Bienvenidos a una nueva historia. Esta no es la trama de siempre; quise hablarles de lo que pasa por la cabeza de los malos. Sí, en cada libro está la mala a la que odiamos y siempre queremos que le pase lo peor, pero saben por qué, es por qué no escuchan su parte de la historia, solo la de la chica buena, aunque en miles de historias la supuesta mala es la legal y viene "la buena" y se mete en esa relación.
Escuchemos la versión de esta supuesta mala que está obsesionada con un amor no correspondido; sé que lo primero que dirán es que no se quiere ni se valora y bla, bla, bla; todas hasta las que comentan "No, yo jamás me rebajaría así", todas en algún momento hemos querido hacer todo por retener a eso que sabemos que nos daña, pero somos tercas.
Yo sé que no lo van a admitir obvio, que no, pero todas las mujeres han pasado por allí, sobre todo las que ahora detestan a los hombres y dicen no te rebajes, no tienes dignidad, créanme que hablan por experiencia, bueno mis lectoras les dejo esta historia y espero les guste, esta chica sí, está errada pero denle la oportunidad, besos si ven algún error ortográfico me avisan como siempre y luego lo corrijo, besos se les ama.
Soy Isabella Rinaldi, la reina de los Rinaldi. Desde pequeña he tenido todo lo que quiero; detesto que me digan que no, de hecho mi familia no tiene esa palabra en su vocabulario. Desde muy niña me ha encantado brillar; soy única y lo que cualquier persona querría en su vida.
En las fiestas siempre le decía a papá que sacará a las niñas que no me caían bien o las niñas feas, o simplemente si el regalo que me daban no me gustaba.
Desde muy pequeña le hacía bromas a mis hermanos, tengo dos, Fabio de 28 años y Arturo de 25, les corría a sus novias y les quitaba cualquier cosa que me gustara de su cuarto, los hacía ir conmigo al ballet, siempre he sido caprichosa y desde que comencé a estudiar he sido la más popular, la que todos adoran y algunos detestan. Siempre he llamado la atención y los chicos siempre me han buscado, aunque ninguno me gusta. Mi corazón pertenece al hombre más guapo de todos, Adriano Castello Volkot. El mejor amigo de mi hermano Arturo es cinco años mayor que yo.
Desde que vi a Adriano quedé flechada; yo aún era una nena de trece años y él tenía dieciocho años. Lo conocí en la preparatoria; él iba a buscar a su novia, la insoportable de Ángela Luca. La detesto; ella tenía dieciséis y dieciocho en aquel entonces.
Hice de todo, la dejé en mal delante de todos, le dañé el vestido que usaría en un acto y también un día, cuando estaba sentada en las barandas con sus amigas, sin que me vieran, la empujé y ella no pudo ir al baile donde él sería su pareja, pero nada daba resultado; él seguía embobado con ella.
El tiempo seguía pasando y yo cada vez lo amaba más; a la edad de 16 años lo besé en una fiesta en la piscina que hubo en la mansión. Él se molestó mucho conmigo.
Cuatro años atrás.
Estamos en la piscina, estoy con mi mejor amiga Giulia Rossi y estamos tramando a ver a quién empujamos al agua, y de repente mi amiga me hace señas de que viene el amor de mi vida. Adriano es un hombre muy hermoso, es de piel blanca, cuerpo fuerte y definido, es alto, de cabello oscuro y unos ojos que me encantan. Sus labios perfectos. Muero por estar con ese Adonis, miro cómo entra en la piscina y estoy que enloquezco; mi corazón se descontrola al ver el agua gotear de su cabello; es tan sexy.
Después de un rato, Adriano sale de la piscina y me quito mi pareo quedando en un traje de baño muy hermoso de color azul; es de dos piezas y no es por nada, pero tengo un muy buen cuerpo. Lo veo salir de la piscina y entrar a la mansión. Nuestros padres no están. Miro a mis hermanos y Arturo está hablando con una idiota, luego me encargo de ella y mi hermano mayor está hablando con su amigo y primo de Adriano; no recuerdo su nombre, pero es ruso y vive aquí en Italia. Creo que son primos por parte de la madre de Adriano y no se llevan muy bien.
