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Diurnos | VOL. I

Cap. I: Resplandeciente

Primer día de clases. Instituto Educativo de Artes Clásicas y Contemporáneas; colonia de Goldenberg. Un grupo de muchachas de segundo y tercer año de ésta prestigiosa preparatoria murmuraban entre los corredores sobre la aparente llegada de una chica nueva. No se sabía mucho de ella ni de su procedencia, tampoco se sabía a qué año o división asistiría. Los rumores que correteaban indicaban que, tal vez, a tercer año pertenecería, una joven desconocida que hizo un mero traspaso de institución por motivos familiares, lo cual era de extrañar entre los jóvenes para tal flemático poblado.

Joven 1: (Muchacha de segundo año dirigiéndose a sus compañeras) – Quiero decir, ¿quién querría venir a estudiar a Goldenberg? – (Emana un soplido) – De entre tantos poblados y ciudades. –

Joven 2: – Concuerdo. – (Avanzando por los corredores) – Goldenberg es muy aburrido. –

Joven 3: (Ríe mientras su voz se va perdiendo entre los bullicios del estudiantado) – Así es… Pues te gradúas y sales de aquí cuanto antes. –

En la academia todos hablaban sobre ello. Todos reunidos en el hall esperando la formación para ingresar a los salones al tocar de la campana.

Al cabo de unos minutos reverenciando a las autoridades de la institución, y al sonido de la persistente campanilla, los estudiantes se dirigieron ordenados por año y división, hacia sus respectivas salas.

Salón 3-IV. Tercer año, cuarta división. Ingresa la profesora saludando a la clase. Los jóvenes se hallaban algo eufóricos y revoltosos por ser el primer día, todos riendo y reencontrándose después de un tiempo.

A la izquierda, un grupo de cinco chicas, mejores amigas, hablando de chicos y de salidas. Dos de ellas se encontraban mirando atentamente a la profesora que se hallaba de pie junto a la puerta de la sala. Observaban que entraba y salía, mientras ésta miraba detenidamente su planilla. Hacia el otro lado de la puerta, fuera del salón, ambas jóvenes distinguieron a la prominente figura de la suprema autoridad de la institución, la directora Angelia Van der Heide, escoltando a una joven, no muy alta, de cabello oscuro, que vestía el característico azulado uniforme de la academia.

Ambas jóvenes observaron la escena y luego se miraron entre ellas.

Gina: – ¡No puede ser! ¿Acaso será la chica nueva? – (Sorprendida, mirando a su compañera) – Tiene que ser ella. –

Tanya: – Espera un segundo, ¿chica nueva dices? – (Deja de mirar su móvil. Lo coloca sobre la mesa) – ¿Cuál chica nueva? – (Intrigada, mira atentamente hacia la puerta sin sacarle los ojos de encima)

Gina: – ¿¡Qué!? ¿Cómo es que no sabes acerca de la chica nueva? – (Ríe mientras le palmea suavemente su hombro) – ¡Toda la academia está hablando de ella! Cielos, ¿en qué mundo vives, Tanya? – (Sonríe)

Tanya: (Suspira mientras se recuesta sobre la mesa de su banco, el cual comparte con Gina) – Al parecer, en el mío. Siempre soy la última en enterarme de las cosas. – (Aburrida y abrumada por tanto alboroto, recoge nuevamente su móvil)

Gina: – Pero… Agh, espera… Observa. – (Saca su móvil del bolsillo de su chaqueta y se lo enseña) – Aquí, ¿lo ves? – (Ingresando al chat del grupo, le enseña un par de imágenes en particular) – La captura fue enviada la semana pasada por una de las chicas del Salón 3-II, Lucy, a una compañera de nuestra sala, ¿Anna? Si mal no recuerdo, quién posteriormente compartió la información al chat de nuestro grupo. – (Señalando uno de los mensajes) – La madre de Lucy es profesora de piano en la institución. De ahí que se haya filtrado la data sobre la “chica nueva”. – (Encogiéndose de hombros) – Tiene sentido, ¿verdad? –

Tanya: (Leyendo detenidamente los mensajes del chat) – Oh, vaya... Ahora comprendo. – (Suspira mientras le devuelve el móvil a Gina) – De lo que me he perdido por silenciar el chat de nuestra sala. – (Sarcástica) – Bueno, como sea… No es algo que me interese demasiado. – (Agarra su móvil) – No entiendo por qué tanto alboroto por una simple muchacha. – (Revolea sus ojos)

Después de unos minutos ingresa la directora al salón, acompañada de la profesora y de la joven en cuestión. Simultáneamente los estudiantes se levantan de sus sillas, colocándose firmemente de pie ante la presencia de la mismísima, en son de reverencia.

Directora: – ¡Buenos días estudiantes! – (Hace una pausa mientras mira a la clase. Cordialmente, los jóvenes le devuelven el saludo) – Primeramente, he de desearles un muy buen comienzo académico. – (Sonríe mientras realiza una breve pausa) – Como también presentarles en esta oportunidad… – (Mira a la joven y la acerca a ella para que la clase la viera) – A una nueva estudiante que los acompañará hasta finalizar éste tercer y último año de preparatoria. – (Sujeta a la joven con ambas manos de sus hombros mientras observa a la clase)

La directora hace un ademán a los jóvenes para que nuevamente tomasen asiento.

Directora: – Su nombre es Blake Weber. Fue transferida recientemente a nuestra institución, así que espero sean muy atentos y amables con ella. – (Hace una pausa y se aleja hacia la puerta) – Bueno, de momento debo retirarme, pero… – (Sonriente coloca su mirada sobre la joven y le dirige unas palabras) – Blake, si necesitas algo dirígete a la dirección, ya sabes. – (Se retira saludando a la clase, dejando a la joven a cargo de la profesora)

La profesora ubicó a Blake en un asiento provisorio delante de la clase, hasta que los estudiantes se terminasen de organizar bien, puesto que con la llegada de la muchacha habían quedado pares esta vez, ahora solo tenían que designarle un compañero o compañera de banco, dado que las demás clases ya estaban pares y la única que tenía una bacante disponible era la clase del Salón 3-IV división.

