Para la mujer que amo.
El amor es el sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
Y es que nadie me había dicho que el amor se encontraba fuera de mi hogar, sabiendo que mi madre me amaba con el corazón, no sabía que el amor estaba a la vuelta de la esquina, nadie me había advertido que el amor era lo más hermoso que uno podría llegar a sentir, experimentar, nadie me comento que la mujer más dulce y hermosa que había visto en mi vida me pondría de rodillas a ella para suplicar su amor, para implorar que me quisiera como quiero quererla, adorarla, amarla.
Así fue como caí en las manos de una mujer, pero no de una cualquier mujer, sino en una hermosa y dulce mujer pequeña que me cautivo y lleno mi vida de luz.
Mi amigo era uno de esos hombres que amaba con locura a su novia, una rubia de ojos azules que al igual es mi amiga, en ese tiempo yo no quería una relación con nadie, las mujeres venían y se iban como yo quisiera, era un completo imbécil.
No fue hasta que mis ganas por un cigarrillo me hicieron salir de la cafetería, poco después de haber salido el aire fresco golpeo mi rostro pues la lluvia caía a cántaros.
Había salido por el clima caliente de la cafetería que me asfixia, por qué me da asco como mis amigos se muestran el amor, por qué mi vida es una mierda, por qué desearía que todos se fueran al infierno, fue cuando llevé el cigarrillo a mis labios que te vi, cruzar la calle en medio de la lluvia, abrazando ese libro con todas tus fuerzas hasta que llegaste a mi costado para cubrirte de la lluvia, y fue cuando te vi más de cerca, cuando aprecie tus pecas, tus labios carnosos y rosados, tu nariz pequeña y esos ojos que se escondían tras esas gafas enormes de círculo, mis ojos te examinaron sin vergüenza te vi de la cabeza a los pies, de pies a cabeza y ya no podía sacar tu imagen de mi mente, te veías tan hermosa en aquella falda, tan tierna al buscar calor en aquel cuello alto, tan tierna al ver tu nariz roja.
—Hace frío aquí afuera, deberías entrar— Te hablé mientras sentía como las manos me temblaban al ver que me miraste y me dedicaste una ligera sonrisa que brillo para mis ojos
—Una amiga pasará por mí, no quiero hacerla esperar— Su voz, fue lo mejor que había escuchado en toda mí vida, ni la música más tranquila, ni más melódica, se comparaba con la tuya, una voz dulce, cálida y temerosa al mismo tiempo, apartaste la vista de mí rompiendo el contacto visual
Al ver tu timidez, sonreí, por primera vez fue una sonrisa verdadera, una de la que yo mismo me extrañe, pues sentí como aquello a lo que se llamaba corazón después de tanto tiempo funcionaba, por primera vez supe lo que eran los nervios.
Me recarga sobre la pared sin dejar de observarte, seguí tus movimientos al ver como sacaste tu teléfono y lo observaste un tiempo para después volver a ocultar esas delicadas manos, perdí la noción del tiempo, mi cigarrillo se había terminado, pero aún estaba ahí idiotizado por ti, hasta que llegó un auto y se detuvo frente a la cafetería y una castaña te gritaba por la ventana tu nombre.
—Maya— Te grito y tú saliste corriendo hasta la puerta trasera y desapareciste de mi vista.
Maya un digno nombre por tu ternura, un nombre que nunca se irá de mi mente, un nombre que pensaré cada día hasta que sepa quién eres en realidad.
Estoy enamorado de ti, de tu manera tan inusual de ser, de tus pequeños gestos, de tu motivación por lograr tus sueños, de tus besos, de tus caricias, de tu voz, de quien eres, estoy completamente enamorado de ti.
No entiendo que me hiciste, pero te veo y me dan ganas de quedarme toda la vida contigo, en esa sonrisa, en esos ojitos, en esos gestos tan bonitos, en esos brazos que me hicieron sentir la tranquilidad, no se, pero te juro que te veo y me explota el corazón de amor por ti. Somos demasiado imperfectos, ambos llenos de errores. Pero me basta verte a los ojos para saber que quiero bailar con tus errores y besar tus imperfecciones cada día de mi vida.
