Por fin, la escena perfecta de nuevo, ver a mi querido Ahderon haciendo arder el mundo por su obsesión. Esa donde pone en aprietos a la protagonista para verla sufrir al amar sus lágrimas.
Doy vueltas en la cama hasta quedar enroscado en las sábanas y sangrando por la nariz ante la escena donde lo describen en el baño con su tableta de chocolate al descubierto, bueno, chocolate blanco y bastante pálido. Todo, todo de él es hermoso y perfecto. Sus ojos azules como gemas preciosas, su cabello grisáceo por su condición sobrenatural, mi hermoso lobo.
Lo sé, quizás tiene más de mil banderas rojas, pero es que es perfecto de esa manera...
Me empiezo a reír mientras observo el techo completamente forrado con su rostro, el cual me mira, me mira directamente. Cada imagen presenta un atuendo diferente y en una incluso se ve desnudo.
Luego regreso la mirada hacia el reloj que marca las cuatro de la mañana, si me apuro podré terminar el libro de nuevo. Todos los meses hay que leerlo al menos una vez, como me sé de memoria cada escena podría leerlo solo en veinticuatro horas sin problemas.
De esa forma, el tiempo pasa volando sin ningún contratiempo, es así hasta llegar al penúltimo capítulo. Solo en este concluyo mi lectura, tengo lleno de presillas y cintas el final para no volverlo a leer en la vida. ¡No vale la pena! Odio a esa estúpida de Visaria. ¿Cómo pudo dejar a su novia por mi Ahderon? Bueno, la entiendo...
Las lágrimas comienzan a caer en mi rostro de nuevo mientras me como las uñas. Respiro profundo para levantarme hacia la cocina en busca de comida por el ruido en mi estómago, mi alarma para seguir vivo.
Abro la nevera para degustar la comida recalentada que me traje del trabajo. La rutina me consume mientras me quedo mirando mi mantel de él, uno donde no apoyo el plato por miedo a ensuciarlo.
Enciendo un audio con los sonidos promocionales de mi lobo, lo pongo una y otra vez en bucle mientras como. Sin embargo, los gritos que vienen de mi habitación me distraen, más que gritos son como murmullos ahogados de auxilio.
Rechisto, solo queda ir a callar a mi pequeño huésped. Al entrar a mi habitación de nuevo camino hacia el armario, uno de dos puertas que abro de par en par dejando ver a un hombre muy parecido a Ahderon, amordazado y atado de manos. Como sus cabellos no eran de igual color tuve que colocarle una peluca gris y maquillarlo un poco... ¿Pero así no es perfecto?
Me agacho para destapar su boca y ofrecerle un poco de mi comida. Sin embargo, mi huésped me la escupe en la cara.
—¡Maldito enfermo! —grita mi Ahderon de copyright.
—Pero si te estoy alimentando, querido amo. ¿No deberías estar feliz? —le comento rozando su mejilla con mis dedos mientras siento el rubor en las mías.
—¡Suéltame, ojalá te atragantes con eso! —comenta él.
¡Genial! Es justamente lo que diría Ahderon por ocultar sus verdaderos sentimientos...
—Tranquilo, te alimentaré y cuidaré de ti. Lo que si vuelves a intentar huir tendré que cortar tus piernas —le respondo jugando con el cuchillo en mis manos.
Justo antes de que mi huésped pueda seguir la plática, la puerta de mi casa se desploma con un ruido estridente bajo la voz de "policía, levante las manos o disparo".
No quería que me separaran de mi querido amor...
¿Quizás por eso dispararon?
Lo último que recuerdo es mi cuerpo cayendo como una pluma al suelo. Mis ojos se posan en mi querido huésped que simulo que es Ahderon mientras este me mira con felicidad. ¿Cómo puedes estar feliz de que tu amado muera?... El verdadero estuviese tratando de asesinar a los policías que entraron...
Yo lo quiero, lo necesito, para mi próxima vida quiero estar a su lado. ¿Qué más da lo demás? Es tan válido como el sueño de querer ser un cantante famoso, pintor o tener dinero. Yo solo deseo el amor de alguien sumamente especial.
¿Está mal?
Veo como cargan mi cuerpo de forma rápida en una camilla y colocan paños en las heridas de mi pecho. Tres impactos sentí de manera reiterada. Sean sinceros, ¿querían matarme verdad?
Mi compañero se abalanza contra los policías pidiéndoles que me dejen morir, que soy un monstruo y la sociedad no necesita una basura como yo. Al final, entre sus gritos y el frío que recorre todo mi cuerpo termino convulsionando. Los electros choques no tardan en llegar, aun así, lo que más lamento es que no pude completar la meta de crear a mi Ahderon perfecto en esta realidad.