La clase quedó impactada, principalmente porque la joven de la que tanto se hablaba había ingresado a su división, acaparando toda la atención y miradas a su alrededor. No era para menos, su belleza se hizo notar en ese preciso momento, dejando a los muchachos boquiabiertos y a las muchachas riéndose del accionar de los mismos, burlándose de que todos actuaban falsamente como reales caballeros, ofreciéndole a la joven un asiento justo al lado de ellos.

Por otra parte, el grupo de las cinco amigas observaban expectantes, cómo varios de sus compañeros se acercaban a la joven para saludarle y presentárseles. No cesaban de parlotear, la profesora los tuvo que silenciar puesto que la clase de Historia del Arte acababa de comenzar.

Diana: [Representante del grupo] – Bueno… – (Se cruza de brazos mientras la observa de arriba hacia abajo) – Es muy bonita. – (Voltea a ver a sus amigas) – Pienso que deberíamos de acercarnos a ella en el receso y presentarnos como corresponde, después de todo nuestro grupo es de los más prestigioso de la institución, ¿verdad? – (Empuja con sutileza su cabello castaño hacia atrás, quitándolo de su hombro izquierdo) – Por no emplear un término tan trillado como la palabra “popular”, claro está. – (Emana una sonrisita con una pizca de arrogancia)

Yorkie: [Sentada a solas, justo detrás de Diana] (Ríe) – ¡Oye! Tú eres la popular aquí, Diana. Quiero decir… – (Imita exageradamente el gesto de Diana, al arrojar su cabello hacia atrás) – Vives en una gran mansión, cariño. Eres parte de la aristocracia. –

Las muchachas rieron al unísono.

Camille: [Mejor amiga de Diana. Comparte banco con la muchacha] – Pienso lo mismo que tú, Diana. Deberíamos de acercarnos a ella y presentarnos cordialmente. – (Voltea para ver a las demás) – ¿Ustedes qué opinan chicas? –

Gina: – [Mejor amiga de Tanya. Viven en el mismo vecindario] – Pues a nosotras nos parece bien, después de todo a Tanya le ha picado un poco la intriga. – (Ríe) – Desde que ingresó por esa puerta no le ha quitado los ojos de encima. – (Nuevamente ríe mientras abraza a su amiga) – ¿No qué no era de tu interés, eh? – (Picando las mejillas de la muchacha)

Tanya: (Avergonzada) – ¡Gina, ya basta! – (Sujetando las manos de su amiga) – Por todos los… – (Es interrumpida por Camille)

Camille: – ¡Oh, Tanya! ¡Vamos! – (Bajando el tono de voz) – ¡Eso es acoso! – (Ríe) – De todos modos… ¡Caray! Sí que es atractiva. – (Concuerda con sus amigas al asentir con su cabeza) – Verdaderamente llamativa. Sighs, no te culpo si la miras. – (Extiende su mano hasta cubrir los ojos de Tanya, solo para molestarla) – Eso no quiere decir que puedas acosarla con tu mirada; no seas egoísta… ¡Deja algo para nosotras también, pervertida! – (Ríe)

Tanya: (Sonrojada) – ¡Suficiente! ¡No soy una pervertida! – (Apartando las manos de la joven de su cara) – Solo llamó mi atención porque es demasiado pálida, es todo. – (Mientras la sigue mirando, impactada) – Y coincido con Diana. Deberíamos de acercarnos a ella y saludarla… – (Hace una pausa) – Bueno, eso si es que “ellos” no son un obstáculo primero. – (Haciendo una mueca señalando a sus compañeros) – O los demás terceros. –

Camille y Yorkie comenzaron a reír exageradamente lo que irritó a la profesora qué, tras oír el bullicio de las muchachas, silenció a las mismas para que se calmaran.

Camille: – Oops… Lo siento. Lo siento profesora. – (Avergonzada, inclina su cabeza en son de disculpas)

Yorkie: (Bajando el tono de su voz) – Yo estoy de acuerdo con ustedes, chicas. – (Sonríe) – Mhm. – (Pensativa) – Pero es verdad, como dijo Tanya; podremos saludarla si es que todos los alborotados de la academia no se abalanzan sobre ella en el receso. – (Golpea su frente con su libreta)

Diana: – ¡Mhm! Típico. Llega alguien nuevo y de repente, ¡bam! ¡La novedad! Todos y todas queriendo ganar su amistad y respeto, simplemente porque es de otro lugar. Después de un tiempo se olvidarán, ya lo verán. –

Gina: – Bueno, en ese caso, pues… Si vemos que los demás la atosigan demasiado, la podríamos “rescatar” y así, ¡traerla con nosotras! ¿Qué dicen? –

Todas: – ¡Buena idea! Sí, coincido. ¡Yo también! Genial, ¡bien! –

Profesora: – ¡Shh! Chicas… Silencio por favor. – (De brazos cruzados)

Todas: (Avergonzadas) – Lo siento, profesora. – (Sonrojadas) – Lo sentimos, disculpe, no volverá a suceder. –

Un silencio acogedor invadió el salón mientras la profesora escribía sobre la pizarra. La joven Tanya suspiró algo aliviada, dirigiendo nuevamente su mirada hacia la recién llegada.

Sus ojos estaban siendo hipnotizados; por más que lo intentara no podía dejar de observar a la muchacha. Desde que la vio ingresar por esa puerta ha quedado verdaderamente perpleja. No hace otra cosa más que escribir los apuntes de la pizarra y dirigir su mirada en dirección a ésta, que la ha dejado tan cautivada, como al resto de la clase.

