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Eres Mi Compañera De Clase, No Mi Madre. Pero Por Favor No Te Apartes De Mi Lado

Capítulo 1: encuentro inesperado

En medio de la bulliciosa clase de matemáticas, la profesora Hina se encontraba en su elemento, explicando la resolución de un complicado ejercicio en el pizarrón. Sus gestos eran precisos, y su voz, llena de autoridad y conocimiento, llenaba la habitación. Los estudiantes, concentrados en sus cuadernos, tomaban apuntes diligentemente.

Sin embargo, entre la explicación de ecuaciones y fórmulas, un destello de preocupación cruzó el rostro de la profesora Hina. Un instante de distracción en sus ojos mientras su mirada vagaba por el aula. En ese momento, una sutil conexión entre madre e hijo se tejía en la distancia. "Itsuki-kun...", pensó Hina con una preocupación materna. Observó cómo su hijo luchaba contra el sueño, cada parpadeo más prolongado que el anterior. Aunque intentaba concentrarse en la explicación del ejercicio, Itsuki estaba a punto de ceder ante el agotamiento.

A medida que la clase avanzaba, Hina notaba la lucha interna de Itsuki entre el deber de prestar atención y la necesidad de descansar. Mientras explicaba la resolución del problema en el pizarrón, su mente también estaba dividida entre el papel de profesora y el de madre.

"Debe estar agotado. Ha estado lidiando con tanto últimamente...", reflexionó Hina, sintiendo la dualidad de sus roles. Aunque su función principal era la de educadora en ese momento, no pudo evitar preocuparse por el bienestar de su hijo.

Mientras la clase llegaba a su fin, Hina notó algo más en la expresión de Itsuki. No solo estaba lidiando con el cansancio, sino que también se percibía cierta incomodidad. Con la mirada de una madre atenta, captó señales que indicaban que su hijo necesitaba un cambio.

"Parece que ha pasado un poco de tiempo desde el último cambio...", pensó Hina con preocupación. Sin embargo, sabiendo lo importante que era para Itsuki mantener su vida social en la escuela, decidió esperar a que la clase concluyera para abordar el tema.

Aunque la inquietud maternal la impulsaba a actuar de inmediato, Hina entendía la delicadeza de la situación. Optó por darle espacio a Itsuki durante la clase y, al mismo tiempo, planeó abordar un tema importante con él al final, donde pudieran hablar sin la presión del entorno escolar. La dualidad de ser profesora y madre nuevamente se manifestaba en sus decisiones, buscando equilibrar el cuidado de su hijo con la consideración por su vida social.

Itsuki estaba sumergido en las ecuaciones de la clase de matemáticas, su atención centrada en los números que danzaban en el pizarrón. La campana que anunciaba el final de la clase resonó, rompiendo su concentración. Acomodó sus libros y se levantó, preparándose para salir y sumirse en la rutina diaria.

Antes de que pudiera dar el primer paso hacia la puerta, la voz de la profesora Hina lo detuvo. "Itsuki-kun", llamó desde su escritorio. Itsuki se giró hacia ella, con una expresión de curiosidad. La profesora Hina sostenía un teléfono en la mano.

La campana marcó el final de la clase, y mientras los estudiantes se levantaban y salían del aula, Hina llamó a Itsuki para quedarse unos minutos más.

Hina: Itsuki-kun, ¿puedo hablar contigo un momento?

Itsuki, bostezando: Claro, profesora Hina, ¿qué pasa?

Hina, observándolo con preocupación: He notado que últimamente has estado más cansado de lo habitual. ¿Todo está bien?

Itsuki, intentando disimular su cansancio: Ah, sí, solo no he dormido muy bien últimamente.

Hina, frunciendo el ceño: Itsuki, siempre me has ocultado tus problemas. ¿Estás seguro de que no hay nada más?

Itsuki, evitando la mirada de Hina: No, todo está bien.

Hina, decidida a abordar el tema: Itsuki-kun, entiendo que he estado ocupada con el trabajo y que Yume también tiene sus compromisos. He estado pensando en cómo podemos asegurarnos de que estés bien cuidado.

Itsuki, levantando una ceja: ¿A qué te refieres?

Hina, con un tono serio: He decidido contratar a alguien que te cuide mientras estamos fuera. Alguien que pueda ocuparse de ti y asegurarse de que estés cómodo.

Itsuki, con escepticismo: ¿Contratar a alguien? No necesito una niñera, mamá.

