Teo es el diminutivo de del Teodoro, un hombre alto de un metro setenta, para un hombre que se encuentra en sus treinta y tres años de edad no se ve para nada mal, hombros rectos espalda erguida una buena cintura, su cabello negro bien peinado hacia atrás, siempre llega a la empresa con una enorme sonrisa, tratando siempre a sus compañeros de trabajo, y cada tanto haciendo una novatada a los recién ingresados a la empresa.
Con su camisa blanca planchada a la perfección, el moño de la corbata bien hecha, él presume de su amada esposa, que hace todo el trabajo con su vestuario, sus compañeros varones le dicen medio jugando media verdad, que es un hombre muy suertudo, que ojalá algún día ellos tuvieran la misma suerte.
Teodoro les aconseja que cuando menos lo esperen Cupido ya habrá golpeado la puerta de su corazón, todos se ríen al ver lo cursi que puede llegar a ser el subgerente.
En la empresa para la cual trabaja Teodoro es una de las más grandes y prestigiosa de la ciudad Pilar, su empresa se baja en la distribución de desarrollo de nueva tecnología y electrodomésticos. Hace unos cinco días atrás tuvo una reunión importante con los productores de marketing. Esa misma mañana recibió una llamada avisándole que tomaron en consideración el contrato socio comercio y que ya se pusieron en contacto con los gerentes y que el contrato ya fue firmado, le aseguraron que será todo un honor trabajar codo a codo con su empresa y más si él está a la cabeza de todo esto. Con toda seguridad dio las gracias.
Unos minutos más tarde, la secretaria del CEO vino a buscarlo, le entrego un sobre, lo abrió en dónde lo asciende de sub gerentes a jefe de gerencia. Su felicidad fue a un más grande, ya le habían avisado de que lo iban a ascender, pero no a un puesto tan grande. Está que no cabe de felicidad.
La secretaria le aviso que por hoy se puede retirar temprano del trabajo, sus compañeros exclamaron para que se quede hasta tarde para ir a celebrar a la hora de la salida a tomar en un bar todos juntos, él se negó rotundamente, diciéndoles que ya tiene reservaciones en el restaurante favorito de su señora, hoy es su séptimo aniversario de casados.
-no puede ser eres maldito cursi.- le hablo uno de sus compañeros.- rajá de acá antes de que me provoques una diabetes.- Teodoro le enseño el dedo del medio.
A eso de las once de la mañana abandono las instalaciones, va caminando por las veredas para poder ver y observar tranquilamente las vidrieras de los locales comerciales, le llamó la atención uno de los estantes donde pudo divisar un bonito collar, el collar tiene una forma sencilla y simple algo no tan llamativo tiene la forma de una luna en la fase de la luna de media luna y la punta de abajo una estrella de cinco puntas en el centro de esta una pequeña piedra azul pasó al local a preguntar por el precio de este.
Le preguntó al señor por el precio de este se sorprendió al notar que se encuentra un precio accesible, Teodoro al hombre de la tienda le pidió que por favor se lo pusiera en una bonita cajita que era un regalo para su señora, ya que es un día muy maravilloso para él.
Que dentro de la cajita venga con una bonita tarjeta que diga "feliz séptimo aniversario", el hombre de la tienda le sonrió con ternura al ver que era un esposo tan dedicado para su señora, ya que no quedan muchos de ellos hoy en día.
Le entregó el collar envuelto en una cajita dentro de una bonita bolsa de joyería y le hizo un descuento del 40% Teodoro se sorprendió un poco por el descuento, pero lo aceptó con gusto pagó con la tarjeta de crédito porque en ese momento se encontraba corto de efectivo.
Salió del local camino directo a su casa a unos metros del edificio donde vive se cruzó con un puesto callejero donde venden pequeños ramos de flores tomó el poco efectivo que tiene dentro de su bolsillo y se lo entregó a la señora mayor la señora le agradeció la compra escogió el que le pareció el más bonito todos los ramos, le llamó la atención un ramito de violetas se le hizo muy bonito la tomó entre sus manos y corrió a su departamento escuchó que la señora le gritó buena suerte muchacho esas palabras le hicieron sentir aún más felicidad.
