Con su cuerpo envuelto en un haz de luz, y su mente finalmente rescatada del vacío y la oscuridad, Seniatta llegó a un lugar extraño y desconocido.
Acomodando sus lentes, todavía confundida mientras organizaba sus recuerdos, al volver la vista hacia atrás, una figura imponente la mirada con sus fríos ojos rojos como la sangre.
Aterrada, en menos de un segundo se postró en el suelo casi estampando la cara contra la tierra y empezó a suplicar.
–¡lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento!
Suspirando mentalmente, al ver al personaje que en broma uno de sus compañeros había diseñado para parecerse a ella, Sazshen negó con la cabeza.
No se parece a mí en lo más mínimo.
Observando a su asistente, Seniatta era una mujer bajita, apenas sería un poco más alta que Charlotte, pero sería más baja que su hermana Valëntia. Su cabello era un rubio muy pálido, y aunque apenas caía a su cuello, amarraba el excedente en una cola detrás de su cabeza. Pese a ser diseñada como una mujer adulta, su rostro era redondo con una nariz muy pequeña, dándole un aspecto bastante infantil.
– ¡Piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor, piedad por favor!
Con Seniatta aún en el suelo, Sazshen era incapaz de ver el parecido con su aspecto en el mundo real, nunca había encontrado graciosa la broma del resto de su equipo que siempre las compraban, y únicamente era una coincidencia que apenas ella tomó el control del juego, haya hecho que la maten, sacándola así del tutorial y de las pantallas de carga.
Bahh, ni nos parecíamos en nada.
Observando a su alrededor, contemplando que había tardado mucho en preparar el ritual, y que la noche había caído, se dijo que ya era hora de cenar y reunirse con sus hijas temporales.
Y ahora que finalmente está aquí se acabaron mis problemas.
Acercándose a su asistente, que seguía suplicando piedad casi con lágrimas en los ojos, la cargó con un brazo cual bolsa de basura, y fue de regreso a la ciudad.
...****************...
Habiendo caído la noche, la abuela Martha había terminado de llamar a todos los niños, y pedirles que vuelvan al interior del orfanato para la cena.
El día ya había terminado para ellos, los tobori ya dormían en su gallinero, habían avanzado mucho en la construcción de la cerca, y los soldados de piedra permanecían muy quietos, habiendo terminado ya el nuevo orfanato.
Sin embargo, pese a que todos los niños habían corrido al interior del edificio ante la promesa de Aarón de preparar sus ahora famosas tortillas de Tobori, había una figura pequeña que permanecía en perfecto silencio, mirando a la ciudad mientras parecía esperar algo.
Acercándose a ella, la abuela le puso una mano en el hombro y dijo.
– ¿no quieres ir adentro pequeña Bea?
– estoy esperando a que me vengan a buscar.
Declaró la niña con esa extraña sinceridad que aplicaba a su voz, respondiendo a la pregunta de la misma manera que respondería 4, a quién le pregunté cuánto es 2 más 2.
Suspirando, y llevando su mano a su cabeza, la abuela Martha no sabía que pensar, en muchas ocasiones, había visto a niños permanecer muchas horas de pie a la intemperie, esperando a que sus padres volvieran por ellos.
Podía entenderlo y no a la vez, muchas familias tenían 5 o hasta 6 hijos, y cada año, la vida era más y más difícil y dejarlos en un lugar donde supuestamente podrían tener una mejor vida, y la posibilidad de ser adoptado por una familia mejor, era la opción más humana. Seguía sin estar de acuerdo con aquellos padres, pero sabía que su decisión también les producía pesar y en su conciencia quedaría lo que hicieron.
Sin embargo, pese a que había visto esa situación muchas veces de padres dejando a sus hijos en el orfanato, el caso de la pequeña Bea era "especial" por decirlo de una manera simple.
