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Rompiendo Reglas

Despertar

Isaías Belmonte

Un nuevo día, un nuevo despertar... Uno en el que reviso mi celular, como cada mañana, esperando encontrar algo que no llegará. Ella jamás me escribirá, ni llamará. No dirá que recuerda esa noche en la que estuvimos juntos, porque seguramente no es así. Y ese mismo día, al abrir sus ojos, me abandonó en aquella habitación, ignorándome. Tal cual sucedía en la Universidad.

Nunca se dio cuenta de mí, no me observaba de la misma manera que yo a ella. Al contrario, solo veía a mi hermano Emilio, algo que me di cuenta tarde. Observaba su cuerpo con suma atención e importancia, o por lo menos así era unos minutos, luego se mostraba indiferente, como si no existiera. Peor aún, cuando él, se acercaba para estar con Lady.

Mi actual cuñada... la única chica a la que me acerqué, convirtiéndola en mi mejor amiga, a la cual a veces no entendía por sus indirectas amorosas a mi hermano, aunque no se arriesgaba para no perderlo, sin embargo, era más que obvia la reciprocidad que él emanaba. A ella jamás pude confesarle mis sentimientos por su amiga. Esa chica a la que nunca me pude acercar por tímido y cobarde. Sin embargo, siempre le enviaba un mensaje a mi cuñada para juntarnos solos, con la esperanza de que mi crush me viera aunque sea por curiosidad.

Y ella, la chica rubia de ojos grises y mirada penetrante que te robaba el aliento. Con su melódica voz y ese mínimo acento que seguía conservando. "Mi rusa" así la había catalogado entre mis compañeros para que no supiesen su verdadero nombre, hasta que empezaron a interesarse más y acercarse a la verdadera identidad, volviéndola el centro de todas nuestras conversaciones y no por amistad, sino por obvios enfrentamientos que se crearon con alguien en particular, contra mí.

Fue mi culpa porque yo la nombré, por lo que sembré la curiosidad en ellos, pero ¿Qué hacía cuando me preguntaban de quién me había enamorado? ¿Qué podía decirles a quienes sabían el amor platónico que tenía por una chica que no me conocía? O peor, ¿Qué nombre les podía inventar para que dejasen de molestar? Solo escupí el sobrenombre por el que decidí hacerle mención en la intimidad de mi habitación. Pero ellos supieron escuchar años con mis típicas y profundas palabras que profesaba a ese amor imposible. Uno que creí, se apagaría con el tiempo; sin embargo, no fue así. Esto siguió creciendo como una de las tantas rosas que mi madre tenía en su jardín; hermoso, pero doloroso cuando te hería una de sus espinas.

Y en eso se volvió ella cada año, una rosa. Linda y delicada, que en medio de la nieve se volvería peligrosa e imposible.

Me levanté de la cama y sacudí mi cabeza, tratando de quitarla de mi mente, pero eso jamás funcionaba. Aunque no suspendía tal acción porque confiaba que sucediera algún día o en algún momento.

Caminé con pesadez a mi ducha y me aseé, recordando la suavidad de sus manos al acariciarme, sus labios paseando sobre mi piel y las marcas que dejó en mi espalda. Ese mínimo y único recuerdo, quedó grabado en mi subconsciente. Al principio creí haber alucinado debido a la torta afrodisíaca que mis hermanos hicieron el día de su boda doble, pero luego me lo confirmaron las palabras de Lady y Emilio.

Ellos, sin mucho asombro, dijeron que compartimos habitación con mi rusita y aunque se defendieron de tal "coincidencia", una parte de mí piensa que lo hicieron apropósito, lo que me daba nervios, ansiedad y miedo de que Eliani pensara mal, que me odie por pervertido o creyera que me aproveché de su igualitaria condición.

Aunque... Esa noche la disfruté y no podía mentir sobre eso.

A pesar de creer haber alucinado, la hice mía con mucho amor y pasión.

Terminando de ducharme, me vestí y bajé a desayunar con mis padres, con los cuales vivo, igual que Federico.

