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¡Este Pequeño Extra Renuncia!

Capítulo 1

...

La habitación del hospital era cálida gracias a la calefacción, y los analgésicos hace tiempo que habían surtido efecto. A decir verdad, Matt no tenía una razón física para quejarse. En teoría debería sentirse cómodo. Sin embargo, de esa supuesta comodidad no había nada.

Su mente estaba algo embotada por todo el medicamento, pero aún en esa situación él sabía la desgracia que lo rodeaba.

—Usuario… —llamó una voz mecánica en su mente, pero él la ignoró. Se trataba del Sistema 86, quién lo había acompañado durante años.

En su lugar, miró al hombre frente a su camilla, un alfa atractivo y bien vestido.

A Matt siempre le había agradado el contraste de su apariencia indiferente con la amabilidad de su personalidad. Sin temor a equivocarse, él podía decir que era ese detalle lo que había conquistado su corazón desde el primer segundo en que leyó la novela…pero ahora, tan solo quería que esta persona desapareciera de su vista, igual que el sistema ligado a su mente.

—Deberías irte —dijo con resolución, y por un segundo no supo a quién se lo decía, si al hombre o al sistema. O quizás a ambos.

Su cuerpo estaba al borde del desmayo y solo quería descansar; no obstante, este alfa no dejaba de molestarlo.

—Matt, está bien que me culpes a mí…pero Oriel no hizo nada malo. Fue mi error empujarte. Es que si no lo hacía, no podría haber alcanzado a Oriel, y le habrían disparado. ¡Él estaría muerto ahora!

—Solo vete.

—Si te sirve de consuelo, él está muy lastimado por lo que sucedió. ¡Aún así no puedes culparlo! Fueron los enemigos de mi familia los que llevaron a cabo este atentado. Oriel intentó que no salieras lastimado.

Las palabras que escuchó el omega destrozaron los últimos pedazos de su corazón; sin embargo, se negó a llorar, aún cuando sus ojos ya ardían.

Desvió la mirada con furia y se encontró con su vientre terriblemente plano. Se sintió ahogar solo con ese vistazo.

—Era mi hijo…mi bebé…tenía cuatro meses. No has dicho nada sobre él, pero aquí estás, ¡abogando por tu pobre conciencia y la de tu amor! —No se contuvo, y gritó. Y fue entonces que las lágrimas corrieron por sus mejillas como un torrente, porque se dio cuenta de que decir esas palabras en voz alta volvían la situación más real e insoportable.

Su mirada se empañó, y ni siquiera le importó la imagen antiestética que estaba dando.

Él siempre se había preocupado por lucir bien frente al alfa, todo instado por el sistema…y esta era la primera vez que no se interesaba en mostrar su mejor rostro.

—Matt…lo lamento —dijo el hombre con voz pausada. —Pero Oriel no hizo nada malo. Fue un terrible accidente…

Matt alzó el rostro, y el alfa detuvo sus palabras. El odio en la mirada del chico lo hizo callar.

—¡También era tu hijo, Daryl! ¿Eso no te importa? —reclamó. —¿Mat4r con tus propias manos a tu hijo ni siquiera merece una mención de tu parte?

Y fue precisamente en ese instante —y aún luego de todos los analgésicos con los que lo dopar0n—, que pudo sentir un dolor agudo que atacó su abdomen…y no tardó ni dos minutos en sentir de nuevo un líquido caliente y espeso escurriendo debajo de las sábanas.

Supo de que se trataba…

Su rostro se tornó aún más pálido, pero no dijo nada. Ya no había una vida dentro de él, así que le daba igual que el sangrado se hubiera reanudado.

El sistema se dio cuenta de la grave situación y se preocupó.

—Usuario, ¡puede comprar una pastilla curativa! Su salud se recuperará en un segundo —dijo con urgencia. —¡Le haré un descuento! ¡Solo cómprela! ¡Tiene puntos de sobra!

—*Piérdete*. —Le respondió con frialdad en su mente.

—Me importa, sé que también era mi hijo…aún así, no quiero que culpes a un inocente —exclamó Daryl, ajeno a la segunda conversación que mantenía Matt con el sistema. —Esas personas atacaron en un mal momento, y ambos salieron lastimados. ¡Él deberá vivir con el dolor de haber presenciado lo que te pasó! ¿No puedes ser más compasivo con él?