La persona que se identificaba como su hermana mayor, era una de las princesas del reino, y aquella que fungía como su tutora o madre, era aquella extraña mujer de la que nadie sabía nada, pero que todos ya estaban en deuda. Hasta cierta manera, ambas eran figuras muy importantes para ocuparse de una niña que no parecía tener nada especial, pero en el momento estaba por volver a pedirle que esperara dentro del orfanato, a la distancia se escuchó un gritó.
– ¡Bea! ¡Ya regresé!
Gritó una adolescente a la distancia, y volteando a mirar en esa dirección, la princesa Charlotte y su hermana Valëntia, caminaban junto a la criatura Xerxes en dirección para recoger a la niña, sin embargo, en el momento en que Bea iba a correr para ir donde su "hermana" una extraña ráfaga de viento les obligó a cubrirse el rostro, y cuando volvieron abrir los ojos, ella había llegado.
Dejando caer un extraño bulto que se quejó de la caída, la imposiblemente alta mujer se puso en cuclillas, y la niña cambió de dirección, y corrió a sus brazos.
Con la pequeña niña en brazos, la mujer acercó su cabeza a su oído, y susurrando preguntó.
– ¿Te divertiste?
– si.
Respondió la niña con una gran sonrisa, y empezó a explicar su día.
– hoy nacieron dos toboris más, y también encontramos un huevo marrón por, además...
Mientras la niña relataba su día, la mujer la observaba con una expresión cálida en su rostro, y mirando al grupo tan variopinto que se había reunido, la abuela Martha solo podía observarlos extrañada pero satisfecha.
Para una mujer que defendía que una familia podía tener cualquier forma o tamaño, aquel grupo tan peculiar de personas, le generaban mucha paz con solo observarlos, y sabiendo que su presencia solo sería un incordio, se despidió de la alta mujer, y volvió al interior del orfanato.
Apenas Bea hubo terminado, Charlotte llegó corriendo agitando su bastón en lo alto, y con voz eufórica declaraba.
– ¡Madre! ¡Madre! ¡Madre! Se ha iluminado, ahora el círculo está un poco más brillante.
Mirando a lo que se refería Charlotte, Sazshen noto que el bastón de prodigio era levemente diferente, y que en efecto, el círculo que indicaba su nivel, ahora brillaba un poco más, demostrando que la niña había crecido un poco.
Acariciando su cabeza en señal de recompensa, Sazshen noto que Charlotte estaba bastante sucia, con su vestido demasiado maltrecho únicamente por haber estado cuidando toboris y trabajando en la granja, y mirando de reojo a la princesa doberman, noto que ella estaba igual, si no es que peor, con sangre seca en su armadura de cuero, y muchos cortes en su cara y en las partes visibles de su piel.
Preguntandose, si habían pasado la tarde peleando entre ellas, o practicando con Xerxes, explicando de paso la subida de nivel de Charlotte, Sazshen estaba por susurrar algo en el oído de Bea, pero fue interrumpida por Charlotte que estaba señalando un pequeño bulto en el suelo.
– madre, ¿Quién es ella?
Declaró mientras miraba fijamente a una mujer de estatura pequeña, con un cabello rubio muy pálido, y un traje negro con blanco que recordaba mucho a un mayordomo.
– ¿madre?
Preguntó Seniatta levantando levemente la vista del suelo, confundida e interesada sobre quién podría llamar así a su jefa, pero al hacerlo, los fríos ojos de Xerxes, el castigador y ejecutor de la emperatriz, se clavaron en ella.
— El… el… el… ejecutor….
Balbuceo Seniatta mientras en su mente todo empezaba a tener sentido.
Ella había fracasado, su Emperatriz le había pedido que reúna enormes grupos de esas extrañas existencias llamadas jugadores, y que los guíe por el camino que ella le indique, haciéndolos vivir cruzadas y experimentar la experiencia de ser "héroes" sin embargo, el poder de los jugadores superó las expectativas que ella había estimado en un principio, y en un burdo intentento para evitar que se salieran de control, los enfrentó en el nombre de su Emperatriz, y fracasó miserablemente revelando en el proceso la existencia de su ama, que había sido secreto por cientos y cientos de años.