—Buenos días— dije llegando a la mesa y contestaron exactamente con las mismas palabras.

Nunca he sido muy conversador, por lo que el desayuno es en absoluto silencio de mi parte. Luego subo nuevamente a mi habitación para agarrar el maletín e ir a dar clases en un colegio religioso, en el que conseguí una oportunidad laboral.

El sueldo es bueno, las condiciones también y su única regla para los mayores es "prohibido las relaciones entre compañeros", cosa que no me inquietaba, ya que empecé hace muy poco, pero me di cuenta que solo son mujeres mayores de 35 años, el director, un cura, algunas monjas y los hombres de seguridad, ya que es privada y asisten niños de alta sociedad.

—Hasta luego— me despido al pasar por la sala.

—Que te vaya bonito, mi niño— oí decir a mi madre, mientras yo sigo caminando hacia la puerta.

Me coloco el casco y subo en mi moto para empezar un camino ya conocido.

Aún tengo la moto que mi padre me regaló en el pasado; en aquella ocasión debía darnos algo a cada uno de nosotros para atrapar en plena envidia a la exnovia de mi hermano Emilio. Y sí, otra vez él, con el que siempre me confundían, causándome gracia. La única mujer que sabe diferenciarnos es Lady, no sólo por ser su actual esposa, sino por ser detallista en nuestras caras.

Las personas no entienden que los mellizos pueden ser muy diferentes o que los rasgos nunca son iguales. Si lo fueran, seríamos gemelos.

Reunión Familiar

Llegando al colegio, saludo a los profesores y me dirijo al primer salón en el que debo dar clases.

Pocas horas después, en mi horario de almuerzo, decido ir a la sala que hay solo para empleados. Al ingresar, noto algunas profesoras mayores conversando en susurros para no molestar a otros.

Voy hasta la mesada donde están las cafeteras y me sirvo el líquido en una taza que previamente había dejado aquí.

Pude observar la oscuridad que guarda el café puro y es casi la misma en la que me hundo a veces. El vapor humeante que sale de allí, demostrando lo libre que es al alejarse y como se desvanece en el ambiente de la sala, al igual que una persona cuando se aleja de ti y no sabes a dónde fue o cómo encontrarla.

En mi caso, sí, sé a donde fue, pero no en qué rincón se escondió y no hablo justamente del humo que desprende el café, sino de mi rusa, la cuál se dirigió a su país, aunque me frustra no saber puntualmente a qué ciudad.

He recorrido ese país en cada viaje que hice, en donde supuestamente "recorría el mundo", pero la verdad es que no, únicamente iba allí, paseando entre calles, ciudades y a veces nieve, tratando de encontrarla. Sin embargo, ningún milagro pudo ayudarme. Era como si se la hubiese tragado la tierra o se escondiera apropósito.

Dejé de intentarlo pocos meses después de mi último viaje, porque allí mismo me rendí al no obtener resultado, pero mi ilusión volvió a despertar cuando mi hermano Emilio nos informó quienes seríamos los padrinos de las bebés y no haríamos tal cosa hasta que Eliani apareciera nuevamente, la cual prometió estar en menos de cuatro meses y gracias al cielo, ese límite de tiempo está próximo a llegar.

—Profesor— llama mi atención una de las monjas.

—Hermana, ¿en qué puedo ayudar?— digo con respeto.

—El director quiere hablar con usted— me informa y asiento

—Gracias.

—Bendiciones— dice ella haciendo una pequeña reverencia. Luego sale de la sala y aprovecho para probar por primera vez mi café, notando que se enfrió un poco, pero de igual forma lo tomo para no tener el estómago vacío durante el resto del día.

Lavo la taza en el pequeño fregadero e inicio camino hasta la oficina de quién solicita mi presencia.

Golpeo la puerta y espero unos segundos, hasta que la puerta es abierta por un hombre mayor. Me hace seña invitándome a entrar y me siento en una silla, frente a él.

