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"La Senda De La Complicidad Real”

"La Dama del Despertar"

El reino de Arvandon, una vez próspero y lleno de vida, se hallaba ahora sumido en la penumbra de una crisis económica. Los susurros de inquietud se filtraban por los pasillos del majestuoso castillo, mientras el rey Aldric, preocupado, buscaba respuestas entre informes y consejos.

La corte, envuelta en un aire de incertidumbre, recibió a una nueva figura que rápidamente acaparó la atención de todos: Lysandra. Su presencia, marcada por la belleza serena y la determinación en sus ojos, eclipsó momentáneamente la opulencia de los nobles que la rodeaban.

El príncipe Aiden, normalmente distante de las intrigas palaciegas, quedó impactado por la aparición de Lysandra. Sus cabellos oscuros enmarcaban un rostro de rasgos suaves pero decididos, desafiando las expectativas y normas de la corte.

Durante un banquete real, las miradas se dirigieron hacia Lysandra, quien con modestia y gracia capturó la atención de todos. Aiden, desde su asiento en la mesa real, se vio atraído por la presencia magnética de la joven. No podía apartar la mirada.

El rey Aldric, intrigado por la presencia de Lysandra, solicitó su compañía para una charla. Durante la conversación, la joven compartió ideas audaces para abordar los desafíos económicos del reino.

Su conocimiento y sabiduría no pasaron desapercibidos ante el monarca. Sin embargo, cuando Lysandra expresó su deseo de estudiar y utilizar su conocimiento para ayudar al reino, el rey se mostró reticente. "La economía es un terreno para hombres con experiencia", sentenció, negando la posibilidad a la joven de ofrecer su ayuda.

La decepción se dibujó en el semblante de Lysandra, pero en lugar de doblegarse, su determinación se fortaleció. Con una reverencia respetuosa, se retiró de la presencia del rey, manteniendo la dignidad que la caracterizaba.

Mientras Lysandra abandonaba el salón real, el príncipe Aiden, sintiendo un impulso inexplicable, decidió seguir sus pasos discretamente. Sorteando los pasillos del castillo, se deslizó fuera de las murallas y siguió a la joven hacia los límites del reino, donde la luz del castillo apenas alcanzaba.

La joven se detuvo frente a una modesta casa, donde una débil luz parpadeaba en la ventana. Aiden, oculto en las sombras, observó cómo Lysandra entraba en la morada con un aire de resignación.

El príncipe, asombrado por lo que había presenciado, se encontró intrigado por la dualidad de la vida de Lysandra: una presencia deslumbrante en la corte, pero una vida sencilla en su hogar.

Reconoció la valentía y la pasión en su determinación por ayudar a su familia y mejorar su situación.

Decidido a comprender más sobre Lysandra y ofrecer su ayuda, Aiden se retiró a su alcoba en el castillo, con el corazón agitado por el misterio y la compasión que había despertado en él la enigmática joven.

Aquella noche, mientras las estrellas cubrían el cielo, el príncipe reflexionaba sobre la posibilidad de brindar apoyo a Lysandra en su búsqueda por mejorar las condiciones del reino, sin revelar su identidad. Una decisión que podría cambiar el curso de sus destinos se gestaba en la quietud de la noche.

La noche cayó sobre el reino de Arvandon, tejiendo un manto estrellado sobre el castillo y los campos adyacentes. En la modesta casa al borde del reino, Lysandra, aún consternada por el rechazo del rey, se vio incapaz de encontrar consuelo en el sueño. En la penumbra, decidió buscar la guía de la sabiduría de su madre.

La madre de Lysandra, una mujer de mirada perspicaz y corazón sabio, la recibió con amor y preocupación. Tras escuchar las palabras de su hija, emanando frustración y desilusión, la madre ofreció palabras de aliento y consejo.

"La adversidad es la forja del espíritu, querida hija. Tus deseos de servir a tu reino son nobles y dignos, pero a veces, los obstáculos nos enseñan a encontrar caminos diferentes para alcanzar

nuestros objetivos".

