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Amor Prohibido

Capitulo I Laiya

Soy Laiya Suvillan hija menor de Katherine Bernal y de Leandro Suvillan, tengo dos hermanos mayores Marcos y Sara Suvillan, ellos son bastante insoportables, mi apariencia física es muy diferente a los de mi familia pues mi piel no es pálida como la de ellos, mis ojos son azules, mi cabello es castaño y no soy tan alta como ellos una gran desventaja en esta familia, mi hermano Marcos es más parecido a mi papá es alto cabello negro ojos marrones casi rojos, tez pálida mientras que mi hermana en más parecida a mi mamá, ella también es de tez pálida, y los otros rasgos son como los de mi hermano la única diferencia es que ella tiene el cabello castaño un poco más oscuro que el mío, a veces siento que ellos no son mi familia y por qué lo digo? Bueno es que no recuerdo nada de mi vida, desde hace un año perdí la memoria por un accidente automovilístico donde golpee mi cabeza con tanta fuerza que me afectó mucho, sé que son mis padres por la cantidad de recuerdos que tienen guardados como fotos videos y demás, además mi acta de nacimiento dice que ellos son mis padres.

En un mes cumpliré dieciocho años y mis padres dicen que es la edad adecuada para cambiar algunas cosas de mi vida, no entendía lo que ellos querían decir, igual nunca les prestaba atención, ese día fui a la universidad como siempre apenas iba empezando mi carrera como artista, quería ser una gran pintora y exponer mis obras en las grandes galerías del mundo, para subir al autobús solía colocarme unos auriculares con música bien alta, así no estresaria con el ruido de la ciudad, iba distraída mirando por la ventana cuando en la parada del autobús veo un chico bastante guapo, parecía unos cinco años mayor que yo, su mirada era seria, por unos segundos nuestros ojos chocaron y sentí como si algo dentro de mi se resolviera, aparte la mirada y al cabo de unos segundos el chico había subido al autobús, se sentó en el asiento detrás de mi, quite uno de los auriculares de mi oído y lo escuché hablar por teléfono, bueno el no hablaba solo daba órdenes.

— Busca el mxxxxxx auto y quémalo, no me interesa andar una carcacha como esa.

Colgó la llamada y lo sentí acercarse a mí, hizo algo muy extraño, ya que sentí que olfateaba mi cabello, pero nadie más que yo se dio cuenta, cuando el autobús llegó a mi parada me baje lo más rápido que pude, desde ahí tenía que caminar bastante para llegar a la universidad, había avanzado una cuadra cuando voltee a mirar si había aquí en conocido cerca, pero al girar vi que aquel chico venía detrás de mí, esto me asustó mucho así que apresure el paso y no me di cuenta de que iba a pasar la calle sin mirar a los lados, cuando sentí unos fuertes brazos atraerme hasta ellos y frente a mí un automóvil paso a toda velocidad, me quedé inmóvil por unos segundos con los ojos cerrados, cuando por fin tuve el valor de ver, abrí mis ojos para encontrarme con unos penetrantes ojos nxxxxx que me miraban fijamente, estaba confundida pues hace un momento había visto a este chico a una cuadra de mí como fue posible que llegara tan rápido a mí? Al darme cuenta de la posición en la que estábamos, me aleje de él y le di las gracias por salvarme.

— No me des las gracias, simplemente no quería ver sangre esparcida por toda la calle, la próxima vez mira por dónde andas.

Sin más me dejó ahí parada con la boca abierta, no podía creer que alguien tan bello fuera un completo idiota, no preste más atención y seguí mi camino, ya de por sí iba tarde a mi primera clase, este era mi primer día en la universidad y ya empezaba mal, al llegar abrí la puerta del salón y entre con sumo cuidado tratando de no llamar la atención del profesor, cosa que fue inútil, ya que este se dio cuenta y me llamo la atención.

— Señorita quien le dio permiso para entrar? — Hablo el profesor con voz bastante molesta.

Voltee a ver y para mi sorpresa ahí estaba él, el mismo chico que salvo mi vida y el mismo que me había dejado ahí parada sin la oportunidad de explicarme, ahora para colmo me regalaría delante de todos mis compañeros. Por un momento me pareció ver sus ojos ponerse más oscuros, me quedé viéndolo fijamente hasta que esté rompió el contacto visual.

— Mis reglas son fáciles de cumplir, espero y la capten.

Regla uno: una vez este yo en el salón, nadie entra.