Sinceramente eres la única persona que no me ha abandonado a pesar de lo difícil que puedo llegar a hacer, que me aceptas con todos mis problemas, errores y defectos. Gracias en verdad gracias por seguir conmigo. Te prometo que así pasen los años voy a seguir queriéndote como el primer dia.
Mi mayor deseo es que logremos la promesa de jamás separarnos, de luchar contra todo y lleguemos a hacer muy felices sin importar lo que digan los demás de nuestra relación, hacer todas esas aventuras que planeamos juntos, para luego contárselo a nuestros hijos y nietos. Quieto pasar mi vida entera junto a ti hasta que me lo permitas porque un verdadero amor se trata de eso de cumplir metas juntos de estar uno al otro apoyándonos y demostrándonos que somos tal para cual.
Tengo la necesidad de decirte que a pesar de todo lo que hemos pasado, de las pruebas, de las circunstancias y de los problemas; a pesar de absolutamente todo, yo sigo sintiendo un amor desenfrenado por ti y tu manera de ser. Y sin importar que pase hoy o que pase mañana quiero que sepas que me siento y siempre me sentire afortunado de que nuestros caminos se hayan cruzado entre tanta incertidumbre.
Juro que conocerte fue lo mejor que me pudo haber pasado. Ya que soy muy difícil, no todo el tiempo estoy de buen humor, me enojo muy fácil. Yo buscaba a alguien que me cuide, que me ame, que me brinde todo su apoyo y cariño, entonces te encontré y se que suelo ser difícil, pero en verdad te amo y jamas me arrepentiré de estar contigo.
Para ti, tu amado Vicente.
Un día normal para cualquier otro, los estudiantes llenaban la facultad caminando por sus patios de un lugar tras otro, las cafeterías más cercanas estaban repletas de estudiantes que almorzaba, desayunaban o estudiaban en su tiempo libre, había otros que trabajaban de medio tiempo, y ahí estoy yo, en mi tiempo libre, leyendo mi libro favorito en espera de mi mejor amiga que está por salir de sus clases.
Bebo de mi capuchino disfrutando del sabor del café combinado con el de chocolate y lo disfruto al beberlo junto con la lectura, donde el protagonista a llegado a ella y suplica que lo perdone, pero conozco a mi protagonista y jamás se dejaría intimidar por el, cosa que yo no sería capaz de hacer; la cafetería está llena hasta el tope, por suerte he encontrado lugar en mi mesa favorita en la esquina lejos de las personas frente al gran ventanal donde puedo ver a todos pasar, donde la luz del sol brilla y me permite leer con un poco de luz natural.
Al sonar las campanillas que estaban en la puerta, alzó mis ojos para ver a las tres personas entrantes y sé quienes son, el popular entre las chicas y la pareja más cariñosa, vuelvo a mi lectura cuando los veo venir hacia la mesa que está libre delante de mí, su plática debe de ser emocionante pues ambos se ríen a carcajadas, los sigo despistadamente hasta que toman haciendo en la mesa de mi costado donde pueden verme perfectamente, ignorando que podrían verme disfruto un poco más de mi lectura hasta que los veo entrar con sonrisas alegres, mis manos tiemblan al verlos, hundo mi nariz el cuello de tortuga de mi suéter tratando de esconderme, pero mi vista me traiciona y se enfoca en él, el castaño de sonrisa radiante que le adorna su rostro impecable hasta que me ve de lejos.