Matt sufrió un ligero shock, no podía…no quería creer lo que estaba escuchando. Él perdió a su hijo, pero aquí estaba este hombre diciéndole sobre ser compasivo con alguien que ¡ni siquiera había sufrido un rasguño al final!

Vio al alfa frente a él. Buscó al hombre del que se había enamorado…y no lo encontró.

—Mira 86, ¿no es este el villano cuyo desarrollo querías evitar? —Le preguntó al sistema con sorna. —El villano obsesionado con el protagonista. ¿Deberías estar decepcionado ahora?

—Usuario, sabe que yo quería brindarle una ruta satisfactoria… —Se lamentó 86. —Mi propósito era darle la absolución al villano de su obsesión…pero…

—Fracasaste. No. En realidad lo hicimos los dos. Solo que yo estoy pagando el peor precio.

Matt vio al hombre…y no lo reconoció. Este alfa que se preocupaba únicamente por el protagonista no era la persona que amaba. O a decir verdad…tal vez si lo era.

Tal vez la esencia de Daryl era amar a Oriel hasta los huesos, y nada ni nadie podría cambiar ese hecho.

—Siempre fue así… pero yo no quise verlo… —susurró con una tristeza insondable.

Él solo…solo se había engañado estúpidamente con las estadísticas de favorabilidad.

—¿No merezco una compensación por eso? —Le preguntó a 86 luego de varios minutos en silencio. —Seguí cada tarea que me diste. Y a pesar de haber terminado con éxito cada ruta, míranos aquí. Para este villano no hay absolución. Tu computadora central es un fraude. ¡Merezco una compensación por haberme asignado una tarea sin solución!

—Usuario… —dudó 86. Miró al hombre frente a la camilla que tenía la obsesión escrita en el rostro, y supo que a pesar de las estadísticas positivas, su misión había fracasado.

—¿Ahora no respondes? —Se burló Matt.

—¡Veré que puedo hacer! ¡Contactaré de inmediato a mis superiores! Debe haber un error con el villano, o con este mundo. En teoría, a estas alturas el único amor del villano Daryl debería ser usted. Ni siquiera debería pensar en Oriel. Las estadísticas siguen sin mostrar diferencia aún ahora. ¡Volveré en un minuto!

Luego de decir eso, 86 desapareció y Matt se quedó solo con Daryl.

—Matt, por favor… —pidió de nuevo el alfa. Era la primera vez que el chico lo veía bajar la cabeza.

—Tú… —Se atragantó. —Tú no me amas. Nunca lo hiciste… ¿cierto? —preguntó a pesar de que la respuesta no podía ser más obvia.

La verdad le golpeó el rostro con dureza, y se dio cuenta de su ingenuidad los pasados años.

Él realmente creyó que las cosas entre los dos habían cambiado, pero tal parecía que todo había sido un fraude.

Su amistad con Daryl era un fraude.

Su amor con Daryl era un fraude.

Su vida junto a Daryl había sido un fraude.

—¡Con una mi3rda Matt! No estamos hablando de eso ahora. ¡Oriel puede volverse loco si no aclaramos esto! Solo quiero que se sienta mejor.

Matt sentía que se ahogaba y la furia nublaba su juicio. ¡Quería destruir a todos! A Oriel; a Daryl; a Kaleb; al autor; y sobre todo, al maldito 86 que lo había traído a este mundo fraudulento.

Cuando transmigró por primera vez hace diez años, se maravilló por la oportunidad que el Sistema le había concedido después de morir en un accidente de tren. Y lo supo de inmediato, había viajado al mundo de una novela popular de cierto sitio web llamada “Dulce, dulce omega”.

Su papel era el de un simple extra que aparecía en raras ocasiones, y la más memorable era la de su muerte.

La trama iba de cómo un beta llamado Oriel, lograba conquistar a todos con su deslumbrante personalidad.

Pero siendo un poco más específicos, la historia iba así:

A los dieciocho años, el protagonista Oriel fue invitado a la fiesta de un amigo, y ahí conoció a Kaleb —el segundo protagonista—. El alfa era dos años menor, y estaba en su “etapa rebelde” colándose en fiestas ajenas, peleando en la escuela y tomando a temprana edad. Todo un adolescente problema.