En fin, camino detrás de Adriano y mi corazón se dispara, veo como toma una bebida y hasta eso me parece increíble; no entiendo cómo pasó, pero estoy muy enamorada de ese hombre hasta el punto de tener montones de fotos de él. Algún día será mío, lo sé.
—Hola, Adri, cómo estás, bombón —le digo con coquetería. Él me repara un momento con su mirada y luego fija sus ojos en mi cara como si no quisiera verme en traje de baño.
—Hola, Isabella, ¿Cómo estás y me llamo Adriano, no Adri? —dice y me río coqueta.
—Pues yo quiero que me digas bella, y… Tu novia no la veo por aquí —le digo y éste se aleja un poco, pero yo me acerco más a él.
—No pudo venir Isabella, se quedó en su casa en una comida familiar y creo que iré a verla mejor —dice y me causa rabia, pero disimulo, me acerco mucho y observo la jarra que está detrás de él y le digo.
—Adri, podrías pasarme un vaso de jugo, por favor —le hago ojitos y él gira para buscar un vaso, pero como están en la otra mesa gira para buscarlo y aprovecho y lo beso.
Al principio soy un desastre, pues es mi primer beso y él también se contuvo, pero poco a poco se dejó llevar y me correspondió el beso. Todo era perfecto; sentí un millón de mariposas en mi estómago; parecía que era uno de los miles de sueños que tengo con él, hasta que una voz nos interrumpió.
—Es en serio, Adriano, así dices amar a tu novia —volteó molesto, a ver quién se atrevió a interrumpirme y es el primo de Adriano quien se ve fúrico.
—No es lo que parece —dice tratando de justificarse.
—A mí no me expliques, explícale a Ángela y a tu amigo Arturo —dice y se va molesto. Esto hace que Adriano también se vaya, pero no sin antes regañarme por lo que hice.
—¿Qué tengo que hacer para que entiendas, mocosa? No quiero nada contigo, no me gustas, tengo novia y la amo —dijo y me dolió mucho, pero no me daría por vencida a mí; nadie me dice que no…
Salí molesta hacia la piscina y el día transcurrió normal. Adriano y su primo se fueron y yo quedé feliz a pesar de que me frustraron el momento. Tuve mi primer beso y fue con el amor de mi vida. Besa demasiado rico, simplemente él es perfecto.
Después de ese día no volví a ver a Adriano; se fue de viaje con mi hermano a estudiar y no me decían a dónde. Por más que traté de preguntar nunca lo supe. El tiempo transcurría y nadie llamó mi atención; yo estaba enamorada de él y nadie me haría desistir.
Seguí estudiando, aunque lo hacía solo por cumplir, y por supuesto era la mejor. Mi familia tiene muchas empresas, entre ellas varias editoriales, y como algo tenía que estudiar me fui por allí. Empecé la universidad, empezando mis diecisiete años, estudiando varias carreras, como literatura española e inglesa, edición de libros, marketing y publicidad. Desde pequeña, siempre mi padre me mantuvo en varias actividades, por eso sé hablar varios idiomas. Según él, para trabajar en la editorial eso es indispensable, pero obvio, yo no voy a trabajar, no lo necesito.
Dos años después.
Despierto bostezando y estirándome a más no poder, pues la alarma de mi celular acaba de sonar. Voy y me doy una ducha en mi hermoso baño. Es gigante, digno de mí, es blanco con azulejos fucsias y las cerámicas del piso son rosa claro.
El agua está tibia y perfecta y allí me quedo entre espuma y aceites aromáticos. Una vez que me baño voy directo a cambiarme; veo mi armario y es inmenso, pero ya debo actualizarlo hace tres semanas; no lo hago. Me coloco un vestido corto y suelto de color rosa con algunos detalles blancos, unos tacones blancos y mi hermosa cartera; me maquillo y bajo a desayunar.