— Regla dos: una vez cierre la puerta tras de mí, nadie entra.

— Regla tres: el que llegue tarde, no entrará a clases.

Espero y mis reglas queden claras, señorita haga el favor de retirarse.

Acotó aquel horrible hombre, ya había empezado a odiarlo, vi a mis amigos Carol y Manuel viéndome muy divertidos, sabía que estaban disfrutando este momento, di la vuelta sin mirar al profesor chiflado y salí del aula, no me quedo de otra que esperar afuera en el jardín mi próxima clase. Hoy en particular estaba haciendo mucho frío, este pueblo en el que vivimos está en medio de las montañas, mis padres decidieron traerme aquí después del accidente y también porque tienen la mejor universidad en artes del país, parece extraño ver el este lugar una universidad tan buena, no sé cosas de la vida, mire por un momento hacia arriba y me encontré con el profesor amor mirándome a través de la ventana del salón de clases, le voltee los ojos y seguí concentrada en cualquier cosa, menos en ese patán, tiempo después mis dizque amigos se acercaron a mi con burla.

— Hola señorita. — Dice Manuel muy sonriente.

Lo miré de mala gana y seguí leyendo mi libro.

— No hagas caso, sabes que es hombre y sus neuronas aún no terminan de conectarse. — Dice Carol mirándome despreocupadamente.

—Cómo podría hacerle caso a alguien sin neuronas. — Dije mirando a Manuel.

Empezamos a reír como si de él mejor chiste fuera, cuando vimos venir a nosotros al profesor amor. Yo solo me levanté de mi lugar y camine en otra dirección, sin decirle nada a mis amigos.

Capitulo II Gabriel Lossada

Soy Gabriel Lossada tengo veintiocho años, tengo una buena apariencia no me quejo, solo que desde los dieciocho años estoy esperando a mi pareja, porque sí, soy un hombre lobo y no uno cualquiera, soy el alfa de mi manada, como todos los años los hijos de los lobos de mi manada son enviados a la universidad, la mejor del pueblo, en este lugar los hombres lobos conviven con los vampiros, brujas y humanos, suena a locura pues los nuestra especie nunca se ha llevado bien con los vampiros, pero mi padre tenía un dicho muy popular "a los amigos hay que tenerlos cerca, pero a los enemigos aún más" según él así podíamos controlar lo que esta especie hacía en nuestro territorio, las reglas eran claras, aquí estaba prohibido cazar y si alguien vxxxxxx la ley era ejecutado sin compasión alguna.

Siendo el líder de la manada, tenía el deber de dar al menos una clase en la universidad, a mí me gustaba mucho el arte antiguo, así que esa sería la materia que impartiría, iba camino a la universidad cuando mi auto se descompuso, lo que me faltaba pensé, no tenía tiempo que perder entonces fue cuando vi el autobús llegando a la parada, como no había un humano a la vista utilice mi velocidad para llegar antes que este se fuera, al llegar al autobús sentí un olor embriagante, un olor a Jazmín con Hierba buena, sabía que ese dolor solo podría provenir de mi pareja, era increíble mi pareja estaba cerca, vi por la ventana del bus a una joven muy hermosa, mi lobo empezó a gritar compañera, compañera yo la vi bien por unos segundos nuestros ojos se encontraron, pero esto acaso era una burla, pensé al darme cuenta de que aquella chica era una simple humana, esto no podía estar pasando, nunca antes esto había pasado, nunca antes un lobo había conseguido su pareja entre humanos, subí molesto al autobús me senté en el puesto detrás de ella, no pude evitar aspirar su olor, era algo que me atraía como una droga, una vez este autobús se detuvo, ella bajo corriendo del mismo, yo calme mis instintos y también baje del bus, camine lo bastante alejado de ella, solo que parecía iríamos al mismo lugar, por un momento ella se detuvo buscando a alguien y al girar me vio a mí, quien sabe que habría pasado por su mente pues aceleró el paso a tal punto que no vio el auto que venía a toda velocidad, otra vez use mi velocidad para llegar a ella en cuestión de segundos, la atraje a mis brazos y aspiré su olor tanto como pude, ella reaccionó y se alejó de mí, eso me molestó mucho pues ella nunca sentiría el vínculo de parejas, por ser una simple humana, le dije unas palabras bastante frías y seguí mi camino, llegue al salón de clases y estaba por empezar cuando ella llegó, no podía creer mi mala suerte, ahora tenía que lidiar con su olor llamándome a cada rato, lo mejor que pude hacer fue sacarla del salón, así por lo menos por hoy podría estar tranquilo.