Yo igual edificio de unos 10 pisos de altura entró por la puerta principal recorrió el pasillo hasta unos 7 m aproximadamente se paró enfrente de las puertas del ascensores, pero uno se le debe segundos hasta que escuchó el sonido de las puertas abriéndose de este bajaban una madre con su hija adolescente ella lo miraron fijamente al ver que sostenía un bonito ramo junto a un pequeño regalo y viendo la sonrisa de oreja a oreja del hombre ambas mujeres negaron con la cabeza divertida.
- los hombres de hoy en día son tan cursi.- dijo poniendo los ojos en blanco la adolescente.
- no te preocupes Roxy, tu algún día encontrarás a ese hombre cursi.- le respondió sincero, la madre de la chica se echo a reír, la adolescente le frunció el entrecejo a los dos adultos enfrente, un adulto enamorado y su madre que se le ríe en su propia cara.
- MAMÁ.- se quejó la adolescente entre molesta y avergonzada.
- nos vemos.- se despidió la señora empujando a su hija hacia fuera del edificio.
Teodoro una vez en el ascensor, antes de que las puertas se cerrarán llegó a visualizar como madre e hija discuten entre ellas, verlas pelear le hizo sentir como una añoranza, se sujetó el pecho, "algún día será" se dijo asimismo. Presionó el botón número seis, se cerraron las puertas respiró profundo, se imaginó por un breve momento a su mujer emocionada en su noche de aniversario sobre el ascenso que le dieron en el día de hoy, eso le devolvió la alegría.
No puede evitarlo, esto es realmente emocionado porque desde que se casó con su mujer de ensueño, el amor de su vida, siete de un hermoso y maravilloso matrimonio, su aniversario número siete. El siete de la suerte, como tienden a decir algunas personas.
Después de unos cuantos minutos se volvieron a abrir las puertas, se bajó del ascensor camino despacio de forma tranquilo y coqueta, llegó hasta su puerta en dónde tiene las siglas "6H", su departamento. Inserto la llave en la pequeña abertura de la cerradura, giró un cuarto hacia el lado derecho, escuchó que la puerta hizo un clic. Cuando ingresó al departamento lo recibió él silencio, eso se le hizo algo extraño.
Mayormente, su esposa ya debería de haber salido de su trabajo como cerca de la una con cuarenta y cinco, y ya son más de las dos de la tarde, se quitó el saco gris lo colgó en el perchero, llegó al living dejo la bolsita sobre la ratona, se oyó un rechinido proveniente de la habitación principal, alzó la cabeza curioso unos segundos después se dejó oír el grito de placer de una mujer, le tembló la mano.
Se acercó al pasillo que lo lleva directamente a la habitación principal, la puerta está entreabierta, el ramo de flores cayeron innertes al suelo, se cubrió la boca con la mano, esa felicidad que llegó a sentir se fue en un instante, esa felicidad que quiso compartir con su mujer, con la mujer que se casó, se encuentra en pleno acto carnal, con un hombre, y no un hombre desconocido, sino que con su mejor amigo, a ese amigo que siempre lo considero un hermano, aquel que fue su padrino de bodas.
Los dos en su casa.
Teodoro pudo ver como ante sus ojos todo su mundo se derrumba bajó sus pies, el cómo sus pulmones dejaron de funcionar por un momento, y empieza a reclamarle por oxígeno, le está costando respirar, quiere llorar, pero las lágrimas no salen.
Se quedó totalmente en blanco, ni en millón de años lo vio venir, ni siquiera lo pensó a lo mejor estaba tan sumergido en su trabajo que no supo ver las señales.
¿Qué está pasando?, ¿qué mal o daño pudo haber hecho en esta vida?, ¿por qué?, su mente se empezó a llenar de múltiples preguntas que su corazón no supo responderle.
En un rápido movimiento se volvió sobre sus propios pasos, tomó su saco junto con las llaves del departamento, el portafolio del trabajo y por último, antes de tomarlo lo pensó lo dudo, pero aun así decidió llevarlo con él.
