Capítulo 1
“Cualquier tipo de amor que depende de una cosa externa, cuando ese “algo” cesa, el amor también cesa. Cualquier amor que no dependa de algo externo jamás dejará de existir. ¿Cuál es el amor dependiente? El amor de Amón por Tamar, y ¿cuál no es dependiente? El amor de David y Jonatan”
Explicaba el rabino Abraham Cohen a todos sus estudiantes. Entre los asistentes estaba su querida hija Naomi.
—Un amor que depende de elementos externos no perdura. En el libro de Samuel leemos sobre Amon, el hijo del rey David que se enamoró de su hermosa media hermana Tamar. Su amigo Yonadav astutamente le recomendó fingirse enfermo para que Tamar se viera obligada a servirle en privado, y de esta forma Amon podría forzarla. Una vez que Amon pecó, empezó a odiar a Tamar con mucha mayor fuerza que el amor inicial que le tenía, lo cual confirma la premisa de nuestra Mishná(Torá Oral literatura rabínica).—continuaba explicándoles Abraham a todos sus estudiantes.
Naomi no tenía que estar ahí pero había ido a buscar a su padre antes de tiempo, sabía el regaño que le esperaba por tal atrevimiento.
—Para concluir, el amor de Amon por Tamar no solamente dependía de algo externo, simplemente era inexistente. Es todo por hoy, shalom alejem(La Paz sea con todos vosotros).—se despedía de sus alumnos Abraham, mientras tanto Naomi bajaba la mirada evitando hacer contacto con los Jaredies(aquellos que temen a Dios). Abraham se acercó a Naomi.
—Papá lamento haber llegado antes.—se disculpaba Naomi
—Sabes perfectamente que no debe haber mujeres durante las clases de Talmud, está prohibido!.—reprendía Abraham a su hija, Naomi solo bajaba la mirada y guardaba silencio.—Vamos! es hora de ir a casa.—dio la orden Abraham
Pero antes de comenzar es necesario que conozcan la historia de la familia Cohen, Abraham y Esther se unieron en matrimonio cuando ella era demasiado joven, Abraham solo se dedicaba a estudiar, mientras Esther se dedicaba a atender junto con su madre el restaurante heredado por su abuela.
Después de muchos intentos quedó embarazada de su primer hijo a quien llamaron Isaac, con la llegada del bebé se había terminado los conflictos entre ellos. Dos años más tarde nacería su segunda hija a quien llamaron Naomi. Esther se dedicaba a cuidar de sus hijos y que aprendieran todo lo relacionado con el restaurante, después de todo ese era el futuro que ella les dejaría.
Abraham quería obligar a su hijo a estudiar la Torá, pero él quería ser un hombre útil ya que se sabe que la mayoría no tiene estudios básicos como matemáticas o de otras materias, y en cuanto a las mujeres es peor el rezago educativo. Esther apoyaba a sus hijos todo el tiempo, ella quería verlos felices y siendo personas de provecho. Los pensamientos de Esther iban en contra de todas las creencias y costumbres ultraortodoxas, la mayoría de los hombres se dedican solo a estudiar la Torá incluido Abraham que jamás ha trabajado, ni si quiera en el restaurante. En la comunidad ultra ortodoxa las mujeres son las que trabajan para el sustento de sus hogares y de los hijos, también algunas no todas. Con el tiempo Abraham se convirtió en rabino y el restaurante de Esther era de los más visitados en Jerusalén.
Naomi aprendió desde muy pequeña a cocinar y ayudar en el restaurante, mientras Isaac en contra de la voluntad de su padre estudiaba para poder tener una carrera. Las peleas entre Abraham y Esther se volvieron constantes, ya que a su manera ella educaba a sus hijos para que tuvieran más conocimientos. Naomi se preocupaba por su madre, cada vez la veía más delgada y demacrada, no se detenía, sin esperarlo Esther enfermo y pocos meses antes de que Naomi cumpliera los quince años, falleció. La vida en casa ya no sería igual, su abuela Ruth se hizo cargo de ellos y del restaurante.
Hasta que un día Abraham decidió casarse de nuevo, la nueva esposa se llamaba Miriam era de la misma edad que Abraham y jamás se había casado. Pero al llegar Miriam todo se volvió difícil, excepto para Abraham que estaba fascinado con su nueva esposa.