La madre alentó a Lysandra a no desanimarse por la negativa del rey, recordándole su valía y su potencial para cambiar las cosas. Juntas, madre e hija trazaron planes para seguir adelante, incluso ante las dificultades.

Mientras tanto, en el castillo, el príncipe Aiden, decidido a asegurarse de que Lysandra llegara a casa de forma segura, dejó a un hombre de confianza para vigilar desde las sombras. Sin embargo, este intento de proteger a la joven no pasó desapercibido.

La madre de Lysandra, con su sagacidad habitual, descubrió al hombre que acechaba yendo tras los pasos de su hija. Enfrentándolo con decisión, exigió respuestas. El hombre, presa del temor y la sorpresa, reveló la intención del príncipe de seguir a Lysandra

La mujer, airada por el intento de espionaje, decidió tomar medidas drásticas. Con la determinación de proteger a su hija, ideó un plan audaz. Junto a Lysandra, tramaron un elaborado engaño, persuadiendo al hombre para que los llevara a una ubicación secreta donde buscarían más información.

Las sombras de la noche testificaron un inusual movimiento en los límites del reino. La madre y Lysandra, acompañadas por el hombre que los espiaba, avanzaron hacia un lugar apartado, envuelto en el misterio y la oscuridad El hombre, presa del temor y la incertidumbre, se encontró en una encrucijada, incapaz de resistir la astucia y el poder de convicción de las mujeres. A medida que el secreto que guardaba comenzaba a desentrañarse, las consecuencias de su espionaje se revelarían.

"La Prueba de la Sinceridad"

El hombre, sometido a un intenso interrogatorio por parte de Lysandra y su madre, se encontró acorralado por sus propias palabras. En medio de la tensión, Lysandra, con determinación en su mirada, encaró al hombre "¿Por qué el príncipe te envió y con qué propósito?" preguntó Lysandra con firmeza, su voz resonando en la quietud de la noche.

El hombre, visiblemente nervioso, miró a Lysandra y confesó porque el príncipe lo mandó: "Fue la belleza y valentía lo que me llevó a seguir sus órdenes. No me importa tu situación económica, deseo ayudarte a seguir adelante, pero no puedo revelar esto al rey".

La madre de Lysandra, incrédula ante las palabras del hombre, creyó que era una artimaña para escapar del aprieto en el que se encontraba. Pero el hombre, con sinceridad en sus ojos, reafirmó su declaración. "Lo que digo es la verdad. Puedo demostrarlo si me lo permiten", respondió el hombre, con un atisbo de esperanza.

Lysandra, con un destello de astucia en su mirada, decidió poner a prueba las palabras del hombre. "Ve donde está el príncipe y  que se preséntate delante de nosotras con un presente.

El hombre, consciente del desafío y decidido a demostrar su lealtad a Lysandra, asintió con seriedad. Con paso rápido pero decidido, partió hacia el castillo, llevando consigo una determinación férrea de demostrar la autenticidad de sus intenciones.

Mientras el hombre se alejaba en la oscuridad de la noche, la madre de Lysandra y ella misma intercambiaron miradas, aún incrédulas por lo que habían escuchado. La posibilidad de un aliado inesperado, capaz de desafiar al rey por el bienestar de Lysandra, les sorprendió profundamente.

Las estrellas brillaban en el cielo, acompañando el silencio de la noche. Lysandra, llena de incertidumbre y esperanza, aguardaba el regreso del hombre, ansiosa por saber si sus palabras eran verdaderas o solo un espejismo en la oscuridad.

La noche transcurrió lentamente en el pequeño hogar en los límites del reino de Arvandon. La madre de Lysandra, con la sabiduría de los años, observaba a su hija con una mezcla de preocupación y curiosidad. La joven, con la mente inquieta y el corazón lleno de incertidumbre, aguardaba el retorno del hombre enviado por el príncipe.