Hina, suavizando su expresión: Itsuki, es por tu bien. Además, te aseguro que esta persona es muy especial y te llevarás bien con ella.

Itsuki, cruzándose de brazos: ¿Quién es?

Hina, manteniendo el misterio: Eso lo descubrirás pronto. Pero antes de eso, Itsuki-kun, necesito preguntarte algo importante.

Itsuki, intrigado: ¿Qué?

Hina, mirándolo directamente a los ojos: ¿Mojaste tu pañal, Itsuki-kun?

Itsuki, sintiendo un rubor en sus mejillas: ¡¿Qué?! No es asunto tuyo, mamá.

Hina, sonriendo con complicidad: Itsuki, como tu madre, me preocupo por ti. Solo quiero asegurarme de que estés bien atendido.

Itsuki, resignado: Está bien, no es necesario que preguntes.

Itsuki caminaba por las calles, perdido en sus pensamientos después de la extraña conversación con su madre en la escuela. La incertidumbre sobre la decisión de contratar una niñera lo atormentaba mientras se dirigía de regreso a casa.

Itsuki, en su diálogo interno: ¿Por qué una niñera? ¿Es que acaso piensa que soy un niño pequeño? No entiendo...

Con cada paso, su mente se llenaba de preguntas sin respuesta. Se preguntaba si la niñera sería de su edad o mayor, si sería amable o estricta, pero lo que más lo intriga es si ella conocerá su condición, su problema con la incontinencia.

Itsuki, escéptico: No puedo creer que estén haciendo esto. ¿Acaso quieren que todos en la escuela se enteren? ¿Y si la niñera es alguien que conozco?

La perspectiva de que alguien más, especialmente una compañera de clase, descubriera su secreto lo llenaba de ansiedad. Con cada pensamiento, su escepticismo crecía, formando un nudo en su estómago.

Finalmente, llega a la serie de apartamentos donde vive desde que fue adoptado por Hina-San hace cinco años.

Al abrir la puerta principal, un escalofrío recorre su espalda, como si un presentimiento lo acompañara. Sube por el ascensor, con la mente llena de dudas, y al abrirse las puertas en su piso, se encuentra con una sorpresa inesperada.

Frente a él, de pie en el pasillo, está una chica de cabello blanco como la nieve, ojos azules profundos que parecían contener un universo de comprensión, y una presencia que irradiaba calidez maternal.

Itsuki, sorprendido, en su diálogo interno: ¿Ella es... la niñera? ¿Ya está aquí?

La mirada de la chica se encuentra con la de Itsuki, y en ese instante, un entendimiento silencioso parece establecerse entre ambos. El pasillo del apartamento estaba impregnado de una tensa anticipación cuando las miradas de Itsuki y la misteriosa chica de cabello blanco se cruzaron. En ese momento, algo hizo clic en la mente de Itsuki, pero antes de que pudiera procesarlo, ella se acercó, rompiendo la barrera invisible entre ellos.

Yuki: ¿Tú eres Itsuki?

Itsuki, saliendo de sus pensamientos: S-sí, soy Itsuki.

Itsuki sintió un alivio momentáneo al confirmar su identidad. Sin embargo, su atención se centró en la misteriosa chica que ahora estaba frente a él.

Yuki, sonriendo: Hola, soy Sarashina Yuki, o puedes llamarme Yuki-san. Voy a ser tu niñera, un gusto.

La introducción de Yuki dejó a Itsuki atónito. Su mente se llenó de preguntas mientras intentaba procesar la realidad de que esta encantadora chica sería la niñera que su madre había contratado.

Itsuki, en su diálogo interno: No puede ser. ¿Ella es la niñera? ¿Cómo es posible que sea tan hermosa?

Itsuki se encontraba atrapado en la visión de Yuki, capturando cada detalle bajo la cálida luz del atardecer.

Desde su cabello blanco como la nieve hasta sus ojos azules que parecían destellar con misterio, cada parte de ella parecía perfecta ante sus ojos.

Itsuki, casi en un susurro para sí mismo: No puedo creer que mamá haya encontrado una niñera tan linda...

Al dirigir la palabra a Yuki, Itsuki no pudo evitar expresar sus pensamientos en voz alta.

"Eres... diferente a lo que imaginaba", murmuró, su mirada aún fija en los ojos azules de Yuki que brillaban como el cielo estrellado.