Convencida de que su Emperatriz solo la había devuelto a la vida para volver a asesinarla las suficientes veces hasta compensar su falla. A Seniatta le pareció un poco raro que sea la emperatriz quien le aplique el castillo, sin embargo, todo tuvo sentido cuando vio al ejecutor imperial frente a ella.
¿Cuántas veces me mataran…?
Lloriqueo mientras seguía con la cabeza pegada al suelo, bañada en sudor, y lágrimas.
Mil… diez mil… ¿Un millón? ¿Seré asesinada y revivida en un bucle infinito por toda la eternidad?
Sin embargo, en medio de sus lloriqueos, la voz de una niña llamó su atención.
– ehh, disculpa… Ella dice que te levantes y te presentes.
Levantando la vista, vio a una pequeña niña de cabello negro en los brazos de su Emperatriz, y observando los fríos ojos y la terrible mirada que su jefa le dedicaba, tartamudeando se atrevió a preguntar.
– no… ¿no me van a castigar…?
Con su pregunta, su Emperatriz acercó su cabeza al oído de la niña, y está última declaró.
– ella dice que te dejes de bromas y obedezcas.
De un salto, arreglando su ropa, y limpiando su cara, Seniatta se había recompuesto en menos de un segundo, y al caer, hacía una noble reverencia a la multitud.
– a los ilustres servidores de la gran monarca, me presento, soy Seniatta Nurej, asistente y mano derecha de la Emperatriz eterna.
Con la presentación, cada una de las personas presentes tenía su propia opinión e ideas sobre la invitada. En los brazos de Sazshen, Bea miraba fijamente a la extraña mujer que había traído su señora, y le pareció curiosa su cambio de actitud de un segundo al otro. Charlotte, que tenía un buen ojo para juzgar a la servidumbre, le pareció que por su elegante atuendo y finos movimientos, la tal Seniatta sería una mejor ayuda de cámara que él siempre dispuesto a aprender, pero todavía torpe y poco cuidadoso Xerxes. En cambio, la que tenía pensamientos más profundos sobre la recién llegado era Valëntia, que la juzgaba de arriba a abajo, y examinaba cada milímetro de su ser.
Parece fuerte, pero tampoco tanto…
Juzgando por el aura que la recién llegada emanaba, le pareció mucho más fuerte que su hermana menor, e incluso más que ella misma, sin embargo, aunque no podía entender el alcance de su fuerza hasta que la vea en acción, ella conocía personas que le parecían más poderosas, al mismo tiempo, que la tal Seniatta era una chiste cuando era comparada con la calamidad andante que era Xerxes.
Con Seniatta debidamente presentada, Sazshen dijo que era hora de ir a cenar, y al mirar a su alrededor, se dio cuenta que su carruaje esperaba a un lado del camino, con su leal cochero atendiendo a los enormes caballos.
Susurrando en el oído de Bea, está declaró.
– bien, ella dice que es hora de ir cenar, ¿A donde les gustaría ir? .
– ¡madre! ¡Madre! ¡Madre!
Gritó Charlotte acercándose y pidiendo ser cargada.
– ¿podemos ir al palacio de jade? Desde que llegamos a la ciudad todavía no hemos ido.
Con la linda princesa de cabello rosa chicle en brazos, Sazshen suspiro, y se dijo que para premiar la subida de nivel de la pequeña, no estaba mal ir al restaurante de aquella familia de estafadoras. Es por eso, que susurrando en el oído de Bea, está dijo.
– dice que está bien, pero primero hay que volver al hotel para cambiarnos.
Con ambas niñas en sus brazos, Sazshen empezó a caminar en dirección a su carruaje mientras Valëntia la seguía de cerca, y completamente confundida al ver a su Emperatriz tratando con niños, y más amable de lo que la había visto nunca, Seniatta no sabía qué pensar.
¿Estaré alucinando?
Se preguntó, pero detrás de ella, la fría voz metálica de Xerxes le dijo.
– nuestro mundo ya no existe… estamos en un lugar nuevo y diferente... muchas cosas han cambiado.
– ¿Ehh..?