Cada segundo parecía una eternidad mientras Lysandra se sumergía en pensamientos sobre las palabras del hombre. Su mente se debatía entre la posibilidad de un aliado inesperado y la cautela ante la inusual oferta de ayuda que había recibido.

Finalmente, una figura oscura se recortó contra el resplandor de la luna. El hombre regresaba con el príncipe, con paso firme y un aura de determinación que desafiaba las sombras. Al aproximarse a la casa, llevaba en sus manos un pequeño cofre adornado con detalles delicados.

Lysandra se puso en pie, con la mirada expectante y el corazón latiendo con fuerza. La madre observaba con cautela, evaluando cada gesto del hombre que ahora se encontraba frente a ellas.

El principe, con una reverencia respetuosa, presentó el cofre ante Lysandra. "Aquí está el presente que el príncipe envía como muestra de su sinceridad", anunció, su tono cargado de seriedad.

Con gestos precisos, Lysandra abrió el cofre y descubrió un delicado broche incrustado con piedras preciosas. Era una pieza de belleza exquisita, que destellaba bajo la luz de la luna "Ahora, como me pediste, repito las palabras que te dije antes. No me importa tu situación económica, deseo ayudarte a seguir adelante, pero no puedo revelar esto al rey porque el te rechazó, debemos mantenerlo en secreto por le momento", reafirmó el príncipe, su voz resonando en la quietud de la noche La madre de Lysandra, aún incrédula, observaba la escena con ojos escrutadores. Sin embargo, la convicción y la sinceridad en las palabras y gestos del hombre comenzaban a disipar sus dudas.

Lysandra, con una mezcla de sorpresa y cautela, contempló el broche en sus manos y luego al hombre que había regresado a cumplir su desafío. "Si estas palabras son ciertas, ve al príncipe.

Preséntate delante de nosotras con este regalo y repite exactamente lo mismo que me dijiste a mí", declaró con determinación.

El hombre asintió, comprendiendo la prueba que se le presentaba. Con la promesa en sus labios y el broche en sus manos, se encaminó hacia el castillo, llevando consigo el deseo ardiente de demostrar su lealtad y sinceridad a Lysandra.

La noche se desvaneció en el horizonte, dejando a Lysandra y su madre inmersas en un silencio cargado de expectativa. La joven aguardaba con ansias el desenlace de este inesperado giro en su destino, mientras la madre observaba con una mezcla de preocupación y esperanza.

El amanecer llegó con los primeros rayos dorados, iluminando el paisaje y llevando consigo la promesa de un nuevo día, cargado de incertidumbre y posibilidad para Lysandra y el misterioso hombre que había irrumpido en su vida.

"La Oferta Real"

La mañana se asomaba en el horizonte cuando el príncipe Aiden, decidido a cumplir su promesa a Lysandra, se encaminó hacia la modesta casa en los límites del reino. La determinación brillaba en sus ojos mientras atravesaba los campos con un propósito firme.

Al llegar, el príncipe se presentó con elegancia, inclinándose para besar la mano de Lysandra con respeto. La joven, sorprendida por la presencia del príncipe, apenas pudo contener su asombro.

"Vengo con un propósito noble, Lysandra", anunció el príncipe con solemnidad. "Traigo un regalo que espero que aceptes como un símbolo de mi compromiso contigo y con tus sueños." Con gestos precisos, el príncipe sacó de su bolsa un exquisito collar de diamantes y un certificado que garantizaba a Lysandra estudiar leyes, cumpliendo así su anhelo de ayudar al reino desde un ámbito más formal.

Lysandra, atónita por la generosidad y la inesperada oportunidad que se le presentaba, titubeó por un momento. "¿Es esto algún tipo de broma, alteza?" preguntó con incredulidad, su voz temblorosa.