Desvió mis ojos inmediatamente a mi libro y deseo que no se me acerque, más bien imploro a que no me haya visto y que haya visto a uno de sus amigos por el ventanal, pero no es así, cierro rápidamente mi libro en un ataque de pánico hago lo posible por volver a guardar mis cosas en mi bolso, cuando volteo a verlo con rapidez está cada vez más cerca y gracias a dios que soy rápida, me pongo de pie para rodear la mesa donde están el chico de negro y sus amigos para evitar encontrarme con él, solo así soy capaz de huir de él y marcharme de la cafetería.
Al salir camino por enfrente del ventanal y lo veo ahí, séntado con sus amigos sonriente bebiendo mi capuchino con una sonrisa que me da un escalofrío, sus ojos avellana me observan ocasionando que me detenga y retroceda por los miedos que esta dominando me como suelen hacer siempre que lo veo, siento el corazón a punto de estallar al ver sus intenciones de ponerse de pie, no rompo el contacto visual hasta que siento que choco con alguien y es cuando me giró rápidamente olvidando lo por completo.
El alivio me invade al ver de quien se trata, su mano toma la mía jalandome de ahí lo más lejos posible para no sentir el efecto de su mirada en mí. Es el pan de cada día en el momento en que lo veo, la angustia es mi aliada, el miedo me impide actuar y solo reacciono cuando ella me salva, cuando ahí está Sasha para mí, que me aleja, que me salva del abismo en el que estaba por caer una vez más.
—Estás bien— Me pregunto al ver mi estado de deterioro en el que me había escondido dejando de oír, de ver y de incluso pensar —Maya me estás escuchando— Esta vez salí de mi estado de limbo y la voltee a ver, al ver mis ojos en los suyos no se demoró en abrazarme con fuerza.
—Estoy bien— Apenas y yo pude escucharme al hablar, era tan irreal lo que mi mente imagino al instante de tan solo verlo tan relajado.
—Seguro que te creería, pero estas temblando— Incluso ella se dio cuenta de mi poco control mental, aun si le mandaba señales a mi cuerpo no podía dejar lo que mi estado mandaba, temblar del miedo.
Intente alejarme de ella para verla a los ojos, esos ojos verdes que mostraban preocupación —Lo siento, es solo que mi mente aún no lo supera—
—Por dios Maya, no debes pedir perdón por algo que aún te atormenta de acuerdo— Me tomo de los hombros, sin parpadear ni un solo momento dándome la seguridad que solo ella puede darme —Sabes que, le cancelaré a Tony, para que tú y yo salgamos de comprar y encontremos el mejor vestido para ti e iremos a esta fiesta, esta noche—
—Pero— Intente negarme, pero ella me ha visto con las cejas alzadas expectantes a no recibir un "No" como respuesta, por lo que había perdido en este debate.
.........
Así había pasado la tarde, perdida en el maquillaje que Sasha me ponía, en la manera en que acomodaba mi cabello que caía sobre mis hombros donde la blusa azul cielo de escote en V y de manga largas fue lo único de lo que me encontraba segura, no después haber llevado mis manos a las costuras de falda con tal de bajarla un poco más para lograr cubrir más de mis muslos regordetes, pero era en vano cada vez que me sentaba o caminaba, pero aun así intente no hacerla desistir, aun con este atuendo tan nada "yo" lo soporte al ver la enorme sonrisa en su rostro al terminar de colocar el labial rosado.
—Bien, ya solo te falta ponerte esas hermosas botas— Dijo sonriente por su obra cuando la vi colocarse esos tacones tan altos que yo misma lanzaría debajo de la cama para no encontrarlos nunca.
—Sasha es necesario que te acompañe— Pregunte esperando algo que me quitara el nudo del estómago por los nervios
—Claro que si, esta noche una nueva tu dará paso a la luz y el vera todo lo que se perdió cuando decidió jugar de esa manera contigo, y yo estaré ahí para ver que así se haga—
Me dio las fuerzas que yo había perdido hace mucho, por eso la quería tanto como una hermana, por qué ella cuido de mí desde el jardín de niños, por qué ambas estuvimos juntas cuando nos llegó la carta de aceptación de la universidad, por qué es mi familia.