Una cosa llevó a la otra, y desde luego Kaleb y Oriel se enamoraban a primera vista apenas se veían en la fiesta. Para su buena suerte, esa misma noche Oriel sufría una diferenciación tardía y se convertía en un omega.

Eso era suficiente para demostrar que eran la pareja perfecta. No obstante, la realización de su amor no sería tan fácil.

Daryl y Oriel eran amigos desde la preparatoria, y el primero hacía hasta lo imposible por obtener el amor del omega, convirtiéndose con éxito en el villano durante la segunda mitad de la novela.

Así, se interponía entre los protagonistas a cada paso del camino. Todo para que al final —y luego de muchas idas y vueltas—, muriera al sacrificarse por Oriel, cuando un ex amante de Kaleb enloquecía de celos y le apuntaba con un arma.

Muchos lectores habían concluido que ese era el karma y sacrificio de Daryl para expiar sus pecados.

Y luego de la muerte de este villano, Kaleb y Oriel confesaban su amor y vivían felices para siempre.

Pero, ¿dónde entraba su pequeño personaje en todo esto?

Matt era un omega, hijo menor de los Northman. Y sus padres eran dos de los tres investigadores principales que trabajaban para Farmacéutica Belmont. Aunque no era lo único curioso sobre él, pues su madre y la madre del villano eran amigas desde la infancia, y anhelaban que sus hijos se casaran, por lo que siempre “bromeaban” sobre ello.

Y Daryl, como un buen villano, no dudaba en usar esta relación para proteger a Oriel y su patrimonio más adelante.

La familia del villano era un pilar en la sociedad actual, siendo fundadores de Farmacéutica Belmont. Se podía decir que gracias a sus patentes e investigaciones, la igualdad omega estaba en su mejor momento.

Sin embargo, fue por eso que la familia Belmont hizo muchos enemigos a lo largo del camino, los cuáles se volvieron valientes luego de la misteriosa muerte de sus padres, cuando él (Daryl) tenía apenas dieciocho años.

Al verse en un estado tan miserable, el villano no quiso exponer a Oriel a su oscuro mundo, por lo que no dudó en comprometerse formalmente con Matt, en cuanto el omega cumplió los dieciocho años. De esta manera mató dos pájaros de un tiro: por un lado, protegió a su primer amor; y por el otro, aseguró la lealtad de dos de los tres investigadores de la farmacéutica.

Desde luego, el pobre Matt sufrió varios intentos de secuestro y diversos ataques solo por el anuncio de su compromiso. Aún así, él estaba demasiado enamorado de Daryl y soportó el tormento.

Sin embargo, al final sería el mismo hombre quién lo lanzaría frente a las personas armadas para proteger a Oriel en el momento decisivo. Matt recibía un impacto de bala, y m0ría desangrado en la acera.

El villano ni siquiera sintió un ápice de remordimiento cuando el omega dejó de respirar. Y era este detalle el que convenció a los lectores de que la muerte de Daryl era en realidad un pago por haber empujado a Matt, pues él también moría por un impacto de bala.

...

Capítulo 2

...

Uno creería que con dicho trasfondo, él como forastero lo pensaría mejor antes de acercarse al villano. Pero si era sincero, se había enamorado de Daryl desde que había leído la novela “Dulce, dulce omega” en su primer vida.

Mientras leía, fue cautivado por el joven alfa que debía anteponerse a la trágica muerte de sus padres, y ponerse de pie para resistir el golpe de las olas. Daryl era realmente lamentable y no pasaba de ser la segunda opción de Oriel en toda la novela. Así que conforme fue avanzando en las páginas, se enamoró más y más del villano, hasta que ya no tuvo solución.

Para cuando transmigró, creyó que sería su oportunidad de cambiar la trama y enamorar al villano; además, pensó que con la ayuda de 86 sería como quitarle el dulce a un niño…

Sin embargo, ese pensamiento fue demasiado ingenuo, ahora lo veía.

Claro que junto a 86 logró evitar la muerte de los padres de Daryl; le ayudó a consolidar su posición en la farmacéutica; y varias subtramas de la novela original colapsaron en consecuencia. Ahora, su vida —en comparación con la novela que leyó hace muchos años—, ya distaba varios kilómetros.

Pensó que se había librado de la trama, incluso 86 lo felicitó por ser un excelente usuario…pero ahora, miraba la situación que tenía delante con un toque de auto desprecio.