Ante los ojos de Tanya, la joven se veía tan linda como delicada, aunque ésta no hiciera nada más que tomar notas en su libreta. Por consiguiente, la forastera realizó un pequeño ademán con su mano, acomodando su cabello tras su oreja y llevando de manera inconsciente el extremo de su bolígrafo hasta dejarlo reposar sobre sus rosados labios, mientras oía atentamente la explicación de la profesora, escena qué sedujo indirectamente a Tanya, llevándola a reflexionar sobre la particular belleza que a ésta la caracterizaba.

Blake parecía ser alguien irreal, de rasgos bien marcados y de rostro angelical. Contaba con facciones que denotaban características pertenecientes a algún país de la Europa oriental. De tés pálida y remarcadas cejas negras que le daban una mirada profundamente intensa. Sus ojos, cuan color celestial, parecían rozar la trasparencia de su esencia, y un cabello castaño oscuro que de tan lacio que era, se mecía delicadamente acariciando sus hombros. Al momento que escribía, su flequillo danzaba. Llevaba dos trencitas hacia ambos lados de su cabello, sujetadas con un delicado lazo rojo en medio.

Los tenues rayos de sol que por la ventana ingresaban la hacían resplandecer cada vez que hacia su hoja se acercaba para continuar escribiendo lo que había en la pizarra.

Tanya estaba deslumbrada. Sus verdes ojos no dejaban de brillar ante mayestática presencia tan angelada.

Tanya: (La vuelve a mirar, se sonroja, tragando con dificultad) – Vaya… –*Una belleza digna de retratar…* – (Pensativa)

Toca la campana del primer receso.

Gina: – ¿Tanya?… Oye… ¡Hey! – (Chasquea sus dedos) – ¡Tanya, despierta! – (Aplaude)

Ante esto último, Tanya reaccionó.

Gina: – ¿¡Qué sucede contigo!? ¿Te estabas durmiendo sentada o qué? Cielos… Parecías sumergida en un profundo sueño. – (Con preocupación, por la repentina distracción de su amiga)

Tanya: – No sé qué me sucedió. Por un momento creí estar soñando despierta. – (Se levanta de su silla y observó que Blake y las demás ya no estaban en el salón) – Estoy algo cansada. – (Suspira) – No he dormido bien anoche sabiendo que hoy comenzaban las clases. –

Gina: – Mhm… Sí. Claro… – (Le da palmaditas en su hombro) – Tal vez sea un poco de sueño mezclado con la ansiedad de un nuevo comienzo. – (Sonríe)

Tanya: – De un nuevo comienzo, ¿dices? – (Saliendo del salón algo despistada)

Gina: – Sí, ¡de clases! ¿De qué más podría ser? – (Ríe mientras avanzan por los corredores hacia el exterior) – “Nuevo año, nuevas ansiedades.” – (Ríe mientras la abraza)

Tanya: – “Nuevo año, nuevos traumas” se dice. – (Ríe)

Las voces de las muchachas se desvanecían por los corredores mientras éstas avanzaban.

La primera clase del día había finalizado muy rápido. Los jóvenes ya se estaban recreando, y como era de esperarse, la multitud no tardó en salir tras la búsqueda de la joven forastera para entrar en diálogo con ella.

Al rescate fueron Diana, Camille junto a Yorkie, dejando a Gina y a Tanya esperando en el jardín trasero, aguardando la llegada de las muchachas, tomando asiento en unas bancas ubicadas justo debajo de un gran árbol de cerezo, lugar al que acostumbran acudir en busca de paz y tranquilidad.

Ambas jóvenes comenzaron a dialogar mientras esperaban a que las demás regresaran con Blake de la mano, para resguardarla en su grupo, cuando de pronto, Gina ve a Camille saludando a ambas hacia lo lejos, con una gran sonrisa en su rostro. Detrás de ésta, Yorkie junto a Diana escoltando a la forastera, que sonriente se iban acercando hacia ellas.

Diana: – ¡Bingo! ¡La hemos rescatado! ¡Mírenla, aquí está! – (Aplaude en son de victoria) – ¡Agh! ¡Pero qué estresantes son todos! ¿Verdad? – (Revolea los ojos)

Yorkie: (Ríe) – ¿Pueden creer? ¡No le daban ni una pizca de respiro de tantas tonterías que le preguntaban a la pobre muchacha! ¡Dah! –

Todas seguían hablando al respecto, pero Tanya nuevamente se paralizó frente a la resplandeciente presencia de Blake, mirándola detenidamente y con mucha intriga esta vez, disimulando para que las demás no dieran cuenta de ello.

Diana: – Y ellas son Gina y Tanya, mejores amigas desde la infancia. – (Señalando a ambas muchachas)

Gina: – ¡Mucho gusto Blake! – (Le sonríe) – ¡Encantadas de conocerte! – (Toma a Tanya de la mano y la acerca a ella) – Perdón por mi amiga, el bullicio la ha dejado algo aturdida el día de hoy. Están todos alocados por tu llegada. – (Lleva su mano hacia la frente, muy avergonzada) – ¡Espero no te hayan hecho sentir incómoda! Nuestros compañeros a veces se comportan como niños, ya sabes, algo infantiles frente a lo lindo y novedoso. –

Minutos después, mientras las muchachas continuaban parloteando, accidentalmente Blake y Tanya cruzan miradas. Ésta última qué, sonrojada al ver que la joven le devuelve la mirada acompañada de una leve sonrisa, rápidamente gira su cabeza muy avergonzada, dirigiendo su vista hacia Gina que seguía conversando con sus amigas.

Blake: (Mirando a Gina y al resto de las chicas que se encontraban a su izquierda, a excepción de Tanya que se hallaba a la derecha, casi detrás de Gina) – Net. – (Negando suavemente con su cabeza) – De hecho… Estoy un poco acostumbrada a las miradas. – (Sonríe cálidamente)

Su acento ruso era más que notorio, aun así, la joven trataba de disimularlo. Las chicas la observaban fascinadas, les parecía adorable que la joven mezclara ambos idiomas al hablar.