Dejando a su interlocutora todavía más confusa con esa explicación, Xerxes empezó a caminar en dirección al carruaje.
Mirando a su alrededor, Seniatta cerró los ojos, y sintió la briza fresca de la noche, y los sonidos de la ciudad llegaron muy a lo lejos a sus oídos.
Todo ha cambiado…
Se repitió mientras sin ninguna prueba definitiva, algo le decía que ya no estaban en su mundo, y mirando la espalda y el perfil de su Emperatriz se dijo…
¿Entonces me ha perdonado?
Con esa idea en mente, caminó detrás del grupo para subir al carruaje, pero cuando su corazón y mente se sentían más ligeros al poder tener una relación menos traumática con su jefa, todo cambio cuando, mientras las del grupo iba al baño para lavarse y cambiarse de ropa, ella fue llevada a una habitación separada, donde pilas de papeles que llegaban al techo parecían estarla esperando.
– Este será tu trabajo.
Declaró su Emperatriz con su tono frío que parecía congelar la sangre de quién lo escuchará.
– compre muchos terrenos, y construí edificios en ellos para hacer bloques de departamentos. Gestiona los impuestos, analiza el valor del terreno y los precios de la competencia. Los precios de las viviendas deben ser bajos para que todos quieran vivir ahí, también quiero que reorganices las calles y reubiquen las tiendas, también compré muchas que estaban apunto de quebrar o semidestruidas, debes colocarlas para que todo quede cerca, y no queden áreas demasiado marginadas en comercios y entretenimiento.
Temblando por el nivel de trabajo que le esperaba, se dio cuenta que su Emperatriz estaba lejos de terminar.
– también compré terrenos fuera de la ciudad, y acciones en varias compañías, entre ellas una de transportes marítimos, y otra de una especie de sistema de paquetería, eso además de distintos préstamos a casas nobles, o compañías al borde la quiebra que no deseaban vender. Organiza todo para que mi inversión se cuadruplique de aquí a un año. He gastado mucho dinero, y todavía no he visto que nada vuelva a mi.
Con sus manos temblando, Seniatta tomó uno de los papeles de la mesa, y al mirarlo, tartamudeando declaró…
– se… se… señora… yo… yo… yo no puedo leer esto…
Con una mirada fría de su Emperatriz, Seniatta volvió a pegar la cabeza al suelo, y después de escuchar la puerta abrirse, su señora únicamente declaró.
– entonces aprende.
Y cerró la puerta detrás de sí.
Conduciendo a toda velocidad por las calles de la ciudad, una larga fila de carretas sacudían sus riendas y exigían al máximo a los caballos que tiraban de ellas. Apenas llegaban a un espacio entre dos callejones, una veintena de hombres de aspecto rudo, descargaba la carga de la misma en menos de un minuto, arrojando grandes y pesadas cajas a sus compañeros que bien sabían, que el valor de cada caja era más de lo que ganarían en un año. Apenas la careta estuviera descargada, de un golpetazo al lomo de los caballos, estos una vez más empezarían a correr, y una nueva carreta llena llegaba para ocupar su lugar.
Tan rápida era la operación, y tan bien organizada estaba por verdaderos expertos en sus respectivos campos, que simplemente no había espacio para el error, y durante esa larga noche en la que se descargaron más de 100 carretas, no hubieron tropezones o accidentes ya sea de hombres o animales.
Apenas una de las cajas era descargada, por su color era rápidamente clasificada y enviada por una puerta distinta. Un único error, un único fallo, si bien sólo representaba una pérdida un minuto cuando mucho, ellos no podían perder ese minuto, cada segundo contaba, cada instante era más que vital.
Corriendo con una pesada caja bajo el brazo, un joven descamisado sudaba la gota gorda para seguirle el ritmo a sus compañeros más experimentados. Mirando su caja por centésima vez, siendo está blanca con dos rayas negras, corrió al pasillo de las cajas blancas, y por error casi cruza la puerta de blanco con tres rayas negras, pero se dio cuenta de error antes de que le llamarán la atención, y abriendo la puerta de un portazo, se encontró en una habitación donde había una docena de personas usando extrañas máscaras de cuero, con grandes y afilados cuchillos en sus manos.