En esta ocasión no hubo ningún impacto de bala que terminara con su vida.

La situación era casi graciosa a decir verdad.

Como en el trabajo original, fueron los enemigos del villano quiénes llevaron a cabo el ataque. Sin embargo, en esta ocasión fueron contra el pequeño extra Matt, todo por el bebé que había en su vientre.

Oriel y Matt se reunieron para ir al centro comercial, y fue entonces que se llevó a cabo el ataque.

Para cuando Daryl se enteró, corrió hacia ellos y llegó justo a tiempo. No obstante, sus prioridades estaban un poco desfasadas, pues en lugar de proteger a su prometido cuyo vientre tenía a su hijo, fue hacia su amigo de la preparatoria, lanzando en el proceso a su prometido contra el suelo.

Su fuerza fue tanta…que el golpe provocó la pérdida del bebé.

El alfa frente a él, el mismo hombre que había amado durante años…lo había destrozado de esta manera.

Daryl ya ni siquiera lo miraba como antes. Solo había alienación en sus ojos, tal vez intentaba cubrir su propia culpa de esa manera. Esto solía hacer el villano, siempre huía de la culpa.

Matt no pudo evitar reírse como un desquiciado en ese momento.

—Fui tan estúpido… —susurró al final.

—Siempre te agradeceré por salvar a mis padres…me ayudaste más que nadie…fuiste un amigo incondicional…yo no quería que esto sucediera…

—Creí que me amabas de verdad… —dijo con la voz rota. —Y no vi la verdad frente a mí. Yo solo era un escudo para cubrir a Oriel. Nada cambió de la historia original. Soy tan idiota…

—Matt…

—¡No necesito tus j0didas disculpas Daryl! —explotó. Incluso se incorporó de la camilla aún con el severo dolor en su abdomen. —Dime, ¿era necesario jugar así conmigo?

—Lo lamento. —El alfa no tenía ni siquiera la valentía de mirarlo a la cara. Matt se percató de esto, y de pronto la furia en su pecho se ahogó. Sintió que todo por lo que había luchado estos años ya no valía la pena.

—He acabado contigo, con todos ustedes. Por mí pueden j0derse tu familia, tu farmacéutica y tú —dijo luego de recostarse nuevamente. Ya sentía la humedad a lo largo de sus piernas.—Sobre todo tú.

—Solo te pido que hables con él y le digas que no lo culpas… —imploró Daryl. —Dice que si no hubiera saltado frente a ti para protegerte, nada hubiera pasado…

Matt sintió como el frío iba escalando por sus extremidades, e incluso el dolor dejaba de ser obvio. Era la señal de que su fin estaba cerca.

Así que decidió vengarse con su último aliento.

*

Hubo una pequeña misión expedida por 86 apenas llegó, y resultaba ser también el motivo por el cuál Daryl amaba con tanta intensidad a Oriel en la novela. No obstante, todo era un malentendido que casi parecía una burla para el villano.

Fue durante un viaje escolar. Daryl ya se había graduado igual que Oriel, pero fueron invitados al viaje por el mismo Matt, quién tenía una buena relación con los dos.

Oriel era una persona sociable por naturaleza, así que asistió sin dudarlo. Y Daryl solo fue porque Oriel iba. Hace varias semanas que no lo veía, y era la excusa perfecta para verlo sin ponerlo en peligro, pues los enemigos de su familia no dejaban de buscar sus debilidades, y no había nadie en casa para protegerlo como antes. Sus padres estaban en el hospital, con sus vidas en peligro.

Pero durante el viaje, una cosa llevaba a la otra, y él caía al río.

Los alumnos sabían sobre su buena condición física, por lo que ninguno dio un paso al frente para ayudarle. Sin embargo, la verdad era que Daryl tenía las defensas muy bajas debido al intenso estudio y manejo de la farmacéutica coordinados; además de que su condición física nunca había estado peor, pasando largas jornadas de tiempo en el hospital. Así que fue incapaz de salir del agua por sí mismo.

El único que dio un paso al frente para ayudar fue Oriel, pero Matt fue más rápido y saltó al río. No solo porque era una misión del sistema, sino porque se trataba de su amado personaje.