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Abro los ojos en un lugar desconocido. Está oscuro fuera de donde me encuentro yo. Hay como un gran foco que alumbra mi espacio y se tambalea en el techo como un péndulo. Intento avanzar gateando, pero choco mi frente contra un barrote metálico.
La voz de un hombre se hace presente en la sala. Cuando logro enfocar la vista bien, presenta una máscara y un sombrero de copa. Está de espaldas, pero es bastante regordete.
—Sí buscan un buen esclavo, este lobo Omega es bueno sexualmente. Saben que son escasos y más tan bellos como este —dice el presentador.
¿Omega? ¿Sexual? ¿Yo? ¿Quién?
Me toco el rostro para sentir uno más delgado. Mi cabello sumamente blanco cae por mi frente dejándome saber que no es el que tenía, ahora es uno largo hasta el suelo. Mis hombros son más pequeños y mi piel más pálida. En cambio, solo porto una bata blanca llena de agujeros y sucia, junto a unas esposas en mis tobillos que me atan al suelo.
—¿Dónde estoy? —susurro aguantando con mis manos la reja, pero un fuerte corrientazo me hace soltarla de golpe.
—Empecemos la puja con cincuenta monedas de oro —dice el hombre regordete.
Las personas no tardan en subir el monto. Rápidamente, llega a las cien, luego a las quinientas, dando esto una mujer que está sentada sobre otra como si fuese una silla.
Los murmullos empiezan por lo que parece ser una subida típica.
—¡Suéltame y verán lo que les va a pasar! Me acaban de arrebatar la fantasía de que mi amado me encierre, no quiero que sean unos puercos como ustedes —les digo a viva voz.
Luego, como salido de la nada, un hombre vestido con trajes negros y adornos en blanco en su pantalón. Con un monóculo en su ojo izquierdo que deja brillar el cristal por la luz del foco. No puedo verle el rostro por la oscuridad, pero la puja termina con este anunciando mil monedas de oro por mí levantando su cartel sin pronunciar una sola palabra.
No sé que más sucede con mi persona en la subasta, sin embargo, soy electrocutado hasta caer inconsciente. Posiblemente, me entreguen a mi comprador. ¿Dónde demonios estoy? ¿Morí al final en mi mundo real?
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Despierto luego en una habitación bastante pequeña, con la presencia de solamente una cama personal, un armario y una mesa de estudio.
Cuando intento bajarme de la cama para ir a la puerta, una correa me hace fuerza en el cuello quitándome la posibilidad de abrirla. Comienzo a forcejear hasta que se abre el espacio delante de mí, dejándome verlo...
Dios mío...
Sus ojos azules oscuro como el mar en tempestades...
Sus cabellos grises como las cenizas...
Su metro noventa...
Su espalda ancha perfecta para acostarse sobre ella y darle mordidas...
Y sus labios... Solo de verlos tan cerca de mí, Dios, si es un sueño, no quiero despertar. ¿Por qué no lanzarme? Me dispongo a ir sobre él para besar su boca, mi adorada fantasía que despierta cuando su zapato se estampa en mi cara.
—Conoce tu lugar —dice mi amado Ahderon de forma autoritaria—. Omega.
A penas siento su pie en mi rostro deslizo las manos por su tobillo para abrazarlo y jalarlo hacia mí, intentando seguir mi recorrido por el muslo. Desgraciadamente, me detiene apartándome.
—¡Ahderon, mi amado Ahderon! —digo con emoción mientras su mirada gélida y de desagrado se clava en mí, pero no importa para nada—. Me molesté si tenía que darle mi virginidad a alguien que no fueses tú, pero no tengo problemas si soy tu esclavo sexual.
Él mueve su pie hacia abajo de mi cuello para levantar algo, parece estar leyendo la placa que cuelga en mi pecho.
—Cian Caivel —pronuncia él—: ¿así que ese es tu nombre?
—Debo decir que es un placer ser comprado por usted, oh, mi señor —le digo mientras las lágrimas salen de mis ojos por la felicidad—: ¡así sí vale la pena morir!
—Mis sirvientas te bañarán, apestas a rata muerta. Espero que entretengas bien a el rey esta noche, serás mi regalo para él —responde Ahderon sin parecer afectado por mis palabras o gestos.
Espera... ¿El rey? ¿A caso no se iba a casar con la protagonista femenina al inicio, pero se termina cancelando su matrimonio porque lo descubren en la cama con un sirviente? No me puedo creer que sea yo... Si mal no recuerdo... La autora le dio penita y lo mató de gripe mientras tenían relaciones sexuales por su débil condición.
Junto a mis pensamientos varios estornudos se escapan de mi nariz. Cosa que me empieza a poner nervioso. ¡No puedo morir ahora que tengo a mi papucho delante! Ya veré la forma de no tener que acostarme con el rey... A pensar
—Prefiero acostarme con usted, es mi dios —le respondo a Ahderon limpiando las lágrimas de mis ojos.