Así es como ahora estoy con el nudo en la garganta, al bajar del taxi, pude ver a las personas entrar a la casa que ahora estaba con la puerta abierta debido a la cantidad de personas, Sasha me tomó del brazo y me llevó con ella hasta donde la música retumbaba al punto de dejarte sordo, al llegar a la entrada las parejas no dudaban en mostrar su afecto delante de los demás, el humo de los cigarrillos estaba un noventa por ciento en el aire que respiraba el diez faltante era remplazado por el alcohol que todos bebían al encontrarse bajo su dominio.
Así la fiesta había comenzado, esa noche sería una de las más inolvidables para mí, pues desde ese día todo cambió, tanto que jamás imagine que llegaría a enamorarme una vez más.
La vida se define como aquella capacidad de nacer, respirar, desarrollarse, procrear, evolucionar y morir, pero como ser humano nos enfocamos en la última palabra "morir" todos cometemos los mismos errores de la vida, tememos morir sin lograr los sueños de los demás, sin pensar en lo que realmente queremos en la vida y al final, morimos sin hacer lo que por alguna vez queríamos.
Al no tener un enfoque en la vida, al no tener la meta que nos dará el empuje, te encontrarás como yo en ese momento, perdido en el alcohol, rodeado de chicas que darían lo que fuera por tenerte en sus camas con una gran expectativa y decir "Dormí con Vincent Morgan" patético, pero así es mi vida, descarriada, para el colmo la mujer a la que menos quiero ver está delante de mí fingiendo que no ve en absoluto.
Eres estúpido al creer que la primera mujer que te habla bonito, que te entiende, te ame, no, amigo huye, corre lejos de ese lugar en el que ideaste un futuro que desde el momento en que le abres las puertas va en picada, Madison London, mi ex pareja, que no dudo en meterse en la cama de otro tipo valiéndose que yo lo supiera o no, ahora siento la vergüenza ajena al verla intentar sus artimañas de provocar un signo de celos en mí, pero esta noche no pienso pasarla como comúnmente aria.
Llevo horas desde que llegué, tome una cerveza y me senté en el sofá teniendo una chica en mi regazo, llevaría horas así, perdido en mis pensamientos.
Y es que desde hace cinco minutos he dejado de oír mis pensamientos por cuestiones de la música que vibraba en mis oídos, todo corría en orden cuando vi a una extraña que jamás había visto.
Había visto a muchas mujeres, más de las que podría contar, pero a esa extraña y bajita mujer nunca la había visto, hago un ademán en mi pierna haciendo que la chica sentada en ella se pusiera de pie y se marchara, es cuando pongo mis codos en mis rodillas y no la pierdo de vista, habla con un chico, no, sé quien es en realidad el rubio con carisma de chico bueno y amable, Liam Peterson, pero me enfocó más en la chica que se eleva en puntillas y cubre la boca del rubio quien se ríe de algo que claramente nunca volveré a oír.
Pero no pierdo el tiempo de verla a ella, caderas anchas, muslos regordetes, cintura delgada y hombros anchos al igual que sus caderas, la recorro de pies a cabeza sin disimulo, no quiero perder la de vista.
En veces me pregunto que tan canalla sería al agregarla a lista de espera de las muchas que desean que la voltee a verlas, pero esa lista se borró al verla ahí tan ignorante ante mis ojos que no paraban de recorrerla, me puse de pie con la intención de acercarme a ella y verla más de cerca.
Así paso la noche y con ella una ola de acontecimientos que me fueron indiferentes a la hora de sentir un brazo adormilado, poco a poco, abrí los ojos queriendo acostumbrarme a la luz del sol que entraba queriendo matarme cuál vampiro que se encuentra encerrado en el más recóndito lugar oscuro y lúgubre.
Al intentar mover mi brazo, una punzada de dolor me detuvo de hacer cualquier acción volviéndome a tumbar sobre la cama con el dolor en mi brazo, una vez más tumbado sobre la cama, fue cuando miré de hacia mi costado, por un ligero movimiento me basto para saber que no estaba solo.