Sin tiempo de nada más, sabiendo que casi llegaba tarde, usando una palanca que estaba encima de una mesa, retiró la tapa de la caja, y desparramó su contenido que eran alrededor de unas 50 cebollas, a un barril lleno a rebosar de agua.
Apartándose del camino, porque justo detrás de él venía un compañero para vaciar el contenido de su caja, se felicitó por haber hecho bien su trabajo, y apenas se quedó a mirar cómo a una velocidad increíble, los hombres metían la mano en el barril, para luego cortar las cebollas en julianas con movimientos tan rápidos que apenas eran visibles para el ojo humano.
Colocándose una de esas extrañas máscaras para proteger sus ojos de la resina irritante de las cebollas, tomó una olla llena a rebosar, y una vez más, teniendo especial cuidado para no dejar caer ni una sola rodaja, continuó corriendo, está vez a la puerta clasificada como "cocina Delta-B3", donde el camino, casi choca con una chica que cargaba una canasta de tomates ya lavados, para la cocina Alfa-C1.
Riendo por haber evitado chocar, y posiblemente ser despedidos, pero sin tiempo para intercambiar nombres o disculpas, ambos continuaron corriendo a toda velocidad a direcciones distintas, ya que una vez más, ese pequeño desliz, casi los hacía llegar tarde.
Desde una posición elevada, con los codos apoyados en un barandal, una mujer de un elegante traje de caballero, y una corbata verde esmeralda, observaba tal monumental operación donde era movilizados casi un millar de personas, con el aura y la actitud de una imponente gobernante del submundo.
Levantando una mano, moviendo uno de sus dedos cual batuta, apuntó en una dirección, y de una carroza que se detenían, bajaban una docena de músicos de ropas elegantes, y otra docena de mujeres llegaban a su lado para ofrecerles agua, y magia de hielo, para que no vayan a llegar sudorosos a sus puestos. Apuntando a un lugar diferente, está vez, la que se detenía era otra carroza que transportaba los instrumentos de la banda, que en menos de un minuto fueron descargados y transportados con extremo cuidado.
A cada movimiento, que imitando a la perfección a un maestro de ceremonias, una carroza llegaba, descargando personas, equipo y suministros, y desde la elevada altura dónde se encontraba, a la distancia podía observar el palacio de cristal, lugar donde su hermana le había dado aviso que esa persona, tenía intenciones de ir a comer a su restaurante.
– Que venga…
Declaró solemne mientras miraba a la distancia.
– aquí la estaré esperando.
...****************...
Observando su imagen en un inmenso espejo, Sazshen se dio cuenta que no tenía nada que ponerse… de manera literal.
Cuando regresaron al palacio de cristal, Charlotte mencionó a la dueña del mismo que tenían intenciones de ir a cenar al restaurante de su hermana, y por ende que le hagan una reservación. Con esa noticia, que parecía haber sido esperada durante mucho tiempo, en menos de un minuto, había decenas de personas corriendo a todas direcciones, y Mary Anne, la tercera hermana y dueña del palacio ámbar, llegó a los 10 minutos con un pequeño séquito de costureras después de mencionar que la princesa Valëntia no tenía nada formal que ponerse, y no podía asistir a un lugar tan elegante con una armadura semi rota y manchada de sangre.
Con la mala cara que la caracterizaba, pero entendiendo el valor de la etiqueta, está simplemente se dejó tomar medidas, y luego fue a bañarse mientras se le preparaba un vestido en tiempo récord. Sin embargo, pese a guardar cierto rencor a las hermanas y a sus precios excesivos, después de ver cómo mientras sus costureras tomaban medidas a la princesa, Mary Anne expedia una docena de hermosos y elaborados diseños en abrir y cerrar de ojos, Sazshen estaba un poco emocionada de ser la siguiente, y ver que tipo de ropa le podían elaborar, sin embargo, apenas un diseño fue elegido sin mucho interés por Valëntia, Mary Anne y sus chicas se pusieron manos a la obra, ignorando campantemente a Sazshen, que era la que al final del día estaba pagando por todo.