Era probable que el recuerdo de esa noche se volviera difuso para Daryl, pues sufrió una fuerte fiebre que convirtió su mente un lío. El único detalle que fue capaz de recordar era el toque suave de una mano pequeña, que desde luego solo pudo asociar a Oriel.

Nunca supo que en realidad fue Matt quién había decidido arriesgar su vida para salvarle, ni mucho menos que pasó esa madrugada en vela para cuidarlo. Y este suceso ocurrió de manera similar  tanto en la historia original, como en la trama que destrozó con ayuda de 86.

Luego de semanas tortuosas con la vida de sus padres pendiendo de un hilo, era la primera vez que él sentía la calidez y el cuidado sincero de otro ser humano. Así, cuando más abandonado por el mundo se sentía, Daryl encontró una luz a la cuál aferrarse.

Esto le sirvió al villano para profundizar sus sentimientos hacia Oriel, repitiendo una y otra vez esa noche durante años en su memoria. Es cierto que antes había estado enamorado del chico, pero fue ese suceso en especial lo que convenció a Daryl de amar hasta los huesos a Oriel.

*

Matt recordó esta subtrama, sintiéndose aún más idiota, y sonrió. Claro que su sonrisa no mostró ningún toque de calidez como en el pasado.

—Daryl… —llamó el omega al cabo de unos segundos. —¿Algún día te importó la promesa que hicimos en aquel viaje de preparatoria?

—¿De qué hablas? —preguntó el alfa. La exasperación en su tono apenas y se podía ocultar. El hombre no dejaba de mirar hacia la puerta.

—Esa ridícula promesa de protegernos el uno al otro…de siempre apoyarnos… ¿Lo recuerdas? Hmm…tal vez no, tu fiebre era demasiado alta luego de caer al río…

El alfa no habló, y solo pudo mirarlo lleno de incertidumbre, temiendo lo que estaba por escuchar.

—Ahora me arrepiento de haber saltado al río para salvarte… —dijo Matt con indiferencia.

—Tú…

—Si no te hubiera salvado aquel día, ahora no estaría sufriendo por tu culpa…

—¡Fue Oriel quién me salvó! —replicó Daryl.

—¿Eso te dijo?

—No me lo dijo…yo…

—¿Así lo recuerdas? —Se burló Matt. —Tenías un enamoramiento por Oriel, así que eso fue lo que alucinaste. Ni siquiera te molestaste en preguntarle a alguien. Lamento decirte que me confundiste con él. Con quién hiciste esa promesa fui yo. Quién saltó al río para salvarte también fui yo.

Ante sus palabras, el estado de ánimo del alfa cayó al suelo. El omega sabía el por qué de la reacción del villano.

Esa promesa le había servido a Daryl para aferrarse a la certeza de que alguien lo amaba y lo apoyaba, sin importar que tan mal se vieran las cosas. Era la base insondable de su amor por Oriel; y ahora, él le había quitado eso.

—¡Estás mintiendo! —negó Daryl, sin estar convencido.

—Puedes preguntarle a cualquiera que haya ido a ese viaje. Todos me vieron saltar y sacarte del río. Incluso el mismo Oriel puede corroborar esto.

El alfa miró al chico en la cama con una expresión agobiada. No podía concebir lo que escuchaba.

—Creí que era uno de tus motivos para amarme a mí y dejar a Oriel en el pasado…

Fue entonces que los sentidos de Matt comenzaron a fallar. Soltó una pequeña sonrisa, sin miedo a lo que venía.

Él fue incapaz de escuchar su propia voz, pero sabía lo que estaba diciendo.

—Daryl…si hay una próxima vida…promete que no nos conoceremos…

Así, su mundo se tornó en un negro absoluto.

El pitido de las máquinas explotó y las enfermeras no tardaron en gritar “Código azul” con urgencia desde la puerta.

El sonido era estridente, y Daryl se sintió confundido por la escena que se desarrollaba justo frente a sus ojos. Veía la situación pero no la comprendía.

Un par de enfermeras lo arrastraron fuera de la habitación con rudeza, y él fue incapaz de oponer resistencia; lo último que alcanzó a ver de Matt era cómo la doctora levantaba la sábana blanca, y el deslumbrante color rojo en la camilla empapaba todo.

Fue entonces que se dio cuenta de la anormal tez pálida del omega. ¿Hace cuánto que había iniciado el sangrado? Él ni siquiera se había percatado de ello.