La respuesta de Yuki fue una risa ligera y un asentimiento amable, como si supiera que esa primera impresión era solo el comienzo de una conexión más profunda entre ellos.

El atardecer pintaba sombras suaves mientras Itsuki y Yuki intercambiaban miradas que dejaban entrever la posibilidad de un vínculo más profundo.

Sin embargo, antes de que pudieran explorar esos sentimientos incipientes, un tono de mensaje interrumpió el momento.

Itsuki, incapaz de contener su curiosidad, aprovechó el momento para hacerle a Yuki un par de preguntas, tratando de entender cómo su madre la había conocido y cuánto sabía sobre él.

Itsuki: Oye, ¿cómo mi madre te conoció? ¿Ya sabías de mí?

Yuki, respondiendo con calma: Sí, Itsuki-kun, tu madre y yo nos conocemos desde hace tiempo. Ella me habló mucho sobre ti.

Itsuki, un poco nervioso: ¿Y... sabes sobre mi condición?

Yuki, con sinceridad: Sí, Itsuki-kun, estoy al tanto. Quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte y hacer que te sientas cómodo.

Aunque Itsuki estaba satisfecho con las respuestas, quería seguir preguntando. Sin embargo, su curiosidad fue interrumpida por el tono de mensaje que Yuki recibió en su teléfono. Una sonrisa juguetona se formó en el rostro de Yuki al leer el mensaje.

Itsuki, notando la sonrisa: ¿Qué te enviaron?

Yuki, con diversión: Es un mensaje de Hina-sensei. Parece que debo estar atenta a algo importante.

Itsuki, intrigado: ¿Pero qué te dijo?

Yuki, misteriosa: Solo me pidió que le prestara las llaves de tu apartamento.

Itsuki, sin darle importancia: Ah, no te preocupes por eso. ¿Qué puede ser tan importante?

Antes de que Itsuki pudiera entender la situación, Yuki le reveló el contenido del mensaje con una sonrisa pícara.

Yuki: Hina-sensei me informó que estuviste incómodo en la última clase, Itsuki-kun. Eso significa que necesitas un cambio de Pañal.

La revelación dejó a Itsuki en estado de shock, y una mezcla de vergüenza y sorpresa se reflejó en su rostro.

Itsuki, incrédulo: ¿Qué? ¿Cómo... cómo lo sabe?

Yuki, con una risa contenida: A veces, las madres son muy perspicaces. ¿Vamos a ocuparnos de eso?

Sin darle tiempo a responder, Yuki jaloneó suavemente a Itsuki hacia su apartamento, dejándolo en un estado de confusión y vergüenza mientras ingresaban a enfrentar la situación incómoda que le esperaba.

Una vez dentro, la atmósfera se volvió tensa. Yuki, con una expresión de determinación, me instó a acostarme para revisar el problema. "No te preocupes, puedo encargarme de esto por mí mismo", intenté argumentar, pero la firmeza en los ojos de Yuki indicaba que no iba a aceptar un no por respuesta. La batalla silenciosa continuó mientras intentaba resistirme, pero Yuki, con una fuerza que no anticipé, logró acostarme en la cama.

"¡Es en serio, puedo hacerlo solo!", protesté, sintiendo una combinación de vergüenza y frustración. Pero Yuki, sin ceder a mis protestas, procedió con el cambio de pañal.

Sus manos se movían con habilidad, y aunque mi resistencia inicial persistía, algo en su enfoque serio y cuidadoso me hizo reconsiderar mis objeciones. Con cada movimiento, Yuki demostraba no solo su destreza sino también su preocupación genuina por mi bienestar.

Yuki, tras ingresar al apartamento, dirigió a Itsuki hacia su habitación siguiendo sus indicaciones.

Yuki: Itsuki-kun, ¿dónde queda tu habitación?

Itsuki, señalando: Al fondo, al lado izquierdo del apartamento.

Con determinación, Yuki jaloneó a Itsuki hacia su habitación, pero antes de entrar, Itsuki la detuvo.

Itsuki: Eh, en serio, Yuki-san, no es necesario. Puedo hacer esto solo.

Sin embargo, Yuki, recordando algunas palabras de Hina-sensei, decidió revelar un pequeño secreto de Itsuki.

Yuki, burlona: ¿Como la vez que mojaste la cama porque te pusiste mal el pañal solo porque tenías sueño?