—Buenos días, familia, hola, papi hermoso, hola, mami divina, y allí está el abuelito más lindo de todos. Digo para darles un beso a cada uno de quienes están desayunando de lo más felices.
—Buenos días, mi niña, pero ya nos vamos a la empresa —dice papa y le tiro un besito.
—Papi, hoy compraré el nuevo auto que te dije, ese ya me aburrió. Le diré a José el chófer que me acompañe; él sabe de eso —digo con mi típica carita tierna al momento de querer algo.
—No, Isabella, tu auto tiene solo tres meses de comprado; cuanto llevas en lo que va de año, no puedes seguir así. Comienza mi mamá con su sermón, la amo, pero a veces abusa, siempre trata de prohibirme todo y eso me molesta; no me deja ser feliz.
—Querida, ya deja a la princesa tranquila si lo quiere cambiar y yo se lo puedo dar, cuál es el inconveniente a ver —dice mi padre, me abraza y se va. Al quedarme a solas con mi madre, ella comienza con sus aburridas charlas de que las cosas se ganan, que todo cuesta y hay que valorarlo, y eso no me harta.
—Isabella, me contó tu hermano que su amigo tuvo que cambiar de línea porque tú no lo dejas en paz; ya déjalo, él no te quiere, valórate y espera a quien llegue el indicado —dice mamá y hay, no esto, no se lo tolero, así que salgo a la universidad como siempre y la dejo hablar sola.
El tiempo siguió pasando y me gradué en literatura y al mismo tiempo publicidad. Culminé todas mis carreras y ya no podría mi madre reprocharme nada. Yo veía el estudio como algo solo para tener conocimiento, ya que no me hacía falta trabajar. Soy una reina y jamás dejarían que trabajara. Me gradué a mis veinte añitos y toda mi familia vino; no solo eso, mi hermano regresó para atender las empresas y con él Adriano estaba más guapo que nunca, pero venía del brazo de la idiota de Ángela.
El acto estuvo hermoso y emotivo, con toda mi familia orgullosa de mí; eso es lo que me encanta ver en los ojos de mi padre, abuelo y hermanos ese brillo de orgullo por mis logros.
Mis padres organizaron una fiesta en la mansión y pensé en que esta sería la oportunidad que siempre esperé. Esta vez no iba a desaprovechar mi oportunidad de tener a ese hombre para mí.
Llegamos a la fiesta que era en nuestra mansión; todo estaba hermoso, había música actual y movida; nuestros padres nos dejaron disfrutar y subieron a su recámara, así que hoy sería el día en que por fin Adriano sería mío para siempre.
Isabella.
Observé todo el lugar y el salón que está junto al jardín quedó perfecto. Todo está ambientado como si fuera un antro de lujo, las luces son tenues y solo lo alumbran unas parpadeantes luces de colores, el DJ está poniendo las mejores músicas y hay meseros atentos por todas partes. Entro de la mano de mi amiga; ella, aunque está un poco loca, la amo, aunque a veces se pasa de moralista y mojigata.
Tengo un hermoso vestido negro corto con pedrerías alrededor del escote de corazón, dos cadenas llenas de piedras preciosas. Lo sujeta a mi espalda, me queda ajustado y realza cada curva de mi cuerpo y lo corto hace que mis piernas se roben la atención de todos los hombres. Llevo tacones altos y mi cabello suelto, simplemente yo. El de mi amiga es rojo y corto, estilo strapless. Le queda muy sexy y con unos tacones altos se ve hermosa.