Suspirando y pensando en su inventario, un centenar de armaduras aparecieron flotando en su mente, todas tenían diseños elaborados y nada prácticos, que si bien no serían una elección tan mala para imponer, había una razón muy curiosa para que ella no pudiera usar ningúna. Todas tenían el requisito de estar al nivel 100, y Sazshen técnicamente estaba al nivel 1.
Aunque ya lo había comprobado con anterioridad, metió su mano en su inventario, y una espada tallada en cristal carmesí salió de la bruma, pero en el momento en que la agitó, ésta se resbaló y cayó al suelo, rechazándola como su propietaria.
Sacando el mismo modelo del bastón que le había dado a Charlotte, bastón que se hacía más complejo y poderoso a medida que subías de nivel, en sus manos, este era únicamente una vara de madera que poca diferencia tenía al palo de una escoba.
Si, simplemente así era, y ya lo había comprobado muchas veces mientras intentaba probar que funciones del juego había conservado, y como habían cambiado las que lograron pasar a este mundo. Sazshen estaba al nivel 1, tal y como lo era cuando era su Avatar en el juego. En el aquel momento, cuando la creó únicamente como un medio súper exagerado para recorrer el mundo que ella había ayudado a crear, no tenía sentido darle el nivel máximo, y cuando la volvió parte de la historia, y un elemento misterioso en el mundo, simplemente le había dado una cantidad absurda de puntos de vida, y una colección de habilidades cada una más destructiva que la anterior, pero había conservado su nivel únicamente porque se le había olvidado aumentarlo.
Bueno, y tampoco es que como si pudiera subir de nivel, Sazshen no tiene un árbol de progresión como el resto de personajes.
Pensando que estaría clavada eternamente al nivel 1, y que nunca podría usar las armas y armaduras que había traído de su juego, que si bien no necesitaba, pero que se veían imponentes ante cualquier observador, dio un largo suspiro, y se puso a revisar el equipo que era independiente al nivel, lugar donde solo encontró prendas deslucidas, ropas de aprendices de una clase, y una colección bastante amplia de capas, que eran un objeto meramente estético dentro del juego.
Pues ya que… si es lo único que tengo que ponerme.
En el recibidor del inmenso piso que habían rentado en el palacio de cristal, Valëntia, Charlotte, y Bea, esperaban que Sazshen saliera de su habitación en la que se había encerrado apenas salir del baño.
Asistidas por el séquito de costureras, que mientras las ayudaban a vestirse, hacían retoques finales a los vestidos que ellas usaban, las 3 chicas vestían despampanantes, y solo esperaban la salida de su benefactora.
A una velocidad de relámpago, Xerxes cruzó el vestíbulo, y haciendo una reverencia, abrió la puerta de la habitación de su señora, y ésta salió.
Con su imponente y sobrenatural altura, sus largos cuernos de un rojo brillante, su cabello como las hebras de oro y sus penetrantes ojos rojos que parecían ver hasta en lo más profundo del alma humana. Sazshen salió de su habitación vistiendo una larga capa negra que barría el suelo.
Sin embargo, pese a que el cambio en su apariencia no era más que simplemente haber cambiado la capa que siempre usaba, el efecto del cambio era imponente, más en las mujeres que habían pasado su vida entre telas y la confección de ropa.
En aquel mundo donde todavía se usaban pigmentos vegetales y minerales para el teñido de la tela, la capa de Sazshen era algo imposible. Aquella capa era de un negro adsoluto, que adsorvia cada voluta de luz y no emitía ningún tipo de reflejó. Anonadadas, el grupo entero contempló la figura de la Emperatriz, que parecía que había arrancado un trozo del firmamento nocturno, y lo había colgado sobre sus hombros sin ningún tipo de respeto a los mortales que jamás podrían aspirar a proezas así.
