estoy comprometida.

La mesa quedó en total silencio y Dafne empezó a temblar de los nervios. Después de unos segundos de incomodidad, su madre rompió el hielo.

-¿Hablas de casarte?

Dafne la miró con ojos grandes y asintió con la cabeza para luego desviar la mirada, su madre suspiró y dejó sus cubiertos en la mesa mientras meditaba por unos segundos.

-¿Puedes explicarnos mejor sobre eso?

-Si…

Dafne tragó saliva y frotó sus manos mientras evitaba la mirada de sus padres. Normalmente era alguien decidida y directa, pero cuando se trataba de sus padres todo su valor se esfumaba.

-Samael debe volver a su país, solo estuvo en este lugar por trabajo… pero los dos nos amamos y lo último que queremos es separarnos. Puede que a ustedes les parezca repentino y apresurado, pero realmente lo he pensado bien y siento y pienso que es lo que quiero.

-Hija, ¿Cómo puedes estar tan segura si solo llevas unos cuantos meses con él? se que no eres de las personas que actúa sin pensar bien, pero creo que esta decisión es muy premeditada.

-Mamá. No necesito toda una vida para saber que él es el hombre con quien quiero estar. Sabes que en todo este tiempo no he aceptado a nadie que haya intentado estar conmigo después de lo que pasó, nunca había tenido este tipo de sentimiento por nadie, ni siquiera por aquella persona, ahora que tengo a Samael me doy cuenta que lo pasado solo fue una pequeña ilusión. Se que  esto no solo es algo del momento.

-Eso es lo que me preocupa. No dudo de tus sentimientos ¿Pero y él? ¿siente lo mismo que tú? no quiero que te embarques en un matrimonio donde tú seas quien lo de todo.

-Mamá, Papá. El me ama, lo se. Lo se así como se que ustedes me aman a mi.

-¿Y tus estudios?

Su padre preguntó con un rostro triste, se había mantenido al margen de la conversación pero al ver a su hija tan decidida lo hizo sentir como si la estuviera perdiendo.

-Lo haré después. Hablé con Samael y después de adaptarme al idioma puedo entrar a estudiar en una universidad de allá, puedo esperar.

-Pero hija, ya tuviste que esperar demasiado. Aún me culpo por no poder darte estudios, no quiero que te quedes atrás.

Ella sonrió con ternura al  saber la preocupación de su padre.

-Como siempre hemos dicho. Nunca es tarde para estudiar, solo debo esperar uno o dos años.

Sus padres no continuaron en tratar de convencer a su hija esa noche, pero después que los días pasaron ella pudo notar que ellos estaban extrañamente alejados de ella. Samael después de volver a su país se comunicó a diario con ella pero muy poco, los horarios no coincidían así que eso hizo que la comunicación fuese limitada, sin embargo él acordó volver para celebrar la boda, quería que todo se llevara a cabo de la manera que ella y sus padres quisieran. Dafne hizo los preparativos y al ver que todo iba en serio, sus padres cedieron ante ella y la ayudaron a organizar todo. Faltando dos semanas para la boda, Samael regresó y se puso al día con los preparativos, los padres de Dafne no disimularon sus miradas intimidantes ante el hombre que les estaba robando a su preciada hija.

Finalmente la boda se llevó a cabo y Dafne se veía hermosa, su padre que la llevaba del brazo no dejó de llorar en ningún momento, su madre la miraba con tristeza y eso la hizo sentir mal; Ella estaba feliz y aun así sus padres no lo estaban, ella suspiró y decidió ignorarlos y disfrutar de su día de la mejor forma posible.

Después de la fiesta ella había bebido lo suficiente como para quedar inconsciente, Samael la llevó en brazos hasta la habitación de hotel donde la recostó con delicadeza. Cuando Dafne despertó su cabeza quería explotar, los recuerdos de la noche anterior llegaron de golpe y quiso llorar, no solo había bebido hasta desmayarse, sino que también había arruinado su primera noche con su esposo.

-Eres una tonta, tonta, tonta.

Dafne golpeó su frente por haber sido tan descuidada, miró alrededor de la habitación y no vio rastro de Samael y suspiró. Cuando salió después de haber tomado un baño encontró a Samael de espalda sosteniendo una copa con vino, él se volteó y al verla sonrió con picardía. Ella al verlo sintió muchos nervios y vergüenza, estaba usando solo la bata de baño e instintivamente supo lo que iba a pasar.

Él rodeó su cintura con un brazo mientras olfateaba su cuello húmedo, su cuerpo se estremeció e intentó alejarlo pero él la abrazó con fuerza en lo que se apoderaba de sus labios temblorosos. Su cuerpo se fue relajando y empezó a disfrutar de las caricias de aquel hombre que ahora era su esposo, no supo cuánto tiempo pasó o cuantas veces había sucumbido ante el placer, pero su cuerpo quedó exhausto quedándose dormida en el pecho de Samael.

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