Vemos una de las mesas y comenzamos a beber. Son unas bebidas con poco alcohol. Jalé a mi amiga de la mano y comenzamos a bailar moviendo las caderas de manera sensual al ritmo de la música. No pasan ni dos minutos y tenemos compañía. Dos hermosos chicos se nos acercan y comienzan a bailar con nosotras; yo me dejo guiar por la música ignorando a Adriano para ver si reacciona, pero nada de eso sucede. Me duele su indiferencia; cualquier hombre me querría a su lado, cualquiera menos él; para él simplemente no existo, y no me daré por vencida a partir de mañana juntos para siempre.
Me canso de bailar y voy hacia la mansión donde mis padres ya deben estar dormidos. Me entregan un obsequio como los muchos que me han llegado desde que tengo quince años. Nunca dicen el remitente, pero siempre traen un hermoso mensaje. Si preguntan por qué los conservo es porque obsequio es obsequio y cada uno es indicado para mí, como si esa persona supiera cómo soy. Guardo mi regalo y me regreso a la fiesta. Sigo bailando esta vez con uno de mis hermanos, luego con el otro y así la noche va transcurriendo. Salgo un momento hacia el jardín.
Comienzo a pensar cómo llegué a amar tanto a este hombre hasta el punto de querer hacer lo que haré hoy. No lo sé desde qué lo vi; lo deseo, lo pienso a cada segundo del día; tengo millones de fotos de él, cada palabra que me ha dicho o gesto, aunque sea un saludo, lo atesoro de manera especial y las malas cosas que me ha dicho esas ya se me olvidaron. Amo a ese hombre y a partir de mañana estaremos juntos por siempre.
Regreso al salón y ya es bastante tarde. Veo salir a Ángela como molesta y me alegro. Busco a mi bombón con la vista y está en la barra tomando mucho. Pienso en qué habrá pasado para que esté así, aunque me alegra porque eso facilita mis planes. Dejo que siga tomando como loco y sigo disfrutando mi fiesta. Mi amiga ya se fue y veo como mis hermanos salen con dos mujeres y solo lo dejo tranquilo porque hoy tengo planes.
Veo el reloj y ya son las tres. No queda casi nadie y Adri está muy tomado. Me le acerco y lo beso se deja llevar y me emociono, pero el beso se arruina cuando.
—Amor, regresaste, ya se te pasó la rabia, Ángela —dice y me enfurezco.
—Ven y te llevo a descansar —le digo y llevo un trago con nosotros. Se tambalea, pero camina y como puedo lo llevo hasta una habitación de huéspedes.
Al llegar al cuarto lo tiro en la cama y comienzo a besar. Él tiene sus ojos cerrados y me corresponde, quiere hablar y lo callo a besos. No podría soportar que me vuelva a confundir con ese idiota. Abre sus ojos y comienza a reconocerme y me aparta.
—¿Qué haces? Apártate, Ángela nos puede ver y si la pierdo me muero —dice y me da rabia, pero me aguanto.
—Ten amor, tómate esto para que te sientas mejor —lo toma refunfuñando.
—No me llamo así, no soy tu amor —dice, pero minutos después se calma, me le subo encima y comienzo a besarlo, lo abrazo, lo acaricio y no se queja, no para de llamarme por el nombre de ella, lo sigo besando y me quito el vestido. Sus besos me enloquecen, me siento en el cielo.
Abro mis ojos lentamente por la luz del día que me da de frente, lo veo a mi lado y sonrío. Entonces lo beso; estoy muy feliz porque por fin estaremos juntos. Se despierta y se sorprende preguntándome qué pasó.
— que... ¿Qué significa esto, Isabella, ¿qué pasó?—dice y yo lo miro y niego?
—Se te olvidó lo que pasó ayer, como me hiciste tuya, amor—.
—Que no me digas así y no soy tu amor —se sobresalta y jala la sabana para dejar ver una mancha de sangre, entonces grita.
—Dios mío, qué hice —y eso causa que mis hermanos y padres entren viendo todo aquello; luego entro hasta mi abuelo; yo cubría mi cuerpo con la sábana y el desastre comenzó.
—Bastardo, te voy a matar —dijo mi hermano golpeándolo menos mal. Se había colocado el bóxer y el pantalón.