Blake: – Como si nunca antes hubiesen visto a una persona extranjera en su ciudad… Quiero decir, Goldenberg es un lugar fundado por extranjeros, ¿verdad? – (Haciendo un gesto con sus hombros) – Ni modo. Mucho gusto, chicas. – (Hace una reverencia, inclinándose levemente hacia delante, en son de saludo cordial)

Todas: – ¡Ah, su acento! ¡Qué linda voz! – (Diana y Camille) – ¡Siéntete como en tu casa! – (Camille) – Esperamos que te sientas cómoda con nosotras. – (Yorkie) – ¡Cuenta con nuestro apoyo para lo que sea que necesites! – (Gina) – ¡Sí! Y eres más que bienvenida a nuestro grupo si lo deseas. –

Todas se veían felices y no cesaban de platicar. Pero Tanya, por poco escondida detrás de Gina, seguía sin emitir palabras. Parecía como si su alma hubiese sido arrancada de su pecho por una delicada y sutil brisa con aroma a ámbar, fragancia cálida, almizclada y sensual. Fresca brisa oriental que Blake irradiaba al pasar cerca de ella, lo que le atraía y envolvía aún más hasta hacerla trepidar tan solo verla.

Y es que no solo su encanto la había dejado absorta, como a todos los demás, había algo más, algo inusual en la forastera, cierto misticismo sobre ésta, lo que había despertado en Tanya cierta curiosidad.

Tal interés que sintió por aquella angelada muchacha, la llevó a disimular para no levantar las sospechas de sus compañeras, quienes notaron algo extraño y diferente de su comportamiento habitual desde que las clases comenzaron.

Cap. 2: Despertar emocional (I)

Habían transcurrido 2 meses desde el comienzo de clases y la asesora de la junta de profesores anunció la apertura de las clases de actividad física, designando con ello a una nueva entrenadora para las muchachas que concurrirían martes y jueves por la tarde, como también, a 2 jóvenes instructores que se sumarán al acompañamiento y entrenamiento de los muchachos, los días miércoles y viernes en altas horas de la tarde, siendo éstos la última división en utilizar el hall.

...

De lo transcurrido durante los antedichos meses, Tanya no había cruzado palabras con Blake, más sí sus compañeras que la habían integrado rápidamente al grupo, de modo que pasó a ubicarse en el mismo banco que Yorkie, justo detrás de Camille y Diana.

Tan callada como Tanya, Blake era de poca habla. No era de reírse con frecuencia, siempre se mostraba seria y reservada. A veces era muy solitaria y solo respondía lo poco que se le preguntaba, generalmente no participaba de las pláticas, sino que las oía sin decir nada, de vez en cuando opinaba. A menudo cargaba una leve sonrisa en sus labios, junto con una serenidad que la caracterizaba.

Cada día que pasaba, más crecía el interés de Tanya hacia la muchacha, y más deseos por conocerla la abrumaban, pero a su vez, la detenía su persistente timidez.

Ese misticismo que la joven emanaba, era un enigma a resolver para la ensimismada, que más le atraía y desorientaba.

Había algo que sentía, por alguna razón, Blake le resultaba muy familiar pese a nunca haberla visto con anterioridad.

...

Durante la primera clase de actividad física, Tanya no le quitó los ojos de encima. Dada su condición asmática, no participaba directamente de las clases, sino que tomaba asiento hacia un costado del salón a observar cómo se desarrollaban las mismas, mientras apuntaba en su libreta la actividad del día. A diferencia de sus compañeras, los exámenes de la muchacha eran verbales y escritos, por no poder realizar las actividades con total normalidad.

...

Esa tarde Tanya solo quiso dibujarla. Sintió el impulso de hacerlo.

Se le daban muy bien los retratos en acromáticos, como también el surrealismo y el arte abstracto. Tenía buena memoria visual, ya que lograba captar la esencia de las cosas y dibujarlas en base a lo que percibía. Tanya era muy buena observando y analizando a los demás.

Observó detalladamente cada rasgo físico que la caracterizaba, cada expresión que a la forastera la identificaba. Dibujó su mirada, esa que a ella tanto le paralizaba, una mirada intensa y penetrante, pero a su vez, distante, lo que denotaba a simple vista su semblante.

La retrató como se encontraba, de pie, erguida y de brazos cruzados, levemente de costado, prestando total atención a la clase, mientras observaba la explicación e información que la entrenadora les proporcionaba a las muchachas.

Se veía muy encantadora, aunque no hiciera nada. Era fácil de retratarla si simplemente se encontraba allí de pie, inmovilizada.

Nadie se percataba de nada, todas se hallaban de espaldas mientras Tanya observaba a Blake y la dibujaba. Pero cuando veía que alguna de las chicas se aproximaba a ella para beber agua, giraba su hoja y escribía, fingiendo observar la clase y tomar apuntes de la misma, cuando en realidad su visión estaba siendo acaparada por aquella belleza eslava.

Al finalizar la clase, a la hora de salir de la institución, las jóvenes amigas se dirigían juntas a las casillas en busca de sus pertenecías para proceder a retirarse. Allí se despidieron con las demás compañeras del salón, mientras se dirigían hacia el exterior. Tanya a menudo era la última en salir del establecimiento y como ya era costumbre, las demás la esperaban en la acera.

Los jóvenes de la Sala 3-II división, que asistían a actividad física en el horario que las muchachas se retiraban, se aglomeraron ingresando por los corredores, entre risas y bullicios, de camino al hall.

...

Al cerrar la puerta de su casillero, y distraída ante el bullicio, se exalta del susto al ver a Blake allí de pie frente a ella, cuán espectro apareciéndose repentinamente en silencio, que del mismo sobresalto dejó caer sus pertenecías, las cuales se esparcieron por el suelo, incluyendo su libreta de anotaciones, la misma que contenía algunos dibujos sueltos, como también el retrato que Tanya había realizado de la forastera algunos minutos previos.