—Profesor Belmonte, este será su nuevo horario en el salón tres— me entrega una hoja con los mismos días, pero una hora de retraso— Disculpe que no le consulté previamente, pero llegará una profesora que solo puede estar en su horario, ya que debe irse antes.

—Entiendo, no se preocupe— acepto mi nuevo horario por dos razones, la primera es que no me molesta y la segunda es porque es mi primer trabajo, no se verá bien si empiezo a quejarme. Además, supongo que la nueva señora, necesitará ese tiempo por algo en especial.

—Gracias, profesor—me tiende la mano para que la estreche y así lo hago — Puede seguir con sus labores.

Me levanto del asiento, lo acomodo en su lugar y salgo de ahí directo al salón tres, justo el que debo cambiar la semana que viene. Pero me parece excelente, así puedo avisarles antes de que lo olvide. Aunque, a decir verdad, tengo buena memoria y dudo saltear una información como esa.

Los niños son lindos, se portan bien y aprenden rápido para tener diez años. Jamás hubiese pensado que les darían clase de Filosofía a esa edad, pero entiendí desde el primer día que se trata de pequeños genios.

Pasando algunas horas más, vuelvo a la mansión de mis padres y empiezo a pensar que debería mudarme a uno de los departamentos que mi difunto abuelo compró para cada uno de nosotros.

Casi todos mis hermanos abandonaron esos lugares, al cual yo deseo llegar para aprovechar mi soledad. Isabella vivió unos meses, Marina pocas semanas, pero Emilio y Bastian duraron dos años allí, viviendo con sus novias. Sin embargo, los cuatro se mudaron a mansiones al casarse o tener hijos.

Federico y yo somos los únicos que seguimos viviendo con nuestros padres.

A penas cruzo la puerta puedo escuchar el llanto de un bebé, por lo que entiendo que tenemos visitas. Camino hasta la sala y encuentro la enorme familia que mis hermanos han formado.

—Buenas tardes— digo y todos me miran.

—Al fin llegaste— menciona Emilio. Llega con Emily llorando en brazos y me la entrega.

—Yo no tengo hijos, pero tengo que calmar las tuyas— menciono riendo. Mi hermano solo voltea los ojos, mientras que Lady sonríe por mis palabras.

—Quiero ver qué harás cuando tengas hijos y no sepas por qué lloran—se defiende Emi.

— Cuando ese día llegue, seré el mejor padre.—presumo— Mira— la bebé ya no está llorando, por lo que empieza a cerrar los ojos para dormir.

—Solo haces el papel de padrino— Bastian me pelea— Me gustaría verte cuidando a dos o tres bebés— señala a sus hijas y las de Emilio.

—Bueno, se terminó la pequeña discusión— dice mamá.—Emilio y Lady nos reunieron para decir algo.— todos miramos a los mencionados.

—¡Tenemos fecha para el bautismo de las trillizas!— menciona eufórica mi cuñada, alterando los latidos de mi corazón.

Siento que la sangre recorre mi cuerpo con gran velocidad, mi respiración empieza a ser irregular y las manos me sudan por lo que eso significa. Necesito sentarme en el sofá antes de caer con mi futura ahijada en brazos, así que lo hago.

—¿Ya llegó la madrina fantasma?— pregunta la abuela Fátima.

—Sí— afirma Emilio mientras sonríe en mi dirección.

La sola idea de volver a verla, hace que los vagos recuerdos de la noche que compartimos, estén más presentes que nunca. La ilusión, felicidad y esperanza de tenerla cerca nuevamente, me erizan la piel de pies a cabeza, así como el temor a su rechazo e ignorancia.

—Que bueno— dice Bella.

—¿Los padrinos podemos vestir del mismo color que las niñas?— ruega Mar con sus manos unidas.

—Claro, es una buena idea—acepta Lady— Le diré a Eli. 

—Me haré cargo—menciona Mar, nuevamente.

A mí lo que menos me interesa es la forma o el color con el que nos vestiremos ese día, lo que realmente me altera es verla otra vez, tenerla cerca, compartir tiempo con ella, escuchar su melodiosa voz con acento sensual. El solo hecho de saludarla, sé que me hará feliz y no preciso más.