La mención de ese incidente sorprendió a Itsuki, dejándolo inmóvil y dándole a Yuki la oportunidad de jalonearlo hasta su habitación.

Una vez dentro, Yuki sentó a Itsuki en la cama y comenzó a explorar la habitación en busca de lo necesario para el cambio.

Yuki, examinando un cajón: Veamos qué tenemos aquí...

Encontró lo que necesitaba y sostuvo un pañal limpio en su mano. Al mirarlo detenidamente, no pudo evitar soltar una risa forzada, desconcertando a Itsuki.

Itsuki: ¿Qué es lo gracioso?

Yuki, con ternura: Son muy tiernos, Itsuki-kun. Se ven muy lindos, y además, combinan con tu personalidad.

Las palabras de Yuki dejaron a Itsuki anonadado, sin saber qué decir.

El pañal, de la marca "Cielo de Estrellas", llevaba estampado un patrón de coloridos autos y personajes animados que generalmente se asocian con pañales para niños pequeños. Las ilustraciones, aunque caprichosas, resaltaban en contraste con mi edad y estatura, creando una escena cómica y peculiar.

Para Yuki, la risa no provenía de la situación en sí, sino de la extrañeza y contraste entre mi apariencia, un joven de 15 años, y el diseño infantil del pañal.

Su risa no era burlona, sino más bien una reacción natural a la peculiaridad de la situación. No obstante, al notar mi incomodidad, Yuki inmediatamente cambió su enfoque, mostrando empatía y disculpándose por cualquier malestar causado.

"Lo siento, Itsuki-kun. No fue mi intención burlarme. Entiendo que todos tenemos nuestras propias batallas", dijo con sinceridad, sus ojos reflejando un genuino arrepentimiento. La tensión se alivió un poco con sus palabras, y aunque la situación era incómoda, la disposición de Yuki para pedir disculpas demostró una sensibilidad que me hizo sentir agradecido por su presencia en ese momento vulnerable.

Después de la situación incómoda del cambio, Itsuki, sintiéndose vulnerable, decidió refugiarse bajo las sábanas de su cama. Yuki observó la escena con ternura, entendiendo la necesidad de Itsuki de encontrar un refugio temporal.

Viéndome escondido bajo las sábanas, Yuki decidió adoptar un enfoque más formal. Se sentó con gracia en el borde de la cama, su mirada reflejando paciencia y comprensión. "Itsuki-kun, sé que esta situación puede ser difícil para ti, y quiero que te sientas cómodo en tu propio espacio", comenzó de manera gentil.

Siguiendo la guía que Hina le proporcionó sobre las preferencias de Itsuki, Yuki estableció algunas reglas básicas. "Primero, respetaré tu privacidad. Si necesitas tiempo para ti mismo, lo entenderé. Segundo, si hay algo específico que te haga sentir más cómodo, no dudes en decírmelo. Estoy aquí para ayudarte, pero también para respetar tus límites".

Itsuki, aunque aún parcialmente oculto bajo las sábanas, asintió con aprecio. La formalidad de Yuki en el momento adecuado y su disposición para crear un ambiente seguro demostraron su compromiso en hacer de su presencia algo reconfortante para Itsuki. A partir de ese momento, se comenzaba a tejer un entendimiento más profundo entre ellos.

Itsuki, sintiéndose más relajado después de la conversación, decidió salir de su refugio bajo las sábanas. Sin embargo, en su apuro por un regreso a la normalidad, se olvidó por completo de su estado actual y salió de la habitación solo con su camiseta y pañal.

Al encontrarse con Yuki, cuya risa juguetona resonó en la habitación, Itsuki se detuvo, su rostro revelando una mezcla de sorpresa y vergüenza. "Ah, parece que olvidé algo", admitió con una risa nerviosa, consciente de su olvido momentáneo de la vestimenta adecuada.

Yuki, sin perder la oportunidad de aliviar la tensión, sonrió y dijo: "No te preocupes, Itsuki-kun. En realidad, eso forma parte de las reglas". Su actitud comprensiva hizo que Itsuki se relajara, y Yuki continuó, "Puedes vestirte como te sientas cómodo en casa. Además, estoy aquí para apoyarte".