La puerta se cerró justo frente a él, y el sonido estalló en sus oídos.

No se dio cuenta de que su cuerpo entero estaba temblando, pero ¿de qué servía su miedo ahora?

Ya era demasiado tarde.

—¿Fue él? —murmuró con la mirada desenfocada. —Todo este tiempo… ¿fue él?

El pánico se extendió por su pecho, y ni siquiera sabía dónde poner las manos. Y fue entonces que alguien se acercó a su lado con rapidez.

—¡Daryl! —llamó el chico, y el alfa lo miró confundido. —¿Cómo está Matt? ¿Y el bebé? —La preocupación del omega era sincera.

—Oriel… recuerdas ese viaje escolar…al que nos invitó Matt…

—¿Qué? —No comprendía por qué la anormalidad del alfa, pero Oriel pareció deducir algo al escuchar el ruido estridente dentro de la habitación. Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Si, lo recuerdo.

—Matt…

—Recuerdo cómo ese pequeño omega saltó al agua para salvarte —dijo con las lágrimas cayendo una tras otra. —Por dios…era tan pequeño, ¿cómo pudo soportar arrastrarte todo el camino? Si yo hubiera sabido nadar, le habría ayudado…

Esas palabras fueron un balde de agua fría, y Daryl bajó el rostro. El último resquicio de esperanza se fue por el drenaje.

Miró sus pies, y luego sus manos que estaban temblando sin control.

Se dio cuenta. Él mismo había destruido a la persona que lo salvó —en más de un sentido—, con sus propias manos, así como a su propio hijo.

...

Capítulo 3

...

Matt flotaba en la nada…literalmente. Intentó abrir los ojos, pero no tenía ojos para ver. Quiso moverse, pero ni siquiera tenía cuerpo. Tan solo existía su conciencia.

Como todo ser humano sintió miedo hacia lo desconocido. Pero no tardó en resignarse, después de todo no era la primera vez que moría.

Fue entonces que una voz bastante andrógina y algo mecánica llegó a él.

—¿Te arrepientes?

Matt pensó un poco ante la pregunta que venía de la nada, y por raro que pareciera supo a que se refería. ¿Se arrepentía de haber ayudado al villano Daryl? ¿Se arrepentía de haberlo conocido? ¿Se arrepentía de haberlo amado?

En realidad no importaba cuál fuera la pregunta, porque la respuesta era la misma para todas.

—Lo hago, pero ahora no hay nada que pueda hacer —dijo mientras se encogía de hombros figurativamente.

—¿Y si te dijera qué puedes volver? —preguntó la extraña voz mecánica.

—No es necesario. No quiero volver a ese mundo por nada del mundo.

—El precio es bastante asequible —intentó seducir.

—¿Para qué querría volver a ese lugar? Nada cambiará; y sinceramente, ya no quiero que cambie. Aprendí la lección. —Se negó. El solo recordar todos esos años desperdiciados en una persona…y la semilla perdida… —Por cierto, ¿qué eres? ¿Dónde estoy ahora?

—Soy el Superior del pequeño 86. Reportó la anormalidad de tu caso y vine a revisar la situación.

—¿Entonces vienes para darme una compensación? —indagó Matt.

—Veremos si es posible —reconoció la voz. —Veo que todas las rutas se completaron con éxito…

—Nunca fallé ninguna misión.

—Siendo objetivos, el villano no debería tener preferencia por nadie más que tú, pero veo que en el momento decisivo tomó la decisión equivocada… Esto no cuenta como nuestro error a decir verdad, puesto que los humanos tienen libre albedrío, nosotros solo modificamos un poco los estímulos externos; sin embargo, tal parece que sí hubo un error en el análisis del villano, lo que causó los inconvenientes actuales —explicó el superior.

—¿Eso qué significa?

—En resumen, las recompensas que prometimos al usuario eran imposibles de cumplir. El villano jamás podría abandonar su obsesión.

—Entonces, él…

—Justo lo que piensas. A pesar de que el villano se enamoró sinceramente de ti, le sería imposible dejar de pensar en el protagonista. Su primera opción siempre sería el protagonista. Y su prioridad sería el protagonista.

—Es así… —Matt ya ni siquiera se sorprendió al escucharle. Perder la pequeña vida en su viente le había enseñado esa verdad de una manera cruel. Tampoco prestó atención a la corta frase “se enamoró sinceramente de ti”, pues él creía que eso no era amor. Daryl no sabía amar.