Naomi y Ruth se hacían cargo de todos los gastos del hogar. Mientras Isaac se preparaba para ser un brillante administrador.
Abraham y Naomi llegaron a casa, Ruth y Miriam estaban preparándose para el Sabbath(día de descanso, que se celebra los viernes antes de que se ponga el sol y hasta el sábado por la noche) es el día más sagrado para los judíos, no se hace nada durante esas horas.
—şolem aleyxem(La Paz sea con ustedes).—saludaba Miriam
—aleyxem şolem.—respondieron Abraham y Naomi hablaban yiddish(altoaleman)pero también hablaban hebreo.
—Gut Sabbath.—saludaba Ruth
—Gut Sabbath.—respondieron Abraham y Naomi
—¿Naomi trajiste las velas?—pregunto Miriam
—Había suficientes te lo dije.—respondió Naomi
—No es manera de contestar, siempre es lo mismo contigo.—le reclamaba Miriam
—Voy a detenerlas a ambas, les recuerdo que es momento de Sabbath. Así que dejen sus malos entendidos para otro día.—las reprendió Abraham
—Como tú digas Abraham.—respondió Miriam
—Gut Sabbath.—saludaba Isaac
—Gut Sabbath hermano.—respondió Naomi
Todos se sentaron a la mesa para hacer oración, después de la cena cada uno fueron a sus habitaciones. La casa de Ruth era para sus nietos aunque se había quedado a vivir también Abraham ahí junto con Miriam, la relación entre ellos había cambiado.
—Abraham ¿estás muy pensativo?.—preguntó Miriam
—Los Mizrachi llamaron al casamiento de su hijo Moshe, como rabino quieren que sea con mi Naomi la unión.—respondió Abraham
—Los Mizrachi son los más ricos de la comunidad, todos los hijos de Salomón son joyeros. ¿Acaso te opones?.—preguntó Miriam
—No, pero el trato seria que Naomi siga al frente del restaurante. Pero el novio tiene que aceptar.—respondió Abraham
—Pues si él no lo acepta, puedo hacerme cargo yo del restaurante.—le decía Miriam muy confiada.
—Ruth jamás permitiría que pusieras un pie en el restaurante que era de su madre, de su hija y ahora de sus nietos. Todo lo que tenemos se lo debemos a ellas, pero también me preocupa que Naomi no sea un esposa obediente. No quiero que me avergüence por la educación que recibió de Esther.—respondió Abraham.—También debo decirle a Isaac que llame a casamiento a la única hija de Salomón.—compartía Abraham sus planes.
—Isaac es difícil de manejar a diferencia de Naomi, confiemos en que todo saldrá como tú quieres.—decía Miriam, ella estaría feliz si sus dos hijastros se fueran de la casa. Ya que no podía convivir con ellos.
Abraham no era un mal hombre, pero su devoción hacía que impusiera su voluntad a sus hijos. “Para estar bien con Dios” eso se volvía un acto total de soberbia.
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Capítulo 2
Naomi estaba atendiendo el restaurante, después del Sabbath todo volvía a la normalidad, ella cocinaba junto con su abuela y tenían una chica llamada Dara que le ayudaba a servir.
Ese día recibieron una visita especial eran Sarah y Raquel Mizrachi, hasta ese momento tanto Naomi como Ruth ignoraban que ella sería la futura suegra de Naomi. Habían ido a conocer a su futura nuera antes de aceptar el compromiso con su hijo. La observaban detenidamente.
—Shalom, ¿Qué les vamos a servir?.—preguntó Dará
—Un Araq para cada una estará bien.—respondió Sarah hija de Raquel que sería también la esposa de Isaac.
Naomi salió para ayudar a servir las mesas, ella usaba un vestido gris apropiado. Y su cabello suelto.
—Es bonita mamá, sin duda a Moshe le agradará.—daba su opinión Sarah
—Dicen que ella no es como nosotras, que sabe otro idioma y que su madre la educó de una manera distinta. Yo quiero una mujer obediente para tu hermano, que lo haga sentir como un rey.—respondía Raquel
Naomi podía sentir sus miradas, la hacían sentir incómoda. Se acercó a Ruth de inmediato.