Salió rápidamente del departamento en completo silencio, podía sentir sus pies pesados, llegó de nuevo al ascensor, pensó en tomar su teléfono y marcarle a su mujer para averiguar qué carajos es lo que está pasando. No, no es el maldito momento, ahora debe de reflexionar las cosas con claridad, si no quiere hacer una verdadera locura, primero debe intentar controlarse. ¿Ahora a dónde va?, su trabajo no es una opción, un motel no tiene efectivo, todas por esas malditas flores... Las flores, se dio un zape en la frente, se las olvidó por completo de recogerlas, se quedaron en el departamento y tampoco cree que es buena idea a volver por ellas y no quiere aparecer en el noticiero por haber golpeado a su mejor amigo y a su futuro exesposa. exesposa, esto sí que es una mala jugada del destino.
¿Cómo diablos es que no lo vio venir?, se cubrió los ojos con la mano para evitar llorar en ese momento.
Las puertas del ascensor se volvieron a abrir de nuevamente, se subió en el accionó el botón número cinco, está vez solo duró unos breves segundos dentro del ascensor, se bajó una vez más, se preguntó así mismo sí su vecina ya habrá vuelto de hacer los mandados, de seguro no. Lo pensó por un instante, por qué tiene que molestar a su vecina con sus problemas personales, debió de haber ido a la casa de sus padres, cierto le avisaron que se iban a una especie de retiro espiritual. A lo mejor a la casa de su hermano mayor, no el pobre ya tiene bastante con lo que puede lidiar, su hermanita si claro ambos compartiendo un cuarto de la universidad. Esto sí que es una mala broma.
Apoyó la espalda contra la pared aún lado del departamento de su vecina, se fue desamorando de a poco hasta caer al suelo, unas ganas terribles de romper cosas, le hierve la sangre de la ira y la frustración que va siendo cavidad de sus emociones.
- Teodoro, ¿qué te pasó?- pregunto con suma preocupación su vecina al ver en el estado que se encuentra su vecino.
Hasta hace unos momentos lo había visto con una inmensa alegría y felicidad, y ahora se lo ve como si un camión lo hubiese pasado por encima.
- ¿puedo pasar un minuto?- pregunto en cambio, la mujer se quedó estupefacta al notar una mezcla de decepción y tristeza en la mirada café del hombre.
- si claro por supuesto.- respondió saliendo de su trance.- adelante.
-¿qué pasó mamá?, ¿por qué no abriste la puerta todavía?- pregunto la adolescente detrás de la señora que viene cargando con unas cuantas bolsas de compras llenas de mercaderías, fue justo en ese momento que se percató de la presencia de su amigo, el vecino del piso de arriba.- y a ti que te pasó te ves como si un camión te paso por encima.- directa, si hasta hace unos momentos lo había visto todo cursi y romántico por querer para un tiempo a solas con su esposa.
- Roxana.- su madre uso el nombre de la adolescente en forma de regaño, Teodoro se rio de la ironía de la vida.
- ¿tan mal me veo?.- se preguntó asimismo cabizbajo.
- tan mal yo no lo diría.- buscando las palabras exactas para describir la situación de Teodoro.- te ves como que te caíste en charco de lodo, pero te diste cuenta de que no era lodo.- dijo sincera, su madre la miró con una mirada severa.-¿qué?- se encogió de hombros.
- si creo que lo mejor será que me vaya a un motel.- dijo levantándose del suelo mientras se sacude la ropa.
- no te muevas de ahí Teodoro.- le señaló con el dedo índice, el hombre se quedó quieto obediente.- tu niña abre la puerta y acomoda las cosas.- demandó.- y prepara un vaso de agua con azúcar y después ayúdame a preparar el almuerzo.- pidió.
- Si, señora.- la adolescente imitó el saludo que hacen los soldados hacia una rango superior a ellos.