—Dada la anormalidad de este personaje que causó graves problemas al usuario, y que 86 no falló en asesorarte, podemos compensarte por los inconvenientes.

—¿En qué consiste esa compensación? ¿Volver a mi vida original?

—No puedes volver a tu antiguo mundo, dado que tu cuerpo original ya no existe ahí —informó la voz mecánica.

—¿A otro mundo?

—En los demás mundos no hay ningún cuerpo que se amolde a tu alma. Aún si fueras, serías aplastado por la ley del mundo en una hora o dos. Solo este lugar acepta tu existencia.

—Entonces, ¿mi única opción es volver a ese maldito lugar si quiero vivir? —Se quejó.

—Así es.

—Bien puedo morir ahora.

—¿No deseas escuchar ni siquiera lo que iba a decir a continuación?

—Habla entonces —dijo Matt sin muchas esperanzas. Sentía que estaba siendo estafado por segunda vez.

—Como dije, solo en este mundo hay un cuerpo disponible para ti, así que solo puedes ir a este lugar.

—¿A dónde quieres ir con toda esta información? —escupió el chico.

—Si vuelves a este mundo, ya no tendrás que llevar a cabo ninguna misión. Las leyes de protagonistas, villanos y extras tampoco te retendrán, y podrás actuar como desees. En términos simples, serás un transeúnte más. Esta es la compensación que podemos ofrecerte.

—¿Cuál es la trampa? —Matt no estaba convencido.

—Desde luego, para que esto suceda debe haber un pago —aceptó la voz mecánica sin vergüenza. —De otra manera, no podríamos retroceder la línea temporal aunque lo intentáramos.

—¿Qué pago?

—Veo que llevas ahí un amor cultivado por dos vidas, es un bien muy valioso. ¿Estarías dispuesto a sacrificarlo a cambio de volver y rehacer tu vida? La ventaja es que no necesitarás cargar con ese amor, y estarías libre para reiniciar de nuevo.

Matt se sorprendió por lo que escuchaba. Nunca se le ocurrió que el pago podría ser…renunciar a su amor por Daryl…

“Si yo pudiera dejar de amarlo…”

—¿Eso es posible?

—Desde luego. Si aceptas deshacerte de tu amor por el villano, podrás volver sin ninguna carga. Te puedo asegurar que cuando lo vuelvas a ver no sentirás nada por él.

—Pero mi bebé… —El chico seguía sin estar convencido. Aunque olvidara su amor por Daryl, jamás podría olvidar a su hijo. Ese es un dolor que llevaría a cada paso del camino. Durante cuatro meses había pensado en el pequeño ser dentro de su cuerpo, y se había encariñado tanto, que el solo recordar lo que había sucedido rompía su corazón.

—Puedo hacer que vuelva a ti.

—¿Qué? —Se congeló.

—Puedo hacer que vuelva a ti —repitió con amabilidad la voz. —Si te embarazas, puedo hacer que ese niño sea el que perdiste.

—¿Prometes qué será el mismo? —preguntó esperanzado de pronto.

—Desde luego que su exterior será diferente al cambiar uno de los padres, pero su alma será la misma. ¿Es suficiente compensación?

—Yo… —Matt sintió que lloraría de la alegría al segundo siguiente. Todo aquello que lo retenía había desaparecido, y sus dudas parecían banales.

Hizo lo mejor que pudo para controlarse y continuar: —Acepto.

Más tardó él en aceptar, que una luz cálida en iluminar el lugar. Y Matt volvió a perder la conciencia en dicho instante.

Lo que él no sabía es que al renunciar a su amor, también lo hacía a los recuerdos.

Fue así que cada experiencia, cada persona, y cada sentimiento que experimentó durante los últimos diez años fueron barridos de su corazón, quedando al final solo un chico de veinte años que murió en un accidente de tren.

Esa segunda vida fue borrada por completo de su memoria. Claro que los beneficios recién obtenidos seguían ahí, aún si él no los recordaba.

86 —quién había estado a lado de su superior todo el tiempo—, vio con tristeza como el usuario al que había acompañado durante años perdía sus recuerdos compartidos.

—¿Triste? —preguntó el superior.