Ella salió del salón y yo di mi clase de manera normal, en un momento me asomé por la ventana y ahí estaba ella tan despreocupada de todo lo que le rodea, viéndola bien es una joven muy hermosa, su cabello bailaba al son del viento que acariciaba su piel, era una escena tan cautivadora, por unos segundos creí perder el control de mi lobo, era imposible marcar a aquella humana, una sola mordida mía y la mataría, estaba pensando idioteces cuando su mirada conecto con la mía, ella no tardó en voltearme los ojos y seguir en lo suyo, esa acción me pareció tan tierna, una sonrisa se dibujó en mi rostro, uno de los estudiantes dentro del aula llamo mi atención, fui hasta donde él estaba y me estaba mostrando un texto que encontró en el libro, este salón en particular estaba lleno de vampiros al parecer a ellos les gustaba mucho el arte, a mí esta especie me daba igual, después que no se metieran con mi gente y con los humanos todo estaría bien.

También habían dos brujos en este salón si no me equivoco eran Carol y Manuel sus nombres, y como tres humanos contando a mi supuesta pareja, al terminar las clases me disponía a volver a mi casa, ya que también tenía trabajo de manada, cuando mire hacia el jardín con la esperanza de volver a ver a mi compañera vi que ella estaba con aquellos brujos eso no estaba bien, aunque convivimos en este especio nosotros no podíamos estar cerca de los humanos, pues ellos no podían saber de ninguna de las especies, avance hasta ellos y cuando mi pareja me vio ir hacia ellos se levantó y se fue del lugar, sentí romperse algo dentro de mi, pero es lo mejor igual nosotros no podríamos estar juntos, lo mejor es que ella me desprecie.

— Buenos días muchachos. — Les dije a estos dos brujos.

— Buenos días profesor. — Respondieron ellos con cortesía.

—Qué hacen ustedes con una humana? — Fui directo al grano.

— Ella no es una humana normal. — Respondió la bruja.

— Qué quieres decir con eso? — Pregunté con curiosidad.

— Lo que mi compañera quiere decir, es que Layla vive con vampiros y por tanto ella no es normal? — Informo el otro brujo.

— Cómo que ella vive con vampiros, acaso ella sabe de nosotros? — Pregunté más confundido que antes.

— Ahora ya no sabe de nosotros, pero es mejor así. — Respondió la bruja algo triste.

— Vamos a mi oficina ustedes dos tienen mucho que explicar.

Lleve a esos dos a mi oficina tenía que saber que demonio estaba pasando con mi compañera, como era eso que ahora no sabe de nosotros, pero antes si, algo estaba pasando con los vampiros y nosotros no sabemos nada.

Capitulo III Su compañera de vida

Soy Katherine Bernal una vampira, fui transformada a mis cuarenta años así que quede atrapada en el tiempo, llevo varios siglos de vida, si es que a esto se le puede llamar vida, hace casi dieciocho años estábamos escapando de vampiros rezagados, aquellos que aún creen en un linaje puro que acabaría con los hombres lobos y nos pondría en la cima de la cadena alimenticia, este pensamiento es tan retrógrado, nosotros vivimos en este pueblo junto con hombres lobos, brujas y humanos y hasta ahora nos hemos sentido bien, me ha tocado recurrir al maquillaje para poder aparentar más edad, aunque a los curiosos les decimos que tuvimos a nuestros hijos a una edad temprana, mi hijo mayor tiene veintiún años, la segunda tiene veinte años, ellos junto con mi esposo y yo fuimos transformados al tiempo, en aquellos años los vampiros buscaban hacer más grande su manada por así decirlo, así que entraban a las casas y transformaban familias enteras sin ningún tipo de control, los primeros siglos fueron agonizantes, siempre estábamos cazando humanos, era una necesidad imposible de controlar, bueno al menos eso pensábamos, hasta que conocimos a unas brujas y ellas nos ayudaron a salir de aquel abismo, cuando aquellos rezagados empezaron a cazar como si fuéramos animales, llegamos a una aldea, pero para su mala suerte estos demonios llegaron a nosotros y destruyeron la aldea completa buscándonos, ya no transformaban como antes, pues estos solo buscaban sangre pura a quien pasar nuestros dones, destrozaron aquella aldea, pero mientras escapamos encontramos en el camino a una mujer malherida está llevaba una bebé en brazos, ella al vernos se asustó tanto que trato de huir, solo que su condición no se lo permitió, nos acercamos a ella para ayudarla y así lo hicimos, al llegar la noche nos escondimos en una cueva y ahí la mujer nos entregó a nuestra querida Layla, aquella mujer era su madre, una especie muy rara nunca antes nos habíamos encontrado con un híbrido, al principio no nos dimos cuenta, pero al llegar aquella cueva su olor era muy distinto a cualquier especie que hayamos conocido, está mujer nos dijo que su hora había llegado y nos entregó a su hija.