Para alivio de ésta, la libreta cayó cerrada, justo debajo de su libro de Historia de las Artes, junto con su aerosol y otras pertenencias.

Blake se inclinó para recoger las cosas que cayeron de sus manos, sonriéndole mientras seriamente la miraba a los ojos, de un modo muy sereno y amistoso.

Blake: – Izvinyayus'... (Lo siento) Lo lamento, no quise asustarte. – (Mientras le entrega en manos lo que arrojó del susto)

Tanya: (Avergonzada, recibe sus cosas) – No, no. Está bien. Estaba algo distraída y me asusté. Lo siento. – (Acomoda su cabello tras su oreja, bajando la vista con timidez)

...

Blake: (Aun de pie frente a ella) – Te vi observándome en clases. – (Hace una breve pausa) – Estabas dibujando, ¿verdad? – (Sonríe levemente)

...

Tanya: (Atónita) – Oh. No, no. – (Avergonzada) – Lo siento, no sabía que me estabas viendo... – *¿¡Cómo pudo!? ¿¡En qué momento lo hizo!? Si cada vez que la observaba ella se hallaba de espaldas. Estoy sin palabras...* – (Hace una pausa) – Verás... En realidad, las observo a todas por igual y tomo apuntes de la clase. Es mi deber, el de observar a mis compañeras y registrar lo que hacen, en general, ya sabes. – (Sonrojada) – Las observo a todas, incluyéndote. –

No titubeó ni por un momento al mentir de esa manera, pero estaba tan nerviosa que casi le brota un ataque de asma al tenerla tan de cerca.

...

Blake: – Ahá. Está bien, entiendo. – (Sin bajarle la mirada, se retira sonriendo) – OK, togda do svidaniya. (Vale, entonces adiós) –

...

Tanya: – Blake, ¡espera! – (Con nerviosismo y aún sonrojada) – Mhm gracias, por... Ayudarme a ehr, recoger... ¿Mis pertenencias? – *¡Boba, boba, estúpida! ¿En serio? ¿No se te pudo haber ocurrido algo mejor que eso? * – (Avergonzada)

Blake la mira con desentendimiento, luego le sonríe sin mediar palabras.

Tanya: – Ahm... Si quieres puedes unirte a nosotras. Siempre regresamos todas juntas caminando por la senda del parque. – (Sonrojada) – ¿Quieres sumártenos? –

En ese momento ingresan Diana y Camille, cansadas de tanto esperar a Tanya que se estaba demorando en salir, ya que las muchachas se encontraban impacientes paradas en la acera, esperando junto a Yorkie y a Gina.

Diana: – ¿¡Hello!? ¿Nos vamos? ¿Pueden platicar afuera? Gracias... – (Exaltada) – ¡Diablos, Tanya! ¿Qué ocurre contigo éste año? ¡Vamos, vamos, vamos! – (Mientras empujaba a ambas jóvenes hacia afuera)

Una vez en el exterior, las chicas se reunieron en la acera y partieron rumbo por la senda del parque.

Tanya aún estaba avergonzada, no se atrevía a mirar a Blake a la cara.

El grupo caminó a través de la senda, puesto que a todas les quedaba relativamente cerca el trayecto hasta sus hogares, a excepción de Blake que caminaría unas siete cuadras más que las demás por vivir casi a las afueras de la ciudad.

Las dos primeras en cortar camino fueron Camille y Diana, Yorkie siguió después, por lo que solo quedaron Tanya, Gina y Blake, que para hacer más dinámico el camino platicaban de los libros que cada una había leído en los anteriores años escolares, y los que por género y gustos le apasionaba a cada una.

A mitad de camino se detuvieron para despedir a la forastera, que aún tenía algunas cuadras por delante; entre plática y boberías con su amiga, Tanya seguía observando a la muchacha, mientras ésta poco a poco se alejaba hasta perderla de vista.

A ambas muchachas les faltaban tan solo dos cuadras para arribar a sus hogares.

...

Gina: – Vaya... – (Pensativa, observando a Tanya) – La miras tanto que, si no te conociera, podría apostar que te sientes atraída por la chica nueva. – (Ríe mientras le pega suavemente en el hombro)

Tanya: – ¿¡QUÉ!? – (Sonrojada) – ¡Pero qué cosas dices, Gina! ¡Por Dios! – (Oculta su rostro con ambas manos) – Qué vergüenza, pensará que soy alguna especie de acosadora serial. – (Golpea su frente con la palma de su mano)

Gina: (Ríe) – ¡Tranquila! Jamás pensaría eso, es demasiado seria. – (Se detiene) – ¡Oye! ¿Quieres beber el té en mi hogar esta vez? Así podremos platicar un poco más. Apenas son las 16:30. Qué dices, ¿eh? – (Sonríe)

Tanya: – ¡Está bien! – (Sonríe) – ¡Suena bien! Espera un momento, le escribiré a mi madre para avisarle de esto. Siempre se enoja si no le aviso con tiempo, ya sabes. – (Suspira)

Gina: (Ríe) – Helen se preocupa mucho por ti. Típico de madres con sus hijos mayores. –

Al llegar a casa de Gina, las jóvenes se despojaron de sus bolsas, dejándolas tiradas sobre el sofá del hall, y se dirigieron al comedor, para preparar el té y continuar con su conversación.