Con la estoica y levemente aburrida expresión que la caracterizaba, la mujer cruzó el vestíbulo, y salió de la habitación seguida de cerca por sus hijas (temporales) y una metiche a la que no había invitado, e incluso le había comprado un vestido para la ocasión, y a la que no tenía una forma amable de decirle que se vaya.
Apenas el grupo se había subido al inmenso carruaje, a la distancia, la señora del palacio de jade, desde el balcón más alto de su restaurante, volviendo a imitar a un maestro de ceremonias, movió sus dedos cual batutas.
De un movimiento, la fila de carretas que transportaban ingredientes y personal se dispersó, de un movimiento más, los hombres rudos y musculosos entraron corriendo al interior del edificio, y fueron reemplazados por jóvenes elegantemente vestidos, de un movimiento más, magos llegaron a toda velocidad para limpiar la ruta que había entre su restaurante, y el hotel de su hermana, y con un movimiento final, cerrando el crescendo de aquella sinfonía, el silencio absoluto se hizo en las calles, y solo el suave traqueteo, y el sonido de cascos sobre el empedrado, fue lo único que podía ser escuchado.
Un par de minutos fue lo que tardó el viaje en carruaje, y una vez más, aunque la portezuela del mismo podía abrirse sola, con una elegante reverencia, Xerxes había aparecido de la nada, para abrir la puerta.
Una inmensa alfombra roja fue extendida para la llegada de la Emperatriz, y admirando el advenimiento desde la altura del balcón, la dueña del palacio de jade tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no dar un paso atrás.
Imponente, vistiendo la mismísima noche detrás de ella, la mujer cuya fortuna era inconmensurable descendió del carruaje más lujoso que haya visto nunca, y levantando la vista, sus miradas se encontraron.
Era imposible, ella estaba en lo alto de un balcón, y la mujer estaba al nivel del suelo, y aunque era ella la que tenía que inclinar su cabeza para mirar la entrada, por algún motivo, tenía la impresión de ser ella la que tenía levantar la vista, mientras la mujer la mirada desde arriba.
Saliendo del extraño trance en el que se vio atrapada por escasos segundos, se encontró a sí misma con un cuello muy estirado, y la mirada apuntando al cielo. Negando con la cabeza, frotó sus antebrazos para calmar la piel de gallina que se había quedado, y dando media vuelta, con la voluntad de quién está dispuesto de desafiar a un dios, volvió al interior de su restaurante, preparada para derribar a uno.
Sin que la propia Sazshen se diera cuenta, con esta noche, ella ya llevaba una semana en éste nuevo mundo.
Una semana que se dice rápido, pero para ella había sido una montaña rusa de emociones sin precedentes. Si bien ya había cosas que empezaba a extrañar de su antiguo mundo, con series que dejó a la mitad, libros que nunca acabó, lugares a los que siempre quiso ir, personas de las que no se pudo despedir, cada día que pasaba, este nuevo y emocionante mundo la atraía más y más.
Desde que llegó, había comido un sin fin de alimentos nuevos, había visto muchas razas y criaturas que hasta ahora solo existían en sus dibujos y la ficción, había sido maravillada con la magia que existía en este mundo, y había conocido mucha gente maravillosa.
Aunque era un objetivo que había dejado de lado debido a los eventos en los que se había visto envuelta, la idea de regresar a su mundo seguía viva en su mente, y si tenía la oportunidad de investigar sobre el tema, lo haría sin lugar a dudas, sin embargo, con cada día que pasaba, donde cada vez extrañaba un poquito más su viejo mundo, a la vez que se veía más emocionada por recorrer el nuevo, la pregunta de si quería volver a casa se hacía cada vez más difícil.
Recordando a las personas que había conocido, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, era verdad que había conocido a mucha gente maravillosa, y aunque su ayuda había sido tan banal en algunos casos como tirarles dinero a la cara, se sentía feliz de haber sido útil de alguna manera, sin embargo, pese a que había conocido a gente muy buena, era obvio que en ese mundo había gente muy malvada.