El príncipe, con una sonrisa cálida y sincera, tomó la mano de Lysandra y depositó su certificado en ella. "Todo esto es real, Lysandra. Puedes empezar tus estudios desde mañana mismo. He organizado todo para que puedas cumplir tu sueño de ayudar al reino de la manera que deseas." La madre de Lysandra, con lágrimas en los ojos y una gratitud profunda, abrazó al príncipe conmovida por su generosidad. El príncipe, con humildad, le agradeció por haber dado vida a una mujer tan extraordinaria como su hija.

Las mejillas de Lysandra se tiñeron de un sutil rubor ante las palabras del príncipe. Una chispa de interés se encendió en su mirada mientras contemplaba el regalo que le había otorgado.

"Además, para comenzar tu viaje como estudiante de leyes, debes pasar por el costurero que te indicaré. Allí encontrarás las coordenadas para obtener vestidos apropiados para tu nueva etapa

académica", agregó el príncipe, revelando un toque de cuidado en su gesto.

Con cada palabra y gesto, el príncipe Aiden iba tejiendo un lazo especial con Lysandra, despertando en ella una mezcla de admiración, gratitud y un interés que comenzaba a florecer.

La mañana avanzaba, bañando la escena en una luz dorada y prometedora. Lysandra, con el certificado en sus manos y el collar de diamantes brillando frente a ella, se preparaba para un nuevo capítulo en su vida, uno que el príncipe había iniciado con un gesto de generosidad y apoyo inesperado.

El vínculo entre el príncipe y Lysandra había tomado un giro fascinante, desencadenando una

cadena de eventos que prometían cambiar el destino de ambos de maneras que ni siquiera podían imaginar.

La partida del príncipe Aiden marcó el comienzo de una escena llena de emoción en el hogar de Lysandra. La madre y la joven, con el corazón lleno de alegría y gratitud, se abrazaron y cantaron juntas, celebrando el giro inesperado de los acontecimientos. La promesa de un futuro brillante

para Lysandra iluminaba cada rincón de la modesta casa.

Ante la situación, la madre decidió preparar la comida favorita de Lysandra: una reconfortante

sopa de ajo. Mientras la madre se ocupaba de la cocina, Lysandra se dirigió al patio trasero, decidida a contribuir a la comida con ingredientes frescos.

En el jardín, cosechó una abundante selección de verduras: zanahorias, cebollas, ajos y hierbas frescas. La sensación del sol en su rostro y el aroma de la tierra fresca le recordaban la belleza de la vida sencilla y auténtica que siempre había apreciado.

Mientras tanto, la hermana de Lysandra, emocionada por la noticia, invitó a sus hermanos

alrededor de la mesa. La joven les contó acerca del gesto del príncipe y el regalo que había otorgado a Lysandra. Sin embargo, la reacción de los hermanos fue mixta.

Algunos, motivados por la desconfianza y los celos, cuestionaron las intenciones del príncipe, recordando las desigualdades y diferencias entre la realeza y su familia. No obstante, a medida que la noticia se asentaba y la honestidad en los gestos del príncipe se hacía evidente, la duda empezaba a ceder terreno.

Finalmente, tras un debate lleno de emociones y reflexiones, los hermanos decidieron confiar en

la sinceridad de las acciones del príncipe. Reconocieron la oportunidad única que se presentaba para Lysandra y aceptaron la noticia con una mezcla de esperanza y cautela.

Mientras tanto, en la cocina, la madre de Lysandra terminaba la sopa de ajo, dejando que su aroma llenara la casa con un reconfortante abrazo. El regreso de Lysandra con los ingredientes frescos añadió un toque especial a la comida, un reflejo de la colaboración y la unión familiar.

La mesa se preparaba para recibir a los hermanos, con platos de sopa humeante y una atmósfera de celebración por el futuro prometedor que se extendía ante ellos. Entre risas y conversaciones, la familia compartía un momento que quedaría marcado en sus corazones, uno que recordarían como el comienzo de una nueva etapa llena de esperanza y posibilidades para Lysandra

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