— Cuiden de ella como si fuera su hija, es la última de mi especie, nosotros no nos desarrollamos hasta cumplir los dieciocho años, solo les pido que no le digan nada de nosotros, ella merece una vida normal, eso trataba de hacer entre los humanos, saben existe un pueblo donde pueden vivir tranquilos, vayan a este y cuiden de mi hija. — En ese momento la mujer falleció, le hicimos un buen lugar donde pudiera descansar en paz y seguimos nuestro camino, llegamos a aquel pueblo lo que no sabíamos era que este estaba plagado de hombre lobos, brujas y vampiros, conocimos al que era el alfa en aquel momento de la manada, este nos explicó por qué cohabitan otras especies en su territorio, así que nos dio la bienvenida nos dijo sus reglas y hasta una casa donde vivir, con el pasar de los años los humanos también empezaron a llegar a estas tierras, ellos solo iban a estudiar y luego se marchaban así que no había necesidad de estar explicando tanto nuestra apariencia tan joven, solo hasta el año pasado, Layla descubrió nuestro secreto, entro en pánico y salió de la casa, tuvo un fuerte accidente y perdió la memoria, sus únicos dos amigos vinieron a verla ellos sabían lo que Layla era pues eran brujos videntes, nos dijeron que nuestra pequeña tenía un gran futuro por delante y que aún no era hora que ella supiera la verdad, que había que esperar sus dieciocho años para que ella descubra su poder.

Y así llegamos a este momento, con una hija sin memoria y pronto a cumplir dieciocho años solo espero y no se salga de control, pues según las leyendas los híbridos son criaturas místicas llenas de un gran poder sobrenatural.

— Mamá ya llegué. — Escuché a Layla decir desde la puerta de entrada.

— Estoy en la cocina amor, ven para que almuerces. — Respondí sirviendo un plato de comida para mi hija.

Layla llegó a la cocina me abrazó y me dio una gran beso.

— Bueno no tan bien, ya que un profesor me agarró el número y creo que me odia, no sé. — Layla siempre tan extremista, ahora dice que el profesor la odia.

Se quedó ahí sentada comiendo su lasaña cuando llegó mi esposo, él era el doctor del pueblo y siempre llegaba a medio día para almorzar con nosotras, pero hoy casualmente llegó más tarde y Layla y yo ya estábamos terminando de almorzar.

— Hola bellezas como están las damas más bellas del planeta? — Saludo muy feliz mi esposo.

— Estás muy feliz papá, dime a quién destripaste hoy? — Pregunto Layla con risas.

— Muchachita insolente deja de hablar así. — La regañé muy seria, pero su padre tampoco colabora, el también empezó a reírse de su mal chiste.

— Tranquila mujer, ya sabes cómo es nuestra pequeña y espero nunca cambie. — Dijo Leandro acariciando la cabeza de Layla.

Definitivamente, estos dos son iguales, un rato después llegaron mis otros dos hijos, ellos están aburridos de vivir en el pueblo, así que se la pasan en las ciudades contiguas, lo bueno que solo salen cuando no hay sol, sino que ya nos hubiesen descubierto los humanos.

El almuerzo estuvo muy ameno, Layla me ayudó a limpiar la cocina y mis otros dos hijos subieron a su habitación, mi esposo se estaba preparando para salir cuando tocaron a la puerta.

— Buenas tardes, señor, Suvillan imagino que sabe quién soy yo, necesitamos hablar. — Dijo aquel hombre, obviamente sabíamos quién era solo por su olor, mi esposo lo invito a pasar y en eso salió Layla de la cocina.

— Qué demonios hace usted aquí? — Pregunto Layla muy confundida.

El Alfa la miró con cara de enamorado por unos segundos y luego cambio su expresión a una más seria, pero esos segundos fueron suficientes para mí, para darme cuenta de que mi hija era su compañera de vida.

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