—Te abrimos las puertas de nuestra casa y así pagas, robándole su virtud a nuestra nena, que pensaste, he, que nadie se daría cuenta y seguirías con tu novia —ese fue papá.
— O te casas con mi nieta o te hundo a ti y a tu familia cobarde._ dijo mi abuelo y yo solo lloraba, sabía que esto pasaría, pero esto es un desastre.
Adriano me mira con dolor y rabia y responde.
—Está bien, pongan el día y yo me caso ahora; si me disculpan, me voy —salió de allí y papá me abrazó.
—Tranquila, ni niña, nadie se burlará de ti. Luego todos salieron menos, mamá.
—Isabella, te conozco lo que pasó aquí; no creo que el consciente haya hecho esto —dijo mamá molesta.
—Mamá, ya déjame en paz, él me sedujo y sabes que lo amo, así que caí. Mi madre salió decepcionada y yo estaba feliz; al fin sería la señora Castello.
Isabella.
Estoy acostada en mi cama, mi amiga no me contesta las llamadas, dice que es muy cruel lo que hice; separé a Adriano del amor de su vida, dice que me arrepienta y que no me case, pero está demente si cree que renunciaré a mi sueño solo porque a ella le apareció la conciencia.
La boda se programó para dentro de un mes, mientras estoy preparando toda la boda, aunque Adriano está de acuerdo con la clausura de mi abuelo donde dice que solo habrá divorcio después de cinco años o si yo lo quiero y eso será nunca; pues, jamás le daré el divorcio.
Él no está de acuerdo con una boda religiosa y así será cuando nos enamoremos. Él me rogará a mí que me casé con él, he leído mucho y con la convivencia nace el amor; estoy tan feliz y no me arrepiento de nada. Mis días se basan en ver las cosas para la boda y presentarme a eventos con mi prometido. Es el evento del siglo y no podría estar más feliz.
Bajo la cocina con una falda plisada rosada y una blusa blanca, unos tacones y estoy perfecta. Veo a mamá y está terminando de preparar algo. La miro extraña y le pregunto.
—Mami, por qué estás cocinando, para eso están los empleados —digo y mi madre niega.
—Que se tenga empleados no quiere decir que no podamos hacer los quehaceres de vez en cuando; a ver, ven y aprende conmigo ahora que te casarás para que lo atiendas —dice mamá y me río.
— que estás diciendo... Yo cocino, no, mami, estás viendo mi manicura, sabes cuánto costó, no, que va, yo no voy. Hacer nada de eso, además, se me quemaría hasta el agua —digo y salgo al jardín donde hay un decorador, tomando medidas y ahí paso el resto de mi día.
Los días pasan y pasan y Adriano no me dirijo la palabra, solo está para fotos y se va, me evita, pero pronto no podrá vivir sin mí, ya solo falta un día y me convertiré en la señora Castello. Por fin logré mi mayor sueño. No hay mujer más feliz que yo.
—HERMANITA, cómo estás, mañana te me casas, eso me enfurece, sabes que te amo —dice mi hermano mayor, ya que Arturo está distante por lo de su amigo.
—Hay, hermanito, no seas así; yo seré la mujer más feliz del mundo —le digo y me abraza.
—Sabías que estoy orgulloso de ti, te amo, mi princesa —dice y lo abrazo fuerte; lo amo a él y a toda mi familia.
Día de la boda.
Hoy por fin es el día de la boda; es increíble como todo ha quedado tan lindo; mi madre sigue distante conmigo, pero igual me apoyo en toda la organización, nos regalaron una hermosa casa y al terminar la boda nos iremos a nuestra nueva vida.
Mi vestido de novia es elegante, de tirantes y tiene un escote de corazón y en el busto tiene pequeñas piedras brillantes y una transparencia que va de bajo de la abertura de la pierna cubierta con pequeñas piedras brillantes. Es pegado al cuerpo y un poco suelto abajo, donde se arrastra un poco. Unos tacones plateados cerrados y una tiara digna de mí. Estoy divina; me hubiese gustado un vestido de princesa frondoso, pero eso lo dejaré para la boda por la iglesia.