—¿Qué pasa hija?.—preguntó
—Ahí está Raquel y Sarah, me observan de una manera extraña.—respondió Naomi mientras respiraba muy lento.
—Tal vez están buscando esposa para su hijo Moshe, imagínate si eres la elegida por los Mizrachi, es una de las mejores familias.—decía Ruth
—No creo, ellos buscarán señoritas de alto prestigio y sobre todo en mejor posición económica.—decía Naomi
—Hija sabes que eso no es impedimento para que te llamen al matrimonio, somos educadas para tener un hogar y llenarnos de hijos, no para tener fortuna. ¿Acaso no es lo que quieres?.—preguntó Ruth
—Claro que sí, mi madre me educó para que fuera una buena esposa y tener muchos hijos, pero dudo que alguien como Raquel acepte a alguien como yo.—respondió Naomi
—Conociéndola tal vez tengas razón, bueno continuemos porque ya casi es hora de la comida.—dijo Ruth y ambas entraron de nuevo a la cocina.
Más tarde Raquel y Sarah volvieron a casa, ahí estaba Salomón el esposo de Raquel.
—Shalom padre.—saludó Sarah
—Shalom, nos dejas a solas por favor.—dio una orden Salomón
—Si, padre.—respondió Sarah y se retiró, Raquel tomó asiento.
—Hablé con el Rabino y acepté el matrimonio de Sarah con su hijo Isaac. Para mí esta unión es muy importante ya que siempre he sentido admiración y respeto por Abraham. Además de que sus hijos no son como los demás de la comunidad, su unión con nuestra familia nos fortalecerá.—le decía Salomón
—Hoy fui al restaurante como me lo ordenaste, es muy bonita la hija del Rabino y trabajadora. Pero algo no me termina de convencer de ella, pero si tú decides que se lleve acabo el compromiso yo lo aceptaré.—daba una respuesta Raquel a su esposo, sin esperarlo llegó su hijo Moshe.
—Raquel déjanos a solas.—ordenó Salomón
—Si querido, Shalom hijo.—respondió Raquel y se levantó de su asiento
—Shalom madre.—saludó Moshe, se retiró Raquel dejándolos a solas.
—Toma asiento Moshe, necesitamos hablar.—le decía Salomón a su hijo.
—¿Que sucede padre?.—preguntó Moshe
—Hijo hice la propuesta para tu casamiento, elegimos a la novia que creemos indicada para ti.—respondió Salomón
—Entiendo, ¿el rabino ya dio el nombre de la familia?.—preguntó Moshe
—Si, te casaras con la única hija del rabino. Naomi Cohen, haré la invitación para que venga a la casa y se conozcan.—respondió Salomón
—Esta bien padre.—decía Moshe, siempre obediente a sus padres. Era un hombre respetado, además de que era bueno en los negocios también era un fiel creyente, seguía las costumbres sin objetar.
Mientras tanto en el restaurante Naomi se preparaba para cerrar, su abuela se había adelantado para comprar algunas cosas que hacían falta para la casa. Pero un cliente más entró.
—Disculpe ya cerramos.—dijo Naomi, al ponerle atención al cliente quedó petrificada. Era común que entraran turistas al restaurante pero ella nunca estaba presente o los llegaba a observar. El extraño le sonrió de una manera encantadora.
—No entiendo su idioma, ¿sabe hablar inglés o alemán?.—preguntó el hombre apuesto, Naomi estaba hechizada
—Alemán, es que el yiddish es parecido. Le decía que por hoy ya cerramos.—respondió Naomi
—Es la primera vez que visito Israel, estoy buscando el hotel oriente. ¿Podrías ubicarme?—pregunto
—Si, de hecho ya estás muy cerca.—respondió Naomi y salió con el del restaurante para indicarle dónde estaba—caminas hasta aquella puerta verde, al lado derecho está el hotel oriente.—le daba indicaciones Naomi.
—Al parecer estaba por llegar, te agradezco mucho. Oh disculpa no me presente me llamo Demir Özge.—le extendió la mano, Naomi jamás había tenido contacto con un hombre fuera de la comunidad.