—No me gustan los juguetes usados por todos —responde sin prestarme atención en realidad y dejándome solo. Intento avanzar para detenerlo, pero la cadena hace que un tirón me retenga dejándome un fuerte dolor en el cuello.
Ni siquiera me creyó el hecho de que me estaba guardando para él... ¿Quizás este cuerpo ya no lo sea? Llevo las manos hacia mis partes íntimas para revisar mientras levanto la tela del único camisón que me cubre, desgraciadamente en ese momento entra una mujer y se me queda mirando fijamente...
Bajo la vista hacia mi elefante y ella se cubre el rostro totalmente ruborizado tras sus gafas negras enormes y fondo de botella.
—¡Maldita sea, es pequeño, no estoy bien dotado aquí! —grito dejándome llevar por la ira. ¿Ahora con qué le doy a mi hombre?—: ¡¿Como se supone que le enseñe esto a mi amo?!
—Esto... ¿Cian? Acompáñeme a los baños, hay que dejar su cuerpo perfecto —dice ella.
—No, no me vas a tirar en la cama de un pervertidos cochino que solo sale en los primeros capítulos. ¡No quiero mi giro mágico de isekai de quedarme con él, yo quiero a mi Ahderon! —le comento a la sirvienta mientras tomo en mis manos la mesa para usarla de escudo.
No sé cómo... pero pesa demasiado para los enclenques brazos de este cuerpo, así que me voy hacia adelante cayendo sobre el objeto dándome un golpe en el abdomen.
—Debería tener cuidado, usted es muy débil, Cian —dice la sirvienta ayudándome a levantarme—. Soy Laura.
Maldita, me tocó ya más que él, aun así no puedo no darle las gracias por pararme. No puedo esperar el día de tenerlo para mí solo.
—No quiero, simplemente no quiero —le contesto a ella.
Antes de esperar su respuesta, con un ágil movimiento de pies, me coloco en su espalda al rodearla rápidamente y pongo en su cuello un pedazo de astilla de la mesa rota.
—¿Qué hace? —me dice ella.
—No voy a ir a ningún lado, no me voy a acostar con ese otro —le digo haciendo presión—: libérame o voy a...
La sirvienta agarra mi mano por la muñeca haciendo una presión sobrehumana, la suficiente como para que tenga que abrirla y dejar caer el arma.
—No me diste otra opción —dice ella antes de proyectarme contra el suelo haciéndome perder el conocimiento.
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Me despierto en una piscina enorme cuando siento que caigo al agua. La sirvienta se está limpiando las manos ante ello y me deja en el suelo varios embases con sus respectivas etiquetas.
—Eres muy débil, no pensé que te fuese a dejar marcas, pero tienes ahora un morado en tu espalda. Lo estuve frotando y no se va, tendrás que ocultarlo en la noche de pasión —dice ella con las gafas empañada y una sonrisa perversa que trata de ocultar—: volveré a buscarte. No tienes salida aquí.
Voy a recriminarle su accionar, desgraciadamente solo me da tiempo a lanzarle el pomo de sales para la piel, el cual le da en la cabeza dejando ver una línea de sangre en el costado. La muy loca sale como si nada hubiese pasado y solo respondiendo "ya estamos a mano".
Me dejo hundir en el agua soplando burbujas de aire que salen a la superficie reventando. Ruedo mis ojos observando todo mientras pienso. ¿Qué debería hacer? Para donde mire me muero o me matan, soy aquí el eslabón más bajo.
Como un recordatorio, comienzo a estornudar de nuevo de forma descontrolada. Coloco la mano en mi frente, pero no tengo fiebre. Necesito descansar en el pecho de él, eso sería la mejor medicina.
A los pocos minutos salgo del baño guiado por la sirvienta de antes. Ella me lleva por el pasillo, uno que a pesar de no ser exactamente igual a como me lo imaginaba por las descripciones del libro, puedo saber hacia donde lleva cada sitio...
Proceso ideas, segundo intento de fuga en marcha. Me volteo hacia ella mirando el suelo y haciendo que se detenga unos segundos. Comienzo a retirar mi ropa para quedar expuesto, de esta forma veo como de sus manos cae la cadena ante la impresión. La verdad, soy bastante agraciado, más ahora que los tonos rosa se notan en mis atributos.
—¿Qué tal estoy? —susurro.
Ella mueve los labios como intentando hablar, su desconcierto y lo embobada que está es obvio, sin embargo, mi plan es otro. Me mando a correr desnudo por el pasillo hacia la habitación de Ahderon, vamos a por mi hombre una vez más.
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