Vestido de novia de Isabella, solo vestido.
Camino del brazo de mi padre Andrés y mi madre Isaura, está emocionada, aunque al verme disimula un poco… La tonada comienza y camina por el jardín. Al final me espera el amor de mi vida; el juez nos pregunta si aceptamos amarnos y respetarnos en la salud, la enfermedad, la riqueza, la pobreza y sernos fiel hasta que la muerte nos separe. Ambos aceptamos y nos indican que podemos besarnos. Adriano se me acerca y me da un beso, pero solo junta nuestros labios, no hace más nada. Caminamos a la fiesta y nos empiezan a felicitar; mi padre me abraza y mi abuelo; todos me desean felicidad. Veo el rostro de Adriano y parece que va a la horca.
Camino hacia Adriano y comenzamos a bailar. Recargo mi cabeza en su pecho y este no dice ni una palabra. Me siento en el aire; estoy muy contenta; mi ensoñación es interrumpida, de repente.
—Ya vámonos, fue mucho por hoy —dice y le doy la mano. Escapándonos de nuestra boda, se me hace algo de verdad romántico. Caminamos al auto y todo es silencio hasta llegar a nuestra mansión. Es grande, hermosa, moderna, me encanta, espero que me abra la puerta, pero no lo hace, así que entro y quedé maravillada. El interior es hermoso; cada parte de aquí es muy linda; giro para ver por qué no entra y veo a Adriano entrar a la casa con Ángela en brazos.
—¿Qué demonios te sucede que hace esta tipa en mi casa? —le digo y este la baja y me mira frío.
—Traje a la mujer que amo para que me dé mi luna de miel, que pensaste que viviríamos un final feliz, estás loca. Me grita y lo abofeteo; en eso esa tipa me mira mal y le soba su mejilla.
—Eres un maldito, cómo te atreves, es nuestra boda —le gritó y suelta una carcajada.
—Por favor, no sea hipócrita, esta no es una boda, es una farsa; mi boda será en cinco años con la mujer que amo loca desquiciada. La carga para llevarla a una habitación. Me mira y dice.
—Si no quieres escuchar nuestros gritos, mejor vete a la última planta —dijo y me le plantó en frente.
—No, señor, esa perra a mi casa no entra, tú no me vas a respetar así —me mira y sonríe.
—Bien, me voy entonces con mi mujer y el amor de mi vida; mañana regreso loca, demente.
Dice y se va besándose con esa tipa en brazos. A esa maldita de Ángela la odio.
Una vez que se va caigo de rodillas y comienzo a llorar, es un desgraciado, pero no me voy a dar por vencida ahora menos, voy a mi habitación según me indica el ama de llaves y están todas mis cosas aquí, pero las de Adriano no, rompo mi vestido mientras grito y lloro, luego voy a la tina mientras grito de frustración, es un desgraciado, cómo se atreve, nunca pensé que fuera capaz de eso.
Una vez cambiada me acuesto a llorar; al día siguiente veo que en la sala están todos los regalos; el solo verlos me da mucha rabia. Tomo uno que llama mi atención y es el mismo de siempre; no tiene remitente, pero dice: Felicidades por tu boda y, aunque sé que no serás feliz, deseo que lo seas, pues, te mereces el mundo. Dice y trae el mismo sello de siempre, la silueta de una chica como haciendo una pataleta.
Voy a la cocina y me sirven el desayuno. Como totalmente sola, pues, no hay rastros de Adriano. Al terminar me voy hacia el jardín y comienzo a leer. Mientras lo hago, la desesperación me gana; él empezó a imaginarlo con eso y mi rabia aumenta de un momento a otro. Estoy fuera de sí y luego caigo al suelo llorando. Esta vida no me gusta, pero haré lo que sea para que me ame.
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