—Soy Naomi Cohen.—respondió y estrechó su mano, estaba poseída por el momento al unir sus manos sintieron como una energía los recorría.
—Una vez más te agradezco tu ayuda, dejo que continúes. Ahora sé dónde puedo venir a comer.—decía Demir mientras le sonreía.
—Si, eres bienvenido.—respondió Naomi
Demir se despidió y comenzó a caminar hasta su hotel, Naomi sentía como su corazón saldría del pecho. No entendía que era lo que había sucedido, pero sentía algo extraño en ella. Cerró el restaurante para ir a casa.
Demir ya estando en el hotel no dejaba de pensar en Naomi, era la chica más bonita y dulce que había visto en toda su vida. Sin nada de maquillaje y con su ropa discreta aún así lucía hermosa.
—Tengo que volver a verla.—se decía así mismo
Demir era de Estambul, hijo único de la familia Özge y él presidente de la empresa familiar llamada Erdemir. Estaba en Israel para cerrar un contrato importante ya que él y su familia se dedicaba principalmente a la exportación de acero.
Naomi mientras tanto le sucedía exactamente lo mismo, no podía dejar de pensar en Demir. Solo pensaba en volver a verlo, contemplaba su mano y aún podía sentir esa energía que los había recorrido a ambos. Ella sonreía.
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Capítulo 3
Al día siguiente todo estaba como siempre Naomi en el restaurante, pero ese día en particular había muchos comensales. Por lo tanto salió a ayudarle a Dara con todos, y sin más espera en una de las mesas estaba de nuevo Demir. De inmediato Naomi le regaló una sonrisa, se acercó para tomar su orden.
—Shalom.—dijo Naomi
—Hola hermosa señorita.—respondió Demir
—Aquí tienes el menú, ya vuelvo.—dijo Naomi y se acercó a un cliente que estaba antes que Demir.
Ruth estaba en la cocina sirviendo así que no podía darse cuenta de lo que sucedía, Naomi se acercó de nuevo a Demir.
—¿Tomó tu orden?—preguntó Naomi
—Voy a ordenar Kugel de papa, y lo acompañaré con un Arak, y me podrías dar una hermosa sonrisa de tu bello rostro.—respondió Demir, Naomi automáticamente se ruborizó y le sonrió.
—En un momento traigo tu orden.—dijo Naomi mientras lo miraba una vez más.
Demir quería hablar más con ella, pero era obvio que no podía. Estaba prohibido hablar con una judía y más siendo ultraortodoxa, él conocía las reglas ya que sus clientes también eran ultraortodoxos. Naomi regresó con su orden.
—Gracias.—dijo Demir
—Disfrútalo, lo preparé especialmente para ti.—respondía Naomi, desde lejos Ruth observó que conversaba con él. Naomi se acercó a la cocina y Ruth la cuestionó.
—Hija está prohibido que hables con hombres, no vaya a verte un conocido de tu padre y vaya a decirle.—le sugería Ruth
—El es un turista, no habla hebreo o yiddish, habla alemán por eso me viste conversando con él.—respondió Naomi
—Bueno aún así ten cuidado.—decía Ruth
Naomi no dejo de pensar en él, no entendía el porque la atraía tanto. Es como si lo reconociera de algún lugar, había quedado tan hechizada que olvidó que no podía estrechar su mano con la de un hombre. Él la llamó con la mirada, de inmediato volvió a acercarse.
—¿Te falta algo más?.—preguntó Naomi
—El kugel es el mejor que he probado, sé que no puedo hablar contigo por las reglas de tu comunidad. Pero quiero que hablemos, eres la mujer más bella que he visto en mi vida. Por favor.—respondió Demir
—Esta bien, te veo en el jardin de Gethsemane a las cinco de la tarde.—le decía Naomi
—Bien yo buscaré la manera de llegar hasta allá, ahí te estaré esperando.—respondió Demir, dejó dinero suficiente en la mesa y se puso de pie.
—Espera estás pagando de más.—le dijo Naomi
—Así está bien, te veo más tarde no lo olvides.—respondió Demir y salió del restaurante.