Muchas preguntas sin respuesta

Resistí esa reunión porque no quería incomodar a nadie con mi ausencia por la simple mención de Eliani. Tampoco quise que ellos pensaran mal por mi acción, ya que tal vez pensaban negativamente, cuando es todo lo contrario.

Mi reacción por querer salir de allí, se debe a la emoción e ilusión que me causa el hecho de que ya está en el país.

¿Quisera salir a recorrer las calles para coincidir con ella? Sí, ¿quisiera verla de lejos? Sí, ¿quisiera poder hablar sobre el pasado que compartimos? Sí, ¿quisiera saber si significó algo para ella? Sí, pero todo eso debe quedar en pausa para no abrumarla, ni abrumarme, ya que su respuesta es más importante de lo que cualquier persona puede pensar.

Intenté olvidarla luego de rendirme en uno de los tantos viajes que hice a Rusia, pero por algún motivo, no pude. Es imposible e impensado olvidar a la persona que he amado durante mis años de estudio, desde la secundaria hasta la Universidad, porque sí, la conozco desde que llegó al país.

No llegamos a compartir ninguna clase, ni salón; todo era meramente por observarla.

Tenía curiosidad de conocer a la "chica nueva" y poco a poco, fui reuniendo información importante.

La recién llegada era rusa y vivía con su Nana, ya que sus padres debían trabajar mucho y no tenían tiempo. Sin embargo, mi mente creyó que era un método de protección que sus padres implementaron y hasta el día de hoy, pienso lo mismo.

¿Qué otra explicación hay? ¿Por qué se iría luego de recibirse en Administración empresarial y Contaduría?

Me siento en mi cama y pienso en sus gestos, esos que hacía cuando cierto chico se acercaba a ella. Yo no, claramente. La forma de tocar su cabello cuando le gustaba alguien y los celos que eso provocaba en mí; la sonrisa que ponía cuando veía a mi hermano acercarse y como se transformaba a una seriedad fría al verlo cercano a Lady.

Pero, también llega un recuerdo revelador, la actual pareja diciéndome que ella jamás pensaría mal de mí, ya que quería esa oportunidad, tanto como yo. Según ellos y si no estoy mal mentalmente, dijeron que Eli deseaba estar conmigo. Aunque, de ser así, ¿Por qué se fue sin despedirse? ¿Me equivoqué en algo?

Paso mis manos por el muslo de mis pantalones, limpiando el sudor que me han provocado tantas preguntas sin respuesta.

Segundos más tarde, soy interrumpido por un golpe en la puerta.

—Adelante— permito el ingreso de quién quiera que sea, sin preguntar previamente.

—Hermanito, he venido a pedirte un favor— dice eufórica Marina.

—Dime en que te ayudo. —acepto de inmediato para esquivar o dejar de atormentar mi mente con un vago recuerdo.

—Quiero mostrarte tres vestuarios que creo ideales para convinar con nuestras ahijadas.— Empieza a buscar fotos en su galería y me muestra diferentes estilos.

—Los enterizos me gustan— digo pensando en lo lindo que debe quedarle a Eliani, incluso, lo sensual que se verá.

—¿Vestidos no?— alza una ceja y espera por mi respuesta.

—No— niego no sólo con palabras, sino con mi dedo índice y la cabeza, ya que ver a mi rusita con algo tal accesible, puede llegar a descontrolarme.

—El enterizo es difícil de quitar—menciona mi hermana

—¡Mar!— llamo su atención en un tono de advertencia y me mira pícara.

—Hablaba por mí— se señala a ella misma— No sé que tienes en tu mente pervertida— se burla.

—Ya vete.— la echo antes de que pueda leer mis expresiones y quiera sacar información que me es difícil explicar.

¡Ja! Estoy que me burló de mí mismo, así como lo hace la vida o el destino. Un profesor de Filosofía que se complicó la vida con el pasado histórico y poético, no puede expresar lo sucedido con la vida presente, ni con sus sentimientos enredados.