Con esa declaración, Itsuki se sintió un poco más libre en su propio espacio. Yuki, percibiendo que el momento era propicio, decidió dejar a Itsuki en privacidad mientras se dirigía a la cocina para preparar la cena. La escena, aunque inicialmente embarazosa, se convirtió en un recordatorio de la nueva dinámica que se estaba formando entre ellos, marcada por la comprensión, la aceptación y, a veces, incluso por un toque de humor. Después de una cena deliciosa que logró aligerar el ambiente entre Itsuki y Yuki, este último decidió dar otro giro a la noche. Con una sonrisa amable, Yuki sugirió: "Itsuki-kun, creo que sería bueno que te tomes un baño antes de dormir. ¿Qué opinas?"

Al escuchar esas palabras, Itsuki se quedó paralizado, como si el simple concepto de un baño hubiera alterado su percepción del tiempo y el espacio. Sin embargo, al ver la mirada tranquilizadora de Yuki, comprendió que este era un paso necesario, incluso si la idea le causaba un ligero malestar. Con una expresión que oscilaba entre la resignación y la aceptación, Itsuki finalmente asintió. "Está bien, creo que sí", respondió con una voz que aún llevaba un atisbo de incomodidad.

Yuki, notando su ambivalencia, se acercó con calma para acompañarlo en este nuevo capítulo de la noche.

Así, lo que inicialmente podría haber sido un momento incómodo se convirtió en otro paso hacia la normalización de la convivencia entre Itsuki y Yuki. La noche, que comenzó con tensiones y sorpresas, seguía transformándose en una experiencia compartida, donde la empatía y la paciencia se convertían en hilos invisibles que tejían un vínculo cada vez más fuerte.

capitulo 2: salida sorpresa.

Después de la escena del baño, Itsuki y Yuki se dirigieron a la habitación de Itsuki para encontrar una nueva vestimenta. Sin embargo, se toparon con un problema: Itsuki solo tenía un cambio de pañal disponible.

Yuki, siempre práctica, notó la situación y decidió que era hora de una rápida expedición al supermercado.

Yuki organiza las cosas mientras comenta:

Yuki: Necesitamos un paquete nuevo de pañales, Itsuki-kun. No podemos quedarnos sin reservas, ¿verdad?

Durante el cambio, Yuki, decidida a abordar el tema directamente, preguntó con una sonrisa amistosa.

Yuki: ¿Crees que podrás pasar un tiempo en el supermercado sin necesitar un cambio?

Itsuki, intentando sonar seguro, asintió afirmativamente.

Itsuki: Soy un chico grande, no hay necesidad de preocuparse por eso.

A pesar de sus palabras, Itsuki notó la ironía de la situación y se ruborizó, sintiendo la incomodidad de sus propias palabras.

Yuki, comprendiendo la vergüenza de Itsuki, decidió aligerar la situación con humor.

Yuki: Bueno, incluso los chicos grandes pueden necesitar pañales de vez en cuando. No te preocupes, lo manejaré con total discreción.

Esto provocó una risa nerviosa en Itsuki. Entre risas y complicidad, ambos se dirigieron hacia el supermercado, preparados para enfrentar cualquier desafío que la noche les presentara.

Itsuki y Yuki exploraron el pasillo de pañales en el supermercado, enfrentándose a una sorprendente variedad de opciones.

Yuki, en un intento de recordar la marca específica que Itsuki usaba, se sumió en pensamientos concentrados, pero la memoria parecía eludirla.

Yuki, frunciendo el ceño, murmura para sí misma:

Yuki: ¿Cuál era la marca que solía llevar Itsuki-kun? Ah, esto es más complicado de lo que pensé.

Después de un rato, Yuki, notando la expresión igualmente confundida de Itsuki, decidió preguntar.

Yuki: Itsuki-kun, ¿recuerdas el nombre de la marca que usas?

Pero para su sorpresa, Itsuki también estaba perdido en sus pensamientos.

Itsuki: Uh, bueno, no estoy seguro... No lo he tenido que recordar en mucho tiempo.

Ante la situación, Yuki, con una risa juguetona, decidió tomar la iniciativa.

Agarró el pantalón de Itsuki y tiró de él hacia ella. En ese instante, encontró la marca de pañales, pero para su sorpresa, Itsuki había mojado su pañal.

El pasillo del supermercado se volvió el escenario inesperado de un pequeño conflicto entre Itsuki y Yuki. La expresión molesta en el rostro de Yuki no pasó desapercibida mientras miraba a Itsuki con cierto reproche.