Una sonrisa asomó de mis labios, pues ahí estaba, la chica que robo mis ojos ayer cuando la vi de pie con ese rubio, creo que ah de estar profundamente dormida y debe ser ajena a que no está sola en realidad, pues se acomoda dándome más vista de su trasero provocando que la blusa azul se levante mostrándome un pedazo de su piel, cremosa y ¡increíble! Lleva un pequeño tatuaje de conejito en su costado de cadera que sobresalía de aquella falda de cuero.
También me di cuenta del color de su cabello, pelirroja natural de un rojo profundo y a la vez brillante, su cabello es largo que no dude en jugar con uno de sus cabellos con mis dedos logrando desprender su aroma a chocolate, cuando intento ver más haya de ella se levanta de golpe deteniendo en seco.
—Que ha pasado— Una ligera vocecita sonó para mis oídos apenas en un susurro, rápidamente ella se giró hacia mí, que al verse se puso de pie de un salto —Quien eres tú—
—De verdad debo responder a ello— Dije socarronamente soltando una risita que no le había gustado para nada pues sus cejar se ciñeron, aquello provocó una risa en mí que no pude soportar, era tan tierna incluso cuando se mostraba disgustada —De verdad no sabes quién soy o es que quieres que confirme que esto no es un sueño—
—No sé quien eres— Aquello solo me sorprendió más de la cuenta, ¿Qué no sabía quién era? Debe estar tomándome el pelo. Cuando intento hablar la noto más pálida — No ocurrió nada anoche o si— Dijo con la respiración a cien por ciento agitada.
En un intento por recordar lo ocurrido anoche solo recuerdo vagamente que estábamos bebiendo shots y uno un beso, pienso más para ver quien era la chica y cuando la veo más nítida y clara, mis ojos no reparan en ser discretos y la observan con detenimiento, debe ser consiente pues sus mejillas se tiñeron de rosa al instante.
—Un beso, eso fue lo único que ocurrió— Hablo al verla apretar sus manos sobre la costura de la falda viendo como quisiera que esta fuera más larga.
—Ah… Yo… No, adiós — Grito aquello último dándome una horrible jaqueca que había olvidado al tenerla de pie frente a la cama, pues como el maldito imbécil que soy, no paraban de recorrer su cuerpo como el pervertido que soy.
—Oye, espera, solo fue un beso, no quieres repetirlo— No estaba controlando lo que decía, pude darme cuanta al reírme por lo que había dicho.
Eso jamás me había ocurrido, ser abandonado en una habitación desconocida, por una mujer desconocida que no quería lanzarse a mi boca en el ínstente que me viera, sino todo lo contrario, salto de la cama, me miró avergonzada, no sabía quién era y para colmo solo dijo "adiós" debe ser un juego.
...…...
Ahora me encontraba en la cafetería Daniel's junto con mis amigos que no asistieron a la fiesta, quienes me abandonaron en mi soledad, que mi mejor amigo me cambio por su novia que ahora se burlaba de mí.
—Quedamos que no le contarías lo ocurrido — Dije mirando mal a mi amigo que se reía al unísono que su novia
—Lo siento, pero esto lo tenía que saber alguien si no explotaría cada segundo que te viera—
Ese fue error mío, contarle a mi mejor amigo que una chica había huido de mí esa mañana me tenía herido en el orgullo pues jamás me había ocurrido así es todos estos años de don juan, y la burlas de ellos me molestaban al igual que la horrible jaqueca que tenía desde que desperté y para el colmo el brazo aún me dolía al tener la cabeza de esa pelirroja en mi bíceps.