Esther, el nombre de la vecina paso su brazo por detrás del hombro de Teodoro, ayudando al hombre que ingresé adentro. Una vez adentro lo hizo sentar en el sofá para tres personas de un color marrón oscuro. Roxy la jóven adolescente le tendió el vaso de agua, como le ordenó su madre anteriormente y luego se volvió para la cocina para hacer el resto que le pidió su madre.
- Esther.- llamó por el nombre de la señora.- ella ...- trago en seco para deshacerse del nudo en la garganta que se le está formado, la vecina lo miro y espero pacientemente a que le dijera que es lo que está pasando con exactitud.- ella está con mi mejor amigo.- soltó.
- ¿cómo?- cerró los ojos con fuerza presintiendo con antelación la respuesta de Teodoro.
- juntos en la cama.- limpiandose la cara al darse cuenta que le están cayendo las primeras lágrimas de sus ojos, cuando a su mente volvió aquel recuerdo que vio unos minutos atrás.
- ahí Teodoro.- lo rodeó con sus brazos por la cabeza del hombre dandole un fuerte y cálido abrazo queriendo transmitirle seguridad y protección para alejar cualquier mal.
Roxana una joven de entre 16 y 18 años de edad, como cualquier adolescente normal tiende a sentir ciertas curiosidades por lo que pasa y sucede hacia su alrededor. Tuvo que parar la oreja y escuchar con suma atención, lo que dijo su amigo, la dejo helada, sin palabras. Se quedó pensativa por unos breves minutos, se imaginó toda la situación de su amigo llegando a casa con el pequeño pero el lindo ramos de flores y quedándose estático al ver eso... justamente eso.
Si ella se hubiera encontrado a sus padres en la sala de estar haciendo eso, hubiera quedado totalmente traumada de por vida, un escalofrío le recorrió por la espalda ante vulgar imagen, ni con veinte psicólogos le ayudarían a quitar esa imagen de la mente.
Entonces que es para él, que vio a su señora "en brazos" de otro hombre, que es su mejor amigo, no solo debe de ser traumático, sino que fue un golpe severo de la realidad, se le imaginó al hombre que le tiran un balde de doscientos litros de agua helada.
Abandono lo que está haciendo y se acercó hasta el living en donde su mamá se mantiene de pie aún lado del señor Teodoro qué se encuentra sentado en el sofá.
- Mira Teodoro.- se sentó a un lado de él pasando su brazo por detrás del hombro.- esto es lo que haremos.- él la miró divertido, con los ojos rojos por haber estado llorando.- Me prestas la llave de tu departamento, entraré a hurtadillas y les tomaré unas cuantas fotos desde mi celular, y luego las publicaré a todas las redes sociales.- contando su plan.- imprimiré unas cuantas de estás y la lanzamos desde arriba del techo del edificio para que todo el mundo las vea.- pensó por un segundo antes de agregar.- ah y le mandamos un meteorito a los dos, ¿ y qué te parece mi idea?- Teodoro se mordió la lengua para evitar reírse en la cara de la más joven por la extraña imaginación que tiene, ¿de dónde diablos iban a sacar un meteorito?.
- Suficiente señorita.- amonestó su madre.- dame tu celular ahora.- exigió.- y te vas para tu cuarto.- la adolescente se puso una mano en el pecho para fingir estar ofendida.- tu celular ahora.- repitió chasqueando los dedos, a Roxy no le quedó de otra que entregar su preciado bebé, ya que no solamente podría ser su celular, así que chau celu.- y a camara digital también.- su hija la miró sorprendida.
- Eh, ¿por qué?- con los ojos bien abiertos.
- Porque te conozco señorita, y también la videocamara y la vieja camara de fotos que te regalo tu abuela en tus cumpleaños.- dijo firme viendo como el rostro de su hija se distorsiona de asombro a molesta a irritada.- ah y ni se te ocurra pedirle prestado el teléfono a tu padre.- advirtió.
La adolescente se levantó de su sitio y se dirigió a su habitación con la espalda agachada refufuñando, murmurando una que otra maldición. Al cabo de unos segundos volvió con una caja de zapatos con el contenido que le pidió su madre.