Yuki: ¿Por qué no me avisaste que necesitas un cambio? ¿Desde cuándo mojaste el pañal? ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Itsuki, con una sonrisa nerviosa, intentó restar importancia al asunto:

Itsuki: Ah, desde que entramos. Pero no pensé que era tan importante decirlo.

La respuesta de Itsuki solo sirvió para intensificar la molestia de Yuki. Cruzó los brazos y, con un tono más serio, le hizo saber la gravedad del asunto:

Yuki: Itsuki-kun, necesitas comunicarme estas cosas. No puedo cuidarte adecuadamente si no compartes lo que necesitas. Esto no es solo por tu comodidad, sino también por tu salud.

Itsuki, sintiendo el peso de la situación, bajó la mirada y asintió tímidamente. Antes de que pudiera disculparse, el niño de 5 años, como un pequeño juez de la situación, señaló a Itsuki con entusiasmo.

Niño: ¡Mamá, ese chico aún usa pañales!

Yuki, sorprendida pero sin perder su encanto, le respondió al niño con una mezcla de diversión y complicidad:

Yuki: ¡Parece que has descubierto un secreto! ¡Eres un detective muy astuto!

Itsuki, sintiéndose en medio de un enredo cómico, intentó esbozar una sonrisa, pero la situación no dejaba de ser embarazosa. La madre del niño, notando la incomodidad de Itsuki, se apresuró a disculparse:

Madre: Lo siento mucho. Mi hijo es muy directo a veces. Vamos, cariño, pidamos perdón.

La escena concluyó con la madre llevándose al niño del pasillo, dejando a Itsuki con una mezcla de vergüenza y risas nerviosas. Yuki, por otro lado, no pudo contener una risa suave y decidida:

Yuki: Itsuki-kun, parece que nuestra primera expedición al supermercado fue más emocionante de lo esperado. Pero no te preocupes, ¡lo manejaste bastante bien!

Hina dejó caer sus pertenencias en la entrada y se dirigió hacia la sala, encontrando a Yume inmersa en una conversación telefónica.

La madre decidió no interrumpirla de inmediato, permitiéndole concluir su llamada. Sin embargo, la emoción de compartir una noticia intrigante la hizo incapaz de esperar demasiado.

Hina: Buenas noches, Yume. Mi día fue agitado, pero sucedió algo interesante. Itsuki está con una chica.

La declaración provocó una reacción instantánea en Yume, quien dejó a un lado su teléfono y se puso de pie con expresión atenta, revelando su esbelta figura atlética.

Yume: ¿Qué? ¿Con quién? ¿Cómo sucedió?

Hina, consciente de que la noticia podría malinterpretarse, se apresuró a ofrecer explicaciones antes de que la imaginación de Yume volara demasiado lejos.

Hina: No te preocupes, no es lo que piensas. Le conseguí una niñera a Itsuki.

El rostro de Yume mostró un claro alivio, pero su curiosidad persistió.

Ambas se sentaron en la sala, listas para un intercambio de detalles.

Hina compartió los motivos detrás de su decisión, señalando cómo, entre sus compromisos laborales y las responsabilidades en el equipo de atletismo, se dieron cuenta de que Itsuki estaba quedando desatendido.

Hina: Durante los últimos 5 años, ninguna de nosotras ha dedicado el tiempo necesario a Itsuki. Así que decidí conseguirle a alguien que pueda cuidarlo cuando no estemos en casa.

La revelación dejó a Yume en un estado de reflexión profunda. La idea de que su hermano hubiera pasado desapercibido durante tanto tiempo la hizo reflexionar sobre su propia participación en su vida. La mirada de Hina indicaba que esta decisión iba más allá de asegurarle a Itsuki compañía mientras estaban fuera; tenía un propósito más profundo y significativo.

Hina se levantó del sofá con un suspiro cansado, dirigiéndose hacia la cocina para preparar la cena. Mientras tanto, Yume quedó sumida en sus propios pensamientos, una mezcla de reflexión y nostalgia por el hermanastro al que, según su madre, no habían prestado suficiente atención.

La frase resonaba en la mente de Yume mientras recordaba a Itsuki con una sonrisa en el rostro: "Nee san". Un susurro escapó de sus labios mientras sus ojos se perdían en la distancia, sumergida en la añoranza de los momentos que podrían haber compartido.

Yume: Siempre quise darte más atención.

Sin embargo, su pensamiento fue interrumpido por la voz de Hina desde la cocina.