Naomi no entendía porque había aceptado verlo en otro lugar, porque le inspiraba tanta confianza. Nunca se hubiera imaginado algo así, pero le intrigaba saber porque desde el primer momento en que lo miró, ya no pudo sacarlo de su mente. Además estaba prohibido que las mujeres judías y los hombres tuvieran cercanía antes del matrimonio. Más tarde había quedado solo el restaurante, Ruth notaba ansiosa a Naomi.
—¿Qué te sucede Naomi?.—preguntó Ruth
—Nada abu, tengo algo pendiente que hacer.—respondió Naomi
—Ah sí! Bien cuando cerremos y te acompaño.—dijo Ruth
—No es necesario, puedo ir yo sola.—respondió Naomi
—Claro que no. Yo te acompaño.—dijo Ruth y entró de nuevo a la cocina, Naomi aprovechó el descuido de su abuela para escapar—Entonces hija, Naomi, Naomi!.—gritaba Ruth pero ella ya se había dado a la huida.
Naomi corrió a toda prisa, tomó el transporte que la dejaría cerca de Gethsemane(jardín de olivos). Sentía mucha emoción y su respiración estaba muy agitada. No entendía que la había hecho ir al encuentro de él, Demir era un completo extraño, pero no tenía miedo a lo que ocurriera. Llego al punto de encuentro lo busco de inmediato, y si ahí estaba él esperando por ella.
Estaban frente a frente, solo se observaban. Era difícil de explicar lo que ocurría entre ellos en ese momento.
—Me alegra que hayas venido.—decía Demir para romper el hielo.
—Te cité aquí porque a esta hora se queda solo, es más concurrido durante el día. Aquí podemos hablar en total calma.—decía Naomi
Comenzaron a caminar entre los árboles de olivos, mantenían una distancia prudente porque si alguien los veía Naomi sabía que tendría problemas con su padre, mientras tanto Demir estaba fascinado de estar al lado de ella.
—Así que, tú familia son los dueños del restaurante, además que cocinas delicioso.—le daba un cumplido Demir
—Si, bueno mi madre era la dueña, ahora es mío y de mi hermano mayor. Mi abuela me ayuda a que todo siga funcionando, ya que mi hermano está por terminar una licenciatura.—le contaba Naomi
—¿Y tú no estudiaste?.—preguntó Demir
—A nosotras no se nos permite estudiar, ni si quiera podemos leer el Talmud o orar en el muro de los lamentos. Los hombres son los que estudian, nosotros trabajamos para ayudarlos a que se dediquen completamente a estudiar el Talmud, por lo tanto atendemos el hogar, trabajamos y educamos a nuestros hijos. Bueno las que ya están casadas.—respondió Naomi, los dos tomaron asiento
—Pienso que hay más en este mundo para ti, que el solo conformarte con poca educación y convertirte en una fábrica de bebés. Por ejemplo yo soy musulmán, pero no como los extremistas de Marruecos, el Egipto o Irán por darte algunos ejemplos, en Estambul estamos más predispuestos a la modernidad. Ya no nos rige el Corán lo respetamos pero tenemos otro sistemas y otras ideas.—le contaba Demir
—Vas a decir que soy primitiva, pero mi madre quería que fuera todo diferente para nosotros. Ella tenía sueños enormes, pero su falta de valor y la costumbre la hicieron permanecer en esta comunidad.—compartía Naomi sus vivencias al lado de su madre.
—No te pongas triste, eres demasiado hermosa para verte así.—decía Demir mientras Naomi le sonreía—¿Puedo besarte?.—preguntó Demir
—No, jamás he besado a alguien y si nos ven. No lo siento está mal. Debo irme.—respondió Naomi y se levantó de prisa
—Espera no quería ofenderte, discúlpame, pero es inevitable resistirme a besarte. Pero está bien no quiero que pienses que soy un abusivo.—decía Demir mientras la sujetaba de la mano. Inmediatamente la soltó.
—Ya es tarde y debo irme, gracias por tu tiempo.—decía Naomi
—Te acompaño—se ofreció Demir
—No, no pueden vernos juntos. Te veo mañana aquí a la misma hora.—dijo Naomi y se marchó
—Aquí te estaré esperando!.—le gritó
Demir no entendía que era lo que ella le provocaba, pero esa sensación que le producía quería experimentarla de ahora en adelante, siempre.
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