—Definitivamente, tengo que conocer a esa mujer, que se resistió a los encantos de un Vincent Morgan, eso debe ser escrito en un libro—
Dijo burlando a carcajadas y no la culpaba, estaba Aclaro que el extraño comportamiento que me arraigo después de haberla visto huir de mi tan reacia a la idea de que pudo haber dormido conmigo en la misma cama mucho después de haber compartido un beso fue una apuñalada para mi ego, con el mar sabor en la boca, una horrible jaqueca y el asqueroso beso que compartían mis amigos decidí levantarme y salir de la cadera sintiendo el aire fresco que la lluvia proporcionaba en ese preciso instante.
Buscando el encendedor en los bolsillos de mi pantalón encendí mi cigarrillo sintiendo el placer que este conllevaba al menguar un poco el dolor de mi cabeza y la tensión de mi cuerpo, además el frío dejó de sentirse por lo caliente que recorría mi garganta para después ser expulsado.
La vida era una mierda para mí, pero tenía una madre que me amaba, una que me mostraba afecto en todos los momentos en que estaba delante de ella y la apreciaba, pero aun así el enojo formaba parte de mí que sin pensarlo me hice un ser violento y agresivo borrando la luz que mí madre iluminaba con empeño, olvidando su amor al ver lo caótica que puede ser mi vida.
Fue cuando llevé el cigarrillo a mis labios que te vi, una vez más el destino te había puesto en mi camino, te vi cruzar la calle en medio de la lluvia, abrazando ese libro con todas tus fuerzas hasta que llegaste a mi costado para cubrirte de la lluvia, y fue cuando te vi más de cerca, cuando aprecie tus pecas, tus labios carnosos y rosados, tu nariz pequeña y esos ojos que se escondían tras esas gafas enormes de círculo, no me habia dado cuenta de lo hermosa que eras al estar como un bobo viendo tus piernas en aquella habitacion, mis ojos te examinaron sin vergüenza te vi de la cabeza a los pies, de pies a cabeza y ya no podía sacar tu imagen de mi mente aun si te había visto con aquella falda provocadora, pero te veías aún más hermosa en aquella falda larga hasta tu chamorro acompañada por esos tenis negros que hacien juego con tu ropa negra, tan tierna al buscar calor en aquel cuello alto, tan tierna al ver tu nariz roja.
—Hace frío aquí afuera, deberías entrar— Te hablé mientras sentía como las manos me temblaban al ver que me miraste y me dedicaste una ligera sonrisa que brillo para mis ojos, sonreí al ver que no habías reconocido como yo si lo hice al verte cruzar la calle.
—Una amiga pasará por mí, no quiero hacerla esperar— Tu voz sonó tan gentil, tan cálida, tan dulce, tan diferente a la de esta mañana y fue lo mejor que había escuchado en toda mí vida, ni la música más tranquila, ni más melódica, se comparaba con la tuya, una voz dulce, cálida y temerosa al mismo tiempo, apartaste la vista de mí rompiendo el contacto visual.
Al ver tu timidez, sonreí, por primera vez fue una sonrisa verdadera, una de la que yo mismo me extrañe, pues sentí como aquello a lo que se llamaba corazón después de tanto tiempo funcionaba, por primera vez supe lo que eran los nervios.
Me recarge sobre la pared sin dejar de observarte, seguí tus movimientos al ver como sacaste tu teléfono y lo observaste un tiempo para después volver a ocultar esas delicadas manos, perdí la noción del tiempo, mi cigarrillo se había terminado, pero aún estaba ahí idiotizado por ti, hasta que llegó un auto y se detuvo frente a la cafetería y una castaña te gritaba por la ventana por tu nombre.
—Maya— Te grito y tú saliste corriendo en respuesta hasta la puerta trasera y desapareciste de mi vista.
Esa mañana al verte tan tímida al pie de la cama, iba a preguntar por tu nombre, pero no me diste el tiempo de hacerlo al verte correr despavorida, pero ahora sin que tú lo supieras había descubierto tu nombre, el nombre de la mujer que hirió mi ego y puso mi mundo de cabeza.
—Nos veremos pronto Maya—..
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