La noticia sobre Itsuki y la decisión de conseguirle una niñera había dejado una huella en Yume.

pero este momento es interrumpido por su madre tras ver la llegada de Itsuki y Yuki a los apartamentos ahora, mostrando una vez másla falta de atención que no le daban a su hermanastro, pues su madre se dio cuenta del paquete de pañales que traía Yuki en la mano quien de inmediato se dieron cuenta que era de Itsuki parecía ser otro indicio de la atención que a veces le faltaba.

Hina: No puede ser, se me olvidó comprar más pañales para Itsuki, pero parece que elegí bien a la persona para estar al tanto de él. dice Hina sintiéndose aliviada y orgullosa de su gran hallazgo.

La observación de su madre resonó en Yume, recordándole que, aunque ella quería dar más atención a Itsuki, la realidad era que, a menudo, lo pasaban por alto.

Una sensación de melancolía se instaló en la habitación mientras el peso de la responsabilidad caía sobre los hombros de Yume, quien se quedó contemplando el vacío por un momento.

Itsuki y Yuki regresaron del supermercado, llevando consigo no solo las bolsas de compras, sino también las risas y complicidad compartida en el pasillo de pañales.

Al entrar al apartamento, fueron recibidos por Hina, quien esperaba con una expresión curiosa.

Hina: ¿Cómo les fue en el supermercado?

Yuki, con una sonrisa, comenzó a relatar cada detalle cómico y divertido de la expedición al supermercado, haciendo que Hina se uniera a las risas.

Itsuki, mientras tanto, permanecía en silencio, debido a la mirada de pocos amigos de su hermana que no pasó desapercibido por Itsuki, quien observaba desde la distancia.

Yume, con tono burlón, se acercó a Itsuki:

Yume: ¿Cómo fue tu emocionante aventura de compras con la niñera?

Itsuki, evasivo, intentó desviar la atención:

Itsuki: No fue gran cosa, solo compras normales.

Yume, disfrutando del momento, continuó provocándolo:

Yume: Vamos, Itsuki, no seas tímido. Sé que algo más pasó.

Itsuki, incómodo, decidió evadir la conversación y se retiró a su habitación. Yume, entre risas, no pudo evitar seguir molestando desde lejos.

Después de un rato, Itsuki decidió salir al balcón, buscando un momento de paz bajo el manto estrellado de la noche.

Para su sorpresa, Yuki estaba allí también, disfrutando de la vista.

Itsuki: Parece que vivimos bastante cerca.

Yuki: Sí, parece que sí. ¿Te gusta la noche?

Itsuki, mirando las estrellas, asintió:

Itsuki: Siempre me ha gustado. Es relajante.

Yuki: A mí también. Espero que podamos pasar más tiempo juntos.

Los dos se quedaron allí, sumidos en sus pensamientos bajo la noche estrellada.

El destino había tejido un encuentro inesperado entre ellos, dejando en el aire la promesa de nuevas experiencias y conexiones en el futuro.

capítulo 3.1: creando momentos inolvidables.

Itsuki, con la llave en la mano, se encontró con un espectáculo, un momento inesperado: un ángel de cabello blanco y ojos azules bloqueaba la entrada. Yuki, elegantemente vestida con una camisa blanca y falda color celeste a cuadros, característico de su bachillerato, llevaba la corbata del mismo color, indicando que compartían el mismo año. Itsuki, dejando la formalidad a un lado, soltó la pregunta que lo intrigaba.

Itsuki: Ni siquiera te pregunté antes, pero, ¿cuántos años tienes?

Yuki: Tengo 16 años.

Itsuki quedó sorprendido, asumiendo erróneamente que Yuki era más joven. Pero la visita de Yuki no era solo un encuentro casual; Hina sensei le encomendó la tarea de recoger a Itsuki, quien se había quedado dormido, y de recoger algunos elementos esenciales para su condición.

Al adentrarse en el apartamento, Yuki notó los artículos dispuestos en la mesa de la sala de estar: tres pañales, crema antirozaduras y toallas húmedas.

Con una gracia innata, Yuki los recogió y los guardó en su maletín, ocultándolos con destreza. Después de cerrar la puerta, tomó el brazo de Itsuki y salieron del edificio.

Itsuki: Supongo que ahora todos saben mi pequeño secreto.

Yuki: No te preocupes, lo manejé con total discreción. Nadie se enterará.