—¿Estás emocionado por ser padrino o por tu compañera? —indaga.

—Seré padrino, sin importar nada más.

—Que bueno, me dolería pensar que tú sufres al verla en pareja— Dice agarrando mi mano.

No sé en qué momento se sentó junto a mí, pero creo que sus palabras fueron las que me dejaron fuera de juego, ya que nunca me imaginé que Eliani apareciese nuevamente, pero de la mano con otro hombre. Alguien que no soy yo.

—Estaría feliz por ella— miento con cierta ácidez en mi garganta.

Realmente odiaría a ese hombre, y más que eso, sentiría envidia por él al obtener el lugar que solo una vez pude disfrutar, su compañía. Sin embargo, fue muy corto ese tiempo y no puedo decir con claridad, qué tanto pasó, puesto que algunas partes de esa noche, se extinguieron. Sólo son pocos y borrosos recuerdos de un cuerpo junto al mío, llenándonos entre nosotros y entregándonos a la pasión, aunque de mi parte hubo mucho amor, ese que quería brindarle a mi rusa.

Luego, con la información dada por mi hermano y cuñada, a ese cuerpo, pude darle una imagen clara de la cara que tanto me gusta. Y sé que es cierto, confío en la palabra de ambos. No me mentirían con algo así.

—No mientas—ríe mi hermana— Sé que matarías a cualquier hombre que ozara posar sus ojos en tu bella rusa— se burla de mí, mientras me asombra con sus palabras.

Nadie de mi familia sabe el sobrenombre que le coloqué a Eli, es más, las únicas tres personas que lo supieron, fueron mis amigos de Universidad, esos que ya no veo hace un año y medio.

—¿Cómo sabes?

—No es difícil leer tu mente después de que te conocen. —menciona dándome una clara idea de empezar a ser menos obvio.

—No digas nada— pido con vergüenza.

Sé de lo que son capaces mis hermanos, mi madre o peor, mi abuela. La última mencionada es muy probable que le diga directamente a Eliani el como la nombro tiernamente.

—Esto será el detalle que los padrinos llevarán ese día— me muestra otra imagen, esquivando mi petición y volteo los ojos. Es una clara señal de que ignorará mis palabras y hará lo que mejor le parezca.

—Mar, te hablo en serio— advierto.

—Bueno, conseguiré la corbata y el pañuelo para tu traje— vuelve a ignorarme, levantándose de la cama y yendo hacia la puerta— Nos vemos otro día, hermanito. Te quiero— se despide con la mano y a mí solo me queda suspirar por los nervios que me causa el saber que ella en cualquier momento puede decir algo.

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Querid@s lector@s, me complace volver a escribir una historia que ustedes eligieron 🖤

Estoy aquí para decirles, ¡Feliz año nuevo! Empezamos temprano porque así como ustedes, yo tampoco quería seguir esperando.

Les recuerdo que pueden agregarme a mis redes sociales (Instagram y Facebook) "Tami G Escritora" y también el instagram de mis amigas "Autoras Bandidas". También el grupo aquí en Noveltoon. A un costadito del perfil de la novela, verán un cartel que dice "VEN A CHATEAR" ahí pueden unirse 🖤

Estaré y estaremos agregando spoilers y noticias por esas páginas 🖤

Principalmente, les agradezco a cada un@ de ustedes, Noraisy, Alma, Olga, Wendy, Genesis y algun@s más, por el apoyo que me dan, sus lindas palabras y seguirme en cada locura. Más que nada, a mis amigas, el grupo de Bandidas & Golosas 🤣 Uniendo diferentes países con la misma idea.

A Silvia, Karla, Gabi y Nohe por su tiempo, aún cuando están en situaciones complejas.

A Flor, Eliani, Lady, Ariam y Milcaris, no sólo por prestarme sus nombres, sino por los mensajes bonitos cada día, por su preocupación a todas y escucharnos.

A Killary, Mairu, Nay y Mar por estar cada día, siendo grandes mujeres y resistiendo a la vida misma. 🖤

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