Gina: (Enciende el fuego para colocar la tetera a calentar) – ¿Sabes? Es muy agradable, pero algo extraña a la vez. – (Voltea para mirar a Tanya, cruzándose de brazos mientras pensaba) – No tiene redes sociales, por ejemplo. De modo que es difícil de ubicarla. –

Tanya: – ¿Quién? ¿Blake? – (Haciéndose la desentendida, debido a que ya la había estado buscando antes sin obtener resultados favorables)

Gina: – Sí. – (Voltea nuevamente para controlar el agua de la tetera) – Creo que tiene una cuenta de insta con pocas imágenes subidas, pero utiliza un nombre ficticio de un personaje de anime o algo por el estilo. Al menos eso fue lo que oí decir de Camille. Y en esa cuenta solo publica fotografías de paisajes o de objetos y flores. – (Hace una pausa) – Tampoco añade descripciones a las mismas. – (Pensativa)

Tanya: – Mhm... No sé qué quieres que te diga. Platica más con ustedes de todos modos. – (Se apoya sobre la mesa) – Entre nosotras casi no hay interacciones. –

Gina: – ¡Y pues claro! Si te la pasas viéndola en lugar de mediar palabras con ella. – (Ríe) – De todas maneras, no la he seguido a esa cuenta, las demás ya lo hicieron, porque ya sabes cómo son Camille y Diana. Ellas siempre quieren acaparar toda la atención. – (Hace un revoleo de ojos) – A propósito... – (Mientras servía el té en la mesa)

...

Gina: – Blake me ha dicho hoy que la has estado observando en demasía, ehr, durante la clase de actividad física, por lo que creyó tendrías algún tipo de inconveniente con ella. ¿Es así? – (Toma asiento y la mira desentendida) – A las demás chicas no les ha comentado nada al respecto, porque en éste caso sabe que tú y yo somos más íntimas. Así que quédate tranquila. – (Cruza sus brazos sobre la tabla) – Pero... – (Es interrumpida por Tanya)

Tanya: – ¿¡QUÉ HAS DICHO!? – (Su rostro pasó de un rosado a un rojo muy intenso) – ¿Cuándo te mencionó eso? Y... ¿Y delante de las demás? – *¡Oh no! ¡Quiero morir! Qué torpe soy...* – (Acalorada) – *Siento que mi presión poco a poco se va en descenso. * –

Gina: (Ríe a carcajadas) – ¡Tranquila! No desesperes. Relájate. – (Sonríe) – Me lo ha comunicado cuando nos estábamos cambiando en los vestuarios. Estábamos solas las dos. – (Revuelve su taza de té) – Las demás chicas se encontraban bebiendo agua en el salón; justo antes de que ingresaran a los vestuarios, Blake me lo comentó. –

Tanya: – ¡No puede ser! – (Apoyando su cabeza sobre la tabla) – Esto está muy mal... – (Se toma la cabeza con ambas manos) – Por eso me interceptó en los corredores, mencionándome que la estuve observando durante las clases. – (Suspira) – Mencionó también que me había visto dibujando, ¡maldición! Por todos los... – (Avergonzada)

Gina: – ¿Eh? ¿Cómo que dibujando? ... ¿Dibujando qué? – (Enmudece) – Tanya, ¿acaso tú estabas dibujando a Blake? – (Observa que Tanya asiente levemente con su cabeza) – ¡No inventes! – (Ríe) – Oye... Me estás preocupando un poco, querida amiga. – *O tal vez...* – (Pensativa) – Uhm... Vaya, vaya... – (Ríe con picardía) – Oye... Mi pregunta es, ¿qué tanto te la quedabas mirando para que Blake diera cuenta de eso? – (Sonrojada)

Tanya: – Oye, ¿qué? De... ¿De qué? ¿De qué te ríes? – (Acalorada) – Por dios, ¿qué no ves que estoy sufriendo? – (Abanicando su rostro con sus manos) – Además, ¿cómo no dibujarla? Si su belleza es retratable, ¿tú no concuerdas con eso? Quiero decir, estamos en una academia de arte, pfft... ¡Por favor! No debo ser la única que la ve de la misma manera, Gina... ¡Agh! Por última vez, ¡no soy una maldita acosadora! Soy, ehr, soy una dibujante. – (Con un leve movimiento de cabeza acomoda su cabello hacia atrás)

Gina: – Por todos los... ¡Ya deja de preocuparte demasiado! Además... Tanya, ¡exageras! – (Sonríe) – ¡Tan solo mírate al espejo y dime lo que ves! Por favor, eres tan hermosa como Blake. El problema es que tú no te ves de esa manera ya que te la pasas menospreciándote. ¡Agh, pero qué niña! – (La toma de la mano) – Deja de ser tan insegura y comienza a confiar un poco más en ti misma... –

Tanya: (Deprimida) – Auch... Ese disparo atravesó mi corazón, literalmente. – (Llevando su mano hacia su pecho) – Ya no sigas regañándome Gina, ¿qué no sabes que soy sensible? –

Gina: (Ríe) – A ver, escúchame... Dile a tú sensible corazón que se relaje y deje de preocuparse tanto, ya que le he dicho a Blake en los vestuarios que no tienes ningún inconveniente con ella, que tú deber es el de observar y tomar anotaciones de las disciplinas que se desarrollen en cada clase, principalmente nuestro desempeño al trabajar en equipo; blah, blah, blah, todo aquello para dejarla más tranquila, ¿sabes? – (Echa sus hombros hacia atrás) – Después de todo, es lo que haces, ¿verdad? No es como que la observas solamente a ella, supongo. – (Sonríe con picardía)

Tanya: (Suspira aliviada) – Oh, Gina... – (Aplaude animadamente) – ¡Dios! ¿¡Por qué me haces sufrir tanto!? ¡Me hubieras dicho eso de un principio! Casi me desmayo... – *¡Dios! He sido salvada por mi mejor amiga, ¡phew, que alivio! Ahora puedo respirar sin dificultad...* –

Gina: – No me lo agradezcas... Ya sabes, yo siempre voy un paso más adelante. – (Le guiña el ojo mientras sonríe)

Nuevamente Tanya suspira aliviada.