Antes de llegar al instituto, Yuki y Itsuki se detuvieron estratégicamente, anticipándose a la presencia de sus compañeros.

Caminaron por separado, iniciando así la delicada danza de mantener en secreto la realidad de Itsuki.

En el camino, Itsuki no pudo evitar preguntar.

Itsuki: ¿Hina sensei te pidió que hicieras esto a menudo?

Yuki: Sí, ella quiere asegurarse de que estés cómodo y cuidado. Pero no te preocupes, será nuestro pequeño secreto.

Y así, entre risas y complicidades, comenzaron a forjar una conexión especial que iba más allá de las barreras físicas y las diferencias aparentes.

Itsuki, mientras observaba a Yuki en medio del bullicio del Instituto Lumina, se sorprendía al percatarse de su popularidad entre sus compañeros.

"¿Cómo no la había notado antes?" pensó para sí mismo, mientras los ecos del inicio de la clase lo arrancaban de sus reflexiones y lo sumían de nuevo en la realidad.

Durante el receso, decidí retirarme a la azotea en busca de un momento de tranquilidad. Desde allí, vi cómo Yuki, enérgica y animada, conversaba con dos chicas, revelando una faceta de ella que desconocía por completo.

En mi camino hacia la azotea, me crucé con mi hermana Yume, quien, tras un breve vistazo, retomó su animada conversación con otras tres chicas. Nuestra relación durante los últimos dos años se había vuelto superficial, a pesar de la popularidad y la aparente conexión de Yume con sus compañeros. Sin embargo, detrás de esa fachada, sabía que Yume ocultaba su verdadera esencia.

Una vez en la azotea, disfruté de mi almuerzo en soledad hasta que, después de unos 15 minutos, Yuki se unió a mí.

perspectiva de Yuki: Mientras conversaba con dos amigas en el salón, mis ojos captaron a Itsuki-kun moviéndose fuera de la clase.

Reflexionando sobre su día, no parecía descabellado pensar que pudiera necesitar un cambio, especialmente después de la última hora de clases en la que estuvo inquieto en su silla.

Yuki: Itsuki-kun parece haber tenido un día agitado.

Viéndolo inquieto durante la última hora de clases, no puedo evitar preguntarme si necesita un cambio. Debo asegurarme de que esté bien.

Decidí ir en su búsqueda.

Después de un rato, lo encontré en una solitaria azotea que irradiaba un vacío perfecto para las parejas de estudiantes.

Me acerqué a Itsuki-kun, quien estaba almorzando, y decidí sentarme junto a él. Conociendo su condición, opté por una maniobra, "Itsuki-kun, ¿quieres un abrazo?", dije con un poco de vergüenza, sintiendo cómo mis mejillas se ruborizaban por la sorpresa. Sin sospechar mis intenciones ocultas, Itsuki-kun aceptó. La sorpresa se reflejaba en su rostro mientras sugería el abrazo, y sus pensamientos mostraban su preocupación por cómo podría reaccionar Itsuki.

Yuki: ¿Un abrazo será suficiente para hacerlo sentir mejor? Espero que no se sienta incómodo. Pero si le ayuda a relajarse, valdrá la pena.

Fue en ese momento que, con habilidad y delicadeza, aproveché la ocasión para verificar el estado del pañal de Itsuki-kun.

Al darme cuenta de que efectivamente necesitaba un cambio, me puse manos a la obra.

Durante el cambio de pañal, sus pensamientos mostraban su determinación y habilidad para manejar la situación con gracia.

Yuki: Es importante que Itsuki-kun se sienta cómodo y cuidado. Aunque esto pueda parecer un poco intrusivo, estoy aquí para ayudar y asegurarme de que esté bien.

Después del cambio, nos quedamos conversando sobre la situación.

La pregunta de Itsuki sobre el futuro generó una respuesta reflexiva en Yuki, revelando su comprensión de la incertidumbre.

Yuki: La vida es impredecible, y aunque no puedo garantizar cómo será siempre, estoy comprometida a estar a su lado. Quiero ser su apoyo y brindarle la atención que merece.

En la medida en que regresaban al salón, los pensamientos de Yuki sugerían su deseo de crear una rutina especial que fortaleciera el vínculo entre ellos.

Yuki: Esta rutina no solo es necesaria para Itsuki-kun, sino que también está creando un lazo especial entre nosotros. Quiero estar allí para él, sin importar lo que depare el futuro escolar.

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