—Lamento no haber sido de ayuda para mi usuario.

—Ese personaje es una anormalidad. No fue tu culpa, ni suya. Cualquier ruta habría desembocado en el mismo final, con el villano sacrificando al usuario. —86 agradeció las palabras, y se sintió un poco mejor.

—Adiós usuario. Espero que encuentres lo que buscas esta vez —susurró.

—¡Hey! —dijo una voz juvenil a su lado. Matt frunció el ceño y se quejó.

—Cinco minutos más… —balbuceó.

—¡El profesor Bill viene! No llores cuando te golpee —recriminó el dueño de la voz.

—¿Profesor…?

Matt se levantó en automático, preguntándose por qué a los profesores les importaría si un mesero dormía o no en su descanso.

“Espera… ¿no iba en el tren directo a casa?”, se preguntó confundido.

La luz golpeó su rostro y tuvo que tallarse los ojos. Luego de unos segundos se acostumbró y miró a su alrededor.

Estaba en lo que parecía ser un salón de clases.

—¿Dónde…? —vio en todas direcciones, y no reconoció a ninguna persona, mucho menos el lugar. —¿Quiénes…?

Estaba por preguntar, pero su boca se cerró en automático justo en ese momento, pues sintió un dolor de cabeza tan intenso que lo hizo encogerse.

Un mar de recuerdos ajenos se estrelló en su propia conciencia y se sintió aturdido por varios segundos.

El chico a su lado se dio cuenta de su anormalidad.

—¿Hey, estás bien? —preguntó mientras se acercaba a su lado. Fue entonces que el profesor Bill entró por la puerta, y no tardó en notar a los dos chicos.

El hombre era un beta que rondaba los cincuenta años, con una calva en la cabeza y una panza prominente.

—Northman, Lobato, ¿acaso siguen jugando? —reprendió el hombre.

—¡No es eso profesor! Matt no se encuentra bien, creo que le duele la cabeza.

La mirada seria en los ojos del chico, y la expresión pálida del otro le demostraron al profesor Bill que no se trataba de ningún juego. No le quedó de otra más que dejar a un lado su enojo.

—Acompáñalo a la enfermería —dijo.

En medio de los susurros de los demás alumnos, Matt se puso de pie y fue guiado el resto del camino por ese chico. Caminaron por un par de pasillos, bajaron escaleras y cruzaron puertas. Su mente estaba algo enredada y solo se dejó llevar.

El dolor de cabeza no disminuyó en todo el trayecto. Y se sintió mareado con cada paso.

Llegó un punto en el que las ganas de vomitar lo atacaron. Temiendo devolver todo en su estómago en pleno pasillo, Matt solo pudo balbucear: —Baño…

El chico comprendió y se dirigieron al baño más cercano. Y tan pronto como entraron, él corrió a un cubículo y devolvió todo el contenido de su estómago.

Las arcadas lo ahogaban, y las lágrimas fisiológicas empañaban su vista.

En el proceso desató con torpeza la corbata en su cuello, e incluso desabotonó los botones superiores de la camisa. Tampoco olvidó quitarse una banda que estaba cubriendo la parte trasera de su cuello, pues se sentía sofocado.

Al cabo de unos segundos que parecieron eternos se calmó, y al final bajó la cadena de la taza.

Se sentía sucio y fue a lavarse el rostro. Por suerte, el agua fría despejó su mente. Tampoco olvidó enjuagar su boca.

Luego de eso, los nuevos recuerdos se asentaron un poco en su memoria, por lo que supo qué sucedía y en dónde se encontraba.

Miró su reflejo en el espejo con un toque de incredulidad. El rostro que veía seguía siendo el mismo que recordaba, pero más joven…un par de años.

Lo único que le demostraba que había cambiado de cuerpo era el color de sus ojos, pues ahora eran un poco extraños. A primera vista eran de color verde, pero con la luz iluminándolos podía notar toques grises.

Y así, tan increíble como pareciera…él había cruzado. Y no a cualquier lugar, sino al interior del libro “Dulce, dulce omega”, que era el libro que había terminado de leer la noche anterior.

Con muchas dudas volvió a echarse agua en el rostro. Y el agua helada lo hizo suspirar.

“Entonces morí…”, se dijo. No había una tristeza absoluta en su corazón, solo le sorprendió la fragilidad de la vida humana.

...

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