Tanya: (Sonríe) – No me lo creerías, pero le he dicho a Blake exactamente lo mismo que le has dicho tú y obtuve un "está bien" como respuesta, así que supongo está bien, ¿verdad? Al menos eso creo... – (Golpea su frente con su mano) – Diablos, debe de haberse sentido incomodada por mi mirada. – (Hace una breve pausa) – Mañana mismo me disculparé con ella y aclararé el malentendido, después de todo no quisiera parecer realmente alguna especie de acosadora ante su presencia. – *Aunque, en teoría, eso es precisamente lo que hacía. * – Y dejaré de mirarla en clases, lo prometo. – (Llevando su mano derecha hacia su pecho en son de juramento)

Gina: (Pulgares arriba) – ¡Muy bien! Sí, ¡así le explicas con detalles la situación! Ella entenderá, ya verás. Solo evita decirle que la mirabas por admiración; podría llegar a creer que la veías como una Idol y eso ya sería exagerado. – (Ríe) – El fanatismo de por sí ya es demasiado extraño. –

Tanya: – Todos en la academia la deben de ver como una Idol, Gina. Realmente no creo ser la excepción. – (Echa sus hombros hacia atrás)

Gina: – Mhm, comprendo... Tal vez tengas razón, aunque... Por otra parte, tal vez realmente le moleste que la sigan viendo de esa manera, ya sabes, la Idol, "la chica nueva y extranjera", la atracción del momento en la academia. – (Suspira) – Pobre de Blake... Debe de ser muy agotador para ella tener que soportar cada día las miradas ajenas. Y todos allí expectantes, listos para interceptarla y cruzar palabras con ella. –

Tanya: – Sí. Lo sé. Pobre de Blake, ha de ser muy estresante ésta situación. Me pongo en sus zapatos y, claramente no lo soportaría. – (Mientras bebe su té) – Mañana mismo me disculparé con ella. – *Aunque tenga que salir con mi inhalador en manos, por si los nervios me traicionan y el asma me juega una mala pasada al verla, tan resplandeciente, tan... Bella. * –

Pero al siguiente día, Blake no asistió a clases.

Cap. 2: Despertar emocional (II)

Blake había faltado a clases esa mañana, pero lo que más había de inquietado a las muchachas fue que no había avisado a ninguna de ellas que no asistiría.

Afuera llovía. El día se prestaba para una tranquila jornada de fresca mañana y armoniosos sonidos pluviales impactando sobre el tejado de la sala. Algunos jóvenes bostezaban recostados sobre sus bancas, denotando cuan aburrida la clase se hallaba.

Tanya: (Suspiró desmotivada) – Demonios... Además, es viernes. – *No veré a Blake sino hasta el lunes para disculparme bien con ella. * – Que día tan... Aburrido, ¡agh! – (Mirando la silla vacía de la forastera)

Yorkie: (Mira a Tanya sorprendida por su comentario) – ¿Estás demente? ¡Es viernes! O sea, ¿hello? ¡Libertad! – (Ríe) – ¿Desde cuándo te aburren los viernes? ¿Qué hicieron con la antigua tú, eh? – (Ríe mientras la toma del brazo y la abraza)

Gina: (Observa a ambas chicas y analiza la situación) – Creo que este año tendremos Tanya nueva, muchachas. – (Ríe) – Suficiente, suficiente, ya... Dejémosla tranquila. – (Mientras también la abraza) – A propósito, ¿en casa de quién nos reuniremos mañana? – (Dirigiéndose a todas las del grupo) – Sábado, ¿recuerdan? –

Yorkie: – ¡Woohoo! ¡Otro sábado de pijamada! – (Aplaude emocionada)

Diana: – Mhm, buena pregunta Gina. – (Pensativa) – La semana pasada nos reunimos en casa de Camille, mañana creo nos toca en la mía, ¿verdad? ¿Alguna tiene algún inconveniente con eso? –

Yorkie: – Mhm, no. ¡Ningún inconveniente! La próxima semana nos reuniremos en mi hogar, si quieren. –

Camille: – ¡Oigan muchachas, esperen! Recuerden que mañana por la tarde nos reuniremos en mi hogar para hacer ese trabajo en equipo, ya saben... – (Ríe) – Claramente no se resolverá por su cuenta si no nos reunimos para comenzarlo ya, de una vez y por todas. – (Suspira)

Gina: (Irritada) – ¡Dah! ¡Pero qué fastidio! Ni me lo recuerdes... –

...

La clase transcurrió rápido; la lluvia había cesado. Las chicas bajaron por las escaleras dirigiéndose a los casilleros en busca de sus sombrillas y pertenencias, mientras decidían sobre qué película verían el sábado en la velada de Diana. Todas, exceptuando Blake, se quedarían a dormir en la mansión de la muchacha.

Por otro lado, Tanya, quién se había mostrado algo desorientada durante gran parte de la jornada, no contrastaba con la alegría de la del resto de las muchachas; no participaba de las conversaciones, de hecho, pareciese que no le interesaba mucho de lo que sus amigas platicaban. Se la veía bastante abatida. Cuando las jóvenes preguntaban qué le sucedía, ella respondía que no se preocuparan, que la mañana se le había hecho interminable y debido a eso se sentía cansada, añadiendo que solo quería llegar a su casa y dormir de corrido hasta la siguiente mañana – piadosa mentira que utilizó para salir del aprieto de tener que expresar sus verdaderos sentimientos, los cuales ni siquiera ella misma comprendía lo que por dentro sucedía. Pero Gina, a quién nada ni nadie la engañaba ni persuadía, comenzó a tener ciertas sospechas al respecto de su amiga, sospechas que, para protegerla, se las reservaba hasta esperar a que Tanya por sí sola hablara. No solo era su mejor amiga, para Gina la joven era como una hermana, a la cual siempre apoyaría sin importar lo que pasara.

...

Las muchachas atravesaron el sendero del parque mientras platicaban; un par de gotas caían sobre ellas al pasar debajo de los grandes árboles que rodeaban el camino.