Durante el baño, Charlotte le relató su día, donde lo más deseable fue la noticia que el culto que la trajo a este mundo, atentó contra la vida de las dos princesas, y casi destruye una ciudad entera, sigue activo, y sus fracasos probablemente lo harán más peligroso. Pensando que obviamente haría lo que esté en su mano para que gente tan peligrosa sea entregada a la justicia, y que claramente no dejaría a criminales rondando mientras ella esté por el lugar, su mente cambió de lugar, y comenzó a pensar en otro tipo que malas personas, las únicas hasta ahora a las que les guardaba cierto rencor, y un ápice de odió.
Cuando llegó a la ciudad, siendo una inocente madre (temporal) primeriza, que únicamente deseaba comprar un poco de ropa bonita y duradera para sus niñas, sin buscarlo, había sido atracada y violentada por una malvada bruja que aprovechando su desconocimiento sobre el valor del dinero, la había hecho pagar 10 veces más de lo que realmente valía sus productos.
Habiendo exprimido su billetera de lo lindo, no conformes con eso, la malvada bruja blanca, llamó a su hermana, la malvada bruja amarilla, y a base de trucos mentales y coacción, le había hecho rentar una planta entera en su hotel, espacio que únicamente ocupaba una ⅛ parte.
Siendo acosada constantemente por las dos malvadas brujas que tenían los ojos muy bien puestos en su cartera, ella había hecho todo lo posible por evitar las trampas que ambas le ponían, y así evitar caer en el territorio de la malvada bruja verde. Sin embargo, está noche, la noche que sin saberlo era la noche donde cumplía una semana en éste mundo, se había armado de valor, y había entrado al territorio de la bruja por sí misma, dispuesta a atravesar su corazón con una estaca, y hacer algo que no había hecho en su vida.
Quejarse de un mal servicio e irse sin pagar.
Pensando en la familia de estafadoras, que justificaba sus precios excesivos debido a que solo ofrecían "lo mejor de lo mejor" se dijo que les tomaría la palabra.
Frente a ella, una elegante mesa había sido preparada pensando en su elevada estatura, y que sus acompañantes eran de una estatura normal. Observando que aquella mesa le faltaba una silla a la cabeza, lugar donde obviamente ella colocaría su trono, antes de cualquier otra cosa, levantó levemente la vista, y en lo alto de un balcón, vio a la dueña del restaurante.
Pidiéndole a la pequeña Bea que se acercara, la levantó, y susurró algo a su oído. Volviendo a bajar a la niña, está camino hasta uno de los meseros, y le paso el mensaje, a lo que esté último hizo una pequeña reverencia antes de salir de la habitación.
Pasando de empleado a empleado, el mensaje voló a una velocidad increíble, tardando poco más de un minuto para llegar a la señora del lugar, tiempo en el que ella y la Emperatriz se mantuvieron mirando fijamente, sin siquiera parpadear.
Golpeando levemente la puerta del balcón donde estaba, uno de sus empleados entró, y un poco nervioso, se acercó a su jefa y susurrando, le pasó el siguiente mensaje.
"Si está no es la mejor comida que he probado, no pagare una sola moneda"
Al recibir el mensaje, la dueña del restaurante tuvo que hacer un esfuerzo para contener su risa, y susurrando, le entregó su respuesta a su empleado.
Una vez más, un escaso minuto fue suficiente para que el mensaje viaje, y saliendo el mismo mesero que recibió el mensaje original, este haciendo una reverencia declaró.
– mi señora agradece su indulgencia, pero ella estaba preparada para demoler su restaurante si encontraba un solo fallo.
Habiendo recibido una respuesta tan fatalista, la primera reacción de Sazshen era que obviamente estaba exagerando, sin embargo, al volver a mirar a la cara de la malvada bruja verde, y contemplar la aterradora sonrisa que está había adoptado, se convenció de que era completamente capaz de eso y más…
¿En que me he metido..?
Fue lo único que logró susurrar para sí, pensando que las brujas eran más poderosas de lo que ella había pensado.
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