- Falta la camara acuática.- sonriendo enojada, no le quedó de otra que también poner el pequeño aparato junto con el resto.
- ¡¿TU SIEMPRE LE QUITAS LO DIVERTIDO A LA VIDA?!- gritó una vez que estuvo devuelta en su dormitorio.
- Está niña.- negó con la cabeza con cansancio.
- No deberías de darle tanta importancia, solo quiere ayudar un poco, aunque no sé de dónde sacaría un meteorito.- fingió reflexionarlo.
- Es una adolescente.- haciéndole saber.
- Pues bueno en algún punto de nuestra vida también lo fuimos.- ambos se rieron ante el comentario de Teodoro, el agarro el vaso con agua y le dió un pequeño sorbo.
-¿Qué tienes pensado hacer ahora?- pregunto con una mezcla de intriga y miedo tratando de ocultarlo, a decir verdad ella tiene miedo de que el hombre haga cierta locura. Teodoro posó el vaso encima de la ratona y se apoyó contra el respaldo del sofá, respiró hondo antes de responder.
- Tengo que llamar al restaurante y cancelar la reservación.- comento.- si llamó y cancelo la cena, lo más seguro es que no me devuelvan el depósito.- chasqueo la lengua digustado al recordar cuánto le costó todo para su aniversario.
- ¿Cuánto es más o menos lo que tuviste que gastar?- picandole el bichito de la curiosidad.- a lo mejor te lo puedan devolver o tal vez puedes ir tu solo disfrutar esta cena para ti mismo.- tratando de animarlo.
- Imposible.- negó con la cabeza serio.- es una reservación especial debido a que es ... era nuestro celebración de aniversario.- se tuvo que corregir.- y gasté cerca de cinco mil dólares para la cena.- a Esther se le cayó la mandíbula al escuchar la cifra.
- Con un demonio.- maldijo en voz la alta la adolescente.
Regreso de su cuarto porque escuchó el sonido del teléfono del departamento sonar, es su padre para preguntarle a su mamá si querían comer comida rápida, lo dejaron en espera.
- Podrías cuidar de ese lenguaje tuyo.- sentenció la mujer.- ¿y que quieres?- mirándola directamente a los ojos.
- Es tu marido al teléfono.- dijo como si nada.
- Voy y por favor ya sigas diciendo más estupideces.- entre rogó y aseveró.
Esther fue y vino rápido, solo hablo con su esposo por unos cortos segundos, porque después de lo que su hija dijo en el día de hoy teme porque cumpla sus amenazas y es capaz.
- Esther por casualidad a ti y tu marido no les gustaría en mi lugar y el de...- trago en seco.- mi exesposa.- pregunto con la mirada perdida en el vaso.
Esther lo miro por un buen rato asombrada, Teodoro le está ofreciendo una cena para ella y su esposo, una cena que le costó cinco mil dólares, un hombre que de seguro ahorro bastante para esta ocasión tan importante y lo acaban de tirar todo por la borda.
- yo que tú aceptó.- hablo su hija sacándola de su ensoñación. Su madre le frunció el seño y con la mirada basto para mandar la a su habitación y que se quede ahí el resto del día.
- Perdón Esther, de seguro te hice sentir incomoda con una pregunta tan estúpida.- se dió cuenta que pudo ser un error molestar a Esther, es sólo que no quería echar a perder tanto dinero, ni hablar que de seguro los empleados del restaurante se enojarían con él por hacerles perder el tiempo para nada, cuando hoy a la mañana llamo para confirmar su reservación y ahora tiene que llamar de nueva manera.
Esther lo vio sacando teléfono celular de su portafolio, cuando escuchó el sonido de la puerta abrirse. Ambos detuvieron sus movimientos para ver quien es.
- Señora Esther.- hablo un hombre con porte militar.- se puede saber por qué tu hija está hablando sobre que no la dejan vengarse.- y que sus aparatos fueron confiscados.- arqueo una ceja.
- Vamos a la habitación y ahí te dijo.- le dio un beso en los labios.
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