Tanya se despidió de Gina antes de arribar a su hogar. Se paró frente al pórtico e inhaló profundamente antes de entrar, pero no pudo contenerlo más; una extraña sensación de nudo oprimió su garganta, provocando que ésta tragase con dificultad. Abrió la puerta sin saludar y corriendo subió las escaleras hasta encerrarse en su habitación, sin ganas de almorzar, sumiéndose en un horrible sentimiento de tristeza que no la dejaba respirar. Por consiguiente, la invadió un fuerte deseo por llorar.

El llanto comprimió su pecho; no se hizo esperar. Una especie de angustia la envolvió en ese preciso momento, por lo que se echó sobre su cama y abrazando a su almohada rompió a llorar, expulsando todo aquello que la deprimía y le hacía mal.

Sea lo que fuere aquello que en su corazón resguardaba, era algo nuevo que verdaderamente la desconcertaba. Tanya se sentía reprimida y llena de ira por no saber sobrellevarlo con claridad. Sus sentimientos se habían desbordado, todo se había escapado de sus manos.

Tomó su inhalador y aspiró de él; minutos después se tranquilizó. De su bolsa sacó su libreta y comenzó a escribir aquél mar de melancólicos pensamientos que la circundaban por aquél momento, después de todo era alguien que sentía de una manera muy especial; Tanya era demasiado sentimental. Tenía tantas emociones como aflicciones dentro de sí misma; su cabeza era un caos, por lo que sentía debía dibujar para liberar las tensiones que le causaba el no poder expresarse como realmente ella quería. Utilizando aquél método artístico como un medio terapéutico para elevar su estado anímico y aliviar el estrés, se levantó de su cama y se dirigió hasta su escritorio; tomó asiento y comenzó a dibujar sin consuelo.

Momento después de finalizar su retrato, frunció su ceño y levantando la hoja con ambas manos, para observarlo, suspiró y dio cuenta de ello; Tanya había dibujado inconscientemente a la intrigante forastera, una vez más.

Ahora no tenía dudas al respecto, por primera vez en mucho tiempo sintió seguridad de algo; la muchacha se había enamorado.

Aquél deslumbrante sentimiento que despertó en Tanya al momento de ver ingresar a la forastera a través de la puerta de su sala. ¿Amor a primera vista?

La muchacha, que desconcertada, no comprendía ni entendía el por qué se había enamorado de aquella joven eslava, ya que nunca antes se había sentido tan atraída por alguien en su vida. Tanya se había enamorado de una mujer; de una compañera de su clase. Eso le molestaba e irritaba; le parecía absurdo e inaceptable, ¿qué pensarían sus padres al respecto? ¿Qué pensarían los demás; sus amigos y familiares? Realmente estaba preocupada, pero por más que intentara, no podía quitar a Blake Weber de su mente. Su intensa mirada había penetrado su alma y nublando su consciencia.

Tanya era una joven muy insegura de sí misma, a pesar de ser muy radiante y atractiva, era tímida e introvertida. Siempre aspiraba a ser más decidida, como sus amigas. Según ella, era la única que no poseía una personalidad bien formada y definirse no se le daba. Muchas veces no sabía lo que le gustaba; siempre se encontraba dubitativa. Llegó a no agradarse a sí misma y a padecer depresión a sus catorce años; tenía baja su autoestima y se le dificultaba socializar.

Era la mayor de 3 hermanos. El del medio tenía 8 años y la más pequeña tan solo 5. Su madre era licenciada en letras y su padre abogado, pues debido al arduo trabajo de ambos, Tanya a menudo quedaba sola al cuidado del hogar y de sus hermanos, a los cuales cada mañana los levantaba y preparaba el desayuno, también se encargaba del almuerzo, si es que regresaba de sus clases temprano. Durante la tarde, los niños asistían a la escuela; su madre los llevaba y los traía de vuelta. Así todos los días eran iguales, sumergida en la rutina y en el día a día con sus hermanos y sus padres. No obstante, el haberse enamorado de Blake fue un suceso que rompió con su esquema de "adoctrinada niña buena", idea que tenía sobre sí misma.

La joven jamás había sentido escalofríos por nadie; por primera vez había experimentado el fuerte deseo de estar ligada a alguien, de acercarse a esa muchacha y besarle. Su seductora y cautivante sonrisa; Tanya no hacía más que pensar en ella todos los días.

...

Tanya: – *¡Estoy demente! No puedo ilusionarme con esto, es totalmente inaceptable. Además... ¡Ella se ve muy hetero! ¿¡Qué pasaría si se enterase que me gusta!?* – (Suspira mientras seca sus lágrimas) – Tal vez me abofetearía. – (Preocupada) – No... No lo creo proviniendo de ella; se ve muy tranquila. No me la imagino así de agresiva, pero sin exagerar... Se alejaría, ¿verdad? Pensará que soy homosexual y de seguro se alejará de mí. ¿Y mis amigas? – (Empalidece) – Peor aún, ¿¡mi familia!? ¿Qué pensarán de mí si se enterasen de algo así? ¡Dios mío! – (Se recuesta sobre el escritorio) – Quiero morir. Todo esto es un mundo nuevo para mí; me desconozco. – (Confundida) – No sé qué hacer, estoy perdida... – (Con ambas manos sujetando su cabeza)

Nuevamente tomó su lápiz y aún sollozante siguió agregándole detalles al retrato.

Tanya: (Alza la hoja y la observa otra vez) – Bueno... Sí que estoy demente. Debo admitir. – *Perdí la cabeza por esa mujer. * – Sighs... Qué psicópata. Espero nunca nadie encuentre ésta libreta ¡porque me declaro culpable! Hasta sería capaz de arrojar mi inhalador por el balcón para sufrir una muerte lenta si me agarrase un ataque. – (Oculta su rostro entre sus brazos) – ¡Agh! ¿¡Pero por qué tanto drama, Tanya!? – (Menea su cabeza con resignación) – ¡Es tan solo una chica! – (Irritada)

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